Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Sobre la ley de Dios

¿Cuál es el propósito de la ley de Dios?

 
¿Cuándo somos liberados de la esclavitud del pecado y de la ley?
 
Versión: 26-05- 2012

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

El hermano Daniel me pide lo siguiente:

“¿Puede dar una explicación sobre el capítulo cuatro del libro de los  Gálatas?”
(Daniel)

Mi estimado hermano, también me indica, de una forma más específica y concreta, que se refiere esencialmente a los versículos del uno al siete, del citado capítulo cuatro, que vamos a leer a continuación:

Gálatas 4:1-7: Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; (2) sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. (3) Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. (4) Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, (5) para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. (6) Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

Para analizar unos textos, siempre es conveniente seguir la buena norma hermenéutica de leer el contexto donde se ubican los pasajes citados, y también el resto de la carta para obtener una idea general de lo que está hablando el autor del libro o de la epístola.

En este caso el autor de la epístola  a los Gálatas es el apóstol san Pablo. Él escribe a las iglesias de Galacia (Gálatas 1:2) por un asunto concreto que estaba perturbando a esas iglesias.

Por el contexto amplio sabemos que el problema al que se enfrentaban los gálatas era muy grave. Como lo es el hecho de que en las iglesias de Galacia habían surgido unos predicadores que trataban de alejar a los cristianos de estas iglesias del verdadero Evangelio. Así lo afirma san Pablo: “…hay algunos que os perturban y quieren pervertir el Evangelio de Cristo” (Gálatas 1:6).

El gran Pablo tiene que recordarles que su autoridad como apóstol viene de Dios el Padre y de su Hijo, Jesucristo quien le reveló personalmente el Evangelio que estaba predicando (Gálatas 1:11-14), y que no obstante, él tuvo la humildad de cotejarlo con los apóstoles Pedro y Jacobo, para que no hubiese dudas de que todos predicaban el mismo Evangelio de la Gracia (Gálatas 2:2,3,9).

Por eso, Pablo, se atrevió a amonestar a san Pedro, cuando comprobó que éste y unos cuantos más influidos por la conducta de san Pedro “no andaban rectamente conforme a la verdad del Evangelio” ¿A qué se está refiriendo el apóstol Pablo? Pues a que estaban obligando a los gentiles a judaizar: –“¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”– (Gálatas 2:14).

¿Qué quería Pablo significar  con la palabra “judaizar”?

 El contexto evidencia que esos falsos evangelistas intentaban que los gentiles cristianos se circuncidaran, y no solo eso, sino que se pusieran bajo la ley del AT y trataran de cumplirla como el modo correcto de obtener la justicia ante Dios (Gálatas 2:3,16), abandonando la salvación en Cristo que es por la Gracia de Dios. Pablo aclara que “todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues, escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. (11)Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;  (12)  y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Gálatas 3:10-12).

2. Cuál es el propósito de la ley y bajo que ley está toda la Humanidad

Todos los que no están en Cristo, están bajo la ley moral que conocen, ya sea la ley escrita en tablas de piedra o la escrita en tablas de carne del corazón (2ª Corintios 3:3). O sea, la ley de su conciencia más una ley moral externa, o solo la ley de su conciencia. En cualquier caso, todo el mundo es transgresor de la ley moral, ya sea la externa o la de su conciencia o ambas. La condición legal para la salvación que Dios exige es cumplir toda la ley sin fallar en un punto, “porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10). La Palabra de Dios afirma categóricamente que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), y que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).

Romanos 2:11-16: “porque no hay acepción de personas para con Dios. 12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.”

¿Para qué sirve, pues, la ley? Dejaremos que la misma Palabra conteste:

Romanos 3:20: ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

Romanos 5:20: Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;

En pocas palabras: el propósito de la ley es hacernos ver nuestros pecados y  que, por la debilidad de nuestra carnalidad, nunca podremos cumplirla a la perfección. Es decir, somos impotentes de cumplirla y por tanto, estamos condenados a muerte. Es entonces, cuando Dios nos ofrece Su Gracia salvadora en Cristo Jesús. Y nos dice, “si tu te arrepientes de tus pecados, y te acoges a mi Gracia eres salvo por medio del Señor Jesucristo, que ha pagado tu culpa en la cruz” (Romanos 5:1; 6:23). Si creemos esto y lo aceptamos y nos lo apropiamos, somos salvos; en caso contrario todavía estamos en nuestros pecados.

Por tanto, todo el mundo está bajo la ley de Dios y bajo su juicio de condenación, hasta que se arrepienta y se allegue a Cristo, y entonces Él le salva, justificándole de todos sus pecados. Tanto si conocemos la ley de Dios como si solo nos guiamos por la ley natural escrita en nuestra conciencia, seremos juzgados por nuestra fidelidad y coherencia de nuestros actos de acuerdo al conocimiento de la voluntad de Dios que cada uno tenga.

Dios nos muestra dos caminos de salvación, pero nos advierte que solo uno es viable.

En teoría, Dios nos da dos caminos para salvarnos:

Primero: el camino legal: Obedecer a la perfección Su ley de amor, pero teniendo en cuenta que no sirve cumplirla de forma legalista como hacían los fariseos del tiempo de Jesús, que trataban de cumplir la letra de la ley, pero que en su espíritu la transgredían constantemente, pues su corazón endurecido no era capaz de amar.

Segundo: el camino de la Gracia: Reconocer nuestra incapacidad de cumplir la ley, arrepentirnos de nuestros pecados y acogernos a la Gracia de Dios mediante Su Hijo Jesucristo, que ha cumplido la ley a la perfección en nuestro lugar, y por su sangre nos limpia de todo pecado.

A) El camino legal, como hemos dicho, requiere el cumplimiento perfecto de Su ley de amor durante toda la vida sin fallar ni una vez, y observando todos los mandamientos de la ley; como así nos lo hace saber el apóstol Santiago:

Santiago 2:10-12: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.  (11)  Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.  (12)  Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.

También el mismo Jesús propone este camino al “joven rico”, para hacerle ver que no cumplía la ley, y que era necesario que abandonara al dios de la riquezas, para seguir al verdadero Dios, que es Jesús. Él sabía que este joven rico jamás podría salvarse tratando de guardar la ley, pero quería mostrarle lo pecador que era; pues amaba más las riquezas que a Dios. Por eso le propone, que venda todo lo que tiene, lo dé a los pobres y le siga. Ésta es la única forma de salvación, entregarse a Cristo, pero para eso era necesario abandonar los demás dioses que controlaban la débil carne (Lucas 18:18-23).

Lucas 18:18-23: Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? (19) Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios. (20) Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. (21) Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.  (22)  Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.  (23)  Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico.

Nadie en ninguna época de la historia de la humanidad ha podido salvarse cumpliendo la ley a la perfección, porque ¿quién ama a Dios con todo su alma y corazón, y al prójimo como a sí mismo? Por eso, la Palabra de Dios, enseguida, nos desengaña para que no tratemos de conseguir un objetivo imposible, y caigamos en maldición, y nos dice lo siguiente:

Todos somos pecadores y la paga de nuestro pecado es la muerte (Romanos 6:23)

Romanos 3:9,10,23: “…todos están bajo pecado…No hay justo, ni aun uno” […] (23) “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”

Tratar de salvarse cumpliendo la ley resulta en maldición para el que lo intenta.

Gálatas 3:10-13: Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. (11) Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;  (12)  y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. (13)  Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)

Porque es imposible para el ser humano, que es “carne débil” y pecaminosa, cumplir la ley.

Romanos 8:3-4: Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;  (4)  para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

El hombre no es justificado (salvado) por las obras de la ley

Gálatas 2:16-21: sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. […](19)  Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.  (20)  Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.  (21)  No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

En resumen, todos somos pecadores porque la ley nos condena, y todos podemos acogernos a la gracia de Dios. (Romanos 8:28-39; Efesios 1:4-14). Reconozcamos humildemente nuestra condición de pecadores, y renunciemos a salvarnos mediante las obras porque por muy buenas que sean nunca pueden pagar la deuda del pecado, sólo “…acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:16)

Romanos 7:24,25: ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Hebreos 4:14-16: Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Por tanto, el camino de la gracia, el único que nos lleva a la salvación.

3. La ley es un ayo para llevarnos a Cristo

Cuando vemos que el camino legal, el de guardar la ley a la perfección, sin fallar en un punto, y durante toda la vida es imposible, entonces, la ley se convierte en nuestro ayo que nos conduce a Cristo para acogernos a Su Gracia y ser salvos por medio de Él, aparte totalmente de la ley moral.

Gálatas 3:24: De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.

Es decir, en Cristo somos justificados, o sea, salvados, no por cumplimiento de la ley, ni por ninguna buena obra que hayamos hecho, sino solamente por la fe en Cristo que salva.

Pablo compara la función de la ley con la de un ayo, tutor o pedagogo, cuya misión era corregir, guiar y proteger al heredero entre tanto no hubiera alcanzado la edad de emancipación. El niño aunque heredero del padre, estaba sometido a la autoridad del tutor, que constantemente le corregía y le indicaba lo que estaba bien y mal, al igual que lo hace la ley moral. Ésta, constantemente, descubre nuestras imperfecciones y nuestras transgresiones. Por más que nos empeñemos en cumplir todos los mandamientos, siempre hay uno o más que nos es imposible guardar; y aunque logremos alguna vez satisfacer todos los requerimientos y exigencias de la ley en cuanto a la letra, o sea, externamente, haciendo uso de todo el poder de nuestra voluntad, realmente nunca cumpliremos el espíritu de la misma con nuestras propias fuerzas. Porque, como dice Pablo, “sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.” (Romanos 7:14).  Veamos lo que exige la ley según Jesucristo:

Mateo 5: 21,22, 27,28, 31,32, 38-48: Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; […] 27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. […] 31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio. […] 38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; 40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. 43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

4. Los dos pactos: el Antiguo, simbolizado por la esclava Agar y el Nuevo por la libre Sara.

¿A qué pacto queremos pertenecer, al Antiguo Pacto, el del Sinaí, del que es figura la esclava Agar y la Jerusalén actual, y da hijos para esclavitud,  o al Pacto Nuevo que procede de la promesa, que Dios hizo a Sara, la libre, que es figura de la Jerusalén de arriba, y que es madre de todos nosotros? (Ver Gálatas 4:22-26, 30,31).

Gálatas 4: (21)  Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?  (22)  Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava,(B) el otro de la libre.(C)  (23)  Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.  (24)  Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar.  (25)  Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.  (26)  Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.  (27)  Porque está escrito:  Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;  Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;  Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.  (28)  Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.  (29)  Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.  (30)  Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.  (31)  De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

En otras palabras ¿queremos pertenecer a Cristo, el hijo que viene de la promesa de Dios a Sara o, por el contrario, preferimos  el pacto del Sinaí, que lleva a esclavitud? ¿Somos  hijos de la iglesia de Cristo o del pueblo del Sinaí?

De otra manera:

¿Cómo heredamos la bendición que Dios prometió Abraham por medio de su “simiente”?

¿Recibimos la salvación por medio de la ley o por el hijo de la promesa que es Cristo? (Ver Gálatas 3:14-18)

Gálatas 3:14-18: “14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” 15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. 16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. 17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.”

Debemos comprender que los gentiles nunca tuvimos nada que ver con el pacto del Sinaí, jamás estuvimos bajo la ley, ni nunca tuvimos la obligación de guardar el reposo sabático como tuvieron que hacer los judíos porque para ellos el sábado era señal de su pacto con Dios, pero para nosotros, los gentiles, nada es.

Esto es, lo que más o menos está diciendo Pablo: “la ley que vino cuatrocientos treinta años después” de la promesa que Dios hizo a Abraham, de que por su simiente (Cristo) serían benditas todas las naciones de la tierra, no abroga, ni invalida la alianza con Abraham porque la justicia, justificación, salvación viene por Jesús, a los que son de la fe, no a los que son de la ley. (Ver, por favor, Romanos 4:2,3, 13,14).

Romanos 4: 13,14: “Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. 14 Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa.”

Escuchemos, por favor, a San Pablo, y no nos cerremos a la verdad:

Gálatas 5:1-6:“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2 He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. 5 Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

Si te circuncidas para guardar la ley o intentas guardar el reposo sabático, te obligas a guardar toda la ley. Esto es lo que dice San Pablo.

Gálatas 5:13,14: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

Gálatas 5:16-26:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

Gálatas 6:1-6: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.

Gálatas 4:8-10: Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses;  (9)  mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?  (10)  Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años.  (11)  Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.

Gálatas 3:1-14: ¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?  (2)  Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?  (3)  ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?  (4)  ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano.  (5)  Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

5. Conclusión

Gálatas 4:1-7: Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; (2) sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. (3) Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. (4) Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, (5) para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. (6) Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

En Gálatas 4:1-7, san Pablo está haciendo un símil, y para ello utiliza una figura o metáfora de un niño que, aunque es el heredero de todos los bienes del padre,  mientras todavía tenga esa condición de niño, no puede gozar de dichos bienes, sino que está bajo tutores que constantemente le están instruyendo de lo que es correcto y de lo que no lo es; de lo que debe hacer y de lo que tiene que abstenerse de hacer. Por eso, dice Pablo, que siendo dueño de todo, como heredero que es del padre, “en nada difiere de un esclavo”, pues tiene que obedecer todo lo que le dictan sus tutores, o exponerse al castigo. Sin embargo, esa situación de niño no es para siempre, sino “hasta el tiempo señalado por el padre” (Versículo 2).

Ahora viene el símil, pues compara esta situación que sufre el niño con la de todo ser humano que está en “esclavitud bajo los rudimentos del mundo” (Versículo 2). Los rudimentos del mundo es toda la ley de Moisés o de Dios. Empiezo por Moisés, pues algunos se escandalizarían si dijera la ley de Dios directamente. Pero, ¿de quién es la ley de Moisés sino de Dios que la dictó? La ley de Dios intentaba desde fuera reprimir a “la carne” para que no cometiera malas acciones. ¿Es por eso la ley pecaminosa?  “En ninguna manera” (Romanos 7:1). “La ley es buena” (1ª Timoteo 1:8-10)

1ª Timoteo 1:8-10: Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente;  (9)  conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,  (10)  para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina,

Y ¿cómo “lo que es bueno, vino a ser muerte” (Romanos 7:13)? Porque la ley se limita a decir lo que es pecado, y no nos da poder  para vencerlo ni cambia nuestro corazón pecaminoso, por lo tanto nos deja muy mal, con sentimientos de culpa que nos matan. La función de la ley es la misma que la de los tutores con el niño, es decir, mostrar lo que está mal, y advertirnos, que su transgresión conlleva un castigo, una penalidad.

Romanos 8:3-4: Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; (4) para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

¿Hasta cuándo se extiende esa situación semejante a la de un niño heredero pero esclavo de sus tutores? Mientras uno este bajo los rudimentos del mundo, o sea bajo la ley de Dios, y hasta que sea redimido por Su Hijo, entonces es adoptado como hijo: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:5-7).

¿Cuándo termina la esclavitud del pecado? “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, (5) para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4,5).

Cristo vino físicamente,  hace poco más de dos mil años, cuando abandonó su trono celestial, y su forma espiritual divina y se encarnó, al nacer de una mujer, la virgen María.

Sin embargo, antes, para el AT, y después de ese momento, para todos los del NT, tenemos acceso a Él por medio de su Espíritu. Antes, en el AT, el acceso, era por la fe en Cristo. Siempre en toda época el acceso al Salvador ha sido por la fe. Antes, la redención por la sangre de Cristo estaba en el futuro, pero ahora, no tenemos excusa, porque es una realidad que ha sido cumplida en el pasado.

Hebreos 9:11-15: Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,  (12)  y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.  (13)  Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos,(M) y las cenizas de la becerra(N) rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,  (14)  ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?  (15)  Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto,[a] para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.

Hebreos 10:19-23: Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,  (20)  por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,  (21)  y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,  (22)  acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones(F) de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.(G)  (23)  Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

¿Cuándo los seres humanos del AT experimentaron la libertad de estar con Cristo?

Cuando dejaron de caminar como niños bajo la ley, y se aferraron por la fe al Cristo prometido a Abraham, por medio del Espíritu de Cristo que habló a sus corazones y les hizo sentirse como hijos nacidos de nuevo y siendo capaces de exclamar “¡Abba1, Padre!” (Abba o Abbá es una expresión que denota familiaridad con el Padre, lo que demuestra que se es hijo. Cristo dijo lo mismo en el Getsemaní cuando se dirigió al Padre para que apartase la copa del sufrimiento: Marcos 14:36)

En el NT ocurre lo mismo, pero más fácil, pues Cristo ya vino físicamente: “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4). Aunque ahora ya Cristo ha venido físicamente, muchos todavía caminan bajo la ley de Dios, porque Cristo todavía no ha entrado en sus corazones por medio de Su Santo Espíritu, y como no  han nacido de nuevo, no son hijos, por tanto siguen bajo el tutor o ayo hasta que “crezcan y maduren” y dejen atrás “los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar” (Gálatas 4:8-11). En el versículo diez –“Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años”–  se ve claramente que esos pobres rudimentos se refieren a la ley de Dios, aquella que manda guardar el reposo sabático del cuarto mandamiento y los demás días festivos que son santa convocación para Jehová  (ver por ejemplo Éxodo 12:16; Levítico 23:3, 24; 23:36; Núm. 28:26; 1ª Crónicas 23:31; 2 Crónicas 2:4; 8:13; 31:3; Esdras 3:5; Nehemías 10:33; Isaías 1:13; Oseas 2:11; etc.)

1 Crónicas 23:31: y para ofrecer todos los holocaustos a Jehová los días de reposo, lunas nuevas y fiestas solemnes, según su número y de acuerdo con su rito, continuamente delante de Jehová;

2 Crónicas 31:3: El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehová.

Gálatas 4:8-11: Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses;  (9)  mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?  (10)  Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años.  (11)  Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.

Por tanto, el camino legal para la salvación no sirve en absoluto, pues los seres humanos tenemos una naturaleza pecadora que necesita ser regenerada, por medio de la Palabra de Dios y la convicción del Espíritu Santo actuando en nuestras conciencias. Cuando “crecemos o maduramos”, dejamos de ser “niños”, es decir, nos arrepentimos y nos acogemos a la Gracia de Cristo, entonces, dejamos de estar bajo la ley, porque hemos nacido de nuevo y adoptados como hijos de Dios. Ahora, ya no necesitamos la ley el tutor que nos diga lo que está bien y lo que está mal, pues Cristo vive en nosotros, somos su templo (1ª Corintios 3:16), sus hijos, nos ha transformado en nuevas criaturas en Cristo (1ª Corintios 3:16; 6:19; 2 Corintios 6:16) y Su Espíritu nos guía para ser hijos de Dios y a toda la verdad (Juan 14:26;16:13 )

Romanos 8:1-17: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús […] (2)  Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Romanos 8:7-17: Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; (8) y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (9) Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. (10) Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. (11) Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. (12) Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; (13) porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (14) Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (16)  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  (17)  Y si hijos, también herederos;(A) herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

 

Quedo a su disposición. Bendiciones

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

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Referencias bibliográficas

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

1Jesús en Getsemaní decía ¡Abba, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú” (Marcos 14:36). Abba o Abbá es un nombre arameo que, en labios de Jesús, expresa la familiaridad del Hijo con el Padre, ver Mt 11:25-26p; Jn 3:35; 5:19-20; 8:28-29, etc. por eso será puesto en boca de los cristianos, Romanos 8:15; Gál 4:6, a los que el Espíritu, Rom 5:5+, hace hijos de Dios, Mateo 6:9; 17:25+; Lucas 11:2, etc. (Comentario NBJ, 1998) a Marcos 14:36.

 


 

 

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