Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Miscelánea

 

¿El bautismo en agua salva?

 

Versión: 10-05-12-revisada: 10-04-15

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

Con este segundo artículo que inicio ahora pretendo completar las respuestas a los comentarios que me hizo mi querido hermano Abel. Una parte importante de los mismos creo que quedaron respondidos en el primero, que titulé: “¿Qué es la unción del Espíritu Santo?”. Ahora, solo resta responder a la última pregunta que me plantea que, al igual que todo el resto de sus comentarios,  es muy interesante y oportuna. Pero veamos cuáles son sus acertados comentarios:

“¿El bautismo en agua salva?
“Como muy bien puntualizó el bautismo es una proyección de obediencia. Sin embargo, personas que por alguna circunstancia no fueron bautizadas, creyeron en la obra expiatoria de Jesucristo en la cruz. Incluso, se utilizan, por ejemplo, dos versículos:

Lucas 23.39-44: "y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: si tú eres el cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. (40) respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? (41) nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. (42) y dijo a Jesús: acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. (43) Entonces Jesús le dijo: de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. (44) Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena".

Gálatas 3.1-2: "¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? (2) Esto solo quiero saber de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?"

Porque este ladrón arrepentido ni siquiera se bautizó y ya Jesús le prometió estar con él en el paraíso. No hizo nada, más que creer. Ahora, ciertamente Pedro dijo bautícense y recibirán el don del Espíritu Santo. Pero, el Espíritu Santo se recibe por fe. Reitero, el bautismo en agua es una obediencia, pero no creo que sea un requisito para la salvación por fe. Suena como al catolicismo: cree en el Señor Jesús, pero reza 10 padres nuestros, cree en el Señor Jesús, pero vete de rodillas de aquí a la capilla, cree en el Señor Jesús, pero haz diez ayunos. Esto puede dar pie a una salvación por obras, y la salvación es por gracia (Efesios 2.8-9). 

Por favor, téngame a bien las dudas y los argumentos que le expongo. No es mi intención contradecirle; ni contender. Yo le respeto por el trabajo que dedica en su sitio web para usar bien la palabra de verdad en la medida de lo posible. Tan solo quiero comprender el contexto de la verdad revelada en la palabra de Dios. Por favor, tómese su tiempo para responderme, comprendo que usted debe ser una persona ocupada y dedicada a la obra del Señor. Pero le agradecería mucho que me respondiera, en cuanto pudiera. De cualquier modo, muchas gracias por dedicarme su tiempo y su dedicación a ilustrarme con la palabra.

Dios lo bendiga. Atte.” (Su hno. Abel Rodríguez.)

2. La salvación del ser humano es por gracia, por la sola fe

Estoy totalmente de acuerdo con usted, querido hermano, en que la salvación es por gracia por medio de la fe:

Efesios 2:8-9: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  (9)  no por obras, para que nadie se gloríe.

No hay ninguna obra en el mundo que pueda hacer el ser humano para merecer la salvación. Absolutamente nada. Pues “al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; (5) mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:4,5; Cf Romanos 10:6).

Es decir, si pudiéramos ser declarados justos por nuestros propios méritos, no hubiera sido necesario que Cristo muriera en lugar de los pecadores. Es a raíz de esa imposibilidad que tiene todo ser humano de ser perfectamente justo que, –puesto que la condición para la vida eterna es la perfecta santidad, como nadie puede conseguirla– fue necesario que el Ser infinito, encarnado en Cristo, cumpliera la justicia y pagara la deuda que es imposible que los seres humanos restituyan (Gálatas 2:21).

Gálatas 2:21: No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Como ya hemos dicho en muchas ocasiones en otros estudios bíblicos, por lo que no vamos a insistir mucho más en este tema, Cristo es nuestra justicia (1ª Corintios 1:30; Jeremías 33:16), y también es la justicia de Dios. “Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1ª Juan 2:2; Cf. Juan 3:16-19; Romanos 3:23-26).

Juan 3:16-21: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  (17)  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. (18) El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. (19) Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.  (20)  Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.  (21)  Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Romanos 3:23-26: por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,  (24)  siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,  (25)  a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,  (26)  con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

3. Si el único requisito que pide Dios para ser salvo es tan sencillo como que ejerzamos fe en Él y en su Hijo, Jesucristo ¿por qué somos reacios a aceptar este medio y preferimos otros, que implican hacer sacrificios y obras no mandados por Dios? ¿Cómo se consigue la fe?

Dios solo nos pide que reconozcamos que somos pecadores, y que deseemos cambiar. Él ha dispuesto un medio sencillo de alcanzar la fe, y por ende la salvación. Es tan sencillo, y está tan al alcance de todo el que quiera, que mucha gente lo desprecia, y no cree que algo tan importante y transcendente se pueda conseguir así, tan fácilmente (Juan 5:39,40). Y entonces se embarcan en una serie de proyectos de perfeccionamiento humano, de seguimientos de extrañas doctrinas cuya base es adquirir la perfección, no importa cuantas veces deba reencarnarse en otras cuerpos, de ayunos, flagelaciones, peregrinaciones a sitios donde supuestamente ha habido manifestaciones espirituales, etc.

La Palabra de Dios dice que la fe viene de algo tan sencillo como oír. “Y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17). ¿Qué ocurre en nosotros para que algo tan elemental nos salve? Pues ocurre un hecho trascendente, casi increíble, que cuando aceptamos que esa Palabra es el Pan que descendió del cielo (Juan 6:35,48), y nos alimentamos con ella, Dios, en la persona del Espíritu Santo, nos hace nacer de nuevo, por medio de Su Palabra (Santiago 1:18,21-24; 1ª Pedro 1:23-25). No usa ningún otro medio milagroso, no infunde en nosotros ninguna gracia especial, ni derrama Su Espíritu para que creamos, sino que cuando “la Palabra implantada” nos hace nacer de nuevo, el Espíritu Santo hace morada en nosotros, y llegamos a ser templo del Espíritu Santo (1ª Corintios 3:16; 6:19; 2ª Corintios 6:16). Recibimos el Espíritu santo, no para poder ser hijos de Dios sino porque ya nos hemos convertido, y hemos sido renacidos por la Palabra, “y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas 4:6).

Santiago 1:18-22: El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. (19)  Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;  (20)  porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.  (21)  Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.  (22)  Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.

1 Pedro 1:23-25: siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.  (24)  Porque: Toda carne es como hierba,  Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae;  (25)  Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.

1 Corintios 6:19: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

4. Simbolismo y significado del Bautismo en agua

El Bautismo en agua, en mi opinión, sería la manifestación externa y visible de que en el creyente ha existido, previamente, una conversión auténtica, y posiblemente un bautismo en el Espíritu Santo también. Porque ¿qué propósito tiene el Bautismo? ¿Necesita el creyente bautizarse para ser adoptado como hijo de Dios, pertenecer a Su familia y al Cuerpo de Cristo (1ª Corintios 12:13; Efesios 4:5,6)? ¿Para testimoniar o hacer público su conversión, su fe y el nuevo nacimiento que Cristo y Su Palabra han operado en él (Juan 3:5)? ¿Para recibir el perdón de todos los pecados y la justificación ante Dios (Hechos 2:38; Romanos 3:24-26; Efesios 5:26)? ¿Para señal de consagración al servicio de Dios como sacerdote del Nuevo Pacto (Éxodo 19:6; 1 Pedro 2:9,10; Apocalipsis 1:6; 5:10)? ¿Quizá para identificarse con Cristo en su vida muerte y resurrección (Romanos 6:3-8;)? ¿Cómo prueba de obediencia a Dios y su palabra, puesto que es mandamiento del Señor (Mateo 28:19; Marcos 16:15,16; Hechos 2:38)? ¿Por todas estas razones a la vez y alguna más que probablemente me olvido?

Sin embargo, ¿cuántos de estos signos o realidades se cumplen cuando los recién nacidos, bebés o niños sin uso de razón, son bautizados no solo en la Iglesia católica sino también en algunas Iglesias evangélicas? Además, es lógico pensar que también habrá habido muchísimos adultos o niños con uso de razón que han sido bautizados sin haber tenido conciencia del significado del Bautismo, sin haber sido convertidos a Cristo; e ignorando, por ejemplo, que en ese acto se testifica no solo nuestra fe en Cristo sino también que hemos sido lavados de todos los pecados, y declarados justos ante de Dios, no por nuestros méritos sino por la apropiación de la justicia que obtuvo Cristo, con su vida, muerte y resurrección que sufrió por nosotros.

Debemos preguntarnos también si se desprende de la Biblia que el Bautismo en agua sea un requisito imprescindible para recibir el perdón de los pecados, o sea la justificación y el don del Espíritu Santo.

Las iglesias cristianas partidarias de bautizar a los bebés o niños sin uso de razón suficiente para comprender el Bautismo en agua, tienen también argumentos bíblicos, como veremos a continuación.

5. La doctrina del pecado original en relación con la doctrina del Bautismo de las Iglesias católica y evangélica.

En primer lugar, debemos aclarar lo que entendemos por pecado original, que, como la propia palabra indica, es el que cometieron Adán y Eva, cuando, en su soberbia, se rebelaron contra Dios, pretendiendo ser como Él, en sabiduría y poder. Nosotros, todos los descendientes, de Adán y Eva no somos responsables de su pecado, puesto que no lo cometimos. La Palabra de Dios declara: “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él” (Ezequiel 18:20).

Sin embargo, es sabido, la ciencia actual podría decirnos mucho al respecto, que existen unas leyes de la herencia por las cuales se transmiten, junto con las características generales de cada especie, muchos rasgos y modificaciones particulares de los genes o ADN, ocasionados por distintos factores que sufrieron nuestros antecesores, como son la conducta, la alimentación, las condiciones ambientales, etc. No soy científico, por lo que invito a los que lo sean a que me rectifiquen cuanto quieran.

Pues bien, la decisión de la Primera Pareja humana de rebelarse contra su Creador, trajo consecuencias para ellos, porque perdieron su armonía y comunión con Dios, y la paga de su pecado fue la muerte (Génesis 2:17; Romanos 6:23), e igualmente, para sus descendientes, que misteriosamente, también heredaron la muerte (Romanos 5:12-21), y las mismas tendencias e inclinaciones hacia el mal, de alejamiento, separación e ignorancia de Dios; lo que derivó en una forma de ser egoísta y malvada, que pronto degeneró hasta tal extremo, que Caín mató a su hermano Abel, continuando ese proceso degenerativo de la humanidad, hasta que poco antes del diluvio, “vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). La maldad de la humanidad en todas las épocas de la historia del mundo ha sido evidente. Guerras constantes, crímenes de todo tipo, etc. Esto es un hecho, ratificado ampliamente por nuestra experiencia del vivir cotidiano, y ningún científico, ni nadie puede negarlo o ponerlo en duda.

Romanos 5:12-21: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. […] (15) Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. […]  (19)  Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. […]  (21)  para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Por tanto, los seres humanos, como consecuencia del pecado de Adán, nacemos con una naturaleza pecaminosa, rebelde, e inclinada hacia el mal. Así lo testifica la Palabra de Dios: “He aquí, en maldad he sido formado,  Y en pecado me concibió mi madre” (Salmos 51:5). Esto es lo que muchos evangélicos entendemos por pecado original, que, por experiencia todo el mundo sabe que no lo borra el Bautismo en agua.

La Iglesia católica lo define de forma parecida. Pudiendo estar la diferencia en el grado mayor o menor de depravación o corrupción espiritual que se crea se haya derivado de aquel pecado original. La Iglesia Católica se inclina por creer que la naturaleza humana no está totalmente corrompida. Y entre las evangélicas, están desde las que consideran nada o poca corrupción en la misma, como las de influencia de Pelagio y Arminio, hasta las de influencia de Lutero y Calvino, que creen que la corrupción y depravación de la naturaleza humana es total.

Creencias distintivas y singulares sobre el Bautismo de la Iglesia católica, no compartidas, en general, por el mundo evangélico.  

“[…] El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual”. (Catecismo de la Iglesia católica, 405)

La Iglesia católica tiene un concepto del bautismo en agua que coincide en algunos aspectos con el de las iglesias evangélicas, pero difiere en puntos importantes. En los próximos párrafos veremos cuáles son estos últimos.

Como cristiano evangélico no creo en absoluto que el Bautismo en sí mismo borre el pecado original, ni ningún otro pecado.

"Aunque propio de cada uno (cf. Cc. de Trento: DS 1513), el pecado original no tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter de falta personal. Es la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta inclinación al mal es llamada "concupiscencia").(Catecismo de la Iglesia católica, 405)

Independientemente del grado de corrupción que realmente tenga la naturaleza humana antes de ser regenerada, la gran mayoría de los evangélicos no creemos, como afirma la Iglesia católica, que “el Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, […]”. Pues la misma Iglesia católica reconoce que “las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual” (Catecismo de la Iglesia católica, 405).

En mi opinión, la comunión con Dios no la establece el Bautismo en agua sino la reconciliación del hombre con Dios por medio de la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz. Para ello es necesario la conversión y la fe en Cristo. Nadie puede ser librado de la esclavitud del pecado, sino se convierte a Cristo y obedece a su Evangelio. Un niño sin uso de razón que es bautizado en agua no se reconcilia con Dios, porque no tiene conciencia de pecado, ni uso de razón para saber lo que está haciendo. Claramente afirma la Palabra: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuimos entregados; (18) y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Romanos 6:17)

Romanos 5:10-11: Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.  (11) Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.

2 Corintios 5:17-21: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.  (18)  Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;  (19)  que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.  (20)  Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.  (21)  Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Colosenses 1:20-23: y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. (21) Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado  (22) en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;  (23)  si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.

Todo esto, la reconciliación y comunión con Dios no es producto del Bautismo en agua sino de creer con fe en Cristo y su Evangelio.

Algunos otros puntos del Catecismo de la Iglesia católica que no podemos compartir en su integridad, por los motivos apuntados antes, son los siguientes:

683. “Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia: El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo.[…] (Catecismo de la Iglesia católica, véase además 978).

1237. Puesto que el Bautismo significa la liberación del pecado y de su instigador, el diablo, se pronuncian uno o varios exorcismos sobre el candidato. Este es ungido con el óleo de los catecúmenos o bien el celebrante le impone la mano y el candidato renuncia explícitamente a Satanás. Así preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual será "confiado" por el Bautismo (cf Rm 6,17). (Catecismo de la Iglesia católica).

1238 El agua bautismal es entonces consagrada mediante una oración de epíclesis (en el momento mismo o en la noche pascual). La Iglesia pide a Dios que, por medio de su Hijo, el poder del Espíritu Santo descienda sobre esta agua, a fin de que los que sean bautizados con ella "nazcan del agua y del Espíritu" (Jn 3,5). (Catecismo de la Iglesia católica).

1250. El Bautismo de niños. Puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, los niños necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo (cf DS 1514) para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios (cf Col 1,12-14), a la que todos los hombres están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento (cf CIC can. 867; CCEO, can. 681; 686,1). (Catecismo de la Iglesia católica).

1254 […] El Bautismo es la fuente de la vida nueva en Cristo, de la cual brota toda la vida cristiana. (Catecismo de la Iglesia católica).

1265. “Una criatura nueva”. El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace también del neófito "una nueva creatura" (2 Co 5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf Ga 4,5-7) que ha sido hecho "partícipe de la naturaleza divina" (2 P 1,4), miembro de Cristo (cf 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con Él (Rm 8,17) y templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6,19). (Catecismo de la Iglesia católica).

1266 La Santísima Trinidad da al bautizado la gracia santificante, la gracia de la justificación que :
— le hace capaz de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo mediante las virtudes teologales;
— le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los dones del Espíritu Santo;
— le permite crecer en el bien mediante las virtudes morales.
Así todo el organismo de la vida sobrenatural del cristiano tiene su raíz en el santo Bautismo. (Catecismo de la Iglesia católica).

Creencias sobre el Bautismo de la Iglesia católica que son compartidas, en general, por gran parte del mundo evangélico, o que podrían ser asumidas desde el punto de vista bíblico estricto en gran parte si no en su totalidad.  

782 […] Se llega a ser miembro de este cuerpo [la Iglesia, cuerpo de Cristo] no por el nacimiento físico, sino por el "nacimiento de arriba", "del agua y del Espíritu" (Juan_3:3-5), es decir, por la fe en Cristo y el Bautismo.

Al entrar en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocación única de este Pueblo: en su vocación sacerdotal: "Cristo el Señor, Pontífice tomado de entre los hombres, ha hecho del nuevo pueblo `un reino de sacerdotes para Dios, su Padre'. Los bautizados, en efecto, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo" (LG 10). (Catecismo de la Iglesia católica).

790. Nos identificamos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el bautismo (Rom. 6:4-5; 1 cor.12.13) (Catecismo de la Iglesia católica).

977. Nuestro Señor vinculó el perdón de los pecados a la fe y al Bautismo: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará" (Mar_16:15-16). El Bautismo es el primero y principal sacramento del perdón de los pecados porque nos une a Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación (cf.  Rom_4:25), a fin de que "vivamos también una vida nueva" (Rom_6:4). (Catecismo de la Iglesia católica).

981. Cristo, después de su Resurrección envió a sus apóstoles a predicar "en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones" (Luc_24:47). Este "ministerio de la reconciliación" (2 Co_5:18), no lo cumplieron los apóstoles y sus sucesores anunciando solamente a los hombres el perdón de Dios merecido para nosotros por Cristo y llamándoles a la conversión y a la fe, sino comunicándoles también la remisión de los pecados por el Bautismo y reconciliándolos con Dios y con la Iglesia gracias al poder de las llaves recibido de Cristo:

1002. Si es verdad que Cristo nos resucitará en "el último día", también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En efecto, gracias al Espíritu Santo, la vida cristiana en la tierra es, desde ahora, una participación en la muerte y en la Resurrección de Cristo:

Sepultados con él en el Bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos... Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios (Col_2:12;  Col_3:1). (Catecismo de la Iglesia católica).

1214. Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; la "inmersión" en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con El (cf Rom_6:3-4; Col_2:12) como "nueva criatura" (2Co_5:17; Gál_6:15). (Catecismo de la Iglesia católica).

1215. Este sacramento es llamado también "baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo" (Tit_3:5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual "nadie puede entrar en el Reino de Dios" (Jua_3:5). (Catecismo de la Iglesia católica).

1257. VI. La necesidad del Bautismo. El Señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación (cf Jn 3,5). Por ello mandó a sus discípulos a anunciar el Evangelio y bautizar a todas las naciones (cf Mt 28, 19-20 ;…). El Bautismo es necesario para la salvación en aquellos a los que el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este sacramento (cf Mc 16,16). La Iglesia no conoce otro medio que el Bautismo para asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna; por eso está obligada a no descuidar la misión que ha recibido del Señor de hacer "renacer del agua y del Espíritu" a todos los que pueden ser bautizados. Dios ha vinculado la salvación al sacramento del Bautismo, sin embargo, Él no queda sometido a sus sacramentos. (Catecismo de la Iglesia católica).

1262. VII. La gracia del Bautismo. Los distintos efectos del Bautismo son significados por los elementos sensibles del rito sacramental. La inmersión en el agua evoca los simbolismos de la muerte y de la purificación, pero también los de la regeneración y de la renovación. Los dos efectos principales, por tanto, son la purificación de los pecados y el nuevo nacimiento en el Espíritu Santo (cf Hch 2,38; Jn 3,5). (Catecismo de la Iglesia católica).

537. Por el Bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús, para subir con él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y "vivir una vida nueva" ( Rom_6:4):

Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con él; descendamos con él para ser ascendidos con él; ascendamos con él para ser glorificados con él (S. Gregorio Nacianc. Or. 40, 9).

Todo lo que aconteció en Cristo nos enseña que después del baño de agua, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la Voz del Padre, llegamos a ser hijos de Dios. (S. Hilario, Mat 2). (Catecismo de la Iglesia católica).

628. El Bautismo, cuyo signo original y pleno es la inmersión, significa eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo para una nueva vida: "Fuimos, pues, con él sepultados por el Bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Rom_6:4; cf  Col_2:12;  Efe_5:26). (Catecismo de la Iglesia católica).

Incorporados a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, por el Bautismo

1267 El Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo de Cristo. "Por tanto [...] somos miembros los unos de los otros" (Ef 4,25). El Bautismo incorpora a la Iglesia. De las fuentes bautismales nace el único pueblo de Dios de la Nueva Alianza que trasciende todos los límites naturales o humanos de las naciones, las culturas, las razas y los sexos: "Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo" (1 Co 12,13). (Catecismo de la Iglesia católica).

1268 Los bautizados vienen a ser "piedras vivas" para "edificación de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo" (1 P 2,5). Por el Bautismo participan del sacerdocio de Cristo, de su misión profética y real, son "linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz" (1 P 2,9). El Bautismo hace participar en el sacerdocio común de los fieles.

1269 Hecho miembro de la Iglesia, el bautizado ya no se pertenece a sí mismo (1 Co 6,19), sino al que murió y resucitó por nosotros (cf 2 Co 5,15). Por tanto, está llamado a someterse a los demás (Ef 5,21; 1 Co 16,15-16), a servirles (cf Jn 13,12-15) en la comunión de la Iglesia, y a ser "obediente y dócil" a los pastores de la Iglesia (Hb 13,17) y a considerarlos con respeto y afecto (cf 1 Ts 5,12-13). Del mismo modo que el Bautismo es la fuente de responsabilidades y deberes, el bautizado goza también de derechos en el seno de la Iglesia: recibir los sacramentos, ser alimentado con la palabra de Dios y ser sostenido por los otros auxilios espirituales de la Iglesia (cf LG 37; CIC can. 208-223; CCEO, can. 675,2). (Catecismo de la Iglesia católica).

1270 Los bautizados "renacidos [por el bautismo] como hijos de Dios están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia" (LG 11) y de participar en la actividad apostólica y misionera del Pueblo de Dios (cf LG 17; AG 7,23). (Catecismo de la Iglesia católica).

6. El Bautismo de los niños

El argumento principal, aducido por los defensores de la validez del Bautismo de niños –tratandose éstos de recién nacidos o sin uso de razón–, surge de equiparar la circuncisión ordenada por Dios a Abraham, que había de ser practicada a partir del octavo día del nacimiento –señal del Pacto abrahámico–, con el Bautismo en agua –señal visible de pertenencia a la Iglesia del Nuevo Pacto en Cristo.

Los cristianos evangélicos, que bautizan niños pequeños sin uso de razón, se apoyan, para defender esta doctrina, en los siguientes argumentos bíblicos:

Primero. La circuncisión, señal del Pacto de Dios con Abraham.

Dios estableció el mandamiento de la circuncisión a Abraham y sus descendientes como señal de Su Pacto y de pertenencia a Su pueblo (Génesis 17:7-14).

Génesis 17:1-14: Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.  (2)  Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. […] (7)  Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.  […]9)  Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones.  (10)  Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. (11)  Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros.  (12)  Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje.  (13)  Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo.  (14)  Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.

Segundo. En el Pacto que Dios hizo con Abraham y sus descendientes se incluye la promesa “En ti serán benditas todas las naciones” (Génesis 12:3; 22:18; Gálatas 3:6-9,14,16,29; Cf. Romanos 4:3,9,10-16).

Esta bendición alcanza a los gentiles de todas las épocas, porque Cristo es la “simiente” o “descendencia” de Abraham (Mateo 1:1; Gálatas 3:16), que cumple todas las promesas de Dios al hombre.

Gálatas 3:6-29: Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.  (7)  Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.  (8)  Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. (9) De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. […] (14)  para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.  (15)  Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.  (16)  Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.  […] (27)  porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.  (28)  Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.  (29)  Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.

Abraham es, pues, padre espiritual tanto de la circuncisión como de la incircuncisión, es decir, judíos y gentiles: “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gálatas 3:6-9,14,16);  Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;  (12)  y padre de la circuncisión” (Romanos 4:11-12).

Romanos 4:2-8: Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.  (3)  Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.

Romanos 4:9-12: ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.  (10)  ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión.  (11)  Y recibió la circuncisión  como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;  (12)  y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.

Sin embargo, el Nuevo Pacto en Cristo, no es una prolongación, continuación o renovación del Pacto que hizo Dios con Abraham, sino que es el cumplimiento de la promesa de bendición a todas las naciones, que resultaría del nacimiento de Cristo de su simiente o descendencia:

Gálatas 3:16: Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.

El Nuevo Pacto en Cristo se basa sobre las mismas premisas: la fe –Abraham fue el padre de la fe–, y Cristo. Y Él es el cumplimiento de la promesa de bendición que Dios hizo con Abraham; nosotros, sus descendientes espirituales, que por la fe pertenecemos a Cristo (Gálatas 3:9,14).

Gálatas 3:9,14: De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. […] (14)  para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

En Abraham, Cristo era la promesa de salvación; sin embargo, en los creyentes cristianos, Cristo ya es una realidad; la salvación no está en el futuro sino es un hecho del pasado. Pero cambia la señal física de pertenencia al pueblo de Dios, pues para los cristianos ya no rige el mandamiento de la circuncisión (Véase Hechos 15; Gálatas 2:3-5; 5:2-6; 6:12-15). En el Nuevo Pacto en Cristo la puerta de entrada visible en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, es el Bautismo en agua (Mateo 28:19; Marcos 16:16; Juan 3:5; Hechos 2:38; 1ª Corintios 12:13).

Con estas premisas, los partidarios del bautismo de los niños argumentan así:

La señal de pertenencia a Israel, el pueblo de Dios del AT, consistía en circuncidar la piel del prepucio a los niños a los ocho días de edad. Los cristianos, la Iglesia, pertenecemos al pacto de Abraham, puesto que somos sus descendientes espirituales. Para nosotros, los cristianos la ley de la circuncisión fue abolida, lo que rige como mandamiento del Señor es la ley del Bautismo en agua, instituida por el mismo Cristo, como hemos comprobado en los textos citados antes.  No es difícil hacer ahora una equivalencia, analogía o equiparación entre ambas señales de identificación física de pertenencia al pueblo de Dios, la circuncisión de la carne del AT con el bautismo en agua del NT.

Concluyen, ellos, los partidarios del bautismo de niños que puesto la circuncisión era preceptivo realizarla desde los ocho días de edad, si aceptamos la equivalencia, igualmente sería correcto practicar el Bautismo en agua a los bebés nacidos en familias cristianas, como señal de pertenencia al pueblo de Dios del Nuevo Pacto en Cristo.

¿Es esta la voluntad de nuestro Señor Jesús? ¿Es mejor bautizar a los recién nacidos, sin esperar a que a ellos tengan completo conocimiento de lo que significa el Bautismo en agua?

¿Es necesario hacerlo así porque proporciona alguna gracia especial al recién nacido que le ayudará a elegir más tarde la salvación que Dios le ofrece? ¿Es opcional, es decir, da igual bautizarse de niño o cuando uno como adulto  comprende lo que hace y por qué lo hace?

¿Es acaso el Bautismo en agua una condición ineludible sin la cual nadie, –que sea consciente de la voluntad de Dios, pudiendo obedecerle, bautizándose, y no lo haga–, se salvará?

Colosenses 2:11-14: En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;  (12)  sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.(A)  (13)  Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,  (14)  anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,

Todos deberíamos contestarnos responsablemente a estas u otras cuestiones, pero “cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Romanos 14:5 úp.) de lo que cree, y obre en consecuencia.

Desde mi entendimiento bíblico considero que no es correcto equiparar circuncisión – señal del Pacto de Dios con Abraham, Isaac y Jacob– con el Bautismo, mandamiento del Nuevo Pacto en Cristo, por las siguientes razones:

Efesios 1:13-14: En él [Cristo] también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,  (14)  que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

¿Pueden los niños sin uso de razón y sin conocimiento “oír la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y [creer] en él, para ser, a continuación, “sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13)?

La respuesta a la pregunta –¿los que fueron bautizados siendo niños, sin uso de razón, ya sea por la iglesia católica romana o una evangélica, deberían volver a bautizarse cuando se conviertan a la fe?– dependerá de nuestras convicciones, y de cuál fe poseemos, y, entonces, actuar siendo fieles a nuestra conciencia iluminada por la Palabra de Dios, porque “todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14:23).

Si el Bautismo recibido se considera válido no hay por qué bautizarse de nuevo, pero en caso contrario, ante la duda, es mejor hacerlo de nuevo; un solo Bautismo es suficiente en la mayoría de los casos; porque la gracia y el don del Espíritu Santo no provienen de la obra bautismal. Como dije en lo que antecede, el Bautismo no es más que una señal externa de la conversión y fe interna del corazón, y un mandamiento de Dios, que se obedece no para salvarse, sino por ser ya salvo.

7. Conclusión

¿El Bautismo en agua salva?

De nada serviría bautizarse en agua sino hay una verdadera conversión, junto con fe en Cristo, –como “nuestra Justicia”, la que Él alcanzó con su vida, muerte y resurrección (1ª Corintios 1:30; Jeremías 33:16)–, y en su Palabra como medio de transformación, de santificación y relación con Dios (Juan 17:17).

El medio que Dios usa para convertirnos es Su Palabra. Nótese que en todas las conversiones que se relatan en el libro de los Hechos de los apóstoles, el Espíritu Santo convence por medio de Su Palabra (Véase: Hechos 2:22,37,38,41; 3:11-4:4; 6:7; 8:4-40; 9:1-19; 10; 16:25-34;17:10-12;22-34; 18:1-8; 19:1-7;19:8-20; 28:23-29). Ella nos hace nacer de nuevo (Santiago 1:18,21-23; 1ª Pedro 1:23-25). Y al ser adoptados como hijos de Dios, el Espíritu Santo viene a morar en el creyente (Romanos 8:9; 1ª Corintios 3:16; 6:19; 2ª Corintios 6:16). “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!  (7)  Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. (Gálatas 4:6-7).

Ahora bien, bautizarse en agua es un mandamiento del Señor Jesús:

Mateo 28:19-20: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;  (20)  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Marcos 16:15-16: Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. (16)  El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

El apóstol Pedro lo ratifica en Hechos 2:38:

Hechos 2:38: Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

El bautismo en agua no salva, pero es un acto de obediencia que prueba si tenemos una fe viva o muerta como dice Santiago 2:17. Obedecemos a Dios no para salvarnos sino porque somos salvos. Tampoco salva el bautismo del Espíritu Santo, sino que lo recibimos porque hemos sido adoptados hijos suyos por creer en Cristo y en Su Evangelio (Gálatas 4:6). Por tanto, ningún creyente que conozca la voluntad de Dios, que se haya convertido rechazará voluntariamente el Bautismo en agua, porque es una señal de que es salvado por la fe en Cristo y por la gracia de Dios.

1ª Corintios 6:10-11: ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (11) Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

 

Quedo a su entera disposición para lo que pueda servirle.

Afectuosamente en Cristo.

Bendiciones

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Referencias bibliográficas

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

 

 

 

 

 

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