Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Sobre la salvación (Soteriología)

 

El Reino de Dios y el Milenio

Versión 17-02-2011

 

Carlos Aracil Orts

1.  Introducción*

Estimado Armando, en tu último correo de 06-02-11 me comunicaste que habías publicado en tu blog un artículo, en mi opinión, un tema interesante, en el que tratabas de entender y explicar la siguiente enigmática declaración de Jesucristo:

Os aseguro que no ha nacido nadie mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él” (Mateo 11:11; Lucas 7:28; Versión “La Palabra”, 1ª edición 2010).

Además, también aludías a mi artículo “¿Tuvieron Adán y Eva acceso al sacrificio redentor de Cristo?”, en el sentido de que no veías suficientes evidencias como para poder afirmar que Dios hubiera dado a Adán y Eva la oportunidad de redención mediante Cristo, al igual que al resto de la humanidad. Pues tú sostienes que ellos (la Primera Pareja) no merecen el mismo trato que los demás seres humanos, puesto que fueron los causantes de la caída en desgracia de este mundo, y de que tengamos que pasar por el sufrimiento y la muerte. Máxime cuando ellos actuaron con plena libertad, siendo poseedores de una naturaleza humana perfecta, totalmente exenta de tendencias pecaminosas, como es el caso del resto de los humanos.

Al respecto, te preguntabas qué promesa de futura restauración de ellos podía haber en el anuncio que Dios hace a Adán en Génesis 3:19: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.

Por último, parece que relacionas el texto de Juan 5:28-29, en el que Jesús se refiere a las resurrecciones de justos e injustos que habrá al fin del mundo, con el versículo deMateo 11:11, en el sentido de que la interpretación que se le dé a este texto determinará el significado de aquél. Y me formulas la siguiente pregunta:

“Porque si ello es como tú afirmas ¿en cuál de las dos resurrecciones colocas a Juan el Bautista? Pregunta que hasta el momento, aún nadie ha sido capaz de responderme y tema acerca del cuál tengo mucho publicado, por lo que no deja de ser sorprendente tanto silencio.” (Armando)

A continuación, en el cuerpo de este estudio bíblico, intentaré dar respuesta a las cuestiones involucradas. No obstante, respecto al tema que introduce el pasaje de Génesis 3:19, entiendo que ha sido esencial y ampliamente tratado en el estudio titulado “¿Tuvieron Adán y Eva acceso al sacrificio redentor de Cristo?”. Por lo que me limito a decir que el texto citado arriba de Génesis no contiene ninguna promesa de restauración a la vida, sino que es la confirmación del anuncio de Dios de que su desobediencia les llevaría a la muerte física (Génesis 2:17), en este caso. Muerte que es de la misma clase que la que sufre el resto de la humanidad, y sobre la que Cristo ha obtenido la victoria (1ª Corintios 15:21-23, 55-57; Hebreos 2:14,15; etc.). Por tanto, en mi opinión, y por las razones y argumentos expuestos en mi citado artículo, no encuentro ningún motivo ni texto bíblico que impida creer que Dios ha dado a Adán y Eva el mismo acceso al sacrificio redentor de Cristo, que al resto de la humanidad, y con ello la obtención de la vida eterna, en la resurrección de los justos que se producirá en la segunda venida de Cristo.

El tema de este estudio, pues, queda circunscrito al Reino de Dios, su significado e instauración, y a la exégesis de Mateo 11:11, para lo cual considero necesario que expliquemos lo que entendemos por “el Reino de los cielos” o “el Reino de Dios”, expresiones que creemos son equivalentes.

2. Qué es el Reino de los cielos o Reino de Dios

El único evangelista que emplea la expresión “Reino de los cielos” es Mateo (31 veces), quien también usa “Reino de Dios” (5 veces). Los demás evangelistas sólo citan esta última frase. En todos los casos, ambas expresiones tienen el mismo significado y hacen referencia, generalmente, al Reino terrenal que estableció Cristo en su primera venida, y que se trata esencialmente de un Reino espiritual que sólo se experimentaría como una realidad en los corazones y vidas de los creyentes que se convierten en hijos de Dios (Mateo 4:17; Lucas 17:20,21; Juan 1:12; 3:5). Este Reino terrenal se instauró con la muerte, resurrección y ascensión de Cristo al cielo (Hechos 2:34-36; Apocalipsis 12:10). Por eso Juan el Bautista y Jesucristo anunciaban que el Reino de los cielos se había acercado (Mateo 3:2; 4:17).

El Reino se manifiesta primeramente en el interior del ser humano, y participan todos los redimidos por la sangre de Cristo (Colosenses 1:13,14):

Juan 3:5: Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Colosenses 1:13,14: el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

El Reino estaba entre los discípulos en la persona del Rey, Cristo Jesús, y se hizo realidad para todas las naciones cuando, después de su ascensión, se sentó en el trono:

Lucas 17:20,21: Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, 21 ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.

Sin embargo, algunas veces la expresión “Reino de Dios o de los cielos” puede referirse también al Reino de gloria, Reino futuro, que se establecerá a partir de la segunda venida de Jesucristo (Mateo 25:34;Lucas 13:29; 21:27,31).

Lucas 21: 27-31: “Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. 28 Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. 29 También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. 30 Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. 31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.”

Creo que estaremos de acuerdo que un reino para que se considere como tal necesita alguien que sea verdadero rey, unos súbditos que lo reconozcan y acepten su gobierno, y un territorio o lugar donde se ubique el mismo. El rey del Reino de Dios es Jesucristo (Mateo 21:5; 25:34,40; 27:11; Juan 1:49; 12:13,15; 18:33-37; Apoc. 1:5;17:14;19:16)

El Rey en  el Nuevo Testamento (NT)

Juan 1:49: Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.

Apocalipsis 1:5: y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

Apocalipsis 17:14: Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.

Apocalipsis 19:16: Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

El Rey en  el Antiguo Testamento (AT)

Sofonías 3:15: Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal.

Zacarías 14:16,17: Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. 17 Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia.

En el AT, el territorio es la nación de Israel, y los súbditos los israelitas y los extranjeros que se unen a este pueblo. Este reino es sombra y figura del que había de venir con Cristo. En el NT hay que distinguir entre el Reino terrenal y el celestial o glorioso como hemos dicho. En el primer caso, el territorio es el planeta Tierra (Salmo 22:28; 1ª Corintios 15:25; Apoc. 1:5), y en el segundo, el Universo entero (Salmo 103:19; Fil. 2:10; Mateo 28:18). En ambos casos, los súbditos son todos los que recibieron y aceptaron a Jesús como rey, creen en su nombre y han sido justificados y santificados por la sangre del Cordero (Juan 1:12; Tito 3:5-7; Hebreos 10:10,14; Apocalipsis 1:5; 5:10). No obstante, al contrario del Reino terrenal que fue instaurado en la primera venida de Cristo con su muerte y resurrección, el Reino celestial o Reino de la gloria está en el futuro y no se establecerá hasta la segunda venida de Jesús en gloria (1ª Tesalonicenses 4:13-18; Mateo 19:28; 25:31; Lucas 13:29; 21:27,31; Hechos 1:6-8).

En el Antiguo Testamento

La invitación a formar parte del Reino de Dios ya aparece en el AT como una promesa para todo aquel que guardase su pacto: “…si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto […] vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa.” (Éxodo 19:5,6).Este reino, que se circunscribía sólo a una nación, el pueblo de Israel, era sombra y figura (Hebreos 10:1-14; Col. 2:17) del que instauraría Jesús en el Nuevo Testamento, pues con su muerte se consumaría la redención para todas las naciones. Todas las personas, tanto las de antes de Cristo como las que vivieron después de Cristo han tenido y tienen acceso al Reino de Dios porque Él “se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.”  (Tito 2:14). Sin embargo, nadie podía heredar el Reino de Dios, hasta que muriera el “testador” [Cristo], “porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.” (Hebreos 9:17). Todos los justos del Antiguo Testamento (época anterior a Cristo) no tuvieron el derecho a entrar al Reino de Dios celestial hasta que [Cristo] “en la consumación de los siglos, se presentó [en el Lugar Santísimo habiendo obtenido eterna redención] una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.” (Hebreos 9:12,26). Por eso, ahora, los justos de todas las épocas son santos, porque han sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre (Hebreos 10:10-14), y tienen acceso al Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo (Hebreos 10:19-22).

En ambos Testamentos

EL requisito que tenían que cumplir para ser salvos los seres humanos anteriores a Cristo como los posterior es el mismo. La única condición es creer y confiar en el medio de salvación provisto por Dios en cada momento. La ventaja de todos los que viven desde la muerte y resurrección de Cristo hasta el día de hoy es evidente. Porque los primeros (a.C) tenían que ejercer fe en la promesa de Dios de redención que todavía estaba en el futuro. Sin embargo, los cristianos sabemos, por la Palabra de Dios, que Cristo ha obtenido la victoria sobre la muerte y establecido el Reino para todo aquel que quiera entrar por medio de la fe. Ellos “no pudieron entrar a causa de incredulidad” (Hebreos 3:19). Lo que también es extensivo para nosotros, Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. (Hebreos 4:2).

Queridos hermanos, “no hay acepción de personas para con Dios.” (Romanos 2:11). Digo esto porque el Plan de salvación de Dios, en su perfección y mediante Cristo, abarca a toda la humanidad de todas las edades hasta el fin del mundo. A nadie que quiera ser salvo se le impedirá la entrada en el Reino. De todas partes y de todos los tiempos serán acogidos en el Reino de Dios:  “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. 29 Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 30 Y he aquí hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros.” (Lucas 13: 28-30).

Recomiendo encarecidamente leer todo el capítulo once de Hebreos, donde se demuestra que por la fe alcanzaron la salvación mucha gente notable del AT, y no tan notable, “…como las estrellas del cielo en multitud y como la arena innumerable que está a la orilla del mar” (Hebreos 11:12). Y también los gentiles como Rahab la ramera (Hebreos 11:31) heredaran el Reino. “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. (Hebreos 11:13-15).
 
Hebreos 11:8-12: Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.

3. Cómo entender la declaración de Jesús sobre Juan el Bautista de Mateo 11:11.

La aparente enigmática declaración de Jesucristo es la siguiente:

“Os aseguro que no ha nacido nadie mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él” (Mateo 11:11; Lucas 7:28; Versión “La Palabra”, 1ª edición 2010).

Una cosa está clarísima, Jesús no afirmó en absoluto que Juan el Bautista no entraría al Reino de los cielos. El silogismo es muy fácil de hacer. Si Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas estarán en el Reino de Dios, y además “vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios” (Lucas 13:28 úp; Cf. Mateo 8:11), siendo todos ellos menores a Juan el Bautista (según Mateo 11:11), con más motivo, Juan el Bautista, el mayor de todos “entre los que nacen de mujer”, necesaria y lógicamente también heredará el Reino.

Si Juan el Bautista, que nació milagrosamente de una mujer estéril, de edad avanzada y de Zacarías, un hombre viejo (Lucas 1:7,18), que sería “lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre, que haría que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos…” (Lucas 1:15,16), que fue elegido por Dios desde antes que naciera para ser “profeta del Altísimo” para ir “delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos, para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados” (Lucas 1:76,77), y que, además, sufrió martirio de cárcel (Lucas 3:20), muriendo decapitado por orden de Herodes (Lucas 9:9), del que Jesús dijo que era “más que profeta” (Lucas 7:26) y “que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que él” (Lucas 7:28), si a pesar de todo lo descrito, Juan no entra en el Reino, tampoco nadie anterior a Cristo, ni muchos santos de después de Él participarán de su Reino. Lo cual sería imposible, pues ya hemos visto que el mismo Jesús asevera “que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob en el reino de los cielos;” (Mateo 8:11; Cf. Lucas 13: 28,29).

¿Qué significa, pues, que Juan el Bautista, a pesar de ser el mayor de los nacidos de mujer, en cambio, en el reino de los cielos sería menor que “el más pequeño”?

Descartada su exclusión del Reino, no cabe pensar otra cosa que no sea la debida a que su condición de precursor del Reino no le permitió gozar de todos los privilegios del mismo que, sin embargo, sí recibieron en adelante, todos los creyentes, desde que fue instaurado por la muerte, resurrección y ascensión de Cristo al trono de Dios en el cielo: “Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Apocalipsis 7:17).

4. ¿En el futuro Reino de Dios habrá una élite dirigente que gobierne a los súbditos?

Querido Armando, he leído detenidamente tu articulo titulado “¿Qué dice realmente Mateo 11:11?”, y extraído algunos párrafos que me han sorprendido; porque en mi opinión no tienen ningún respaldo bíblico, y que, por lo tanto, de ninguna manera puedo compartir. El primero que me ha llamado la atención, es el siguiente:

“…Jesús usa la misma fraseología en ambos pasajes (Luc. 13:28-29 y Mat. 11:11) y que al igual como hace en todos aquellos en que habla del reino, no distingue entre gobernantes y gobernados: y es que él solo vino, a seleccionar a los gobernantes de ese reino y por lo tanto, solo a ellos podía referirse.” (Armando).

¿En qué te fundamentas para hacer tal declaración, de que Jesús sólo vino a seleccionar a los gobernantes de su Reino?

Y por si quedaran dudas de lo que estás afirmando, lo confirmas, lo amplias y lo explicas a continuación:

[…]  “Y es que como hemos dicho, cuando Jesús vino a la tierra no hizo otra cosa que dedicarse a reunir a los futuros gobernantes de dicho reino y hasta tal grado eso fue así, que todo lo que leemos en el llamado NT, básicamente en el grueso del mismo, o sea, las cartas cruzadas entre distintas partes, ya en sus salutaciones iniciales solo se hace mención a los llamados”, a “los escogidos”, o a “los elegidos”. Luego ninguna referencia a algo parecido a súbditos y que si los había, evidentemente ni se mencionan ni se tienen en cuenta  para nada: solo se habla de gobernantes. Y lo cual nos lleva a pensar que en ese momento de la incipiente congregación cristiana, solo existía esa clase electa que se postulaba para ese gobierno del reino y por lo tanto, a la única que, razonablemente, se podía referir Jesús en Mat. 11:11.” (Armando).

Es muy respetable tu punto de vista. Desde la perspectiva y lógica humana lo que dices tiene cierto sentido; pero en absoluto es lo que Dios nos ha revelado en su Palabra. Es cierto que Jesús eligió a los doce apóstoles para que predicasen las buenas nuevas de salvación, y fueran, junto con Él, el fundamento de su Iglesia (Efesios 2:20; 1 Cor. 3:10-12). Pero la misión esencial de Jesús es entregar su vida para salvación de la humanidad (Juan 3:16; 1ª Timoteo 2:3-6; 1ª Juan 2:2). A continuación enumeramos algunas razones bíblicas de para qué vino Jesucristo a este mundo.

¿A qué vino Jesús a la Tierra?

A) A buscar y salvar la humanidad que se había perdido

Lucas 19:10: Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
Mateo 18:11: “11 Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.”
Mateo 1:21: (Cf. Isaías 53)  “…y llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.”

B) Para que tengamos vida eterna y seamos salvos por su muerte.

Juan 3:16,17: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

C) A predicar el reino de Dios, el arrepentimiento de nuestros pecados y a que creamos en el Evangelio.

Marcos 1:14,15: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.”

D) A servir y dar su vida en rescate por muchos.

Marcos 10:45: Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

E) A perdonar los pecados de los seres humanos que se arrepienten

Hechos 2:38 (Cf. Hebreos 10:12-14): “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”

F) A destruir a la muerte y el poder del diablo

Hebreos 2:14-18: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. 17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

G) A señalarnos el camino al Reino de los cielos:

Juan 14:6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

H) A testificar de la Verdad al mundo.

Juan 18:37: “Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.”

I) Para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.

Tito 2:11: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, 13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.”

Apocalipsis 5:9,10: “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”

Apocalipsis 14:3,4: “Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. 4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero;

J) Redimirnos de la maldición de la ley.

Gálatas 3:13:Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),”

K) A libertarnos de la esclavitud del pecado.

Juan 8:34, 36:31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”

Conforme avanzaba en la lectura de tu artículo, estimado amigo Armando, iba de sorpresa en sorpresa, y no dejaba de admirarme tu visión realista y terrenal del Reino de Dios, que a mí nunca se me habría ocurrido pensar. Pero antes de expresarte mi visión, veamos la tuya cargada de sentido común y de racionalidad:

“[…] Es obvio que ese gobierno precisará de una organización o infraestructura de apoyo en su labor administrativa y que los puestos de prominencia, es solo razonable que queden en manos de esos dignísimos personajes, así como otros, por ejemplo, miembros de la gran muchedumbre que sobrevivirá a la gran tribulación, que ocuparán otros de menor importancia; pero lo que está claro, es que tanto los unos como los otros y a diferencia de esos inmortales reyes y sacerdotes que gobernarán con Cristo, tendrán que ser restaurados o perfeccionados en todo aspecto, durante el milenio, hasta alcanzar el estado de perfección óptimo que les permita acceder de nuevo a la condición de perfectos hijos de Dios y con el derecho por tanto a la vida eterna, que parece ser, es el punto en disputa.” (Armando)

La imagen que poseo del Reino es muy distinta a la tuya, pues me imagino un reino paradisiaco en el que todos seremos reyes y sacerdotes compartiendo el trono de gloria con el Rey de reyes y Señor de señores que es Jesucristo (2ª Pedro 2:9; Apocalipsis 5:9,10; 7:9,14-17; 19:16). Nadie necesita ser gobernado, porque todos han alcanzado la madurez, la perfección, la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13), la santidad, y la inmortalidad con cuerpos espirituales semejantes al de Jesús resucitado (1ª Corintios 15:40-50; Filipenses 3:20; Hebreos 11:10,16; Apocalipsis 20:9; 21:1-7, 22-27; 22:1-5).

La ciudad, “cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10), es “el tabernáculo de Dios con los hombres” (Ap. 21:3), y no hay templo en ella; “porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero” (21:22).

No voy a fantasear ni a imaginarme cómo será el Reino de Dios, pero sí puedo darme una ligera y oscura idea con lo que el apóstol Juan nos describe en los siguientes versículos:

Apocalipsis 22:1-5: “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.”

¿Quiénes son los que reinarán por los siglos de los siglos? ¿Sólo reinarán con Cristo, como tú crees, los gobernantes, o como dice la Palabra de Dios “solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21:27)?

No alcanzo a imaginar esa ciudad, la nueva Jerusalén, que “no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.” (Apocalipsis 21:27). Juan describe algo que está en el futuro que será real, pero que también está plagado de símbolos. ¿Qué hay de real y qué de simbólico en la nueva Jerusalén? Me sería difícil distinguirlo, pero sí creo que Dios y Jesucristo, el Cordero, morarán con todos los salvos, no sólo con “los gobernantes” como tú dices. Cuando el Reino de gloria se instaure ya sea en el Cielo o en la Tierra o en ambos sitios, dejará de existir el mal y el sufrimiento y la muerte, y Dios hará nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:1-7). No pretendo saber explicarlo todo, porque incluso existe mucho revelado que todavía no percibo con claridad. Pero de una cosa estoy seguro el Reino de Dios no será ni parecido a los reinos terrenales de las naciones:

Marco 10: 42-45: “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. 43 Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. 45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

5. Conclusión

El Reino de Dios comprende dos fases: la terrenal y la celestial o gloriosa. La primera o terrenal fue instaurada por Jesucristo con su vida, muerte, resurrección y ascensión a la diestra de Dios (Mt. 22:44; 26:64; Mr. 14:62; 16:19; Lc. 20:42; 22:69; Hechos 2:33,34; Romanos 8:34; Efesios 1:20; Hebreos 1:3, 13; 1ª Pedro 3:22).

Hebreos 1:3: el cual [Cristo], siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.

1ª Corintios 15: 24-27: “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 25 Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26 Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. 27 Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies.

Hechos 2:32-35: A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Durante la fase terrenal del Reino de Dios, Cristo reina desde el cielo, sentado a la diestra de Dios, hasta que “haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 25 Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.” (1ª Corintios 15: 24-27). Este es el tiempo de la gracia de Dios durante el cual queda abierto “el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne”, “[…] para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.” (Hebreos 10:20,19). Cuando aceptamos entrar en este Reino, Cristo se instaura en nuestro interior y reina en nosotros (Juan 3:5), y nosotros reinamos con Él sobre la Tierra (1ª Pedro 2:9), haciéndonos “para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.” (Apocalipsis 5:10).

1ª Pedro 2:9,10: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; 10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.

EL requisito, que tenían que cumplir para ser salvos los seres humanos anteriores como los posteriores a Cristo, es el mismo. La única condición es creer y confiar en el medio de salvación provisto por Dios en cada momento. La ventaja de todos los que viven desde la muerte y resurrección de Cristo hasta el día de hoy es evidente. Porque los primeros tenían que ejercer fe en la promesa de Dios de redención que todavía estaba en el futuro. Sin embargo, los cristianos sabemos, por la Palabra de Dios, que Cristo ha obtenido la victoria sobre la muerte y establecido el Reino para todo aquel que quiera entrar por medio de la fe. Ellos (los del AT) “no pudieron entrar a causa de incredulidad” (Hebreos 3:19). Lo que también es extensivo para nosotros, Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. (Hebreos 4:2). “…no hay acepción de personas para con Dios.” (Romanos 2:11).

El Plan de salvación de Dios, en su perfección y mediante Cristo, abarca a toda la humanidad de todas las edades, desde el principio hasta el fin del mundo, en que se establece el Reino de gloria en el Cielo (1ª Tes. 4:13-18; Fil. 3:20). A nadie que quiera ser salvo se le impedirá la entrada en el Reino. De todas partes y de todos los tiempos serán acogidos en el Reino de Dios: “…vendrán muchos del oriente y del occidente, se sentarán con Abraham, e Isaac en el Reino de los cielos.” (Mateo 8: 11).

Filipenses 3:20,21: Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

Con respecto a la siguiente pregunta que me formulas, la que nadie había sido capaz de responderte:

“Porque si ello es como tú afirmas ¿en cuál de las dos resurrecciones colocas a Juan el Bautista? Pregunta que hasta el momento, aún nadie ha sido capaz de responderme y tema acerca del cuál tengo mucho publicado, por lo que no deja de ser sorprendente tanto silencio.” Armando

En el apartado correspondiente respondimos a la pregunta, ¿Qué significa, que Juan el Bautista, a pesar de ser el mayor de los nacidos de mujer, en cambio, en el reino de los cielos sería menor que “el más pequeño”?, dando los argumentos en los que afirmamos, que las palabras de Jesús en Mateo 11:11, no significaban en absoluto que el profeta Juan el Bautista habría sido excluido del Reino. Por tanto, no cabía pensar otra razón de tales palabras que no fuera la debida a que su condición de precursor del Reino no le permitió gozar de todos los privilegios del mismo que, sin embargo, sí recibieron, en adelante, todos los creyentes, desde que fue instaurado por la muerte, resurrección y ascensión de Cristo al trono de Dios en el cielo: “Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Apocalipsis 7:17).

Ahora, responder a tu pregunta, ¿en cuál de las dos resurrecciones colocas a Juan el Bautista?, no puede ser más fácil; pues sostenemos con rotundidad, por las razones aportadas antes, que Juan el Bautista estará en el reino de Dios cuando se instaure por Cristo en su segunda venida. Esto significa que resucitará en la resurrección de los justos ¿cuál iba a ser de no ser así, si hemos dicho que será salvo? Según Juan 5:28,29 y Hechos 24:15, sólo habrá dos resurrecciones: para vida eterna, los justos, y para muerte eterna, los impíos.

Con respecto a tu visión racionalista del Reino, que tan semejante es a los reinos de las naciones terrenales, considero que el Reino de Dios en gloria, el celestial, no se parecerá en nada a los terrenales que conocemos. Allí no habrá jerarquías. El mayor servirá al menor. Todos seremos para Dios su “especial tesoro” […] “y un reino de sacerdotes y gente santa.” (Éxodo 19:5,6). Veamos lo que dice Jesús:

Mateo 20:20-28: 25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Todo eso, no es óbice para que reconozcamos que hay textos en la Santa Biblia cuyo significado se nos escapa, y que parecerían insinuar que ciertos creyentes, que durante su vida en la Tierra, se hayan caracterizado por su entrega a Dios hasta sufrir martirio y muerte por causa de Cristo, recibirán una especial distinción proporcional a la semejanza de su experiencia con la de Él.

Apocalipsis 20:4: 4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. 

6. Apéndice: ¿Quiénes habitarán la Tierra durante “el Milenio”?

En tu último párrafo, que a continuación cito, si lo entiendo correctamente, te refieres también a un proceso de restauración y perfeccionamiento que tendrán que sufrir durante “el Milenio” todos los habitantes de la Tierra que hayan sido resucitados en la segunda venida de Cristo a la Tierra, excepto un selecto grupo, que identificas con los inmortales reyes y sacerdotes que estarán gobernando con Cristo desde su trono celestial ¿es así lo que piensas?

“[…] pero lo que está claro, es que tanto los unos como los otros y a diferencia de esos inmortales reyes y sacerdotes que gobernarán con Cristo, tendrán que ser restaurados o perfeccionados en todo aspecto, durante el milenio, hasta alcanzar el estado de perfección óptimo que les permita acceder de nuevo a la condición de perfectos hijos de Dios y con el derecho por tanto a la vida eterna, que parece ser, es el punto en disputa.” (Armando).

Si no he entendido erróneamente las Sagradas Escrituras, al fin del mundo, en el juicio final, cuando Cristo aparezca en las nubes de la Tierra, en su segunda venida, resucitará incorruptibles a todos los justos muertos de todas las edades, aquellos que confiaron por fe en las promesas de Dios, y junto con todos los justos vivos, que serán transformados en incorruptibles, y unos y otros, vestidos de inmortalidad (1ª Corintios 15:51-56), serán arrebatados a las nubes para recibir al Salvador del mundo en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1ª Tesalonicenses 4:13-18).

1ª Tesalonicenses 4:13-18: Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

Hay algo que se me escapa porque aun cuando, Jesucristo en Juan 5:28,29 y el apóstol Pablo en Hechos 24:15 se refieren claramente a dos resurrecciones distintas, no dejan claro si las dos resurrecciones se producen simultáneamente o separadas por un lapso de tiempo. Por tanto, habrá que plantear ambas hipótesis y decidir cuál es la más racional y lógica, que se ajuste a lo revelado en la Palabra de Dios, sin que la contradiga en nada.

Primera hipótesis: Ambas resurrecciones, para vida eterna y para juicio o condenación se producen a la vez.

Como hemos visto anteriormente, Cristo desde las nubes arrebata a todos los santos de todas las épocas, y los lleva consigo al cielo ¿Qué ocurre con todos los malvados vivos y los impíos resucitados de todas las edades desde el principio del mundo? ¿Quedan vivos en la Tierra para que practiquen su maldad por un periodo indeterminado o por mil años o por la eternidad? O ¿Por el contrario son destruidos junto con toda la Tierra por el fuego? (2ª Pedro 3:7,10-13).

2ª Pedro 3:7-9: “pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.  8 Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”

2ª Pedro 3:10: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.” 11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.

Si la Tierra entera es quemada, incluso los cielos atmosféricos como profetiza el apóstol Pedro, ¿Quién puede sobrevivir en ella? Se comprende fácilmente que nadie podrá sobrevivir, y el planeta Tierra quedaría como la superficie de la Luna o de cualquier otro planeta sin vida. No parece probable ni lógico pensar que Dios iba a demorar su juicio sobre los impíos, pues para ello Él tendría que postergar la destrucción de la Tierra y mantener el pecado durante más tiempo en este planeta ¿Con qué finalidad o sentido iba Dios a obrar así?

Si esta hipótesis es cierta, el problema del mal, del sufrimiento y de la muerte se acabaron con la segunda venida de Cristo, y los santos vivirían con Él en el Cielo, o en los “nuevos cielos y tierra nueva” (2ª Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1).

Segunda hipótesis: Con la segunda venida de Cristo se produce la primera resurrección para vida eterna, los santos son igualmente arrebatados y llevados con Cristo al Cielo, y la segunda resurrección se posterga para mil años más tarde o un tiempo indeterminado (Apocalipsis 20:5). Esta será sólo para los injustos y para juicio y condenación.

La Tierra es igualmente quemada en el día del Señor, “en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán.” (2ª Pedro 3:12). El Planeta queda vacío y convertido en un desierto, análogamente que la anterior hipótesis, no queda rastro de vida. Los santos viven en el cielo con Cristo. Los muertos impíos siguen en sus tumbas, y su juicio se posterga para “mil años después” (Apocalipsis 20:5) cuando el diablo y su ángeles serán también juzgados. Durante esos mil años Satanás y sus demonios no tienen a quien tentar. Se han quedado solos y aislados en este Planeta desértico y sin pizca de vida. Su “aburrimiento” puede ser un gran tormento para ellos y quizá deseen que se produzca pronto el juicio de Dios. Esta situación puede estar descrita bajo el símbolo de que Satanás fue atado con una gran cadena. La cadena de sus circunstancias.

Apocalipsis 20:1-3, 5: Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. 2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; 3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo. […] 5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años

¿Qué ocurre al final de ese periodo literal o simbólico de mil años?

Apocalipsis 20:5,6: “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”

¿Quiénes son los otros muertos sino todos los impíos de todas las edades que no fueron resucitados cuando Jesús vino la Tierra por segunda vez? El verso cinco dice que volvieron a vivir cuando se cumplieron mil años. Podemos entender que fueron resucitados entonces sólo para juicio y muerte eterna (la muerte segunda). Entonces Satanás será suelto de su prisión, es decir, ya tiene otra vez consigo a “sus hijos” para entretenerse y hacer “diabluras” de nuevo con ellos.

Apocalipsis 20:7-10: Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, 8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. 9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. 10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

El campamento de los santos y la ciudad amada que estuvieron en el cielo durante esos mil años, son traídos de nuevo a la Tierra. Los malvados, que han sido resucitados, acaudillados por Satanás, piensan que como son muchos les será fácil atacar y tratar de vencer a los santos, que es lo que siempre han tratado de hacer. Entonces llega el juicio de Dios, y Él hace nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5)

Apocalipsis 20:1-4: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

Un fuerte abrazo

Bendiciones

 

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com

 

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*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo que se indique expresamente otra vesión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

 

 

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