Preguntas y Respuestas
Miscelánea
Preguntas y respuestas sobre el matrimonio y la Santa Cena
Versión: 22-05-12
Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Estimado Mario, en su correo me formula las siguientes preguntas muy concretas:
"Hola, tengo un par de preguntas; por favor, si puede respóndame con citas bíblicas:
¿Es el matrimonio un mandamiento de Dios?
¿Para bautizarse hay que estar casado?
¿Cómo se tiene que casar un cristiano, por el registro civil o por la iglesia a la cual pertenece?
¿Para participar en la Cena hay que estar bautizado?"
(Mario)
Por favor, discúlpeme si no estoy entendiendo bien lo que usted tan amablemente me consulta, en lo que se refiere a las dos primeras preguntas.
No obstante, con ayuda de Dios, trataré de responderle, según mi entendimiento actual de la Biblia; la cual debería ser la única norma de fe y de conducta para todo cristiano.
2. ¿Es el matrimonio un mandamiento de Dios?
Formulada así la pregunta, la respuesta es simple: No es un mandamiento de Dios. Porque Dios no pide que todo el mundo se case, sino que Él recomienda que es bueno que el hombre no esté solo. Nadie está obligado a casarse; si su deseo es permanecer soltero, no se case. Al respecto, el apóstol Pablo aconseja: “bueno le sería al hombre no tocar mujer; (2) pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” (1ª Corintios 7:1-2).
1ª Corintios 7:8-11: Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; (9) pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando. (10) Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; (11) y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. […]
1ª Corintios 7:26-28,39-40: Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está. (27) ¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estás libre de mujer? No procures casarte. (28) Mas también si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar. […] (39) La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor. (40) Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios.
Dios instituyó el matrimonio, cuando dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. […] (24) Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:18,24).
Sin embargo, el matrimonio no es un mandamiento de Dios sino una recomendación (véase Proverbios 18:22), y los que lo contraen deben saber que conlleva obligaciones y deberes.
Mateo 19:3-10: Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? (4) El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, (5) y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? (6) Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. (7) Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? (8) Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. (9) Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. (10) Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.
Romanos 7:2-3: Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. (3) Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.
Hebreos 13:4: Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.
Le aconsejo leer también los siguientes textos:
- Problemas del matrimonio (1ª Corintios 7:1-40)
- Las uniones ilícitas (Levítico 18).
- Dios prohíbe todo matrimonio entre personas cristianas e incrédulos (2ª Corintios 6:14-17)
- Los matrimonios de Isaac (Génesis 24) y Jacob (Génesis 29).
Efesios 5:3-5: Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; (4) ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. (5) Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Hasta aquí la respuesta a su pregunta. Sin embargo, es muy posible que usted, querido hermano, quiso plantearme una pregunta muy distinta, que sería la siguiente:
¿Es un mandamiento de Dios que un hombre y una mujer se casen legalmente si quieren unirse como pareja?
Que yo sepa la Biblia (el AT y el NT) no indica cuáles eran los trámites para que un casamiento fuera legal ante la sociedad y ante los ojos de Dios. Sin embargo, Dios exige que la unión entre un hombre y una mujer, que adquirieron de mutuo acuerdo el compromiso de vivir como pareja, se mantenga hasta que la muerte los separe… o la infidelidad (Mateo 5:31-32; 19:3-10).
Mateo 5:31-32: También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. (32) Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.
Esa unión representa un compromiso para toda la vida, que afecta también a los posibles hijos, y da unos derechos y deberes que la sociedad civil recoge, y que, normalmente, no tienen las uniones de hecho. Aunque esta unión de hecho, significara un compromiso de casamiento suficiente para Dios, desde mi punto de vista, el cristiano, debería también cumplir con las leyes civiles de la sociedad. Puesto que Dios pide a todo cristiano que se sujete a la ley del gobierno donde resida (Romanos 13).
3. ¿Para casarse por la Iglesia es necesario haber sido bautizado?
Su segunda pregunta –“¿Para bautizarse hay que estar casado?”– es poco frecuente, y me he tomado la libertad de cambiarla, invirtiendo los términos de su pregunta, que creo que es más lógico, y que supongo que es lo que usted realmente quería preguntar, pero que al escribir rápido se confundió.
No obstante, si su pregunta fuese la que expresó, tendría una muy fácil respuesta: evidentemente, no es necesario estar casado para bautizarse. Para bautizarse lo único que exige Dios es estar arrepentido y creer el Evangelio.
Ahora bien, ¿No querría usted expresar justo al revés de lo que escribió? Quizá la pregunta que quiso formularme fue: ¿Para casarse por la Iglesia es necesario haber sido bautizado?
Si su pregunta estuviera bien formulada en estos términos, yo le podría decir que, la Biblia no contiene instrucciones al respecto, que yo sepa al menos. Sin embargo, por coherencia, si uno no está bautizado, quiere decir, que no pertenece realmente al Cuerpo de Cristo, por tanto no debería casarse por la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo. Entonces puede casarse por lo civil, o bien, bautizarse y luego casarse por la Iglesia.
Claro está, para casarse por el Registro Civil no es necesario estar bautizado.
4. ¿Cómo se tiene que casar un cristiano, por el registro civil o por la iglesia a la cual pertenece?
Nada dice la Biblia al respecto, que yo sepa. Bajo mi punto de vista, es una opción de la pareja, lo importante es la determinación de caminar unidos para toda la vida, y unidos a Cristo. Porque si no hay esta unión difícilmente el matrimonio será duradero. De cualquier forma que se legalice el matrimonio, tanto para los creyentes como para los incrédulos que se casen, el compromiso es hecho ante Dios y permanece mientras la muerte no les separe.
La Palabra de Dios prohíbe la unión (hombre y mujer) creyente con el incrédulo (2ª Corintios 6:14-17)
2ª Corintios 6:14-18: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? (15) ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? (16) ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. (17) Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, (18) Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
5. ¿Para participar en la Cena del Señor hay que estar bautizado?
En mi opinión, puesto que la Biblia no lo especifica, pueden participar en la Cena del Señor todos los que crean en Cristo como su único Salvador personal, hayan hecho un compromiso de entrega, sin reserva alguna, de sus vidas a Dios, comprendan, aunque sea mínimamente, lo que significa tomar las especies de pan y vino, y, además, no vivan en pecado, o sea, no sean conscientes de mantener o acariciar lo que es pecado según la Palabra de Dios.
1 Corintios 11:23-34: Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; (24) y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. (25) Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. (26) Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
Por tanto, para poder participar, hay que saber bien lo que significa tomar los símbolos del pan y vino que representan el sacrificio vicario de Cristo por todos los creyentes (1ª Corintios 11:29).
1 Corintios 11:29: Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
Es necesario, antes de participar en este acto, “probarse a sí mismo” (1ª Corintios 11:28,31). Es decir, se debe realizar un examen de conciencia, para comprobar que no tenemos pecados, y estar consagrado completamente a Dios (1ª Corintios 10:21). El participante deberá haber experimentado en su vida el cambio de corazón, o sea el nuevo nacimiento, y su vida debe estar en orden y enmendada completamente (1ª Corintios 5:7,8). Los comulgantes indignos son reos del cuerpo y de la sangre de Cristo (1ª Corintios 11:27)
1 Corintios 11:27-34: De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. (28) Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. (29) Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. (30) Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. (31) Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; (32) mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. (33) Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. (34) Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.
Jesucristo instituyó la santa Cena el día antes de ser crucificado.
Jesús fue crucificado el día de la Pascua judía, el catorce de Nisán o de Abib (Mateo 26:2), primer mes del año bíblico judío (Éxodo 12:2). Ese día con toda seguridad fue viernes, porque Él resucitó, el domingo, al tercer día (Marcos 9:31;10:34).
Números 28:16-18: Pero en el mes primero, a los catorce días del mes, será la pascua de Jehová. (17) Y a los quince días de este mes, la fiesta solemne; por siete días se comerán panes sin levadura. (18) El primer día será santa convocación; ninguna obra de siervos haréis.
Los tres días son inclusivos. Es decir, cuenta como primer día, el viernes, pues murió “entre las dos tardes” (Éxodo 12:6), a la hora nona (primera tarde: de hora sexta a nona; segunda tarde: nona-duodécima = 12 AM-3 PM y 3 PM a 6 PM)” (Mateo 27:46, Marcos 15:34; Lucas 23:44) antes que se pusiese el sol.
El segundo día, el sábado entero, que permaneció muerto en el sepulcro. Y el tercer día, el domingo de madrugada, que fue cuando resucitó. Por otros textos y profecías bíblicas, sabemos que el año más probable de su crucifixión fue el 30 d.C., puesto que se sabe que el día catorce de Nisán del año 30 d.C. cayó viernes. Si se quiere profundizar en este tema aconsejo leer el estudio bíblico: Nacimiento-muerte de Jesús y la profecía de las setenta semanas de Daniel.
¿Qué tiene que ver la muerte de Cristo en la cruz con la santa Cena? ¿Por qué hemos explicado que Él murió un catorce de Nisán cuando el pueblo judío celebraba la fiesta de la Pascua, instituida por Dios en el AT?
¿Cómo se relaciona la Pascua de los judíos con la muerte de Jesús y con la Pascua cristiana?
Para responder adecuadamente a estas preguntas debemos acudir al AT, cuando Dios instituye la Pascua judía, poco antes de que Él los liberara de la esclavitud de Egipto; la cual consiste esencialmente en sacrificar un cordero, sin defecto, que debía ser sacrificado el catorce de Nisán, el cual debían comer asado al fuego, con panes sin levadura e hierbas amargas, la noche anterior al éxodo. Esta celebración, que es llamada “la Pascua de Jehová” (Éxodo 12:11), sucedió, por primera vez, cuando aún eran esclavos en Egipto, la noche antes de su huida y liberación de la nación citada. Comer el cordero simbolizaba también aceptar el futuro sacrificio del Salvador del mundo. Veamos algunos textos que apoyan estas declaraciones.
Éxodo 12:1-6: Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: (2) Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. (3) Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. (4) Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. (5) El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. (6) Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.
Éxodo 12:11: Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.
El cordero sin defecto que debían sacrificar, exactamente el catorce de Nisán, “entre las dos tardes” (Éxodo 12:6), prefiguraba “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). La liberación de los israelitas de la esclavitud de Egipto simbolizaba e implicaba también la liberación de la esclavitud del pecado. El cordero, un animal inocente, era inmolado en lugar del pecador, recibiendo el castigo que correspondía al hombre, con lo cual sus pecados eran borrados si se ejercía fe en el Cordero de Dios, que había de venir, que es Cristo.
La festividad de la Pascua consistía de un solo día, que invariablemente siempre se celebraba el 14 del mes de Nisán (Abib; véase Éxodo 13:4;23:15;34:8; Dt. 16:1). Naturalmente, ese día podía caer en cualquiera de la semana, es decir, de lunes a domingo, dependiendo de la configuración astronómica del calendario lunar. Sin embargo, fijémonos con mucha atención que el cordero de la Pascua era comido el día 14 de Nisán por la noche de ese mismo día (no la noche anterior), para lo cual el cordero pascual debía ser previamente sacrificado “entre las dos tardes” (Véase Levítico 23:5, Éxodo 12:5-6; Núm. 9:3). La festividad de los siete días de los panes sin levadura, empezaba a la puesta de sol del catorce de Nisán.
Éxodo 12:15-20: Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel. […] (18) En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde. (19) Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la congregación de Israel. (20) Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura.
Éxodo 12:7,8: Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. (8) Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.
Dios, además, ordenó un rito que sería de aplicación exclusivamente para esa noche previa a su liberación de Egipto. Éste consistió en untar con sangre las jambas y dintel de las puertas de cada casa donde residían los israelitas. ¿Por qué debían hacer así? ¿Acaso Dios necesitaba una señal para saber quién era Israelita y quién no lo era? Veamos qué dice la Palabra:
Éxodo 12:12,13: Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. (13) Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. (14) Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis.
Dios sabe distinguir perfectamente entre el verdadero israelita y el que no lo es. Sin embargo, Él les quería enseñar que para salvarse era necesario ejercer fe en la sangre derramada de ese cordero sin culpa que representaba a Cristo cuya sangre sería derramada por la Humanidad, pero era necesario creer en el poder sanador del Salvador crucificado. Por eso en el libro de Hebreos podemos leer los siguientes textos:
Hebreos 9: 13, 14, 22, 28: “Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, (14) ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?[…] (22) Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. […](28) así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”.
Hebreos 10:10-14: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. (11) Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; (12) pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, (13) de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; (14) porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”
¿Qué significa, pues, la Pascua para el cristiano?
La Pascua que celebraban los israelitas prefiguraba el sacrificio de Cristo en la cruz por nuestros pecados. Por eso el apóstol San Pablo declara que Cristo es nuestra Pascua:
1ª Corintios 5:7: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. (8) Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.”
Números 28:16-18: Pero en el mes primero, a los catorce días del mes, será la pascua de Jehová. (17) Y a los quince días de este mes, la fiesta solemne; por siete días se comerán panes sin levadura. (18) El primer día será santa convocación; ninguna obra de siervos haréis.
La levadura es símbolo del pecado. De ahí que en la Pascua, Dios ordenó comer panes sin levadura. Sabemos con certeza que Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29,36). Es decir, Él es nuestra Pascua (1ª Corintios 5:7). En Él se cumple el plan de Dios para la Salvación de la Humanidad. Cristo tenía que ser sacrificado el día de Pascua: “Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado. (Mateo 26:2).
Cristo celebra la Pascua la noche antes de su muerte y establece la Santa Cena o Eucaristía, y nos ordena: “haced esto en memoria de mí”.
Lucas 22: 14-20 (Véase también 1ª Corintios 11:23-26):“14 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. 15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! 16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. 17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. 19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”.
Números 28:16-18: 16 Pero en el mes primero, a los catorce días del mes, será la pascua de Jehová. 17 Y a los quince días de este mes, la fiesta solemne; por siete días se comerán panes sin levadura. 18 El primer día será santa convocación; ninguna obra de siervos haréis.
Significado de la Cena del Señor según lo expresó el mismo Jesucristo cuando la instituyó el día antes de ser crucificado.
A la vista de estos textos que relatan este evento podemos deducir lo siguiente:
- Jesucristo instituye la Cena como una celebración o conmemoración de su muerte –“haced esto en memoria de mí”–, y nos dice que esa entrega de su vida por nosotros es el “Nuevo Pacto”.
- El cuerpo de Cristo que es entregado y Su sangre que es derramada son simbolizados por el pan sin levadura y el vino sin fermentar (mosto).
- El cristiano al participar de este rito hace un recordatorio de su unión, identificación y comunión con Cristo y con los hermanos, y para reafirmación de su aceptación y reconocimiento al sacrificio vicario del Salvador.
¿Qué estamos realmente conmemorando o recordando cuando celebramos ese rito de comer el pan sin levadura y beber el vino sin fermentar?
La Pascua judía prefiguraba la liberación de la esclavitud del pecado y la salvación mediante el sacrificio del cordero que representaba a Cristo, el Cordero de Dios (Juan 1:29). La santa Cena o Pascua cristiana es la celebración del cumplimiento de la promesa de salvación del pecado, de la muerte y del diablo, que fue hecha a Abraham, renovada a sus descendientes, y que es Cristo, nuestra justicia (Jeremías 33:16: 1ª Corintios 1:30) y la justicia de Dios (Romanos 3;21).
La Pascua que instituye Jesús inaugura también el Nuevo Pacto, que no es otra cosa que el cumplimiento de las promesas hechas a Abraham y a Moisés, y a todos los profetas del AT, de que vendría un Libertador, Salvador o Mesías (Génesis 22:18; Gálatas 3:16; Isaías 53; 2 Samuel 22:2; Salmo 18:2; 40:17; Romanos 11:26; etc.).
Mateo 26:26-29 (ver Marcos 14:22-25): Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. (27) Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; (28) porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. (29) Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
Por tanto, cada vez que tomamos la santa Cena, estamos recordando que debemos la libertad del pecado y su remisión, la salvación y la vida eterna al sacrificio vicario de Cristo en la cruz. Al mismo tiempo, nos identificamos con Él, y con sus sufrimientos que tuvo que padecer por nuestra causa, y nos unimos en comunión a Él y a nuestros hermanos que son parte del Cuerpo de Cristo. Celebramos, pues, también, la unión con Cristo y con todos los hermanos que componen Su Cuerpo.
1ª Corintios 10:16,17,21,22: La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? (17) Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. […] (21) No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. (22) ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?
6. Conclusión:
¿Para participar en la Cena del Señor hay que estar bautizado?
El Nuevo Testamento no lo indica expresamente, pero con lo que antecede, comprendemos que de alguna manera se ha de pertenecer al Cuerpo de Cristo, discernir que participar en la santa Cena significa haber aceptado el sacrificio vicario de Cristo en la cruz, que somos salvos por su sangre derramada, su cuerpo entregado a la muerte en lugar del nuestro, y estar consagrado al Señor y no tener pecado conocido.
Por eso deberían quedar descartados los comulgantes que no reúnen estos requisitos.
Sin embargo, en el Antiguo Testamento, Dios dio ordenanzas muy concretas de quiénes podían participar de la Pascua judía (Éxodo 12:43-49):
Éxodo 12:43-49 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella. (44) Mas todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado. (45) El extranjero y el jornalero no comerán de ella. (46) Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis hueso suyo. (47) Toda la congregación de Israel lo hará. (48) Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella. (49) La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros.
- A) “Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella” (Éxodo 12:43).
- B) “El extranjero y el jornalero no comerán de ella” (Éxodo 12:45).
- C) Los siervos y extranjeros que habitaran en el pueblo de Israel podían participar si antes eran circuncidados (Éxodo 12:44,48).
En el AT, el rito de la circuncisión era un mandamiento de Dios, señal de pertenencia al pueblo de Israel. Esto era un requisito esencial, y había de practicarse desde los ocho días de edad.
Parece bastante claro que no se puede equiparar el bautismo de los niños, que practican las Iglesias católica y algunas evangélicas, con el rito de la circuncisión. Aunque en el Nuevo Pacto en Cristo, la señal física de pertenencia al cuerpo de Cristo sea el bautismo en agua, lo esencial, es el verdadero cambio del corazón, la verdadera consagración, y entrega a Dios.
Ezequiel 36:26-27: Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. (27) Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
En el Nuevo Pacto se precisa una verdadera conversión y nuevo nacimiento, lo que es imposible para los niños sin uso de razón, y desde luego, nadie sin previa conversión, deberá participar en la santa Cena.
Quedo a su entera disposición para lo que pueda servirle.
Afectuosamente en Cristo.
Bendiciones
Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com
Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com
Referencias bibliográficas
* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
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