Preguntas y Respuestas
Miscelánea
¿Deben los cristianos dar el diezmo de sus ingresos a sus iglesias?
Versión: 16-10-13
Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Querido hermano Mario, gracias por tener ese buen concepto de este humilde servidor que solo trata de hacer la voluntad del Señor, obedeciendo en todo lo que puede Su Palabra, en la medida que Él mismo se la da a entender. Expongo a continuación el escrito que usted me envió:
“Que la paz de mi Señor Jesucristo esté en ti querido hermano, es un placer contar con usted para dudas ya que usted posee mayor sabiduría que yo. Mi duda querido hermano es la siguiente: Diezmos!!!
Hoy en día la mayoría de todas las congregaciones lo piden; algunas como requisito y otras como NO requisito, en lo personal no lo practico porque creo firmemente que es parte de la ley y ahora estamos bajo la gracia y en ella hay libertad del yugo de la ley.
Ahora, como gentil que era, nunca fui parte del pacto con Israel y ajeno a sus promesas, ahora creo en Jesús, formo parte de un nuevo pueblo para una nueva nación con promesas que son solo para la fe.
Espero no ser de mucha molestia para usted pero me gustaría conocer una explicación con criterio como la suya.
Gracias por su tiempo hermano y Dios te bendiga".
(Mario)
Estoy de acuerdo con lo que me ha escrito. El plan de Dios para el sostenimiento y la obra de Su Iglesia nunca se basó en los diezmos sino solamente mediante ofrendas voluntarias, pero no para pagar los sueldos de los pastores, sino para ayudar a los hermanos más necesitados. Nunca fue intención de Dios que las iglesias fueran pastoreadas por asalariados, sino por “ancianos”, que ganaban su sustento y el de su familia por medio de su trabajo secular, y luego dedicaban su tiempo libre y experiencia a la iglesia, sin percibir remuneración fija o regular alguna. Veamos unos cuantos textos para probar lo aseverado anteriormente.
Hechos 14:23: Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
Hechos 15:6,22: Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. […] (22) Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos;
Hechos 16:4: Y al pasar por las ciudades, les entregaban las ordenanzas que habían acordado los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las guardasen.
Hechos 20:17: Enviando, pues, desde Mileto a Efeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia.
Hechos 21:18: Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos;
1 Timoteo 5:17: Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.
Tito 1:5: Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé;
Santiago 5:14: ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
1 Pedro 5:1: Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:
Otra cosa muy distinta es que la iglesia dé ofrendas para evangelizar o subvencionar a personas especializadas en la predicación, pero el objetivo de estas campañas, por lo general, nunca son los cristianos, sino los incrédulos y no convertidos. Los que deben dirigir y ministrar las congregaciones locales nunca fueron los pastores asalariados sino “ancianos”, que ganaban su “pan” o sustento diario en trabajos seculares, y luego dedicaban su tiempo libre a la organización y dirección de la iglesia. Y San Pablo nos describe las características y cualidades que necesariamente debían reunir cada uno de ellos: “que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. (7) Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, (8) sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, (9) retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.” (Tito 1:6-9; Cf. 1ª Timoteo 3:1-13).
A continuación le doy mi interpretación bíblica con respecto a la ley del Diezmo que se circunscribe y se limita al Antiguo Testamento, y que no tiene ninguna vigencia en el Nuevo Testamento.
2. ¿Estamos los cristianos obligados a dar el diezmo de nuestro salario a la Iglesia?
La ley del diezmo, es decir, la obligación de diezmar o dar la décima parte de las cosechas o de la producción ganadera fue dada por Dios en el Antiguo Testamento (AT) solamente a Israel (Dt. 14:22; 26:12; 1 Samuel 8:15; etc.), a fin de sostener la tribu de Leví (Núm. 18:21; Nehemías 10:37; Hebreos 7:5,9; etc.), cuya misión era participar en el sacerdocio, y mantener todos los servicios del Tabernáculo primeramente, y posteriormente del Templo.
En ningún pasaje del Nuevo Testamento (NT) se recoge esta ley como obligatoria para los cristianos, por lo que se entiende que finalizó con la muerte y resurrección de Cristo, de igual manera que ocurrió con el resto de leyes civiles, ceremoniales, etc., que tuvieron vigencia exclusivamente en el Antiguo Pacto (Hebreos 7:12, 18; 8:13; etc.).
Además, en nuestros días esta ley no tendría ningún sentido porque la Iglesia de Cristo no debe estar liderada por sacerdotes, ni por pastores, sino que todos sus miembros forman el Cuerpo de Cristo, cuya única Cabeza es Cristo, y todos sus miembros “sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
En la Iglesia cristiana primitiva se recogían ofrendas voluntarias para los pobres o para los hermanos más desfavorecidos (Romanos 15:26; 1 Corintios 16:1-2). No hay ningún caso que se hable de diezmo. No obstante, tanto Jesús (Mateo 10:10; Lucas 10:7) como San Pablo (1ª Corintios 9) apoyan que “los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1ª Corintios 9:14). Pero en ningún caso, en el Nuevo Testamento se establece obligación de que los cristianos diezmen sus ingresos para sostener la obra de predicación encomendada a la Iglesia de Cristo.
Cada cual, pues, dará ofrendas ya sea para los pobres, las necesidades de la Iglesia o la predicación del Evangelio, según Dios ha dispuesto en su corazón, o según sus posibilidades: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 8:1-24). Recomiendo leer, los capítulos ocho y nueve de la segunda epístola a los Corintios para un mejor entendimiento y ampliación de este tema.
La ofrenda para los santos
2 Corintios 8:1-24: Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; (2) que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. (3) Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, (4) pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. (5) Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios; (6) de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia. (7) Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia. (8) No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, también la sinceridad del amor vuestro. (9) Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. (10) Y en esto doy mi consejo; porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado. (11) Ahora, pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que como estuvisteis prontos a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tengáis. (12) Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene. (13) Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, (14) sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad, (15) como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos. (16) Pero gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros. (17) Pues a la verdad recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia voluntad partió para ir a vosotros. (18) Y enviamos juntamente con él al hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias; (19) y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad; (20) evitando que nadie nos censure en cuanto a esta ofrenda abundante que administramos, (21) procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres. (22) Enviamos también con ellos a nuestro hermano, cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces en muchas cosas, y ahora mucho más diligente por la mucha confianza que tiene en vosotros. (23) En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias, y gloria de Cristo. (24) Mostrad, pues, para con ellos ante las iglesias la prueba de vuestro amor, y de nuestro gloriarnos respecto de vosotros.
2 Corintios 9:1-15: Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo os escriba; (2) pues conozco vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, que Acaya está preparada desde el año pasado; y vuestro celo ha estimulado a la mayoría. (3) Pero he enviado a los hermanos, para que nuestro gloriarnos de vosotros no sea vano en esta parte; para que como lo he dicho, estéis preparados; (4) no sea que si vinieren conmigo algunos macedonios, y os hallaren desprevenidos, nos avergoncemos nosotros, por no decir vosotros, de esta nuestra confianza. (5) Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que fuesen primero a vosotros y preparasen primero vuestra generosidad antes prometida, para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra. (6) Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. (7) Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. (8) Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; (9) como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre. (10) Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, (11) para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. (12) Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; (13) pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; (14) asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros. (15) ¡Gracias a Dios por su don inefable!
Esperando haber respondido satisfactoriamente a su pregunta, quedo a su disposición para lo que pueda servirle.
Afectuosamente en Cristo.
Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com
Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com
Referencias bibliográficas
* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
Abreviaturas frecuentemente empleadas:
AT = Antiguo Testamento
NT = Nuevo Testamento
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