Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Comentarios al libro El verdadero Ser de Dios

Capítulo 4

Conclusión

 
Versión: 16-08- 2022

 

Carlos Aracil Orts

4. Conclusión

Es encomiable el gran esfuerzo de imaginación que ha realizado el autor del libro El verdadero Ser de Dios, al tratar de explicar los dos grandes misterios revelados en la Biblia: el Misterio del Dios uno en tres Personas y el Misterio de la Encarnación del Dios Hijo en el Hombre Jesucristo.

Sin embargo, dicho esfuerzo estaba destinado desde el principio a ser inútil, porque las criaturas nunca podremos abarcar a Dios, ni conocer más de lo que Él ha querido revelarnos en Su Palabra, la Biblia: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre…” (Dt. 29:29).

Por tanto, apartarse de lo revelado en la Biblia, como ha hecho el autor para intentar explicar estos misterios, no podía ayudar a entender mejor los mismos.

Jesús nos confirmó que solo una Persona Dios como es Él mismo, puede conocer a otra Persona Dios como es el Padre: “…nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mt. 11:27). También el apóstol Pablo nos aconseja: “no pensar más de lo que está escrito” (1 Co. 4:5-6).

No obstante, la Sagrada Escritura nos exhorta a conocer a Dios, porque si no le conocemos ¿cómo podremos amarle y hacer Su voluntad, tratando de agradarle en todo, en lo que pensamos, hablamos y hacemos, es decir, en todo nuestro diario vivir y conducta? Consideremos, pues, lo importante y esencial que es conocer a Dios en palabras de Jesús y del apóstol Pablo:

Juan 17:1-5: Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;  (2)  como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. (3) Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.  (4)  Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.  (5)  Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.

Notemos que conocer a Dios y a Su Hijo Jesucristo implica la vida eterna. De ahí la importancia de leer las Sagradas Escrituras y aprender todo lo que Dios requiere de nosotros para que seamos salvados y alcancemos la vida eterna.

El apóstol Pablo nos añade: “[…] Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.  Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” (1 Ti. 2:4-6).

Las tres Personas divinas en el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento (el Tanaj hebreo) aunque ya se vislumbran las tres Personas divinas que conforman Jehová/YHWH, las dos primeras Personas de la Trinidad resultan difíciles de distinguir porque ambas reciben el nombre Jehová/YHWH; y la tercera Persona se registra en la Biblia hebrea como el  Espíritu de Jehová/YHWH o Espíritu de Dios. Además, debemos tener en cuenta que en el AT, para evitar pronunciar el nombre sagrado de Dios –YHWH, “Yo Soy” (Éxodo 3:13-15), lo que significa “El que es por Sí Mismo”– se le nombraba “Adón o Adonai” (hebr.), que significa “Señor”, que solo se aplicaba a la Divinidad. Y en el Nuevo Testamenteo (NT), en el original griego, se emplea “kúrios o kyrios”, tanto para Dios el Padre, como para Dios el Hijo, con el mismo significado de “Señor”, designando a ambas Personas de la Trinidad con igual rango.

A lo largo de la historia de la Iglesia cristiana se ha querido interpretar que la Persona divina que se le apareció a Moisés como “el Ángel de Jehová”–cuando estaba en “Horeb, monte de Dios” (Éx. 3:1)–  “en una llama de fuego en medio de una zarza” (Éx. 3:2), era Dios Hijo; y que se utilizó ese nombre para distinguirlo de la primera Persona YHWH. Aunque Él allí se identificó como el “Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob…” (Éxodo 3:6); y poco después, cuando  Moisés le preguntó su nombre, “respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” (Éxodo 3:14).

El nombre de Dios YHWH/Jehová incluye y designa a las tres Personas divinas

Cuando en la Biblia aparece el nombre de Dios YHWH/Jehová, tendemos muchas veces a pensar que solo se aplica a Dios Padre, pero realmente incluye a las tres Personas divinas; es decir, cualquier Persona divina puede ser designada por el mismo nombre, pero hay un solo YHWH/Jehová –no dos, ni tres–, porque las tres Personas divinas forman un único Ser eterno, sin principio ni fin, al que llamamos Dios/Señor/YHWH/Jehová; y en el Nuevo Testamento se nos revela como Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, tres Personas Dios, en un único Dios verdadero. Veamos ahora algunos textos que abundan en esta interpretación.

Malaquías 3:1-5: He aquí, yo [Dios/YHWH/Jehová] envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.

Isaías 40:1-3: Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. (2)  Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados. (3) Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

Jehová/YHWH es el que habla en los pasajes citados arriba del AT, anticipando proféticamente, por medio de los profetas Malaquías e Isaías, que llegado el cumplimiento del tiempo, Él enviará a Su mensajero –Juan el Bautista–, “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.” (Is. 40:3; cf. Mt. 3:1-3; Mr. 1:1-4; Lc. 3:2-6; Jn. 1:6-8,29-30). Notemos que Dios/YHWH/Jehová es quien envía Su mensajero para que prepare el camino para Sí Mismo [Jehová/YHWH/Dios/Señor].

Veamos ahora como los cuatro Evangelios registran el cumplimento de la profecía citada.

Mateo 3:1-3: En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, (2) y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. (3) Pues éste [Jesús el Señor] es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas.

Marcos 1:1-4: Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.  (2)  Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. (3) Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas. (4)  Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.

Lucas 3:2-6: y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. (3) Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, (4) como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas. (5) Todo valle se rellenará, Y se bajará todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos allanados;  (6)  Y verá toda carne la salvación de Dios.

Juan 1:6-9, 15-16, 19-27,29,34: Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.  (7)  Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la Luz [el Verbo/Hijo de Dios encarnado], a fin de que todos creyesen por él. (8) No era él la Luz, sino para que diese testimonio de la Luz. (9) Aquella Luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.  […] (15)  Juan dio testimonio de Él [Hijo de Dios encarnado], y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.  (16)  Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.  […] (19)  Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?  (20)  Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.  (21)  Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.  (22)  Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?  (23)  Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.  (24)  Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.  (25)  Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?  (26)  Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.  (27)  Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.  […].  (29)  El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. […] (34)  Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste [Jesús] es el Hijo de Dios.

Los cuatro evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan confirman este gran acontecimiento de la historia de la humanidad, cumplimiento de la predicción de Dios, de que enviaría a su mensajero –Juan el Bautista– para que preparase el camino del Señor/YHWH/Jehová/Jesús, “el Cordero de Dios” (Jn. 1:29,36). Observemos que, además, Juan el Bautista testifica que “Jesús es el Hijo de Dios” (Jn. 1:34).

Se ha de comprender que Jesús es el Hijo de Dios antes de que fuera engendrado en el “vientre” de María por el Espíritu Santo (Mt. 1:20-25), porque según Lucas “el Santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios/Hijo del Altísimo” (Lc. 1:31-35). Jesucristo/Verbo es el Hijo eterno de Dios (Jn. 1:18, 34,49; 3:16,35; 5:20; 6:40; 6:69; 9:35; 10:36; 11:4; Gá. 4:4; 1 Jn. 3:23; 4:10,14,15; 5:5,11,12,20; etc.); y “aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Jn. 1:14), cuando nació en el año 5/4 a.C. de la Virgen María, para ser a la vez “el Hijo del Hombre” (Mt. 9:6; 19:28; etc.). Más abajo mostraré algunos textos bíblicos de los enumerados arriba que fundamentan esta doctrina.

Los israelitas liberados de Egipto “…bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. (1 Co. 10:4); luego Cristo es también el Señor/YHWH/Jehová, porque Él dirigió su liberación de la esclavitud, y su peregrinaje por el desierto durante cuarenta años. Veamos el pasaje completo:

“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar;  (2)  y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar,  (3)  y todos comieron el mismo alimento espiritual,  (4)  y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.” (1 Co. 10:1-4)

Más abajo presento una lista en forma de tabla en dos columnas para abarcar de forma simplificada algunas citas bíblicas de ambos Testamentos, que describen los títulos que reciben tanto YHWH/Jehová en el AT, como Cristo, el Hijo de Dios, en el NT. Ahora destaco solo unos pocos pasajes como ejemplos:

“yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador” (Is. 43:3; cf. Jn. 1:49).

Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey” (Is. 43:15; cf. Mt. 21:5-6).

“Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. (Is. 44:6; cf. Ap. 1:11,17).

Este texto parece querer distinguir entre la primera Persona de la Divinidad –el Padre– y la Segunda Persona divina, el Hijo; pero deja muy claro que no son dos dioses.

“Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.”  (Is. 45:18; cf. Col. 1:15-17)

“[…] Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.  (22) Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. (23) Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua.” (Is. 45:18; cf. Fil. 2:10-11)

“Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.” (Isaías 47:4)

Ahora comparemos los textos anteriores del AT con dos pasajes del NT que se refieren a Jesús:

Juan 1:49: Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.

Mateo 21:5-6: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga.  (6)  Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó. (ref.:Zac. 9:9)

Reflexionemos, pues, con los siguientes textos del Antiguo Testamento y otros del Nuevo Testamento, que relacionan a Jehová/YHWH con Jesucristo.

Textos del Antiguo y Nuevo Testamentos que atribuyen las mismas características a las tres Personas Divinas. [Aracil, 2016, ¿Jesucristo es Dios hecho carne?] (59)

 

JEHOVÁ- ANTIGUO TESTAMENTO

CRISTO- NUEVO TESTAMENTO

Jehová, justicia nuestra.

Jeremías 23:5,6: se profetiza que nacería un Renuevo de la estirpe de David, al cual “le llamarán: Jehová, justicia nuestra.” (Véase además Jer. 33:14-16; Zac. 3:8; 6:12).

Jehová es identificado con el Renuevo de David.

Cristo,  nuestra justicia

1ª Cor. 1:30:Mas por Él [Dios] estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación [la BJ, 1999, traduce: justicia,], santificación y redención;” (Véase también Romanos 3:21-26; 5:1).

Preparad camino a Jehová

Isaías 40:3: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.” (Véase  Mt. 3:3; Mr. 1:3; Jn 1:23; Mal 3:1; Mt. 11:10)

Preparad el camino del Señor

Mateo 3:3: “Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.” (Jehová es el Señor.)

El Rey de gloria es Jehová

Sal. 24:7, 10: El Rey de gloria es Jehová de los ejércitos.

Cristo es el Señor de gloria

Cristo es "el Señor de gloria" (1ª Cor. 2:8). Cristo es el rey de Israel (Jn 1:49). Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores (Ap. 17:14).

Jehová es  el primero y  el postrero

Isaías 44: 6: “Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.” (Véase también: Isaías 48:12-16)

Cristo es el  primero y el último

Apoc. 1:17: “...No temas; yo soy el primero y el último;” (Véase además: Apoc. 2:8; 22:13).
Cristo al igual que Jehová es el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el  primero y el último. (Ap. 22:13)

El Señor de David es Jehová

Sal. 110:1: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.”

Cristo es el Señor de David

Mateo 22:44: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.”  (Véase también 42-45)

Jehová el Señor vendrá con su recompensa

Isaías 40:10,11: “He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder,...he aquí que su recompensa viene con él,...” (11) Como pastor apacentará su rebaño..” (Véase también: Isaías 62:11)

Cristo viene a recompensar a cada uno

Apoc. 22:12: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Véase además: Lucas 21:27; 1ª Tes. 4:13-17; Apoc. 1:7; Hebreos 13:20).

Jehová ha hecho toda las cosas para sí mismo

Prov. 16:4: “Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, y aun el impío para el día malo.”

Cristo creó todas las cosas para Él

Col. 1:16: “Porque en Él [Cristo] fueron creadas toda las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles...todo fue creado por medio de Él y para Él.” (Ver además Col 1:13-18).

El que invoque el nombre de Jehová será salvo

Joel 1:32: “Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo...”

El que invoque el nombre de Cristo  es salvo

Romanos 10:13: “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo...”. (Ver también 1ª Co. 1:2).

Jehová Dios y Creador eterno

Salmo 102: 24-27: “Dije: Dios mío,...25 Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos..”

Cristo Dios y Creador eterno

Hebreos 1:8, 10-12: “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;..(10) Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos;...”

Jehová, el Dios verdadero

Jeremías 10:10: “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.”

Jesucristo, el Dios verdadero

1ª Juan 5:20: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna.”

Dios es el juez

Eclesiastés 12:14: Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.”

Cristo es el juez

1ª Corintios 4:5: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones;...” (Ver además: 2ª Cor. 5:10; 2ª Tim. 4:1)

El Dios Todopoderoso

Génesis 17:1: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apreció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso;...” (Véase también: Éxodo 3:14; Isaías 13:6; Joel 1:15).

Jesucristo, el Dios Todopoderoso

Apocalipsis 1:8: “Yo soy el alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.”(Véase también: Apoc. 4:8; 11:17; 15:3;16:7; 19:6; Hebreos 13:8).

Dios de dioses y Señor de señores

Deuteronomio 10:17: “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses, y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible...” (Véase además:Sal. 136:2,3)

El Cordero es Señor de señores y Rey de reyes

Apocalipsis 17:14: “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; ...” (Véase también: Apoc. 19:13,16; 15:3).

Resumiendo

Este último verso de Apocalipsis 17:14 identifica claramente a Jesucristo, “el Cordero de Dios”, con “el Señor de señores y Rey de reyes”. Si lo comparamos con los textos de 1ª Timoteo 6:14-16, vemos que tanto Jesucristo como Dios Padre reciben el mismo título de Rey de reyes y Señor de señores; comprobémoslo, en el siguiente texto:

1ª Timoteo 6: 14-16: que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, (15) la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, (16) el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.

Sin pretender ser exhaustivo, no me puedo resistir a citar más evidencias bíblicas sobre el tema que nos ocupa:

Isaías 9:6-7: Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (7) Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

Comparemos el texto anterior que se refiere a Jesús como Dios Fuerte, Padre eterno, con los siguientes en los que se entrevén las tres Personas que configuran a Jehová/YHWH (Is. 48:16)

Isaías 48:12-13, 16: Óyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero. (13) Mi mano fundó también la tierra, y mi mano derecha midió los cielos con el palmo; al llamarlos yo, comparecieron juntamente. […] (16)  Acercaos a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu.  [Referencia al Hijo de Dios]

Si “no hay más Dios que Jehová y que después de Él no será formado dios” (Is. 43:10-15), ¿cómo se explicaría lo que dice Dios mediante el profeta Isaías, que fuera de Jehová no hay Salvador? Jehová es el Redentor y el Santo y el Rey de Israel. ¿No es también Jesucristo el Redentor y el Santo y el Rey de Israel? ¿No será que Jesucristo es Jehová, o bien tiene los mismos títulos que el Padre, porque es igual a Él? ¿Cómo pueden haber dos dioses: uno mayor y otro menor? ¿No serían los dos falsos dioses, porque solo Dios es uno?

Isaías 43:10-15: Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.  (11) Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. (12) Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios.  (13)  Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará? (14) Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban. (15)  Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey.

No puede haber un dios menor que haya creado el mundo (Col. 1:15-17; 2:9), porque fuera de Jehová no hay dios, y “ante él se doblará toda rodilla” (Is. 45:23; cf. Fil. 2:10); comparémoslo con Filipenses 2:10, y veremos que ante Cristo también se doblará toda rodilla, y, además, por “Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra....todo fue creado por medio de Él y para Él" (Col. 1:16); y “en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col. 2:9). ¿No prueba esto suficientemente que Jesús es Dios igual al Padre?

Isaías 45:18-23: Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro. (19)  No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud. (20)  Reuníos, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva. (21)  Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.  (22)  Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. (23) Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua.

Filipenses 2:5-11: Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,  (6)  el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,  (7)  sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;  (8)  y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.  (9)  Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,  (10)  para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;  (11)  y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

¿Quién es el Rey de Israel sino Jesucristo (Jn. 12:12-15)? ¿Quién es el Redentor sino Jesucristo? ¿Quién es el Santo de Israel? En el siguiente texto se citan a la vez a Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero” (Is. 44:6) ; y se vuelve afirmar que “fuera de mí no hay Dios”. Siempre Dios es uno, pero en tres Personas. Por eso "Dios fue manifestado en carne" en Jesucristo (1 Tim. 3:16).

Isaías 44:6-8: Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.  (7)  ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir.  (8)  No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.

Cristo es Dios Fuerte y Jehová es Dios fuerte. Dios –Jehová– es “el primero y el postrero, el Alfa y la Omega”, y Jesucristo también recibe ese título (Ap. 1:11,17).

El misterio se nos desvela en el siguiente y fundamental texto del Nuevo Testamento:

Juan 1:1-4: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. (2)  Este era en el principio con Dios. (3) Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. (4)  En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Si en Jesús estaba la vida (Jn.1:4) y Él es el Autor de la vida (Hechos 3:15), ¿cómo todavía hay muchos que siguen creyendo que Jesús es un dios de segunda clase? ¿Quién puede dar o crear la vida sino solo Dios?

Apocalipsis 1:17-18: Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;  (18)  y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

Apocalipsis 22:12-17: He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. (13) Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. (14) Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. (15) Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira. (16) Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. (17) Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

[Hasta aquí cita nº 59]

El  Espíritu Santo en el Antiguo Testamento

A continuación cito algunos párrafos extraídos de mi artículo ¿Qué es el Bautismo del Espíritu Santo?  (60), y los adapto adecuadamente.

Como ya probé bíblicamente en el epígrafe nº 2 anterior, el Espíritu Santo es una Persona divina, cuya actividad es revelada no solo en el Nuevo Testamento sino también a través de todo el Antiguo Testamento. En el principio de la creación ya encontramos al Espíritu Santo en acción: Génesis 1:1, “...el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”.

Sin pretender ser exhaustivo, podemos dar un vistazo rápido por el Antiguo Testamento, empezando desde el libro de Éxodo, y comprobaremos que el Espíritu Santo inspiró a ciertos fieles de Israel para que fueran capaces de construir el tabernáculo y todos los utensilios del culto. Bezaleel fue uno de ellos, de quien “Habló Jehová/YHWH a Moisés diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel …de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte,...” (Léase Éxodo 31:1-11; 35:31).

Conforme avanzamos a través del Antiguo Testamento, encontramos multitud de actuaciones del Espíritu Santo. Citaremos algunos ejemplos más: Los setenta ancianos elegidos por Moisés por orden de Dios: “...y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.” (Números 11:16, 25, 26, 29). El caso de Balaam, el profeta de Dios que apostató y quiso venderse a los enemigos de Israel para dañar al pueblo de Dios (Núm. 24:2: “... y el Espíritu de Dios vino sobre él.”)

El Espíritu Santo también actuó en tiempos de los Jueces. Vino sobre los jueces, Otoniel (Jueces 3:9,10: “Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel...”). El triunfo en las batallas del pueblo de Israel se debió a la acción del Espíritu Santo. Así podríamos seguir enumerando la obra del Espíritu Santo, sobre, Gedeón (Jueces 6:34), Jefté (Jueces 11:29), Sansón (Jueces 13:24, 25; 14:6; 15:14), Saúl (1ª Samuel 10:6, 10; 16:14; 19:23, 24), David (1ª Samuel 16:13), mensajeros de Saúl (1ª Samuel 19:20), etc., etc.

Los siguientes textos del Antiguo Testamento corroboran que en un futuro el Espíritu Santo sería puesto por Dios en los fieles de manera generalizada, es decir, moraría en ellos de forma permanente, pues estaría a disposición de todos mediante la fe en el Mesías venidero. 

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.” (Ezequiel 36: 26-28)

Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.” (Ezequiel 37: 14)

 “Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor.(Ezequiel 39: 29)

El Espíritu Santo durante la vida terrenal de Jesús 

La primera obra del Espíritu Santo con que se inicia el Nuevo Testamento es fundamental, y se describe en Mateo 1:18: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.”  (Véase también Mateo 1:20).

Cuando Jesús inició su ministerio, el Espíritu Santo descendió sobre Él “como paloma” (Mateo 3:16; Juan 1:32; Véase además: Mateo 4:1: “..fue llevado por el Espíritu al desierto,..”).

En Lucas 1:15 se nos narra que Juan el bautista sería “lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.” También la madre de Juan el bautista, Elisabet “fue llena del Espíritu Santo” (Lucas 1:41), cuando oyó la salutación de María. Igualmente, “Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo” (Lucas 1:67), y el Espíritu Santo estaba sobre Simeón (Lucas 2:25-27).

Brevemente

El Espíritu Santo ha estado actuando desde el comienzo del mundo, inspirando a los santos hombres de Dios y profetas, capacitando a su pueblo para hacer la obra del Tabernáculo, dando poderes milagrosos de sanación, como a Elías y Eliseo, de interpretación de sueños como a José, el hijo de Jacob en Egipto, al profeta Daniel, etc. Igualmente, el Espíritu Santo intervino manifiestamente durante toda la vida terrenal de Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección. Juan el Bautista y sus padres fueron llenos del Espíritu Santo; y también Él estuvo con los discípulos de Jesús, pues así lo afirma el propio Jesús: “yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:16,17)

Sin embargo, en Juan 7:39: “...aún no había venido el Espíritu Santo”, y en Juan 14:17, el Espíritu Santo todavía era una promesa: “Y estará en vosotros”; aunque ya moraba con ellos, Jesús se refería al próximo gran derramamiento del Espíritu Santo, que ocurriría en el Día de Pentecostés, como un acontecimiento único que marcaba la dispensación del Espíritu, y significaba el cumplimiento de la promesa del Padre y del propio Jesús. Los otros textos del Evangelio de Juan reinciden también como algo todavía futuro, por ejemplo, Jesús insiste en “si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros...” (Juan 16:7; Léase además Juan 15:26; 16:13.). Incluso, después de su resurrección y antes de su ascensión, Jesús volvió a reiterar a sus discípulos que esperasen la promesa del Padre, para ser bautizados con el Espíritu Santo.

“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.(Hechos 1:4-5)

Creemos que este derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés tuvo un carácter especial y único, para señalar el inicio de la era del Espíritu Santo. Se describe en el capítulo dos del libro de los Hechos de los Apóstoles, y es el cumplimiento de la profecía del derramamiento del Espíritu registrada en Joel 2:28. Todo el Antiguo Testamento enfoca hacia el Mesías y al Nuevo Pacto en Cristo con el subsiguiente derramamiento del Espíritu, que hará que Dios nos cambie el corazón y ponga sus leyes en él (Véase Jeremías 31:31-33), y estas leyes se resumen en una: la ley del amor. [Hasta aquí la cita nº 60, extraída de mi estudio bíblico ¿Qué es el Bautismo del Espíritu Santo?]

El misterio de la Encarnación del Dios Hijo en el hombre Jesucristo.

El misterio de la Encarnación consiste en que el Dios Hijo, “aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros…el unigénito del Padre” (Jn. 1:14); pero en Él no subsisten dos Personas, divina y humana, sino solo existe en Jesús la Persona divina, en dos naturalezas divina y humana, que no se mezclan sino que están unidas hipostáticamente, como se explica en la bibliografía de este estudio bíblico (véase citas nº 35 y 35b).

“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, (5) para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijo.” (Gálatas 4:4-7)

En lo que sigue nos concentraremos en el Hijo de Dios, segunda Persona de la divinidad, el cual es engendrado eternamente por el Padre; por tanto, de Su misma sustancia, y tan eterno como el Padre, sin principio ni fin. Si Dios es Padre eterno, es porque tiene un Hijo eterno. De tal manera que nunca hubo un instante en la eternidad que no fuera Padre, porque siempre ha existido Su Hijo Unigénito (véase Jn. 1:1-4, 9-11,14, 15 18,27,29).

Juan 1:1-4: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. (2) Este era en el principio con Dios. (3) Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. (4) En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Juan 1: 9-11: Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.  (10)  En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.  (11)  A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.  […]

Juan 1: 14: Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Juan 1:18: A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Juan 1:27,29: [(15) Juan dio testimonio de él] […].  (27) Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. […]  (29)  El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo

Podemos aceptar que Dios es un único Ser en tres Personas Divinas, solo porque así se nos ha revelado en Su Palabra, la Biblia. Sin embargo, nunca lo habríamos sabido, ni siquiera imaginado, si no lo registraran con nitidez y rotundidad las Sagradas Escrituras, que fueron inspiradas, precisamente, por el Espíritu Santo, Tercera Persona de la Divinidad (2 P. 1:19-21).

2 Pedro 1:19-21: Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;  (20) entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, (21) porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Por otro lado, si nos detenemos a pensar e imaginamos que Dios fuera una sola Persona, ¿con quiénes podría interactuar que le abarcaran en su totalidad de Persona Divina? ¿No hubiera necesitado Dios, en ese supuesto, crear necesariamente a otras criaturas para experimentar el amor? ¿No sería Su soledad de ser una sola Persona una señal de imperfección, al no poder relacionarse en la eternidad con nadie, y de verse obligado a crear otras criaturas? Pero Dios necesariamente debe ser autosuficiente en todo, y solo ha creado por amor y no porque lo necesitara para sentirse en plenitud, porque de ser así, él no sería verdadero Dios, sino un falso dios.

Como criaturas finitas e imperfectas que somos, no podemos pretender conocer “Las cosas secretas [que] pertenecen a Jehová, nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y nuestros hijos para siempre…” (Dt. 29:29). Sin embargo, como Dios nos ha dado un entendimiento a cada uno diferente, voy a intentar razonar para tratar de explicar, hasta mis limites personales y con la lógica humana, este misterio de la Encarnación de Dios Hijo, pero fundamentándome en mi interpretación de lo revelado en Su Palabra.

Para ello, me basaré en mi artículo ¿Subsisten en Jesús dos personas, divina y humana?, que redacté y publiqué en octubre de 2021 (61). A continuación cito unos párrafos extraídos del citado estudio bíblico.

Si como demuestra la Sagrada Escritura, Dios es Padre porque engendró a Su Hijo, el Verbo/la Palabra, para que sea inmutable como Él mismo declaró –“Yo, Yahvé/Jehová, no cambio…” (Éx. 3:14; Mal. 3:6; Heb. 1:11-12; Stg.. 1:17)–, necesariamente, no pudo haber existido un instante en el que Dios no tuviera la condición de Padre; y, a la par,  simultáneamente, el Verbo también ha de tener Su condición de Hijo desde la eternidad, porque es tan inmutable y eterno como el Padre.

La generación eterna del Hijo.

A fin de complementar lo que antecede, y, al mismo tiempo, aclarar y ampliar el concepto de la generación eterna del Hijo, cito del libro Teología Sistemática de Luis Berkhof.

“La propiedad del Hijo es ser eternamente engendrado del Padre (lo que brevemente se llama "filiación"), y participa con el Padre en la espiración del Espíritu. […] En relación con la generación del Hijo hay varias particularidades que merecen insistencia:

a. Es un acto necesario de Dios. Orígenes, uno de los primerísimos que hablaron de la generación del Hijo, lo consideraba como un acto dependiente de la voluntad del Padre y por tanto libre. Otros, en diversos tiempos expresaron la misma opinión. Pero Atanasio y otros vieron claramente que una generación dependiente de la voluntad opcional del Padre, habría convertido en contingente la existencia del Hijo y lo habría despojado de su Deidad. Luego el Hijo no sería igual al Padre y consustancial con Él, porque el Padre existe necesariamente y no puede concebirse como no existente. La generación del Hijo debe considerarse como un acto necesario y perfectamente natural de Dios. Esto no significa que no tenga relación con la voluntad del Padre en ningún sentido de la palabra. Es un acto de la voluntad necesaria del Padre, que significa que su voluntad concomitante toma perfecta delicia en ello.” (62)

“b. Es un acto eterno del Padre. Esto naturalmente se sigue de lo precedente. Si la generación del Hijo es un acto necesario del Padre de tal manera que resulta imposible concebirlo como no generando, entonces ese acto de generación participa de la eternidad del Padre. Esto no significa, sin embargo, que es un acto que fue terminado en un muy distante pasado, sino más bien, que es un acto que no pertenece al tiempo, acto de un eterno presente, un acto siempre continuo y ya siempre completo. Su eternidad se deduce, no solamente de la eternidad de Dios, sino también de la divina inmutabilidad y de la verdadera deidad del Hijo. Además, esto también se infiere de aquellos pasajes de la Escritura que enseñan o bien la preexistencia del Hijo o su igualdad con el Padre, Miq. 5: 2; Juan 1: 14 y 18; 3: 16; 5: 17, 18, 30 y 36; Hech. 13: 33; Juan 17: 5; Col. 1: 16; Heb. 1: 3. […]

c. Se trata de una generación de subsistencia personal más bien que de la esencia divina del Hijo. Algunos se han expresado como si el Padre generara la esencia del Hijo; pero esto equivaldría a decir que Dios genera su propia esencia, porque la esencia de ambos, Padre e Hijo, es exactamente la misma. Es mejor decir que el Padre genera la subsistencia personal del Hijo, pero que por eso mismo le comunica la esencia divina en su totalidad. Nada más que, al hacer esto, debemos cuidarnos de admitir la idea de que el Padre primero generó a una segunda persona, y luego le comunicó la esencia divina porque eso nos llevaría a la conclusión de que el Hijo no fue generado de la esencia divina, sino creado de la nada. En la obra de generación, hubo una comunicación de esencia; fue un acto indivisible. Y en virtud de esta comunicación el Hijo también tiene vida en sí mismo. Esto está de acuerdo con las palabras de Jesús: ‘Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al hijo el tener vida en sí mismo’ (Juan 5: 26)”. (63)

“d. Se trata de una generación que debe concebirse como espiritual y divina. En oposición a los arrianos que insistían en que la generación del Hijo necesariamente implicaba separación o división en el Ser Divino, los Padres de la Iglesia insistieron en que la generación no debe concebirse al modo que pasa en las criaturas físicas, sino que debe reconocerse como espiritual y divina, excluyendo toda idea de división o cambio. La generación trae distinctio y distributio pero no diversitas ni divisio en el Ser Divino. (Bavinck) La más sorprendente analogía de la generación la hallamos en el pensamiento y la palabra del hombre, y la misma Biblia parece señalar a esto cuando habla del Hijo como del Logos.

e. Podemos dar de la generación del Hijo, la siguiente definición: Es aquel acto necesario y eterno de la primera persona de la Trinidad, por medio del cual, dentro del Ser divino está la base para una segunda subsistencia personal semejante a la misma del Padre, y pone a esta segunda persona en posesión de la completa esencia divina, sin ninguna división, enajenación o cambio.” (64)

Jesús pudo decir: “Antes que Abraham fuese Yo soy” (Jn. 8:59).

Puesto que “Yo Soy” es la traducción del nombre de Dios (Yahweh/Yehowah), que Él reveló a Moisés (Éx. 3:13-14), los judíos “Tomaron entonces piedras para arrojárselas” (Jn. 8:59), porque creyeron que blasfemaba al hacerse igual a Dios. Observemos que Jesucristo no se asigna a sí mismo el nombre de Dios –“Yo Soy”– por casualidad, sino con todo propósito, porque Él se identifica y se revela como el Eterno, el que existe por sí mismo. Por ese motivo Jesús lo repite en varias ocasiones más, y acentúa la importancia de creer que Él es el “Yo Soy” o “el que Es”, como condición de salvación para los seres humanos. Comprobémoslo en los siguientes textos:

“Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. (24) Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. (25) Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. (26) Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. (27) Pero no entendieron que les hablaba del Padre. (28) Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. (29) Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. (30) Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. (Juan 8:23-30)

Solo una Persona Divina puede conocer esencialmente a otra Persona Divina, solo el Ser infinito y eterno –Padre, Hijo y Espíritu Santo– puede comprenderse así mismo en Sus tres Personas.

“Así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. […] (17) Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. (18) Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.Este mandamiento recibí de mi Padre. (Juan 10:15,17-18)

“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27).

“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo,(Mt. 11:27) y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Lucas 10:22).

Conocer a Jesús, el Hijo de Dios,  es conocer al Padre

“Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. (8) Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. (9) Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? (10) ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. (11) Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Juan 14:7-14).

Solo una Persona Divina como es el Hijo de Dios puede poseer todo lo que es del Padre.

“Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:15).

Jesús es el camino al Padre

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Jesucristo es la resurrección y la vida

“De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. (26) Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; (27) y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. (28) No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; (29) y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Jn. 5:25-29).

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25)

“Yo y el Padre uno somos. (31) Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. (32) Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? (33) Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia;(C) porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Jn. 10:30-33).

Termino y completo este epígrafe con la siguiente cita del libro Teología Sistemática de Luis Berkhof (Pág.7 PDF 99-100), que confirma y corrobora lo que antecede.

“[…] La deidad del Hijo fue negada en la Iglesia primitiva por los ebionistas y los alogos, y también por los monarquianos dinamistas y los arrianos. En la época de la Reforma, siguieron el ejemplo de aquellos los Socinianos, hablando de Jesús como de un mero hombre. Toman la misma posición Schleiermacher, Ritschl, una hueste de eruditos anchos (liberales), particularmente en Alemania; los Unitarios, los Modernistas y los Humanistas de la actualidad. Les resulta posible hacer tal negación a aquellos que desatienden la Escritura, puesto que si la atendieran hallarían que la Biblia contiene abundancia de evidencia de la deidad de Cristo.

a. Encontramos que la Escritura explícitamente afirma la deidad del Hijo, en pasajes como Juan 1:1; 20:28; Rom. 9:5; Fil 2:6; Tit. 2:13; I Juan 5:20

b. Le aplica nombres divinos, Is. 9:6; 40:3; Jer. 23:5,6; Joel 3:32 (compárese Hech. 2:21); 1 Tim. 3: 16.

c. Se le reconocen atributos divinos, como la existencia eterna (Is. 9:6; Juan 1:1-2; Apoc. 1:8; 22:13), omnipresencia (Mat. 18:20; 28:20; Juan 3:13), omnisciencia (Juan 2:24-25; 21:17; Apoc. 2:23), omnipotencia (Is. 9:6; Fil 3:21; Apoc. 1:8), inmutabilidad (Heb. 1:10-12; 13:8), y en general cada uno de los atributos que pertenecen al Padre” (Col. 2:9). (5) (ps. 100-101)

“d. Habla de El cómo hacedor de obras divinas, como la creación (Juan 1:3,10; Col. 1:16; Heb. 1:2,10), la Providencia (Lc. 10:22; Juan 3:35; 17:2; Ef. 1:22; Col. 1:17; Heb. 1:3), el perdón de los pecados (Mat. 9:2-7; Marc. 2:5-10; Col. 3:13); la resurrección y el juicio (Mat. 25:31,32; Juan 5:19-29; Hech. 10:42; 17:31; Fil 3:21; 2 Tim. 4:1, la disolución final y la renovación de todas las cosas, Heb. 1:10-12; Fil 3:21; Apoc. 21: 5, y

e. Le tributa honores divinos, Juan 5: 22-23; 14:1; 1 Cor. 15:19; 2 Cor. 13:13; Heb. 1:6; Mat. 28:19.

El lugar del Hijo en la Trinidad económica*

Debería notarse que el orden de existencia en la Trinidad esencial u ontológica se refleja en la Trinidad económica. El Hijo ocupa el segundo lugar en las opera ad extra. Si todas las cosas son por el Padre, todas son por medio del Hijo (1 Cor. 8:6). Si al primero se le presenta como la causa absoluta de todas las cosas, el segundo se destaca claramente como la causa mediante. Esto se aplica en la esfera natural en donde todas las cosas son creadas y mantenidas por medio del Hijo, Juan 1:3,10; Heb. 1:2-3. Él es la luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo (Juan 1: 9). También se aplica a la obra de redención. En el Consejo de Redención, Él se comprometió a ser el Fiador de su pueblo y a ejecutar el plan de redención hecho por el Padre (Sal 40:7-8); Él logra esto más particularmente en su encarnación, sufrimientos y muerte (Ef. 1: 3-14). En relación con su función se le adjudican especialmente los atributos de sabiduría y poder (1 Cor. 1:24; Heb. 1:3), y de misericordia y gracia (2 Cor. 13:13; Ef. 5:2,25).” (65)

*Nota aclaratoria del significado de "la Trinidad económica"

Se refiere a cómo las tres Personas se relacionan entre sí y con el mundo. En teología el término "económico" (del griego oikonomía: administración, gestión, puesta en marcha) alude siempre a la realización del plan de Dios sobre el hombre, en contraposición al ser de Dios en sí mismo (= "inmanente"). […] La trinidad económica es la Trinidad manifestada en la realización de la salvación del hombre por Dios.” (66)

Sumariamente

Si Jesús, el Hijo de María, engendrado por el Espíritu Santo no fuera también el Hijo de Dios, consustancial con el Padre, Él sería solo un ser creado por Dios, y, por tanto, no podría habernos mostrado al Padre, ni tampoco sería capaz de redimirnos; y si no fuera “el Autor de la Vida” (Hch. 3:15) no podría haber realizado la expiación de nuestros pecados ni vencido a la muerte con su muerte en la cruz.

Por tanto, en la única Persona de Jesucristo subsisten todos sus atributos y cualidades divinos, pero Él nunca hizo uso de Su Divinidad para su beneficio personal, sino que durante su vida terrenal Él venció –como Hombre– todas las tentaciones y tomó todas sus decisiones en perfecta comunión con el Padre.

La Biblia afirma que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Heb. 13.8), porque se está refiriendo al Verbo encarnado, que como Persona divina es consustancial al Padre, por tanto, eterno e inmutable como la Primera Persona de la Deidad. Cuando el Verbo tomó la naturaleza humana, su naturaleza divina no sufrió cambio alguno, pues su esencia, atributos y cualidades subsistieron  después de la encarnación sin variación alguna. 

“La inmutabilidad de Dios

¿No fue Él quien habitaba en la eternidad, procedió enseguida a la creación del mundo, fue Dios encarnado en Cristo, y hace su morada en la Iglesia como Espíritu Santo? ¿No es El a quien se le representa revelándose y ocultándose, viniendo y regresando, arrepintiéndose y cambiando de intención, tratando al hombre antes de su conversión de un modo, y después de su conversión de otro modo? Compárese Ex 32: 10 14; Jonás 3: 10; Prov. 11: 20; 12: 22; Salmo 18: 26 y 27. La objeción así implicada se basa hasta cierto punto en falta de comprensión. La inmutabilidad divina no debe entenderse como si implicara inmovilidad, como si en Dios no hubiera movimiento. Hasta se acostumbra en teología hablar de Dios como actus purus, un Dios que siempre está en acción. La Biblia nos enseña que Dios entra en multiformes relaciones con el hombre, y como si así fuera, vive la vida humana con los hombres.” (67)
[…]
“En realidad, el cambio no se efectúa en Dios sino en el hombre, y en las relaciones de éste con Dios. Es importante mantener la inmutabilidad de Dios en contra de la doctrina de los Pelagianos y de los Arminianos que enseñan que Dios está sujeto a cambio, ni ciertamente en cuanto a su Ser, pero sí en cuanto a su conocimiento y voluntad, en forma tal que sus decisiones en gran parte dependen de las acciones del hombre; en contra también de la idea panteísta de que Dios es un eterno devenir más bien que un Ser absoluto, y que ese inconsciente gradualmente va desenvolviéndose en consciente personalidad en el hombre; y además, en contra de la tendencia actual de algunos, de hablar de un finito, que se debate, y que gradualmente llega a ser Dios.” (68)

Querido hermano, hemos abordado la doctrina más importante de la fe cristiana. Esta maravillosa, única e inefable fe, se distingue y se caracteriza en que Dios el Hijo se humilló a sí mismo hasta el extremo de hacerse una criatura humana en Jesucristo (Fil. 2:5-11; Juan 1:1-5,9-14,18), que se revela encarnándose en el seno de una mujer (Mt. 1:20-23; Lc. 1:30-37; Gá. 4:4), y, por lo tanto, es “hecho carne” (Juan 1:14,18), nace, crece y se desarrolla, física, psíquica y espiritualmente, como cualquier otro ser humano, pero vive una vida santa, sin mancha de pecado, y entrega su vida para salvar a la humanidad. Él es tan humano como cualquier otro hombre (Heb. 1:1-4; 2:9,14,17-18;4:7-9), pero sin pecado (Jn. 8:46; 2 Co. 5:21; Heb. 4:15; 1 P. 2:22; 1 Jn. 3:5), es decir, nace santo, milagrosamente por obra del Espíritu Santo (Lc. 1:35), sin pecado original, y vence al pecado y a su tentación, por la gracia de Dios.

En la persona de Jesús subsisten dos naturalezas: la divina y la humana.  Como hemos visto hasta aquí, existen muchos textos que confirman, sin lugar a dudas, que Cristo es Dios (recordemos, por ejemplo: Juan 1:1-3; Ro. 9:5: Col. 1:15-17; 2:8-9; 1 Tim. 3:16; Tito 2:13-14; Heb. 1:3, 8; Ap. 1:7-8,11, 17; Ap. 19:13,16; compárese con Isaías 44:6,8).

Apocalipsis 22:12-17: He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. (13) Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. (14) Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. (15) Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira. (16) Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. (17) Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

No rechacemos esta generosa invitación de “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13), que nos conduce a la vida eterna, gracias a su infinito sacrificio, y vivamos siempre con la esperanza de su pronta venida. Y “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios” (1 Jn 4:1). Leamos también su contexto:

“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.  En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;  y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo… (1 Juan 4:1-3)

El presente estudio bíblico titulado Comentarios al libro El verdadero SER de DIOS se compone de los siguientes capítulos cuyos enlaces muestro a continuación:

Espero que todo ello sea de edificación en la fe para el lector y quedo a su disposición en lo que pueda servirle.

 

Afectuosamente en Cristo

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 

 

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Referencias bibliográficas

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

El autor, del libro El verdadero SER de DIOS, ha recurrido preferentemente a La Biblia de las Américas (LBLA), excepto cuando expresamente indica otra versión diferente.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

AP = Antiguo Pacto

NP = Nuevo Pacto

Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)

pp, pc, úp referidas a un versículo bíblico representan "parte primera, central o última del mismo ".

Abreviaturas empleadas para diversas traducciones de la Biblia:

NBJ: Nueva Biblia de Jerusalén, 1998.

BTX: Biblia Textual

DHHe (D): versión Dios habla hoy con Deuterocanónicos

Jünemann: Sagrada Biblia-Versión de la LXX al español por Guillermo Jüneman

N-C: Sagrada Biblia- Nacar  Colunga-1994

JER 2001: *Biblia de Jerusalén, 3ª Edición 2001

BLA95, BL95: Biblia Latinoamericana, 1995

LBLA: La Biblia de las Américas

BNP: La Biblia de Nuestro Pueblo

NVI 1999: Nueva Versión Internacional 1999

LPD: El Libro del Pueblo de Dios, Levoratti y Trusso

SB-MN: . La Santa Biblia-Martín Nieto

SRV2004: Spanish Reina Valera 2004

 

Bibliografía citada

(1) Batalla Bautista, José Manuel. El verdadero SER de DIOS (El segundo testimonio nº 3) (Spanish Edition) (pp. 66). Edición de Kindle.

(2) Ibid. p. 112

(3) Ibid. p.51

(4) Ibid. p.35

(5) Ibid. p.36

(6) Ibid. p.51

(7) Ibid. pp.34-36

(8) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>. Comentario al Apocalipsis (pp. 36-38)

(9) Batalla Bautista, José Manuel. El verdadero SER de DIOS (El segundo testimonio nº 3) (Spanish Edition) (pp.34-36). Edición de Kindle.

(10) Ibid. pp.36-37

(11) Ibid. pp.37-38

(12) Ibid. p.38

(13) Ibid. pp.39-41

(14) Ibid. pp.50-51

(15) Ibid. pp.54-65

(16) Lacueva Lafarga, Francisco. Curso Práctico de Teología bíblica. Editorial Clie (p.264)

(17) Berkhof, Luis, Teología Sistemática, Grand Rapids, Michigan, 1949 (p. 99)

(18) Ibid. p. 100

(19) Lacueva Lafarga, Francisco. Curso Práctico de Teología bíblica. Editorial Clie (pp.264-265)

(20) Ibid. p. 265

(21) Batalla Bautista, José Manuel. El verdadero SER de DIOS (El segundo testimonio nº 3) (Spanish Edition) (p.66). Edición de Kindle.

(22) Lacueva Lafarga, Francisco. Curso Práctico de Teología bíblica. Editorial Clie (p.11)

(23) Berkhof, Luis, Teología Sistemática, Grand Rapids, Michigan, 1949 (p. 94)

(24) Lacueva Lafarga, Francisco. Curso Práctico de Teología bíblica. Editorial Clie (p.38)

(25) Berkhof, Luis, Teología Sistemática, Grand Rapids, Michigan, 1949 (p. 93)

(26) Batalla Bautista, José Manuel. El verdadero SER de DIOS (El segundo testimonio nº 3) (Spanish Edition) (pp.90-95). Edición de Kindle.

(27) Ibid. p.96

(28) Ibid. pp.97-98

(29) Ibid. pp.98-99

(30) Ibid. p.99

(31) Ibid. p.105

(32) Ibid. p.106

(33) Ibid. p.107

(34) Ibid. p.107

(35) Lacueva Lafarga, Francisco. Curso Práctico de Teología bíblica. Editorial Clie (pp.307-308)

[…] Entonces la decisión, como los demás actos de una agencia operativa, pertenece a la naturaleza con la que se hace. Y, como la voluntad es una agencia operativa, por fuerza hay que sostener que en Cristo hay dos voluntades en una sola Persona.

C) Así como la voluntad es una agencia operativa, la conciencia es una agencia cognoscitiva. Queda así planteada otra difícil cuestión: ¿Hay en Cristo una sola conciencia personal o dos conciencias naturales? En otras palabras, ¿se percataba Cristo, durante toda Su vida mortal, de que era al mismo tiempo, Dios y hombre? Responde Ryrie (o.c., pag. 251): ≪Su Persona se percataba siempre de Sí mismo en cuanto a Su deidad y esa Persona crecía en autoconciencia con respecto a Su humanidad≫ (p. 307)
[…]
Puestas así las premisas, podemos responder así a la pregunta sobre si en Cristo hay dos conciencias y sobre si es consciente de Su Deidad con la conciencia humana, y de Su humanidad como perteneciente a Su Persona con la conciencia divina.

Respondo que hay un solo sujeto que es consciente de ambas cosas, que es consciente de Su Deidad con su conciencia divina y de Su humanidad con su conciencia humana, y que el paso de una conciencia a otra es normal dentro de la unión hipostática, a no ser que la comunicación se vea interceptada por una actuación extraordinaria del Espíritu Santo, como ocurrió en el Calvario durante «el desamparo de Dios». (308)

(35b) La Naturaleza de Cristo...

[http://www.vidaeterna.org/esp/preguntas/union_hipostatica.htm]

 

¿Qué es la Unión Hipostática?

Unión hipostática

Es un término técnico que designa la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Jesús. Cristo es Dios en la carne (Juan 1:1,14; Col. 2:9; Juan 8:58; 10:30-34; Heb. 1:8). El es plenamente Dios y plenamente hombre (Col. 2:9); así, tiene dos naturalezas, la de Dios y la humana. Decididamente, no es "mitad Dios, mitad hombre". Nunca perdió su divinidad, ni hubiese podido hacerlo.

Continuó existiendo como Dios cuando se encarnó y agregó la naturaleza humana a Su eterna naturaleza divina (Fil. 2:5-11). Consecuentemente, en Jesucristo está la "unión, en una sola persona, de una plena naturaleza humana y una plena naturaleza divina".

Jesús como Dios es adorado (Mat. 2:2,11; 14:33).

Jesús como hombre adoró al Padre (Juan 17).

Se le ora (Hech 7:59).

Oró al Padre (Juan 17:1).

No tuvo pecado (1 Ped. 2:22; Heb. 4:15).

Fue tentado a pecar (Mat. 4:1).

Es omnisciente (Juan 21:17).

Creció en sabiduría (Luc. 2:52).

Da vida eterna (Juan 10:28).

Pudo morir (Rom. 5:8).

En El habita la plenitud de la Deidad (Col.2:9).

Tiene un cuerpo de carne y hueso (Luc 24:39).

(36) Concilio de Calcedonia - Wikipedia, la enciclopedia libre

(37) ¿Cómo puede Jesús ser Dios y hombre? | Desiring God

(38) Batalla Bautista, José Manuel. El verdadero SER de DIOS (El segundo testimonio nº 3) (Spanish Edition) (p.108-109). Edición de Kindle

(39) Ibid. p.110

(40) Ibid. p.110

(41) Ibid. p.110

(42) Ibid. p.110

(43) Ibid. p.111

(44) Ibid. p.112

(45) Ibid. pp.112-113

(46) Ibid. p.141

(47) Ibid. pp.148-149

(48) Ibid. p.149

(49) Ibid. p.149

(50) Ibid. p.149

(51) Ibid. pp.149-151

(52) Ibid. p.151

(53) Ibid. p.152

(54) Ibid. pp.152-153

(55) Ibid. p.153

(56) Ibid. p.157

(57) Ibid. pp.160-161

(58) Ibid. pp.210-232

(59) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>. ¿Jesucristo es Dios hecho carne?

(60) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>. ¿Qué es el Bautismo del Espíritu Santo?

(61) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>. ¿Subsisten en Jesús dos personas, divina y humana?

(62) Berkhof, Luis, Teología Sistemática, ps. 98-99. Grand Rapids, Michigan, 10/08/1949

(63) Ibid. pp. 99-100

(64) Ibid. pp. 100

(65) Ibid. p. 101

(66) Nota aclaratoria sobre la Trinidad económica, 062_jungel.PDF (seleccionesdeteologia.net)

(67) Berkhof, Luis, Teología Sistemática, pp. 53-54. Grand Rapids, Michigan, 10/08/1949

(68) Ibid. p. 54

 

 

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