Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Antropogía bíblica

¿Es el alma humana inmortal?

 
Versión: 02-01- 2013

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

Estimado hermano en Cristo, le agradezco que haya contacto conmigo, y que me adjuntara el interesante artículo: “¿Es el alma inmortal?”. Lo he leído detenidamente, pero siento no compartir con usted la doctrina de la inmortalidad del alma. Si fuéramos capaces de desprendernos de la idea preconcebida de que el alma es inmortal, –por cierto, muy extendida por todo el mundo, no solo por el cristiano sino también el hinduista, budista, etc., creencia que se remonta a las precivilizaciones, y que fue desarrollada por la filosofía clásica griega– estaríamos en mejores condiciones de interpretar la Biblia con imparcialidad, no tratando de conseguir a toda costa que ella declare y sustente lo que de ninguna manera afirma ni apoya. A continuación comentaré algunos de sus argumentos.

Estimado hermano Gregorio ¿Sería usted tan amable de proporcionarme los pasajes o versículos bíblicos que prueban su siguiente afirmación?:

“La Biblia sí enseña que el alma es inmortal y que ésta solamente se separa del cuerpo cuando uno muere y volverá de nuevo al cuerpo en la resurrección en los últimos tiempos” (Gregorio).

Usted afirma que ha estado leyendo y analizando mis artículos de mi página web –www.amistadencristo.com–, específicamente los titulados “Sobre el estado de los muertos” y “¿Qué es el infierno, el  Seol y Hades y la Segunda muerte?”, y los califica de muy subjetivos e incoherentes. Pero no aporta usted textos bíblicos que apoyen suficientemente, o demuestren, que realmente sea correcta su apreciación.

Luego, usted afirma que “la inmortalidad del alma es una doctrina progresiva en la Biblia”, pero tampoco aporta ningún tipo de pruebas bíblicas. Se limita a dar su subjetivo parecer. Pero el hecho es que la Sagrada Escritura nunca se ha referido al alma como inmortal. En el Antiguo Testamento no existe –al contrario de lo que usted afirma– ninguna progresión de la revelación de la inmortalidad del alma. Si así fuera, en el Nuevo Testamento, Jesús y sus discípulos habrían culminado y completado la revelación de la misma. Pero en ninguna parte de la Palabra de Dios se declara la inmortalidad del alma, y sí, en cambio, existen muchos textos que declaran lo contrario, es decir, la mortalidad del alma. Por ejemplo: Salmo 37:9, 37:34,38; 73:27; 94:23; 101:5,8; 145:20; 1 Corintios 3:17; Apocalipsis 20:9; Ezequiel 18:4,20; Mateo 10:28; Lucas 13:3; Juan 10:28; 1 Corintios 15:18; Apocalipsis 2:11; 20:9,14, 21:8.

Además, según la Biblia, y, también, el sentido común, el único que tiene inmortalidad es Dios (1ª Timoteo 6:16). La vida eterna no es cualidad inherente a las criaturas. El mismo diablo y sus ángeles caídos están reservados para juicio y destrucción eterna (2ª Pedro 2:4; Apocalipsis 19:20; 20:10,14).

1 Timoteo 6:16: el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.

2. El estado de los muertos es de total inconsciencia del ser hasta la resurrección

Defendemos, fundamentándonos en la sola Biblia, lo siguiente:

Primero. El estado de los muertos es de total inconsciencia del ser hasta la resurrección, en la que Dios recrea y vuelve a dar vida a los muertos (Daniel 12:2; Juan 5:28,29).

Daniel 12:2: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.”

¿Dónde dice Jesús que permanecen los que va a resucitar en su venida?

¿Dónde están los muertos?

Juan 5:28,29: 28: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.”

Jesús no puede ser más claro: los muertos están en los sepulcros, y desde ahí oirán su voz. No dice que el espíritu está en el infierno o en el cielo, sino que los muertos están donde yacen sus cuerpos. Eso no quiere decir que la identidad de cada uno de los que mueren, o sea su carácter y personalidad que se haya forjado mientras vivía, se pierda o quede en el olvido para Dios, pues Él traerá a juicio toda obra, y restituirá a todos, en la resurrección, la personalidad que tenían (Mateo 12:36; 16:27; Romanos 2:6; 1ª Corintios 3:13; 1ª Pedro 1:17). Así lo afirma el apóstol Pablo: “…estoy seguro que [Dios] es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2ª Timoteo 1:12 úp.).

La vida eterna no es algo inherente a la naturaleza humana sino un don de Dios que se alcanza mediante la fe en Cristo.

Juan 6:40: Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

Juan 6:47: De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

Jesucristo, sin lugar a dudas, vincula la vida eterna con la resurrección en el día postrero. Luego hasta la resurrección no hay vida y por tanto posibilidad de gozar del “Paraíso”.

Juan 8:51: De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte.

¿Cómo entender esta afirmación de Jesús, porque obviamente la muerte no ha dejado de existir y existirá hasta su venida gloriosa?

La primera muerte es natural y, en la Biblia, se equipara con un estado de inconsciencia similar al sueño. Jesús claramente se refiere a la muerte segunda (Apocalipsis 19:20; 20:10; 20:14, 15; 21:8), de la que no se puede resucitar pues es el castigo definitivo, y eterno en sus consecuencias, que reciben los malvados, consistente en “pena de eterna perdición” (Mateo 25:46; 2ª Tesalonicenses 1:9).

Juan 11:25-26: Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.  (26)  Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Jesús afirma “aunque esté muerto, vivirá”, luego la vida eterna es un suceso que está en el futuro, y por tanto, no se produce cuando uno muere sino cuando resucite al fin de los tiempos. La condición para no morir eternamente es creer en Jesús.

Juan 14:3: Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Los salvos irán con Jesús al Paraíso cuando Él vuelva en gloria y los lleve consigo a ese Reino (1ª Tesalonicenses 4:13-18), preparado desde la fundación del mundo (Mateo 25:34).

Segundo. El alma es mortal (Génesis 2:17; 3:19; Ezequiel 18:4,20; Mateo 10:28; Hechos 2:34; 13:36; Romanos 6:23; 1ª Corintios 15:18, 32). Dios es “el único que tiene inmortalidad” (1ª Timoteo 6: 15,16). La Palabra de Dios se refiere a la muerte segunda como el castigo final de Dios a los malvados, concepto que pretende mostrar la absoluta aniquilación o destrucción de todo vestigio de la vida de los malvados (Apocalipsis 2:11; 20:14; 21:8). También, en muchas ocasiones se utiliza el verbo “destruir” para significar la acción final que Dios opera con los impíos (1ª Corintios 3:17; 6:13; 15:26; 2ª Tesa. 2:8; Judas 5; Apoc. 11:8). Esto debería ser suficiente prueba de la mortalidad del alma o espíritu.

El que afirma “...No moriréis” (Génesis 3:4,5), no es Dios, sino Satanás. Al igual que Eva, que fue seducida por “la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás” (Apocalipsis 20:2), creyó que no moriría sino que sería como Dios, también nosotros podemos dejarnos convencer por el “padre de mentira” (Juan 8:44), y aceptar que existe vida después de la muerte, aparte de la resurrección de los muertos. La Palabra de Dios es tajante: “...Porque en el Seol [en el N.T se llama Hades, ambos significan la sepultura], adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.” (Eclesiastés 9:10; ver también Hechos 2:27, donde se demuestra que Hades y Seol son lo mismo, y Hechos 2:34: “Porque David no subió a los cielos...).

Si todas estas pruebas bíblicas no llegan a convencernos de la realidad de que la muerte es como un sueño del que no se despierta hasta la Resurrección, la razón también nos evidencia, que si el cerebro, soporte del espíritu humano, muere, éste no puede seguir funcionando puesto que no es de por sí una entidad autónoma capaz de existir por sí misma, sino que reside en el alma, que es la vida, y ésta a su vez depende de la vida del cuerpo físico, para existir.

Usted, estimado hermano Gregorio, en el siguiente párrafo confunde la esperanza de la Resurrección que todo creyente en la Biblia tiene, con la doctrina o creencia en la inmortalidad del alma, y son dos cosas muy diferentes:

[…] en cuanto a la inmortalidad del alma, la misma es una doctrina progresiva en la Biblia, de hecho no es de extrañarnos que en el Pentateuco no se hace referencia  a la enseñanza acerca de la resurrección. Solamente se menciona en Isaías 26:19 y Daniel 12:2. E igualmente ni en tiempo de Jesús, cuando el partido de los saduceos la negaban. Además la revelación en cuanto al Mesías como el hijo de Dios y Dios a la vez, no estaba totalmente revelada como si fue revelada en el Nuevo Testamento. Esto significa que en la historia de la salvación las verdades que ella implican, unas fueron reveladas limitadamente y otras parcialmente en el transcurso de la revelación divina al pueblo de Dios. (Gregorio).

Puedo admitir que la doctrina de la Resurrección se ha revelado progresivamente en la Biblia, hasta que, en el NT, Cristo resucita. Pero eso no tiene nada que ver con la inmortalidad del alma sino todo lo contrario. La resurrección se hace fundamental y decisiva porque sin ella no hay supervivencia. Veamos lo que declara San Pablo:

1 Corintios 15:12-32: Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?  (13)  Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó.  (14)  Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.  (15)  Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.  (16)  Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;  (17)  y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.  (18)  Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron.  (19)  Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.  (20)  Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.  (21)  Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.  (22)  Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.  (23)  Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.  (24)  Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.  (25)  Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.  (26)  Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.  (27)  […]  (32) Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos.
No obstante, la esperanza de la resurrección ya estaba en el AT, desde Adán y Eva, a los que se les dio la promesa de que la descendencia de la mujer –que es Cristo – vencería al diablo, y con ello el pecado y la muerte (Génesis 3:15). Esta misma promesa se le renovó a Abraham (Génesis 12:2-3; 22:18; compárese con Gálatas 3:16). La Palabra revela que él, cuando fue probado, y ofreció a Isaac, tenía fe en que “Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos” (Hebreos 11:17-19):

Hebreos 11:17-19: Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,(K)  (18)  habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;(L)  (19)  pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.

La esperanza de los creyentes de la Biblia nunca estuvo puesta en la inmortalidad del alma, sino en la resurrección y en adquirir la ciudadanía celestial – Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, (Filipense 3:20)– donde ellos serán acogidos en las moradas celestiales que Cristo vino  a preparar (Juan 14:1-3) todos los salvos cuando Cristo venga en gloria en su segunda venida (1ª Tesalonicenses 4:13-18).

Su esperanza, a lo largo de todas sus epístolas, está puesta en el día de la resurrección, cuando venga Jesús por segunda vez en gloria con sus santos ángeles, como indican todos los textos estudiados, veamos de nuevo alguno de ellos:

2ª Timoteo 4: 7, 8: “7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”

En esa misma fe murieron también los patriarcas del Antiguo Testamento, sin haber recibido lo prometido, es decir, toda su vida fueron extranjeros y peregrinos sobre la tierra, y murieron sin haber entrado en la ciudad celestial, la nueva Jerusalén, que Dios ha preparado para los salvados (Juan 14:1-4; Filipenses 3:20-21; Hebreos 11:13-16; Apocalipsis 21:1-8,10,23,27).

Juan 14:1-4: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.  (2)  En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.  (3)  Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.  (4)  Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

Filipenses 3:20-21: Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;  (21)  el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

Hebreos 11:13-16: Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. (14) Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; (15) pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. (16)  Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

3. Conclusión

Cristo ha vencido el pecado, el diablo y la muerte. Pero, eso no significa que no vamos a sufrir la muerte temporal, salvo que Jesucristo aparezca en gloria antes de que muramos. En cualquier caso, la unión con Él no se interrumpe, pues si morimos con Cristo, no importa el tiempo que pase hasta su venida, durante el sueño de la muerte no tenemos consciencia de nada, y cuando seamos despertados por Él, no habrá habido separación alguna para nosotros. 

Dios guarda nuestro depósito ((2ª Timoteo 1:12), toda nuestra identidad, todo lo que hemos llegado a ser, y la comunión con Cristo no se pierde. Al contrario, cuando uno muere siendo creyente, se supone que está en comunión con Dios, y cuando sea despertado en la resurrección, para él no ha habrá habido ninguna interrupción. Es como acostarse por la noche en plena unión con Cristo, y despertarse al día siguiente ¿Se puede perder la comunión con Cristo por un periodo de inconsciencia más o menos largo?

2ª Timoteo 1:12: “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quien he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.”

¿A qué depósito se está refiriendo Pablo? Sin duda tiene que ser algo importante, pues sólo Dios es poderoso para guárdeselo. Posiblemente, se está refiriendo a su vida e identidad como persona, su carácter y personalidad que le identifican, que él ha construido durante toda su vida mientras estaba en el cuerpo, y cuyas obras están escritas en el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 21:27).

¿Cuándo esperaba Pablo recibir la “corona de justicia”, nada más morir, o, “en aquel día, cuando el Señor venga”

2ª Timoteo 4:7, 8: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”

¿Creía Pablo que al morir iba inmediatamente a la presencia de Cristo?

Si la muerte es un estado inconsciente, el lapso de tiempo, variable de unos a otros en cuanto a tiempo real, que transcurre desde el momento en que se muere hasta el instante en que los muertos son despertados por la voz de Cristo en la resurrección (Daniel 12:2; 1ª Corintios 15; 1ª Tesalonicenses 4: 13-18, etc.), no cuenta, puesto que en ese estado no se siente nada. El momento de morir y el de estar o encontrarse con Cristo, se experimenta como ir inmediatamente a su presencia.

Su esperanza, a lo largo de todas sus epístolas, está puesta en el día de la resurrección, cuando venga Jesús por segunda vez en gloria con sus santos ángeles, como indican todos los textos estudiados, veamos de nuevo alguno de ellos:

2ª Timoteo 4: 7, 8: “7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”

En esa misma fe murieron también los patriarcas del Antiguo Testamento, sin haber recibido lo prometido, es decir, toda su vida fueron extranjeros y peregrinos sobre la tierra, y murieron sin haber entrado en la ciudad celestial, la nueva Jerusalén, que Dios ha preparado para los salvados (Juan 14:1-4; Filipenses 3:20-21; Hebreos 11:13-16; Apocalipsis 21:1-8,10,23,27).

Estimado hermano Gregorio, no es mi ánimo polemizar más sobre este asunto, puesto que ya lo he tratado extensa y profundamente en los artículos cuyos enlaces le indico a continuación, los cuales puede usted consultar, si sinceramente va buscando la verdad acerca del alma. En ellos se dan respuestas a todo el resto de objeciones o argumentos que usted expone en el estudio bíblico que me envió. Los vínculos son los siguientes:


Sección Antropología bíblica

Estudio 1. Sobre el estado de los muertos

Sección de preguntas y Respuestas

Antropología bíblica

Las tres dimensiones del ser humano: espíritu, alma y cuerpo
La verdad sobre las apariciones marianas y de espíritus de difuntos
¿Apoya la Biblia que hay vida consciente después de la muerte?
¿Viven los espíritus de los muertos en el Seol?
¿Qué tipo de muerte sufrieron Adán y Eva cuando pecaron ?
¿Existe un lugar en el fondo de la tierra de tormentos?
¿Están siendo torturados los malvados en el Hades?
¿Están los fieles muertos viviendo en el cielo?
¿Bajó Jesús al Hades cuando murió?
¿Dónde está el infierno?
¿Descendió Cristo a las partes más bajas de la tierra?
¿Por qué se abrieron los sepulcros cuando Jesús murió?


Quedo a tu entera disposición para lo que pueda servirte.

Afectuosamente en Cristo.

 

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Referencias bibliográficas

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

 

 

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