Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Miscelánea

 

Carta de un veterano en la fe al joven Ulises

 
Versión: 03-04-2012

 

José Sánchez*

Estimado amigo Ulises:

Me dirijo a usted sin tener el placer de conocerle. Y lo hago, porque un amigo que tenemos en común, llamado Carlos Aracil, me ha escrito un correo en él que me exponía su problema, sugiriéndome que escribiera un tema sobre la doctrina de la predestinación bíblica. Por cierto que es un problema gravísimo para quien lo sufre, pero que tiene una solución facilísima, para aquellos que hemos superado ya esa etapa.

Este amigo me ha invitado a que escriba un artículo sobre el tema, que a usted tanto le aqueja, para publicarlo en Internet; pero resulta que yo nací en el año 1937, en medio de una guerra mal llamada civil, porque toda guerra tiene poco de civilizada, y menos aún cuando los contendientes son hermanos, padres, tíos etc., que se matan entre ellos.

Nací de padres pobres y que además pertenecían al bando de los vencidos, quienes solo por ese hecho tan trivial, en aquel tiempo, no tenían derecho a enviar a sus hijos a la escuela. Pero aunque hubiesen sido del bando vencedor, eran demasiado pobres como para que yo pudiera ir a una escuela, por lo que fue mi madre la que me enseñó a leer (de corrido); es decir, desconociendo las comas, los puntos y demás. También me enseñó a escribir, aunque, lo mismo que para leer, sin saber que había unas reglas para la escritura.

¿Qué quiero decirle con esto? Que me siento incapaz de escribir algo para mostrarlo por Internet donde lo pueden ver tantas personas como lo deseen, pues casi todas ellas se darían cuenta de mi falta de educación formal. Prefiero una carta personal, en la cual, la persona que la lea no mirará las faltas, sino el consejo que en ella hubiere, o la experiencia que en ella se reflejare ¿De acuerdo, amigo?

Desconozco lo que ustedes, (usted y Carlos), habrán hablado con anterioridad, solo conozco los párrafos de su correo que me ha enviado nuestro común amigo Carlos. Los cuales, a continuación voy a descomponer en frases para poder clarificar mejor mi respuesta.

Rogando al Señor, Dios Todopoderoso, e infinitamente Misericordioso, que me dé la sabiduría que no tengo para ayudarle a usted a salir del triste estado en que, al parecer, se encuentra, voy a comenzar. Usted dice:

“Tiene razón al decir que ya no soy el mismo, he cambiado bastante, me he convertido en un fundamentalista más que otra cosa; muchas veces me deprimo sabiendo que por lo poco que sé, seré juzgado;…” (Ulises)

Esto es muy buena señal, sí señor. El que usted reconozca que ha cambiado para mal; el que se deprima porque se sienta culpable, y el que tema al juicio de Dios, es muy bueno. Y como es demasiado bueno, por nada del mundo debiera deprimirse.

Solo tiene que mirar al mundo, tan lleno de pecadores, los cuales pecan sin sentir remordimiento alguno. Es más, pecan y desean seguir pecando. ¿Por qué sucede así? Porque solo el Espíritu de Dios es el que hace sentirse mal a aquellos a quienes Dios ha escogido para salvación. Como dice la Escritura, todos, (y al decir todos no deja a nadie suelto), desde el mismo momento en que nacemos, ya estamos espiritualmente muertos, puesto que como la vida espiritual fue perdida en el Edén por la desobediencia de Adán, este, a ninguno de sus descendientes se la pudo transmitir. Lo cual quiere decir, que el sentir remordimiento por haber hecho cosas malas solo es posible para quienes, (sin saberlo), han recibido la vida espiritual que no tenían. ¿De quien la reciben? De nadie que no sea el propio Dios, quien da vida a los muertos. Ahora a los muertos espirituales; y cuando venga el Señor Jesús, les dará vida a todos sin excepción, para hacer ese juicio tan temido por usted.

Más adelante usted dice:

“…y quisiera ya no saber nada más, sin embargo no sé por qué estoy siempre buscando por acá y  allá alguna otra información que llene ese medio vacío que hay en mi alma. A pesar que sé que Dios está allí, mirándome, siento tristeza e inseguridad;” (Ulises)

Usted dice que ya no quisiera saber más, pero que sigue buscando algo que le llene ese vacío que siente. Y que además siente tristeza e inseguridad, a pesar que sabe que Dios está allí, mirándole.

Y mi razonamiento es el siguiente: ¿Para qué le iba a mirar Dios, si usted no le importara? Y ¿para qué le está torturando a través de la tristeza y el remordimiento que usted siente, si no es porque le está llamando?

¿Acaso no es lo mismo que hizo conmigo, y lo mismo que ha hecho con tantos miles y millones de personas a las que ha llamado a salvación en toda la historia de esta tierra?

¡Anímese, hombre! Dios, el Espíritu Santo, no molesta a las personas que no le interesan. Él solo se interesa por aquellos por quienes Cristo murió, y a los que con Su muerte salvó. ¿O acaso cree usted que Cristo murió por aquellos que se perderán? ¡NO, amigo mío! Cristo murió por aquellos que serán salvos, y no por los que pecan sin sentir ningún temor de Dios.

Me pongo por ejemplo.  Yo, lo mismo que usted, también hice cosas de las que tuve que avergonzarme. Si ya nací espiritualmente muerto, y si mis pecados me llevaron aún más lejos de Dios, no pude sentir ningún remordimiento porque nadie me tocaba la conciencia y yo vivía tranquilo, pero… llegó el día en que Dios me dijo:

 “Amigo; te escogí para que fueses salvo desde antes del principio de los tiempos, y ha llegado el momento en que te llame para arrepentimiento. A partir de ahora, y hasta que se posesione en tu mente la certeza de que yo te escogí, no te dejaré tranquilo. Te atacaré con pensamientos de perdición hasta que llegues a conocer todo el amor que te tengo. Mira si te he amado, que todas tus culpas, esas que te alejaban de mí y que te llevaban a la muerte eterna, las he cargado en mi Hijo. El las ha cargado sobre sí y las ha pagado con Su propia vida. ¿No crees que eso es amarte mucho más de lo que tu puedas sentir?”

Pero esto lo he llegado a comprender después de bastante tiempo, aún sabiéndolo como lo sabía.

¿Y por qué dice usted que ha llenado por un tiempo su vida con cosas inmundas, y detestables para los ojos de Dios, y que teme, que en aquel día Dios le diga ''No te conozco, nunca te conocí''? ¿No recuerda, acaso, que San Pablo perseguía a los cristianos para encarcelarlos, enjuiciarlos con el mismo juicio que le hicieron a Cristo, para finalmente matarlos? ¿Le reprochó Dios alguna vez a Pablo su anterior comportamiento después de ser convertido a Él? NO, por cierto.

A las prostitutas, las que arrepentidas de su vida equivocada se acercaban a Él buscando la paz de espíritu, ¿a cuantas desechó? Yo no se que desechara a ninguna como candidata al reino de los cielos. Solo les decía que cambiaran de vida, puesto que sus muchos pecados ya estaban perdonados, pues Cristo los tomaba sobre sí mismo, para pagarlos en la cruz.

A uno de los ladrones que clavaron junto a Jesús, y que posiblemente era, no solo ladrón, sino violador y asesino, amen de otras cosas; cuando este pidió a Cristo que se acordara de él en el día del juicio, el único reproche que Jesús le hizo fue este: “Hoy te aseguro, que en ese día tú estarás conmigo en el paraíso”.   

¿Y este es el Dios al que usted tanto teme? ¿Será este el Dios que, después de llamarle con insistencia, le va a desechar? NO, y mil veces NO. Y Por favor, no le tema, sino ámele, porque Él le está llamando para que crea en Cristo como su Salvador personal, el cual nos dice, que ninguno de los que han creído en Él se perderá y Él, que es La Verdad, lo ha repetido hasta la saciedad.

Como ejemplo tomo unos pocos textos dichos por la propia boca de Jesús.

Juan 5:24-25:  De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.  (25)  De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.

 Aquí, el Señor está hablando de los muertos espirituales, a los que el Espíritu Santo ha dado vida espiritual, y por eso es que oyen a sus conciencias, las que les acusan para que busquen salvación, porque en el siguiente versículo 28 es donde habla de los que están muertos, pero muertos y enterrados.

Juan 5:28: No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29  y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

Cuando Jesús habla de “los que hicieron lo bueno …", no se refiere a los que han vivido una vida de perfección, puesto que nadie, excepto el Señor Jesús, ha vivido una vida tan pura como para que el Señor la considere como “hacer el bien”, sino que se refiere a todos aquellos/as, que hicieron el bien aceptando la salvación que Dios les da mediante la muerte de Cristo, puesto que la misma Biblia insiste en que no hay justo, ni aún uno.

Y de nuevo…   “pero ¿qué pasa si Dios no me eligió para ser salvo?” 

Si Dios no le hubiera elegido para salvación no le habría llamado, y por lo tanto, usted no tendría remordimiento de conciencia, ni se preocuparía de su salvación, ni le importaría lo que Dios pensara de usted, ni le importaría su futuro eterno.

Le repito; que toda esa angustia que usted siente es porque el Espíritu de Cristo le está diciendo que repase su vida, que se arrepienta de todo lo hecho, que clame a Cristo, (de todo corazón), para el perdón de sus pecados, (tal y como hizo el ladrón en la cruz), que crea que ya ha sido perdonado, y que salte de alegría por haber alcanzado, (por la gracia de Dios, y solo por Su gracia), lo que usted no se imaginaba, ni de lejos.

Ni usted, ni yo, ni nadie en toda la historia del mundo, ha hecho jamás el fruto del que habló Jesús, y del que usted se siente carente. Ese fruto es la obra que, mediante el Espíritu, los que hemos sido llamados y salvados, haremos. Pero eso viene después.

No tema ser rechazado por Cristo porque sus pecados hayan sido muchos y muy graves. El pueblo de Israel crucificó al Salvador, y por ese acto tan inicuo, deberían haber sido condenados todos ellos sin clemencia alguna.  Pero mire usted, que una vez resucitado Jesús, Pedro le predica al pueblo, y mediante una sola predicación, tantos como unos tres mil varones, sin contar a las mujeres, a los jóvenes, ni a los menos jóvenes, el Señor les llena del Espíritu para salvación. Ninguno de ellos se cuestionó si era un escogido, solo se gozaron en que lo eran, porque Jesús había muerto en lugar de ellos, por lo que ellos sentían que ya estaban libres y salvos.

Mire lo que dice el Señor:

Juan 6:37-40: Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.  (38)  Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.  (39)  Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.  (40)  Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Juan 6: 43-45: Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.  (44)  Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.  (45)  Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.   
Juan 6:64,65: Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. (65)Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre

El que usted sepa si es salvo, es decir, el estar totalmente seguro de si Dios le escogió desde antes del principio de los tiempos, no tiene tanta importancia como la que usted le da. Usted crea que es un pecador. Que está perdido y sin remedio porque su deuda no la puede pagar con nada. Pero viene Jesús, el que tanto le ama a usted, y le dice: “No temas, hijo mío. Descansa, porque yo he pagado ya todo cuanto debías. Ya no debes nada; estás limpio; vive feliz y esfuérzate en no pecar para que yo no sufra por ti, como hasta el presente he estado sufriendo”.   

Jesús dice que “Sus ovejas oyen Su voz”. ¿Acaso no está usted oyendo esa voz que le insta a que se arrepienta, a que pida el perdón que le será concedido sin tardanza, y a que disfrute de la paz que nos trae el saber que somos salvados, porque Alguien lo amó, “desde antes de la fundación del mundo?”.

Señor Ulises, mi hermano en Cristo. Si usted me lo permite, oraré por usted para que, finalmente, el Señor le conceda esa paz que sentimos todos cuantos nos hemos cobijado bajo la infinita bondad y misericordia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Amen.

Me despido de usted con un fuerte abrazo, y me pongo a su disposición para todo cuanto le pueda ser útil.

Suyo, en el tierno amor de Cristo, Señor de la vida.

José Sánchez. 

 

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Referencias bibliográficas

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

 

 

 

 

 

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