Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

¿Por qué y cómo debemos estudiar la Biblia?

 

Versión 31-03-07

Carlos Aracil Orts

1. Introducción

El Papa Gregorio Magno que murió a primeros del siglo VII (590-604 DC), en la epístola que escribió a Teodoro resaltaba el origen y sentido trascendente de la Biblia, diciendo: “¿Qué otra cosa es la Sagrada Escritura sino una carta que el Señor todopoderoso ha querido, por su bondad, dirigir a su criatura? Por cierto, en cualquier lugar o situación que te hallares, oh Teodoro, si recibieras una carta del emperador, al punto y sin la menor dilación la leerías: ni tendrías reposo alguno ni dormirías, sin querer saber primero lo que la majestad imperial te ordenaba. Pues, habiéndote enviado el Emperador del Cielo y el Señor de los hombres y de los ángeles sus cartas en las que se trata de tu propia vida, ¿cómo te descuidas en leerlas, y no manifiestas ardor y prontitud en saber lo que ellas contienen? Por lo cual te encargo que te apliques a este estudio con la mayor afición, y que medites cada día en las palabras de tu Creador. Aprende por la Palabra de Dios cuál es para contigo el corazón de Dios”.

2. ¿Qué es exactamente este libro llamado la Biblia?

El libro de los libros

La Biblia conocida también como el libro de los libros se refiere a sí misma de varias maneras, de las que destacaremos las siguientes:

La Palabra de verdad

Santiago se refiere a ella como la Palabra, y también la Palabra de verdad:

Santiago 1:21-25

 “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. 22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”

Santiago 1:18

 “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”

 La Palabra de Dios:

Pedro dice en 1ª Pedro 1:23: ”Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre."

¿Qué dijo Jesús concerniente al estudio de las Escrituras?

“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (San Juan 5:39).

Las Escrituras

Transcribiendo las palabras de Jesús, Mateo y Lucas hablan de la Biblia, simplemente, como las Escrituras:

Mateo 21:42

“Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo.  El Señor ha hecho esto,  Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?”

Lucas 24:25-27, 44, 45

“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.

(44) Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras.”

Las Escrituras escritas, que poseían en la época de Jesús, son lo que se llama el Antiguo Testamento, conocido y denominado por el mismo Jesús como “la ley de Moisés, los profetas y los Salmos”. El Nuevo Testamento no se terminó hasta finales del siglo I d.C.

Cristo se refiere aquí a las Escrituras del Antiguo Testamento, la Biblia de sus días. Sin embargo su declaración es igualmente cierta en cuanto al Nuevo Testamento. Se aplica con igual propiedad el término “Escrituras”  también a todo el Nuevo Testamento.

Las santas Escrituras

San Pablo se refiere a la Biblia, que se conocía hasta ese momento, o sea el Antiguo Testamento, como las santas Escrituras:

Romanos 1:1,2:

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, (2) que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,”

2 Timoteo. 3:15, 16

“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

La palabra de Cristo

Colosenses 3:16:

“16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.”

3. la Palabra de Dios se simboliza mediante distintos objetos materiales.

La Escritura se simboliza mediante los siguientes objetos materiales a fin de enseñarnos las diferentes e importantes funciones espirituales que desempeña en nuestras vidas.

Lámpara o luz

 Como lámpara o luz (Sal. 119:105 “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.” Salmo 119:105, 130; 2 Ped. 1:19) porque no sólo disipa las nubes de oscuridad en nuestro mundo y de duda en nuestras vidas, sino que también nos ayuda a escapar de los peligros y a ver con claridad nuestro camino en la vida.

Pan o alimento

Como pan o alimento (Mat. 4:4; Job 23:12) alimenta al hambriento y le proporciona nutrientes para su crecimiento espiritual.

Los siguientes objetos representan, también, funciones y aspectos de la Biblia al actuar en nuestras vidas.

Espejo (Sant. 1:23-25) hace que nos veamos tal como realmente somos, para que podamos ser cambiados a la perfecta imagen del modelo que es Jesucristo (2 Cor. 3:18).
Agua (Sal. -119:9; Efe. 5:26; Juan 15:3) tiene un poder limpiador y transformador.
Fuego (Jer. 20:9; 23:29; Sal. 39:3) puede derretir todas las aleaciones del pecado en nuestras vidas.
 Martillo (Jer. 23:29) puede quebrantar los corazones endurecidos de una manera que ningún método humano jamás puede hacerlo.
Espada (Efe. 6:17; Heb. 4:12) puede atravesar nuestra conciencia, herir nuestro orgullo y matar nuestro espíritu rebelde.
Semilla (Luc. 8:11) produce fruto en la vida.

Y como algo que “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb. 4:12), y nos enseña a no criticar y juzgar la Biblia, sino más bien a someternos a sus enseñanzas.

 4. Es un libro único y original

Fue escrita por unos 40 autores diferentes en tres continentes  (África, Asia y Europa), en países que distan cientos de kilómetros, y en un período de unos 1.500 años (El AT durante unos 1000 años: desde el 1400 a 400 a.C). Trata con asuntos de interés universal: historia, filosofía, ciencia, salud, arquitectura, religión, etc.

El AT se compone de 39 libros que podemos establecer en tres grupos, según el orden en que aparecen en cada Biblia:  Los 17 libros primeros de Génesis hasta Ester, abarcan desde el relato de la creación del mundo hasta el desarrollo histórico de Israel, abarcando hasta la última parte del siglo V a. C. Luego los 5 libros sapienciales y de poesía (Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantares), y finalmente los 17 libros que contienen los mensajes de los profetas desde Isaías hasta Malaquías (primero los cinco profetas mayores y luego los doce menores).  

El NT se compone de 27 libros: 5 históricos (4 evangelios+Hechos), 13 epístolas de Pablo, Epístola a los  Hebreos, Epístola de Santiago, 2 epístolas de Pedro, 3 epístolas de Juan, Epístola de Judas y Apocalipsis.

Cuando estudiamos o leemos la Biblia, hay que tener en cuenta que los libros que la componen no han sido ordenados cronológicamente, sino clasificados en secciones temáticas: históricos, poéticos, sapienciales y proféticos. Por consiguiente, conviene destacar la fecha cuándo fue escrito cada libro bíblico para evitar confusiones de orden cronológico e histórico.

Si seguimos el sistema consecutivo de lectura (es decir, leer desde el Génesis hasta el Apocalipsis, siguiendo el orden en que aparecen los libros en la Biblia), generalmente no nos damos cuenta que los 17 libros proféticos están situados en la Biblia sin tener en cuenta la antigüedad de su redacción, sino que su ordenamiento se ha establecido colocando en primer lugar los cinco libros de los profetas mayores, y a continuación los 12 libros de los profetas menores, cuando en realidad los más antiguos fueron estos últimos. Si se pusieron en primer término los libros escritos por los profetas mayores, se debió únicamente a la mayor extensión de sus escritos que aparecían en rollos independientes, mientras que los doce libros de los “profetas menores” fueron copiados en un solo rollo. Igualmente, el libro de Job es más antiguo que los que hay situados antes. Se cree que fue Moisés su autor.

La Biblia ha cubierto y cubre las necesidades de cada generación, ofrece soluciones para las perplejidades de la vida, y también revela el origen y el futuro de nuestro mundo. Ha llevado paz a las conciencias turbadas, consuelo al acongojado, esperanza al desesperanzado, valor al desalentado y la seguridad del reencuentro de toda la iglesia en la resurrección de la segunda venida de Cristo.

Escrita originalmente en hebreo, arameo y griego, la Biblia ha sido publicada en más idiomas que ningún otro libro en la historia y, con todo, no ha perdido su intensidad original. Este libro que es único, apela al joven tanto como al anciano, al rico tanto como al pobre, al ignorante tanto como al sabio. Defiende los derechos de cada persona, incluyendo los de los pobres e indefensos, y demuestra poseer un poder misterioso para transformar vidas.

A pesar de que la Biblia ha sido fuertemente atacada, por la alta y la baja crítica, sigue siendo amada por millones, leída por millones y estudiada por millones.

Gracias a los descubrimientos resultantes de investigaciones más profundas, la Biblia ha triunfado sobre los argumentos esgrimidos por sus detractores. Se ha confirmado lo que dice  1ª San Pedro 1: 23, que “...la palabra de Dios vive. . . y permanece para siempre”.

1ª San Pedro 1: 22-23

“Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 24 Porque:

Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;

25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.

Lo que Jesús dijo hace casi 2.000 años: “El cielo y la tierra pasaran, pero mis palabras no pasarán” (Mat. 24:35), se ha cumplido, y se está cumpliendo. Acerca de esta declaración, alguien ha escrito lo siguiente: ¿Cómo explicamos la notable unidad, poder, supervivencia y la atracción universal de este antiguo Libro? Sólo porque viene de Dios.

5. Inspiración de la Biblia

Evidencias internas y externas de la inspiración de la Biblia

Dos clases de pruebas evidencian la inspiración de la Biblia: las internas y las externas.

Entre las pruebas internas se destacan las siguientes: (1) el testimonio de sus escritores, quienes declaran insistentemente que transmiten las revelaciones de la Divinidad; (2) la armonía o unidad de la Biblia, a pesar de que fue escrita en el curso de casi dieciséis siglos, por unos cuarenta autores; (3) los milagros realizados en presencia de muchos testigos; (4) las profecías cumplidas con precisión y puntualidad.

Entre las pruebas externas de la inspiración de la Biblia resaltan las siguientes: (1) la excelencia del sistema moral fundado en el Decálogo y posteriormente en la ley de amor de Cristo; (2) el poder transformador sobre la vida de las personas que aceptan sus enseñanzas; (3) la solución de los problemas básicos de la filosofía; (4) su fidelidad histórica, frecuentemente comprobada por los descubrimientos arqueológicos;
 
Aunque escrita por escritores humanos, la Biblia hace una afirmación osada acerca de su origen divino. El apóstol Pablo escribió en 2 Timoteo 3:16, que “toda la Escritura es inspirada por Dios”, es decir, todos los libros de la Biblia tienen un origen divino. Pedro escribió: “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Ped. 1:10, 11),

Más tarde, el apóstol Pedro escribió que el Espíritu Santo también fue un participante activo en la producción de las Escrituras: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios, hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:21).

Las Escrituras en Hebreos 1:1-3 nos dicen que:

Dios ha hablado por su Hijo

“1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”

Las “muchas maneras” en las cuales Dios habló incluyen: por visiones y sueños (Isa. 1:1; Eze. 1:1; Dan. 7:1); por apariciones directas (teofanías) y mensajes de Dios (Exo. 3:2-7; 20:1); por medio de un ángel (Dan. 8:15, 16; 9:21, 22; Apoc. 1:1-4); por relatos de testigos (1 Juan 1:1-3; 2 Ped. 1:16-18); por la meditación sobre la naturaleza y la experiencia humana (Sal. 8:3, 4; Rom. 2:14, 15; 1 Cor. 7:12, y como otros casos que se encuentran en los libros de Job, Salmos, Proverbios y Eclesiastés); y por la investigación histórica.

Una cooperación divino-humana

“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad... Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 Ped. 1:16-21).

Amós 3:7

“7 Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.”

Una analogía única: humana y divina

 La naturaleza dual de la Biblia como el producto de ambos, lo humano y lo divino, puede compararse con Jesucristo y su encarnación. Así como Jesús (la Palabra encarnada) es plenamente divino y plenamente humano, así también la Biblia (la Palabra escrita) es plenamente divina y plenamente humana. Así como Jesús tuvo autoridad para hablar, ordenar y dar vida a aquellos que lo aceptaron, así también la Biblia afirma lo mismo. Estas afirmaciones son evidentes, por la manera como los escritores del Nuevo Testamento citan a los del Antiguo Testamento.

“Podemos concluir que la Escritura tiene una paternidad literaria doble: Dios es el Autor primordial a través de cuya iniciativa los escritores humanos hicieron su obra. Sería inexacto decir que la Biblia es un libro humano que contiene la Palabra de Dios, o asignar algunas partes de la Escritura a Dios y otras al hombre. La Escritura es la Palabra de Dios dada a través de instrumentos humanos. Al igual que no podemos separar la naturaleza humana de Jesús de su naturaleza divina, así también no podemos dividir la Escritura, afirmando que algunas partes son humanas y otras divinas.”

6. Condiciones esenciales para estudiar y comprender la Biblia.

a) El reconocimiento del origen inspirado de la Biblia y de su autoridad.

Cuando se estudian las Sagradas Escrituras con reverencia, considerándolas como la Palabra de Dios, la fe aumenta, porque “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10: 17). Cuando la actitud es negativa, y se parte del escepticismo hacia la Biblia en general o a algunas de sus partes, el discernimiento se nubla por el prejuicio o la incredulidad. Sucede como dice en Hebreos 4: 2 u.p. “no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe”.

La lectura provechosa de la Biblia implica el reconocimiento a priori o a posteriori del origen inspirado de la misma. En efecto, hay quienes creen en el origen divino de la Biblia antes de leerla; mientras otros lo aceptan después de examinar y reconocer las evidencias de la inspiración divina.

La actitud reverente nace de la humildad que es conciencia de las limitaciones humanas; por eso David decía: “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51: 17). La reverencia por lo que viene de la Divinidad surge de la convicción de su presencia.

Siendo la Biblia la carta legada por la Divinidad a la humanidad, el propósito de esos 66 libros inspirados debe armonizar con los grandes fines del Creador del universo y con sus planes respecto a los seres humanos.

La Biblia da a conocer la gran finalidad de Dios al crear el universo. El hombre no puede entender el universo, ni el sentido de la vida a menos que descubra lo que el Creador ha revelado a la humanidad.

b) La sinceridad como condición esencial para la búsqueda de la verdad

Se define la sinceridad como la sencillez, veracidad y modo de ser o de expresarse libre de fingimiento. Es un estado íntegro del espíritu. La sinceridad no es sinónimo de perfección alcanzada. Una persona puede ser sincera y estar equivocada por falta de información. Pero todo el mundo admite que desde el punto de vista de la moral es preferible una persona sincera, aunque equivocada, que un erudito hipócrita con conocimientos verdaderos.

La Biblia destaca la importancia de la sinceridad y la recomienda. Saulo de Tarso, que de perseguidor de los cristianos pasó a ser perseguido por testificar de Cristo, fue transformado, por la conversión, en el apóstol San Pablo, y experimentó la satisfacción que revelan estas palabras: “Porque nuestra gloria es ésta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo...” (2 Corintios 1: 12). No puede haber una búsqueda más importante de la verdad, que mediante la sinceridad.

c) Orar siempre antes de iniciar su lectura, para pedir al Autor de la Biblia que nos dé la humildad y el entendimiento, que ilumine la mente y la haga receptiva a sus mensajes.

La Biblia debe ser estudiada con espíritu de oración, en busca de la voluntad de Dios. Jesús destacó claramente la importancia de la oración al expresar: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (S. Marcos 11: 24).

La misma Biblia enseña: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada” (Santiago 1: 5, 6)

d) La lectura de la Biblia debe ser cotidiana.

A fin de que aumente su interés por conocer su contenido, despierte el apetito por los asuntos espirituales y pueda resultar de alimento espiritual como es el alimento físico o material del que no solemos prescindir ni un día. El profeta Jeremías declaró: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón” (Jeremías 15: 16). Jesús enseñó enfáticamente lo que ya había sido expresado por Moisés: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (S. Mateo 4: 4; Deuteronomio 8: 3).

En el Nuevo Testamento se elogia la actitud de los cristianos de Berea porque “recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17: 11).

El deseo de obtener diariamente el alimento espiritual mediante la lectura de su Palabra requiere un profundo examen de conciencia. Por esta razón, el apóstol San Pedro presentó esta recomendación: “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 S. Pedro 2: 1, 2). La lectura cotidiana de las Sagradas Escrituras debe satisfacer la necesidad del alma al recibir ese alimento espiritual que consiste en la suma de las preciosas enseñanzas divinas que producirá un crecimiento proporcional a lo que se asimila.

e) Mediante la meditación el lector de la Biblia puede profundizar su contenido descubriendo verdades que no conocía.

El Salmista consideraba bienaventurado al que se apartaba de los malos caminos para obedecer a Dios, y destacó una característica esencial de la vida religiosa, al decir: “Y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1: 2). Además, exclamó: “!Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. . . Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación” (Salmo 119: 97, 99).

d) Mediante la disposición a obedecer las verdades descubiertas y a ser guiados por Dios.

Todo aquel que acepta las Sagradas Escrituras como la Palabra de Dios debe estar dispuesto a obedecer las verdades a medida que las va descubriendo. En caso contrario, en lugar de avanzar en el conocimiento de la verdad, irá perdiendo lo que no pone en práctica. Así lo enseñó Jesús mediante la parábola de los talentos, según la cual, aquel que no cultivó sus dones por considerarlos pocos, no sólo los enterró, sino que los perdió para siempre. El Maestro llevó esa parábola a su culminación, al decir: “Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (S. Mateo 25: 29).

El que descubre una verdad moral en las páginas bíblicas y no la pone en práctica, sólo ha logrado un progreso ilusorio, que en realidad implica una caída en la desobediencia. No basta oír acerca de una verdad descubierta, es necesario adoptarla en forma integral. Por esta razón, Santiago escribió: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1: 22).

“Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino” (Salmo 5: 8).

“Jehová es mi pastor; nada me faltará. ... Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre” (Salmo 23: 1, 3).

“Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud” (Salmo 27: 11).

“Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria” (Salmo 73: 24).

“Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad” (Salmo 119: 35).

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;  pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139: 23, 24).

En el Nuevo Testamento se expresa enfáticamente la necesidad de ser guiados por la Divinidad para descubrir, las verdades y vivir en armonía con ellas. Cuando Jesús prometió el Espíritu Santo a sus seguidores, declaró: “El os guiará a toda la verdad” (5. Juan 16: 13). El conocimiento de la verdad es graduado por el Espíritu Santo a medida que las verdades conocidas son asimiladas por la obediencia práctica y no por un mero asentimiento intelectual y teórico.

7.   Métodos de estudio de la Biblia

Se sugieren los siguientes planes de estudio:

  1. Análisis del mensaje libro por libro de forma consecutiva, o siguiendo el orden cronológico.

  2.  Los libros de la Biblia no han sido ordenados cronológicamente, sino clasificados en secciones temáticas: históricos, poéticos, sapienciales y proféticos. Por consiguiente, conviene destacar la fecha cuándo fue escrito cada libro bíblico para evitar confusiones de orden cronológico e histórico.

    En el texto bíblico se han usado diversos géneros literarios por lo cual es de gran importancia que el lector sepa distinguir si el significado de un pasaje es literal o figurado.

    El lector que sigue el sistema consecutivo generalmente no se da cuenta de que la sección de los 17 libros proféticos ha sido dividida en dos categorías atendiendo mayormente al tamaño de los mismos, sin considerar la antigüedad de su redacción. Los más extensos forman los libros de los profetas mayores, y los pequeños integran la colección de los doce profetas menores. Según la realidad histórica los “profetas mayores” no fueron los primeros en escribir. Si se pusieron en primer término sus libros en la sección profética se debió únicamente a la mayor extensión de sus escritos que aparecían en rollos independientes, mientras que los doce libros de los “profetas menores” fueron copiados en un solo rollo.

    La lectura en orden cronológico de las Escrituras puede realizarse de dos maneras diferentes, según  el interés del lector. Si su intención es conocer la evolución literaria e institucional del antiguo pueblo de Israel seguirá estrictamente el orden cronológico de los libros bíblicos según las fechas de origen o la aparición de los mismos. Pero si el lector se propone interpretar los hechos históricos, seguirá como hilo conductor todas las informaciones que pueda obtener en la Biblia acerca de la secuencia de los acontecimientos.

    En síntesis, el sistema cronológico de la lectura bíblica puede realizarse según dos procedimientos, de acuerdo con los propósitos del lector:

    (1º) El procedimiento cronológico-literario que sigue de un libro a otro según el orden de antigüedad.

    (2º) El procedimiento cronológico-histórico que sigue el curso real de los acontecimientos referidos.

    Ambos procedimientos resultan plenamente satisfactorios para estudiar la Biblia.

    Según el sistema cronológico-literario de lectura basta seguir una lista de los libros bíblicos ordenada según la antigüedad de los mismos. Para leer las Sagradas Escrituras según el sistema cronológico-histórico es necesario seguir la secuencia de los acontecimientos, buscando las informaciones colaterales de diversos libros bíblicos que se ocupan del mismo suceso histórico.

  3. Método de versículo por versículo.
  4. Estudio que busca una solución a un problema específico de la vida, satisfacción bíblica para una necesidad particular o una ‘respuesta bíblica a una cuestión específica.
  5.  
  6. Estudio por temas (fe, amor, segunda venida y otros).
  7.  
  8. Estudio de palabras.
  9.  
  10. Estudio biográfico.
  11.  
 
8. Conclusión

La Biblia no contiene error en aquello que afirma. Pero la Biblia no afirma todo lo que contiene. Por ejemplo las afirmaciones de los amigos de Job son desmentidas por Dios más tarde. Debe ser entendida como un todo y cada texto en su contexto.

Así como nuestra vida física es sostenida por el alimento, nuestra vida espiritual es sostenida por la Palabra de Dios. Por tanto, se requiere que tomemos los pasos siguientes en armonía con ello:

(1)  Hacer un compromiso para estudiar la Biblia cuidadosamente.


(2)  Orar por la iluminación del Espíritu Santo para tener una comprensión correcta de su Palabra.


(3)  Elegir un versículo (o una porción pequeña) a la vez.


(4) Tratar de captar el significado sencillo y más evidente del pasaje bíblico que se está estudiando.


(5)Procurar descubrir los grandes temas fundamentales de la Escritura tal como se encuentran en los textos individuales, los pasajes y los libros. Dos temas básicos, relacionados entre sí, corren a través de toda la Escritura:

(a) La persona y la obra de Jesucristo; y (b) la perspectiva del gran conflicto, incluyendo la autoridad de la Palabra de Dios, la caída del hombre, el primer y el segundo advenimiento de Cristo, la vindicación de Dios y de su ley, y la restauración del plan divino para el universo. Estos temas deben ser extraídos de la totalidad de la Escritura y no impuestos sobre ella.

(6)  Concentrar el pensamiento (es decir, reflexionar ó meditar con oración) en el mensaje de Dios.


(7) Encontrar lo que el pasaje significa para usted en su situación concreta.


(8)  Habiendo descubierto “qué dice el Señor”, ponerlo en práctica.

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 

Para la realización de este estudio se ha consultado y tomado partes de las obras incluidas en la siguiente bibliografía: Guía para estudiar la Biblia. Dr.Daniel Hammerly Dupuy, (libro de edición argentina). Las hermosas enseñanzas de la Biblia. Publicaciones Interamericanas, 1982. Recibiendo la Palabra. Samuel Koranteng-Pipim; Asociación casa editora sudamericana, Av. San Martín 4555, 1602 Florida, Buenos Aires, Argentina; 1996, 1997.

- Las citas bíblicas son todas de la versión de la Biblia Reina Valera 1960.

 

 

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