Preguntas y Respuestas
Miscelánea
¿Cómo tomar decisiones agradables a Dios?
Versión: 02-07-13
Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Estimado hermano Gustavo, primero de todo, decirle que me alegra mucho que haya contactado conmigo. En segundo lugar, le agradezco sus amables palabras de elogio a mi web, y que calificara mis artículos publicados como “pedagógicos”. En tercer lugar, también me complace que me dijera que le gustó el artículo titulado “¿Qué simboliza el Árbol de la Vida?”.
Ahora voy a tratar de responder a sus interesantes reflexiones y cuestiones que me plantea, siempre contando con la ayuda de nuestro Señor y Dios.
Para ello necesito entender bien lo que usted me formula en sus siguientes comentarios:
"No sé si en la toma de decisiones personales que no tengan que ver con pecados (DECISIONES), también esté aún vigente para la vida de las personas, el tomar decisiones que tengan el respaldo y/o la voluntad y/o la obediencia de Dios (Árbol de la Vida) vs decisiones basadas solo en nosotros mismos y/o el conocimiento científico y/o el conocimiento humano del bien y del mal y/o conocimiento de otras personas (Experiencia). Mejor dicho, no sé si en la toma de decisiones cotidianas, esté aun involucrado todo lo relacionado con el comer de los dos árboles del jardín del Edén. Gracias" (Gustavo).
Al parecer, usted se pregunta si puede haber alguna relación entre la toma cotidiana de decisiones del ser humano con la decisión que tomaron Adán y Eva –antes de pecar, cuando estaban en el jardín del Edén– de comer del árbol prohibido, llamado “el árbol del conocimiento del bien y del mal” por Dios, en contraposición con “el árbol de la vida”.
Como es evidente, los nombres dados a estos árboles simbolizan” las dos posibilidades u opciones que Dios puso ante nuestros Primeros Padres: obedecer el mandato de Dios conducía a la vida eterna, representada por el árbol de la vida. Por el contrario, desobedecerle comiendo del árbol prohibido, significaba perder la inocencia y santidad con las que Dios les había dotado en la Creación, y llevaba irremisiblemente a la muerte.
Con alguna semejanza, los seres humanos desde que tenemos uso de razón nos enfrentamos diariamente a multitud de decisiones, que lógicamente tienen variadas consecuencias en nuestras vidas. Sin embargo, existe una notable diferencia entre la aptitud y habilidad para tomar decisiones que tenían Adán y Eva, antes de su Caída con la que tuvieron después de la misma.
En el cuerpo de este estudio bíblico que sigue a continuación, analizaremos las consecuencias del pecado original de Adán y Eva, en relación con la toma de decisiones cotidianas, y la forma de que ellas sean acertadas y convenientes para nuestras vidas, y, por tanto, agradables a Dios; pues Él desea lo mejor para nosotros, y que lleguemos a desarrollar todos los talentos, capacidades, aptitudes y habilidades, es decir, que alcancemos el ser que potencialmente es cada uno de nosotros desde que se nace, para “que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, (16) de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:15-16). Leámoslo también en algo de su contexto, para comprender mejor al apóstol Pablo, que nos está hablando.
Efesios 4:11-16: Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, (12) a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, (13) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; (14) para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, (15) sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, (16) de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
“Mas nosotros [los cristianos] tenemos la mente de Cristo”. Esto es lo que conseguirá cada cristiano que estudie, crea firmemente en la Verdad de la Palabra de Dios, y viva en unión con Cristo y su Palabra (Juan 15:4-12), coherentemente con lo que ha creído: "la mente de Cristo".
1 Corintios 2:10-16: Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. (11) Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. (12) Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, (13) lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. (14) Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (15) En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. (16) Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
2. Consecuencias del pecado original de Adán y Eva, en relación con la toma de decisiones cotidianas.
A partir del momento en que la Primera Pareja pecó se produjo una separación de Dios, y su naturaleza humana perfecta original, que le impedía obrar mal y equivocarse porque estaba en armonía con Dios, se degradó, de manera que, en adelante, su tendencia natural no iba a ser más hacia el bien, sino hacia el mal. Por tanto, desde entonces, Adán y Eva, la Primera Pareja, perdieron la capacidad y habilidad natural para hacer el bien, y con ellos, todos sus descendientes, entre los que nos encontramos usted y este humilde servidor suyo.
Evidentemente, Dios ha dotado a los seres humanos con un cerebro, mente y consciencia racionales e inteligentes, por tanto, capaces de pensar, razonar, sentir emociones y tomar decisiones, en base a que la consciencia, por medio de la función de la memoria, va acumulando todos los conocimientos y datos, de lo que somos, y de cómo concebimos el mundo y todo lo que nos rodea. Por tanto, nuestras decisiones dependerán mucho de todo el conocimiento y experiencia que poseamos, y no solo de eso sino de muchos factores más como, por ejemplo, lo fidedigno que sean los datos y conocimientos que hayamos adquirido, nuestro nivel de inteligencia, u objetividad, lo libre de prejuicios y de egoísmos que estemos, etc.
Lo cierto es que los seres humanos estamos muy limitados por muchos factores, en primer lugar, los derivados de la herencia genética, el entorno educativo y cultural en que hemos vivido, pero sobretodo, por la personalidad desarrollada, conocimientos y experiencias adquiridas, etc.
No obstante, aun el ser humano mejor dotado en todos los sentidos no puede saber de antemano cuál sería la mejor decisión a tomar en cada momento de su vida; por ejemplo, ¿a qué me dedicaré? ¿Cuál será la pareja con la que podría ser más feliz?, etc. Esto ocurre porque somos imperfectos, nuestras motivaciones son egoístas, y el futuro es impredecible, pues no sabemos lo que nos va a deparar la vida.
Por tanto, las falsas creencias, el desconocimiento de uno mismo, de los demás y del mundo en que vivimos son importantes hándicaps y obstáculos para tomar decisiones acertadas. Cuando digo “falsas creencias” no me estoy refiriendo solo a las religiosas, que son las que más pueden influir negativamente en nuestras vidas, sino también a las psicológicas derivadas de los prejuicios, de una educación errónea y de una visión deformada del mundo en que nos ha correspondido vivir.
Existen millones de personas en este planeta que van sin rumbo porque no conocen el propósito de Dios para sus vidas, y que no saben de dónde vienen ni adónde van. Constantemente toman decisiones contradictorias, y frecuentemente se fijan objetivos erróneos o que no les convienen, o que son ilícitos, o no adecuados a sus talentos y habilidades, o demasiado ambiciosos, etc.
3. La solución a todos los problemas del ser humano está en Cristo. Necesitamos conseguir “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:10-16).
1 Corintios 2:10-16: Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. (11) Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. (12) Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, (13) lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. (14) Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (15) En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. (16) Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
La desorientación y falta de propósito de la vida que tienen los que todavía no han conocido y experimentado la bondad de Dios, no deberían sufrirlas los cristianos, que practican una verdadera relación con Dios, basada en la oración, estudio y obediencia diarios a Su Palabra.
Cuando cualquier persona es convertida por el Espíritu Santo, por medio de Su Palabra, nace de nuevo (Juan 3:5; 5:39: 17:17; Santiago 1:18; 1ª Pedro 1:22-25), y de ahí en adelante, el Espíritu Santo mora en él (Hechos 2:38-39; 1ª Corintios 3:16; 6:19; Efesios 1:13-14) y le guía a toda la verdad (Juan 16:13). A partir de ese momento “el justo por la fe vivirá” (Romano 1:16-17), y experimentará en su vida que el Evangelio, “es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”.
Romanos 1:16-17: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (17) Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
La salvación no es solo algo que parece abstracto, pero que, sin duda, obtendremos en un futuro más o menos lejano cuando sea restablecido el Reino de Dios en el Paraíso celestial o en la Tierra nueva y los Cielos nuevos; sino que la salvación consiste en caminar día a día con Dios, “como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; (11) fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; (13) el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, (14) en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1:10-14).
4. Conclusión
Querido hermano Gustavo, Dios nos ha dado conocimiento, entendimiento y razón para que tomemos decisiones, pero todos somos imperfectos, falibles, y aun los mejores dotados, que tienen aparentemente las mejores capacidades, habilidades, conocimientos, información, datos etc., pueden fácilmente equivocarse y cometer grandes errores. Por eso, es necesario una relación con Dios fructífera que nos lleve al conocimiento de Él, de nosotros y de los demás, y del objetivo o propósito de nuestra vida. Y esto no es incompatible en absoluto para que hagamos uso de todo el entendimiento, razón y conocimiento que Dios nos ha dado o que la ciencia y la información disponible nos han proporcionado. Ambos extremos deben conjugarse, y para ello siempre es conveniente consultar con Dios.
El propósito de nuestra vida es llegar a ser lo que Dios ha determinado que seamos, de acuerdo con las características personales y talentos que Él ha dado a cada uno. De ahí que todo, absolutamente todo –las cuestiones, asuntos, problemas, decisiones con los que nos enfrentemos– se haya analizado fríamente, con nuestra razón, teniendo en cuenta toda nuestra experiencia, información y conocimientos de que dispongamos a nuestro alcance, una vez que lleguemos a una conclusión, ésta se debe poner en oración en las manos Dios, antes de ejecutarla, y esperar algún tipo de respuesta de su parte. La decisión final de todo lo que hagamos en esta vida resultará más adecuada y ajustada a la voluntad de Dios solo si contamos con Él para la misma, con su beneplácito, pero siempre lo que decidamos deberá estar de acuerdo con la Palabra de Dios y con su Espíritu.
Sin embargo, no podemos esperar que Dios respalde nuestras decisiones cuando ellas contravienen el espíritu y los principios de Su Palabra. Al respecto, el apóstol Pablo, nos da unos consejos que nos pueden ayudar a tomar decisiones que agraden a Dios, que son las que edifican, y no buscan egoístamente solo nuestro propio bien sino el del otro, o el de los demás. (1 Corintios 6:12-13; Cf. 1 Corintios 10:23-24).
1 Corintios 6:12-13 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
1 Corintios 10:23-24 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. (24) Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
Por otro lado, siempre, en todo lo que decidamos hacer, hemos de procurar que nuestros hermanos débiles en la fe no se puedan sentir afectados negativamente.
1 Corintios 8:11-12 Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. (12) De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.
Por lo tanto, “sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
Filipenses 4:4-9: Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (5) Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. (6) Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (7) Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. En esto pensad. (8) Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (9) Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.
Y si actuamos por fe y para fe, tengamos siempre presente, no dudando jamás que “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Esperando haber sabido comprender su comentario y, haberle ayudado en algo, me despido, quedando a su disposición en lo que pueda servirle.
Afectuosamente en Cristo.
Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com
Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com
Referencias bibliográficas
* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
Abreviaturas frecuentemente empleadas:
AT = Antiguo Testamento
NT = Nuevo Testamento
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