Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Miscelánea

¿Qué ocasiona las dudas de fe del creyente?

 
 
Versión: 05-03-2015
 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

Estimado hermano Miguel Ángel, me alegra que haya visitado mi web http://www.amistadencristo.com, y que me haya escrito para formularme la siguiente consulta:

“Quiero saber si la duda es [causada por] un espíritu o es obra de la carne. Muchas gracias. Bendiciones”. (Miguel Ángel)

Primero de todo, debemos reconocer que la duda es algo inherente a la naturaleza humana, porque ¿quién hay que no haya dudado muchas veces a lo largo de su vida? Esto se debe a que somos seres libres –aunque condicionados por nuestra naturaleza caída–, pero imperfectos e incapaces muchas veces de prever lo que es más conveniente para nosotros y para los demás.

Frecuentemente nos dejamos guiar por nuestros deseos y emociones –o concupiscencias, como expresa el apóstol Santiago (1:14-15)–, sin permitir a nuestro entendimiento que elabore previamente los argumentos en pro y en contra que existan en cada asunto, a fin de ver la conveniencia o licitud de llevar a cabo, u omitir realizar, determinadas acciones, planes, decisiones e incluso controlar nuestras expresiones verbales, corporales u otros comportamientos. En mucho de lo que planeamos realizar pueden suceder eventos y contingencias que muchas veces son imposibles de predecir. Pero leamos lo que nos dice el apóstol Santiago:

Santiago 1:14-15: sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. (15) Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.

Por lo tanto, los creyentes, ante cualquier decisión y acción que tengamos que realizar, por insignificante que nos parezca, deberíamos asegurarnos que sea agradable a los ojos de Dios (Hebreos 11:6), y pensar qué habría hecho Jesucristo, nuestro Modelo Humano y Divino, si se encontrara en nuestro lugar; pues Él nunca habría dudado de acometer cualquier obra o decisión, si ésta fuera lícita y conveniente para la humanidad, o, por el contrario, la habría omitido, si no reuniera las condiciones de moralidad, racionalidad o sentido común, o fuese contraria a Su conciencia.

Hebreos 11:6: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

En lo que sigue me limitaré a exponer, en mi opinión, la principal causa de que los cristianos tengan dudas acerca de su fe, y a veces no obren coherentemente con sus creencias.

2. Los cristianos deberíamos actuar siempre de acuerdo a nuestra conciencia, la cual, por la fe en Cristo, tendría que estar en armonía con los principios de amor a Dios y al prójimo, preconizados por las Sagradas Escrituras (Juan 13:34-35, 15:1-17; etc.).

Sin embargo, los cristianos debemos tratar de ser siempre muy prudentes, como nos aconseja el apóstol Pablo: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna” (1 Corintios 6:12). O bien: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. (24) Ninguno busque su propio bien, sino el del otro(1 Corintios 10:23-24). Aquí San Pablo no está diciendo que lo ilícito, inmoral o malvado sea lícito, sino que hay cosas que son lícitas pero que no conviene hacer porque pueden perjudicar, o herir, o escandalizar a otros hermanos o personas débiles en la fe. Por tanto, todo lo que hagamos debe ser para edificarnos mutuamente.

Romanos 14:23: Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

Ante la duda no debemos actuar, si no estamos totalmente convencidos de que corresponde a la voluntad de Dios; por eso, los cristianos debemos examinarnos a nosotros mismos para comprobar que lo que realicemos, sea por amor al prójimo y por la fe en Dios y Su Palabra, teniendo siempre en mente que “todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14:23). Es decir, actuaremos siempre en conciencia y por amor, no por impulsos instintivos, o por convencionalismos sociales, por el que dirán, o por querer imitar a los demás, cuando sus hábitos y costumbres no se ajusten a los comportamientos que la Palabra de Dios demanda a todo cristiano.

Romanos 14:1-10: Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. (2) Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. (3) El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. (4) ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. (5)  Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. (6) El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. (7)  Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.  (8)  Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. (9) Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. (10) Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.

De ahí la importancia de que todos los cristianos tengamos una conciencia educada, depurada y perfeccionada por la Palabra de Dios, y por el Espíritu Santo, que debe morar en cada cristiano que sea fiel, y obedezca los mandatos de Dios que se registran en las Sagradas Escrituras; pues “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.” (Romanos 8:9; compárese con 1ª Co. 3:16-17; 6:19; 2 Co. 6:14-18-7:1). Meditemos en los siguientes sabios e inspirados pasajes de las epístolas de San Pablo, recordando siempre, que nuestro “cuerpo es templo del Espíritu Santo”, y que hemos “sido comprados por precio” (1 Co. 6;19, 20) – el de la sangre que Cristo derramó en la cruz del Calvario, por todos nosotros:

1 Corintios 3:16-17: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (17) Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

1 Corintios 6:19-20: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (20)  Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

2 Corintios 6:14-18: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? (15) ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?  (16)  ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. (17)  Por lo cual,  Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,  Y no toquéis lo inmundo;  Y yo os recibiré, (18) Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

2 Corintios 7:1: Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

En cuanto a las dudas, que supongo usted se refiere, son aquellas que pueden especialmente afectar nuestra coherencia como cristianos, al dudar de la existencia de Dios, de Su amor para con todos Sus hijos (Juan 3:16; 1ª Juan 4:7-18), o de la veracidad e inspiración de la Palabra de Dios –las Sagradas Escrituras/Santa Biblia.

Juan 3:16: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 1 Juan 4:7-21: Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.  (8)  El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. (9) En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. (10) En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. (11) Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. (12) Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.  (13)  En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. (14) Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.  (15)  Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.  (16)  Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.  (17)  En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.  (18)  En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.  (19)  Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.  (20)  Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?  (21)  Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

Por lo tanto, se puede deducir que las citadas dudas son consecuencia de nuestra falta de fe, de conversión a Cristo, o como usted bien dice, de vivir en la “carne”, en lugar de permitir que more el Espíritu Santo en nosotros (Romanos 8:5-18).

Romanos 8:5-18: Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. (6) Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.  (7)  Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;  (8)  y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.  (9)  Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. (10) Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. (11) Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. (12) Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;  (13)  porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.  (14)  Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!  (16)  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  (17)  Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.  (18)  Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Si no estamos fuertemente arraigados y fundamentados en Cristo y en Su Palabra podemos ser fácilmente víctimas de las asechanzas de nuestro “adversario el diablo”, que “como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;” (1 Pedro 5:8). Pero mejor leamos algo del contexto de este pasaje:

1 Pedro 5:8-11: Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;  (9)  al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. (10)  Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.  (11)  A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

3. Conclusión

Las citadas dudas pueden ser provocadas por los espíritus malignos –el diablo y sus demonios–, pero, siempre son consecuencia de nuestra carnalidad, y de falta de fe, o de conversión a Cristo; o como, usted bien dice, son obra de la “carne”, “por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;” (Romanos 8:7).

 Atendamos, pues, los consejos del apóstol Santiago para que nunca dejemos que las dudas se establezcan en nuestras vidas, “porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1:6).

Santiago 1:5-8: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (6) Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. (7) No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. (8) El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

Los cristianos deberíamos ser más conscientes de que nuestro mundo es el escenario donde se dirime el gran conflicto o guerra universal entre los agentes del maligno –los hijos de perdición (2 Tes. 2:3), cuyo padre es el diablo (Juan 8;44), el príncipe de este mundo (Juan 12:31, 14:30, 16:11), el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2), el dios de este siglo (2 Co. 4:4)– y los hijos de Dios, “herederos de Dios y coherederos con Cristo” de Su Reino (Romanos 8:17). Pero nada debemos temer los cristianos porque Cristo venció con Su vida, muerte y resurrección “al que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo” (Hebreos 2:14); solo que para vencer en esta gran guerra espiritual, como soldados de Jesucristo, San Pablo nos dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11).  Esta es la única armadura –“la Palabra de Dios [que] es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos” (Hebreos 4:12)–, y Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16). Pero mejor es que leamos todo el contexto del capítulo seis de la epístola de San Pablo a los Efesios:

Efesios 6:10-18: Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. (11) Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. (12) Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (13) Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. (14) Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, (15) y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. (16)  Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. (17) Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; (18) orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;

 

Quedo a su entera disposición para lo que pueda servirle.

Afectuosamente en Cristo.

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Referencias bibliográficas

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

E.S. = Espíritu Santo

 

 

 

 

 

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