La Felicidad. Claves para ser feliz
Versión 15-04-2009
Carlos Aracil Orts
1. Introducción.*
La felicidad, nos atrevemos a manifestar, es algo que casi todo el mundo trata de conseguir, y es un anhelo justo al que ningún ser humano debe renunciar. Primero de todo, creo que sería importante definirla. ¿Qué es la felicidad? Así de pronto, se me ocurre afirmar que se trata de un estado interno confortable o de bienestar mediante el cual las personas, que lo han alcanzado, logran sentirse bien consigo mismas y con los demás. La felicidad no existe permanentemente en los seres humanos. A lo sumo podríamos hablar de cortos periodos o incluso de breves momentos a lo largo de la vida. Tampoco se suele poseer de forma completa. Por supuesto, puede haber tantos grados de felicidad como personas existen.
¿Qué características o condiciones deberían configurar ese estado interno para que cualquier persona se sintiera feliz?
Parece obvio indicar que los factores que infunden felicidad no podrán ser los mismos para todas las personas independientemente de su edad, puesto que las necesidades físicas, psíquicas, espirituales y sociales son diferentes según la etapa de la vida en que se encuentren.
Por ejemplo, los bebés hasta un año, podrán sentirse felices si tienen atendidas todas sus necesidades físicas, no sienten dolor o algo que les moleste en su cuerpo, y reciben el afecto y la atención cariñosa que precisan de los que les cuidan. A medida que crecen sus necesidades para encontrarse bien y ser felices también aumentan. Cuando son llevados a guarderías o escuelas es cuando pueden tener las experiencias más desagradables con el contacto con los demás niños. Ahora ya dejan de ser los centros de atención de los mayores, al tiempo que se enfrentan con niños de diferentes temperamentos y que, además, pueden provenir de entornos educativos familiares menos favorecidos, que al no haber sido capaces de educar en amor y con equilibrio y madurez emocional, producen niños con diversos problemas de adaptabilidad, que proyectarán sobre los demás de variadas maneras, pero principalmente con agresividad o con retraimiento.
Así podríamos seguir analizando los factores vitales que precisarían los adolescentes, los adultos y los ancianos para sentirse felices. Sin embargo, en este modesto ensayo, nos resultaría suficientemente satisfactorio si logramos describir unas pocas claves que, de un modo general, fuesen esenciales para ayudarnos a alcanzar la felicidad que todos anhelamos.
En primer lugar, nos referiremos a las principales causas de infelicidad, que clasificaremos en externas e internas. En segundo lugar, trataremos de averiguar qué se necesita para ser feliz. Y en tercer lugar, nos plantearemos cuáles son las claves para la felicidad y cómo conseguirla.
2. Causas externas de infelicidad
Llamamos causas externas o físicas de infelicidad a aquellas que nos enfrentamos del mundo material y que menos posibilidades tenemos, por nosotros mismos, de controlar y modificar. También incluiríamos aquí todo tipo de discapacidades físicas o psíquicas y enfermedades crónicas que, sin duda, pueden limitar o reducir la capacidad de ser feliz.
Partimos de la base de que no vivimos en un paraíso. Por un lado, es evidente que el planeta Tierra está contaminado y se deteriora día tras día por la acción egoísta e irresponsable de sus habitantes humanos. Las catástrofes naturales, terremotos, inundaciones, vendavales, incendios naturales y provocados, etc., son frecuentes y están a la orden del día. Por otro, hemos de reconocer que este mundo es así de imperfecto por causa del hombre, y éste con su egoísmo, maldad, y violencia ha añadido a todo este caos, las terribles guerras que producen tanto dolor, miseria y muerte.
Por otra parte, no debemos olvidar que todos los seres humanos vivimos en un mundo en el que la pobreza, la miseria y la ignorancia nos acosan. Además, sabemos que, ineludiblemente, tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a la enfermedad, el dolor o sufrimiento físico y psíquico y la muerte.
3. Causas internas de infelicidad
Aquí podíamos incluir todas aquellas que son producto de nuestra manera de ser. Estas causas internas de infelicidad se orientan fundamentalmente en cuatro direcciones:
A) las que se derivan de la relación o concepto que tenemos de nosotros mismos, es decir, del grado de autoconocimiento y autoestima.
B) Las resultantes de una incorrecta relación con los demás.
C) Cuando la actividad principal que desarrollamos y el empleo del tiempo libre que disponemos resultan insatisfactorios e infructuosos.
D) Por último, las que se derivan de una escasa vida espiritual o relación inexistente o defectuosa con Dios.
Por tanto, nuestro temperamento, carácter y personalidad condicionarán nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. Todo esto se traducirá en comportamientos que cuando son negativos provocan enfrentamiento y desaprobación de los demás. Lo que produce en nosotros disminución de nuestra autoestima y sentimientos de insatisfacción.
4. Qué se necesita para ser feliz.
Los seres humanos somos, naturalmente, inconformistas, y por lo general, nunca conseguimos estar completamente satisfechos. Suele ocurrir que colocamos todas nuestras esperanzas e ilusión en proyectos creyendo que si los realizamos con éxito obtendremos la felicidad que perseguimos. Sin embargo, es curioso comprobar que una vez alcanzadas nuestras metas, en lugar de estar pletóricos y eufóricos, generalmente nos invade una extraña sensación de insatisfacción. Esto se debe, en primer lugar, a que el ser humano tiene un ansia infinita de perfección que en este mundo no le es posible conseguir. En segundo lugar, porque junto con la finalización de los proyectos, terminó también la ilusión y expectativa que tuvimos hasta la culminación de los mismos.
Aparentemente, quien consiga tener, al mismo tiempo, las tres cosas que se consideran más importantes de la vida, “salud, dinero y amor”, según el dicho popular, habrá conseguido el colmo de la felicidad. Sin embargo, la experiencia nos habla no sólo de las pocas posibilidades que tenemos de que esas tres cosas coexistan a la vez sino que, si alguna vez ocurre esta situación, no resulte algo efímero que no se prolongue o permanezca lo suficiente para realmente disfrutarlo y apreciarlo. En mi opinión, nunca podemos lograr tener plenamente toda la salud, todo el dinero y todo el amor, porque siempre anhelaríamos más de lo que tenemos.
Como todos sabemos, con todo el dinero del mundo no podríamos comprar la felicidad, aunque reconocemos que si se administra y usa adecuadamente es de gran ayuda. Sin embargo, si tener mucho dinero fuera una condición imprescindible para ser feliz, la mayoría de las personas estarían condenadas a ser infelices toda su vida.
El primer ingrediente de la felicidad, la salud, -según OMS, “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”- es, sin duda, mucho más importante y deseable que el dinero. No obstante, aun siendo verdad que la salud es fundamental para un óptimo desarrollo de la vida, no podemos deducir de ello que sea imprescindible para ser feliz. Si así lo afirmáramos, también estaríamos diciendo que multitud de personas, que no gozan de una salud completa, no podrían alcanzar jamás la felicidad.
Obtener salud y dinero no siempre está en nuestra mano. Sin embargo, el amor, al que se refiere San Pablo en el capítulo 13 de la primera epístola que escribió a la iglesia de Corinto, depende fundamentalmente de nuestra decisión y de nuestra comunión con Dios. Aunque reconocemos que amar y no ser correspondido es un motivo importante de infelicidad, también es requisito ineludible para ser feliz. Por eso debemos tratar de madurar para ser capaz de desarrollar ese amor que “es sufrido, es benigno; no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1ª Corintios 13:4-7). Creemos que para ser feliz se necesita mucho menos de lo que generalmente se piensa, y es algo que depende mayormente de nuestra manera de ser y actuar. Como dijo San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”.
5. Claves para ser más feliz.
La felicidad no se consigue buscando satisfacer constantemente la mayor cantidad de deseos que nacen de nuestro ser egocéntrico. Ser feliz requiere madurez para poder asumir y aceptar las contrariedades y sufrimientos que la vida conlleva, y también para aprender a gozar y apreciar los momentos agradables que también nos depara la vida. En definitiva, es necesario desarrollar virtudes como, la paciencia, templanza, prudencia, discreción, constancia, bondad, humildad, sensibilidad, sencillez, etc, que nos permitirán una mejor relación con los demás, y una mayor capacidad de gozar de las pequeñas cosas. En mi opinión, las claves para ser feliz son las cualidades y acciones personales que contrarrestan o solucionan las causas internas de infelicidad que citamos en el anterior epígrafe, y que expresamos a continuación.
A) Poseer una personalidad madura, equilibrada y saludable. Es decir, tener un buen grado de autoconocimiento, autoestima y autocontrol emocional. Una personalidad capaz de apreciar y valorar en su justo medio todo lo positivo que hay en nosotros y que nos rodea, al tiempo que no se le oculta ni exagera lo negativo que también existe.
B) Desarrollar el amor, entendido como la capacidad de entregarse a los demás abnegadamente. Consideramos que amar incluye, por supuesto, el cultivo de auténticas amistades que signifiquen o representen unas relaciones sociales satisfactorias.
C) Conseguir que el trabajo, la actividad principal que desarrollamos, junto con el empleo del tiempo libre que disponemos resulten satisfactorios o gratificantes y fructíferos.
D) Por último, reconciliarnos con Dios, reconociendo que sin relación y comunión con Él, se carece de una verdadera vida espiritual, y sin vida espiritual es imposible alcanzar la felicidad de una forma estable y duradera. Bajo el punto de vista del creyente esta vida no tiene sentido sino como prólogo de la vida eterna. El objetivo de esta vida es, pues, alcanzar esa personalidad armoniosa que nos haga capaces de amar a Dios sobre todas las cosas y a los demás como a nosotros mismos.
6. Conclusión
A lo largo de la vida se experimentan diversos grados de felicidad, que suponen haber sabido aprovechar, apreciar y gozar de esos distintos momentos por los que atravesamos en función de la etapa de la vida en que nos encontremos. Sin embargo, alcanzar un estado de felicidad estable requiere una disciplina personal que persevere en la consecución de unos objetivos de mejoramiento personal, autoestima, autoconocimiento, autocontrol emocional, y de apertura y amor hacia los demás.
Los seres humanos, vivimos en un mundo inhóspito y cruel. Debemos asumir aquello que no podemos cambiar, y tratar de mejorar todo lo que está en nuestra mano o depende de nosotros. La vida no es fácil para nadie, y aunque algunos parten de situaciones aparentemente más ventajosas y positivas, también deben recorrer el mismo camino si quieren obtener la felicidad aquí en este planeta, y cuando llegue el momento la vida eterna mediante la resurrección por Cristo. Por lo tanto, trataremos de fomentar y favorecer en lo que podamos nuestra salud física, psíquica y espiritual, visualizando siempre el objetivo que es progresar en nuestra capacidad de amar.
Sin la existencia de Dios, el destino del hombre es la muerte. En mi opinión, no tiene ningún sentido nacer, vivir una vida más o menos desgraciada o feliz para luego morir y que todo se acabe. Las limitaciones y condicionantes con los que nacemos, que son serios obstáculos para conseguir la felicidad, por el poder y la gracia de Dios, dejan de serlo, si seguimos el Camino (Cristo, Juan 14:6) que Él ha proporcionado para liberarnos de la esclavitud del mal. Podemos desear con toda nuestra alma cambiar y ser mejores personas pero realmente sólo se efectuará una profunda transformación si permitimos a Dios que renueve nuestros corazones. Dios mismo así lo afirma mediante sus profetas: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer el mal?” (Jeremías 13:23).
Los cristianos creemos en las promesas de Dios:
“26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” (Ezequiel 36:26, 27).
Nos consideramos extranjeros y peregrinos sobre la Tierra (Hebreos 11:13 úp; 1ª Pedro 2:11;1:17), porque esperamos la ciudad que tiene fundamentos, cuyo Arquitecto y constructor es Dios (Hebreos 11:10,16), la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial (Hebreos 12:22); “Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.” (Hebreos 13:14).
Filipenses 3:20
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; (21) el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Apocalipsis 3:12 (Véase además Apocalipsis 21)
“Al que venciere, y lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo,, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
Creemos que la verdadera felicidad la consiguen aquellos que experimentan en sus vidas las bienaventuranzas que Jesús dio en el Sermón del monte.
Claves de la felicidad de origen divino (Reveladas por Dios mismo mediante su Hijo Jesucristo).
Mateo 5: 1-12
1 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
Carlos Aracil Orts.
www.amistadencristo.com
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*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo que se indiquen, expresamente, otras versiones distintas. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
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