Preguntas y Respuestas
Sobre la ley de Dios
¿Deben los cristianos guardar un reposo semanal?
¿Dónde se encuentra la ley que deroga el mandamiento de guardar el sábado?
Versión: 19-02- 2023
Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Aunque sobre este tema de la ley de Dios del Antiguo Testamento, –y específicamente su cuarto mandamiento de guardar el reposo en día sábado– ya publiqué muchos artículos, vuelvo a abordarlo a fin de ayudar a un amigo que me ha expuesto sus siguientes dudas y comentarios:
¿Hay un solo texto en el Nuevo Testamento que te ordena guardar el domingo? Una ley está en vigor mientras otra ley no la derogue, ¿Dónde se encuentra, la ley que deroga el mandamiento que ordena guardar el sábado? En la Biblia no, desde luego. El domingo es de origen católico. En la página 173 de la revista católica del 1.6.1893 leemos: "La Biblia dice: Acuérdate de guardar el día sábado. Pero la iglesia dice: ¡NO!, en virtud de mi poder divino anulo el día sábado y ordenó que guardes como santo el primer día de la semana. Y he aquí que todo el mundo civilizado se inclina en obediencia reverente a la Santa Iglesia Católica". Y yo añado: y las demás iglesias cristianas también!
Otra razón que me ha motivado a redactar este estudio bíblico ha sido que, en varios de los comentarios que me envió recientemente el citado amigo, he observado en él un auténtico interés de dilucidar dónde está la verdad: si en los que sostienen que se debe guardar el domingo o entre los que, en cambio, defienden a capa y espada que el mandamiento de reposar en el día sábado está vigente para todos los cristianos. Algunos de sus comentarios fueron los siguientes:
Una doctrina como la que los adventistas proponen y enseñan, como es la del cuarto mandamiento de la ley dada por Jehová Dios a su pueblo –después de haber sido previamente liberado de la mano opresora egipcia– merece ser estudiada profundamente, ya que no existe ningún [otro] grupo o denominación cristiana en la actualidad que así lo entienda y respete.
Para estudiar la doctrina del Sábado es necesario estar aislado para poder concentrarse y permitir que el Espíritu de Dios nos abra el entendimiento y la capacidad de discernir. Estoy de frente contra la iglesia adventista (y no soy el único) pero no por causa de las doctrinas que enseña. No existe la más mínima duda de que sólo el pueblo adventista puede ser apto para ser llamado iglesia de Laodicea.
Yo no me salvaré por guardar el sábado, pero la Biblia dice muy claramente que:
"Cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca. Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo." (Apocalipsis 12:13-17)
Hace pocos días, cuando recibí estos mensajes no creí necesario volver a tratar en profundidad esta doctrina bíblica sobre cuáles son los mandamientos de Dios para los cristianos. Por eso me limité a responderle brevemente lo siguiente: “Yo no he leído, en todo el Nuevo Testamento, ningún texto que mande guardar el reposo sabático”.
Además, con relación a los textos del libro de Apocalipsis que me citó –en concreto el versículo 17 que se refiere a “los que guardan los mandamientos de Dios”– añadí el siguiente comentario: la palabra mandamientos no significa necesariamente Ley del Sinaí sino toda la Palabra de Dios; porque los cristianos no estamos bajo la ley de los Diez Mandamientos del Antiguo Testamento, sino bajo la Ley de Cristo del Nuevo Testamento (Mt. 5; cf. 1 Co. 9:20-22). Veamos textos que lo confirman, como, por ejemplo, los siguientes:
1 Corintios 9:20-21: Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; (21) a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley
Nuestro Señor Jesucristo, en uno de sus primeros discursos, el conocido como el del Sermón del Monte del capítulo cinco del Evangelio de San Mateo, después de darnos las Bienaventuranzas, y decirnos que los cristianos somos –o deberíamos ser– “la sal de la tierra” y “la luz del mundo”, a partir del versículo 17, nos habló de la Ley del Antiguo Testamento.
Muchos no advierten que Jesús, cuando habla de la Ley, nunca se refiere específicamente a Ley de las Tablas de piedra/Tablas del Testimonio o Diez Mandamientos, sino al conjunto de la Ley veterotestamentaria, conocida, por los judíos, como la Torá, y, por los cristianos, como el Pentateuco o cinco primeros libros del Antiguo Testamento. Él nos enseñó que la citada Ley no había que entenderla como una ley que se limita a juzgar solo nuestras acciones externas, sino también las intenciones y deseos del corazón humano; es decir, Jesucristo va mucho más allá de la letra de la ley, al espiritualizarla y ampliarla en muchos aspectos, revelándonos los principios morales que hay tras su letra.
Al parecer, para los adventistas del séptimo día no hay otros mandamientos que los de la Ley del Sinaí. Ellos cuando leen la palabra “mandamientos” o “Ley” en el Nuevo Testamento (NT) siempre lo asocian con el Decálogo del Antiguo Testamento (Éx. 20:2-17; Dt. 5:6-21). Para los tales no existe otra ley moral que la que Dios le dio a Moisés en el monte Sinaí, hace, aproximadamente, unos 3.500 años. (1)
En este estudio bíblico veremos que la Ley de Cristo es más amplia, completa y espiritual, que la ley de los Diez Mandamientos del AT.
En primer lugar, le traté de demostrar bíblicamente, sin pretender ser exhaustivo, que “mandamientos de Dios” equivale a Palabra de Dios. Para ello, le cité los siguientes textos del NT:
“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. (4) El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; (5) pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. (6) El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. (7) Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. (8) Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. (9) El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. (10) El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. (11) Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.…” (1 Juan 2:3-11)
Como podemos comprobar “mandamientos” (v.3) son equivalentes a “Su Palabra” (v.5); y el “mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio” (v.7).
Debemos, pues, preguntarnos ¿por qué el apóstol Juan no identificó el “mandamiento antiguo” con el Decálogo o el guardar el sábado, sino con la Palabra?
En segundo lugar, intenté que comprendiera que él comete un error al tratar de refutar mis argumentos planteando esta pregunta:
“¿Hay un solo texto en el Nuevo Testamento que te ordena guardar el domingo?”
Es un argumento inapropiado, que se vuelve en su contra, porque, precisamente, al igual que no hay mandamiento para guardar el domingo (primer día de la semana, en el que los cristianos celebran –pero no guardan– la resurrección de Jesús), tampoco existe en todo el Nuevo Testamento ningún texto que mande guardar el reposo sabático. Luego a los cristianos, nuestro Señor no les ha dado mandamiento alguno en cuanto a la obligatoriedad de guardar un día a la semana.
En tercer lugar, es cierto que la Iglesia católica enseña que hay que guardar el día domingo, aunque no al estilo del reposo sabático del AT, sino simplemente asistiendo a la celebración de la Misa; no obstante, la citada Iglesia no sostiene que sea un mandamiento de Dios, sino solo un mandamiento producto de su Magisterio, derivado de que ella ha creído que San Pedro fue el primer Papa, y ha interpretado que el poder que Jesús le dio, al darle “las llaves del reino de los cielos”, consiste en que “todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mt. 16:19), y que ello la autoriza a arrogarse una autoridad que los protestantes creemos que realmente no tiene. Pero todo lo que antecede no prueba que exista un mandamiento de reposar en día sábado, como tampoco demuestra que se haya trasladado dicho día de reposo al domingo. Sencillamente no existe mandamiento alguno de reposar un día a la semana en el NT para los cristianos, ni para nadie.
En cuarto lugar, mi amigo plantea el siguiente argumento:
"Una ley está en vigor mientras otra ley no la derogue, ¿Dónde se encuentra la ley que deroga el mandamiento que ordena guardar el sábado? En la Biblia no, desde luego."
Mi citado amigo quizá ignora que la Ley veterotestamentaria se corresponde con lo que los cristianos llamamos el Pentateuco, y los judíos, la Torá (Mt. 5:17; 7:12; 11.13; 22:40; Lc. 10:26; 16:16, 17; 24:44; et.); y los Diez mandamientos, que son “las tablas del Pacto” (Dt. 9:9,11,15), forman parte de la citada Ley. Necesitamos recordar que la Ley de las tablas de piedra –Los Diez mandamientos– son la base o fundamento del Pacto Antiguo; y hasta tal extremo esto es así que este Pacto se identifica con el Decálogo. Comprobémoslo:
Deuteronomio 4:13: Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.
La Biblia dice claramente que este Pacto –primer Pacto (Heb. 9-11-15) o Antiguo Pacto– solo afectó al pueblo de Israel, porque él fue el que se comprometió con Dios, el que aceptó el Pacto de la ley que Dios le ofreció: “y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos” (Éx. 19:5,8).
Los que conocen la Biblia comprenden que ésta hace una perfecta distinción entre dos Pactos muy importantes: el Antiguo Pacto que Dios hace exclusivamente con Israel mediante la ley del Sinaí, y el Nuevo Pacto que establece Jesús en la última Cena dirigido a toda la humanidad, y el único al que deben vincularse todos los cristianos: “De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.” (Lucas 22:20; ver también 1ª Corintios 11:25). Este último es el Pacto eterno (Heb. 13:20) y universal, mediante el cual todo el mundo puede acceder a la salvación eterna.
Pues bien, venido el Nuevo Pacto que Dios prometió a los profetas (Jer. 31:31-34), con la muerte y resurrección y ascensión al cielo de Cristo, se cumple lo que registra el autor del libro de Hebreos: (8:13): Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. Y con la cancelación del Antiguo Pacto se abroga toda la Ley que estaba vinculada a dicho Pacto, aunque permanecen sus principios eternos, que son confirmados por Jesús (Mt. 22:36-40):
Todo el Antiguo Pacto se basa en el principio moral del amor:
Levítico 19:18: No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.
Deuteronomio 6:5: Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
En el Nuevo Pacto Jesús confirma que “De estos dos mandamientos [amor a Dios y amor al prójimo] depende toda la ley y los profetas”. Debemos saber que “la ley y los profetas” designan todo el Antiguo Testamento, es decir todas las Escrituras Sagradas en tiempos de Cristo.
Mateo 22:36-40: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? (37) Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (38) Este es el primero y grande mandamiento. (39) Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (40) De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Observemos que toda la Ley no se refiere únicamente a los Diez mandamientos, como muchos guardadores del sábado creen.
¿Puedes ver, estimado amigo, que la Ley veterotestamentaria ha sido abrogada, porque la Ley de Cristo (Mt. 5; cf. 1 Co. 9:20-21), la sustituye –manteniendo el principio eterno del amor, base de la Ley Antigua–, la amplía y la espiritualiza, y por ser superior, pertenecer al Pacto Eterno y universal, dado que la Ley Antigua, aunque fundamentada en el principio universal del amor, se aplicaba localmente y solo al pueblo de Israel?
En lo que sigue del presente estudio bíblico, aportaré argumentos bíblicos que prueban que los cristianos no están obligados a cumplir el cuarto mandamiento de la Ley Antigua, que ordena reposar el sábado semanal y abstenerse de toda obra secular.
2. Los Mandamientos de Dios para el Nuevo Pacto: la Ley de Cristo (2)
A estos mandamientos se refirió Jesús en el Evangelio de San Mateo (5:21-46), los cuales veremos más abajo. Lo que caracteriza a estos mandamientos es el amor que nos expresó Cristo, cuando dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (35) En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:34-35).
Y el mismo San Pablo: “Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:14). Los Diez Mandamientos del Antiguo Pacto, si exceptuamos el de guardar el sábado –que es una ley ritual–, el resto conforman una ley moral básica.
Comprobaremos más abajo que los mandamientos del Nuevo Testamento, Cristo y su Palabra, van mucho más lejos. Por ejemplo, fijémonos en la cantidad de mandamientos que nos da San Pablo en los textos que siguen, y todos son Palabra de Dios y de obligado cumplimiento, porque son los mandamientos de Dios:
Romanos 13:1-10: Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. (2) De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. (3) Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; (4) porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. (5) Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. (6) Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo.
Sin embargo, los adventistas, para los que no existe más ley que la del Sinaí, consideran que el mandamiento del reposo sabático es el corazón de la Ley, porque su profetiza, Ellen G. White, recibió una visión en la que el citado mandamiento resaltaba sobre todos los demás, con una especie de halo luminoso (3), y, posiblemente, no le dan mucha importancia a los mandamientos de Dios del Nuevo Pacto, que no están contenidos en la Ley del Sinaí, como, por ejemplo:
Romanos 13:7-8: Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. (8) No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
Ahora bien, los adventistas necesitan tener la Ley del Sinaí –los Diez Mandamientos–, porque, muchos que he conocido, creen que, si dicha Ley estuviese abolida, sería lícito, por ejemplo, “matar y robar”; no les basta que la ley de Cristo declare “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:14), y que el mismo Cristo afirmase que no basta con “no matarás” sino que Él también prohíbe enojarse con nuestros semejantes, ofenderlos o aborrecerlos (Mt. 5:21-26). Si la ley Antigua hubiese sido perfecta habría sido innecesario que Jesús la ampliara y la perfeccionase para que fuera una ley moral universal, que sirviera para todos los seres humanos.
Parecería que si no existiese una ley que prohibiera expresamente cada acto o conducta inmoral, los adventistas podrían sentirse libres de cometerlo, pues son tan legalistas que necesitan que haya una ley externa que les restrinja de obrar inmoralmente. Pues bien, los cristianos, sin necesidad de recurrir al Decálogo, disponemos de todos los mandamientos que se recogen en el NT, que son muchos y más elevados o espirituales que los diez citados del AT. Pero, además, el cristiano está bajo “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús, [que le] ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Ro. 8:2). Es decir, de nada nos servirían todas las leyes del mundo incluidas las del Antiguo y Nuevo Testamento si no tenemos a Cristo morando en nosotros mediante el Espíritu Santo, es decir si no tenemos un corazón regenerado, si no hemos nacido de nuevo, no tendremos el Espíritu Santo morando en nosotros para capacitarnos para no pecar, es decir, para no transgredir la ley moral.
Romanos 13:9-10: Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (10) El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
“El cumplimiento de la ley es el amor”, es decir, “toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:14); porque si no adulteras, no matas, no hurtas, no levantas falso testimonio, no codicias, has cumplido la letra de la Ley Antigua, pero, si en tu corazón, no tienes amor a Dios y a tus semejantes, entonces no has cumplido la Ley de Cristo.
Y, según el apóstol Juan, no basta con no matar sino que, si uno aborrece a alguien, ya ha transgredido la ley de Cristo, veamos:
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. (15) Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. (16) En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:14-16).
Nadie podrá negar que la Ley de Cristo va mucho más allá que la del Sinaí y que es mucho más perfecta, porque no legisla solo sobre las conductas o actos externos sino también sobre los deseos e intenciones del corazón humano.
El apóstol Santiago (1:25-27; 2:8) la denomina “la ley de la libertad”, y la describe igual que los otros apóstoles. No hay duda; nadie puede confundirla con la Ley del Sinaí, que está abolida en el Nuevo Pacto en Cristo, aunque sus principios morales, en los que se basaba, permanecen, porque también estaba fundamentada en el amor (Mateo 22:35-40), y Dios es amor (1ª Juan 4:8,16), y Su Ley de amor es eterna. Pero este principio eterno del amor de Dios se puede plasmar mediante uno o muchos mandamientos, porque es imposible legislar todos los pensamientos, deseos, sentimientos y actos. Esta es la razón por la cual los cristianos no son guiados por ninguna ley moral externa sino por la que Dios ha implantado en sus corazones regenerados, “porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Ro. 8:14).
Observemos que, en los siguientes textos, guardar los mandamientos es idéntico a guardar la Palabra de Cristo; es decir, a los cristianos nos vincula todo el Nuevo Testamento; y no las leyes del Antiguo Testamento, que podrían ser suficientes para todos aquellos que rechazan a Cristo y Su Palabra.
1 Juan 2:3-11: Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. (4) El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; (5) pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. (6) El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. (7) Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. (8) Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. (9) El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.(10) El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. (11) Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.
¿Entiendes, ahora que los mandamientos a que se refieren los textos de Apocalipsis (12:17 y 14:12) no se corresponden con la Ley del AT, sino con la Ley de Cristo y su Palabra?
¿Quieres conocer más mandamientos de la ley de Cristo? Lee, por ejemplo, los siguientes textos:
Primer mandamiento: no solo “No matarás” –como se limitaba prohibir la Ley Antigua– sino “no te enojes”, “no ofendas a tu hermano”, “reconcíliate con él”, “no le aborrezcas o no le odies” (Mateo 5:21-26).
Si los adventistas o cualesquiera personas se conformasen con solo cumplir el mandamiento de “No matarás”, no estarían cumpliendo la Ley de Cristo, que al ser más perfecta, legisla también los sentimientos y pensamientos de nuestro ser:
Mateo 5:21-26: Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. (22) Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. (23) Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, (24) deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. (25) Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. (26) De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.
Segundo mandamiento: No solo no cometerás adulterio sino que no mires a una mujer o a un hombre para desearlo (Mateo 5:27-32):
Mateo 5:27-32: Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. (28) Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. (29) Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. (30) Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. (31) También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. (32) Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.
Los que se conforman con la Ley del Sinaí y rigen sus vidas solo con la misma, no tienen en cuenta que la Ley de Cristo, al contrario que aquella, prohíbe el divorcio excepto “por causa de fornicación”. Por tanto la Ley de Cristo es más perfecta y exigente que la Ley Antigua, que permitía el divorcio.
Tercer mandamiento (Mateo 5:33-37): “No juréis en ninguna manera”.
Igualmente, Jesús, con este mandamiento, amplifica el tercer mandamiento de la Ley de las tablas de piedra, que solo prohibía tomar el nombre de Dios en vano.
Mateo 5:33-37: Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. (34) Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; (35) ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. (36) Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. (37) Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.
Cuarto mandamiento (Mateo 5:38-42): “No resistáis al que es malo”.
Este mandamiento ni siquiera lo contempla el Decálogo. Pero es inútil tratar de convencer a los adventistas que deben regirse por la Ley de Cristo y no por la Ley Antigua, porque para ellos los Diez Mandamientos es la única y más perfecta y eterna Ley de Dios. Se acomodan a la sencillez básica de la Ley del Sinaí, y con ello se conforman; prefieren aquella simpleza y ley elemental básica, que la perfección y amplitud de la Ley de Cristo, que “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb. 4:12).
Mateo 5:38-42: Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. (39) Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; (40) y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; (41) y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos. (42) Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
Quinto mandamiento (Mateo 5:43-48): “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.
Este mandamiento tampoco está contemplado en la sencilla Ley de las tablas de piedra, que fue muy adecuada y adaptada para la época en que se promulgó. Pero con Cristo la ley moral se actualiza, amplifica y espiritualiza hasta alcanzar la máxima perfección de la Ley eterna de Dios; porque la revelación de Dios es progresiva y se adapta al ser humano, según su estado de evolución y conocimiento de Él.
Mateo 5:43-48: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo,) y aborrecerás a tu enemigo. (44) Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; (45) para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. (46) Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? (47) Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? (48) Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Más mandamientos:
Mateo 18:1-6: En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? (2) Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, (3) y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. (4) Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. (5) Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. (6) Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.
Cómo se debe perdonar al hermano
Mateo 18:15-20: Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. (16) Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. (17) Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. (18) De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.(H) (19) Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. (20) Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Perdonar siempre a todos “hasta setenta veces siete”, es decir, un infinito número de veces, o sea siempre.
Mateo 18:21-35: Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? (22) Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.(I) (23) Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. (24) Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. (25) A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. (26) Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. (27) El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. (28) Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. (29) Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. (30) Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. (31) Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. (32) Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. (33) ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? (34) Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. (35) Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
No acaban aquí los mandamientos de la Ley del Nuevo Testamento, pues todo en él es Buenas Nuevas y también es ley para todo cristiano; por ejemplo, y sin pretender ser exhaustivo, veamos más mandamientos y prescripciones:
“Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; (20) enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19-20).
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. (2) Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:1-2).
Queridos adventistas del séptimo día, por favor, admirad la belleza de la Ley de Cristo, y no os conforméis con los Diez Mandamientos. Mirad que mandamientos más hermosos nos sigue dando el gran apóstol Pablo, que no están contenidos en vuestra admirada Ley Antigua:
“Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; (4) ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. (5) Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Efesios 5:3-5).
Si de verdad os gusta tanto la Ley de Dios ¿por qué no predicáis también la Ley de Cristo? ¿Acaso sois antes judíos que de Cristo? Atended a la Palabra de Dios: “Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. (15) Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, (16) aprovechando bien el tiempo porque los días son malos. (17) Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:14-16).
¿Queréis más mandamientos de Dios? Aquí están algunos más:
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, (19) hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; (20) dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:18-20).
“Someteos unos a otros en el temor de Dios. (22) Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; (23) porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador” (Efesios 5:21-23).
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, (26) para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, (27) a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (28) Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. (29) Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, (30) porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. (31) Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. (32) Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. (33) Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5:25-33).
“Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. (19) ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:18-20).
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. (17) Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. (18) Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley” (Gálatas 5:16-18).
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21).
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23).
“Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24).
“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25).
“No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros” (Gálatas 5:26).
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1).
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).
“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. (10) Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:9-10).
“Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:21).
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. (2) En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; (3) y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1 Juan 4:1-3).
3. Los cristianos no pertenecemos al Pacto Antiguo de la Ley, sino al Pacto de la promesa que Dios hizo a Abraham, por cuya descendencia, Cristo, serian bendecidas todas las naciones (Gálatas 3)
La raíz de los gentiles cristianos no está en el pueblo del Pacto Antiguo, sino en la “Simiente de Abraham, la cual es Cristo” (Gá. 3:16); porque Jesucristo, descendencia de Abraham (Mt. 1:1), es el cumplimiento de las promesas de Dios de salvación, de judíos y gentiles, porque Él le dijo a Abraham: “En ti serán benditas todas las naciones” (Gá. 3:8; cf. Gn. 12:3; 22:18).
Gálatas 3:6-9: Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. (7) Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. (8) Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. (9) De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
Los creyentes gentiles no necesitan entrar al Pacto Antiguo, el de la Ley de Dios, sino que acceden directamente al Nuevo Pacto en Cristo, por medio de la fe en su sangre derramada, que hace expiación de todos sus pecados, y por eso se les concede la vida eterna.
Veamos más textos, que inciden en que el creyente es justificado por su fe y no por las obras de la ley, al igual que Abraham, el padre de todos los creyentes, que su fe le fue contada o imputada como justicia:
Romanos 4:3-12: Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. (4) Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; (5) mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. (6) Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, (7) diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. (8) Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado. (9) ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. (10) ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. (11) Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; (12) y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.
Los cristianos no reciben la promesa de salvación por pertenecer al Pacto Antiguo de la ley, sino mediante la fe en el Salvador del mundo.
Romanos 4:13-25: Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. (14) Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. (15) Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. (16) Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros.
“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. (14) Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, (15) aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, (16) y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. (17) Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; (18) porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.” (Efesios 2:13-18)
4. ¿Cuál es el día del Señor?
El domingo es considerado el día del Señor para la gran mayoría de la cristiandad. Sin embargo, la Biblia no le da este título o denominación en ningún lugar, –excepto posiblemente en Apocalipsis 1:10–, sino que llama simplemente primer día de la semana al día cuando resucitó Cristo, nuestro Señor. Tradicionalmente, la cristiandad ha creído que el día del Señor es el primer día de la semana, llamado domingo en el mundo hispano, porque en él se produjo el evento más grande de la historia de la humanidad, la resurrección de Jesús (Juan 20:1), que supuso la victoria sobre la muerte y la liberación de la esclavitud del pecado, con lo que se completó la obra redentora y recreadora de la humanidad (Juan 11:25; 19:30; 20:1; Romanos 5:17,18; 6:18, 22, 23; 1ª Corintios 15:21, 26, 54-57; 2ª Corintios 5:17; Hebreos 2:14-15; etc.).
La Biblia prueba que Jesús resucitó un primer día de la semana (Juan 20:1), al que más tarde se le denominó domingo. “Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.” (Juan 20:19). Los discípulos de Jesús se reunieron en ese mismo primer día de la resurrección, y “ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro,...” (Juan 20:26 pp.), es decir, el primer día de la siguiente semana (domingo), estaban otra vez reunidos.
Estos textos, por sí solos no demuestran que el día de celebración y adoración de los cristianos pasó a ser exclusivamente el domingo, pues hay que tener en cuenta que la iglesia cristiana primitiva nacía en la tierra de Israel, y la mayoría de los primeros cristianos eran judíos guardadores de la ley del Antiguo Pacto, que incluía la observancia del sábado o séptimo día de la semana. Por lo tanto, no era factible que de la noche a la mañana, abandonasen su costumbre, de muchos años, de reunirse los sábados en las sinagogas, para pasar a reunirse los domingos o primeros días de cada semana.
Durante mucho tiempo, coexistieron como días de reunión y adoración para la primitiva iglesia cristiana, tanto el sábado como el domingo. Sin embargo, con la promulgación del domingo como día de descanso civil (día del Sol para el Imperio romano) en el edicto de Constantino I el grande en el siglo IV (año 321 d.C.), empezó la preponderancia del domingo sobre el sábado, en cuanto al día en que los cristianos debían reunirse para adorar y celebrar el día del Señor. No obstante, la iglesia cristiana primitiva continuó celebrando ambos días, pues esta ley, tenía, en principio, solo un carácter civil, y no desterró la adoración en sábado completamente. Hubo que llegar al año 538, cuando se promulgaron leyes civiles más severas que forzaron a que fuese más viable y conveniente la celebración del día del Señor en domingo.
El Nuevo Testamento no establece la obligatoriedad de guardar u observar el reposo o descanso completo, como lo hacía la ley del Sinaí del Antiguo Pacto, de abstenerse de realizar todo tipo de obras profanas o seculares en un determinado día. Es más, en todo el Nuevo Testamento no aparece, ni una sola vez, mandamiento alguno al respecto. En cambio, el Nuevo Testamento contiene abundantes y contundentes argumentos para desestimar la vigencia de la ley del sábado; fáciles de aceptar si uno se abre a la iluminación del Espíritu Santo.
Pablo así lo enfatiza cuando afirma que nadie puede juzgarnos respecto a que debemos guardar u observar el reposo en un determinado día. Veamos algunos textos que así parecen demostrarlo:
“Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. (6) El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. (7) Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. (8) Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. (9) Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven” (Romanos 14:5-9)
En estos versículos Pablo deja claro que, en el Nuevo Pacto, Dios no ha establecido un día especial de adoración y culto. Esta fue otra ocasión propicia en el que el apóstol Pablo hubiese podido decir “Acordaros de guardar el reposo en el día sábado”; aquí habría sido una excelente oportunidad para reafirmar o reiterar la vigencia del reposo sabático del cuarto mandamiento del Decálogo bíblico. Sin embargo, hizo todo lo contrario, sencillamente, porque en el Nuevo Pacto en Cristo no existe tal mandamiento. Él se limita a decir que todos los días son iguales, y que cada uno debe juzgar según su conciencia, es decir según su convencimiento.
El Apóstol no acaba aquí, sino que sigue insistiendo y reprendiendo a aquellos que se empecinaban en seguir guardando el sábado del antiguo Testamento; Pablo amonesta a los cristianos judaizantes: “Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. (11 ) Me temo de vosotros que haya trabajado en vano con vosotros.” (Gálatas 4:10,11). Es decir, les echa en cara que todavía tratan de guardar los días de reposo, entre los que se encuentra el sábado del cuarto mandamiento.
Por si esto no fuera suficiente lo confirma también en Colosenses 2: 16, 17: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, (17) todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”. Tanto el mandamiento de reposar el sábado para santificarlo como la fiesta que se celebraba el día de luna nueva y otras festividades solemnes, fueron instituidas por Dios y tenían el mismo rango de ley, por lo que era obligatorio el fiel cumplimiento de las mismas absteniéndose de realizar todo trabajo u obra profana.
Así lo podemos comprobar, por ejemplo, en 2ª Crónicas 31:3: “(3) El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehová.” (Véase además: Núm. 28: 1-29.39; Nehemías 10:33; Ezq. 45:17; 46:1-3; Oseas 2:11; etc.)
Por lo tanto, los textos bíblicos arriba citados demuestran que, en el Nuevo Pacto en Cristo, deja de existir la obligatoriedad del descanso sabático del Antiguo Pacto. Ni Cristo, ni la Iglesia cristiana primitiva establecen un día especial de reposo y culto. Ya no es necesario guardar el séptimo día de la semana ni tampoco el primero, ni ningún otro, porque el descanso de todas nuestras obras está en la fe en Cristo que nos ha salvado con su muerte redentora. Lo único que puede impedirnos entrar en ese reposo es nuestra incredulidad y desobediencia a Dios, como dice Hebreos 3:13-19; 4:1-16. Entrar en el reposo de Dios no es, pues, observar el descanso del sábado ni del domingo, sino oír, creer y obedecer a la Palabra de Dios, aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal e identificarnos con Él.
Puesto que en el Nuevo Pacto no hay ley para el día de adoración y culto, es indiferente el día que los cristianos elijan para reunirse como iglesia. Es igualmente aceptable y válido celebrar ese culto en el primer día de la semana (domingo) o en el séptimo día (sábado), o en cualquier otro día de la semana.
“Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, (17) todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.” (Colosenses 2:16-17)
Lo importante y esencial no es el día sino que los cristianos se reúnan, estudien y compartan la palabra de Dios, la obedezcan, y testifiquen con su vida y obras “...que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.” (2ª Corintios 3:3). Nuestra misión como cristianos es ser “...embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios.” (2ª Corintios 5:20).
Resulta, pues, inútil e infructuoso enzarzarse en discusiones sobre cuál día, según la Biblia, debe guardarse para el culto espiritual a Dios y descanso de todo tipo de trabajo, puesto que tal día no está establecido por Dios en el Nuevo Pacto. Ya expresamos anteriormente por qué el domingo llegó a convertirse en el día del Señor, creemos que fue merecidamente, porque Jesucristo, es al mismo tiempo, el Creador y Redentor de la humanidad, y fue en el primer día de la semana (domingo) cuando nos rescató de nuestras pecados y abrió el camino de la eternidad para todos.
En el Nuevo Testamento, después de la institución del Nuevo Pacto por Jesús (Lucas 22:20), su muerte y resurrección, encontramos más ejemplos de que los cristianos se reunían en el primer día de la semana (domingo) que en el séptimo (sábado), a pesar de la gran importancia y fuerza de la costumbre que tenía la ley del sábado en el pueblo de Israel. Además, para predicar a los judíos no había otro camino que acudir cada sábado a las sinagogas donde se reunían, véase por ejemplo: Hechos 13:14. En otra ocasión, Pablo se reunió en sábado con gentiles (Hechos 16:13). Se puede, fácilmente, comprobar también que la iglesia cristiana primitiva del Nuevo Testamento se reunía en el primer día de la semana, véase por ejemplo: Hechos 20:7 y 1ª Corintios 16:2. En cualquier caso, estos ejemplos no instituyen ningún día de culto a Dios como mandamiento.
4.1 Más argumentos bíblicos para mi amigo:
Mi amigo afirma que “el domingo es de origen católico”. Pero yo le digo, que sí lo es en cuanto que la Iglesia católica instituyó el mandamiento de asistir todos los domingos a Misa; pero no en cuanto día de celebración eucarística y de reunión cristiana, porque la Iglesia cristiana primitiva eligió este día para ello (véase Hch. 20:7 cf. 1 Co. 16:2). Es un día de celebración no un mandamiento, ni mucho menos un día de reposo al estilo del cuarto mandamiento del Decálogo.
Hechos 20:7: El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.
1 Corintios 16:1-4: En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. (2) Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. (3) Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. (4) Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.
Juan 20:19: Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
Juan 20:26: Ocho días después [el domingo siguiente volvieron a reunirse en domingo no en sábado], estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
Así como en todo el Nuevo Testamento no existe ningún texto que mande guardar el reposo sabático, tampoco “hay un solo texto en el Nuevo Testamento que te ordena guardar el domingo”. Lo cual puede indicar que en el Nuevo Pacto en Cristo ya no existe mandamiento –por tanto tampoco obligación– de guardar ningún día de la semana. Así parece deducirse de los siguientes textos:
“Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, (25) nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, (26) hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. (27) Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. (28) Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: (29) que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. (Hechos 15: 24-29).
¿No te parece que el Concilio que se celebró en Jerusalén, para dilucidar si los cristianos debían seguir guardando la ley de Moisés/Ley de Dios, fue una ocasión única y muy adecuada para reafirmar la vigencia del reposo sabático de cuarto mandamiento de la citada Ley?
Los que sostienen que el mandamiento del reposo sabático está vigente para todo el mundo cristiano, entre los que se encuentra mi amigo, aún presentan el siguiente argumento para apoyar y defender su doctrina
“El Sábado fue creado como colofón de la Creación, y bendecido y santificado por el mismo Dios y mucho más tarde dado al Pueblo escogido por Jehová Dios.”
Esta afirmación es totalmente cierta porque se fundamenta en la Biblia:
“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. (2) Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. (3) Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:1-3)
Sin embargo, observemos que aquí no hay mandamiento alguno de guardar un reposo sabático del séptimo día de la semana. Si leemos detenidamente desde aquí, veremos que en los pactos que hace Dios con Adán y luego con Noé (Gn. 9:1-17) y Abraham (Gn. 17:1-27) tampoco les manda el reposo sabático.
El reposo de Dios en el Séptimo día de la Semana de la Creación es, sin duda, simbólico, porque Dios no necesita descansar; pero Él tiene un propósito pedagógico –no legislativo– para los seres humanos, para mostrarles que la medida del tiempo para este Sistema Solar es el día de veinticuatro horas; y, por extensión, el periodo semanal de siete días establece que lo más adecuado para los seres humanos es descansar un día de cada siete. Dios nos quiso dar ejemplo al descansar en el séptimo día; y, además, “lo bendijo y lo santificó” –que significa ponerlo aparte– porque fue, como bien dice mi amigo, “el colofón de la Creación”, es decir, el planeta Tierra había sido bendecido con la creación de la vida y de personas humanas hechas a semejanza de nuestro Creador.
Por otro lado, este séptimo día, que es el único en el que no se especifica como compuesto de mañana y tarde, simboliza, en primer lugar, el reposo que obtienen los creyentes cuando reposan en la salvación ofrecida por Cristo por medio de la fe, “Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (Hebreos 4:11; cf. 4:1-10). Y, en segundo lugar, simboliza el periodo de la eternidad en el que los hijos de Dios “reinarán por los siglos de los siglos” (Ap. 22:5) con Cristo, en “el Cielo nuevo y la Tierra nueva” (Ap. 21:1).
La Escritura no registra que hubo la ley de Dios escrita hasta que fue promulgada en el Sinaí (c. 1500 a.C.) después de que Dios liberó a Su pueblo mediante Moisés. Así lo confirman los siguientes textos:
“La ley … vino cuatrocientos treinta años después” del Pacto que Dios hizo con Abraham (c. 2000 a.C.) (Gá. 3:17; cf. 3:16).
Esto es confirmado expresamente por el apóstol Pablo en los siguientes textos, donde se nos dice que hubo un “antes de la ley”:
Romanos 5:12-14: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (13) Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. (14) No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
Como muy bien dijo mi amigo, la ley y más específicamente el mandamiento de guardar el sábado fue “mucho más tarde dado al Pueblo escogido por Jehová Dios”.
Los siguientes textos son muy importantes porque especifican con exactitud cuando vino la Ley de Dios/Ley de Moisés, y ratifican el cumplimiento de las promesas veterotestamentarias en Cristo y en su Nuevo Pacto que Él instituye. Comprobémoslo:
Gálatas 3:16-19 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. (17) Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. (18) Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa. (19) Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.
A continuación, trataré de explicar los textos anteriores a fin de que se puedan entender más fácilmente:
Exactamente, “la ley [de Dios/de Moisés] que vino cuatrocientos treinta años después, [del Pacto con Abraham; la Ley se refiere al Antiguo Pacto, y que no debemos confundir con el Pacto que hizo Dios con Abraham al que pertenecemos espiritualmente los cristianos,] no lo abroga [es decir, aquella Ley no abroga al Pacto que Dios hizo con Abraham], para invalidar la promesa.” (Gá. 3:17 úp) [Se refiere a la promesa que Dios hizo con Abraham de que en su descendencia/simiente –Cristo– “serán benditas todas las naciones de la Tierra” (Gn. 12:3; 22:17-18; cf. Gá. 3:16-17).
Por eso, la citada Ley estará vigente “hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa” (Gá. 3:19), o sea hasta Cristo en el que se cumplen todas las promesas de bendición, porque Él con Su encarnación, nacimiento, vida sin pecado, muerte y resurrección, alcanza la victoria sobre el pecado, la muerte y el diablo, y con ello consigue la vida eterna para todos los que se acojan a Él.
Gálatas 3:16: Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.
Es decir, los cristianos no tenemos nada que ver con la ley del Sinaí porque fue dada solo para el pueblo de Israel, ya que nosotros pertenecemos al Pacto de la promesa que hizo Dios a Abraham de bendecir a todas las naciones con su “Simiente” –su descendencia– “la cual es Cristo” (Gn. 12:2-3; 22:17-18; cf. Gá. 3:16).
¿Comprendemos ahora que la ley fue dada solo para al pueblo de Israel, puesto que los cristianos gentiles pertenecemos no al Antiguo Pacto sino al Pacto de la promesa que hizo Dios a Abraham?
Gálatas 3:1-14: ¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? (2) Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? (3) ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? (4) ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. (5) Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe? (6) Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. (7) Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. (8) Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. (9) De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. (10) Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. (11) Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; (12) y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. (13) Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), (14) para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
5. Conclusión
“Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; (13) y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. (14) Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. (15) Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, (16) no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. (17) Pues se da testimonio de él” (Hebreos 7:12-17)
[…] Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (19) (pues nada perfeccionó la ley), (Hebreos 7:18-19)
“Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. (23) Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; (24) mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; (25) por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. (26) Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; (27) que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. (28) Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.” (Hebreos 7:22-28)
“Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.” (Hebreos 8:13)
Por si todos estos argumentos bíblicos no fueran suficientes el NT registra que la Iglesia primitiva se reunía el primer día de la semana que es el domingo.
Los discípulos de Jesús ya empezaron a reunirse el primer día de la semana, el día de Su resurrección, y el apóstol Juan registra que se volvieron a reunir al siguiente domingo, es decir, ocho días después, luego el octavo día, no el séptimo como hubiera sido lo normal según el mandamiento del reposo sabático:
Juan 20:19: Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
Juan 20:26: Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
Hechos 20:7: El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.
1 Corintios 16:1-4: En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. (2) Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. (3) Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. (4) Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.
Llegados a esto punto, no deberíamos dudar de que el cuarto mandamiento del Decálogo/Ley de Dios/Ley de Moisés o Ley del Sinaí, fue promulgado por voluntad de Dios solo para el pueblo judío, un pueblo especifico –Israel–, en una ubicación concreta –Palestina–, para una época concreta – desde la liberación de este pueblo de la esclavitud de Egipto (hacia el 1500 a.C.), hasta la primera venida del Mesías, muerte y resurrección (año 30 d.C.)–. Es decir, este mandamiento, puesto que no pertenece a la ley moral natural, no tiene un carácter universal, sino local en el espacio y circunscrito a un solo pueblo Israel y a la época especificada arriba, que finalizaría en el año 30 d.C. con la resurrección de Cristo, la venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés y el inicio de la Iglesia cristiana primitiva.
Gálatas 3:15-20: Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto [el que Dios hizo con Abraham], aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. (16) Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. (17) Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. (18) Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa. (19) Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador. (20) Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.
¿Cuáles fueron los propósitos de Dios para que promulgase este mandamiento exclusivamente para su pueblo Israel?
Gálatas 3:19: Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente [la cual es Cristo] a quien fue hecha la promesa;
Primero, fue con el objetivo de que Israel recordase siempre que Jehová Dios le había librado de la esclavitud de Egipto con mano poderosa: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo.” (Dt. 5:15)
Segundo, recordemos que Israel se había formado y crecido en cautividad en Egipto, donde sería “oprimido por cuatrocientos años” (Gn. 15:13 úp); esto supuso que las vidas de sus descendientes, necesariamente, sufrirían de cierto embrutecimiento por las duras condiciones de trabajo impuestas en su servidumbre, lo que con toda seguridad les impediría disfrutar de un día de descanso semanal, con el consecuente empobrecimiento de su relación con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Los israelitas necesitaban que su relación con su Dios fuera restaurada. Esto implicaba un proceso de aprendizaje en su nueva vida de peregrinaje por el desierto, independiente de Egipto. Hasta llegar a convertirse en el pueblo de Dios, debían aprenderlo casi todo, empezando por la obediencia a los mandatos de su Salvador. Dios les dio unos hitos importantes, como son las fiestas de la Pascua y de los Panes sin levadura (Éx. 12), y el reposo sabático, la señal del Pacto Antiguo (véase Éx. 31:12-17), que les recordaría continuamente que Su Dios era el Creador del universo, etc.
Éxodo 31:12-18: Habló además Jehová a Moisés, diciendo: (13) Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. (14) Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. (15) Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. (16) Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. (17) Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó. (18) Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.
“Pacto perpetuo” y “señal para siempre” no son términos absolutos en la Biblia que se refieran necesariamente a un tiempo eterno, sino que en este contexto, tienen el significado de una duración limitada, como se desprende del uso que se hace de otros textos en el AT; por ejemplo, los siguientes: (Gn. 9:12, 16; 17:13,19; 48:4; Éx. 12:14, 21; 28:43; 29:9; Lv. 3.17; 6:18,20; 2 Cró. 2:4; etc.). Los sacrificios y ofrendas de animales eran estatutos perpetuos; “la tierra de Canaán en heredad perpetua” (Gn. 17:8), la señal del pacto, que Dios ordenó a Abraham, que fue la circuncisión, era “pacto perpetuo” (Gn. 17:13 úp); etc.
Génesis 17:8-13: Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. (9) Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. (10) Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. (11) Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. (12) Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. (13) Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo.
El mandamiento de guardar el reposo sabático es dado antes de la Ley del Sinaí a fin de preparar a un pueblo obediente a su Dios.
Poco después, Dios, antes de darles el Decálogo, les dio una ley sencilla a fin de enseñarles a obedecerle y a descansar un día a la semana: “Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. (5) Mas en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día” (Éxodo 16:4-36)
La ley a la que se refiere consistía, pues, en que cada israelita debía recoger el “pan del cielo” “diariamente la porción de un día”,pero “en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día” (Éxodo 16:4-36). Esta ley le fue ampliada y concretada poco después:
“Esto es lo que Jehová ha mandado: Recoged de él [del maná] cada uno según lo que pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al número de vuestras personas, tomaréis cada uno para los que están en su tienda. (17) Y los hijos de Israel lo hicieron así; y recogieron unos más, otros menos; (18) y lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer.” (Éxodo 16:16-18)
“Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. (20) Mas ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés.” (Éxodo 16:19-20)
Dios les da a los israelitas el mandamiento de guardar el reposo sabático, para que aprendieran a obedecerle y porque el día de reposo sábado sería la señal del Pacto (véase Éx. 31: 12-18), y, por eso Dios lo incluyó en las Tablas de piedra, a fin de que no olvidasen nunca que pertenecían al pueblo de Dios, de ahí que las tablas de piedra se las llama también “tablas del testimonio” (Éx. 31:18). Notemos que esa señal pertenecía solo a los israelitas, porque los gentiles, en el Nuevo Pacto, los cristianos, nunca tuvieran nada que ver con el Antiguo Pacto.
Éxodo 21-30: Y lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía. (22) En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para cada uno; y todos los príncipes de la congregación vinieron y se lo hicieron saber a Moisés. (23) Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana. (24) Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según lo que Moisés había mandado, y no se agusanó, ni hedió. (25) Y dijo Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es día de reposo para Jehová; hoy no hallaréis en el campo. (26) Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es día de reposo; en él no se hallará. (27) Y aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron. (28) Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes? (29) Mirad que Jehová os dio el día de reposo, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Estése, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día. (30) Así el pueblo reposó el séptimo día.
Me acuerdo mucho de mis hermanos adventistas del séptimo día, porque inconcebiblemente aún creen que guardar el reposo sabático es la señal y sello de Dios, de pertenencia a Su pueblo. Sin embargo, la Palabra de Dios es muy diáfana cuando declara que “habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él [Jesús], fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Ef. 1:13 úp; cf. 2 Co. 1:22; Ef. 4:30)
2 Corintios 1:19-22 Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; (20) porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. (21) Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, (22) el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
Efesios 1:13-14 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, (14) que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
Efesios 4:30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
Por tanto, no es difícil deducir que el sello de Dios es la unción del Espíritu Santo (1 Jn 2:20,27) que todo creyente recibe cuando es nacido de nuevo (Jn. 3:5,6); porque lo único que garantiza nuestra identidad de cristianos, de ser hijos de Dios, es que el Espíritu Santo more en nosotros (1Co. 3:16; 6:19-20; 2 Co. 6:16); “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él” (Ro. 8:9). Esta es la única señal de pertenencia al pueblo de Dios –y guardar el reposo en sábado es imposible que nos haga cristianos o hijos de Dios, por muchos cientos de sábados en que reposemos de toda obra secular.
Resumiendo, la Ley veterotestamentaria, junto a la ley del reposo sabático fueron dadas exclusivamente para los israelitas hasta que viniese la simiente [la cual es Cristo] (Gá. 3:19, cf. 3:16); y, puesto que las pruebas bíblicas ya se expusieron en lo que antecede, ahora solo necesitamos recordar Deuteronomio 4:13, y añadir los importantes clarificadores textos de Deuteronomio 5:1-5, mediante los cuales Moisés nos confirma que la Ley fue dada solo a los israelitas, comprobémoslo de nuevo:
Deuteronomio 4:13: Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.
“Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. (2) Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. (3) No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos. (4) Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego. (5) Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte” (Deuteronomio 5:1-5).
Procuremos que nos ocurra lo mismo que les sucedió a los antiguos gálatas:
Gálatas 3:1-5 ¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? (2) Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? (3) ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? (4) ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. (5) Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?
O no hagamos como los antiguos judaizantes de Corintio:
“Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. (15) Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos” (2 Corintios 3:14-15; cf. 3:3-18)
2 Corintios 3:2-18: Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; (3) siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. (4) Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; (5) no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, (6) el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. (7) Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, (8) ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? (9) Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. (10) Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. (11) Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. (12) Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; (13) y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. (14) Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. (15) Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. (16) Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. (17) Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. (18) Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
No obstante, reposar de toda obra secular un día a la semana está muy bien, porque Dios, que nos conoce porque nos ha creado, ha establecido que lo mejor para el ser humano –para su salud física y psíquica– es que descanse o repose un día a la semana; y si además lo dedicamos a aumentar nuestra comunión con Él mediante el estudio de su Palabra, mejoraremos sin duda nuestra salud espiritual y creceremos en santidad.
Sin embargo, Dios en el Nuevo Pacto en Cristo no nos ordena que guardemos ningún día a la semana, como una obligación moral que haya que cumplir y que de no hacerlo estaríamos en pecado, y perderíamos el estado de gracia y comunión con Él. Puesto que para los cristianos nunca ha sido una ley, ellos no pecan si no lo guardan, pero sí deberían reunirse, al menos un día a la semana con otros hermanos en la fe, para culto y adoración a Dios y “para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca” (Heb. 10:24,25).
En cualquier caso, cada uno debe hacer y guardar todo aquello que esté convencido, en conciencia, que es su deber (Ro. 14:5-7).
Estimado amigo, con el estudio bíblico que antecede espero haberte ayudado a clarificar tus ideas acerca de si el reposo sabático es un mandamiento del Señor para los cristianos o no lo es. No permitamos que nadie quiera judaizarnos y obligarnos a guardar la Ley de Moisés, que incluye el Decálogo, con su día de reposo judío, que fue la señal de su Pacto con Dios (Éx.31:13-18), según los reglamentos prescritos en el Antiguo Testamento; pero que no son vinculantes para el pueblo cristiano.
He escrito y publicado en https://amistadencristo.com, ríos de tinta para aclarar este tema en que se basa la consulta del hermano. Para profundizar en este tema he seleccionado unos pocos, que indico en el apartado de las referencias bibliográficas (4). No obstante, a continuación también indico la lista completa de los muchos artículos escritos hasta la fecha (5), para que los lectores puedan escoger más fácilmente.
Quedo a tu disposición para lo que pueda servirte.
Afectuosamente en Cristo
Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com
Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com
Referencias bibliográficas
* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
Abreviaturas frecuentemente empleadas:
AT = Antiguo Testamento
NT = Nuevo Testamento
AP = Antiguo Pacto
NP = Nuevo Pacto
Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)
pp, pc, úp referidas a un versículo bíblico representan "parte primera, central o última del mismo ".
Abreviaturas empleadas para diversas traducciones de la Biblia:
BNP: La Biblia de Nuestro Pueblo
DHH L 1996:Biblia Dios Habla Hoy de 1996
NBJ: Nueva Biblia de Jerusalén, 1998.
BJ: Biblia de Jerusalén
BTX: Biblia Textual
Jünemann: Sagrada Biblia-Versión de la LXX al español por Guillermo Jüneman
N-C: Sagrada Biblia- Nacar Colunga-1994
JER 2001: *Biblia de Jerusalén, 3ª Edición 2001
BLA95, BL95: Biblia Latinoamericana, 1995
LBLA: La Biblia de las Américas
NVI 1999: Nueva Versión Internacional 1999
RV: Biblia Reina Valera
Bibliografía citada
(1) Aracil Orts, Carlos, 2016. Párrafo extraído de https//amistadencristo.com: ¿El reposo sabático es un mandamiento de Dios?
(2) Aracil Orts, Carlos, 2016. Capítulo extraído de https//amistadencristo.com: ¿El reposo sabático es un mandamiento de Dios?
(3) White G. Ellen, Primeros Escritos. (La negrilla y el subrayado son añadidos por mí y no están en el original. )
“El primer sábado de abril, en 1847, siete meses después que ella [Elena G. White] y su esposo principiaran a guardar el sábado, el Señor dio a la Sra. de White, en Topsham, Maine, una visión en la cual se recalcó la importancia del sábado. Elena vio las tablas de la ley en el arca del santuario celestial, y notó que el cuarto mandamiento estaba rodeado de una aureola de luz. En Primeros Escritos, Págs. 32-35, puede leerse el relato de esa visión que confirmó las conclusiones impuestas por el estudio de la Palabra de Dios. En visión profética, la Sra. de White fue trasladada al fin de los tiempos y vio que, por su actitud hacia la verdad del sábado, los hombres demostrarán si deciden servir a Dios o a una potencia apóstata. En 1874, ella escribió: "Creí la verdad acerca del sábado antes de haber visto cosa alguna en visión con referencia al día de reposo. Después que comencé a observar el sábado transcurrieron meses antes que se me mostrase su importancia y su lugar en el mensaje del tercer ángel."-E. G. de W., carta 2, 1874.” (Extraído del prólogo del citado libro).
Visiones subsiguientes de Ellen G. White; “Primeros Escritos”; (págs. 32-35)
El Señor me dio la visión que sigue en 1847, mientras los hermanos estaban reunidos el sábado, en Topsham, Maine.
Sentimos un extraordinario espíritu de oración, y mientras orábamos el Espíritu Santo descendió sobre nosotros. Estábamos muy felices. Pronto perdí el conocimiento de las cosas terrenas y quedé arrobada en una visión de la gloria de Dios. Vi un ángel que con presteza volaba hacia mí. Me llevó rápidamente desde la tierra a la santa ciudad, donde vi un templo en el que entré. Antes de llegar al primer velo, pasé por una puerta. Levantóse ese velo, y entré en el lugar santo, donde vi el altar del incienso, el candelabro con las siete lámparas y la mesa con los panes de la proposición. Después que hube notado la gloria del lugar santo, Jesús levantó el segundo velo y pasé al lugar santísimo.
En él vi un arca, cuya cubierta y lados estaban recubiertos de oro purísimo. En cada extremo del arca había un hermoso querubín con las alas extendidas sobre el arca. Sus rostros estaban frente a frente uno de otro, pero miraban hacia abajo. Entre los dos ángeles había un incensario de oro, y sobre el arca, donde estaban los ángeles, una gloria en extremo esplendorosa que semejaba un trono en que moraba Dios. Junto al arca estaba Jesús, y cuando las oraciones de los santos llegaban a él, humeaba el incienso del incensario, y Jesús ofrecía a su Padre aquellas oraciones con el humo del incienso. Dentro del arca estaba el vaso de oro con el maná, la florida vara de Aarón y las tablas de piedra, que se plegaban la una sobre la otra como las hojas de un libro. Abriólas Jesús, y vi en ellas los diez mandamientos escritos por el dedo de Dios. En una tabla había cuatro, en la otra seis. Los cuatro de la primera brillaban más que (33) los otros seis. Pero el cuarto, el mandamiento del sábado, brillaba más que todos, porque el sábado fue puesto aparte para que se lo guardase en honor del santo nombre de Dios. El santo sábado resplandecía, rodeado de un nimbo de gloria. Vi que el mandamiento del sábado no estaba clavado en la cruz, pues de haberlo estado, también lo hubieran estado los otros nueve, y tendríamos libertad para violarlos todos así como el cuarto. Vi que por ser Dios inmutable, no había cambiado el día de descanso; pero el papa lo había transferido del séptimo al primer día de la semana, pues iba a cambiar los tiempos y la ley.
También vi que si Dios hubiese cambiado el día de reposo del séptimo al primer día, asimismo hubiera cambiado el texto del mandamiento del sábado escrito en las tablas de piedra que están en el arca del lugar santísimo del templo celestial, y diría así: El primer día es el día de reposo de Jehová tu Dios. Pero vi que seguía diciendo lo mismo que cuando el dedo de Dios lo escribió en las tablas de piedra, antes de entregarlas a Moisés en el Sinaí: "Mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios." Vi que el santo sábado es, y será, el muro separador entre el verdadero Israel de Dios y los incrédulos, así como la institución más adecuada para unir los corazones de los queridos y esperanzados santos de Dios.
Vi que Dios tenía hijos que no reconocen ni guardan el sábado. No han rechazado la luz referente a él. Y al empezar el tiempo de angustia, fuimos henchidos del Espíritu Santo, cuando salimos a proclamar más plenamente el sábado.* Esto enfureció las otras iglesias y a los adventistas nominales,* pues no podían refutar la verdad sabática, y entonces todos los escogidos de Dios, comprendiendo claramente que poseíamos la verdad salieron y sufrieron la persecución con nosotros. Vi guerra, hambre, pestilencia y 34 grandísima confusión en la tierra. Los impíos pensaron que nosotros habíamos acarreado el castigo sobre ellos, y se reunieron en consejo para raernos de la tierra, creyendo que así cesarían los males.
(4) Aracil, Orts, Carlos. Algunos artículos que se recomiendan leer, porque se relacionan con el tema tratado en este estudio bíblico sobre los Pactos y la ley Antigua, en https://amistadencristo.com:
¿Es la Ley del Sinaí inmutable y eterna?
¿Es el amor la base del Nuevo Pacto en Cristo?
La ley moral cristiana y los dos Pactos
(5) Aracil, Orts, Carlos. Lista completa de los artículos publicados, que se relacionan con el tema tratado en este estudio bíblico, en https://amistadencristo.com:
Preguntas y respuestas
¿Los cristianos debemos predicar más la Ley de Dios?
¿Dónde dice la Biblia que el Nuevo Pacto cancela el Antiguo?
¿El reposo sabático es un mandamiento de Dios?
¿Por qué pregunta si matar es pecado?
¿Se puede alcanzar la vida eterna cumpliendo la Ley moral?
¿Es la Ley del Sinaí inmutable y eterna?
¿Es el amor la base del Nuevo Pacto en Cristo?
¿Por qué Dios reposó en el séptimo día, lo bendijo y lo santificó?
¿Peca el cristiano cuando no se congrega en el día domingo?
¿No fue hecho el día sábado por causa del hombre?
¿Por qué los cristianos no guardan el reposo sabático?
¿Cuáles son los mandamientos de Dios para el cristiano?
¿Son los Diez Mandamientos los que implanta Dios en el cristiano?
¿Cual es la ley que Dios escribe en el corazón?
¿Cuál es el propósito de la ley de Dios?
¿Estar bajo la Gracia implica licencia para pecar?
¿Será el sábado un día de adoración en la Tierra nueva?
¿Es el reposo sabático un símbolo de la salvación en Cristo?
¿Es la ley del Sinaí el ayo que nos conduce a Cristo?
¿Bajo que ley está la humanidad sin Cristo?
Respuesta a siete argumentos en pro vigencia reposo sabático
¿Cuáles son los mandamientos de Cristo?
La ley moral cristiana y los dos Pactos
¿Cumplir la ley era la condición de salvación en el A. Testamento?
¿Estará la ley vigente hasta que no pasen el Cielo y la Tierra?
¿Es la ley de Moisés la Ley de Dios?
La ley en la Biblia
¿Guardar el día sábado es un Mandamiento de Dios en el Nuevo Pacto?
¿Será el sábado día de adoración en la Tierra nueva?
¿Está abolida la ley de Dios? (Primera parte)
¿Está abolida la ley de Dios? (Segunda parte)
¿Qué simboliza el reposo de Dios del séptimo día?
¿Será el sábado día de adoración en la Tierra nueva? Segunda Parte.
Pecado, Ley y Gracia
La Ley que fue clavada en la cruz.
¿Cuál es la ley del Pecado y de la muerte?
¿Cumplir la ley, sin faltar en un punto, para ser salvo?
Respuesta sobre la Ley a un amigo Adventista
¿Es eterna la Ley de Dios del Antiguo Pacto?
¿Cómo se salvaba la gente antes de Cristo?
¿Dictó Dios una ley imposible de cumplir?
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