Preguntas y Respuestas
Antropogía bíblica
¿Cuál es la naturaleza del ser humano?
Versión: 31-12- 2019
Apéndice 1
El insoluble problema filosófico de la unión cuerpo-alma
Carlos Aracil Orts
1. El insoluble problema filosófico de la unión cuerpo-alma
En los capítulos anteriores hemos podido comprobar que las Sagradas Escrituras conciben al hombre como un ser unitario, una unidad psicosomática, un “alma viviente” (Gn. 2:7; cf. 1 Co. 15:45). Sin embargo, la idea de que el ser humano es un compuesto de cuerpo y alma procede de la filosofía; y es totalmente ajena a la Palabra de Dios. Los filósofos de ninguna época han sido capaces de explicar cómo una sustancia material como es el cuerpo puede unirse con una sustancia inmaterial que es el alma, para formar la unidad sustancial que es el hombre.
En el presente apéndice veremos los problemas filosóficos derivados de concebir al hombre como un compuesto de cuerpo y alma, la unión de dos sustancias o entidades heterogéneas, una material y otra espiritual.
Aunque esta concepción antropológica del ser humano como compuesto de alma y cuerpo es antiquísima, en nuestra cultura helénica, proviene principalmente del gran filósofo griego Platón (c. 427-347 a. C.) (82), y de sus seguidores neoplatónicos. Viene a propósito destacar su conocido concepto dualista radical del hombre: “Para Platón, el cuerpo es la cárcel del alma, y ésta aspira volver al mundo de las Ideas” (83). Él sostiene, por supuesto, que el alma humana es inmortal y que “está sometida a la metempsicosis o reencarnación. Platón toma esta concepción del orfismo pero la desarrolla de formas originales” (84). Es decir, para Platón, “el alma es nuestra parte divina…Fue creada antes que el cuerpo y es inmortal” (85), es decir, es preexistente al cuerpo humano.
La metempsicosis en el Fedón. Platón plantea que las almas se acostumbran de alguna manera a habitar el cuerpo. Cuando el cuerpo muere las almas vagan por los cementerios hasta que, impelidos por el deseo de lo corpóreo, se reencarnan en otro cuerpo humano o animal. Si el alma ha sido virtuosa en vida podrá optar a reencarnarse en el cuerpo de un animal manso o en el de una persona justa”. (86)
“Las ideas de los presocráticos sobre el alma quedaron eliminadas por la gran especulación de Platón. Influido por filosofías orientales, por los órficos y por los pitagóricos, defendió un dualismo radical entre alma y cuerpo. El alma era de origen divino, simple, espiritual, única, inmortal, venida al cuerpo como castigo por un pecado y encarcelada en él (Diálogos República y Fedro). Sólo mediante la ascesis intelectual puede purificarse, ascender dialécticamente de lo sensible a lo inteligible, hasta el recuerdo de las ideas que contempló felizmente en otra vida y que volverá a contemplar cuando se encuentre liberada del todo (Fedón). El alma tiene tres partes o, al menos tres funciones distintas, racional, irascible y concupiscible (República). Es adecuadamente distinta del cuerpo y sólo está accidentalmente unida a él como el piloto en la nave o el auriga en el carro (Fedro). Esta concepción se despliega sobre el trasfondo de un dualismo general entre materia y espíritu, entre el mundo corpóreo sin más valor que el aparencial y el mundo ideal, espiritual, inmutable y eterno de las esencias. El cuerpo humano pertenece al mundo aparencial de la materia; el alma al mundo eterno de las esencias”
Aristóteles, con más sentido realista, intentó superar el dualismo platónico alma-cuerpo. El hombre es una única realidad, una única naturaleza en la que el cuerpo es la materia y el alma la forma. La forma, el alma, es el principio determinante del hombre en cuanto tal. El alma queda definida así con una definición ya clásica: «Anima autem id est quo vivimus et quo sentimus ac intelligimus primo». (El alma es aquello por lo cual radicalmente vivimos, sentimos y entendemos). El alma es, pues, el principio que convierte al cuerpo en cuerpo humano, en hombre con todas sus cualidades específicas. El cuerpo sólo por el alma es un cuerpo humano, vivo dotado de movimiento, de capacidad de sentir y de entender. El hombre, pues, no consta de cuerpo y alma, como dos entidades distintas, sino que es un cuerpo material cuya forma o principio determinante es el alma, en una perfecta unidad. En realidad, esta noción de alma, como forma del ser vivo, es aplicable también a las plantas, en cuanto que ellas también viven, y a los animales en cuanto que viven y sienten. El principio vital radical por el que las plantas asimilan, se autoforman y se reproducen, el principio vital radical por el que los animales además sienten, es lo que se llama, siguiendo la terminología aristotélica, el «alma» de los vegetales y el «alma» de los animales. En el hombre el alma además de alma (psiqué) es espíritu (nous, pneuma), un principio de ser y de obrar superior e inmaterial, cualitativamente distinto de la materia, como veremos después, capaz de entender y de libertad que sin embargo anima y vivifica también todas las funciones corporales del hombre. El alma humana es así principio de vida espiritual y corporal.
En el pueblo hebreo no existía la concepción dualista del hombre. La palabra hebrea nefesh que se tradujo por psiqué, significa sencillamente la vida o fuerza vital”. (Párrafos citados del libro “Antropología filosófica”, p. 244-245) (El enfatizado en negrilla no está en el original) (87)
Aristóteles (Estagira, 384 a. C. - 322 a. C.) (88), aunque discípulo de Platón, elaboró una teoría original, llamada hilemórfica o hylemórfica, con la que se apartaba del dualismo de su maestro: “El alma es la forma del cuerpo….Alma y cuerpo no son dos sustancias distintas, sino que son dos componentes de una única sustancia. Por definición, entonces, Aristóteles no podrá sostener que el alma es inmortal, pero sí que hay una parte del alma que sobrevive a la muerte” (89).
“Aristóteles fue discípulo de Platón pero su potencia intelectual le llevó a disentir del maestro en muchos temas y a construir una filosofía con no pocas influencias platónicas pero absolutamente original. Así sucedió también en la Antropología. […] para Aristóteles alma y cuerpo se unen substancialmente como dos naturalezas incompletas, como materia (ylé) y forma (topcprl), en una sola naturaleza. Desaparece el dualismo platónico. El alma, o forma del cuerpo, es el principio esencial que da a la materia el ser cuerpo humano vivo” (90). p.53
Llegado a este punto, se hace necesario hablar de santo Tomás de Aquino (1225-1274), en primer lugar, porque es “la figura indiscutidamente cumbre del pensamiento medieval cristiano” (91), y en segundo lugar, porque “se inspira fundamentalmente en Aristóteles pero sintetizado con la antropología cristiana” (92).
El autor, Carlos Valverde, en su libro Antropología filosófica, del que he entresacado la mayoría de citas para este primer apéndice, describe y resume admirablemente el pensamiento de Santo Tomás de Aquino sobre esta cuestión del ser humano:
“[…] El hombre es un ser situado en las fronteras de lo material y de lo espiritual porque es un ser en el que dos substancias incompletas, cuerpo y alma, se funden para formar una naturaleza completa, singular, un suppositum rationale. Resume en sí todas las perfecciones de los seres sensibles y Ios eleva, por la forma espiritual, hacia una mayor semejanza con Dios. Por ello, ocupa el puesto más alto y noble en toda la creación. Sin embargo, el alma humana ocupa el ínfimo lugar entre los seres espirituales en cuanto que tiene que valerse de la materia para el conocimiento, al menos para el conocimiento inicial.
El alma, por su naturaleza simple y espiritual, no puede ser originada por ninguna potencia material sino únicamente creada en su mismo ser, pero crear, es decir, poner en la existencia un ser es propio sólo de Dios. El alma no preexiste al cuerpo. […] El alma humana es substancia incompleta destinada a formar con el cuerpo una única naturaleza o principio de acción. Por eso, en cierto sentido, el hombre es más digno que el alma en cuanto que es más completo. Sólo el hombre es persona, no lo es el alma de por sí, aunque pueda subsistir con independencia del cuerpo. El alma es forma substancial y forma única y total del cuerpo, por eso está toda en todo el cuerpo y toda en cada una de sus partes. Por eso también es el único principio de toda vida humana”. (93) p.54
“[…] El alma es creada por Dios, piensa santo Tomás, infundida en el organismo como substancia incompleta, constituye con el cuerpo una única substancia completa, es forma unica corporis; es inmaterial e inmortal, puede existir independientemente del cuerpo; es el principio vital del hombre y le hace capaz de actos espirituales intrínsecamente independientes de la materia”. (94) (El enfatizado en negrilla no está en el original) (p.246)
Es muy fácil decir que el alma es inmortal, desde la filosofía, pero otra cosa muy distinta es probarlo mediante las Sagradas Escrituras. Además, esta premisa –pensada por santo Tomás: Dios crea el alma y la infunde en el organismo humano como “substancia incompleta”–, plantea serios e insolubles problemas, como, por ejemplo, los que enumero a continuación:
Primero, ¿cómo el alma –sustancia incompleta inmaterial o espiritual– puede unirse con el cuerpo material para formar una única sustancia completa?
Es decir, ¿cómo se realiza esa unión entre el alma y la materia para que pueda existir una verdadera unión sustancial entre dos sustancias incompletas tan distintas y heterogéneas, como son la una y la otra? Y que, además, de esa unión derive la única sustancia completa que es el hombre. Si desde la filosofía se ha formulado esta importante cuestión, también la filosofía debería saber responderla, para que tuviera alguna credibilidad.
“Los escolásticos defendieron siempre que el alma es una substancia incompleta y que sólo por la síntesis con el cuerpo forma una substancia completa, un sujeto. Podemos decir, más concretamente, que alma y cuerpo son dos coprincipios de la misma substancia que es la persona. Así desaparece todo dualismo radical que creaba innumerables e insolubles dificultades en los sistemas dualistas de Platón, Descartes, Spinoza, Leibniz o Malebranche, cuando se trataba de explicar la interacción cuerpo-alma, alma-cuerpo. Precisamente por esa unidad substancial, hemos repetido que no son los sentidos los que sienten, ni el entendimiento el que conoce, ni la voluntad la que decide, sino la persona entera. Por esa unidad, las condiciones fisiológicas pueden influir en la perfección o imperfección de los actos superiores, intelectuales o volitivos, en los estados de ánimo, etc. Cómo sea, más en concreto, esa unión permanece en el ámbito de lo que no sabemos con exactitud y de lo que acaso no sepamos nunca. La última razón es que ignoramos qué es, en qué consiste, en última instancia, la materia y mucho más ignoramos qué es, en última instancia, el espíritu. De ahí que con razón podemos hablar del misterio del hombre y del misterio del ser”. (p.257). (El enfatizado en negrilla no está en el original) (95)
Segundo, ¿cuándo y cómo infunde Dios el alma en cada ser humano? ¿En el momento de la concepción?
“Cada persona es engendrada por sus padres, pero el hecho desconcertante es el siguiente: Cuando un hombre y una mujer engendran un hijo realizan un acto puramente biológico, la fusión de una célula masculina con una célula femenina. Lo admirable es que de un acto biológico nace un ser que supera esencialmente todo lo biológico. Nace un ser espiritual, una persona. Este hecho ya nos está remitiendo a una causalidad distinta y superior”. (Pág. 273 de Antropología filosófica). (96)
Si aceptamos que Dios infunde el alma en el momento de la concepción, entonces “se afirma que los padres solo engendran el cuerpo del hijo y Dios el alma, como si cada uno diese el ser a una parte del hombre. Los padres no serían padres del hijo sino del cuerpo del hijo. El hombre tendría un ser doble, pero hemos dicho que el ser del alma es un «ser en el cuerpo». Además, si el alma viene de fuera del cuerpo, esto supondría que, al menos un instante, el alma habría tenido una existencia independiente del cuerpo y el cuerpo una existencia sin alma. Pero Dios no actúa desde fuera del mundo ni puede existir cuerpo humano sin alma. No parece que se pueda aceptar una preexistencia del alma aunque fuese momentáneamente”. (El enfatizado no está en el original) (p. 272 de Antropología filosófica) (97)
Hasta aquí se nos han hecho evidentes, en primer lugar, los problemas derivados de considerar al ser humano como el resultado de la unión de dos sustancias incompletas tan heterogéneas, por ser una, el cuerpo –material– y otra, el alma –espiritual–. Y, en segundo lugar, las dificultades se acrecientan hasta hacerse insuperables cuando tratamos de dilucidar el origen del alma humana, que estudiaremos más extensamente en el apéndice 2. Finalmente, en tercer lugar, se plantea el problema de la pervivencia del alma; porque se cree que, con estas premisas filosóficas que conciben al ser humano un compuesto de alma y cuerpo, en la muerte se separa del cuerpo, y sigue viviendo en otra dimensión. Esto se abordará con detenimiento en el apéndice 3.
Tercero, ¿cómo puede el alma –una sustancia incompleta, que está sustancialmente unida al cuerpo, hasta el extremo de formar una única sustancia, la unidad psicosomática que es el hombre–, tener existencia o vida consciente, independientemente del cuerpo, cuando se separa del mismo por la muerte?
A continuación transcribo unos cuantos párrafos más, extraídos del mismo libro citado anteriormente, que explican que realmente “no hay dualismo entre alma y cuerpo, sino entre el principio de información que llamamos alma y la materia informada, constituyendo ambas el cuerpo vivo que es el sujeto hombre”. (98). Esto mismo se reafirma y confirma cuando se describe brillantemente la total y absoluta unión que existe entre las dos sustancias incompletas –alma y cuerpo– que componen al hombre: “Por eso, en rigor, tampoco es correcto decir «tengo un alma» o «tengo un cuerpo» sino «soy un alma-cuerpo». Es ociosa la pregunta ¿dónde está el alma?, porque el alma viva es lo que constituye el cuerpo vivo todo él” (99).
Puesto que los párrafos a los que me refería arriba me parecen muy importantes y esclarecedores, es mejor que los leamos en su contexto, porque parece que tratan de eliminar todo tipo de dualismo en el ser humano, ajustándose de esta manera al espíritu o sentir de la Biblia. Pero esto hace mucho más difícil seguir sosteniendo aún la pervivencia del alma, como una entidad autónoma y consciente, una vez que se ha separado del cuerpo por la muerte. Leamos y comprobemos dicho extremo por nosotros mismos.
[El alma] “Se trata de un principio puramente metafísico que no subsiste en sí como cosificado sino sólo en su función informante y definidora de la esencia, en cuanto fundamento unitario y primordial de toda la vida humana. Es, por tanto, aquello que constituye al hombre como tal en todo su ser, el supremo principio en su unidad y totalidad [...]. El alma espiritual en cuanto forma corporis es precisamente aquello que determina y fundamenta la unidad esencial de todo el hombre»”. p.269 (100)
“El alma hace existir al cuerpo material como un cuerpo humano, como substancia viva, no de manera efectiva sino formal, le confiere su organización, su unidad, sus múltiples actividades vegetativas, sensitivas, intelectuales, afectivas, ya que, contra lo que opinaba Avicebrón y la Escuela franciscana del siglo XIV, no existen en el hombre muchas formas sino sólo una con la que el hombre queda constituido en un todo unitario y en la formalidad de hombre.
Es evidente que el cuerpo humano está integrado por átomos, células, tejidos y sistemas complejísimos con funciones específicas. Pues bien, lo que decimos es que esos componentes reales quedan como «sobreinformados» y asumidos en la unidad ontológica y operativa del ser humano uno. Por eso decimos también que es el alma la que, al establecer la estructura esencial y unitaria del ser humano, posibilita que todos Ios actos sean actos de un único ser, de un único yo que se realiza en la historia de manera espiritual-personal. En sentido estricto, pues, no hay dualismo entre alma y cuerpo, sino entre el principio de información que llamamos alma y la materia informada, constituyendo ambas el cuerpo vivo que es el sujeto hombre. Por eso, en rigor, tampoco es correcto decir «tengo un alma» o «tengo un cuerpo» sino «soy un alma-cuerpo». Es ociosa la pregunta ¿dónde está el alma?, porque el alma viva es lo que constituye el cuerpo vivo todo él.
En esta perspectiva hylemórfica se explican perfectamente las tentativas, verdaderamente interesantes, de la medicina y la psiquiatra contemporánea que investigan los nexos íntimos que existen entre trastornos psíquicos y perturbaciones somáticas y viceversa. Alguien ha observado que la ciencia médica actual ha venido a reconciliarse con la Antropología de santo Tomás”. (p.270) (101)
“[…] Se llama dualismo a la concepción de alma y cuerpo como dos substancias completas y adecuadamente distintas (Platón, Descartes). Pero santo Tomás ha hecho ver que el hombre es un yo encarnado, carne animada o si se prefiere alma encarnada. El hombre entero es alma y a la vez cuerpo. Como veremos más adelante, el cuerpo humano es la expresión del alma hacia el mundo sensible y hacia el mundo histórico. El hombre no es ni sólo cuerpo ni sólo alma. Tampoco cuerpo más alma. Es todo entero y al mismo tiempo lo uno y lo otro, alma y cuerpo. Cuando vemos a alguien no vemos un cuerpo sino una persona. (p.271) (102)
¿Nos damos cuenta ahora que cuando nos apartamos de las claras enseñanzas de la Biblia y nos metemos en complejas filosofías, fácilmente caemos en el error y nos podemos perder en esa maraña de diversas teorías?
En el siguiente apéndice 2, trataré del espinoso problema del origen del alma o ser humano.
Esperando haberme hecho entender, quedo a disposición del lector para lo que pueda servirle.
Afectuosamente en Cristo
Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com
Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com
Índice
¿Cuál es la naturaleza del ser humano?
2. El ser humano en la antropología bíblica
3. ¿Es el ser humano un compuesto de espíritu-alma-cuerpo?
4. Significado del vocablo "carne" en la Biblia
5. Cómo vivir cristianamente
6. ¿Cuál es la diferencia entre alma y espíritu?
7. ¿Qué es el alma humana?
8. ¿Qué es el espíritu humano?
9. Solo hay vida eterna en Cristo
10. Conclusión
Apéndice 1
11. El insoluble problema filosófico de la unión cuerpo-alma
Apéndice 2
12. El origen del ser humano
Apéndice 3
13. Resurrección versus inmortalidad del alma
Apéndice 4
14. Objeciones a la mortalidad del alma
Referencias bibliográficas
*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
Abreviaturas frecuentemente empleadas:
AT = Antiguo Testamento
NT = Nuevo Testamento
AP = Antiguo Pacto
NP = Nuevo Pacto
Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)
pp, pc, pú referidas a un versículo bíblico representan "parte primera, central o última del mismo ".
Abreviaturas empleadas para diversas traducciones de la Biblia:
NBJ: Nueva Biblia de Jerusalén, 1998.
BTX: Biblia Textual
Jünemann: Sagrada Biblia-Versión de la LXX al español por Guillermo Jüneman
N-C: Sagrada Biblia- Nacar Colunga-1994
JER 2001: *Biblia de Jerusalén, 3ª Edición 2001
BLA95, BL95: Biblia Latinoamericana, 1995
BNP: La Biblia de Nuestro Pueblo
NVI 1999: Nueva Versión Internacional 1999
Bibliografía citada
82) https://es.wikipedia.org/wiki/Platón
(83) Ibíd.
(84) Historia de la Filosofía
https://eukeniacebal.net/historia-de-la-filosofa/2014/10/6/platn-56-dualismo-antropolgico-cuerpo-y-alma-teora-del-alma
(85) Ibíd.
(86) Ibíd.
(87) Valverde Carlos, Antropología filosófica, p. 244-245 https://www.mercaba.org/Filosofia/Valverde/indice_antropologia_filosofica.htm
(88) https://es.wikipedia.org/wiki/Aristóteles
(89) Ibíd.
(90) Valverde Carlos, Antropología filosófica, p. 46 https://www.mercaba.org/Filosofia/Valverde/indice_antropologia_filosofica.htm
(91) Ibíd., p.53
(92) Ibíd., p.53
(93) Ibíd., p.54
(94) Ibíd., p.246
(95) Ibíd., p.257
(96) Ibíd., p.273
(97) Ibíd., p.272
(98) Ibíd., p.270
(99) Ibíd., p.270
(100) Ibíd., p.269
(101) Ibíd., p.270
(102) Ibíd., p.271
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