Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

¿Los que mueren pasan a mejor vida?

 

Versión 13-03-2012
 
(Revisión marzo 2024)

Dedico este librito con todo mi afecto a un querido amigo y hermano, al que debo la redacción del mismo por proporcionarme doce razones más una, que me impulsaron a responderle con este estudio bíblico.

Los argumentos o razones que me envió mi estimado amigo, en defensa de la inmortalidad del alma o el espíritu y de la vida consciente del mismo después de la muerte, fueron exactamente trece. Como no soy supersticioso, no tengo nada contra el número trece. Simplemente, me gusta el doce, porque es símbolo de plenitud en la Biblia. Además, desarrollo este librito en tres partes. En la primera parte, hago una introducción general al concepto del ser humano, alma y espíritu desde la perspectiva bíblica, y contesto a la primera cuestión. Le siguen una segunda y tercera parte en las que respondo las doce cuestiones u objeciones de mi hermano en la fe.

 

Carlos Aracil Orts
                                                                                       

Primera parte

1. Introducción.*

Mi citado amigo y hermano, en su correo de hace unos pocos días, me decía que había leído mi estudio bíblico: ¿Resucitó Cristo en espíritu? Aparte de felicitarme por la defensa que hacía de la doctrina central del cristianismo, la Resurrección de los muertos en el día del juicio final, me manifestaba su discrepancia sobre la interpretación bíblica del estado de los muertos que yo hacía en el mencionado artículo.

El punto de vista que me manifestaba en su citado correo, que se contrapone a mi creencia, es muy común en la cristiandad, y consiste fundamentalmente en creer que el alma o espíritu no muere con el cuerpo sino que tiene vida consciente e inmortal. La mayoría del protestantismo, todo el catolicismo y prácticamente todas las religiones no cristianas piensan que el alma o espíritu es inmortal y tiene vida consciente eterna cuando se separa del cuerpo en la muerte. Esa creencia está muy extendida y arraigada en todo el mundo; y en la parte occidental, donde nos ubicamos nosotros, proviene de los filósofos griegos, Platón (Siglo IV a.C.), y anteriores y posteriores a él. Por tanto, esta doctrina al ser muy anterior al cristianismo tiene un origen totalmente pagano.

La citada doctrina tal y como la comparten católicos y evangélicos es muy consoladora y atractiva; porque siempre resulta más agradable pensar que la muerte no existe, al aceptar como verdad el “no moriréis”, que dijo el diablo a Eva (Génesis 3:4). Si la muerte significa despojarse del cuerpo para pasar a vivir a una existencia o dimensión espiritual superior, e ir a reunirse con Dios en el cielo, entonces, tenía razón Satanás, cuando contradijo la sentencia de “ciertamente morirás” (Génesis 2:17) que Dios había pronunciado poco antes, y su siguiente declaración: “polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:18; Salmo 104:29; Eclesiastés 3:20, 12:7).

En mi opinión, hay mucha más base bíblica para sostener la idea del estado inconsciente de los muertos hasta la resurrección, que la opuesta, de que siguen viviendo pero de forma espiritual. Además, es más lógico lo primero, pues ¿qué sentido tiene que nos den un cuerpo en la resurrección si la vida en espíritu se supone es superior y plena? Si ya estoy viviendo con Cristo en el cielo, no necesito que me den un cuerpo en la resurrección. Sin embargo, si la resurrección significa volver a vivir, recrear todo lo que somos, entonces todo tiene sentido, todo encaja como si de un puzle se tratara.

Agradezco los muchos versículos de la Sagrada Escritura relativos a este tema que me aportó en su correo, en defensa de su tesis de que los seres humanos cuando mueren siguen viviendo conscientemente en espíritu. Le aseguro que, aceptando su bondadoso consejo, meditaré más en ellos. No obstante, he de decir que la mayoría de las citas bíblicas sino todas, las he desarrollado y comentado en varios de mis artículos publicados en www.amistadencristo.com, por lo que este estudio no pretenderá abarcar en profundidad todos los extremos que él me planteaba.

En esta primera parte aportaré las pruebas bíblicas en las que baso mi creencia de la mortalidad del alma así como del estado inconsciente de los muertos, formulando las líneas generales de esta doctrina. Por si se desea profundizar en este tema indicaré los enlaces de los artículos citados que abordan el misterio de la muerte desde la Revelación bíblica. En una segunda y tercera parte intentaré responder punto por punto a las objeciones y argumentos que muy amablemente me presentó en su escrito.

2. El ser humano, el alma y el espíritu desde la perspectiva bíblica

Antes de entrar a comentar sus argumentos y textos bíblicos –que intentan defender la doctrina de que el alma, al ser inmortal, se desprende del cuerpo cuando éste muere y se inicia una vida espiritual consciente, ya sea en el cielo o en el infierno–, es necesario presentar estos conceptos desde la perspectiva bíblica. Para ello debemos olvidarnos o separarnos del concepto filosófico y pagano de que el ser humano está formado de un cuerpo mortal y un alma inmortal.

Para sostener bíblicamente la idea de que la vida no se interrumpe después de la muerte del cuerpo humano, habría que demostrar mediante la Biblia las siguientes premisas:

Primera premisa: El espíritu del ser humano debería poder tener vida en sí mismo, aunque esté desencarnado o fuera del cuerpo. Entendiendo por “vida” poseer todas las facultades del alma que radican en el cerebro humano, como son el intelecto, la afectividad, la conciencia o espiritualidad, etc., de forma autónoma; es decir, sin el soporte físico que es todo el cuerpo material, en el que está incluido, el cerebro con todo su complejo sistema nervioso. El espíritu, pues, debería ser una entidad consciente, que pueda desarrollar la vida independientemente del cuerpo. Lo que es lo mismo, que no necesite el cuerpo en absoluto. Este tipo de vida, como “espíritu puro” no es concebible desde el punto de vista humano.  Creemos, no obstante, que Dios es espíritu (Juan 4:24), y que los ángeles son espíritus (Mateo 10:1; Lucas 20:36; 24:39; Hebreos 1:7,14), porque así lo revela la Santa Biblia.

La Palabra de Dios afirma que los ángeles, espíritus puros, son superiores al hombre. Si el ser humano se convirtiese en espíritu se desvirtuaría su naturaleza. Desde luego supondría una mayor libertad al eliminar todas las limitaciones del cuerpo material. Lo que nos llevaría a preguntarnos para qué queremos un cuerpo, si podemos vivir una vida superior fuera del cuerpo cuando morimos. Seguramente, también desearíamos morir cuanto antes, pues significaría acceder a una vida superior. Realmente, los cristianos sí tenemos esa esperanza futura de una vida plena, gozosa y feliz, pero siempre pasando por la resurrección.

Segunda premisa: El espíritu o el alma del ser humano es inmortal.

Sin embargo, la Biblia afirma todo lo contrario de estas premisas. Es decir:

A) El estado de los muertos es de total inconsciencia del ser hasta la resurrección, en la que Dios recrea y vuelve a dar vida a los muertos (Daniel 12:2; Juan 5:28,29).

B) El alma es mortal (Génesis 2:17; 3:19; Ezequiel 18:4,20; Mateo 10:28; Hechos 2:34; 13:36; Romanos 6:23; 1ª Corintios 15:18, 32). Dios es “el único que tiene inmortalidad” (1ª Timoteo 6: 15,16). La Palabra de Dios se refiere a la muerte segunda como el castigo final de Dios a los malvados, concepto que pretende mostrar la absoluta aniquilación o destrucción de todo vestigio de la vida de los malvados (Apocalipsis 2:11; 20:14; 21:8). También, en muchas ocasiones se utiliza el verbo “destruir” para significar la acción final que Dios opera con los impíos (1ª Corintios 3:17; 6:13; 15:26; 2ª Tesa. 2:8; Judas 5; Apoc. 11:8). Esto debería ser suficiente prueba de la mortalidad del alma o espíritu.

El que afirma “...No moriréis” (Génesis 3:4,5), no es Dios, sino Satanás. Al igual que Eva, que fue seducida por “la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás” (Apocalipsis 20:2), creyó que no moriría sino que sería como Dios, también nosotros podemos dejarnos convencer por el “padre de mentira” (Juan 8:44), y aceptar que existe vida después de la muerte, aparte de la resurrección de los muertos. La Palabra de Dios es tajante: “...Porque en el Seol [en el N.T se llama Hades, ambos significan la sepultura], adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.” (Eclesiastés 9:10; ver también Hechos 2:27, donde se demuestra que Hades y Seol son lo mismo, y Hechos 2:34: “Porque David no subió a los cielos...)

2.1. Análisis del significado de la palabra clave “espíritu”

Significado de “espíritu” según diccionarios

Hálito inmaterial que anima algo, alma humana, ánimo, energía, vigor, aliento, esfuerzo, valor, virtud, esencia o sustancia de algo, carácter íntimo, vivacidad, ingenio, etc., etc.

Significado de “espíritu” según la Biblia.

Lo que el creyente cristiano necesita es saber los diversos sentidos o usos que la Biblia hace de la palabra “espíritu”, los cuales se deducirán en función del contexto general y del especial en cada caso.

Origen del término “espíritu” en el Antiguo y Nuevo Testamento

Viene de la palabra hebrea “rúaj" y de la griega “pnéuma”, que significan “soplo”, “viento”, “aliento”, “hálito” o “espíritu”.

Varios ejemplos donde la Biblia usa la palabra “espíritu” o “espíritus”

A continuación pondremos algunos ejemplos que evidencian la pluralidad de significados de “espíritu”. Distinguiremos, varios significados distintos según su contexto:

¿Qué entendemos aquí por espíritu?

En primer lugar se nos describe a Dios con una naturaleza espiritual, es decir, Dios no está hecho de carne y huesos como nosotros, su esencia y sustancia es inmaterial, imposible para el ser humano comprenderla, puesto que no hay ningún modelo aquí en este planeta.

En segundo lugar, aparece de nuevo la palabra “espíritu” pero esta vez en relación con el ser humano. ¿Qué entendemos cuando Jesús dice que a Dios es necesario adorarle en “espíritu” y en verdad, o cuando afirma “bienaventurados los pobres en “espíritu”... (Mateo 5:3)?

El vocablo “espíritu” en la Biblia tiene también varias acepciones. En el sentido de “hálito” o “aliento” se emplea en Génesis 2:7: Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. La muerte es el proceso inverso en el cual el aliento de vida es expirado y el cerebro deja de tener vida.

Por otro lado, "espirítu" expresa la parte del ser que se relaciona con Dios; y también, el espíritu de una persona es la esencia de esa persona. Todos podemos ser conocidos, o bien, por el cuerpo, el alma, o el espíritu, porque son las tres dimensiones en que se desarrolla y se mueve el ser humano.

La primera contradicción, aceptada como verdad por la cristiandad en general, de que el ser humano es un cuerpo más un alma, queda evidenciada por la Biblia, cuando ésta, claramente, identifica al hombre como un alma viviente (Génesis 2:7; 1ª Corintios 15:45).

Las frases, aliento de vida, soplo o hálito de vida o espíritu de vida, que se utilizan indistintamente en diferentes textos de la Biblia son traducciones de la misma palabra hebrea “ruaj” o de la griega “pneuma”. Esto es lo que Dios insufló en Adán, y es lo que pone en marcha toda “la maquinaria” humana, pero este espíritu o aliento de vida no es una entidad o ser viviente que pueda tener vida consciente con independencia del cuerpo al que le proporciona vida. Ya hemos visto que la vida consciente sólo proviene del ser animado, es decir, cuando se convierte en un alma viviente (del hebreo, néfesh, y del griego psujé,).

Al respecto, Jesús dice que el espíritu es el que da vida (Juan 6:63). Veamos otro texto en que se demuestra que el espíritu de vida no es el espíritu personal de cada ser humano sino la fuerza dadora de vida de Dios:

Apocalipsis 11:11: Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.

Existen multitud de textos en que aparece la palabra “ruaj" con este sentido, pero nos limitaremos a citar sólo unos cuantos: Génesis 6:17; 25:8; 25:17; 35:29; Salmo 104:29; Job 12:10; 27:3; Eclesiastés 3:19-21; 12:7: Lucas 8:55; Apocalipsis 11:11.

No obstante, en la Biblia, en muchas ocasiones se usa, indistintamente, la palabra alma (néfesh- psujé) o espíritu (ruaj- pneuma) con el significado de vida. A continuación citaremos algunos textos bíblicos en que la palabra alma equivale a vida.

1ª Reyes 17:21:“Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él.” (Compárese con Lucas 8:55)

Génesis 35:18,19: “Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín. 19 Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén.”

Hechos 3: 23: Y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.”

Armoniza totalmente, pues, traducir néfesh por “vida”, pues el verso quedaría así sin modificar en absoluto el sentido del contexto: "Dios mío, te ruego que hagas volver la vida de este niño a él”. Resulta, pues, evidente que cuando la Biblia habla de que alguien se muere o sea salírsele el alma o volver el alma, no se está refiriendo a una entidad que puede vivir conscientemente con independencia del cuerpo sino simplemente de la vida que se pierde o que se recupera.

2.2. ¿Dónde va el espíritu (“ruaj”) cuando uno muere según la Biblia?

Eclesiastés 12:7 nos dice: “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”.

En este versículo, se afirman dos cosas. La primera es evidente para todo el mundo, y nadie puede negar que “el polvo vuelva a la tierra”. Está claro que polvo se refiere al cuerpo humano que al morir se descompone y al final se convierte en polvo (Génesis 3:19; véase también: Salmo 103:14; 104:29; Eclesiastés 3:20; Daniel 12:2; Génesis 2:7).

Génesis 3:19: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás..

La segunda afirmación, tan cierta como la primera, “el espíritu vuelva a Dios que lo dio”, no es comprobable por el ser humano. Lo aceptamos por fe porque pertenece a la Revelación de Dios, y solamente lo hemos sabido por estar escrito en su Palabra.

Si entendemos que ese espíritu del ser humano que vuelve a Dios cuando muere la persona es una entidad o ser consciente, llegaríamos a la incongruencia de que todos, los que han muerto y continuamente mueren, están con Dios, independientemente de si han hecho el bien o el mal cuando estaban viviendo en el cuerpo. Además estaría en abierta contradicción con el resto de la Biblia.

No cabe, pues, otra posibilidad que la de entender el espíritu, en este contexto, como el hálito o aliento que proporciona la vida al ser humano y que es común a toda la humanidad. Al igual que todos estamos formados de la misma carne y sangre, así también todos tenemos el mismo tipo de energía vital que nos da la vida. Esta interpretación armoniza perfectamente con la Biblia, incluso, me atrevería a decir con la ciencia actual, aunque eso es secundario para el creyente, pues, ésta considera al ser humano una unidad psicosomática, lo que implica la completa fusión de la parte física y psíquica para que exista vida consciente.

2.3. ¿Tienen los muertos o sus espíritus consciencia según la Biblia?

La mayoría de la cristiandad cree que el espíritu o el alma es inmortal y que tiene vida consciente y personal en sí mismo. Sin embargo, creer esto conlleva muchos problemas y contradicciones, entre ellos que eso supondría que tanto los malvados como los piadosos van a la presencia de Dios cuando mueren, puesto que todos los espíritus regresarían o volverían a Dios que les proporcionó la vida. La Biblia no dice en ningún lugar que el espíritu tenga vida consciente en sí mismo, sino todo lo contrario, como lo demuestran numerosos textos.

A continuación presentamos algunos textos que pueden contestar a esta pregunta:

Eclesiastés 9:5-6 (ver también 9:10): “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. 6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol."

Salmo 146:4:“Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecieron sus pensamientos.

Salmo 6:5:“Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, quien te alabará”?

Salmo 104:29 (Salmo 30:9):“29 Escondes tu rostro, se turban; Les quitas el hálito, dejan de ser, Y vuelven al polvo.”

En mi opinión, la Biblia no deja lugar a dudas sobre lo que ocurre con los muertos, simplemente, dejan de ser. ¿Quiere decir esto que van a existir en otra dimensión? La Biblia no dice eso, otra cosa es lo que a cada uno nos gustaría que fuese. Pero la Palabra de Dios es tajante, “más cortante que toda espada de dos filos” (Hebreos 4:12), y afirma que los muertos dejan de ser, no dice que van a vivir a otra parte. La verdad es evidente.

No es un solo texto el que afirma esta verdad, lo cual nos podría hacer dudar, pues el principio de interpretación bíblica no puede basar una doctrina sobre un solo pasaje de la Escritura, sino que requiere considerar el conjunto de ellos que se refieran al mismo tema, y siempre en su contexto. La Palabra de Dios no contiene contradicción, somos los seremos humanos con nuestras interpretaciones sesgadas basadas en ideas preconcebidas y en nuestros deseos y gustos, los que torcemos las claras enseñanzas bíblicas.

Daniel 12:2: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.”

La verdad se muestra insistentemente tozuda, tanto como la terquedad de los seres humanos es manifestada, por todos los medios, al empecinarse en sostener que este texto no demuestra la inconsciencia de los muertos, sino que sólo prueba que los cuerpos duermen en el polvo, pero no el espíritu que sigue viviendo en otro lugar.

El texto presenta claramente, en primer lugar, que los muertos están en el polvo de la tierra, y en segundo lugar, que su estado es inconsciente como corresponde a la imagen que representa el sueño profundo de la muerte, hasta que sean despertados por la voz de Jesús cuando venga en gloria (Juan 5:28, 29). La afirmación que los cuerpos muertos están en el polvo de la tierra, y que no tienen vida en absoluto, es totalmente obvia y evidente para todos, por lo que sería innecesaria que la Sagrada Escritura la ratificase. Ahora bien, la Biblia va más allá cuando nos revela que la muerte es “dejar de ser” momentáneamente, para pasar a la inconsciencia hasta que la vida vuelva por medio de la resurrección.

La Biblia no sólo ratifica lo que nuestros sentidos y razón perciben con respecto a los muertos, lo que es obvio y sería innecesario, sino que, además, no deja rienda suelta a nuestra fantasía para que imaginemos lo que se nos ocurra a cada uno. En ningún sitio ampara la idea de que el espíritu vive conscientemente en otra parte. Por el contrario, asegura rotundamente que no hay nada más allá de la sepultura hasta que los que duermen en ella sean despertados en el día de la resurrección de los muertos.

¿Dónde dice Jesús que permanecen los que va a resucitar en su venida?

¿Dónde están los muertos?

Juan 5:28,29: 28: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.”

Jesús no puede ser más claro: los muertos están en los sepulcros, y desde ahí oirán su voz. No dice que el espíritu está en el Hades o en el cielo, sino que los muertos están donde yacen sus cuerpos. Eso no quiere decir que la identidad de cada uno de los que mueren, o sea su carácter y personalidad que se haya forjado mientras vivía, se pierda o quede en el olvido para Dios, pues Él traerá a juicio toda obra, y  restituirá a todos, en la resurrección, la personalidad que tenían (Mateo 12:36; 16:27; Romanos 2:6; 1ª Corintios 3:13; 1ª Pedro 1:17). Así lo afirma el apóstol Pablo: “…estoy seguro que [Dios] es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2ª Timoteo 1:12 úp.).

Al igual que Lázaro –el hermano de María y de Marta, cuando su cuerpo hedía en descomposición, estando en la tumba bien muerto de cuatro días (Juan 11:39, por favor, léase todo el capítulo 11)– fue capaz de oír la voz de Jesús que le despertó, porque Él por su poder le devolvió la vida; lo que es un anticipo de que  “todos los que están en los sepulcros oirán su voz(Juan 5:28,29).

¿Estaba el espíritu de Lázaro (el hermano de Marta y María) gozando en el paraíso con Dios o sufriendo los tormentos del infierno en algún lugar del Hades?

¿Fue el espíritu de Lázaro, desde el Hades, el que oyó a Jesús decir: “¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11:43), y se apresuró a introducirse de nuevo en su cuerpo que estaba descomponiéndose?

La Palabra de Dios no afirma nada semejante. ¿Puede un muerto oír una voz? Sin embargo, el Evangelio dice: “y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.” Lázaro (su persona entera, no su cuerpo o su espíritu) fue despertado a la vida, su último recuerdo, memoria y vivencia eran los de sus últimos instantes de antes de morir. Su espíritu mientras estaba muerto no pudo experimentar ninguna vivencia, pues el espíritu es el soplo o aliento de vida que sólo pertenece a Dios, y que es común a toda la humanidad, y no contiene la característica del ser.

¿Qué ocurrió realmente con Lázaro y con otros resucitados como por ejemplo la muchacha de Lucas 8:55?

Lucas 8:55: “Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer”

Simplemente, todo su cuerpo fue restaurado y hecho capaz de recibir el espíritu de vida, la energía vital que proviene de Dios. A ambos, esta muchacha como a Lázaro, se les devolvió la vida, la habían perdido, y la recuperaron porque a Dios pertenece la vida, y sólo Él la puede dar, y quitar para siempre (Mateo 10: 28).

¿Qué significa morir? ¿Queda algo consciente después de muerto?

Salmo 146:4: Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecen sus pensamientos.

Cuando uno exhala el aliento por última vez, es decir, deja de respirar, se muere, y el cuerpo, desde ese momento se empieza a corromper. El espíritu sale del cuerpo, lo que es lo mismo, la vida le abandona, y su personalidad permanece registrada en la memoria de Dios (Véase también Salmo 31:5; Lucas 23:46; Hechos 7:59; 2ª Timoteo 1:12).

¿Queda algo espiritual e invisible de esa persona que tenga alguna capacidad intelectual o consciente como la de pensar, recordar, razonar etc.?

La Biblia no puede ser más contundente: “En ese mismo día perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4). Los objetores seguirán diciendo: “bien, el cuerpo ya no puede pensar porque está muerto, su cerebro está totalmente muerto, pero como el espíritu vive sin el cuerpo, él si es capaz de tener pensamientos y de gozar y de sufrir”.

Ahora, me pregunto, ¿En qué parte de la Biblia se afirma eso? Más bien es todo lo contrario, como podemos continuar comprobando en los textos que siguen:

Eclesiastés 9: 5, 6, 10: “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. 6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.” […] 10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

Salmo 6:5: Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?”

Salmo 88:10-12: ¿Manifestarás tus maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos para alabarte? Selah 11 ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia, O tu verdad en el Abadón? 12 ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas, Y tu justicia en la tierra del olvido?”

Salmo 115:17: No alabarán los muertos a JAH, Ni cuantos descienden al silencio;”

Isaías 38:18, 19:  Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad. 19 El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos.”

2.4 ¿Qué significan el Seol y el Hades?

En principio, necesitamos aclarar que el Seol simboliza la morada de los muertos, es decir, una figura del cementerio o del sepulcro, un lugar bajo tierra donde normalmente se entierran a los muertos. Ahora solo citaré unos pocos textos, que aclaran donde está el Seol:

Números 16:30-33: Mas si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová. 31 Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. 32 Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. 33 Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación.

Aquí se ve claramente que el Seol es un lugar situado bajo tierra; porque así mismo fue llamado el foso que se abrió, donde fueron a parar “todos los hombres de Coré” (Nm. 16:32) que, aunque descendieron vivos al Seol, “perecieron” (v.33). Y no hay otro misterio; pues ¿qué vida puede haber bajo tierra sin oxígeno? ¿Puede haber algún tipo de vida espiritual? En el supuesto que existiera muy pobre sería. Para confirmar este concepto de Seol/Hades, comparemos, además, con los siguientes textos que se refieren al Seol (Salmo 6:5; 16:10; 49:15; Eclesiastés 9:10; Isaías 38:18; Amós 9:2):

Eclesiastés 9:10: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

Leamos también los siguientes textos que identifican el Hades con el Seol:

Hechos 2:27-34 (Compárese con Salmos 16:10): Porque no dejarás mi alma en el Hades,  Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.  […] (29) Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.  (30)  Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, (31)  viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.  (32)  A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. […] (34)  Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,…

Compárese Hechos 2:27 con Salmos 16:10, y se comprobará que el Hades se corresponde con el Seol, siendo aquel la versión griega de Seol. Por tanto, son la misma cosa.

Salmos 16:10: “Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción.”

Aprovecho ahora para responder a uno de los muchos argumentos con los que se suele defender la existencia de vida después de la muerte. Y dedicaré las siguientes partes de este estudio para dar respuesta al resto de argumentos sobre este mismo tema, que se me planteaba en el correo citado en la introducción.

Respondo aquí a la objeción “más una”, es decir, la número trece que me planteó mi amigo:

“En Hechos 13:36 y en muchos versículos del Antiguo Testamento se dice que al morir las personas se reúnen con sus antepasados. Lázaro murió y fue al seno de Abraham. ¿Qué clase de reunión sería una reunión inconsciente?

Hechos 13:36: Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción.

Ciertamente, en el Antiguo Testamento existen otros muchos versículos que vienen a decir, poco más o menos lo mismo, o con algunas variaciones, “que al morir las personas se reúnen con sus antepasados”. Vamos, pues a citar algunos para ver si nos arrojan alguna luz adicional:

Génesis 37:35 (RV 1960): Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol. Y lo lloró su padre. 

Génesis 37:35 (NBJ, 1998): Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarle, pero él rehusaba consolarse y decía: "Voy a bajar en duelo al Seol, donde mi hijo." Y su padre le lloraba.

Génesis 37:35 (NVI 1999): Todos sus hijos y sus hijas intentaban calmarlo, pero él no se dejaba consolar, sino que decía: «No. Guardaré luto hasta que descienda al sepulcro para reunirme con mi hijo.» Así Jacob siguió llorando la muerte de José.

2ª Reyes 10:35 (RV; 1960): Y durmió Jehú con sus padres, y lo sepultaron en Samaria;...

2ª Reyes 10:35 (NBJ, 1998): Jehú reposó con sus antepasados y lo enterraron en Samaría.

Juan 11:11-13: Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. 12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.

Todas estas frases “reunirse con los antepasados muertos”, “descender al Seol” o al sepulcro (otras versiones) para reunirse con sus parientes, o “dormir con sus padres” (2ª Reyes 10:35) no demuestran en absoluto que la reunión sea de espíritus conscientes que son llevados al paraíso o al infierno sino simplemente que descienden al Seol (AT) o al Hades (NT). La Biblia misma indica que el Seol, y por consiguiente, también el Hades, puesto que ambos nombres se refieren a lo mismo, es una fosa que se sitúa bajo tierra. La morada y reunión de los muertos es un simbolismo que manifiesta la realidad de que todos los seres humanos cuando mueren van a parar a un lugar común,  la sepultura, el sepulcro, la tumba, la tierra, el mar, etc.

Por tanto, la interpretación más plausible es que las frases "reunirse con su pueblo" (Génesis 25:8,17; Cf. Jueces 2:10), “bajar en duelo al Seol” (Génesis 37:35); “Vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez” (Génesis 15:15), son figuras o metáforas comunes del lenguaje hebreo, cuyo significado es “morir”. El “morir” también se suele equiparar en el lenguaje cotidiano como “reposar” (2ª Reyes 10:35; BJ, 1998). La Biblia suele llamar “dormir” al “morir” (2ª Reyes 10:35). Véase Juan 11:11,13; Job 7:21; Sal. 13:3; Daniel 12:2; Mr. 5:39; Lc.8:52; Hechos 7:60; 1ª Cor. 15:6, 20,51; 1 Tesa. 4:13; etc.). 

Debemos tener en cuenta que la Revelación que Dios da a través de la Biblia es progresiva, y en tiempo de Abraham, y de Moisés, el autor del Pentateuco (los cinco primeros libros de la Biblia), el pueblo no disponía de una revelación específica y detallada sobre el destino de los muertos. Poco a poco todo eso se va aclarando a lo largo del resto de libros que componen la Biblia, en especial el NT. Posiblemente, Abraham y sus nietos podían haber conservado la tradición de los pueblos de donde provenían, de que el espíritu sobrevivía al cuerpo con algún tipo de vida consciente. Por eso, Jacob, quizás albergaba la esperanza de que al descender al Seol, se reuniría con el espíritu de su hijo José, al que creía muerto (Génesis 37:35).

Respecto al texto de Hechos 13:36 que se aporta expresamente como prueba de que existe vida después la muerte, donde se afirma que David “durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción”, de ninguna manera prueba que haya vida después de la muerte. Realmente está probando lo contrario, pues, como dije antes, “dormir” simboliza la inconsciencia total del ser. “Reunirse con sus padres” es claramente una figura que alude al destino común de todos los humanos cuando mueren. Todos van a un mismo lugar: la tierra:

[…]  hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.(Génesis 3:19)

Con respecto a la parte final de Hechos 13:36 que dice “y vio corrupción” ¿qué significa? Para responder esta cuestión, veamos primeramente el contexto, solo un verso anterior y otro posterior:

Hechos 13:35-37: Por eso dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción.  (36)  Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción.  (37)  Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.

Aquel a quien Dios levantó de los muertos que no vio corrupción es, incuestionablemente, Cristo. ¿Por qué no vio corrupción Cristo? Porque resucitó al tercer día (poco más de 24 horas) y no dio tiempo a que su cuerpo se descompusiera, cosa que si ocurrió con el de Lázaro, el hermano de María y Marta; lo que es algo natural que suceda a los cuerpos muertos o cadáveres. En estos versos citados, la incorrupción de Cristo se contrasta con la corrupción de David. Éste sí “vio” corrupción” porque su cuerpo se descompuso y se convirtió en polvo. El verbo “ver” es una manera simbólica de hablar, para indicar que pasó por ese estado de corrupción. Pues si el espíritu de David, que “no subió a los cielos” (Hechos 2:34), estuviera viviendo conscientemente en cualquier otro lugar, poco le importaría la corrupción de su cuerpo.

En resumen, los muertos van al Seol donde “no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9: 10), es decir, ningún tipo de vida consciente. Jesús dijo que los muertos están en los sepulcros, en ellos tampoco hay ningún tipo de vida.

En el Antiguo Testamento, el lugar donde van los muertos se llama Seol, en hebreo. En el Nuevo Testamento este término se traduce, al griego, por Hades. Ambos términos simbolizan la morada figurada de los muertos. En nuestra cultura lo llamamos cementerio, que literalmente significa “dormitorio”. Nombre muy apropiado si consideramos, como hace la Biblia, a la muerte como un estado inconsciente, semejante a un letargo profundo. Jesucristo sencillamente le llama sepulcro que es donde se entierran, normalmente, a los muertos. La prueba de que ambos términos Seol (AT) y Hades (NT) es el mismo concepto está en Hechos 2:27-34, porque el versículo 2:27 proviene del libro de los Salmos capítulo 16 y versículo 10. En el AT se denomina Seol y en el NT Hades.

Hechos 2:27-34 (Compárese con Salmos 16:10): Porque no dejarás mi alma en el Hades,  Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.  […] (29) Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.  (30)  Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, (31)  viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.  (32)  A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. […] (34)  Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,…

Hechos 13:36: Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción.

¿Por qué la Biblia repite, una y otra vez,  que los muertos duermen? ¿No será porque no tienen ningún tipo de vida consciente?

La muerte es una realidad cotidiana, un hecho que científicamente es comprobable. Los médicos son capaces de decir cuando un cuerpo no tiene ni un ápice de vida, porque ellos saben detectar si existen unas determinadas constantes, como la actividad cerebral, la respiración, el pulso, los latidos del corazón, etc. Cuando los médicos certifican que una persona ha muerto, ya no esperamos que pueda comunicarse con nosotros de ninguna forma.

Las personas que creen, de buena fe, que han hablado con algún espíritu de alguien fallecido, o han oído voces de ultratumba, así como los médiums, y los que practican el espiritismo, son víctimas de un terrible engaño. En realidad, ellas se han puesto en contacto con espíritus de demonios, y pueden llegar a ser totalmente poseídos por ellos.

En los Evangelios se registran varios casos de posesión demoníaca. Un ejemplo típico de consulta espiritista lo encontramos en 1ª Samuel 28:3-19 cuando Saúl consulta a la adivina de Endor. También el apóstol Pablo, en Hechos 16:16-18, se enfrentó al espíritu maligno que poseía una muchacha, mediante el cual ella practicaba la adivinación. La práctica espiritista, así como el querer comunicarse con los espíritus de los muertos fue prohibida por Dios (Levítico19:31; 20:27; Deut. 18:10-12; Isaías 8:19-21; etc.).

El cuerpo muerto no tiene vida consciente, es un hecho constatable por la ciencia médica. Siempre se ha tenido conocimiento de ello, pues toda la humanidad lo ha experimentado desde que murió el primer hombre. No obstante, algunas civilizaciones y culturas antiguas y modernas han creído, sin prueba alguna científica, ni bíblica que el espíritu seguía viviendo en algún lugar de forma consciente. Esta idea ha adquirido tal importancia que una mayoría de la cristiandad actualmente cree que el espíritu del hombre sigue viviendo conscientemente en alguna parte, llámese Hades, Seol, Paraíso, o Cielo.

Ahora comprendemos la sabiduría del Espíritu de Dios al revelarnos tan claramente que los muertos nada saben, ni piensan, ni alaban, ni sienten emociones. Algo que parece evidente, no lo es tanto, porque aun así, muchos no aceptan que la Biblia afirme que es la totalidad de la persona la que ha dejado de existir. Se aferran a algo etéreo e invisible que nadie ha visto, ni se puede ver, ni se ha detectado científicamente, y que la misma Revelación niega que tenga existencia consciente separado del cuerpo.

3. Las tres dimensiones del ser humano: “espíritu, alma y cuerpo”

Los seres humanos puesto que fueron creados a la imagen de su Creador, a diferencia de los animales, poseen un cerebro y sistema nervioso muy superior y distinto al de ellos, que les permite elaborar razonamientos con todo tipo de argumentaciones, porque tienen una mente, un intelecto, y, lo más importante, una conciencia que nos da testimonio de lo moral e inmoral, del bien y del mal, y que es la parte espiritual de nuestra mente, la cual conecta con Dios que es todo Espíritu. A Dios, pues, le adoramos en espíritu, con todo nuestro ser “espíritu, alma y cuerpo” (1ª Tesalonicenses 5:23).

3.1. Las tres dimensiones del ser humano forman una unidad indivisible

Según la Palabra de Dios, el ser humano tiene tres dimensiones:

1ª Tesalonicenses 5:23: Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

…El  primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.” (1ª Corintios 15:45). La palabra “alma” tiene varias acepciones. Por una parte significa vida, y por otra, todas las funciones psíquicas que el ser humano tiene, como son la capacidad de pensar, razonar, elegir, decidir, querer, etc.  Por tanto, para tener alma, lo primero es estar vivo, un muerto no tiene alma, porque ya no puede pensar, ni amar, ni odiar, ni sentir ninguna emoción, ni alabar a Dios (Salmo 115:17; 146:4). El ser humano, que es imagen de Dios, es uno en tres. No son tres partes que coexisten en el ser de forma independiente, sino que espíritu, alma y cuerpo forman el ser. A falta de alguna de ellas deja de existir la vida. Es decir, el ser, al morir, muere todo él, porque sus partes forman una unidad indivisible. Yo soy cuerpo, y al mismo tiempo soy espíritu y soy alma. Por tanto, la totalidad del ser puede designarse por cualquiera de sus partes, para referirse al ser entero.

Aquí San Pablo, habla de tres dimensiones en las cuales se manifiesta el ser humano. Él distingue perfectamente entre alma y espíritu. La dimensión corporal, todos, si no somos ciegos, la podemos ver. Es la manifestación física de nuestra persona, es decir, altos, bajos, medianos, delgados o gordos, sin exceso de kilos, guapos, feos, viejos, jóvenes, medianos, etc. Mediante ella manifestamos el espíritu y el alma. Con la lengua, expresión del rostro, y gestos de todo nuestro cuerpo expresamos lo que hay dentro de nosotros, es decir, el hombre interior.

Por eso dijo Jesús “...porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Mateo 12:34; Lucas 6: 6:45), y también “Porque del corazón salen los malos  pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (Ver además Santiago 3:1-12).

Si el espíritu no es igual al alma, ¿Qué es el espíritu?

En mi opinión, el espíritu humano es la dimensión con la que nos relacionamos más estrechamente con Dios, la zona que nos conecta y sirve para sintonizar con Él (Romanos 1:9), y es la parte del intelecto o de la mente donde reside la conciencia y se desarrollan los valores morales y las virtudes, los cuales ningún ser humano caído tiene por sí mismo, sino que son obra del Espíritu Santo. Éstos son, pues, frutos del Espíritu cuando le permitimos actuar en nuestro espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (Gálatas 5:22,23; ver además 5:8)

¿Qué es el alma?

En general, según la Biblia, alma es el ser viviente completo. El alma siempre va asociada a la vida de la criatura, hasta el extremo que muchas veces se puede sustituir el vocablo alma por la palabra vida. Es la forma en que se manifiesta la vida del ser humano. Por tanto, el alma, al igual que el espíritu no son entidades que puedan funcionar independiente del cuerpo, ni que tengan vida consciente después de la muerte del cuerpo (Génesis 2:7 en comparación con 1ª Corintios 15:45).

Alma es la traducción del hebreo néfesh y del griego psujé, que significa, vida, ser viviente, corazón como sede de los sentimientos, etc., etc. De esta última se derivan las palabras españolas “psique”, psicología, etc. Por tanto, en algunos contextos bíblicos como por ejemplo 1ª Tesalonicenses 5:23, la palabra “alma” expresa la otra dimensión emocional e intelectual en que se manifiesta la persona. Es decir, las personas son criaturas de Dios cuya vida se manifiesta o expresa en tres planos distintos: físico, psíquico y espiritual. Siempre estamos hablando de manifestaciones de la vida, por tanto, es lógico argumentar que cuando la parte física del ser muere, dejan de poder producirse las funciones del cerebro como son los pensamientos y toda proceso mental, emocional y espiritual.

Este concepto del alma coincide plenamente con el expresado en la Biblia, veamos, por ejemplo, Salmos 146:4: “Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecen sus pensamientos” (ver también Salmo 114:17). Cuando uno muere, cesa toda actividad física, intelectual y de todo orden, como lo afirma la Biblia en muchos textos.

¿Podemos estar muertos espiritualmente?

Sí, nuestro espíritu puede estar muerto cuando no exista ninguna relación con Dios, y seamos esclavos del pecado: “Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1-6).

¿Por qué vive el espíritu del hombre?

El espíritu solo puede vivir si Cristo está en nosotros: “Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia  (Romanos 8:10).

Más significados de la palabra espíritu

San Pablo afirma que no hemos recibido el “espíritu” del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios (2ª Cor. 2:12), y en Romanos 11:8, dice que a los que no quisieron creer “Dios les dio espíritu de estupor,...” , y en Romanos 8:15: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud....sino que habéis recibido el espíritu de adopción”, etc., etc. (Véase además 2ª Timoteo 1:7)

¿Qué significa aquí el espíritu? ¿Acaso es una entidad independiente que tiene poder y existencia en sí misma? ¿O representa, más bien, una serie de características emocionales, espirituales y morales que están, o bien, en sintonía con Dios o en contraposición total con Él?

¿El espíritu del hombre es una entidad que tiene vida eterna consciente independiente del cuerpo o sólo es la tercera dimensión espiritual que poseen las personas cuando están vivas, que todos necesitamos desarrollar, y en la cual puede y debe manifestarse la naturaleza humana para llegar a Dios?

Podemos seguir viendo algunos ejemplos más donde aparece la palabra espíritu relacionado con el hombre pero no pretenderemos agotarlos todos, por ser casi imposible e innecesario.

1ª Corintios 2:11:” Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios sino el Espíritu de Dios.”

Nadie que no sea uno mismo, puede conocer cómo es su espíritu, con las limitaciones naturales y lógicas que todos tenemos al no poder ser totalmente objetivos, y sólo Dios conoce perfectamente nuestro corazón o espíritu. Excepto Dios, entre los seres humanos cada uno puede conocerse a sí mismo mucho mejor que a las demás personas.

1ª Corintios 12:10: “A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

Aquí discernimiento de espíritus, sin duda quiere decir, la capacidad de distinguir entre el espíritu que está diciendo la verdad, y ajustándose a la Palabra revelada, y el espíritu de error que tergiversa la misma con maldad y con la intención de engañar, o basándose en sus propias concupiscencias.

¿Cuándo Juan dice “probad los espíritus si son de Dios” (1ª Juan 4:1) se refiere a seres vivos o a los muertos?

Por ejemplo, en 1ª Juan 4:3 dice: “y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo...”.

Es evidente que el apóstol Juan está llamando espíritus a personas vivas, que todavía no han muerto, lo que demuestra que denominar “al todo” (la persona entera) por “una parte” (el espíritu) es algo que se usa frecuentemente. Por tanto, no podemos extrañarnos que el apóstol Pedro hablase de los “espíritus encarcelados” (1ª Pedro 3:19), pero refiriéndose a ellos cuando aún estaban vivos “…en los días de Noé, mientras se preparaba el arca […]” (1ª Pedro 3:20). Este pasaje, que también es objeto de interpretación errónea, se analizó con detenimiento en otros estudios bíblicos en esta misma Web (1).

1ª Corintios 14:14-16: Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. 15 ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. 16 Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho.

¿Cómo entendemos que se pueda orar con el espíritu y que no intervenga el entendimiento?

Se trataba de una actividad que no edificaba en absoluto a la iglesia y producía enorme confusión, pues se superponían las oraciones, y nadie entendía nada. Por eso Pablo recomienda orar con el espíritu y con el entendimiento, es decir, tanto el que ora como el que escucha la oración deben poder entender lo que se habla para poder decir amén. Por tanto, toda manifestación del don de lenguas, que no sea con orden, con intérprete y para edificación, debe rechazarse como una falsificación, que procede de Satanás, del don de lenguas verdadero que da el Espíritu Santo.

Respecto a orar en lengua desconocida sin que se sepa lo que se está diciendo ni por la misma persona que ora, es una experiencia que no comprendo en absoluto para que sirve, tampoco sé cómo se lleva a cabo. Imagino que la persona está en una especie de éxtasis o como en trance. La mente de la persona es gobernada por el poder de un espíritu, normalmente maligno que la hace actuar y hablar sin que intervenga la conciencia de la persona. Sería como un estado hipnótico. Mucha gente ha oído hablar de las sesiones espiritistas en las que un médium es poseído por algún demonio, y cae en trance donde el espíritu maligno actúa de diversas maneras sobre su mente. (Véase el episodio de Saúl con la pitonisa de Endor en 1ª Samuel 28)

1ª Corintios 14:32: 32 Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; 33 pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.

Otra vez, ¿a qué espíritus se refiere a los vivos o a los muertos? Pablo dice que los espíritus de los profetas vivos deben, cuando profeticen, estar de acuerdo con todos los demás profetas que han sido inspirados por el Espíritu. Por eso es siempre necesario probar los espíritus, para saber si son espíritus de verdad o error.

1ª Corintios 15:45: “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante”

Es decir, Jesucristo como hombre es el postrer Adán, porque “Dios [Padre] envió a su Hijo nacido de mujer…” (Gá 4:4; cf. Mt. 1:20-21; Lc. 1:30-35), y como Dios –segunda Persona de la Deidad– es Espíritu dador de la vida.

1 Corintios 16:18: “Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas.”

Aquí claramente el espíritu se refiere a la persona entera.

Cuando uno muere, cesa toda actividad física, intelectual y de todo orden, como lo afirma la Biblia en muchos textos, veamos, por ejemplo, Salmos 146:4: “Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecen sus pensamientos.” (ver también Salmo 114:17).

En el apartado bibliografía, al final del presente estudio bíblico indico algunos enlaces de artículos relacionados con esta materia, por si se desea ampliar y profundizar en este tema (2)

 

Segunda parte

 Respuestas a los argumentos u objeciones (Primero al cuarto)

1. Primera objeción: “Los mártires en el cielo claman a Dios y reciben respuesta (Ap. 7:9-17)”

Los textos de Apocalipsis 7:9-17 no se refieren a los mártires, como afirma mi objetor, sino a “una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas […] (14) Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.[…] (17)  porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas de vida y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Apocalipsis 7:9,14,17).

Parece evidente que está gran multitud que “sale de la gran tribulación” no son especialmente los mártires, sino todos aquellos que al aceptar el sacrificio redentor de Jesucristo en la cruz, reciben la justificación de vida que se simboliza por “vestiduras blancas” que son resultado de que han “lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Esta es la forma que Dios salva desde el principio del mundo, y aquí se está aplicando especialmente a los que salen de “la gran tribulación”, que  se produce al fin del mundo, según se deduce de las declaraciones del profeta Daniel y del propio Jesús (véase Daniel 12:1-2; Mateo 24:21; Marcos 13:19):

Daniel 12:1,2:  En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. (2) Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.

Mateo 24:21: porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.

Marcos 13:19: porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá.

Está gran multitud no está ahora en el cielo, pues se trata de un evento situado todavía en el futuro, cuando Cristo venga en gloria a rescatar a su Iglesia. Véase también como Apocalipsis 21:1-7, y especialmente el versículo cuatro, sitúa dicho evento cuando existan “cielo nuevo y tierra nueva”. Es solo entonces cuando “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:1-7, compárese con Ap. 7:17).

Apocalipsis 21:1-7: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.  (2)  Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.  (3)  Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.  (4)  Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.  (5)  Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.  (6)  Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.  (7)  El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

No obstante, quizá se quiso decir Apocalipsis 6:9-17, pues es en estos textos donde expresamente se habla de “las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían” (Ap. 6:9). Antes de comentarlo veamos el contexto amplio donde se inserta este pasaje:

Apocalipsis 6:9-17: Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.  (10)  Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?  (11)  Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.  (12)  Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;  (13)  y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.  (14)  Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.  (15)  Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;  (16)  y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;  (17)  porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?

¿Las almas de los muertos que el apóstol Juan vio bajo el altar del cielo clamando venganza a Dios son literales o simbólicas (Apocalipsis 6:9-11)?

Si interpretamos literalmente los citados textos de Apocalipsis 6:9-11, y se entiende que “almas” es lo mismo que “espíritus”, entonces se podría sostener que los espíritus de los citados mártires están realmente en el cielo “Y clamaban a gran voz [a Dios], diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?”. Es decir, estas almas, o espíritus de muertos, estarían en el Cielo, bajo un altar, clamando a Dios que hiciera justicia con los que derramaron su sangre. Por tanto, se podría deducir que, aunque ellas estén bajo el altar, son conscientes de lo que les ha pasado y son capaces de hablar y comunicarse con Dios.

Sin embargo, como bien sabemos, para interpretar correctamente la Biblia, tenemos que tener en cuenta el contexto, y comparar con otros pasajes similares, y saber discernir si el autor está hablando simbólica o literalmente. Al respecto, es evidente que el libro de Apocalipsis está plagado de símbolos, y, por tanto, es necesario interpretar la realidad que representa el símbolo o figura. Si tomamos al pie de la letra, o sea, literalmente los textos de Apocalipsis 6:9-11, sacaremos la siguiente conclusión equivocada: “Si las almas están hablando con Dios es porque tienen vida consciente después que se desprendieron del cuerpo”.

Antes de llegar a esa deducción apresurada, debemos considerar el contexto de esos pasajes que están dentro del capítulo seis, el cual habla de los “sellos”. ¿Qué son esos sellos y qué hace el Cordero con uno de ellos (Apocalipsis 6:1)? Aquí en este primer versículo ya tenemos un gran símbolo. Estoy seguro que ninguna persona cabal creerá que el apóstol Juan, el autor del libro de Apocalipsis también llamado la Revelación de Jesucristo, esté refiriéndose a un cordero literal, sino al Cordero que fue inmolado por nosotros antes de la fundación del mundo (1ª Pedro 1:18-19; Apocalipsis 5:6). El único Cordero que quita el pecado del mundo es Jesucristo (Juan 1:29). Ya tenemos un símbolo descifrado. Este símbolo del Cordero ha sido fácil ¿verdad? Ahora, vamos a los sellos. ¿A qué se refiere Juan? La respuesta está en  Apocalipsis 5:1-5:

Apocalipsis 5:1-5: Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. 2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. 4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. 5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

Los sellos están cerrando un libro, sostenido por “la mano derecha del que estaba sentado en el trono”. Éste debe ser Dios, con toda seguridad. Y el único que puede abrir el libro y desatar sus siete sellos es el León de la tribu de Judá, la raíz de David. También está claro que se refiere a Cristo. ¿Y el libro? ¿Es simbólico o literal? Si el libro es simbólico también lo son los sellos que lo cierran. En mi opinión, el libro representa la historia de la salvación de la humanidad que solo ha sido posible por la Encarnación, vida y muerte en la cruz y resurrección de Cristo. A eso se refieren los siguientes textos:

Apocalipsis 5:8–10:Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; 9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

Continúo el análisis de Apocalipsis 6:9-11; pero leamos primero los textos citados:

Apocalipsis 6:9-11: Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? 11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

Tomado literalmente este pasaje por los que se aferran a la tradición, parecería probar que las almas de los seres humanos muertos, se desprenden de sus cuerpos y van directamente al cielo o al infierno, pero notemos los siguientes aspectos:

A) Las almas no están en el Paraíso, ni gozando de la gloria de Dios, sino pidiendo venganza porque han sido sacrificadas, han derramado su sangre, entregado su vida, por la Palabra de Dios, por eso aparecen en un lugar muy apropiado, debajo del altar. ¿Qué puede significar este altar? ¿Dónde está el altar? Y ¿en qué momento de la historia claman venganza? ¿Es en el juicio final o antes?

B) Observemos que el único consuelo que se da a esas almas es unas “vestiduras blancas”, y se les dice que sigan descansando un poco más. ¿Para qué necesitarán ellos unas vestiduras blancas si son espíritus desencarnados? Y ¿qué significa que descansen un poco de tiempo hasta que se complete todo el número de los que habían de ser muertos como ellos? ¿No será que tienen que esperar a que se produzca el juicio final y la resurrección de los justos, y hasta entonces permanecen descansando en los sepulcros?

En la Biblia “las vestiduras blancas” representan la justicia que Jesucristo logró por medio de su encarnación, vida santa, muerte vicaria en la cruz y resurrección, que es imputada o atribuida a cada creyente. Así como aquellas son un símbolo, también lo es la orden que Dios les da a dichas almas, “que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”. Lo que representa que las almas muertas duermen el sueño totalmente inconsciente de la muerte. Las vestiduras blancas son el único y esencial consuelo que se da estas almas, porque ellas representan la justicia de Cristo que han obtenido por su fe en Él, la única justicia que puede el ser humano ofrecer a Dios, y la que le faculta para la vida eterna. Sabemos que la justicia de Cristo otorgada al creyente es lo mismo que la justificación por la fe y perdón de todos los pecados, o sea consiste en ser declarado justo y puro ante Dios, y salvado para vida eterna; porque nuestros pecados son cargados en Cristo, y nos apropiamos de su justicia porque Él murió por nosotros, los que le aceptamos como Salvador.

El altar del cielo (Apocalipsis 6:9; 8:3-5; 9:13) es el símbolo del Lugar Santísimo (Heb. 9:12; 10:19), donde Cristo intercede con su sangre para la salvación de la humanidad (Hebreos 7:25; 9:11,12,24; 10:19,20), y se corresponde con el altar de los holocaustos que Dios mandó construir a Moisés, y donde se realizaban los sacrificios de animales, que prefiguraban el sacrificio redentor de Cristo, como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Véase Éxodo 27:1 ss.; 1 Reyes 8:64; 2 Reyes  16:14; Ex9:25; Apocalipsis 8:3-5; 9:13; 14:14-20; 16:7; 20:4).

Las almas son las vidas de los que murieron en Cristo, o especialmente en este caso, los “muertos por causa de la Palabra de Dios y por el testimonio que tenían” (Apocalipsis 6:9úp), aquellas que fueron redimidas con su sangre, y que esperan de forma totalmente inconsciente en el sepulcro el momento en que serán resucitadas y glorificadas cuando Él venga en gloria. Están debajo del altar, como símbolo de que han sido rescatadas por el Cordero que fue inmolado sobre el altar terrestre de la cruz, prefigurado, a su vez, por los corderos que se sacrificaban en el altar de los holocaustos, es decir, se sacrificaba a un animal inocente, en lugar del pecador culpable, lo mismo que haría Cristo con nosotros. Él pagaría con su  muerte la penalidad de nuestros pecados para que nosotros pudiésemos recibir la vida eterna. Estos santos son visualizados por el apóstol Juan como teniendo vida y hablando con Dios de forma simbólica a fin de revelar el plan de Dios de salvación y dar esperanza a los mártires y a todos los que sufrirán a causa de su fe en Cristo.

2. Segunda objeción: “Dios no es Dios de muertos, para Él todos viven” (Lucas 20:38).

Respecto a este texto, sería bueno ver un poco de contexto como el que sigue:

Lucas 20:34-38: Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; (35)  mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. (36) Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.  (37)  Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. (38)  Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.

“No pueden ya más morir […] al ser hijos de la resurrección” (Lucas 20:36), luego antes de la resurrección no tenían la inmortalidad, y, por tanto, ningún tipo de vida consciente. “Dios no es Dios de muertos […] pues para Él todos viven”, significa que, aunque realmente estén muertos, algún día resucitarán, se les dará la vida de nuevo, por el poder del Dador de la vida, que es Cristo (Hechos 3:15). El versículo 37 es clave porque claramente indica que Dios, siendo Dios de Abraham, Isaac y Jacob, personas evidentemente muertas no es Dios de muertos, no por la  razón de que estuvieran sus espíritus vivos, sino porque los “muertos han de resucitar” (Lc. 20:37 pp); y la explicación de Cristo es irrefutable.

Naturalmente que para Dios todos viven. Antes de que existiera vida en este mundo, el planeta Tierra, ya vivían en la mente de Dios todos los que habían de ser salvos y todos los hijos de perdición (Efesios 1:3-13; Romanos 8:28-39; 2ª Timoteo 1:9; 1ª Pedro 2:8; 2ª Pedro 2:9; Judas 4; etc.).

2ª Timoteo 1:9: quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,

Espero que se concuerde conmigo que la Palabra de Dios no prueba en absoluto con ese texto (Lc. 20:38) la existencia de la vida fuera del cuerpo; por el contrario, apoya más la idea de la mortalidad del alma, y de que solo hay vida después de la resurrección.

3. Tercera objeción: “La parábola del rico y Lázaro deja claro que tanto Abraham como Lázaro en el cielo y también el rico en el infierno son conscientes” (Lucas 16:19-31).

La doctrina católica refiere que las almas o los espíritus de los muertos, inmediatamente cuando salen del cuerpo muerto, son juzgados por Dios, en un juicio particular para cada ser humano que muere, y como consecuencia del mismo, Él los envía al cielo, al infierno o a un lugar intermedio llamado Purgatorio donde las almas se terminan de purificar hasta que sean dignas de acceder al cielo.

Esta creencia católica es bastante similar a la del cristianismo evangélico, si se exceptúa el Purgatorio. Para los evangélicos, solo caben dos opciones, las almas van al cielo o al infierno. Tanto los católicos como los evangélicos consideran o toman la parábola del Rico y Lázaro (Lucas 16:19-31) como literal. Por eso, no está demás transcribirla a continuación:

Lucas 16:19-31: Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. 26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. 29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 30 El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.

En dicha parábola, se citan dos lugares que están separados por una “gran sima” (Lucas 16:26). Uno de estos lugares es llamado el Hades, un lugar donde supuestamente va a parar el espíritu del hombre rico para sufrir tormentos (Lucas 16:23,24). Sin embargo, nótese que se describe el espíritu del rico muerto como teniendo ojos y lengua que necesitaba ser refrescada con agua, porque estaba siendo atormentado por una llama.

El otro lugar, adyacente al Hades, que estaba separado solo por “una gran sima”, es llamado el “seno de Abraham” (Lucas 16:22); la parábola relata que al morir el mendigo Lázaro fue llevado por los ángeles a este último lugar. Se describe un diálogo en el que el rico, al ver “de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno (v.23)”, le pide ayuda: Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado”  (Lucas 16:25).

En primer lugar, el contenido de la parábola, ya sea que corresponda a un hecho real e histórico o simplemente fruto de la tradición existente, se sitúa, evidentemente, en el pasado, en la época de Jesús o anterior, antes del juicio final por tanto. Esta ubicación en el tiempo se evidencia porque el rico ruega a Abraham para que envíe a Lázaro a testificar a sus cinco hermanos (del hombre rico), a fin de que ellos, pudiesen ser salvos, y no fuesen también a ese lugar de tormento donde estaba el rico. Claramente este ruego del rico no tendría sentido si se ubicara después del juicio final, cuando ya no hay lugar para predicar la Palabra de Dios.

Sin embargo, nótese que el relato no nos habla, en ningún momento, de las almas o espíritus del rico y de Lázaro sino de sus personas enteras con cuerpo incluido. Se nos describe al rico sufriendo, en su cuerpo físico, el tormento de una llama, lo que contradice claramente la enseñanza de la Escritura, de que los cuerpos son resucitados en la segunda venida del Señor Jesús, que es cuando se realiza el juicio.

En segundo lugar, la figura literaria, que emplea Jesús en este relato, llamada prosopopeya, al igual que sus parábolas, tiene indudablemente un objetivo pedagógico,  que en este caso no consiste en enseñar la existencia de vida consciente del espíritu o alma, sin el cuerpo, después de la muerte, pues ya hemos comprobado que en toda la narración no aparecen tales conceptos. Asimismo, Jesús no está confirmando la existencia real de dos lugares a donde van los muertos para desarrollar otro tipo de vida.

Según su descripción, el lugar donde es llevado Lázaro por los ángeles es denominado, el seno de Abraham, y allí reside Abraham (obsérvese que no está en el cielo). Y separado, por “una gran sima”, se encuentra el otro sitio llamado el Hades. Es curioso notar que los habitantes de uno y otro lado podían observarse y hasta comunicarse verbalmente. Por otro lado, por el resto de la Palabra de Dios sabemos que el Hades, equivalente al Seol, no es un lugar de tormentos, sino la morada de los muertos o cementerio.

¿Acaso nos dice la Biblia que el espíritu de Abraham vive en algún lugar?

Génesis 25:7-9: “7 Y estos fueron los días que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años. 8 Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo. 9 Y lo sepultaron Isaac e Ismael sus hijos en la cueva de Macpela, en la heredad de Efrón hijo de Zohar heteo, que está enfrente de Mamre, 10 heredad que compró Abraham de los hijos de Het; allí fue sepultado Abraham, y Sara su mujer.”

Abraham, como le ocurre a toda persona al morir, exhaló su espíritu, y su cuerpo fue sepultado. La Biblia no dice que fue al cielo. En cambio, si tomamos las palabras literales de Jesús como si se tratase de la descripción de hechos, lugares y personajes reales, deberíamos admitir que Abraham, toda su persona –la Biblia no habla en ningún momento del alma o del espíritu de Abraham– está viviendo en un lugar llamado “el seno de Abraham”, donde también ha ido a parar el mendigo Lázaro, y nadie más que se sepa. En ninguna parte de la Biblia, que yo conozca, se nombra o se describe este lugar. No obstante, si realmente existiese, no estaría muy lejos del lugar llamado el Hades, puesto que están separados por “una gran sima”, pero que ésta no impide que el rico y Abraham, al parecer, se puedan observar y comunicar verbalmente, aunque ese obstáculo o frontera sí tiene capacidad de evitar que sus habitantes pasen de un lugar a otro.

Nótese que el rico sólo habla con Abraham para solicitarle que envíe a Lázaro a fin de prevenir a sus cinco hermanos de los tormentos a que podían verse sometidos cuando murieran si se comportaban como él mismo lo había hecho. Es evidente que todo es figurativo. Se está poniendo en boca del rico muerto una petición a un personaje histórico muerto, y que en el supuesto que el alma o espíritu de Abraham viviera de forma consciente como una persona, le resultaría imposible a él, hacer que Lázaro resucite y vuelva a la Tierra sólo para informar a los hermanos del rico del castigo a que pueden estar expuestos. En la respuesta de Abraham se ve claramente que él no piensa que sea posible enviar el espíritu de Lázaro a la Tierra sino fuese antes resucitado. Por eso le dice al rico: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos” (Lucas 16:31). “Levantarse de los muertos” sin duda significa ser resucitado. Por otra parte, la repuesta que Jesús pone en boca de Abraham a la petición de ayuda del rico no es un hecho histórico sino que forma parte de la misma escenografía, pues la razón aducida por Abraham recibiste tus bienes en tu vida” no es razonable, ni lógica, ni ajustada al espíritu de la Biblia. Nadie es condenado por el hecho de ser rico y de tener muchos bienes, sino por hacer mal uso de ellos y ser inmisericorde.

Ahora vamos a tratar de identificar el lugar donde fue a parar el rico llamado el Hades.  La última parte de Lucas 16: 22 dice: “...Y murió también el rico, y fue sepultado.”, y a continuación en el versículo 23: “Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno”. Notemos que la Escritura dice claramente que el rico fue sepultado. Sin embargo, no dice que su espíritu o alma fuese al Hades, sino que más bien, identifica el Hades con la sepultura (al igual que el Seol en el A.T.), pues desde allí el rico “alza sus ojos”. Es decir, ¿Dónde están sus ojos? En su cuerpo. ¿Dónde fue puesto su cuerpo? En la sepultura.

El relato es claramente una prosopopeya, que según alguna de las definiciones de los diccionarios, es una figura retórica consistente en presentar seres irracionales que hablan y se comportan como personas, o bien en poner el escritor o el orador palabras o discursos en boca de personas verdaderas o ficticias, vivas o muertas. Generalmente su objeto es dar una enseñanza moralizante, por medio de personajes y lugares reales o de ficción. Más adelante, pues, trataremos de identificar cual es la lección, enseñanza o doctrina que quiere mostrarnos nuestro Señor Jesús.

Lucas 16:23, 24: “(23) y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. (24)Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua”porque estoy atormentado en esta llama.”

Nos parece una parábola, o prosopopeya, además de por las razones ya citadas, por las siguientes:

Con esta parábola Jesús no confirma  en absoluto que haya vida consciente sin cuerpo después de la muerte sino que, por el contrario, hace referencia a la resurrección como única posibilidad de comunicarse con los vivos: “Si no oyen a Moisés y a los profetas tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare (resucite) de los muertos (Vers. 31). Luego para Jesús, la única posibilidad de que alguien del más allá se comunique con los vivos de este mundo es mediante la resurrección.

La ingenuidad y sencillez del relato, el hecho de que el rico pudiera ver a Abraham y al mendigo lázaro, siendo que el primero está en un supuesto infierno temporal y los otros dos en una especie de paraíso transitorio, evidencia que se trata de una parábola, que como tal no pretende describir una realidad espiritual sino solo una enseñanza moral. Aunque parezca increíble tanto católicos como evangélicos toman este relato de Jesús como algo real.

Era importante entender bien esta parábola para interpretar adecuadamente las palabras que Cristo en la cruz dirige al “buen ladrón”: Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).

4. Cuarta objeción: “Hoy [no el día de la resurrección] estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).

El malhechor crucificado al mismo tiempo que Jesús, conocido como el “buen ladrón”, poco antes de morir, demostró su fe reconociendo a Jesús como su Salvador, por lo que recibió la promesa de que iría al paraíso. Podemos leer el contexto más amplio en Lucas 23: 39-43. Nuestro análisis se enfoca a los siguientes dos textos 42 y 43 de Lucas 23.

Lucas 23:42-43: “(42) Y dijo a Jesús: acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. (43) Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”

En esta declaración de Jesús, tal como está expresada en la mayoría de las traducciones, muchos han querido encontrar la confirmación de que el alma o el espíritu son inmortales, y que cuando uno muere, sólo muere el cuerpo, en tanto que el espíritu sigue viviendo, de forma consciente, y es trasladado al Paraíso.

En primer lugar, cualquier pasaje o versículo de la Biblia se debe interpretar siempre a la luz del contexto inmediato, cercano, lejano, así como del contexto general de la entera Palabra de Dios. Por tanto, no sería correcto que sobre un versículo aislado, sacado totalmente de su contexto y sin tener en cuenta el resto de la Biblia, se pretendiera extraer, y fundamentar la doctrina de la supervivencia e inmortalidad del alma después de la muerte.

En segundo lugar, el significado o sentido último que obtengamos o que se desprenda de la lectura superficial y ligera del mismo no puede estar en contradicción con las declaraciones y afirmaciones del resto de la Biblia. Si este fuera el caso deberíamos pensar que se interpreta incorrectamente o que la traducción del texto literal ha podido tener algún error.

La Biblia es la Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu Santo a los profetas y hombres santos de Dios, y por eso no puede contradecirse. Sin embargo, debemos ser conscientes de las limitaciones humanas y de la imperfección del lenguaje, y de posibles errores de los traductores.

Los seres humanos al ser imperfectos, y actuar con ideas preconcebidas y prejuicios, empezando por los traductores más y menos antiguos, y siguiendo por todos y cada uno de los que interpretan la Biblia, han podido cometer errores, que no obstante, son detectables cuando analizamos el texto, sin partidismo, con imparcialidad, tratando, en todo momento, de dar al texto en cuestión un sentido que armonice con el conjunto total de la Revelación que Dios ha dado a la humanidad.

La doctrina católica refiere que las almas o los espíritus de los muertos, inmediatamente cuando salen del cuerpo muerto, son juzgados por Dios, en un juicio particular para cada ser humano que muere, y como consecuencia del mismo, Él las envía al cielo, al infierno o a un lugar intermedio llamado Purgatorio donde las almas se terminan de purificar hasta que sean dignas de acceder al cielo.

Esta creencia católica es bastante similar a la del cristianismo evangélico, si se exceptúa el Purgatorio. Para los evangélicos, solo caben dos opciones, las almas van al cielo o al infierno. Tanto los católicos como los evangélicos consideran o toman la parábola del Rico y Lázaro (Lucas 16:19-31) como literal, basándose en la misma para fundamentar la esencia de esta doctrina.

Tanto católicos como evangélicos, al interpretar literalmente las palabras que Jesús le dijo al “buen ladrón” –De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43) deducen lo siguiente:

Sin embargo, observemos que el malhechor arrepentido no pretende ni pide estar en el “paraíso” con Jesús en ese mismo día, sino que denota ser bastante conocedor de la Sagrada Escritura al rogarle: “acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” (Lucas 23:42). Esa es la petición correcta y la clave para entender lo que responde Jesús, que coincide plenamente con la bienaventurada esperanza de todos los cristianos de la venida en gloria de nuestro Salvador y Redentor Jesucristo al final del mundo (Tito 2:13; Mateo 24:31; 25:31; Marcos 13:26-27; Lucas 13:28; etc.).

La Palabra de Dios afirma en multitud de textos que los creyentes irán al “paraíso” al fin de este mundo, Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, (32)  y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.” (Mateo 25:31,32).

Entonces, no antes, sino en la Parusía, cada uno recibirá su alabanza de Dios, y serán vivificados, es decir, los muertos vuelven a vivir.

Mateo 24:31: Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

1ª Corintios 4:5: Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

1ª Corintios 15:22-23: Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.  (23)  Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.

1ª Corintios 15:51-55: He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,  (52)  en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.  (53)  Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. (54) Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.  (55)  ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

Colosenses 3:4: Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

1ª Tesalonicenses 2:19: Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?

1ª Tesalonicenses 4:13-17: Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.  (14)  Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.  (15)  Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.  (16)  Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.  (17)  Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.(A)

2ª Tesalonicenses 1:7-10:  y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder,  (8)  en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo;  (9)  los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,  (10)  cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).

2ª Tesalonicenses 2:1: Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos,

2ª Timoteo 1:12: Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.

2ª Timoteo 4:7-8: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.  (8)  Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

La vida eterna no es algo inherente a la naturaleza humana sino un don de Dios que se alcanza mediante la fe en Cristo.

Juan 6:40: Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

Juan 6:47: De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

Jesucristo, sin lugar a dudas, vincula la vida eterna con la resurrección en el día postrero. Luego hasta la resurrección no hay vida y por tanto posibilidad de gozar del “paraíso”.

Juan 8:51: De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte.

¿Cómo entender esta afirmación de Jesús porque obviamente la muerte no ha dejado de existir y existirá hasta su venida gloriosa?

La primera muerte es natural y en la Biblia se equipara con un estado de inconsciencia similar al sueño. Jesús claramente se refiere a la muerte segunda (Apocalipsis 19:20; 20:10; 20:14, 15; 21:8), de la que no se puede resucitar pues es el castigo definitivo y eterno en sus consecuencias que reciben los malvados, consistente en “pena de eterna perdición” (Mateo 25:46; 2ª Tesalonicenses 1:9).

Juan 11:25-26: Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.  (26)  Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Jesús afirma “aunque esté muerto, vivirá”, luego la vida eterna es un suceso que está en el futuro, y por tanto, no se produce cuando uno muere sino cuando resucite al fin de los tiempos. La condición para no morir eternamente es creer en Jesús.

Juan 14:3: Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Los salvos irán con Jesús al Paraíso cuando Él vuelva en gloria y los lleve consigo a ese Reino (1ª Tesalonicenses 4:13-18), preparado desde la fundación del mundo (Mateo 25:34).

Ahora, es necesario preguntarnos ¿cómo pudo Cristo prometer  al “buen ladrón” que iría en ese mismo día al “paraíso”? ¿No está esto totalmente en contradicción con todos los otros textos de la Palabra de Dios que afirman lo contrario y con lo que Él mismo dijo en muchas ocasiones?

¿No puede haber un error en la traducción de ese texto tan discordante porque afirma “hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23: 43) echando por el suelo y contradiciendo abiertamente todos los otros muchos pasajes bíblicos, incluso aseveraciones del propio Jesús?

En la frase de Jesús de Lucas 23:43 existen dos palabras clave que es necesario analizar para interpretar correctamente el texto bíblico –“hoy” y “paraíso”–, y una tercera, la conjunción “que”, la cual, no está, al parecer, en los manuscritos más antiguos.

Lucas 23:43: “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso

Se ha probado suficientemente por la sola Biblia que al Paraíso nadie va sino es mediante la resurrección. Ahora, abordaremos en primer término, lo que significa “paraíso” y en qué lugar se encuentra o se ubica, según la Biblia misma. En segundo lugar, estudiaremos si, para evitar contradicción en el contexto bíblico, fuese más correcto que el adverbio “hoy” en esa declaración de Jesús calificase al verbo “decir” (“digo”), en lugar de  al verbo “estar” (“estarás”).

 ¿Dónde ubica la Biblia el paraíso?

Todos estaremos de acuerdo que el paraíso primitivo estaba en el huerto del Edén, donde Adán y Eva vivieron hasta que pecaron (Génesis 2:8-15; 3:22). Allí se encontraban dos famosos árboles: el de la ciencia del bien y del mal y el árbol de la vida en medio del huerto. Éste último sólo está en el paraíso, como comprobaremos más adelante en el libro de Apocalipsis.

Génesis 2:8-10: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y  puso allí al hombre que había formado. 2:9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida  en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 2:10 Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.”

Génesis 3:22: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de  nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.”

¿Dónde se encuentra actualmente el paraíso según la Biblia?

Por los siguientes versos deducimos que el árbol de la vida está actualmente en medio del paraíso de Dios.

Apocalipsis 2: 7: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”

¿Está el paraíso en el Hades, en el “seno de Abraham” o en el cielo con Dios?

Aparte de la parábola del Rico y Lázaro que ya analizamos anteriormente y en otro estudio, no hay apoyo bíblico para la creencia de que el paraíso se encuentre actualmente en el Hades o cerca del mismo. Incluso esta parábola no se refiere al paraíso sino al “seno de Abraham”.

Apocalipsis 22:2 nos expresa claramente que el trono de Dios y del Cordero estará en el paraíso, donde también está “el árbol de la vida”, y sabemos que el trono de Dios está en el cielo y no cerca del Hades, que según la parábola sería un lugar de tormentos, pero que en realidad no es más que una figura que representa al cementerio o la sepultura.

Apocalipsis 22:1-4,14: “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. [… ] 14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.”

Concluimos, pues, que el paraíso está en el cielo, donde se encuentra el trono de Dios, y allí está también el árbol de la vida, semejante al que estaba en el Edén de la primitiva Tierra. Seguidamente veremos que Jesús, mientras estuvo muerto, no pudo estar en el paraíso y sólo cuando resucitó fue al cielo.

¿Dónde fue Jesús el mismo día (viernes santo del año 30 d.c.) cuando murió en la cruz?

¿Fue Jesús directamente al paraíso en ese mismo día o tuvo una estancia de tres días bíblicos en el Hades o sea en la sepultura?

En ese mismo día tampoco Jesús fue al paraíso, porque Jesús resucitó al tercer día, el domingo de resurrección, y esa declaración la hizo el viernes, cuando murió, tres días antes de su resurrección. Es necesario saber que en la tradición judía, o sea bíblicamente hablando cuentan el día de la muerte y el de la resurrección como días enteros e inclusivos. Jesús murió un viernes por la tarde a la hora novena –las tres de la tarde– (Marcos 15:34), y resucitó el primer día de la semana (domingo). Sin embargo, cuando llegaron las mujeres a su sepultura “muy de mañana” (Lucas 24:1) “ya salido el sol” (Marcos 16:2), pero “siendo aún oscuro” (Juan 20:1), Él ya había resucitado. Por tanto, Jesús estuvo en el Hades, o sea en el sepulcro, apenas unos pocos minutos del viernes, porque el día bíblico termina a la puesta de sol, todo el día sábado, y una parte de la noche del sábado al domingo. Puesto que las mujeres fueron muy de mañana y ya había resucitado Jesús, pues la tumba estaba vacía, quiere decir que Jesús resucitó en cualquier momento desde la puesta de sol del día sábado hasta poco antes de que llegaran las mujeres. Por eso la Palabra dice que resucitó al tercer día, porque se computan ambos días, el viernes de su muerte y el domingo cuando resucitó.

En cualquier caso, Cristo no subió al cielo el mismo día viernes en que murió. ¿Por qué afirmamos esto? Porque cuando Jesús, el domingo, acababa de resucitar, se le presentó a María, y le dijo: “No me toques, porque aún no he subido a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” (Juan 20:17). Luego es evidente que Jesús no se había presentado ante el Padre que está en el cielo. Luego tampoco fue al paraíso, porque, como hemos probado antes, el paraíso no está en el Hades sino con Dios en el cielo.

Por otra parte, el Salmo 16:10, refiriéndose a Jesús, dice: “Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción.”, y en Hechos 2: 27, durante su primer discurso, Pedro identifica el Hades con el Seol, y, también, que David en ese Salmo se estaba refiriendo proféticamente a Jesús, del que dice que no sería dejado en el Seol o en el Hades para que no sufriese corrupción.

¿Qué quiere decir: “ni permitirás que tu Santo vea corrupción”?

Significa que tanto el Seol como el Hades son lugares donde se corrompen los cuerpos de los seres humanos. Es lo mismo que ocurre en las sepulturas o tumbas. Un cadáver, a los pocos días después de ser enterrado, empieza a descomponerse, hasta convertirse en polvo con los años. Dios no permitió que esto le ocurriera al cuerpo de Jesús porque fue resucitado al tercer día de su muerte: “Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción.” (Hechos 2: 27).

Pedro, lo explica magistralmente en los versos siguientes, Hechos 2: 29-35. David, aunque fue profeta, murió y fue sepultado como todo el mundo, “porque David no subió a los cielos;...” (Hechos 2:34). Como profeta tuvo el privilegio de conocer que Cristo Jesús nacería, según la carne, de su descendencia (verso 30) y le fue revelado que Jesús sería resucitado, por lo que “su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción” (Verso 31). Sólo la resurrección evita la corrupción del cuerpo de Jesús, y da vida a su alma que había dejado de existir por tres días.

Otra prueba más: el apóstol San Pablo también afirma que el paraíso está en el cielo y no en el Hades.

2ª Corintios 12:1-4: “1 Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. 2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. 3 Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), 4 que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.”

¿Dónde fue arrebatado Pablo en visión?

Fue arrebatado al paraíso

En 2ª Corintios 12:2 se nos dice que fue arrebatado hasta el tercer cielo, y en el versículo 4, se identifica el “tercer cielo” con “el paraíso”. Luego, el paraíso está en el cielo y no en el Hades. Posiblemente, el tercer cielo a que se refiere Pablo tiene que ver con el nuevo cielo que vio también Juan en visión, relatado en Apocalipsis 21:1: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. El primer cielo ya pertenece al pasado prehistórico, el cielo original de Génesis 1:1, y que luego con el diluvio sufrió una profunda transformación. El segundo cielo, que es el cielo y la tierra actual están reservados para el fuego en el día del juicio (2ª Pedro 3:7, 10). El tercer cielo, es el paraíso, y es a donde esperamos los creyentes que Cristo nos lleve en la resurrección (2ª Pedro 3: 13: “pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”).

¿Adónde fue Jesús cuando resucitó? La respuesta está en Juan 14:1-4:

Juan 14:1-4: “1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.”

El paraíso ahora está en el cielo, que es a donde Jesús nos llevará cuando él regrese de nuevo en gloria:

1ª Tesalonicenses 4:13-18: “13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”

Pero nuestro paraíso definitivo se establecerá en una nueva tierra y en un nuevo cielo donde estará la nueva Jerusalén y donde Dios morará con los hombres:

Apocalipsis 21:1-4: “1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”

Conclusión

A lo largo de este estudio, que se ha pretendido esté basado sólo en la Palabra de Dios, hemos visto lo siguiente:

Puesto que Jesús ni por supuesto el buen ladrón fueron ese mismo día al paraíso como se registra en el versículo de Lucas 23:43 –De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”– ¿debemos entender que laBiblia tiene contradicciones? ¿No será más bien que los traductores se equivocaron al traducir el texto original colocando el adverbio “hoy” calificando al verbo “estar” en lugar de hacerlo al verbo “decir”?

Según hemos averiguado, la frase del verso 43 en el manuscrito original no contiene la palabra “que” la cual fue añadida por los traductores, y colocada de modo en que aparece en casi todas las versiones de la Biblia que yo conozco.

Por tanto, si prescindimos de la conjunción “que”, la frase sería la siguiente:

“De cierto te digo hoy estarás conmigo en el paraíso”

En este caso el adverbio de tiempo “hoy” podría calificar igualmente al verbo “decir” como al verbo “estar”. O sea que se podrían hacer las dos interpretaciones dependiendo si tenemos o no en cuenta el contexto general de la Biblia. Pues ya hemos visto que si aceptamos como correcta la actual traducción, tal como viene en la mayoría de las versiones de la Biblia, estaríamos ante una auténtica contradicción. De hecho, he encontrado que los traductores de la Nueva Reina Valera de 1990 (NRV1990) han optado por la primera opción, la que armoniza con el sentir de toda la Biblia; comprobémoslo:  

Nueva Reina Valera de 1990 (NRV1990). Lucas 23:43:

“Entonces Jesús le contestó: "Te aseguro hoy, estarás conmigo en el paraíso".

Puesto que la Biblia fue inspirada por el Espíritu Santo no puede tener contradicciones, y si las hubiere se deben, como en este caso, a error de los traductores, concluimos, pues, que el adverbio “hoy” necesariamente se está refiriendo a “digo” y no a “estarás”.

La frase del verso 43 de Lucas 23, teniendo en cuenta que en el original no aparecen las comas, podría quedar de las siguientes maneras:

Ambas son gramaticalmente correctas, y traducen el sentido de la frase adecuadamente para que exista armonía en esta frase con respecto al resto de las Sagradas Escrituras.

Este significado, aparte de armonizar con todo el resto de la Biblia, tiene un sentido lógico porque el adverbio enfatiza al primer verbo pronunciado por Jesús. El énfasis lo coloca Jesús en lo que dice hoy, no en que el suceso se iba producir hoy, porque Él está atravesando por los últimos instantes de su vida, crucificado como un malhechor, y sin embargo, en ese momento, en esa situación tan difícil para que alguien le reconociera como el Mesías Rey, es cuando se produce la conversión del buen ladrón, por eso, por la fe que experimentó éste, Jesús le prometió en ese momento: “estarás conmigo en el paraíso”  un evento que está en el futuro, y que se cumplirá cuando el venga en su reino en gloria para recompensar a cada uno según sus obras.

Las cuestiones planteadas anteriormente se desarrollaron más ampliamente en los artículos indicados en el apartado final de este estudio llamado Bibliografía.

 

 

Tercera Parte

 

Respuestas a los argumentos u objeciones (Quinto al duodécimo)

 

5. Quinta objeción: “Cuando Cristo venga traerá a los que durmieron en Él, y posteriormente resucitará sus cuerpos. Está claro que desde su muerte a su resurrección han estado con Él (1ª Tesalonicenses 4:14)”.

Analicemos detenidamente este importante versículo en varias traducciones de la Biblia para tratar de entender lo que quiere expresar, y poder hacer la interpretación correcta. Empezaremos por la Biblia Reina-Valera de 1960.

1ª Tesalonicenses 4:14: Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. (RV 1960).

En mi opinión, este texto está haciendo un símil o comparación entre la muerte y resurrección de Cristo y lo que le ocurrirá a todos los creyentes que mueren puesta su esperanza y fe en Cristo y en su resurrección. Es decir, en la venida del Señor serán resucitados o vivificados, o sea, volverán a vivir, pero esta vez con una naturaleza transformada e inmortal. Exactamente igual que “Cristo, las primicias, luego los que son de Cristo en su venida" (1ª Corintios 15:23). No dice, en absoluto, que los espíritus de los muertos, descenderán del cielo con Cristo, sino que  “…los muertos en Cristo resucitarán primero. (17) Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. (1ª Tesalonicenses 4: 16úp, 17). Por tanto, los santos no descienden del cielo, pues ya hemos demostrado que allí no podían estar, lo que ocurre es todo lo contrario, es decir, eran “polvo”, son recreados, transformados y arrebatados o traspuestos a la presencia de Cristo en el aire, junto con los creyentes que estén vivos en el momento de su Parusía. 

Hemos comparado el texto de 1ª Tesalonicenses 4:14 en unas veinte traducciones más de la Santa Biblia, y en todas ellas este es el sentido correcto del texto. A fin de no cansar demasiado en la lectura de este artículo, solo vamos a transcribir otras cinco distintas versiones:

1ª Tesalonicenses 4:14: Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús. (Biblia de Jerusalén, 2ª Edición, 1976) [BJ76]

 1ª Tesalonicenses 4:14: Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús. (Nueva Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, 1998) [NBJ].
 
1ª Tesalonicenses 4:14: Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, así también a los que se durmieron en Jesús los llevará Dios con EL  (Nácar-Colunga, 1994) [N-C]. 

1ª Tesalonicenses 4:14: ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. (Nueva Versión Internacional) [NVI] 

1ª Tesalonicenses 4:14: ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. (Nueva Versión Internacional, 1999) [NVI 1999].

6. Sexta objeción: “Ni la muerte puede romper los lazos de amor y comunión que nos unen a Cristo” (Romanos 8:38-39).

Romanos 8:38-39: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,  (39)  ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Absolutamente de acuerdo con el apóstol Pablo. Cristo ha vencido al pecado, el diablo y la muerte. Pero, eso no significa que no vamos a sufrir la muerte temporal, salvo que Jesucristo aparezca en gloria antes de que muramos. En cualquier caso, la unión no se interrumpe, pues si morimos con Cristo, no importa el tiempo que pase hasta su venida, durante el sueño de la muerte no tenemos consciencia de nada, y cuando seamos despertados por Él, no habrá habido separación alguna para nosotros. 

7. Séptima objeción: “El cuerpo sin el espíritu está muerto, no dice que el espíritu sin el cuerpo esté muerto (Santiago 2:26)”

Santiago 2:26: Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

Totalmente de acuerdo. Por supuesto que no dice “que el espíritu sin el cuerpo está muerto”. Tampoco prueba que el espíritu sea una entidad consciente que viva con independencia del cuerpo eternamente. Luego, este texto no aporta nada en pro de la tesis de la inmortalidad del alma o del espíritu.

8. Octava objeción: “La unión de los espíritus, la comunión espiritual no significa que un espíritu se disuelve en el otro como si se tratara de un fluido o una energía informe. Cristo es uno con el Padre y con el Espíritu Santo y no por ello pierde su personalidad. De ello decimos que es un Dios en tres personas. El hombre se une a la mujer en el matrimonio y ya no son más dos sino uno y sin embargo cada uno sigue manteniendo su propia personalidad (1Co 6:17).

Totalmente de acuerdo. Nunca el que suscribe ha afirmado tal cosa. Por otro lado, este texto tampoco aporta nada en pro de la tesis de la inmortalidad del alma o del espíritu.

9. Novena objeción: “Cristo en nosotros es la esperanza de gloria; la esperanza de llegar a tener ese cuerpo glorificado que esperamos en la resurrección. Si con la muerte perdemos la comunión con Cristo perdemos la esperanza en la resurrección” (Colosenses 1:27).

Colosenses 1:27: a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,

No entiendo por qué el creyente cuando muere pierde la comunión con Cristo. Al contrario, cuando uno muere siendo creyente, se supone que está en comunión con Dios, y cuando sea despertado en la resurrección, para él no ha habrá habido ninguna interrupción. Es como acostarse por la noche en plena unión con Cristo, y despertarse al día siguiente ¿Se ha perdido la comunión con Cristo por un periodo de inconsciencia más o menos largo?

10. Décima objeción: “Por tres veces el Señor dice que el gusano no muere y el fuego nunca se apaga. ¿Para que tendría que seguir ardiendo cuando ya no haya nada que quemar? (Marcos 9:43-48)”

Marcos 9:43-48: Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado,  (44)  donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.  (45)  Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado,  (46)  donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.  (47)  Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, (48) donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

¡Buena pregunta! Para averiguarlo, siempre es bueno comparar con otros textos de la Biblia que guarden relación con el que estamos analizando.

La frase que cita Jesús –“el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga”– proviene del libro del profeta Isaías; veamos su contexto:

Isaías 66:24: Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre.

Sin duda esta frase se inserta dentro de un texto hebreo cuyo estilo es esencialmente poético y simbólico (léase todo el capítulo 66 de Isaías). Se describen eventos que corresponden a la Jerusalén terrenal de poco antes de la deportación de los judíos por Nabucodonosor, el rey de Babilonia, al tiempo que se presentan flases del fin del mundo, y de la victoria final del pueblo de Dios sobre los malvados. En ese contexto se presenta una imagen en la cual los salvos “verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí…”. Es decir, ellos contemplan el castigo de los malvados, los que “se rebelaron contra Dios”. Esos cadáveres, aparentemente, tienen una particularidad consistente en que “su gusano nuca morirá, ni su fuego se apagará”. Esto son dos frases paralelas que vienen a expresar el mismo concepto: las consecuencias eternas del castigo. Es una forma simbólica y solemne para anunciar  que los malvados y todo vestigio del mal, serán extinguidos totalmente por medio del fuego que todo lo purifica. En el lenguaje hebreo es frecuente el empleo de esta expresión de que el fuego no se apagará, para indicar, que la destrucción es total, y que tendrá consecuencias eternas. Comprobémoslo en los siguientes textos:

Jeremías 17:27: Pero si no me oyereis para santificar el día de reposo, y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de reposo, yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.

Este anuncio que hace Dios, por medio del profeta Jeremías se cumple a causa de la desobediencia e idolatría de Israel, cuando Dios permite que Nabucodonosor queme Jerusalén:

2ª Crónicas 36:18-19: Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia.  (19)  Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables.

Claramente ese fuego tuvo sus consecuencias destructivas pero cuando consumió todo, se extinguió. Veamos otro ejemplo:

Judas 1:7: como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.

Sodoma y Gomorra fueron castigadas por Dios con fuego (Génesis 19:24), y el apóstol Judas afirma que sufrieron el castigo del fuego eterno. ¿Eterno en qué sentido? ¿En qué todavía permanece encendido y seguirá hasta la eternidad o simplemente en sus consecuencias de destrucción total y definitiva?

Por otro lado, no parece que “el gusano que nunca muere” sea un símbolo apropiado para representar la eternidad y consciencia del espíritu del hombre. En el contexto de Isaías 66:24, el gusano puede simbolizar la corrupción que sufren los cadáveres cuando al descomponerse son pasto de determinadas  larvas, y que el fuego purifica.

En cualquier caso, lo que se echa al fuego no son los espíritus de los muertos sino la persona entera. Veamos algunos textos:

Mateo 5:29-30: Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.  (30)  Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

Lo que es factible de quemarse no es el espíritu sino lo físico y material: el cuerpo, o sea, la persona entera. Podemos seguir comparando en los siguientes textos, y veremos que hay siempre un cuerpo detrás.

Mateo 18:8-9: Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. (9)  Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.

El fuego eterno significa castigo eterno:

Mateo 25:46: E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

El fuego arderá hasta que se consumen los cuerpos y entonces se apagará. Véase el siguiente texto:

Apocalipsis 20:9: Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.

El siguiente texto parece a simple vista, contradecir lo que acabamos de afirmar:

Apocalipsis 20:10: Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

Como siempre hacemos este pasaje hay que compararlo y contrastarlo con otros textos relacionados para poder interpretar el sentido correcto de esta frase tan solemne.

Apocalipsis 14:10: él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;

Apocalipsis 14:1: y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.

Apocalipsis 20: 14,15: “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

Apocalipsis 21:8: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

De todos estos textos podemos deducir y por tanto, afirmar, lo siguiente:

No obstante, reconocemos que la segunda parte de este pasaje contiene una dificultad si se interpreta literalmente, pues, aparentemente, introduce un concepto de eternidad de los tormentos que sufrirán los malvados, lo cual no es posible sin algún tipo de vida consciente, que deberá ser, también, eterna y capaz de resistir el fuego sin consumirse.

Alguien puede objetar que para Dios no hay nada imposible. Por supuesto. Sin embargo, la cuestión importante es ¿Un Dios de amor puede querer atormentar, mediante un lago de fuego que nunca se apaga, a los malvados eternamente? ¿Interviene Dios para que las criaturas malvadas sobrevivan a la muerte segunda, y les concede una vida eterna con el único objeto de que puedan ser atormentadas día y noche por los siglos y los siglos? ¿Qué razones podría tener Dios para hacer eso, puesto que los condenados ya no tienen posibilidad de arrepentimiento y de perdón? Dios, sin duda, supera nuestra razón, pero de ningún modo es irracional nada de lo que realiza.

Aceptar literalmente la eternidad de los tormentos, es entrar en el despropósito, sinrazón y sin sentido. Además contradice totalmente no sólo unos pocos versículos de la Biblia, sino que todo el espíritu de la Biblia, que describe la misericordia y amor de Dios, se derrumbaría. 

Todos estos pasajes de Apocalipsis coinciden en que todos los malvados reciben la segunda muerte al ser lanzados al lago de fuego y azufre.

¿Debemos entender que se trata de un lago de fuego literal o simbólico?

Puesto que el libro de Apocalipsis es un libro con muchos símbolos nos inclinamos a creer, que el lago de fuego, es otro más, que simboliza, simplemente, el fuego consumidor que Dios envía sobre los impíos (Apocalipsis 20:9). Es, pues, el medio que Dios usa para la ejecución de los que han rechazado la Verdad y el bien. Es la consumación de su juicio de condenación sobre los inicuos. La destrucción total, el fin de todo tipo de vida, y la erradicación del mal del universo para siempre.

¿Sobrevive a la segunda muerte, algo espiritual del ser humano que tenga vida consciente, para ser atormentado por la eternidad?

La Biblia nos relata en Génesis 19:24 que “Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; 25 y destruyó las ciudades, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra.”  (Véase también Lucas 17:29)

Y en el versículo 7 de San Judas: “Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”.

De aquí aprendemos que Dios puso a estas ciudades como ejemplo de los juicios que más tarde vendrán sobre la tierra. Él hizo llover fuego del cielo para ejecutar su juicio de condenación. San Judas afirma que sufrieron castigo del fuego eterno. ¿En qué sentido? ¿Están todavía quemándose estas ciudades (2ª pedro 2:6)? O ¿Será más bien que, puesto que fue todo destruido, el castigo es eterno en sus consecuencias? El fuego que proviene de Dios no necesariamente tiene que ser inextinguible, sino que cuando termina su función de juicio acaba también dicho fuego.

Esta aseveración se confirma en Apocalipsis 20:10, en el que se describe que todos los malvados resucitados que intentan asaltar la ciudad amada y al campamento de los santos, son consumidos por el fuego que Dios envía desde el cielo.

Apocalipsis 20:9: “Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego de cielo, y los consumió.”

La función del fuego es quemar todo cuanto sea factible de serlo, y cuando ya no queda nada para ser quemado, o sólo cenizas, se apaga. Esto es lo que significa y los consumió.”. Los impíos, que son representados por la cizaña en Mateo 13:40, y por la paja en Lucas 3:17, tienen como destinos ser quemados con fuego, sin dejar apenas rastros, como sucede cuando se quema la cizaña o la paja, y que arde fácilmente durante algún tiempo pero termina apagándose cuando se consume. A este respecto, el libro de Malaquías, también reitera la idea de que el fuego de Dios tiene una duración limitada en el tiempo: abrasará a los malvados no dejándoles ni raíz ni rama (Malaquías 4:1). Lógicamente, cuando ya no queda nada de vida inicua ¿Qué sentido tiene el fuego si ya ha cumplido su cometido de aniquilación o extirpación del mal del planeta tierra?

Igualmente entendemos que cuando Cristo efectúa el juicio de las naciones  y dice, “a los de la izquierda: apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.” (Mateo25:41), el fuego es eterno en el sentido de que tiene consecuencias eternas: los malvados, los ángeles rebeldes y el diablo, serán consumidos por el fuego de Dios hasta que se produzca la segunda muerte, en el caso de los humanos, y la primera para los seres espirituales rebeldes. De la misma manera interpretamos otros pasajes difíciles de la Sagradas Escrituras que también hablan del “fuego que nunca se apagará”, como pueden ser Marcos 9:44, Lucas 3:17, etc.

Otra cosa muy distinta es cómo pueden ser quemadas las criaturas espirituales como el diablo y sus demonios. Pero esto no nos concierne, pues Dios que las ha creado, también las puede destruir o sabe la forma de quitarles la existencia para siempre.

Lo que estos versos respecto al fuego, ya sea el llovido del cielo o el del lago de fuego, están simbolizando es que Dios ejecuta su juicio sobre el mal haciéndolo desaparecer del universo, de una vez para siempre, y sin dejar más rastro que las señales o marcas de la cruz que Cristo sufrió en su cuerpo, que nos servirán de recordatorio por toda la eternidad. ¿Podríamos ser felices en el cielo, si supiéramos que, en algún lugar del universo, están siendo atormentados nuestros amigos o familiares queridos que no se hayan salvado?

¿Cómo, entonces, podemos entender, la última parte de Apocalipsis 20:10: “…y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.”?

Sólo como una figura literaria, algo simbólico, al igual, que el fuego eterno, el fuego que nunca se apagará. Del mismo modo como podemos entender Apocalipsis 14:10,11 “…y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; (11) Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y  a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.”

Es una forma de hacer énfasis en la gravedad de las consecuencias eternas que produce la maldad. En la expresión del verso 11, “Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos.”, que es la misma de la parte final de Apocalipsis 20:10, se hace evidente que se trata de una figura retórica, pues claramente es un símbolo el humo de los tormentos de los malvados que sube hasta la presencia de Dios por una eternidad (por los siglos de los siglos).

La doctrina de la muerte eterna es misericordiosa y más acorde con el espíritu de las Sagradas Escrituras y con su Dios de amor. Por el contrario la doctrina de que las personas no salvadas permanecerán quemándose por la eternidad en un fuego eterno es cruel, despiadada y absurda. No obstante, si la Santa Biblia lo afirmara así, yo debería ser sumiso y aceptar esa revelación. Por la misericordia y bondad de Dios no existe tal infierno de tormento eterno.

11. Undécima objeción: “El fuego del infierno es eterno. (Mt 25:41)”.

Mateo 25:41: Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Dada la extensión de este estudio bíblico remitimos a otro estudio donde abordamos este tema con detenimiento (3). No obstante consideramos que la respuesta a esta objeción está prácticamente incluida en la anterior.

12. Duodécima objeción: “Pablo da a entender que cuando se deja el cuerpo se está en la presencia del Señor (2ª Corintios 5:8)”.

2ª Corintios 5:8: pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.

Aquí el apóstol Pablo expresa su deseo de estar pronto con el Señor, aunque tuviera que morir para ello. Pero, su deseo no elimina el hecho de que solo se accede a la presencia de Cristo en la resurrección y no en el momento de morir. Comprobémoslo en los siguientes textos:

2ª Timoteo 1:12: “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quien he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.”

¿A qué depósito  se está refiriendo Pablo? Sin duda tiene que ser algo importante, pues sólo Dios es poderoso para guárdeselo. Posiblemente, se está refiriendo a su vida e identidad como persona, su carácter y personalidad que le identifican, que él ha construido durante toda su vida mientras estaba en el cuerpo, y cuyas obras están escritas en el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 21:27).

¿Cuándo esperaba Pablo recibir la “corona de justicia” nada más morir o “en aquel día, cuando el Señor venga”

2ª Timoteo 4:7, 8: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”

¿Demuestran 2ª Corintios 5: 1-8 y Filipenses 1: 20-25 que el alma separada del cuerpo tiene vida consciente en sí misma?

Analizaremos, en primer lugar, 2ª Corintios 5:1-9, y a continuación Filipenses 1: 20-25, teniendo en cuenta que cualquier interpretación que se haga de estas frases del apóstol Pablo, no deberían estar en contradicción con todo el resto de la Biblia, y especialmente, con otras epístolas escritas por el mismo apóstol como son 1ª Corintios 15 y 1ª Tesalonicenses 4: 13-18.

Tanto en 1ª Corintios 15: 51-57 como en 1ª Tesalonicenses 4: 13-18, Pablo nos revela el misterio de la resurrección, explicándonos que en dicho evento la muerte y el sepulcro serán vencidos porque ya no existirán más, y nuestro cuerpo mortal corruptible será revestido de inmortalidad: “los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1ª Corintios 15:52). Y en 1ª Tesalonicenses 4:13-18, explica que la resurrección tendrá lugar cuando Jesús aparezca por segunda vez en gloria. En ese momento se traen a la vida los que durmieron en Cristo, con un cuerpo incorruptible, y junto con los que en ese momento viven, son transformados con un cuerpo espiritual semejante al que tuvo Cristo cuando resucitó, y son arrebatados y trasladados al encuentro con Jesús.

Por supuesto, los no creyentes que vivan cuando venga Jesús, no son transformados  sino que mueren porque no pueden soportar el resplandor de su gloria; y los muertos impíos “...no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años...” (Apocalipsis 20:5). Al final de esos mil años se produce la resurrección de todos los malvados de todas las épocas, y cuando intentan cercar el campamento de los santos y la ciudad amada son destruidos por fuego (Apocalipsis 20:7-10). Por eso dice el apóstol Juan en Apocalipsis 20:6, “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinaran con él mil años.”

Por tanto, a la luz de toda la Biblia, y especialmente de los textos citados antes vamos a estudiar lo que nos está diciendo Pablo en 2ª Corintios 5:1-8:

2 Corintios 5:1-8: Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; 3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. 4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. 6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 7 (porque por fe andamos, no por vista); 8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.

Verso 1: ¿Qué representa la morada terrestre? Una lectura poco profunda nos podría dar la impresión de que el apóstol está presentando la morada celestial, una casa eterna en los cielos hecha por Dios, en contraste con la morada terrestre frágil y efímera. Sin embargo, Pablo llama al cuerpo de los seres humanos “nuestra morada terrestre”, y lo compara con un tabernáculo, tienda o carpa. Nuestra morada en este cuerpo de carne y huesos, es provisional en tanto que vivimos en este mundo, en peregrinación a la tierra prometida, como también es precario habitar en una tienda de campaña como las que el propio Pablo fabricaba.

¿En qué radicaba la esperanza de Pablo? ¿Cuál era su consuelo?

Pablo tenía la absoluta convicción de que, si su morada terrestre se deshiciera, es decir, si moría, su vida sería restaurada, mediante la resurrección, con un cuerpo espiritual (1ª Corintios 15:35-55). Este cuerpo ya no tendría la precariedad de una tienda como el cuerpo de la morada terrestre, sino que poseería la solidez y la eternidad de un edificio, de una casa no hecha de manos humanas sino por Dios mismo. En todo momento de su vida Pablo espera en la resurrección, en la segunda venida de Cristo, como la solución al problema de la muerte (Véase 2ª Timoteo 4: 6-8; 2ª Corintios 1:9; 1ª Tesalonicenses 4: 13-18; Filipenses 3: 20).

Verso 2: ¿Cuál es el gran deseo de Pablo?: “deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;”  ¿Acaso está Pablo diciendo que quiere ser liberado del cuerpo terrestre, lo que implicaría haber muerto previamente, y ser trasladado en espíritu al cielo?  Evidentemente, de ninguna manera, nadie, ni siquiera los que piensan que el espíritu tiene vida consciente al morir, puede hacer decir eso al versículo 2. Lo que él está afirmando es su inmenso deseo de que el cuerpo terrestre, lo mortal, se revista de inmortalidad (1ª Corintios 15:53), es decir, sea revestido de la “habitación celestial”, la morada eterna e inmortal.

Verso 3: ¿Cuándo preferiría Pablo ser revestido de inmortalidad después de muerto o mientras estuviese viviendo en la morada terrestre? Sin duda, Pablo y creo que todos preferiríamos “ser hallados vestidos y no desnudos” cuando ese evento ocurra. “Vestidos”, pues, representa viviendo en el cuerpo mortal, y “desnudos” significa, cuando el cuerpo terrestre se deshiciere. Él está expresando su deseo de que se produzca esa maravillosa transformación de su cuerpo mientras vive, como así lo confirman sus palabras en 1ª Tesalonicenses 4:17: “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos [los muertos resucitados] en las nubes para recibir al Señor en el aire...”.

Verso 4: “Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.”

¿Quiénes son los que están en este tabernáculo? Son todos aquellos que están viviendo y gimen porque la morada terrestre, el cuerpo mortal se desgasta, sufre, y tiene que deshacerse cuando uno muere, si Cristo no llega antes. Pablo sigue insistiendo y expresando su gran anhelo de no “ser desnudado”, es decir, él no quisiera gustar la muerte, sino que su cuerpo mortal fuera revestido por la vida. Se trata de la misma esperanza que presenta en 1ª Corintios 15:51, 53: “He aquí, os digo un misterio: no todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”

Verso 5: “Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.

Dios nos ha hecho para que tengamos vida eterna en Cristo Jesús. Las arras, es decir, la prenda, el pago anticipado, la garantía de que obtendremos esa vida, es el Espíritu Santo que se nos ha dado al aceptar el sacrificio expiatorio de Jesús por nuestros pecados. Las arras, son pues, el anticipo de la herencia eterna que tenemos asegurada al haber sido adoptados hijos de Dios (Efesios 1:13, 14: “En él [Cristo] también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para la alabanza de su gloria.” (Véase además: Colosenses 1:12,13; Romanos 8:14-17).

Verso 6, 7: “Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (7) (porque por fe andamos, no por vista);”

La confianza de Pablo en las promesas del Señor es total. Él había visto y escuchado a Jesús en el camino a Damasco, y recibido los dones del Espíritu Santo de una forma especial, como correspondía a un apóstol de Jesús. Aunque Pablo, fue muy privilegiado con respecto a los creyentes de “a pie”, mientras estuviese en “el cuerpo” es decir, en este mundo, al igual que nosotros, tenía que caminar por fe no por vista, puesto que tampoco podía ver al Señor desde su morada terrestre.

Verso 8: “Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.”

Nuevamente, Pablo expresa, además de su absoluta confianza en las promesas de Jesús, su reiterado deseo de estar con Cristo, sin conocer la muerte. Por eso dice “quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.” Es la expresión del anhelo de todo cristiano, estar con Cristo, lo que no es compatible con el cuerpo corruptible de la morada terrestre. Ausente del cuerpo pero no “desnudado” sino “revestido de la habitación celeste”. Pablo está diciendo que preferiría ya no estar en el cuerpo, es decir, en este mundo, teniendo que sufrir en su propia carne tantas tribulaciones y pruebas y aflicciones, etc., por Cristo y enfermedades. Querría estar ya con Cristo.

¿Está deseando Pablo morirse, por tanto, ser desnudado, o sea desprendido del cuerpo terrestre, para ir en espíritu a la presencia del Señor?

La respuesta afirmativa a esta pregunta, no tiene base bíblica alguna, incluso contradice los propios deseos de Pablo afirmados en el verso 4: “...Porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.” Lo que él quiere, no es morirse e ir en espíritu a estar con el Señor, cosa que aunque lo desee sabe que no es posible, si no es antes revestido, y transformado su cuerpo mortal en otro inmortal y espiritual. Si al morir, el espíritu, de forma consciente, fuera inmediatamente a gozar de la presencia del Señor, no se necesitaría antes ser revestido con un cuerpo inmortal, como afirma el mismo Pablo en 1ª Corintios 15, y 1ª Tesalonicenses 4:13-17.

Analicemos ahora el siguiente pasaje en que Pablo manifiesta de nuevo su deseo de estar con Cristo.

Filipense 1:21-26: “21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. 23 Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; 24 pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros. 25 Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe, 26 para que abunde vuestra gloria de mí en Cristo Jesús por mi presencia otra vez entre vosotros.”

Verso 21,22: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.” 

Esta declaración demuestra que Pablo estaba entregado totalmente a la obra de Cristo. Estaba dispuesto a todo, a sufrir las mayores penalidades y a morir si fuese preciso si ello redundaba en una mayor extensión de la predicación del Evangelio, y en llevar muchas más almas a Cristo. Él mismo lo expresa al final del versículo 20: “....Ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”.

Por un lado, era consciente de cuán necesaria e importante era su misión (Ver v.25). Pablo había demostrado sobradamente que no se arredraba ante las penalidades, constantes persecuciones, peligros y azotes (Hechos 16:22, 23, 37; 2  Corintios 11:24-28, etc.).

Por otra parte, morir también representaba liberarse de todas esas pruebas, sufrimientos, dolores, que el experimentó por Cristo. Por tanto, si dependiera de él, elegir su destino, no sabría escoger lo que resultaría mejor para la gloria de su Señor. Puesto que su esperanza estaba puesta en Cristo, en la resurrección conseguida por éste para los creyentes, no temía la muerte.

Verso 23: “Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; 24 pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.”

Como ya hemos visto Pablo se acomodaba a todo y a todos para ganar almas para Cristo. Creo que cualquier cristiano fiel y ferviente se identificaría con estas palabras de Pablo, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor, y las haría suyas. En mi opinión, no pienso que Pablo deseara morirse, aunque, muchas veces, no le faltaron motivos para ello (ver versos anteriores). No obstante, su fervor, fe, entusiasmo y amor a Cristo hacía que no le importara entregar su vida si con ello glorificaba a su Maestro.

Sin duda, “estar con Cristo” es muchísimo mejor, pues significa el descanso completo de todos sus dolores, fatigas, sufrimientos, etc. La cuestión que aquí se plantea es:

¿Creía Pablo que al morir iba inmediatamente a la presencia de Cristo?

Si la muerte es un estado inconsciente, el lapso de tiempo –variable de unos a otros en cuanto a tiempo real, que transcurre desde el momento en que se muere hasta el instante en que los muertos son despertados por la voz de Cristo en la resurrección (Daniel 12:2; 1ª Corintios 15; 1ª Tesalonicenses 4: 13-18, etc.)– no cuenta, puesto que en ese estado no se siente nada. El momento de morir y el de estar o encontrarse con Cristo, se experimenta como ir inmediatamente a su presencia.

Probablemente sea éste el significado de la declaración de Pablo del versículo 23. Su esperanza, a lo largo de todas sus epístolas, está puesta en el día de la resurrección, cuando venga Jesús por segunda vez en gloria con sus santos ángeles, como indican todos los textos estudiados, veamos de nuevo alguno de ellos:

2ª Timoteo 4: 7, 8: “7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”

2ª Corintios 1: 8-10: “8 Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. 9 Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; 10 el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte;”

Filipenses 3: 10,11: “10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.

Otra explicación también sería que quizá Pablo al expresar su deseo de partir y estar con Cristo, pensaba en que le gustaría ser arrebatado como fue Elías, transformado en un abrir y cerrar de ojos, y convertido esto mortal en inmortal e incorruptible (1ª Corintios 15:51-56). Porque él sabía perfectamente “que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1ª Corintios 15:50). Su deseo ferviente no lo convierte en una posibilidad real, si Dios quisiera podría trasponerle,  así como lo hizo con Elías y también Enoc:

Hebreos 11:5: Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.

Los textos de 2ª Corintios 5:8 y Filipenses 1:23, tomados aisladamente y leídos superficialmente nos pueden dar la impresión de que Pablo piensa que el cristiano al morir se reúne inmediatamente con Cristo. Esta interpretación estaría en total contradicción, con el contexto, las mismas epístolas de San Pablo y el resto de la Biblia. En cualquier caso, el apóstol no está hablando del alma ni del espíritu, y en ningún momento dice que su alma desencarnada va al cielo nada más morir, sino que expresa su ferviente deseo de reunirse con Cristo, lo que sólo se puede producir como él mismo ha explicado, revestido con un cuerpo incorruptible e inmortal, en la segunda venida de Nuestro Señor, lo que representa sólo un instante, desde que uno cae en el profundo sueño de la muerte hasta el momento de ser despertado.

Se trata, pues, de creer y aceptar lo que es más evidente en la Biblia, lo que reúne muchas pruebas. La verdad es una sola. No puede ser al mismo tiempo, una cosa y la contraria. Por otro lado, la creencia en que los espíritus o las almas de los muertos tienen vida eterna consciente, ha llevado a otros errores mucho más perniciosos como el que se produce en los fenómenos espiritistas donde la gente cree sinceramente que se está comunicando con los espíritus de sus familiares o conocidos fallecidos, cuando en realidad se trata de los espíritus malignos o demonios.

También es muy lamentable que debido a esta doctrina, los cristianos, en general, creen que el Dios de amor, en el que confiesan creer, tiene en sí mismo tal carácter que es capaz de condenar a los no salvos con un infierno eterno de torturas y tormentos.

Conclusión

La creencia de que al morir el espíritu sigue viviendo conscientemente en alguna parte, es antiquísima. La mayoría de la Cristiandad la ha adoptado, sin tener un auténtico apoyo bíblico. Ello la ha llevado a cometer otros errores, como son las doctrinas de la inmortalidad del alma y del infierno con fuego eterno. Además, mucha gente sincera ha sido engañada por el espiritismo, al creer que podía comunicarse con los espíritus de sus familiares y conocidos fallecidos. Si admitimos y creemos que los espíritus de los muertos viven conscientemente en algún lugar, es lógico y natural que tratemos de establecer contacto con ellos, para obtener información de su nuevo estado, aunque la Palabra de Dios, expresamente, lo prohíbe.

El ser humano es un alma. Alma y espíritu se usan en la Biblia, en muchos contextos, indistintamente, con el significado de vida. Pero el espíritu es el que da vida (Juan 6:63), pues hace que el cuerpo inanimado, físico y material se convierta en un alma viviente, cuando recibe el aliento, hálito o espíritu de vida (Génesis 2:7). Morir es exhalar el espíritu, entregar el espíritu; "...y el espíritu vuelva a Dios que lo dio" (Eclesiastés 12:7). Sin embargo, ese espíritu es el “aliento de vida” de Dios (Gn. 2:7) o “espíritu de vida”(Gn. 6:17; 7:15; 7:22), que representa el poder vivificante por el que el Creador da la vida a todas sus criaturas, por lo que es común a todos los seres vivos terrenales; por tanto, no puede ser análogo al alma/espíritu de la tradición cristiana que procede de la filosofía griega, el cual es distinto en cada persona; y, en la citada tradición, no todos van al Cielo con Dios, pues otros van al infierno, o también al Purgatorio según la confesión católica.

El Seol y el Hades son las palabras que designan, en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, respectivamente, el mismo lugar: la morada figurada de los muertos, lo que equivale al cementerio, el sepulcro, la tumba o la sepultura.

La esperanza de todo cristiano está en la resurrección cuando Cristo venga por segunda vez en gloria con todos sus santos ángeles (Juan 5:28,29; 1ª Corintios 15:50-54; 1ª Tesalonicenses 4:13-18, etc.).

Juan 5:28-29: No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; (29) y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

1 Corintios 15:50-54: Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. (51) He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, (52) en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. (53) Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. (54) Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.

1 Tesalonicenses 4:13-18: Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. (14) Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. (15) Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. (16) Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. (17) Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. (18) Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

 

Espero que todo ello sea de edificación en la fe para el lector y quedo a su disposición en lo que pueda servirle.

 

Afectuosamente en Cristo

 

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com


Referencias bibliográficas

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

AT = Antiguo Testamento
NT = Nuevo Testamento
AP = Antiguo Pacto
NP = Nuevo Pacto
Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)
pp, pc, pú referidas a un versículo bíblico representan "parte primera, central o última del mismo ".

Abreviaturas empleadas para diversas traducciones de la Biblia:

NBJ: Nueva Biblia de Jerusalén, 1998.
BTX: Biblia Textual
Jünemann: Sagrada Biblia-Versión de la LXX al español por Guillermo Jüneman
N-C: Sagrada Biblia- Nacar Colunga-1994
JER 2001: *Biblia de Jerusalén, 3ª Edición 2001
BLA95, BL95: Biblia Latinoamericana, 1995
LBLA: La Biblia de las Américas
BNP: La Biblia de Nuestro Pueblo
NVI 1999: Nueva Versión Internacional 1999
(LPD: El Libro del Pueblo de Dios, Levoratti y Trusso
SB-MN: . La Santa Biblia-Martín Nieto
SRV2004: Spanish Reina Valera 2004

 

Bibliografía citada

A continuación indico algunos artículo relacionados con las cuestiones planteadas anteriormente:

(1) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>.

¿Quiénes son los “espíritus encarcelados”?
Cuando Jesucristo murió, ¿fue su espíritu al Hades a predicar a los espíritus encarcelados de los días de Noé?
¿Fue Jesús al paraíso el mismo día que murió en la cruz o fue al Hades?
¿Fue el espíritu de Jesús al Paraíso el día que murió en la cruz?
¿Jesús mintió al buen ladrón en la cruz?
¿Fue Cristo a los infiernos del Hades?
¿Sufren las almas injustas en el Seol o Hades?

(2) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>. 

Estudio 1. Sobre el estado de los muertos
1. Objeciones sobre el estado inconsciente de los muertos
2. Objeciones sobre el estado inconsciente de los muertos: El Rico y Lázaro.
3. Objeciones sobre el estado inconsciente de los muertos: el rey Saúl y la pitonisa de Endor
¿Existe vida humana consciente fuera del cuerpo después de la muerte
¿Apoya la Biblia que hay vida consciente después de la muerte?
Sin Resurrección no hay Vida Eterna
¿Es el alma humana inmortal?
Las tres dimensiones del ser humano: espíritu, alma y cuerpo
La verdad sobre las apariciones marianas y de espíritus de difuntos
¿Viven los espíritus de los muertos en el Seol?
¿Existe un lugar en el fondo de la tierra de tormentos?
¿Están siendo torturados los malvados en el Hades?
¿Están los fieles muertos viviendo en el cielo?
¿Bajó Jesús al Hades cuando murió?
¿Dónde está el infierno?
¿Por qué se abrieron los sepulcros cuando Jesús murió?
¿Reinarán Cristo y sus santos un Milenio en la Tierra restaurada?

(3) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>.

¿Qué es el Infierno, el Seol o Hades y la segunda Muerte?
¿Sufren las almas injustas en el Seol o Hades?,
¿Es una parábola el relato de Jesús sobre el Rico y Lázaro?
¿Es compatible Dios de Amor con infierno eterno?

¿Es eterno el fuego del infierno?

 

 

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