Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Miscelánea

 

¿Cuál es la interpretación correcta de la Biblia?

 
¿Tiene sentido la Biblia sin la Tradición?
 
Versión: 06-04-2012

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

Estimado Andrés, primero de todo, agradecerte que, a pesar de tu evidente disentimiento con lo que escribo, sigas leyendo mis artículos. Lo cual me alegra y me hace sentir bien aunque me deja un sabor agridulce o ligeramente amargo; no sé exactamente cómo es, pero me entristece no saber expresarme mejor para que dejara de haber ese abismo que parece que nos separa.

El último correo tuyo que he recibido, el de ayer, al que estoy respondiendo en estos momentos tiene la sabrosa extensión de más de dos páginas. Sin embargo, me pides las siguientes dos cosas que son muy difíciles que yo pueda cumplir:

“No me hagas un escrito largo porque no lo leeré. Si me dices que estás o no de acuerdo, hazlo sucintamente y lo leeré y te responderé. No me respondas con la Biblia en la mano, sino con el corazón”. (Andrés).

Quizá, si me lo propongo podría ser breve pero a costa de ser lacónico y de dejar sin respuesta partes importantes de tu correo. Pero dejar la Biblia a un lado, creo que no va a ser posible, pues en el fondo no estamos hablando de discrepancias personales, sino de cuál es la interpretación correcta de la Sagrada Escritura, y de si cualquier persona tiene el derecho y el deber de estudiarla, interpretarla y obedecerla como una guía y manual para su vida, con independencia de la interpretación católica; la cual no tiene todo el mundo por qué respetar, asumir y aceptar como la única interpretación verdadera, y mucho menos porque esté avalada por la Tradición católica, pues ello no es ninguna garantía de verdad sino por el contrario se ha demostrado que ha sido fuente de multitud de erróneas y espurias interpretaciones. Esto es lo que parece desprenderse de tus dos siguientes párrafos y de otros que citaré más adelante:

“Releo tus comentarios y publicaciones y respuestas a la gente que te escribe y veo que tu propuesta sigue siendo la misma: extraer de la Biblia lo que a ti te parece que explica cada una de las situaciones que se te presentan y proponerlo como verdad.

“Me pregunto nuevamente, ¿quién puede estar tan seguro de que su interpretación de la Biblia es correcta? O, dicho de otra manera, ¿quién te dice que a lo mejor te estás equivocando groseramente en tus interpretaciones? Tú dices que es la gente que te escribe y te dice cosas complacientes la que te da la pauta de que tu camino es correcto. Pues veo que no soy el único que piensa de manera diferente. No entraré en los dichos de otra gente que te escribe, pues no es mi intención y van por otro sitio. (Andrés).

Voy a tratar de responder a tus dos preguntas anteriores como me pides –“sucintamente”–, a las objeciones que me haces sobre que la Biblia sin la tradición no tiene sentido, y a lo que afirmas de que solo los eruditos están capacitados para entender correctamente las Sagradas Escrituras, y que, por tanto, a los demás mortales no les queda más remedio que aceptar lo que los instruidos dicen sin rechistar.

1. ¿Quién puede estar tan seguro de que su interpretación de la Biblia es correcta?

Todo aquel en quien mora el Espíritu de Cristo (Romanos 8:9-16), y busca con sinceridad y oración hacer la voluntad de Dios.

Romanos 8:14-17: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.  […] (16)  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  (17)  Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Por tanto, la primera condición es que uno sea templo del Espíritu Santo (1ª Corintios 3:16; 6:19; Efesios 2:21), y la segunda condición es estudiarla sin ideas preconcebidas, es decir, sin querer hacer decir a las Sagradas Escrituras, lo que no afirman. La tercera hacerlo con sinceridad de propósito y con humildad. Y sobre todo creer que ellas son Palabra de Dios.

1ª Tesalonicenses 2:13: Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

Como declara san Pablo a Timoteo, todo cristiano que se precie debe aceptar que “las cuales [las Sagradas Escrituras] te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.  (16)  Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  (17)  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2ª Timoteo 3:15-17).

La Biblia se debe interpretar a sí misma. No tratar de que los textos bíblicos digan lo que queremos que expresen sacándolos de su contexto; sino que sean otras partes de la Biblia las que corroboren o desmientan la veracidad de su interpretación. Como dice San Pedro en el siguiente texto:

2ª Pedro 1:19-21: Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;  (20)  entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,  (21)  porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

“¿Quién te dice que a lo mejor te estás equivocando groseramente en tus interpretaciones?”

¿Acaso eres tú mismo el que estás diciendo que me estoy “equivocando groseramente en mis interpretaciones”? Demuéstralo, pero de la forma que a ti no te gusta, con la Biblia en la mano, y si así lo haces, humildemente aceptaré mi error, pero hazlo empleando textos bíblicos y no tus propios o ajenos argumentos.

Como dije arriba, la Biblia se debe interpretar a sí misma. Yo puedo equivocarme, pero la Biblia es inerrable. Por ella seremos juzgados (Romanos 2:16), “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12).

En mi respuesta anterior del 22-03, que titulé –“¿Qué debemos entender por humildad?”–, te decía que “Para muchísimos lectores de mi Web soy humilde, y mi trato a los demás es desde la humildad, y me dicen además que mis estudios se ajustan muy bien a la Biblia”. Sin embargo, tú tergiversas mis palabras cuando declaras lo siguiente:

“Tu dices que es la gente que te escribe y te dice cosas complacientes la que te da la pauta de que tu camino es correcto. Pues veo que no soy el único que piensa de manera diferente”. (Andrés)

Esto es una manipulación evidente de lo que dije, pues si yo dependiera de mis lectores para tener la seguridad de que voy por buen camino estaría perdido, pues debería estar cambiando cada vez que cualquiera discrepase de mis interpretaciones de la Biblia, y nunca estaría seguro de la correcta interpretación de la misma. Mis lectores, querido Andrés, no me dan ninguna pauta; la única pauta es estudiar las Escrituras, aceptando lo que el Espíritu Santo nos está diciendo mediante las mismas. Por tanto, que seas tú el único que piensa diferente o un millón como tú o una mayoría no debería ser óbice para que uno renunciara a sus convicciones. Seguro que no eres el único que piensa distinto de mí. Pero ¿qué me quieres decir con eso? ¿Acaso dudas de que son muchos más los que concuerdan que los que difieren de mi interpretación de la Biblia?

3. ¿Tiene la Biblia sentido en sí misma sin depender de la Tradición?

Querido Andrés, hablas de Lutero en unos términos que no se corresponden con los hechos históricos de su vida y obra. Quizá deberías documentarte mejor y leer algunas de sus obras más famosas antes de afirmar lo que transcribo a continuación:

“Lo que sí quiero decirte es lo siguiente. Un día, un ser humano como tú y como yo, llamado Lutero, decidió que la cosa, como estaba, no iba más. Se salió de una línea (buena o mala) y desvió su camino. Este hombre dijo que, quien lo siguiera, de ahora en más, podría leer e interpretar la Biblia según bien pudiera, en función del Espíritu Santo que mora en él.” (Andrés)

En primer lugar, Lutero nunca dijo eso exactamente. Jamás dijo que había que seguirle a él como hacen los católicos con el Papa. Por el contrario, él dijo que sobraba toda la Tradición, y bastaban solo tres cosas: “la sola Biblia, la sola Fe, y la sola Gracia”. Doy por supuesto que sabes el alcance y el significado de esas tres cosas fundamentales para el cristiano; y también que eres consciente de la valentía que supuso enfrentarse al Papa en aquellos tiempos en que imperaba su ley, porque a los que disentían se les juzgaba por la Inquisición, obligándoles, mediante torturas, a su rectificación, so pena de ser atormentados y ejecutados con la muerte horrible en la hoguera con aquellos famosos “Autos de fe”.

Querido amigo, Lutero fue el artífice de la gran Reforma Protestante, aunque hubo muchos que le precedieron, como Juan Wyclef (1324-1384), en Inglaterra, y Juan Huss (1369-1415), en Bohemia (actual República Checa), y otros que le secundaron, como Juan Calvino en Francia y Ginebra (1509 – 1564).

Por otro parte, por poco que indaguemos en la Historia, encontraremos grupos de cristianos en distintas partes geográficas, como los denominados “valdenses”, grupos perseguidos por la Iglesia católica que surgieron desde el siglo IV, cuando el emperador Constantino dio poder político a la Iglesia de Roma; los cuales se tuvieron que refugiar en las montañas, y que sobrevivieron hasta el Siglo XVI, siglo de la Reforma Protestante. Ellos mantuvieron desde los primeros siglos de la era cristiana hasta Lutero la pureza del Evangelio exento de las contaminaciones producidas por la Tradición, la cual tanta importancia le das, y tanto aprecias tú como católico que pretendes ser, aunque no lo seas de hecho.

Sin embargo, en eso eres un excelente católico, pues la sigues defendiendo como si la Revelación del Evangelio que se produjo enteramente en el siglo I d.C., hubiera dependido de, o tuviera algo que ver con, la Tradición que se originó en los posteriores siglos de nuestra Era. Así lo expresas en el siguiente párrafo.

“Tú has dicho que crees por ello en la sola Biblia y no quieres ver que la Biblia tiene sentido si viene asociada a una Tradición (que es la que decidió que unos escritos eran inspirados y por tanto "Palabra de Dios" y que otros escritos no eran aceptados unánimemente en las comunidades y por tanto considerados apócrifos y descartados). Tampoco aceptas que esa Tradición es la que sigue la línea de interpretación aceptada pues ha sido exegéticamente estudiada y no es lo que cada uno piensa libremente sino que se remonta a una Tradición en continuo caminar hacia la Verdad Total, como dijo Jesús”. (Andrés)

Creo haber tratado esta objeción –de que debemos a la Tradición el reconocimiento de cuáles libros son inspirados y cuáles apócrifos– en alguno de los artículos que escribí y que acordamos llamar “Debate interreligioso”, que son los que enumero a continuación:

Debate interreligioso 1: Biblia vs. Tradición
Debate interreligioso 2: Doctrinas no bíblicas fruto Tradición
Debate interreligioso 3: Justificación "paulina" vs. Evangelio

No voy, pues, a volver a repetir los mismos argumentos. Solo reafirmarme con lo que dije en los citados artículos, y que ahora voy a tratar de resumir en pocas palabras.

El Nuevo Testamento (NT) estuvo terminado y completado antes de finalizar el siglo I de nuestra Era, y no necesitó de la Tradición en absoluto, pues los cristianos primitivos conocían o bien personalmente o de oídas a los autores del mismo. Por tanto, no existieron dudas en cuanto a su inspiración Divina. La Tradición vino más tarde con las interpretaciones varias de los llamados “Padres de la Iglesia” que se fueron acumulando y añadiendo a la pureza primigenia del NT o del Evangelio. La corrupción y depravación a que llegó la jerarquía católica todo el mundo que quiera puede conocerla, porque está en la Historia. A eso llevó la famosa Tradición, y ahora inconcebiblemente aún existen muchos, entre ellos, mi amigo Andrés, que pertinazmente intentan defenderla a capa y espada, con tal de no doblegarse ante la Palabra de Dios.

Sigues escribiendo:

"Lutero, un hombre común, dice que uno debe interpretar la Biblia según él mismo y para ti eso sí es válido. Una Tradición entroncada en Abraham, Moisés (precursores) y la comunidad en torno a Jesús, intenta demostrar el verdadero sentido de los textos, y eso no te vale. Allí está el kit de la cuestión. Y el porqué de mi insistencia. Y mi insistencia no es para que dejes de pensar como piensas, (eres totalmente libre), sino para que dejes de pensar que lo tuyo vale por sobre lo que piensan los demás. Uno es humilde cuando acepta que otros puedan tener razón. Toda una Tradición es más creíble que cada persona deduciendo e interpretando ella misma". (Andrés)

En primer lugar, no sé que quieres dar a entender con calificar a Lutero de “un hombre común”. Lutero fue un ser humano extraordinario por sus muchas cualidades morales, inteligencia, bravura y erudición, sin que eso signifique que haya que elevarle a los altares y llamarle “Su Santidad” o “Padre Santo” como hacen los católicos con el Papa, cuando ese título solo le corresponde a Dios. Si lo que tratas es de menospreciarle calificándole de hombre ordinario, uno más, uno del montón que no ha influido en la historia de la humanidad, te equivocas absolutamente y no tienes un juicio imparcial de la historia.

La Tradición cualquiera que sea, en tanto en cuanto contradice a la Biblia que es la Palabra de Dios, ya no es válida. Las Sagradas Escrituras tienen toda la autoridad y no la Tradición que debe sujetarse y someterse a ellas. Vuelves a  cuestionar mi humildad, porque sostienes que yo no acepto estar equivocado y que otros puedan tener razón. En mi anterior artículo citado arriba, en el que traté sobre qué debemos entender por humildad, creo que ya expuse argumentos en defensa de mi humildad y contra ese equivocado concepto que tienes de mí.

Además te equivocas al referirte a mí como sí yo interpretara la Biblia de forma personal, cuando en realidad mi interpretación bíblica está en concordancia con la de millones de creyentes cristianos que conforman el mundo evangélico. Si yo estoy equivocado, también lo estarán todos esos millones de personas, que para ti también carecerán de humildad pues no reconocen los postulados de la Iglesia papal. No obstante, estoy abierto, y no me cansaré de repetirte que estoy dispuesto a que me muestres con la Biblia en la mano mis errores. Cuando me demuestres mi error de forma fehaciente y yo no lo reconozca, entonces podrás decirme que no tengo suficiente humildad para ello.

Si para ti –“Toda una Tradición es más creíble que cada persona deduciendo e interpretando ella misma”–, para mí no lo es. Mientras sigas amparándote en la autoridad de la Tradición en menoscabo de las Escrituras no habrá acuerdo posible entre los dos. Solo espero que respetes mi punto de vista como yo lo hago con el tuyo sin hacer juicios personales.

Respeto mucho lo que dices a continuación aunque como ya te he explicado no lo puedo compartir todo:

"Estaré de acuerdo en que puedas pensar que la organización jerárquica no democrática de la iglesia católica no venga de Jesús. Estaré de acuerdo en que el Papa es uno más en este mundo. Estaré de acuerdo en que muchas decisiones de la jerarquía eclesiástica no responden al sentir del pueblo religioso y por lo tanto no pueden venir de Dios. Pero el trabajo de interpretación de la Biblia se ha hecho, se hace y se seguirá haciendo muy seriamente en la iglesia católica, siguiendo las más variadas técnicas pero con un mismo espíritu, a tal punto que todo versículo de la misma tiene un estudio y una interpretación adecuada, aunque nunca acabada mientras estemos en camino hacia la Verdad Total. Pero sí, seria y en armonía con la fe, consensuada por hombres de fe". (Andrés)

A continuación vuelves a insistir en que los creyentes no versados en los idiomas antiguos –hebreo y griego–  y en multitud de ciencias auxiliares, no están en condiciones de entender la Biblia de acuerdo a como se lo dé a entender el Autor de la misma, el Espíritu Santo, sino que necesariamente todos deberíamos ser eruditos para atrevernos con las Sagradas Escrituras. En fin, nada nuevo, esto es lo que ha hecho la Iglesia católica desde Constantino en adelante, mantener al pueblo en la ignorancia y hacerle creer lo que le interesaba para tenerlo siempre sometido a sus arbitrios, y mandar a la Inquisición cuando alguien se desviaba de la interpretación oficial.

Lo siguiente finaliza tu escrito:

“Lo que humildemente pienso que te falta a ti es aceptar que puedes hacer una hermenéutica, es decir explicar con la Biblia una aplicación actual a un problema concreto de la vida (lo que hacen los curas en sus homilías, los catequistas, etc.) pero no pretender desentrañar el sentido intrínseco y original que le dieron a los escritos los escritores bíblicos porque deberías, para empezar, estudiar los idiomas bíblicos (la Biblia debe estudiarse en su idioma original), y todas las ciencias auxiliares que te nombré en un correo anterior. Como nadie sabe todo ello a la vez, entre muchísimas personas van haciendo conjeturas, avances, pre-supuestos hasta que se llega a una interpretación acorde, plausible, la mejor que se puede dar hasta ese momento. Otro estudio posterior arrojará más luz, y así iremos creciendo todos.

Amigo mío: con todo mi aprecio, creo que tu esfuerzo es loable pero los resultados son solamente la deducción de una sola persona que, como Lutero, pretendió tener la Verdad. Sigue esforzándote, pero acepta que tus conclusiones seguirán siendo eso, tus humildes conclusiones, que mayormente te servirán a ti, pues otra persona, con otros conocimientos, otros estudios, otra cultura, es un universo diferente y no tiene porqué adaptarse y aceptar como válido lo que tú le interpretes.

Un abrazo grande y feliz semana santa.”

Andrés

4. Conclusión

Querido Andrés, he llegado a la parte final de tu escrito, creo que están suficientemente claras tu postura y la mía. Además no debo extenderme mucho pues me expongo a que cumplas tu amenaza de no leerme, y eso me “traumatizaría”; perdóname la ironía. Ahora, en serio, he de reconocer que me agrada que lean lo que escribo, y sobre todo que me hagan comentarios aunque sean críticos como los tuyos. Los agradezco, y tomo buena nota de ellos, y si tienen razón, soy humilde para aceptarlos y rectificar. Nunca he pretendido, como tú dices, tener la Verdad. La Verdad es Cristo, y está en la Biblia sola, sin la Tradición (Juan 14:6; 17:17). La Biblia tiene toda la autoridad porque fue inspirada por el Espíritu Santo, y no necesita en absoluto de la Tradición para ser completa. Es más, Jesucristo amonestó a los fariseos por obedecer y seguir la tradición y “las doctrinas de hombres” antes que los mandamientos de Dios (Mateo 15:3; Marcos 7:5-9; Colosenses 2:8).    

Mateo 15:3: Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?

Marcos 7:5-9: Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?  (6)  Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. (7) Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. (8)  Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. (9) Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

Colosenses 2:8: Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.

Como ya he dicho hasta la saciedad nunca he hecho una interpretación privada, particular o personalista de las Sagradas Escrituras, sino que es la de millones de creyentes cristianos que leen, estudian, aceptan y obedecen humildemente todo lo que mandan las Sagradas Escrituras, a los cuales no les afecta en nada la tradición de los hombres.

De ninguna manera puedo aceptar tú afirmación que para entender la Palabra de Dios haya que estudiar idiomas, y no sé cuantas ciencias auxiliares más. La Sagrada Escritura es para todos, especialmente para los humildes, sencillos, sinceros y pobres de espíritu; entendiendo por estos últimos los que reconocen humildemente su pecaminosidad, vulnerabilidad y carencias de todo tipo. Claramente la Palabra afirma que “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes” (1ª Pedro 5:5). Por lo tanto, solo se beneficiarán de ella los humildes que acepten su inspiración y su autoridad por encima de toda tradición.

Soy consciente de que en algunos párrafos me he dejado llevar por el corazón, pero es lo que tú me pedías en tu escrito. Sin embargo, la Palabra de Dios nos amonesta para que filtremos, depuremos y controlemos los sentimientos mediante la razón, y que no nos dejemos engañar por ellos, pues no es de sabios.

Jeremías 17:9: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?

Tampoco he pretendido jamás que los que me lean crean a pies juntillas y acepten como válido todo lo que escribo. Mi propósito es dirigirlos a la Santa Biblia donde se encuentra la Verdad que nos hará libres (Juan 8:31), y la liberación del egoísmo natural que todos poseemos y de todo pecado; y que solo allí hallarán palabras de consuelo, de vida eterna, de salvación y de solución para los grandes problemas de la humanidad. Además, “…el Evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree…” (Romanos 1:16).

Todo cristiano es renacido, o sea transformado por medio de la Palabra de Dios (1ª Pedro 1:13-25; Santiago 1:18, 21-23). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5:17). Desde ese momento el Espíritu Santo habita en el creyente (Efesios 1:13-14), y “Su fruto es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” (Gálatas 5:22-26).

Efesios 1:13-14: En él [Cristo] también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,  (14)  que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Gálatas 5:22-26: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,  (23)  mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.  (24)  Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.  (25)  Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.  (26)  No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

 

 

Bendiciones

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Referencias bibliográficas

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

 

 

 

 

 

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