Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Soteriología

¿Cómo puedo saber si soy salvo?

 
Versión: 02-08-13

 

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

Estimado hermano Frank, permite que nos tuteemos. Muchas gracias por contactarme y confiarme tu problema.

"Hermano bendecido, cuando pueda respóndame; le soy franco yo creo en Jesucristo, pero solamente que no he sido perfecto y cada vez que lo intento siempre falto en algo; hay veces que me vienen tentaciones hacia la pornografía y la dejo por un largo periodo pero al tiempo se me presenta la misma tentación y caigo  ¿por qué eso?  ¿Será que es que no soy salvo? a veces dudo por mi humana condición y no me escondo por mi condición,  sino que sí me produce mucha culpa y autocondenación ¿cómo puedo saber que soy salvo? (Frank)

Primero de todo, decirte que nadie ha sido ni es perfecto. Aun después de haber sido regenerada nuestra vieja naturaleza, nuestro viejo hombre que debía haber sido crucificado junto con Cristo (Romanos 6:6), todavía permanece, aunque debilitado. Por eso, se nos insta constantemente a que  “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,  (23)  y renovaos en el espíritu de vuestra mente,  (24)  y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24).

Querido hermano, ¿por qué no seguir los siguientes preciosos consejos del apóstol Pablo:

Colosenses 3:5-17: Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;  (6)  cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,  (7)  en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.  (8)  Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.  (9)  No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,  (10)  y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,  (11)  donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.  (12)  Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;  (13)  soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.  (14)  Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.  (15)  Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.  (16)  La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.  (17)  Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

2. La vida pasada no debe ser un lastre si nos hemos arrepentido sinceramente y pedido el perdón a Dios.

El hecho de que tengas sentimientos de culpa y de que te autocondenes demuestra que tienes una conciencia sensible. La conciencia hay que educarla mediante la obediencia a la Palabra de Dios. Es natural, y buena señal, que cuando pecamos, nuestra conciencia nos acuse, entonces  “Si confesamos nuestros pecados, él [Cristo] es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

Un cristiano, que ha nacido de nuevo, también tiene tentaciones, como decíamos antes, de su viejo hombre; pero, ahora es capaz de vencerlas, porque el Espíritu Santo mora en nosotros y nos guía a toda la verdad (Juan 14:26; 16:13; Romanos 8:10-17); y se nos amonesta que “no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30). Ahora, ya no somos esclavos del pecado (Juan 8:31-36; Romanos 6), lo que quiere decir, que nuestra voluntad es libre de pecar o no pecar (1 Juan 3:5-10).

Por favor, medita en oración en estos textos:

1 Juan 3:5-10: Y sabéis que él [Cristo] apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.  (6)  Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.  (7)  Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.  (8)  El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.  (9)  Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.  (10)  En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

Romanos 8:9-17: Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.  (10)  Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.  (11)  Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.  (12)  Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;  (13)  porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.  (14)  Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.  (15)  Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!  (16)  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  (17)  Y si hijos, también herederos;(A) herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Hebreos 10:26-29: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,  (27)  sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.  (28)  El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.  (29)  ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?

3. ¿Cómo puedo saber que soy salvo?

Nunca debes pensar que no eres salvo. No te preocupe saber si Dios te eligió desde la eternidad para ser salvo. Esto es algo que nadie puede saber. Pero hay muchos detalles en la vida que nos están diciendo que somos hijos de Dios: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (17) Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Romanos 8:16,17).

Romanos 8:15-18: Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!  (16)  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  (17)  Y si hijos, también herederos;(A) herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.  (18)  Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

El hecho mismo que confieses que crees en Jesucristo como tu Salvador personal, ya es una buena señal de que Dios te ha elegido para la salvación, pero además ten en cuenta que Cristo dijo “al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Juan 6:37: Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

No debemos ignorar que Jesús también invita a todo el mundo a que “si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

Apocalipsis 3:19-22: Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.  (20)  He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.  (21)  Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.  (22)  El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El llamado de Dios es universal, y, por tanto, nadie está excluido, y mucho menos, debemos excluirnos de la salvación nosotros mismos, lo cual sería una absoluta insensatez. Pero debemos luchar con todas las armas que Dios pone a nuestro alcance, “toda la armadura de Dios” […] “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (Efesios 6:11-18), y ocupándonos de nuestra “salvación con temor y temblor” (Fil 2:12), pero confiando siempre en la infinita bondad y misericordia, sabiendo también que Dios aunque “…tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable…” ( Nahum 1:3).
 
Esta es la generosa y gratuita invitación de Dios a todo el que quiera, y tenga sed de justicia y amor: “el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17).

Apocalipsis 22:17: Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

La condición fundamental para ser salvo ya la cumples siempre que tu fe sea verdadera, es decir, que se ajuste, y que sea conforme a lo que arriba he escrito de la Palabra de Dios.

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…” (Hechos 16:31). Esta fue la respuesta que recibió el carcelero de Filipos cuando preguntó “¿qué debo hacer para ser salvo?”

Jesús le dijo lo mismo a Nicodemo:

Juan 3:16-21: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  (17)  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.  (18)  El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.  (19)  Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.  (20)  Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.  (21)  Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Querido hermano, Jesús le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. (6)  Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:5-6). Mi consejo es que te preguntes con oración si crees que has nacido de nuevo. Como puedes ver, la vida cristiana se inicia con el nuevo nacimiento.

Puesto que desconozco tu experiencia en la fe cristiana, debo empezar por el principio. El Espíritu Santo es el que nos hace nacer de nuevo mediante la Palabra de Dios: El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Santiago 1:18; ver también 1ª Pedro 1:22-25).

Normalmente, el proceso de conversión de una persona empieza, porque Dios nos llama al arrepentimiento. Entonces, si somos obedientes a Su llamado –reconociendo humildemente que somos pecadores, y que nada podemos hacer por nosotros mismos, es decir, con nuestras propias fuerzas para cambiar esta situación– acudiremos al único que puede salvarnos: Jesucristo.

Los cristianos creemos –como uno de los pilares de nuestra fe– que “…la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1ª Juan 1:7). Esto quiere decir, que cuando ejercemos fe auténtica en que Jesús murió por tus pecados, por los míos, y por los de todos los que acudan a Él con fe y corazón sincero (Marcos 10:45; Romanos 5:8-11;1ª Corintios 15:1-4; 2ª Corintios 5:21), nuestros pecados son perdonados, y somos declarados justos ante Dios (Romanos 3:24); porque creemos que Jesús ha cargado y llevado nuestros pecados sobre sí, y pagado con su muerte el precio de nuestro rescate, librándonos así de la muerte eterna que nos correspondía (Romanos 6:23; Hebreos 9:28; 1ª Pedro 2:24).

1 Pedro 2:24: quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

Pero no termina todo ahí, sino que ahora empieza la parte del creyente. Dios ya ha hecho Su parte –perdonarnos, justificarnos y darnos Su Santo Espíritu junto con una nueva naturaleza libre de la esclavitud del pecado. Sin embargo, Dios requiere, comúnmente, que obedezcamos Su Palabra y que hagamos confesión pública de nuestra fe, es decir, que testifiquemos públicamente que Cristo nos ha salvado, perdonando todos nuestros pecados (Romanos 10:8-11); el Bautismo por inmersión (Hechos 2:38,39) es un rito de obediencia a Dios, y prueba de que comprendemos que Él nos ha regenerado y dado una nueva naturaleza, al tiempo que también damos testimonio de nuestra fe en Cristo, y en su poder sanador. Medita en los siguientes textos:

Hechos 2:38-39: Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.  (39)  Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Romanos 10:8-11: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: (9)  que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.  (10)  Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.  (11)  Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

2 Corintios 5:17: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Tito 3:3-7: Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.  (4)  Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,  (5)  nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,  (6)  el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,  (7)  para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

Si tú, estimado hermano, crees firmemente que Cristo ha muerto por tus pecados, es decir, Él se ha puesto en tu lugar para recibir la muerte que tú merecías por tus pecados (Romanos 6:23), entonces, ante Dios, ya has sido justificado “gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,  (25)  a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Romanos 3:24-28).

Romanos 3:24-28:  siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,  (25)  a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,  (26)  con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.  (27)  ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.  (28)  Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.

Si de verdad crees en Jesucristo solo una cosa te falta: obedece Su Palabra, y la Verdad te hará libre, o sea, te librará del poder del pecado (Juan 8:31-36). Te recomiendo medites en todo el capítulo seis de Romanos, y también en el ocho. Yo solo te daré unos versículos de estos dos capítulos, pero mejor que los leas enteramente y medites con oración al Señor. 

Romanos 6:16-23: ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?  (17)  Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;  (18)  y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.  (19)  Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.  (20)  Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.  (21)  ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.  (22)  Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.  (23)  Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 8:1-17: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.  (2)  Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.  (3)  Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;  (4)  para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.  (5)  Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.  (6)  Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.  (7)  Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;  (8)  y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.  (9)  Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.  (10)  Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.  (11)  Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.  (12)  Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;  (13)  porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.  (14)  Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.  (15)  Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!  (16)  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  (17)  Y si hijos, también herederos;(A) herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Romanos 8:15-18: Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!  (16)  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  (17)  Y si hijos, también herederos;(A) herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.  (18)  Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Ocúpate solo de hacer el bien, y agradar a Dios. ¿Cómo se agrada a Dios? Confiando plenamente en Él, obedeciendo su Palabra, haciendo todas las cosas para Su honra y gloria, y siendo honrado, íntegro, auténtico y veraz en todo.

2 Pedro 2:9,10:  sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio  (10)  y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío.
 
2 Pedro 2:11-16: Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores,  (11)  mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor.  (12)  Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición,  (13)  recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores.  (14)  Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición.  (15)  Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad,  (16)  y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta.

2 Pedro 2:17-19: Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre.  (18)  Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error.  (19)  Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció.

4. Conclusión

La seguridad de la salvación consiste en creer que no viene por nuestras obras (Efesios 2:8,9; Romanos 5:1; Gálatas 2:16-21; Tito 3:5-7) sino por gracia por medio de la fe en Cristo, para que nadie se envanezca. Él nos ha salvado, y no depende de nuestras fuerzas. Por eso precisamente no podemos dudar, pues sería dudar del amor y del poder de Dios. Incluso, Él “estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:5; Romanos 5:8-11; etc.).

No basta con hacer una oración aceptando a Jesús. Es necesario obrar por fe. La fe se demuestra con las buenas obras (Santiago 2:17,18), pero obrando por fe. “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). No olvides nunca que has sido “justificado gratuitamente por su gracia (la de Dios), mediante la redención que es en Cristo Jesús.” (Romanos 3:24). Que has sido liberado de la esclavitud del pecado, y que ahora eres libre de elegir a quien quieres servir. Pero la vuelta atrás significaría que tu “postrer estado viene a ser peor que el primero” (cuando siendo pecador, aún no conocías la gran salvación en Cristo).

2 Pedro 2:20-22:  Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.  (21)  Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.  (22)  Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.

Querido hermano, a un no hemos “resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado” (Hebreos 12:4). Tomemos ejemplo de San Pablo: “antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias;  (5)  en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos;  (6)  en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero,  (7)  en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra;  (8)  por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces;  (9)  como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos;  (10)  como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. (2 Corintios 6:4-10)

Y sobre todo, vístete de toda la armadura de Dios (Efesios 6:11-19), y obra y piensa siempre como escogido de Dios que eres para la salvación en Cristo Jesús. Eres un hijo muy amado de Dios, por tanto, no lo olvides y no decepciones al Padre eterno.

Colosenses 3:12-17: Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;  (13)  soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. (14)  Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.  (15)  Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.  (16)  La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.  (17)  Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Esperando haberte podido ser de alguna ayuda, quedo a tu disposición para lo que pueda servirte.

 

Afectuosamente en Cristo.

 

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Referencias bibliográficas

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

 

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