Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Nacimiento-muerte de Jesús y la profecía de las setenta semanas de Daniel

 

¿Qué día de la semana fue Jesucristo crucificado?

 

Versión 11-10-2009

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción.*

¿Fue un día viernes como asegura la tradición cristiana o por el contrario este evento ocurrió en miércoles?

Cuando un amigo me comentó, que le habían surgido dudas respecto a que el día de la semana, viernes, en que la mayoría de la cristiandad conmemora la crucifixión y muerte de Cristo por nuestros pecados, podría no estar suficientemente respaldado por la Biblia, inmediatamente pensé que era un tema menor con pocas implicaciones importantes que fueran capaces de afectar, de alguna manera, nuestra fe cristiana. No obstante me propuse investigarlo a fondo. Mientras hacía este trabajo y cuando más profundizaba en la documentación1 que estaba en mis manos, más gozaba del estudio de este tema, que en principio me había parecido algo superfluo pero enseguida fui dándome cuenta de que era un asunto importante que requería estudiar con mucho detenimiento la Santa Biblia. Mi esfuerzo ha sido recompensado pues he sido muy enriquecido con este estudio. Es por ello, que quiero compartirlo y recomendarlo a todos mis estimados lectores de esta web www.amistadencristo.com.

Lo esencial y admirable de la religión cristiana es que está basada en hechos y personajes reales. No profesamos creer en ningún personaje mitológico sino en Jesucristo que “padeció y murió debajo del poder de Poncio Pilato” como reza el credo de nuestra fe. La vida de Jesucristo se entrelaza con personajes y eventos históricos. Hoy en día, la mayoría de los investigadores e historiadores han reconocido que Jesucristo es un personaje histórico, que nació, vivió y murió en un momento no muy lejano en la historia de este mundo, hace ahora, alrededor de dos mil años. Las fechas  del nacimiento y muerte de Cristo las podemos conocer con suficiente aproximación o exactitud, basándonos en las Sagradas Escrituras, y por los eventos y personajes históricos que coexistieron en la época en que vivió Jesús, relatados en la Biblia y confirmados por los historiadores.

Aunque la mayoría de la cristiandad celebra su nacimiento en Navidad, cada 25 de diciembre, se sabe con certeza que no nació en ese día, ni en ese mes. Lucas 2:8 narra que “Había pastores en la misma región [en la que nació Jesús], que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño”. Este hecho es importante porque sería poco probable que los pastores estuviesen al aire libre en las noches del frío invierno de Palestina velando su rebaño. No obstante, nuestra fe no se apoya en el conocimiento exacto, del día del nacimiento de Jesús. Por tanto, que se celebre la Navidad el 25 de diciembre no interfiere en nada en nuestra fe. Cualquier día, pues, podría valer para esa celebración.

No obstante, como comprobaremos más tarde, es conveniente que tratemos de encajar, lo más posible, la vida entera de Jesús en la historia del mundo, desde el año aproximado de su nacimiento hasta el de su muerte, dentro del tiempo histórico en el que probablemente estos eventos ocurrieron, porque la ciencia puede darnos datos de eventos astronómicos que se produjeron en ese lapso del tiempo, los cuales podrían aportar pruebas adicionales a la Biblia y la Historia, para apoyar más fidedignamente unas fechas u otras sobre la ocurrencia de estos dos hitos fundamentales para la vida del mundo, como son el nacimiento y muerte de Cristo, que tan trascendentalmente cambiaron la historia de la humanidad.

A diferencia del día del nacimiento de Jesús, el día histórico de su crucifixión y muerte es un evento que está perfectamente definido y detallado en la Santa Biblia. Jesús mismo afirmó que sería crucificado el día de la Pascua: “Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado. (Mateo 26:2).

A continuación, en primer lugar, a fin de tener una visión general de la vida de Jesús, trataremos de fijar las fechas más probables de su nacimiento y muerte, para encuadrarlo en la historia de nuestro mundo. En la parte central de este estudio veremos que Dios mismo ordenó al pueblo judío del AT la celebración de la Pascua en un día determinado, mediante el sacrificio de un cordero (Éxodo 12). También explicaremos someramente su significado a la luz del NT, su aplicación para los cristianos, y su relación con la fiesta de los panes sin levadura que tenía una duración de siete días, y que se celebraba a continuación de la Pascua. Luego, presentaremos los argumentos que defienden que el día de la crucifixión y muerte de Cristo sucedió un miércoles en lugar del viernes que es generalmente aceptado por la cristiandad. Finalmente, expondremos las razones y pruebas por las que creemos que Cristo, fue real y definitivamente sacrificado en un día viernes.

2. Años probables del nacimiento y muerte de Jesucristo.

 

Año del nacimiento.

Como ya mucha gente conoce Jesucristo no nació el primer año de la era cristiana sino de cuatro a seis años antes de esa fecha. La era cristiana, que tan mundialmente ha sido aceptada, no se estableció hasta el siglo VI después de Cristo (d. C.). Fue el monje erudito y computista Dionisio el Exiguo el que, hacia el año 525 d.C., creó el nuevo calendario referido al año del nacimiento de Jesucristo, pero al errar en sus cálculos, fijó esta fecha, al menos, unos cuatro años después de cuando se había producido ese evento2. Al parecer, su método se basó en sumar los años de los reinados de todos los emperadores romanos, pero dejó de contabilizar, los 4-5 años que Augusto Cesar gobernó bajo su verdadero nombre de Octavio.

Aunque no conocemos el día de la semana y el mes en que nació Jesús,  la Biblia y la Historia nos proporcionan suficientes pistas y datos que nos permiten fijar, aproximadamente y con toda probabilidad, que su nacimiento no sucedió después del año 4 a.C., ni anteriormente al año 6 a.C.

Referencias bíblicas de personajes y eventos históricos relacionados con el nacimiento de Jesús.

Los datos de partida, fundamentales, aparecen en el Evangelio según San Mateo, y también en San Lucas. En el capítulo dos, versículo uno, San Mateo afirma que “Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes”. Sólo nos resta averiguar a qué rey se refiere este evangelio, ¿se trata de Herodes I el Grande, rey de Judea o de su hijo Herodes el Tetrarca, conocido también como Herodes Antipas? Para ello cotejaremos las referencias bíblicas con las históricas.

Mateo 2:1: Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. 3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.

Poco más adelante, Mateo nos proporciona otros dos datos claves y definitivos para saber a qué rey Herodes se refería:

1) José, la virgen María y el niño Jesús fueron avisados por un ángel del Señor para que huyeran a Egipto (V. 2:13), donde permanecerían hasta que el rey Herodes hubiera muerto: “Y él [José], despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, (15) y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.” (Mateo 2:14, 15).

2) En Mateo 2: 19-22 se nos dice que ... después de muerto Herodes, un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, 20 diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. 21 Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. 22 Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea,”.

Este versículo 22 contiene la otra clave. Mateo permite identificar, sin lugar a dudas, al rey Herodes que pretendió matar al niño Jesús, puesto que nos relata que, al morir, le sucedió en Judea, su hijo Arquelao.

Ahora es necesario que la Historia nos confirme la veracidad de estos eventos históricos y además nos proporcione las dataciones en que se produjeron para encajarlos en la misma. Para ello basta consultar en Internet en wikipedia.org las páginas web que se refieren a Herodes I el Grande3  y a su hijo Herodes Antipas4.

Referencias históricas obtenidas de wikipedia.org

Herodes I el Grande

“Herodes tuvo muchos hijos de sus diez esposas. Aunque designó sucesor a su hijo Arquelao, a su muerte, el emperador Augusto repartió el reino entre tres de sus hijos:

- Herodes Arquelao: Etnarca de Judea, Samaria e Idumea.
- Herodes Antipas: Tetrarca de Galilea y Perea.
- Herodes Filipo: Tetrarca de Batanea, Gaulanítide, Traconítide y Auranítide.

Murió en Jerusalén hacia el 12 o 13 de marzo de 4 a. C. (entre la Pascua y el eclipse de luna).”

Herodes Antipas (también conocido como Herodes el Tetrarca)

“Hijo de Herodes I el Grande y de la samaritana Malthace y hermano de Arquelao.

"Fue criado en Roma junto con Arquelao y su hermano Herodes Filipo. A la muerte de su padre, Augusto le otorgó la tetrarquía de Galilea y Perea en el año 4 a. C.  Contrajo un escandaloso matrimonio con Herodías, esposa de su hermanastro Herodes Filipo.

"Herodes Antipas aparece en el Nuevo Testamento como el responsable de la ejecución de Juan el Bautista, a instigación de su esposa Herodías (Marcos 6:17-29, Mateo 14:3-12). En el Evangelio de Lucas, Jesús se presenta ante él y sufre sus burlas (Lucas 23:6-12), en un encuentro que no relata ninguno de los otros evangelistas.

"Herodes Antipas murió en el año  39  d. C."

Los datos históricos confirman la veracidad de la Biblia.

Estos datos históricos nos confirman, sin ninguna duda, que Jesús nació bajo el reinado de Herodes I el Grande. En fecha anterior al año 4 a. C, que fue cuando murió el rey Herodes. No puede, de ninguna manera, confundirse con su hijo Herodes Antipas, porque éste no murió hasta el año 39 d.C., y además no gobernaba Judea sino Galilea.

Se considera, pues, que Jesús tuvo que nacer necesariamente antes de que muriera Herodes el Grande, en el año 4 a. C. y  no más tarde del año 6 a. C. Este intervalo de dos años se debe a que Herodes “...mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos.” (Mateo 2:16 úp).

San Lucas nos aporta más datos sobre el nacimiento y año del inicio del ministerio público de Jesús.

Difícilmente se puede dudar del sentido y fidelidad históricos del médico Lucas, como lo demuestran sus dos obras: el Evangelio que lleva su nombre y el libro de Hechos de los Apóstoles. Sin embargo, “la Alta Crítica” de la Biblia siempre afirmó que Lucas se equivocó al citar que el censo, en que tenían que empadronarse José y la virgen María, sucedió cuando Cirenio era gobernador de Siria (Lucas 2:1-7). El historiador Flavio Josefo confirma que cuando Cirenio (Quirinius) fue gobernador de Siria, a partir del año 6 d. C., hubo un censo en ese año. Claro está, si Lucas se refiere a ese censo, contradice totalmente a Mateo, pues, sin duda, Jesús nació antes del año 4 a. C. y de ningún modo, es posible, que fuese en el año 6 d. C., por todos los argumentos citados arriba en este escrito. Veamos como relata este evento San Lucas:

Lucas 2:1: Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Nótese que San Lucas se refiere, con toda probabilidad, a un primer censo que hubo anterior al más conocido del año 6 d. C. del que da fe Flavio Josefo (Según Josefo en “Antigüedades Judías” XVIII; Pág.1.1). ¿Cómo iba Lucas a cometer un error tan garrafal? ¿Por qué Lucas recalca que se trata del primer censo? Seguramente porque él conocía muy bien la existencia de este segundo censo, y al que se refiere en el libro de Hechos de lo Apóstoles en el capítulo 5 verso 37: “Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.”. Por ese motivo, creemos, que Lucas recalca que se trataba del primer censo que hubo anterior a la era cristiana, coincidiendo la ejecución del mismo con el nacimiento de nuestro Señor.

Existen investigaciones más recientes –en las que no vamos a insistir por no hacer este estudio demasiado exhaustivo, pues los lectores pueden examinar las referencias bibliográficas que se citan al final de este artículo5– que abundan en muchos detalles para aclarar esta aparente contradicción entre Mateo y Lucas. Los citados estudios históricos deducen que Cirenio fue gobernador de Siria en dos ocasiones separadas, siendo la primera entre los años 2 a 12 a. C. Esto aclararía que existió realmente un primer censo, alrededor de la posible fecha del nacimiento de Jesús, hacía el 5-6 a. C., y daría fin a la polémica para los sinceros investigadores de la verdad bíblica.

Año de comienzo del ministerio de Jesús según los evangelios y la Historia.

Otros datos que nos pueden ayudar para encajar el nacimiento de Cristo en el tiempo histórico se encuentran también en el evangelio de San Lucas (3:1-3, 23). Él, nuevamente, demuestra su meticulosidad, y su sentido histórico al ubicar los eventos religiosos refiriéndolos a personajes o sucesos históricos. A continuación iremos analizando estos textos enunciados anteriormente.

San Lucas es bastante preciso cuando nos dice que Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí,” (Lucas  3: 23). Obsérvese que Lucas no concreta los años exactos que tenía Jesús cuando inició su ministerio,  sino que “era como de treinta años”. No obstante es un dato importante que, al relacionarlo con todos los demás, nos ayuda mucho a fijar con bastante exactitud la fecha del nacimiento y muerte de Jesús. Entonces ¿Cuántos años  podemos considerar que tenía Jesús al comienzo de su ministerio? ¿Qué se desprende de la frase “era como de treinta años”? Considerando el carácter meticuloso y científico de Lucas es factible evaluar que ese “redondeo” alrededor de treinta años, podría significar una oscilación lógica de dos o tres años en más o menos de esa edad, o sea, Jesús habría tenido un mínimo de 27 años y un máximo de 33 años al inicio de su ministerio. Para ajustar más esa edad necesitamos acudir a la siguiente referencia fundamental que sabiamente nos proporciona Lucas 3: 1-3:

Lucas  3:1-3: En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, 2 y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados,

Nuestro propósito consiste en relacionar, la edad de Jesús cuando inició su ministerio “como de treinta años” (v. 23), con la fecha en que comenzó Juan el Bautista a predicar el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados (Lucas 3:3), que fue en el año decimoquinto del imperio de Tiberio César. Sabemos que muy pocos meses después Jesús fue bautizado por Juan el Bautista (Lucas 3:21,22). A efectos prácticos, consideraremos  que ambos sucesos sucedieron casi simultáneamente, o bien, separados por un tiempo máximo de medio año, que es la diferencia de edad que había entre Jesús y Juan el Bautista, pues éste era medio año mayor que aquél.

Primeramente, transcribiremos las fechas en que gobernaban todos los personajes históricos citados en Lucas 3:1-3, basándonos en los datos que la Arqueología y la Historia han determinado para ellos. A partir de ahí, trataremos de encajarlos, relacionarlos y armonizarlos con las referencias bíblicas de la vida de Jesús.

Según las fuentes que hemos consultado6 los periodos en que gobiernan los personajes históricos que cita Lucas se enmarcan dentro de las fechas que a continuación transcribimos para cada uno de ellos:

- “...Tiberio Cesar sucedió a Augusto el 19 de agosto del año 14 d.C. El decimoquinto año discurre, por tanto, del 19 de agosto del año 28 al 18 agosto del 29, o según el modo de calcular los años de reinado usado en Siria, de septiembre-octubre del año 27 a septiembre-octubre del año 28...” (Biblia de Jerusalén, 1998. Comentarios a Lucas 3:1).

- Poncio Pilato (26-36 d. C)

- Herodes Antipas (4 a. C – 39 d.C)

- Filipos (4 a. C – 33/34 d.C)

- Lisanias (14 – 29 d.C)

- Anás y Caifás (18-36 d.C).

Sintetizando todas estas cifras podríamos llegar perfectamente a la conclusión que el año del bautismo de Jesús, o sea, el de su comienzo al ministerio, fue a finales del año 27 d.C., en algún momento de ese otoño (octubre-diciembre).

Año inicio ministerio de Jesús según la profecía de las Setenta semanas de años de Daniel 9: 24-27

Las profecías son un gran tesoro para todo el que confía en la Santa Biblia como Palabra de Dios, y a ellas acudimos ahora, como último recurso para que confirmen o desmientan lo que hasta aquí hemos averiguado. El apóstol San Pedro nos estimula a que confiemos en las profecías cuando declara: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;”  (2ª Pedro 1:19). Aunque esto abarca a todas las Sagradas Escrituras, es especialmente cierto para las profecías, puesto que éstas siempre anticipan acontecimientos. Porque Dios nunca dejó a su pueblo sin profecía: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” (Amós 3:7). Él mismo nos dice:  Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, (10) que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; (Isaías 46:10).

El cumplimiento del tiempo, cuando se llevaría a cabo el magnifico Plan de Salvación de Dios para esta sufriente Humanidad, por medio del nacimiento y muerte en la cruz de Cristo, de ninguna manera iba a quedar oculto. Por eso San Pablo se refiere a ello en la epístola que dirige a los Gálatas “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,” (Gálatas 4:4). Igualmente, el propio Jesucristo se refiere a este tiempo cuando dice: “...El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentios, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:15).

¿A qué tiempo se refiere el apóstol Pablo y el propio Jesús en los textos anteriores?

Sin lugar a dudas ambos se refieren a la única profecía que contiene el periodo más largo de tiempo que hay en la Biblia, y que anticipa con toda exactitud las fechas del inicio de la vida pública del Mesías y de su muerte. La profecía a que nos referimos es conocida como “Las setenta semanas de Daniel”, y se localiza en el libro de su mismo nombre que forma parte del AT. Todo esto le fue revelado por Dios al profeta Daniel hacia el siglo VII a. C. Por tanto, el inicio del tiempo del fin, cuando se cumpliría la promesa de la aparición pública del Mesías, fue predicho con toda exactitud, cientos de años antes de que sucediera, por el profeta Daniel, a quién Dios le reveló ese maravilloso evento. Citamos a continuación todos los textos de la Profecía de las setenta semanas, a fin de que se comprenda bien el momento tan dramático e importante que tuvo el privilegio de vivir Daniel.

Daniel 9: 20-27: Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; 21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. 22 Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. 23 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. 24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. 25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí [‘mas no por sí’ es traducido por ‘sin culpa’ por la Biblia de Jerusalén, 1998]; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. 27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

Se nos describe un periodo de setenta semanas ubicadas en el futuro, pero que deberían empezar a contarse desde el momento en que ocurriera el evento designado por Dios en el versículo 25, lo que sucedería en una fecha muy concreta: “... desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas...” (Daniel 9:25).

Si logramos averiguar cuando fue dada esa orden, conoceremos también la fecha del inicio del ministerio del “Mesías Príncipe”, y por añadidura, también la fecha de su sacrificio en la cruz, que el versículo 27 ubica “a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.”. No obstante, puesto que el lector no avezado en la Biblia, quizá se haga, además, preguntas tales como, ¿Quién es el Mesías príncipe? ¿Por qué consideramos que las setenta semanas no son literales, es decir, no son 490 días (7 días x70 semanas) sino que se refiere a 490 años (70 semanas de años)?, trataremos, pues, de responderlas también más adelante, aunque sea brevemente. Empezaremos por la más importante que consiste en confirmar que ese largo periodo de tiempo de esta profecía comienza aproximadamente alrededor del mes de octubre del año 457 a. C.

¿Cómo podemos saber el año exacto en que se dio la orden para restaurar y edificar a Jerusalén?

Las claves las encontramos en el libro de Esdras del AT. Para comprender mejor la historia bíblica no está de más que intentemos ubicarnos en el tiempo en que sucedieron estos eventos que narra el libro de Esdras. Poco después del reinado del rey David (1011 a.C –971 a.C)7, las doce tribus de Israel se dividieron, separándose diez tribus que formaron lo que se denominaría el reino del norte, y estableciéndose a unos cincuenta kilómetros de Jerusalén donde edificaron su capital, Samaria. El reino del sur, conocido como el reino de Judá, quedó formado por las otras dos tribus restantes, teniendo a Jerusalén como capital. Debido a la tremenda apostasía en que cayó el reino del norte, Dios permitió, en el año 722 a. C.8, que un ejército asirio conquistara Samaria y se llevara cautivas a las diez tribus. Al quedar despoblada esta zona, e intentar repoblarla, el emperador asirio, con gente de otras naciones y no conseguirlo plenamente, se vio obligado a solicitar a algunos israelitas cautivos que regresaran a su tierra. Esta mezcla de gentes de diversa nacionalidad y religión dio lugar al pueblo que en tiempos de Jesús era conocido como los samaritanos.

Otro tanto le ocurrió al reino de Israel del Sur, Judá, pues cuando la apostasía de ellos se hizo insoportable, Dios, permitió que los babilonios, dirigidos por Nabucodonosor, en el año 606/605 a. C.9, conquistaran Jerusalén y se llevara cautivo al reino de Judá. Jerusalén sería destruida casi totalmente, unos años más tarde, hacia el 586 a.C. En el 605 a.C. empezó el famoso exilio del pueblo de Judá a Babilonia. Dios había amonestado repetida y sucesivamente de lo que les iba ocurrir si seguían adorando los ídolos y apostatando de Él. Incluso Dios, por medio del profeta Jeremías, les predijo, no sólo la fecha exacta de cuando serían derrotados y llevados cautivos por Nabucodonosor, sino también la duración de su cautiverio, que sería de 70 años, contados a partir del 605 a. C. (Jeremías 25:11-12).

Jeremías 25:11-12: Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. 12 Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre.

Llegado a este punto, quizá el lector se pregunte, qué tiene que ver todo esto con el libro de Esdras, el de Daniel, la profecía de las setenta semanas de años, y la fecha de la salida de la orden para restaurar Jerusalén que le fue anunciada a Daniel por Dios.

Como vamos a comprobar, en su misericordia, Dios no hace nada sin comunicarlo previamente a sus profetas para que su pueblo sea apercibido de lo que va a suceder. Todo está perfectamente relacionado. Daniel, en el año primero de Darío (Daniel 9:1), es decir, durante su exilio en Babilonia, estaba estudiando el libro del profeta Jeremías y se dio cuenta que la profecía de Jeremías 25: 11-12, anterior, estaba a punto de cumplirse, puesto que los setenta años fijados para la duración del cautiverio de su pueblo, estaban llegando a su fin, y entonces sería liberado de su cautividad babilónica (Daniel 9:2).

Daniel 9: 1-4: En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, 2 en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. 3 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4 Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;

El decreto que realiza la voluntad de Dios de que su pueblo fuese liberado de la cautividad babilónica, después de esos 70 años de exilio,  y fuera posible su regreso a su tierra, fue dado, en cumplimiento de la citada profecía de Jeremías 25:11-12, por Ciro rey de Persia. Esto queda claro y fielmente registrado en el capítulo uno del libro de  Esdras. Aunque se recomienda leer todo el libro, aquí transcribiremos sólo unos pocos versículos.

Esdras 1:1-4: En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: 2 Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. 3 Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. 4 Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén.

Setenta años después del inicio del exilio del pueblo de Israel a Babilonia, nos llevan al 536 a. C. (605 a. C – 70 años de cautiverio = año 536 a. C. ). Aquí se considera el cómputo inclusivo que tiene en cuenta ambas fechas, según la costumbre de la época. Aunque, este decreto hace posible el fin del exilio del pueblo de Judá, lógicamente, la reconstrucción de Jerusalén es un proceso que va durar bastantes años y que está todavía en el futuro. Por eso Dios, en su infinita sabiduría y misericordia, responde, a la fervorosa y magnifica oración registrada en Daniel 9:3-22, que recomiendo encarecidamente sea leída, informando a Daniel el tiempo exacto cuando se hará posible la reconstrucción de Jerusalén.

 Algunos se confunden cuando consideran el decreto de Ciro de Esdras 1:1-4, que permite el regreso de los exiliados judíos a su tierra, con la orden a que se refiere Daniel 9:25: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas.”

La orden para reconstruir o restaurar Jerusalén, que le fue revelada por Dios a Daniel, con motivo de su ferviente oración, está registrada en el capítulo 7 de Esdras. Esta orden, perfectamente datada en la Santa Biblia, fue dada realmente “(7)...en el séptimo año del rey Artajerjes. (8) Y llegó a Jerusalén en el mes quinto del año séptimo del rey.” (Esdras 7: 7 úp, 8).

Esdras 7:11-14: Esta es la copia de la carta que dio el rey Artajerjes al sacerdote Esdras, escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel: 12 Artajerjes rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba erudito en la ley del Dios del cielo: Paz. 13 Por mí es dada orden que todo aquel en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y levitas, que quiera ir contigo a Jerusalén, vaya. 14 Porque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado a visitar a Judea y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tu mano;

Estos textos dan la clave para fijar el inicio de la profecía de las setenta semanas de años del libro de Daniel. Esta orden fue dada en el año 457 a. C.10. Como así lo confirma la historia. Veamos que dice la web: http://es.wikipedia.org/wiki/Artajerjes_I.

“Artajerjes encargó a Esdras un sacerdote-escriba judío, a través de una carta de decreto, que se encargara de los asuntos eclesiásticos y civiles de la nación judía. Una copia de este decreto aparece en el Libro de Esdras, 7:13-28.

"Esdras entonces abandonó Babilonia en el primer mes del séptimo año (aproximadamente 457 a. C.) del reinado de Artajerjes, al frente de una compañía de judíos que incluía a sacerdotes y levitas. Llegaron a Jerusalén el primer día del quinto mes del séptimo año (Calendario hebreo).

"La reconstrucción de la comunidad judía en Jerusalén había comenzado bajo Ciro el Grande quien había permitido a los judíos cautivos en Babilonia regresar a Jerusalén y reconstruir el Templo de Salomón. Una serie de judíos había, en consecuencia, regresado a Jerusalén en el año 537 a. C.”

¿Quién es el Mesías príncipe y cuál es su misión?

Jesús es el Cristo o el Mesías, el Hijo de Dios y el Profeta prometido por Dios a Israel.

En primer lugar, debemos explicar que tanto el término Mesías como Cristo se refieren al mismo concepto expresado en hebreo o griego respectivamente (Daniel 9:25, 26; Juan 1:41; 4:25, 26), y significa el ungido de Dios, Jesucristo ungido del Espíritu Santo(Is. 42:1; 61:1; Lc. 2:26; 3:22; 4:18; Jn. 3:34).

Juan 1:41: Éste halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).

Juan 4:25, 26 (Véase además Juan 6:69): Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

Cuando Israel en Horeb no pudo resistir la gloria de la manifestación de Dios, Él les prometió que les enviaría un profeta semejante a Moisés, del que recibirían la Palabra de Dios. Ese Profeta sería Jesucristo. Veamos “Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.” (Deuteronomio 18: 18; ver también Deut 18:15-17; Isaías 52:7; Nahum 1:15; Hechos 3:22; Rom. 10:15; Efesios 6:15).

Todo el AT se enfoca hacia el Mesías venidero como la esperanza de Israel, el que iba a traer la paz y el perdón,  el Rey de gloria.

La misión del Mesías apenas queda esbozada en Daniel 9:24, pero queda plenamente evidenciada en Isaías 52 y 53.

Daniel 9:24: Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

En nuestra opinión, el Santo de los santos se refiere a Cristo en su carácter de sumo sacerdote. Cristo es a la vez la ofrenda por el pecado y el que intercede por los pecadores como sumo sacerdote (Hebreos 4:14; 5:6, 8-10; 7:17, 22-27; 8:1-6. Etc.).

La misión que el Cristo, o sea el Siervo de Jehová, habría de realizar estaba ya perfectamente profetizada, muchos cientos de años antes de la Encarnación de Jesús, en el libro de Isaías. Recomendamos leer los capítulos 52 y 53, especialmente este último. No obstante, no podemos dejar de transcribir aquí unos pocos versos que demuestran con que precisión el maravilloso plan de salvación, de la rebelde humanidad, decretado por Dios antes de la fundación del mundo, se cumpliría infaliblemente con el nacimiento,  vida y muerte de Jesucristo, en el tiempo señalado por el profeta Daniel.

Isaías 53: 5-12: Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. 9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. 10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

Cuando comprobamos que Jesucristo satisface plenamente todo lo predicho sobre Él y su obra fundamental de salvación de los seres humanos, y de que manera cumple hasta los más pequeños detalles profetizados por los profetas de Dios, nuestra fe se afianza y aumenta nuestra seguridad en la salvación, porque vemos por nosotros mismos que Dios no miente, y todo lo que ha prometido se cumple.

La misión de Jesucristo de redimir y rescatar a la doliente y pecadora humanidad, al cargar sobre sí mismo nuestros pecados, fue perfectamente cumplida con su muerte expiatoria en la cruz, con lo que se efectuó o se consumó la justicia de Dios (Véase Juan 19:30; Romanos 3:22-26). Desde ese momento, todos podemos acogernos a la gracia de Dios, creyendo que en Jesús somos perdonados, o sea, justificados, obteniendo el derecho a la vida eterna: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva [el regalo] de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23).

De aquí, que el apóstol Pedro diga que no fuimos rescatados “...con cosas corruptibles, como oro y plata, (19) sino con la sangre preciosa de Cristo, como un cordero sin mancha y sin contaminación,(20) ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”  (1ª Pedro 1:18 p.ú-20).

1ª Juan 3:5: Y sabéis que Él [Cristo] apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en Él.”

¿Por qué consideramos que las setenta semanas de la profecía de Daniel 9:24 no son literales, es decir, no son 490 días (7 días x 70 semanas) sino que se refiere a 490 años (70 semanas de años)?

La mayoría de lo eruditos cristianos interpretan con bastante unanimidad que las setenta semanas no son literales sino proféticas, y en profecía un día generalmente equivale a un año (Véase Núm. 14:34; Ezeq. 4:6). Al parecer, pues, se interpretaba que eran semanas de años, excepto que se especificara expresamente que se trataba de semanas de días, como por ejemplo Daniel 10:2-3: “2 En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. 3 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas”.

Incluso la Iglesia Católica afirma en la primera parte de su comentario a Daniel 9:24, que “Se trata de un número perfecto de semanas de años.” (9.24 (a) Biblia de Jerusalén, 1998). Sin embargo, no compartimos el resto del mismo, que dice: “El punto de partida del cómputo es la fecha de la revelación hecha a Jeremías, ver v. 25, y el término que se considera es la restauración de Jerusalén y la vuelta de los cautivos, que 2 Cro 36. 22-23 (=Esd 1.1-3) ve realizados por el decreto liberador de Ciro el 538.”.

Como explicamos arriba en este escrito, entendemos que se trata de una confusión, pues el texto bíblico fija el punto de partida muy claramente cuando dice: “..que desde la salida de la orden para restaurar Jerusalén hasta el Mesías príncipe habrá siete semanas y setenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.” (Daniel 9:25 úp). Obsérvese que la preposición “desde” no deja lugar a dudas respecto del punto en el tiempo en que empezaría contar las setenta semanas de años. Tampoco es cierto que esta orden la diese Ciro  (Esdras 1: 1-3) sino, como quedó claro arriba, se trata de la orden que dio Artajerjes I en el año 457 a. C. El decreto de Ciro fue en el año 536 a. C, y si contamos desde allí las setenta semanas conducen a ninguna parte, pues no hay ningún evento destacado, ni ningún Mesías príncipe que sea sacrificado a la mitad de la semana. Ni siquiera se llega a la era cristiana. Por lo tanto, la profecía quedaría totalmente sin sentido.

A modo de resumen de la profecía de las Setenta semanas de Daniel 9:24-27

Tanto el Mesías príncipe como el Santo de los santos se refieren a Jesús, puesto que en Él, se reúnen,  a la vez las dos facetas, de ofrenda y sacrificio expiatorio por el pecado -Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29)- y Sumo sacerdote que intercede por los pecadores (Hebreos 7:21-8:1). Él vino para hacer posible nuestra salvación, expiando en su carne el pecado que todos cometemos (Hebreos 10:10-14).

La profecía de las setenta semanas de años queda perfectamente ubicada en el tiempo al definirse su fecha de inicio en el 457 a. C. De este año se empieza a contar los 490 años (7 x 70 semanas de años), una  cifra de tiempo perfecta y redonda, que fue diseñada por la omnisciencia divina como un tiempo que afectaría especialmente a su pueblo Israel. La profecía, dice expresamente que las setenta semanas de años estarían “determinadas” sobre el pueblo judío. Otras traducciones dicen “fijadas” (BJ, 1998). Es el tiempo que tenía el pueblo judío para prepararse para recibir al Mesías, y se extiende hasta el momento en que  este pueblo “duro de cerviz”, opone una resistencia feroz al evangelio, hasta el extremo de matar a uno de sus representantes: Esteban. Abarca, pues, su liberación del exilio babilónico, el inicio de la misión del Mesías, su muerte vicaria por la Humanidad, y, al fin de la última semana de años profética, se produciría el rechazo al Salvador por el pueblo judío. Este evento se  produjo aproximadamente tres años y medio después de la muerte de nuestro redentor, con el martirio y muerte de Esteban (Hechos 7:59, 60). A partir de aquí la predicación del evangelio se dedicó fundamentalmente a los gentiles, porque el pueblo judío había resistido al Espíritu Santo (Hechos  7:51).

Las partes en que está dividida la profecía (7+ 62 + 1) indican también las distintas fases que delimitan los eventos proféticos. Las siete semanas primeras (7 x 7 =49 años), se circunscriben a “edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”. Si a estas siete le sumamos 62 semanas (V. 25), tenemos 69 semanas hasta el bautismo de Jesús o inicio de su ministerio (69 x 7 = 483 años).  Lo que nos llevaría al año 27 d. C. cuando Jesús inició su ministerio de tres años y medio. Aquí debemos notar que si contamos desde el inicio del año llegaríamos al final del año 26 d.C., pues se requieren 26 años enteros para que la suma de 457 + 26 nos dé 483 años que abarcan las 69 semanas. Por tanto, si la fecha en que se llevó a efecto la orden para restaurar Jerusalén fue alrededor de septiembre-octubre de 457 a. C., los 26 años completos nos conducirían a septiembre-octubre del 27 d. C., cuando es bautizado Jesús e inicia su ministerio público. Entonces si “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años,” (Lucas 3:23 p.p), y Herodes I el grande murió en marzo-abril de 4 a. C., necesariamente Jesús debía tener al iniciar su ministerio como mínimo 31 años. La fecha exacta no la sabemos pero oscila entre 31 y 32 años ( nacimiento el año 4 a. C. – 5 a. C.).

Año aproximado de la muerte de Jesús.

La última semana de la profecía de las setenta semanas de años (Daniel 9:27)

Daniel 9:27: Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

La última semana comprende los siete años que transcurren desde el comienzo del ministerio de Jesús hasta el rechazo total del evangelio por el pueblo judío, que se materializa con la muerte de Esteban. Nótese que la primera parte del verso 27 afirma  que "confirmará el pacto con muchos" y esto mismo es lo que vino a hacer Cristo (Lucas 22:20; 1ª Cor. 11:25). Jesucristo vino a reconciliar a la Humanidad con Dios. ¿Cómo lo consiguió? Con su preciosa sangre, "como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (1ª Pedro 1:19). ¿Cuándo ocurrió el inefable sacrificio de Jesús en la cruz? ¿En que fecha murió? Cuando terminó su ministerio, después de media semana de años o sea tres años y medio, fue muerto en la cruz cargando con nuestros pecados. ¿Qué pasó entonces? Que cesaron los sacrificios y ofrendas que el pueblo judío ofrecía por sus pecados porque había muerto el verdadero Cordero de Dios. ¿Qué nos dice la Sagrada Escritura de cómo se materializó simbólicamente este evento?

Mateo 27: 51, 52: Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. 51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; 52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.

Luego si el bautismo de Jesús ocurrió alrededor de septiembre-octubre del año 27 d. C, tres y medio años más tarde nos lleva a marzo-abril del año 31 D.C. y esto sucedería al cabo de sesenta y nueve semanas proféticas, y a la mitad de la semana setenta “se quitará la vida al Mesías” (Daniel 9:26, 27) o sea 69,5 semanas o 486,5 días-años (486,5 = 69,5x7; un día profético = un año), a contar “... desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas...” (Daniel 9:26, 27). La fecha de la orden para restaurar y edificar Jerusalén ocurrió históricamente con el decreto de Artajerjes hacia el año 457 a.C. Si contamos desde esta fecha 486,5 años hacia delante nos da como fecha probable de la muerte de Cristo en la cruz, aproximadamente  el año 30-31 de nuestra era.

No obstante, si contamos los años del ministerio de Jesús según el método del cómputo inclusivo, el primer año de su ministerio sería el año 27 d. C. y el año de su muerte correspondería el año 30 d. C., coincidiendo, de esta manera con la fecha que eligen la mayoría de los eruditos. Al respecto, la Biblia de Jerusalén de 1998, en su comentario al texto de San Mateo 26:17, da como muy probable la fecha del año 30 d.C., como fecha de la crucifixión y muerte de Jesús, puesto que ese año el día de la Pascua, catorce de Nisán, cayó en viernes.

3. Significado de la Pascua en el AT y NT. ¿Cuándo la celebraba Israel?

En el capítulo 12 del libro de Éxodo, Dios mismo instituye la Pascua a su pueblo Israel, mientras aún permanecía esclavo en Egipto, como conmemoración de la milagrosa e inminente liberación de la esclavitud que iban a experimentar. Ello, pues, simboliza la esperanza y el poder de la liberación de la esclavitud del pecado que cada ser humano puede obtener, por medio del sacrificio vicario de Cristo como Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Vamos, primero de todo, a remontarnos a su origen, para tratar de comprender porque Dios instituye y ordena que se celebre la Pascua, en un día de un mes muy preciso y de una forma muy peculiar: cada cabeza de familia tenía que sacrificar un cordero sin mancha ni defecto alguno, y comerse su carne asada al fuego junto con panes sin levadura y hierbas amargas. Esto sucedió cuando aún eran esclavos en Egipto, la noche antes de su huida y liberación de la nación citada.

Éxodo 12:7,8: Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. 8 Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.

Dios, además, ordenó un rito que sería de aplicación exclusivamente para esa noche previa a su liberación de Egipto. Éste consistió en untar con sangre las jambas y dintel de las puertas de cada casa donde residían los israelitas. ¿Por qué debían hacer así? ¿Acaso Dios necesitaba una señal para saber quién era Israelita y quién no lo era? Veamos qué dice la Palabra:

Éxodo 12:13: Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.

Dios sabe distinguir perfectamente entre el verdadero israelita y el que no lo es. Sin embargo, Él les quería enseñar que para salvarse era necesario ejercer fe en la sangre derramada de ese cordero sin culpa que representaba a Cristo cuya sangre sería derramada por la Humanidad, pero era necesario creer en el poder sanador del Salvador crucificado. Por eso en el libro de Hebreos podemos leer los siguientes textos:

Hebreos 9: 13, 14, 22, 28: Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

Hebreos 10:10-14: En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. 11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; 14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

¿Qué significa, pues, la Pascua para el cristiano?

La Pascua que celebraban los israelitas prefiguraba el sacrificio de Cristo en la cruz por nuestros pecados. Por eso el apóstol San Pablo declara que Cristo es nuestra pascua:

1ª Corintios 5:7: Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. (8) Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.

Sabemos con certeza que Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29,36). Es decir, Él es nuestra pascua (1ª Corintios 5:7). En Él se cumple el plan de Dios para la Salvación de la Humanidad. Cristo tenía que ser sacrificado el día de Pascua:  “Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.  (Mateo 26:2).

Cristo celebra la pascua la noche antes de su muerte y establece la Santa Cena o Eucaristía, y nos ordena: “haced esto en memoria de mí”.

Lucas 22: 14-20 (Véase también 1ª Corintios 11:23-26): Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. 15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! 16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. 17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. 19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.

En qué mes del año debía celebrar la Pascua el pueblo de Israel.

Dios, cuando su pueblo estaba a punto de librarlo de la esclavitud egipcia, estableció la fecha exacta en que debían celebrar la Pascua. Para ello empieza por ordenarles un calendario por el que deberían regirse a partir de entonces. En adelante, el mes en que se debía celebrar la Pascua sería el primer mes del año. Este mes es nombrado como el mes de Abib (Éxodo 13:4; 23:15; 34:18; Dt. 16:3). Más tarde se conoce también por el nombre de Nisán, seguramente obtenido durante su exilio (Nehemías 2:1; Ester 3:7). Abib y Nisán son, pues, dos nombres distintos para designar el mismo mes: el mes primero del año. Dios también les fija un día determinado de ese mes para la celebración de la Pascua.

¿Qué día del mes primero del año (Abib/Nisán), Israel debía celebrar, todos los años, la Pascua?

El pueblo de Israel no podía tener ninguna duda al respecto, porque Dios, a través de numerosos textos del Antiguo Testamento, les ordena específicamente un día determinado de ese mes (Véase Éxodo 12:1-11), y ningún otro, para la celebración de la Pascua. Además, se lo recuerda constantemente. Veamos unos pocos ejemplos:

Levítico 23: 4-8: Estas son las fiestas solemnes de Jehová, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos: 5 En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová. 6 Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura. 7 El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. 8 Y ofreceréis a Jehová siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervo haréis.

Números 28:16-18: Pero en el mes primero, a los catorce días del mes, será la pascua de Jehová. 17 Y a los quince días de este mes, la fiesta solemne; por siete días se comerán panes sin levadura. 18 El primer día será santa convocación; ninguna obra de siervos haréis.

La festividad de la Pascua consistía de un solo día, que invariablemente siempre se celebraba el 14 del mes de Nisán (Abib). Naturalmente, ese día podía caer en cualquiera de la semana, es decir, de lunes a domingo, dependiendo de la configuración astronómica del calendario lunar. Sin embargo, fijémonos con mucha atención que el cordero de la Pascua era comido el día 14 de Nisán por la noche de ese mismo día (pero tengamos en cuenta que la noche siempre es anterior al día), para lo cual el cordero pascual debía ser previamente sacrificadoentre las dos tardes (Véase Levítico 23:5, Éxodo 12:5-6; Núm. 9:3).

Éxodo 12:5-6: El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. 6 Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.

¿Qué debemos entender entre las dos tardes? ¿Qué significa realmente?

Es importante conocer bien el significado de “entre las dos tardes”, pues de ello depende que entendamos correctamente el resto de este estudio. La Biblia de Jerusalén, 1998, traduce “al atardecer”, pero indica el siguiente comentario a pie de página:

“12.6 Lit. “entre las dos tardes”, es decir, entre el ocaso del sol y la noche cerrada (samaritanos) o entre la caída y la puesta del sol (fariseos y Talmud).”

Algunos, basándose en Deuteronomio 16:6 que dice “...sacrificarás la pascua por la tarde a la puesta de sol, a la hora que saliste de Egipto.”, afirman que la primera “tarde” comienza con la puesta de sol, y la segunda, con el fin del crepúsculo. “Otros han considerado que la primera ‘tarde’ comienza cuando el sol empieza a declinar visiblemente del cenit, más o menos a las tres de la tarde, y que la segunda ‘tarde’ empieza a la puesta del sol.”11 Esto concuerda totalmente con los textos de Éxodo 12:6, Levítico 23:5, Núm. 9:3,5 y con el comentario de la Biblia de Jerusalén a Éxodo 12:6. Por otra parte, “de acuerdo con Josefo, la costumbre en sus días era ofrecer el cordero más o menos a las tres de la tarde (Antigüedades XIV. 4, 3).”12

¿Existe alguna contradicción entre los textos de Éxodo 12:6, Levítico 23:5, Núm. 9:3, que se refieren a que el cordero pascual debería ser sacrificado “entre las dos tardes”, y Deuteronomio 16:6 que ordena “...sacrificarás la pascua por la tarde a la puesta de sol, a la hora que saliste de Egipto.”?

La clave para entender esta aparente contradicción entre Deuteronomio 16:6 y los otros textos anteriores citados se encuentra en sus respectivos contextos. Tanto Éxodo 12:6, como Levítico 23:5 y Núm. 9:3, 5 se refieren al momento cuando debía sacrificarse el cordero pascual, mientras que Deuteronomio 16:6 habla de la ceremonia propiamente dicha de la Pascua, que se celebraba después de la puesta de sol, y que según la Torá ya correspondía al siguiente día. Recordemos que era usual en el pueblo judío y así estaba escrito en su ley que el día comenzaba con la puesta de sol de la noche anterior y se extendía hasta la puesta de sol del día correspondiente (ver por ejemplo: Lev. 23.32: “...de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo.” y Génesis 1:5).

La celebración del rito pascual formaba parte del primer día de la fiesta de los panes sin levadura, que comenzaba a la puesta de sol del día 14 de Nisán. Este día era ya 15 de Nisán, el primer día de la fiesta solemne de los Panes sin Levadura, día de obligado reposo, sábado ceremonial de santa convocación, y la ley ordenaba celebrarlo semejante al sábado semanal del cuarto mandamiento de la ley de Dios (Éxodo 20:8; Levítico 23:7).

El contexto de Deuteronomio 16:6, que ordena “...sacrificarás la pascua por la tarde a la puesta de sol, a la hora que saliste de Egipto.”, deja claro que se no se refiere al momento del sacrificio del cordero pascual que se realizaba entre las tres de la tarde y la puesta de sol, sino que designa la celebración de la Pascua propiamente dicha, que consistía en comer el cordero asado con panes sin levadura e hierbas amargas, como símbolo de la aceptación de Cristo como Cordero de Dios y su separación de todo tipo de maldad.

Deuteronomio 16:1-7: Guardarás el mes de Abib, y harás pascua a Jehová tu Dios; porque en el mes de Abib te sacó Jehová tu Dios de Egipto, de noche. 2 Y sacrificarás la pascua a Jehová tu Dios, de las ovejas y de las vacas, en el lugar que Jehová escogiere para que habite allí su nombre. 3 No comerás con ella pan con levadura; siete días comerás con ella pan sin levadura, pan de aflicción, porque aprisa saliste de tierra de Egipto; para que todos los días de tu vida te acuerdes del día en que saliste de la tierra de Egipto. 4 Y no se verá levadura contigo en todo tu territorio por siete días; y de la carne que matares en la tarde del primer día, no quedará hasta la mañana. 5 No podrás sacrificar la pascua en cualquiera de las ciudades que Jehová tu Dios te da; 6 sino en el lugar que Jehová tu Dios escogiere para que habite allí su nombre, sacrificarás la pascua por la tarde a la puesta del sol, a la hora que saliste de Egipto. 7 Y la asarás y comerás en el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido; y por la mañana regresarás y volverás a tu habitación. 8 Seis días comerás pan sin levadura, y el séptimo día será fiesta solemne a Jehová tu Dios; no trabajarás en él.

El lector podrá comprobar por sí mismo que el contexto de Deuteronomio 16:6 no indica que el cordero pascual había de sacrificarse a la puesta del sol, sino que era la Pascua la que se celebraba después de la puesta del sol, al inicio del día catorce de Nisán.

4. Relación de la fiesta de los panes sin levadura con la Pascua.

Obsérvese, pues, que la Pascua tenía dos partes completamente diferenciadas, y que oficialmente pertenecían a dos días distintos y consecutivos: el sacrificio del cordero pascual indefectiblemente se realizaba al declinar el día 13 del mes de Nisán, entre las tres de la tarde  y la puesta de sol, y la Pascua propiamente dicha, se celebraba, después de la puesta de sol de ese día; pero el primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura empezaba al finalizar el día 14 a su puesta de sol. El 14 de Nisán era, por tanto, siempre víspera de la gran fiesta solemne, sábado anual de reposo, santa convocación, primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura, que empezaba comiéndose el cordero asado con panes sin levadura y hierbas amargas, en conmemoración de la noche de su huida de Egipto, cuando fueron librados por Dios de la esclavitud que allí sufrían. Ello simboliza también la liberación del poder del pecado obtenida a través de Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Comer el cordero simbolizaba también aceptar el futuro sacrificio del Salvador del mundo. Veamos algunos textos que apoyan estas declaraciones.

Éxodo 12:8-11, 14: Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. 9 Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. 10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. 11 Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová. 14 Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis.

¿De qué noche habla este texto?

Sin duda es la noche en que se celebraba la Pascua de Jehová, cuando el pueblo comía el cordero pascual  – sacrificado unas pocas horas antes de que se iniciase el día 14 con la puesta del sol– junto con panes sin levadura e hierbas amargas. Era, pues, la noche de la huida y liberación de Egipto; pero realmente el primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura empezaba a la puesta de sol del día 14, y por eso era el inicio del día 15; y, entonces, se celebraba un sábado solemne o día de reposo anual, que se volvía a repetir al cabo de siete días cuando se finalizaba la fiesta de los Ácimos.

¿Cuándo comenzaba y cuántos días comprendía la fiesta de los Panes sin levadura?

La fiesta de los panes sin levadura tenía una extensión de siete días en que comían panes sin levadura, como símbolo de que debían vivir apartados del pecado y de todo tipo de maldad (1ª Corintios 5: 8).

Éxodo 12:15: Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel.

El primer y el séptimo día o último de la fiesta de los Panes ácimos eran días solemnes de reposo o sábados ceremoniales anuales de santa convocación, en los cuales ninguno trabajo de siervo podían hacer (Levítico 23: 6-8). El primer día de la fiesta de los Panes ácimos era de gran solemnidad pues además de celebrar la Pascua se conmemoraba el día de su liberación de la esclavitud de Egipto.

Éxodo 12:16, 17: El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer. 17 Y guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto, guardaréis este mandamiento en vuestras generaciones por costumbre perpetua.

La fiesta de los Panes ácimos comenzaba el día catorce de Nisán por la tarde, que ya era día quince puesto que se celebraba después de la puesta de sol del día 14. Para ello era ordenado al pueblo que eliminara desde el día 14 toda la levadura que tuvieran en sus casas.

Éxodo 12:16, 17: En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde. 19 Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la congregación de Israel. 20 Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura.

Las fiestas de la Pascua y de los Panes sin levadura en tiempos de Jesús

Los textos de Mateo 26:17-19 junto con sus Sinópticos de Marcos 14: 12-16 y Lucas 22:7-13, se refieren al final del día trece o inicio del 14 de Nisán, momento del sacrificio del cordero pascual, como el “primer día de la fiesta de los panes sin levadura”.

¿Cómo podemos armonizar esta aparente contradicción de estos textos del NT con los del AT? Analicemos los textos citados:

Mateo 26: 17-19: El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? 18 Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. 19 Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.20 Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce.

Marcos 14:12-16: El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la pascua? 13 Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, 14 y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? 15 Y él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí. 16 Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua.

Lucas 22: 7-13: Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua. 8 Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id, preparadnos la pascua para que la comamos. 9 Ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos? 10 El les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare, 11 y decid al padre de familia de esa casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? 12 Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí. 13 Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua.14 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. 15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!

Juan 19: 14, 42: Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! (42) Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

El apóstol Juan sitúa la preparación de la Pascua al final del día catorce de Nisán, día del sacrificio del cordero pascual que se ofrecía entre las dos tardes, y que coincidiría con el día de la crucifixión de Cristo, verdadero Cordero de Dios. Cristo estuvo vivo sobre la cruz desde la hora sexta (doce del mediodía) hasta la hora nona (tres de la tarde) (Mateo 27:48).

¿Cómo, pues, explicamos que los Evangelios Sinópticos coloquen el primer día de los Panes ácimos al final del día trece o inicio del catorce de Nisán, y el Evangelio de San Juan lo sitúen al día siguiente?

Puesto que la fiesta de los Panes sin levadura, de hecho, comenzaba el día anteriores decir, al declinar el día trece– eliminando todo vestigio de levadura de las casas y del territorio (Éxodo 12:15; Deut. 16:4), posiblemente, poco a poco y a lo largo del tiempo se generó la costumbre de considerar también la noche del catorce como formando parte del primer día de los panes sin levadura. No obstante, tanto Marcos como Lucas afirman que “El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, [era,] cuando sacrificaban el cordero de la pascua...”.

Sin embargo, en tiempos de Jesús ya la Tradición judía había cambiado esto, retrasando en veinticuatro horas el sacrificio del cordero a fin de poder celebrar a continuación el primer día de los Ácimos. Y es por esto que Cristo fue sacrificado a la misma hora en que los sacerdotes preparaban los sacrificios de los corderos en cumplimiento de la ley de Dios, pero un día después de lo que Él había ordenado en el AT.

¿Cabe, entonces, pensar que coexistían dos celebraciones de la Pascua, una en el día oficial, 14 de Nisán, en la que participaban las autoridades y parte del pueblo, y otra sólo popular? Lógicamente Cristo no podía participar en la celebración oficial, porque era El Cordero de Dios que iba a ser sacrificado en ese día. Si bien es cierto que Cristo celebró la fiesta de la Pascua el día correcto, al finalizar el día trece, pero esa noche ya pertenecía al día catorce –viernes– según la ley. Eso resuelve el problema de por qué la Pascua fue celebrada en tiempos de Jesús en dos días consecutivos: el día que la celebró Jesús y no sabemos si también muchos de su pueblo, y la oficial que sin duda se celebró el día catorce de Nisán por la noche, que ya correspondía al día quince –sábado–, y primer día de los Ácimos.

Al respecto me parece interesante transcribir el comentario que hace la Biblia de Jerusalén de 1998, al texto en cuestión de San Mateo 26:17:

“26.17 El “primer día” de la semana, en que se comía pan sin levadura (ácimos), ver Éx. 12.1+; 23:14+, era normalmente el que seguía a la cena pascual: llamando así al día precedente, los Sinópticos dan pruebas de un uso más amplio. Por una parte, parece cierto, según Jn 18.28 y otros detalles de la Pasión, que el banquete pascual se celebró aquel año la tarde del viernes (o ‘Parasceve’, ‘preparación’, Mt 27.62; ver Jn 19:14.31.42). La Cena de Jesús que los Sinópticos colocan un día antes, la tarde del jueves, debe en consecuencia explicarse, o bien por anticipación del rito en una parte del pueblo judío, o mejor por una anticipación buscada por el mismo Jesús: al no poder celebrar la Pascua al día siguiente, sino en su propia persona sobre la cruz, Jn 19.36; 1ª Cor. 5.7, Jesús habría instituido su propio rito nuevo durante una cena que recibiría de rechazo los rasgos de la antigua Pascua. La opinión reciente que sitúa la Cena en la tarde del martes, según el calendario esenio, goza de escasa probabilidad, -El 14 de Nisán (día de la cena pascual) cayó en viernes el 30 y el 33 p. C,; los exegetas eligen  uno u otro de estos años para la muerte de Cristo, según que sitúen  su bautismo el 28 o el 29 y que asignen a su ministerio una duración más o menos larga.”

5. Argumentos a favor de que la crucifixión de Cristo sucedió un miércoles.

Los argumentos de los que defienden que la crucifixión y muerte de Cristo sucedió un miércoles, en lugar del generalmente aceptado día viernes, se fundamentan principalmente en la interpretación que se da a los textos de Mateo 12:40; Mateo 28:1-6; Juan 19:14, 31.

Mateo 12:40: Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.

Puesto que Jesús mismo afirma que antes de resucitar permanecería “en el corazón de la tierra tres días y tres noches”, al nombrar no sólo los días sino también las noches que iba a estar en la sepultura, algunos enseguida han interpretado que este lapso de tiempo tiene que referirse necesariamente a 72 horas (3 días x 24 horas = 72 horas). Abundando en ello se apoyan en otra declaración de Jesús: “¿No tiene el día doce horas?” (Juan 11:9 pp). Por el contexto, vemos claro que Jesús se refiere a las dos partes que forman el día: El periodo de luz que se denomina día y el periodo oscuro que se conoce como noche. Si la parte diurna tiene doce horas, la oscura tendrá otro tanto, pues según Génesis 1:5 “...Llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.”. Luego, bíblicamentese, llama día al conjunto de la tarde =  noche, y la mañana = día, con un total de veinticuatro horas entre el periodo nocturno y el diurno.

Juan 11:9, 10: Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.

Por otra parte, Mateo 28: 1-6 nos dice que María Magdalena y la otra María llegaron al sepulcro “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana”, y para entonces Jesús ya había resucitado. Los judíos designaban al domingo, primer día de la semana, y así numeraban consecutivamente los días de la semana hasta llegar al séptimo, día de reposo (Shabbat) ordenado por la ley de Dios, conocido por nosotros como sábado. Ellos argumentan que si al amanecer del domingo ya había resucitado Jesús, muy probablemente habría resucitado la tarde del sábado, o sea, el día anterior al domingo, primer día de la semana. Y ahora, si contamos, desde la tarde del sábado, setenta y dos horas hacia atrás, es decir, tres días enteros, llegamos al miércoles de tarde, el momento cuando Jesús fue sepultado, cumpliéndose de esta manera perfectamente la señal de Jonás de Mateo 12:40, por la que Jesús permanecería “tres días y tres noches” o setenta y dos horas exactas en el sepulcro.

Mateo:1-6: Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. 2 Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. 4 Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. 5 Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.

Los siguientes textos en que se apoyan se encuentran en Juan 19:14, 31. El apóstol Juan afirma en el verso 19 y reitera en el 31 que el día de la Pasión y crucifixión de Jesús  “Era [el día de] la preparación de la pascua”, que según ellos, había caído en miércoles, y a la puesta del sol se iniciaba, según el versículo 31, un “día de reposo [que] era de gran solemnidad” (véase además Marcos 15:42). Si la Pasión y muerte de Cristo sucedió el día miércoles, como ellos afirman, el día de reposo “de gran solemnidad” se celebraría en un día jueves. No era, por tanto, un día de reposo, en el día séptimo, sábado semanal, sino que era el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, día de “fiesta solemne” (Éxodo 12:14), de "santa convocación”, día de reposo anual, pues ningún trabajo de siervo podían hacer (Levítico 23: 6,7).

Juan 19:14, 31: Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! 31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.

Luego la secuencia lógica de la semana de la Pasión de Cristo sería la siguiente:

6. Argumentos a favor de que la crucifixión de Cristo sucedió en viernes.

El argumento principal de los defensores de que Cristo permaneció en el sepulcro un lapso de tiempo exacto de setenta y dos horas, o sea, tres días completos con sus tres noches, se fundamenta en la interpretación que hacen al texto de Mateo 12: 40 (la señal de Jonás “...tres días y tres noches...”), y a otros similares que citamos a continuación:

Marcos 8:31: Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.

Marcos 9:31: Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día.

Marcos 10:34: y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.

Mateo 27:63: diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. 64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero.”

Juan 2: 19-22: Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. 20 Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? 21 Mas él hablaba del templo de su cuerpo. 22 Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.

Ante todo, hemos de convenir que las diversas expresiones que se encuentran en todos estos textos, relacionados con los días que iba a pasar Cristo en el sepulcro, se refieren al mismo lapso de tiempo que discurre desde la muerte de Cristo hasta su resurrección. Sería incongruente, pues, interpretar de distinta manera los siguientes periodos de tiempo que se refieren al mismo evento de la resurrección de Jesús: “tres días y tres noches” (Mateo 12:40), “resucitar después de tres días” (Marcos 8:31), “resucitará al tercer día” (Marcos 9:31), mas al tercer día resucitará (Marcos 9:31),. “Después de tres días resucitaré” (Mateo 27:63), “hasta el tercer día” (Mateo 27:63),  Destruid este templo, y en tres días lo levantaré (Juan 2:19).

Si bien las expresiones “tres días y tres noches” y “después de tres días” tomadas aisladamente sería posible interpretarlas literalmente como periodos de tres días completos o setenta y dos horas, especialmente si no tenemos en cuenta el cómputo inclusivo, la correcta ortodoxia en la interpretación debe pasar por armonizar lo que afirman otros textos bíblicos que se refieran al mismo evento de la resurrección de Jesús. Respecto al texto de Mateo 27:63 la frase “después de tres días” queda inmediatamente aclarada en el versículo siguiente, cuando los fariseos le piden a Pilato: “Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo:...” (Mateo 27:64). La vigilancia del sepulcro era suficiente con que llegara al tercer día, no más allá.

Mateo y Lucas confirman el verdadero sentido de la frase de Marcos “después de tres días” mediante el empleo de la expresión “al tercer día resucitará” (Véase Mateo 16:21; 17:23; 20:19; Lucas 9:22; 18:33). Por tanto, debemos entender que las frases “después de tres días” y “al tercer día..”, tienen el mismo significado.

Al respecto, tenemos el importante testimonio de los discípulos que iban camino de Emaús, “el mismo día” (Lucas 24:13) que resucitó Jesús, el primer día de la semana (domingo). Cuando Jesús resucitado les aborda por el camino, preguntándoles “...¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? (Lucas 24:17). Ellos respondieron relatando los últimos eventos, entre los que se encontraba la reciente crucifixión de Jesús  (Lucas 24:20), afirmando a continuación que: “...hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido” (Lucas 24:21 úp.). La declaración no puede ser más concluyente y aclaratoria: “hoy”, el domingo de resurrección o primer día de la semana, era contado, desde la crucifixión de Jesús, como el tercer día. Lo que demuestra, que en los tiempos bíblicos, al igual que muchas veces en nuestros días, se utilizaba el cómputo inclusivo, es decir, en el lapso de tiempo en que ocurrían los eventos, se incluían el primer día y el último de ese periodo.

Puesto que este encuentro de los discípulos de Emaús con Jesús, ocurrió al declinar la tarde del domingo (Lucas 24:29), si contamos hacia atrás, teniendo en cuenta el cómputo inclusivo, hasta llegar al miércoles, obtenemos que la resurrección de Jesús se habría producido en el quinto día, en lugar del tercero al que se refieren todos los textos existentes en la Biblia. Lo que evidencia que la crucifixión de Jesús no ocurrió en miércoles sino en viernes.

Secuencia de la semana de la Pasión de Cristo según los Evangelios.

En mi opinión puede ser más clarificador si comenzamos a relatar estos eventos desde el último día, o sea, el primer día de la semana o domingo cuando se produce el evento más importante para la Humanidad: la resurrección de Cristo. Puesto que los evangelios, no ofrecen lugar a dudas al decir que al amanecer de ese día Jesús ya había resucitado (Mateo 28:1; Marcos 16:9).

Domingo, día en que muy de mañana, “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. (6)No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.” (Mateo 28:1, 6; Marcos 16:9). Jesús no estaba en el sepulcro porque había resucitado en algún momento del primer día de la semana, que como sabemos, empezaba a la puesta de sol del día anterior, que en este caso no puede ser otro que el sábado. Aunque sean sólo unas pocas horas del domingo que aún permanece sepultado Jesús, su resurrección forma parte del tercer día, según el cómputo inclusivo de los judíos.

¿Cuándo enterraron a Jesús miércoles o viernes? El evangelio de San Marcos nos lo dice claramente: “Cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo, (46) [José de Arimatea] ...lo puso en un sepulcro...” (San Marcos 15:42, 46 pp.). Aquí queda claro que el día de la preparación de la Pascua fue el día en que fue crucificado Jesús y sepultado. Este día era víspera del día de reposo [séptimo día de la semana]. El año en que murió Jesús, la fiesta de los Ácimos, que era día de reposo anual, coincidió con el sábado semanal o día séptimo de la semana, día de reposo obligado por el cuarto mandamiento de la ley de Dios ( (Éxodo 20: 8-11).

La secuencia que siguen los días de los eventos según el Evangelio de San Marcos no deja lugar a pensar que el día de reposo pascual cayera en jueves, y que, por tanto, aún quedara un viernes laborable, día intermedio necesario para llegar al día de reposo semanal, séptimo día o sábado.

San Marcos, en los siguientes versículos no se refiere a un día intermedio entre los dos supuestos sábados o días de reposo, el anual, que habría caído el jueves y el semanal que siempre se celebra el sábado. Veamos:

Marcos 16:1, 2: Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle. 2 Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.

Cuando “pasó el día de reposo”,  le siguió “el primer día de la semana”. Por otro lado Marcos 16: 9, declara taxativamente que Jesús resucitó el primer día de la semana (domingo), y no el sábado por la tarde como afirman los defensores del miércoles como día probable de la crucifixión de Jesús. Pues si así fuera, habrían transcurrido más de setenta y dos horas desde su sepultura, como ellos mantienen.

Marcos 16:9: Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.

San Lucas es igualmente explícito, cuando afirma que el día en que fue sepultado Jesús (Lucas 23:52-53), “Era el día de la Preparación y apuntaba el sábado.” (Lucas 23:54; Biblia de Jerusalén de 1998). Luego consideramos probado que ese año, que murió Cristo (posiblemente el año 30 d.C), el día de reposo pascual coincidió con el día de reposo semanal, sábado. No existieron, pues dos días de reposo en la semana de la Pasión.

Creemos que hemos probado suficientemente que el día de la “preparación de la Pascua de los judíos" (Juan 19:14, 31, 42) ese año cayó en viernes, y que por tanto, coincidieron el día de reposo pascual, fiesta de gran solemnidad, con el día de reposo [sábado] del mandamiento de la ley de Dios (Lucas 23:56).

Siguiendo el mismo orden inverso en que comenzamos, la secuencia, pues, continúa así:

Sábado, séptimo día de la semana, día de reposo semanal (Lucas 23: 54-56). El año 30 d. C. en que, muy probablemente, murió Jesús, fue un sábado de gran solemnidad (Juan 19:31) porque, se celebraba el día de reposo pascual, primer día de los Panes ácimos. Este día lo pasó Jesús entero en la tumba.

Viernes, día de “la Preparación de la Pascua” (Juan 19:14, 31, 42; Marcos 15:42; Mateo 27:62). En ese día además de prepararse para el reposo anual, eliminando todo vestigio de levadura de sus casas, lo hacían también para el sábado semanal, pues debían dejarlo todo dispuesto para no hacer ningún trabajo después de la puesta de sol. Sacrificaban, entre las dos tardes, el cordero, que prefiguraba, el sacrificio de Jesús en la cruz, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29), pero un día más tarde de lo que ordenaba la Ley del AT. Jesús es enterrado siendo aún viernes. Aunque transcurrieron pocos minutos desde que Jesús fue enterrado hasta la puesta del sol, este tiempo cuenta como un día, según la manera inclusiva de contar los días inicial y final de cada evento.

Jueves, por la noche, celebración de la última cena y de la Pascua por Jesús y sus discípulos (Mateo 26:17-19). Según la ley, a partir de la puesta del sol se consideraba ya viernes. Mateo, Marcos y Lucas se refieren a ese día como “el primer día de la fiesta de los panes sin levadura” (Mateo 26:17; Marcos 14:12 y Lucas 22:7), cuando en realidad, o sea, oficialmente, ese día empezaba a la puesta de sol del viernes, pero que, al parecer, en tiempos de Jesús existía también la costumbre de celebrar la Pascua un día antes del día oficial que era el catorce de Nisán por la noche. Por otra parte, Jesús no hubiera podido participar de la conmemoración oficial, porque Él sería sacrificado el viernes, en lugar del cordero que se ofrecía, entre las dos tardes.

7. Conclusión

Con toda seguridad el año del nacimiento de Jesucristo no coincide con el primer año de la era cristiana.  Aunque no conocemos el día de la semana y el mes en que nació Jesús,  la Biblia y la Historia nos proporcionan suficientes pistas y datos que nos permiten fijar, aproximadamente y con toda probabilidad, que su nacimiento no fue más tarde del año 4 a. C., ni anterior al año 6 a. C.

Los datos de partida fundamentales, aparecen en el Evangelio según San Mateo, y también en San Lucas. En el capítulo dos, versículo uno, San Mateo afirma que “Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes”. Este rey según la Historia y la Biblia es Herodes I el Grande, rey de Judea. Le sucedieron tres de sus hijos13, Herodes el Tetrarca, conocido también como Herodes Antipas (4 a. C. a 39 d. C), Herodes Arquelao, y Herodes Filipos (Mateo 2:1)
 
A diferencia del día del nacimiento de Jesús, el día histórico de su crucifixión y muerte es un evento que está perfectamente definido y detallado en la Santa Biblia. Jesús mismo afirmó que sería crucificado el día de la Pascua: “Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado. (Mateo 26:2).

El evangelista san Lucas, con su evidente sentido histórico, proporciona datos muy importantes para fijar el año en que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, y de inicio de su ministerio. Este evento sucedió “En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes Tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, (Lucas 3:1). Demostramos por la Historia que ese año es el 27 d. C.

La profecía de las setenta semanas de Daniel 9: 23-27, confirma este dato, y fija la muerte de Cristo hacia el año 30 d. C., según hemos probado en el cuerpo de este estudio. La mayoría de los exegetas consideran esta fecha como la más probable. La Biblia de Jerusalén, en su comentario a Mateo 26:17, afirma que “El 14 de Nisán (día de la cena pascual) cayó en viernes el 30 y el 33 d. C.”. Ya hemos visto que el año 33 d. C, es muy poco probable, porque en primer lugar no armonizaría con la profecía de las setenta semanas de Daniel 9, y en segundo lugar, porque Lucas cita que “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años...” (Lucas 3:23). Si Jesús hubiera muerto en el año 33 d. C.,, su edad al comienzo de su ministerio, habría sido de 35-36 años. Lo que, dada la solvencia histórica de Lucas, no parecer armonizar con su frase “como de treinta años”.

 Además, recientes investigaciones apoyan la fecha del año 30 d. C. como la más probable14:

“...Las investigaciones del jesuita japonés Yoshimasa Tsuchiya discrepan de las de sus colegas británicos por un margen de tres años. Este profesor de Teología, aficionado a las matemáticas, ha elaborado un calendario perpetuo, en el que fija la fecha de la muerte de Jesús en el viernes 7 de abril del año 30. El Mesías, afirma, murió dos días antes de la luna llena, después del equinoccio de invierno. El calendario, según el religioso nipón, puede precisar el momento exacto de los grandes acontecimientos históricos que, debido a su lejanía en el tiempo, están oscurecidos por la nebulosa del olvido; siguiendo las pautas marcadas por tan curioso invento, se pueden incluso precisar las fechas de las Semanas Santas de los próximos milenios, ya que cubre un período de 3.600 años, desde el 8 hasta el 3599 después de Cristo.”

En el epígrafe anterior creemos haber demostrado que Jesús murió un viernes, 14 de Nisán entre las dos tardes, a la hora nona (3 PM), y fue sepultado en ese misma día poco antes de la puesta de sol.

 

Carlos Aracil Orts.
www.amistadencristo.com

 

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Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo que se indiquen, expresamente, otras versiones distintas. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

1Bibliografía consultada:

“Controversia acerca del día en que murió Jesús murió y resucitó”, Samuele Bacchiocchi. Profesor de teología en la Universidad Andrews. Asociación Publicadora Interamericana.

“La resurrección no ocurrió un domingo”. Herbert W. Armtrong, 1952, 1982 Iglesia de Dios Universal.

“Las fiestas santas de Dios”. Herbert W. Armtrong, 1975, Iglesia de Dios Universal.

2 http://es.wikipedia.org/wiki/Despu%C3%A9s_de_Cristo.

3http://es.wikipedia.org/wiki/Herodes_I_el_Grande

4http://es.wikipedia.org/wiki/Herodes_Antipas

5http://www.biblehistory.net/es/Cirenio.pdf

6 Biblia de Jerusalén, 1998. Comentarios a Lucas 3:1, 2 (a) (b) (c) (d) (e). Datos coincidentes con los obtenidos en: es.Wikipedia.org, anteriormente citadas.

7Comentario bíblico Adventista Séptimo día. Tomo 2, pág. 448. Publicaciones Interamericanas, 1984

8 Comentario bíblico Adventista Séptimo día. Tomo 2, pág. 163-164. Publicaciones Interamericanas, 1984

9 Comentario bíblico Adventista Séptimo día. Tomo 3, pág. 93. Publicaciones Interamericanas, 1984

10 Comentario bíblico Adventista Séptimo día. Tomo 3, pág. 367. Publicaciones Interamericanas, 1984

11Comentario bíblico Adventista Séptimo día. Tomo 1, pág. 562. Publicaciones Interamericanas, 1984

12 Id, pág 562.

13http://es.wikipedia.org/wiki/Herodes_I_el_Grande

14 Enfoque. ¿Cuándo murió Cristo? J.A. Monroy. "http://www.protestantedigital.com/new/enfoque.php?1215"

 

 

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