Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Miscelánea

¿Es pecado la unión sexual fuera del matrimonio?

 
Versión: 17-06-13

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

Estimada hermana, me complace mucho que hayas suprimido el “usted” en nuestro trato, porque eso puede ser un signo de confianza y amistad entre nosotros. A mí me gusta más que me tuteen, y sobre todo si la persona que lo hace es mucho más joven que este humilde servidor que te escribe, pues me hace sentirme más joven, más en pie de igualdad contigo. Por mi edad, y por la tuya, que coincide con la de mi hijo, te considero como una hija, y, además, una hermana en la fe en Cristo, pero también debemos considerarnos como buenos amigos, que son capaces de compartir aquello que les preocupa con confianza y libertad, sabiendo que no serán decepcionados nunca. Por eso, te agradezco la amistad y confianza que me demuestras, al plantearme un tema tan importante, y siempre tan actual como es el de las relaciones sexuales fuera del matrimonio.

Extraigo a continuación dos párrafos de tu correo, que resumen suficientemente la problemática en que te debates:  

“[…] Entiendo que las relaciones sexuales hoy en día han generado embarazos no deseados, enfermedades venéreas, abortos etc. pero esto sería la consecuencia de una sexualidad no responsable, conozco algunos jóvenes que son responsables en su sexualidad y en su relación de novios. Creo yo es un argumento muy razonable si no tuviéramos en cuenta el punto de vista bíblico.

“Pero yo lo que necesito es saber por qué, Jehová, desde su opinión, lo considera pecado, el cual merece la muerte; qué es lo inaceptable, qué es lo terrible (sé que no es el hecho de las relaciones sexuales como tal, porque fue Él quien nos creó como seres sexuados y sabe cuáles son nuestros deseos y necesidades) quiero entenderlo de una forma muy razonable para que pueda llegar a mi corazón y realmente tener el mismo pensamiento de Dios. Si logro verlo desde el punto de vista de Dios muy seguramente me será fácil con la ayuda de Él no practicar la fornicación y realmente ARREPENTIRME de una forma sincera y honesta de los pecados que he cometido”.

Como tú misma muy bien razonas, la experiencia de la vida y los consejos bíblicos nos muestran las naturales consecuencias negativas que todo pecado ocasiona en las personas tarde o temprano. Por eso Dios no es arbitrario con ninguna de sus leyes, pues pretenden proteger nuestra integridad moral, espiritual, psíquica y física.

Lo que Dios demanda de nosotros es que confiemos en Él, y que le seamos fieles, obedeciendo Su Palabra entera, la Biblia. Pero, especialmente, para los cristianos, Él pide que obedezcamos el Nuevo Testamento, que es vida, evangelio, promesa, esperanza, pero también ley para todos (Juan 5:24,38-39; 6:33-35, 47-51; 8:31,51; 12:48; Fil. 2:16; Col 3:16; 2ª Tim. 3:15-17; etc.).

Juan 5:24: De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.

Juan 5:39: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;

Juan 6:33-35: Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. (34) Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. (35) Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

Juan 8:31-32: Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;  (32)  y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Juan 12:48: El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.

Filipenses 2:15-16: para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; (16) asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.

Colosenses 3:16: La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.

2 Timoteo 3:15-17: y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.  (16)  Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  (17)  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

La fe verdadera se demuestra haciendo lo que Dios pide (Santiago 2:18). Solo podemos mostrar nuestro amor a Él si guardamos sus mandamientos (Juan 14:15).

Juan 14:15: Si me amáis, guardad mis mandamientos.

No obedecemos por temor al castigo y a las consecuencias sino por amor, pues “En el amor no hay temor, sino el perfecto amor echa fuera temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1ª Juan 4:18).

A continuación, voy a tratar de explicar por qué Dios prohíbe las relaciones sexuales extramaritales, y las considera un pecado grave. Pero antes veamos cómo define el diccionario de la Real Academia Española (RAE), los términos: fornicar y fornicación.

Fornicar: Tener ayuntamiento o cópula carnal fuera del matrimonio (RAE)
Fornicación: acción de fornicar (RAE).

No obstante, los creyentes siempre tenemos que tener presente que el pecado no se materializa solo con la propia “acción de fornicar” o sea tener “cópula carnal fuera del matrimonio”, sino que basta la sola intención y deseo irrefrenable de la mente para que este tipo de pecado se consume. Pues así lo dio a entender Jesús cuando declaró: “cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró en su corazón” (Mateo 5:28). Por tanto, santifiquemos primero el corazón, porque del mismo “salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, (22) los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. ((23) Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:21-23).

2. ¿Es pecado tener relaciones sexuales fuera del matrimonio? ¿Por qué Dios prohíbe la fornicación?

Me dices que no entiendes por qué la Biblia considera pecado tener relaciones sexuales sin estar casados, porque hasta ahora no ves qué pueda tener de malo ello, si se actúa de una forma responsable. No obstante, no puedes menos que reconocer algunas consecuencias negativas que pueden generar las relaciones sexuales fuera del matrimonio, y citas algunas de ellas como por ejemplo, embarazos no deseados, enfermedades venéreas, abortos etc. Y ante estos problemas evidentes piensas que solo pueden afectar a las personas irresponsables, pero nunca a ti, pues te consideras, en teoría capaz de controlar todas estas situaciones.

Dios instituyó el matrimonio en la creación del mundo

Sin embargo, esto no es tan sencillo como parece en teoría, pues las relaciones sexuales son algo que involucra enteramente a dos personas, de tal manera que llegan a formar un solo “cuerpo” y “una sola carne” (Mateo 19:6; Marcos 10.9; 1ª Corintios 6:16; Génesis 2:24). Si Dios no hace nada arbitrario, algunos buenos motivos tendría cuando instituyó el matrimonio desde el principio de la creación:

Génesis 2:24: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Lo cual, más tarde, fue confirmado por Cristo mismo, como no podía ser de otra manera.

Mateo 19:3-9: Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?  (4)  El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, (5)  y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?  (6)  Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. (7) Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? (8) Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.  (9)  Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.

El apóstol Pablo insiste igualmente en lo mismo, basándose en la santidad que debemos tener como miembros del cuerpo de Cristo.

1 Corintios 6:15-16: ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.  (16)  ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.

El pecado de fornicación es grave

Nadie puede tomarse a la ligera el pecado de fornicación, y menos aún los que creemos que Cristo al morir en la carne “…terminó con el pecado,  (2)  para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.  (3)  Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías” (1 Pedro 4:1-3).

Para Dios el pecado de fornicación no es algo sin importancia, sino que lo equipara con cualquier otro tipo de pecado como la idolatría, el adulterio, el homicidio, etc. Y por eso, con toda razón, lo prohibió.

1 Corintios 6:9-10: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,  (10)  ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

1 Timoteo 1:8-10: Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente;  (9)  conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,  (10)  para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina,...

El apóstol Pablo sigue diciendo: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:11).

¿Cómo, pues, caeremos de nuevo en el pecado de fornicación si hemos sido “santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Cristo” el cual fue sacrificado por nuestros pecados (Hebreos 10:10,12)? “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,  (27)  sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (Hebreos 10:26-27).

Por tanto, obedezcamos al Espíritu Santo, que por medio de San Pablo nos manda: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;  (6)  cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,” (Colosenses 3:5-6)

Hebreos 13:4: Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

¿Cuál es el objetivo del matrimonio?

El objetivo del matrimonio no es la sexualidad sino desarrollar el amor de pareja, y procrear y educar hijos para Dios. Lo cual implica desterrar nuestro egoísmo, y entregarse al otro para procurar su felicidad, y a la educación de los hijos que sea voluntad de Dios tener, en una paternidad responsable. Las miras, por tanto, de todo creyente deben ser transcendentes, y no buscar solo en las relaciones sexuales un placer efímero, sino que éstas sean una expresión de amor, y de búsqueda de una mayor comunicación y unión en el matrimonio.

¿Cómo podrá realizarse esa misión, esa voluntad de Dios para la pareja humana, si ambos contrayentes no basan su unión más que en la carnalidad o los deseos carnales, olvidando los valores espirituales, aquellos que son los únicos que dan sentido a la vida y buscan la santidad y eternidad en compañía de Dios, y todos los demás santos, en los nuevos Cielos y Tierra? 

De ahí que Dios nos mande: “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos;  porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?  (15)  ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?  (16)  ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente […] 18)  Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:14-18). Es decir, las dos personas se entregan, la una a la otra, para bien o para mal. Su compromiso es vital, hasta tal extremo que sus destinos y propósitos de vida deben ser los mismos para ambos; y ya no son más dos entes individuales sino “una sola carne”. Para lo bueno y para lo malo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe, pero “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6; Marcos 10.9).

Por eso, Dios prohíbe que sus hijos se unan con yugo desigual con los incrédulos, o con los que profesan religiones falsas cuyos miembros tampoco pueden ser guiados por el Espíritu Santo. Sus prohibiciones no son caprichosas o arbitrarias sino porque Él desea evitarnos que esa relación nos traiga mucho sufrimiento, y que, además, pueda dar lugar a que ambos se pierdan para vida eterna.

¿Por qué, pues, nos extrañamos que Dios considere pecado todas las relaciones sexuales fuera del matrimonio, y, como todo pecado, sancionable con la muerte (Romanos 6:23)?

Mateo 15:19: Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.

Ni siquiera debemos juntarnos con los fornicarios:

1 Corintios 5:9-11: Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios;  (10)  no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. (11) Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis.

La fornicación es idolatría, y ninguno que la practique heredará el reino de Cristo y de Dios (Efesios 5:5; Apocalipsis 21:8):

Efesios 5:5: Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.

Apocalipsis 21:8: Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

Por el contrario, tengamos la vida que agrada a Dios; Él quiere evitarnos sufrimientos y la muerte eterna, ¿por qué, pues, no le obedeceremos? ¿Acaso, creemos que Dios nos está mintiendo o su prohibición es arbitraria?

1 Tesalonicenses 4:1-5: Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.  (2)  Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús;  (3)  pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;  (4)  que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor;  (5)  no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;

¿Por qué Dios prohíbe la fornicación?

Creo que –con lo anterior– hemos podido comprobar que la Biblia no ofrece lugar a dudar de que la fornicación está prohibida por Dios, y, por tanto, es pecado, practicarla. Ahora voy a tratar de enumerar los principales motivos o razones –además de los ya citados– que el Señor ponga en mi mente, por los que Dios ha prohibido las relaciones sexuales fuera del matrimonio. En general, aparte de todo lo que se ha mencionado arriba, Dios prohíbe la fornicación porque representa un uso degradado de la sexualidad, puesto que se desvía del propósito que el Creador dispuso para la misma.

Primero. La fornicación se aparta de uno de los objetivos esenciales de la sexualidad que es la procreación y la supervivencia de la especie humana,  porque su fin o único propósito consiste en la búsqueda del placer. Este es un objetivo egoísta en sí mismo, cuando voluntariamente se opone a la voluntad del Creador. Y, por tanto, totalmente incompatible para todo aquel que como cristiano, se considere un obediente hijo de Dios. Se nos puede objetar que la Tierra está superpoblada, por lo que ya no sería tan necesario obedecer el mandamiento de Dios de “fructificad y multiplicaos; llenad la Tierra…” (Génesis 1:28). O bien, que vivimos en un mundo peligroso, complejo, y muy duro, en el cual abundan más los sufrimientos y las penas, que las alegrías, donde el futuro de cada nueva criatura que nace es difícil, y sabemos que ningún camino será sobre rosas. En el primer caso, no está en nuestras manos saber con exactitud los límites de este planeta en cuanto a la capacidad de albergar y alimentar a más personas. Y la segunda objeción, no puede ser, en ningún caso, justificación para practicar la fornicación. Todo cristiano deberá probar que en verdad lo es, obedeciendo la voz del Espíritu Santo, que nos manda por medio del apóstol Pablo que “a causa de las fornicaciones cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” (1ª Corintios 7:2).

Segundo. Debemos preguntarnos por qué un hombre y una mujer deciden establecer relaciones sexuales, evitando formalizar su relación de acuerdo a las leyes humanas y divinas.

¿Qué razones les impulsan a ello? ¿Se sienten inseguros de que su relación pueda ser duradera? ¿Se juntan sin un verdadero compromiso de continuidad en el tiempo, manteniendo su relación mientras no surjan enfrentamientos u otras dificultades? ¿Es una manera de facilitar la separación sin tener que someterse a los trámites legales, como los que representa el divorcio? ¿Piensan tener hijos si pueden tenerlos?, y en caso afirmativo, ¿sería su unión extramarital el escenario más estable para los posibles hijos que tuvieran? ¿Es una conducta cobarde, que demuestra inmadurez emocional y falta de fe en Dios?

¿Es una conducta egoísta de dos personas que solo pretenden convivir juntas mientras se lo pasen bien, y cuando llegan los primeros inconvenientes y desencuentros, deciden irse cada uno por un lado? ¿Qué ocurre entonces con los hijos? ¿Qué consecuencias para sus futuras vidas habrá tenido el fracaso de su convivencia? ¿Cuánto se habrán degradado sus almas en esa convivencia egoísta y contraria a las leyes humanas y divinas?

Alguien puede objetarme que todo esto también ocurre cuando fracasa la convivencia en los matrimonios, y se producen las separaciones y los divorcios. Pero, entonces, con más motivo, toda pareja debe casarse cumpliendo la voluntad de Dios, y pidiendo con fe la bendición de Él sobre ellos. Pues difícilmente habrá amor en la pareja si no existe unión de cada uno de ellos a Cristo. Y ¿cómo pedir Su bendición si ellos empiezan por evitar comprometerse mediante el matrimonio ante Dios y los hombres?

Tercero. Nuestra perspectiva siempre debe enfocarse desde el punto de vista cristiano. Por tanto, todo nuestras decisiones y conductas deben ser avaladas por la Palabra de Dios; todo lo que hagamos debe hacerse con fe, porque “todo lo que no proviene de fe, es pecado”, y “el justo por la fe vivirá” (Romanos 14:23; 1:17). Fuera de la fe en Dios, en el mundo todo es inseguro, pero sabemos, por experiencia, que Él siempre cumple sus promesas, y nunca deja desamparado a los que han confiado en Él. Por eso, nunca podemos equipararnos y compararnos con los no creyentes, pues si así hacemos, si emulamos sus conductas, no esperemos recibir la protección y bendiciones de Dios. Una pareja verdaderamente cristiana no mantiene reserva alguna hacia el matrimonio, pues sabe que es voluntad de Dios. Pero, es necesario, que  antes de dar este paso tan transcendental y definitivo, ambos han de tratar de conocerse y comprobar que coinciden y están de acuerdo en lo esencial, sobre todo, en ponerse siempre en manos de Dios, en acatar y obedecer Su voluntad.

Cuarto. El matrimonio, a diferencia de una unión de hecho, presenta desde el principio una voluntad de ambos contrayentes de convivir el uno con el otro hasta que la muerte los separe. Ambos, se supone han hecho ese compromiso de poner sus respectivas vidas al servicio del otro, y a crecer en amor entre sí, y para todos sus semejantes y para Dios. En esa voluntad mutua el egoísmo se va desterrando, y va siendo vencido por el amor, que debe cultivarse cada día para que pueda crecer. Este es el entorno que Dios ha concebido como el más apropiado para la estabilidad de la pareja, para que ésta se desarrolle en amor, y para que de esta manera, los hijos, si los tienen, gocen también de estabilidad y de seguridad emocional, mental, espiritual y física, y sean educados y crezcan, a su vez, en el amor a Dios y a sus semejantes.

Quinto. Por un lado, Dios también requiere que cumplamos las leyes humanas siempre que no impliquen desobedecer Sus leyes (Hechos 4:19; 5:29; Romanos 13:1-2, 8). Pero, en este caso coinciden. Por otro, casarse legalmente conlleva beneficios y privilegios que pueden no tener las parejas de hecho, como son, en primer lugar, que los hijos reciben los apellidos de los padres cuando son inscritos en el Registro Civil, se obtienen deducciones mayores en el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas, y cuando uno de los cónyuges fallece, a la persona que quede viuda le corresponde recibir una pensión, etc., etc.

3. ¿Es lícito a los ojos de Dios que un cristiano/a evangélico/a entable noviazgo con una persona del sexo opuesto perteneciente a otra religión, como por ejemplo, la católica, y además sea divorciado/a?

El noviazgo que me planteas tiene dos problemas evidentes e importantes, aunque de distinta índole. Con respecto a que tu novio profese la religión católica puede implicar muchas consecuencias, y provocar desavenencias y desencuentros entre vosotros dos, y si más tarde os casáis y tenéis hijos, ¿qué educación religiosa recibirán ellos, la del padre o la de la madre? En el supuesto de que éstos lleguen amistosamente a un acuerdo, no es lo ideal para los hijos, pues, desde su más temprana edad pueden captar esa división de creencias que tan importantes son para la vida eterna y para la comunión con Dios. A partir de aquí es impredecible lo que sucedería con los hijos, pues eso depende de muchos factores. No obstante, el mundo está lleno de casos de niños que sufren por muchas causas de desestructuración de los hogares. En cualquier caso los hijos lo que más sienten es la falta de amor entre los esposos. Pero, si uno puede elegir entre una persona con su misma religión y otra distinta ¿por qué no elegir a la persona con la que se pueda compartir algo tan esencial como la religión?

Me he centrado en los hijos, pero el problema de no compartir las mismas creencias existe desde que empieza la relación de noviazgo, otra cosa es que no se aborde y se postergue su solución para más adelante. Mi consejo es que deberían estudiar y buscar juntos la Verdad de Dios, con mucha sinceridad, dejando atrás las ideas preconcebidas aprendidas de los padres y por el entorno en que hayan sido educados. Si desde el principio no existiera esa apertura de miras, ese deseo sincero de buscar la verdad juntos, si yo estuviera en tu piel no iría adelante con el noviazgo.

El segundo problema –el hecho de que tu novio esté divorciado– es más grave porque representa un cargo sobre tu conciencia, si tú crees en la Biblia; pues nuestro Señor Jesús dice que cualquiera que se case con una persona divorciada comete adulterio.

Lucas 16:18 (Cf. Mateo 5:32): Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.

Mateo 19:3-12: Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?  (4)  El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,  (5)  y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?  (6)  Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.  (7)  Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?  (8)  Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.  (9)  Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.  (10)  Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.  (11)  Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado.  (12)  Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.

4. Conclusión

¿Es el matrimonio un mandamiento de Dios?

Formulada así la pregunta, la respuesta es simple: No es un mandamiento de Dios. Porque Dios no pide que todo el mundo se case, sino que Él recomienda que es bueno que el hombre no esté solo. Nadie está obligado a casarse; si su deseo es permanecer soltero, no se case. Al respecto, el apóstol Pablo aconseja: “bueno le sería al hombre no tocar mujer;  (2)  pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” (1ª Corintios 7:1-2).

1ª Corintios 7:8-11: Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo;  (9)  pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando. (10) Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido;  (11) y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. […]

1ª Corintios 7:26-28,39-40: Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está. (27) ¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estás libre de mujer? No procures casarte. (28)  Mas también si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar. […] (39) La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor.  (40)  Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios.

Dios instituyó el matrimonio, cuando dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. […]  (24)  Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:18,24).

Sin embargo, el matrimonio no es un mandamiento de Dios sino una recomendación (véase Proverbios 18:22), y los que lo contraen deben saber que conlleva obligaciones y deberes.

Mateo 19:3-10: Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?  (4)  El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,  (5)  y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?  (6)  Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.  (7)  Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?  (8)  Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. (9) Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. (10) Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.

Romanos 7:2-3: Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.  (3)  Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.

Hebreos 13:4: Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

Aconsejo leer también los siguientes textos:

Efesios 5:3-5: Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; (4) ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.  (5)  Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.

Sin embargo, podemos plantear la pregunta anterior de la forma siguiente:

¿Es un mandamiento de Dios que un hombre y una mujer se casen legalmente si quieren unirse como pareja?

Que yo sepa la Biblia (el AT y el NT) no indica cuáles eran los trámites para que un casamiento fuera legal ante la sociedad y ante los ojos de Dios. Sin embargo, Dios exige que la unión entre un hombre y una mujer, que adquirieron de mutuo acuerdo el compromiso de vivir como pareja, se mantenga hasta que la muerte los separe… o la infidelidad (Mateo 5:31-32; 19:3-10).

Mateo 5:31-32: También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio.  (32)  Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

Esa unión representa un compromiso para toda la vida, que afecta también a los posibles hijos, y da unos derechos y deberes que la sociedad civil recoge, y que, normalmente, no tienen las uniones de hecho. Aunque esta unión de hecho, significara un compromiso de casamiento suficiente para Dios, desde mi punto de vista, el cristiano, debería también cumplir con las leyes civiles de la sociedad. Puesto que Dios pide a todo cristiano que se sujete a la ley del gobierno donde resida (Romanos 13).

¿Cómo se tiene que casar un cristiano, por el registro civil o por la iglesia a la cual pertenece?

Nada dice la Biblia al respecto, que yo sepa. Bajo mi punto de vista, es una opción de la pareja, lo importante es la determinación de caminar unidos para toda la vida, y unidos a Cristo. Porque si no hay esta unión difícilmente el matrimonio será duradero. De cualquier forma que se legalice el matrimonio,  tanto para los creyentes como para los incrédulos que se casen, el compromiso es hecho ante Dios y permanece mientras la muerte no les separe.

La Palabra de Dios prohíbe la unión (hombre-mujer) del creyente con el incrédulo (2ª Corintios 6:14-17)

2ª Corintios 6:14-18: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?  (15)  ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? (16) ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos,  Y seré su Dios,  Y ellos serán mi pueblo. (17)  Por lo cual,  Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré,  (18)  Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

1 Corintios 6:13-20: …Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.  (14)  Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.  (15)  ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.  (16)  ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.  (17)  Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.  (18)  Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.  (19)  ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?  (20)  Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

 

Afectuosamente en Cristo.

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Referencias bibliográficas

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

 

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