¿Será el sábado día de adoración en la Tierra nueva?
Segunda Parte
Versión 03-11-09
Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Estimado amigo, primero de todo, agradecerle que haya leído mi estudio anterior que trataba este mismo tema, titulado ¿Según Isaías 58: 13, 14 y 66:23 será el sábado día de adoración en la Tierra nueva?, y, también, por formularme la pregunta con relación al texto de Isaías 66: 22, 23, que a continuación transcribimos en tres versiones distintas de la Santa Biblia. La primera es una Biblia evangélica y las otras dos son católicas.
Isaías 66: 22, 23. (Biblia Reina-Valera, 1960)
“(22) Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre.
(23) Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová.”.
Isaías 66: 22, 23 (Biblia de Jerusalén, 1998)
“(22) Porque así como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago permanecen en mí presencia –oráculo de Yahvé-, así permanecerá vuestra raza y vuestro nombre.
(23) Así pues, de luna en luna nueva y de sábado en sábado, vendrá todo el mundo a prosternarse ante mí -dice Yahvé.”
Isaías 66: 22, 23 (Nacar-Colunga, 8ª edición, 1971)
“(22) Porque así como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo voy a crear subsistirán ante mí, dice Yahvé, así subsistirá vuestra progenie y vuestro nombre,
(23) y de novilunio en novilunio, de sábado en sábado, toda carne vendrá a prosternarse ante mí, dice Yahvé.”
Su pregunta es la siguiente:
“...Considerando los dos párrafos posteriores en su comentario después de esta cita. ¿El contexto de la profecía de Isaías es anterior al "nuevo pacto"? es decir, según vuestra opinión, asumiendo que estamos en el nuevo pacto, esta cita de Isaías debe estar cumplida, porque si no está cumplida esta profecía, usted tendrá que reconocer que habrá un tiempo, según el contexto propio de la revelación del profeta Isaías en que se subirá (una gran cantidad de creyentes) al monte Sion a adorar a YHWH de luna nueva en luna nueva y de shabbat (sábado) en shabbat, sea que esta profecía está dentro o posterior al nuevo pacto.”
Para responder a su pregunta es, pues, necesario que, en primer lugar, nos situemos en el contexto histórico de Isaías. Cuándo nació, vivió y murió, y el estado físico y espiritual del pueblo judío durante la vida y el ministerio de Isaías. Por tanto, en el cuerpo de este estudio trataremos de ubicar el tiempo en que vivió Isaías; fundamentalmente, desde el inicio de su ministerio hasta su final y muerte. A continuación analizaremos el contexto más cercano, es decir, el capítulo 66 del libro de Isaías, donde se encuentran los versículos 22 y 23, y varias profecías de matiz apocalíptico que se objeta que todavía no se han cumplido.
2. Contexto histórico libro de Isaías. Situación político-espiritual de Israel.
La Biblia de Jerusalén de 1998 (Pág.1080) ubica su nacimiento hacia el año 765 a. C. (mediados, pues, del siglo VIII antes de Cristo), y el inicio de su ministerio profético hacia el año 740 a. C. (año aproximado de la muerte del rey Uzías). Su ministerio duró unos 40 años según esa misma fuente, y según el Comentario Bíblico Adventista, tomo 4, pág. 125, se extendió durante unos 54-60 años, hasta la muerte del rey Ezequías, y el inicio del reinado de Manasés en el año 686 a. C. (2ª Reyes 21:16). Durante este tiempo Isaías y el pueblo de Israel tuvieron que sufrir los asedios de Asiria.
Situación política y espiritual del pueblo de Israel en tiempos de Isaías y posteriores a él.
Necesitamos saber, además, que poco después del reinado del rey David (1011 a.C –971 a.C)1, las doce tribus de Israel se dividieron, separándose diez tribus que formaron lo que se denominaría el reino del norte, y estableciéndose a unos cincuenta kilómetros de Jerusalén donde edificaron su capital, Samaria. El reino del sur, conocido como el reino de Judá, quedó formado por las otras dos tribus restantes, teniendo a Jerusalén como capital. Debido a la tremenda apostasía en que cayó el reino del norte, Dios permitió, en el año 722 a. C.2, que un ejército asirio conquistara Samaria y se llevara cautivas a las diez tribus. Al quedar despoblada esta zona, e intentar repoblarla, el emperador asirio, con gente de otras naciones y no conseguirlo plenamente, se vio obligado a solicitar a algunos israelitas cautivos que regresaran a su tierra. Esta mezcla de gentes de diversa nacionalidad y religión dio lugar al pueblo, que en tiempos de Jesús era conocido como los samaritanos.
La Biblia de Jerusalén de 1998 (Pág.1080), proporciona la fecha, prácticamente coincidente con el CBA, del año 721 a. C., para la caída de Samaria bajo el poder de los asirios. Nos relata, además, que, en Judá, Ezequías sucedió a Ajaz y buscó el apoyo de Egipto para enfrentarse a Asiria. En el 705 a. C, Ezequías se rebeló contra Asiria, y el rey asirio Senaquerib azotó Palestina en el 701 a. C. El rey de Judá quiso defender a Jerusalén de la invasión asiria, para ello contó con el apoyo de Isaías, que le prometió la ayuda de Dios. Esto se cumplió, pues esta vez lograron impedir que les invadiera el rey asirio.
Sin embargo, más tarde, de forma parecida a la destrucción que sufrió Israel del norte, le ocurrió al reino de Israel del Sur, Judá. Pues cuando la apostasía de ellos se hizo insoportable, Dios, permitió que los babilonios, dirigidos por Nabucodonosor, en el año 606/605 a. C.3, conquistaran Jerusalén y se llevaran cautivo al reino de Judá. Jerusalén sería destruida casi totalmente, unos años más tarde, hacia el 586 a.C. En el 605 a.C. empezó el famoso exilio del pueblo de Judá a Babilonia. Dios había amonestado repetida y sucesivamente de lo que les iba ocurrir si seguían adorando los ídolos y apostatando de Él. Incluso Dios, por medio del profeta Jeremías, les predijo, no sólo la fecha exacta de cuando serían derrotados y llevados cautivos por Nabucodonosor, sino también la duración de su cautiverio, que sería de 70 años, contados a partir del 605 a. C. (Jeremías 25:11-12).
Jeremías 25:11-12
“11 Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. 12 Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre.”
El decreto que realiza la voluntad de Dios de que su pueblo fuese liberado de la cautividad babilónica, después de esos 70 años de exilio, y fuera posible su regreso a su tierra, fue dado, en cumplimiento de la citada profecía de Jeremías 25:11-12, por Ciro rey de Persia. Esto queda claro y fielmente registrado en el capítulo uno del libro de Esdras. Aunque se recomienda leer todo el libro, aquí transcribiremos sólo unos pocos versículos.
Esdras 1:1-4
“1 En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: 2 Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. 3 Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. 4 Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén.”
Setenta años después del inicio del exilio del pueblo de Israel a Babilonia, nos llevan al 536 a. C. (605 a. C. – 70 años de cautiverio = año 536 a. C.). Aquí se considera el cómputo inclusivo que tiene en cuenta ambas fechas, según la costumbre de la época. Aunque, este decreto hace posible el fin del exilio del pueblo de Judá, lógicamente, la reconstrucción de Jerusalén es un proceso que va durar bastantes años y que está todavía en el futuro. Por eso Dios, en su infinita sabiduría y misericordia, responde, a la fervorosa y magnifica oración registrada en Daniel 9:3-22, que recomiendo encarecidamente sea leída, informando a Daniel el tiempo exacto cuando se hará posible la reconstrucción de Jerusalén.
Este dato del año 536 a. C., es prácticamente coincidente con el que establece la web: http://es.wikipedia.org/wiki/Artajerjes_I.
“...La reconstrucción de la comunidad judía en Jerusalén había comenzado bajo Ciro el Grande quien había permitido a los judíos cautivos en Babilonia regresar a Jerusalén y reconstruir el Templo de Salomón. Una serie de judíos había, en consecuencia, regresado a Jerusalén en el año 537 a. C.”
Puesto que estos eventos relacionados con Ciro ocurrieron bastantes años después de cuando supuestamente murió Isaías en el 686 a.C., algunos exegetas han deducido que hubo un segundo Isaías que continuó su libro a partir del capítulo 40 de su libro. Esta opinión es sustentada también por La Biblia de Jerusalén de 1998 (Pág.1080.). Veamos como el marco histórico presentado por Isaías es posterior a su muerte, puesto que ni Ciro, ni el cautiverio babilónico habían existido todavía.
Isaías 44:28
“28 que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado.
Encargo de Dios para Ciro
Isaías 45: 1-5
“1 Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: 2 Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; 3 y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. 4 Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste. 5 Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste,”
No obstante, también es lícito interpretar que los capítulos del 40 en adelante son fruto de la videncia profética del futuro que Dios da a sus profetas.
Las profecías son un gran tesoro para todo el que confía en la Santa Biblia como Palabra de Dios. El apóstol San Pedro nos estimula a que confiemos en las profecías cuando declara: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;” (2ª Pedro 1:19). Aunque esto abarca a todas las Sagradas Escrituras, es especialmente cierto para las profecías, puesto que éstas siempre anticipan acontecimientos. Porque Dios nunca dejó a su pueblo sin profecía: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” (Amós 3:7). Él mismo nos dice: Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, (10) que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; (Isaías 46:10).
Por tanto, queda aclarado el contexto general e histórico en el que Isaías pone en boca de Dios la siguiente declaración ya citada al inicio de este estudio:
“(22)Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. (23)Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová.” (Isaías 66: 22, 23. BRV, 1960).
3. ¿La profecía de Isaías 66:23 se cumplió en tiempos del Antiguo Pacto?
Por el contexto citado arriba comprobamos que el pueblo de Israel atravesaba por cruciales momentos en los que parecía que su desmembración iba a hacerlos desaparecer como pueblo elegido por Dios para acoger su Palabra y al Mesías venidero. De las doce tribus apenas quedaba Judá, pues el reino del norte, Samaria, que ocupaban las diez tribus, se había prácticamente dispersado, y amalgamado con el paganismo. La tribu de Judá y de Benjamín, recientemente (hacia el año 536 a. C.) habían sido liberadas de su cautiverio babilónico, y muchos optaron por quedarse en Babilonia, pues seguramente era más cómodo para ellos, después de 70 años de cautiverio.
Ahora se entiende mejor la solemne promesa que Dios les hace de que “permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre” para siempre. Eso iba a ser tan cierto como la futura existencia de “los cielos nuevos y la nueva tierra”. Dios con su promesa les garantiza que sobrevivirán y que no dejarán de ser su pueblo jamás, y que volverán a poder seguir adorando a Dios, cada sábado y luna nueva, como requiere la Torá. Debemos de tener en cuenta, que el pueblo en cautividad no lo pudo hacer, y tampoco lo estaba haciendo al principio de su regreso de la cautividad. Tuvieron que pasar todavía muchos años hasta que pudieran reanudar su adoración semanal y mensual, pues era necesario, en primer lugar reconstruir Jerusalén y luego edificar el templo. Obsérvese, que lo que Dios les promete es que volverían a poder adorarle, como antes del cautiverio hacían, no cambiando la ley del Antiguo Pacto, que estaría vigente hasta la muerte de Cristo. Veamos lo que la ley exigía:
Números 10:10
“10 Y en el día de vuestra alegría, y en vuestras solemnidades, y en los principios de vuestros meses, tocaréis las trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los sacrificios de paz, y os serán por memoria delante de vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios.”
Números 28:11-14
“11 Al comienzo de vuestros meses ofreceréis en holocausto a Jehová dos becerros de la vacada, un carnero, y siete corderos de un año sin defecto; 12 y tres décimas de flor de harina amasada con aceite, como ofrenda con cada becerro; y dos décimas de flor de harina amasada con aceite, como ofrenda con cada carnero; 13 y una décima de flor de harina amasada con aceite, en ofrenda que se ofrecerá con cada cordero; holocausto de olor grato, ofrenda encendida a Jehová. 14 Y sus libaciones de vino, medio hin con cada becerro, y la tercera parte de un hin con cada carnero, y la cuarta parte de un hin con cada cordero. Este es el holocausto de cada mes por todos los meses del año.”
Ezequiel 46:1-3
“1 Así ha dicho Jehová el Señor: La puerta del atrio interior que mira al oriente estará cerrada los seis días de trabajo, y el día de reposo se abrirá; se abrirá también el día de la luna nueva. 2 Y el príncipe entrará por el camino del portal de la puerta exterior, y estará en pie junto al umbral de la puerta mientras los sacerdotes ofrezcan su holocausto y sus ofrendas de paz, y adorará junto a la entrada de la puerta; después saldrá; pero no se cerrará la puerta hasta la tarde. 3 Asimismo adorará el pueblo de la tierra delante de Jehová, a la entrada de la puerta, en los días de reposo y en las lunas nuevas.”
También, es bueno leer el texto clave objeto de este estudio en otra versión de la Biblia que quizá puedan arrojar luz adicional, por ejemplo, la Biblia de Jerusalén, 1998:
Isaías 66:22, 23 (Biblia de Jerusalén, 1998)
“(22) Porque así como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago permanecen en mí presencia –oráculo de Yahvé-, así permanecerá vuestra raza y vuestro nombre. (23) Así pues, de luna en luna nueva y de sábado en sábado, vendrá todo el mundo a prosternarse ante mí -dice Yahvé.”
Como podemos comprobar, la mención luna nueva y sábado corresponden perfectamente a la dispensación del Antiguo Testamento, pues se trata de las fiestas ceremoniales que celebraba el pueblo de Israel, que estaban en la Torah, como el mismo Pablo nos dice en Colosenses 2: 16: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo.”
El cumplimiento de la promesa de Dios de que los israelitas irían adorarle “de luna en luna nueva y de sábado en sábado”, se cumple totalmente en el pueblo de Israel, durante el Antiguo Pacto, iniciándose con la primera liberación de Israel ordenada por Ciro (536 a. C.), y completándose, posteriormente, con la realizada por el decreto de Artajerjes I en el año 457 a. C. (Véase Esdras 7:11-14 y Daniel 9:25-27). Queda claro, pues que no se trata de la Jerusalén celestial (Apoc. 21), sino de la terrenal, o sea, sólo para el pueblo judío del Antiguo Pacto.
Esdras 7:11-14
“11 Esta es la copia de la carta que dio el rey Artajerjes al sacerdote Esdras, escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel: 12 Artajerjes rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba erudito en la ley del Dios del cielo: Paz. 13 Por mí es dada orden que todo aquel en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y levitas, que quiera ir contigo a Jerusalén, vaya. 14 Porque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado a visitar a Judea y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tu mano;
4. ¿El contexto cercano de Isaías 66:23 cambia la conclusión obtenida?
Nuestra anterior conclusión, respecto a que la profecía de Isaías 66:23 se cumplió totalmente en tiempos del Antiguo Testamento, es objeto de discrepancia, por las siguientes razones:
A) La profecía de Isaías 66:23 se debe interpretar a la luz de su propio contexto del capítulo 66. Y puesto que en el mismo existen, aparentemente, profecías sin cumplir es previsible que la citada del verso 23, tenga también su cumplimiento en el futuro, cuando Dios establezca la Tierra nueva.
B) La profecía de Isaías 66:23 sólo se ha cumplido en parte y no en toda su amplitud, puesto que todavía no han venido “todos” (RV, 1960) o “todo el mundo” (BJ, 1998), o “toda carne” (NC, 1971) a adorar ante Dios.
A) Análisis del contexto cercano de Isaías 66:23
Recordemos que Isaías murió hacia el 586 a. C., y por tanto, cuando escribió su libro el pueblo de Judá estaba todavía en cautividad en Babilonia. Su primera liberación fue ordenada por Ciro en el año 536 a. C., y la segunda por Artajerjes I en el año 457 a. C. En la primera mitad del capítulo 66 se entremezclan amonestaciones y promesas de parte de Dios hacia su pueblo cautivo. Dios les consuela asegurándoles una próxima restauración de la Jerusalén terrenal, al tiempo que les exhorta a que escuchen y obedezcan su palabra, y sean pobres y humildes de espíritu (V. 2 úp). También les advierte del futuro juicio que Dios hará sobre todo hombre (V. 16). Sin embargo, junto con el juicio universal, también les previene sobre un juicio particular sobre determinadas abominaciones e idolatrías, que Dios había prohibido expresamente en la ley de Moisés, y que la depravación del pueblo les había llevado a cometer (V. 17). En este capítulo “se yuxtaponen el universalismo y el particularismo”.4 Veamos algunos versículos destacados:
Isaías 66: 15, 16
“15 Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. 16 Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados.”
Esta profecía parece referirse al juicio que Dios hará sobre los impíos, en la segunda venida de Cristo, cuando finalice el tiempo de gracia. Esto mismo anuncia el apóstol Pedro en su segunda epístola:
2ª Pedro 3:7, 10-13:
“7 pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”
Sin embargo, Isaías 66: 17, “Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntamente serán talados, dice Jehová.”, parece claro que se ubica en tiempos del Antiguo Pacto, puesto que la prohibición de comer la carne de animales impuros pertenece a la Torá (Levítico 11).
Los siguientes versículos 18-21, puede que se refieran al tiempo de promulgación del evangelio de Cristo a todas las naciones. Lo cual ha estado sucediendo desde la muerte de Cristo en la cruz y seguirá hasta el fin del mundo. Como afirma el mismo Jesucristo: “Y será predicado este evangelio en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. (San Mateo 24:14).
Isaías 66: 18-21
“(18) Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria.”. 19 Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones. 20 Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová. 21 Y tomaré también de ellos para sacerdotes y levitas, dice Jehová.”
En cuanto al versículo 22 de Isaías 66, Dios afirma que el pueblo judío no desaparecerá como tal entre las naciones sino que sobrevivirá al cautiverio y a todas las calamidades que le acontezcan. Esa solemne promesa se enfatiza comparando su cumplimiento con la certeza de que habrá en el futuro cielos nuevos y nueva tierra que permanecerán para siempre. El pueblo judío recibe la promesa de que sobrevivirá al exilio y volverá a ser una nación.
Isaías 66: 22. (Biblia Reina-Valera, 1960)
“(22) Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre.”
B) ¿La profecía de Isaías 66:23 se ha cumplido sólo en parte y no en toda su amplitud, porque los que vienen a adorar ante Dios no han sido “todos” (RV, 1960) o [“todo el mundo” (BJ, 1998), o “toda carne” (NC, 1971)]?
Como acabamos de comprobar el versículo 22 menciona los cielos nuevos y tierra para dar seguridad al pueblo judío de que permanecerá así como también permanecería la nueva creación. Es decir, el versículo 22 no se relaciona con el 23 sino que sólo trata de consolar a Judá para que tenga esperanza y confíe en la próxima futura restauración del pueblo cautivo, disperso en Babilonia, y el restablecimiento del mismo como nación en Jerusalén (Isaías 66:8).
Isaías 66: 22, 23 (Nacar-Colunga, 8ª edición, 1971)
“(22) Porque así como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo voy a crear subsistirán ante mí, dice Yahvé, así subsistirá vuestra progenie y vuestro nombre,
(23) y de novilunio en novilunio, de sábado en sábado, toda carne vendrá a prosternarse ante mí, dice Yahvé.”
El cumplimiento de la profecía del versículo 23 no puede en absoluto proyectarse al tiempo en que Dios cree “los cielos nuevos y la tierra nueva”, puesto que el mismo versículo se refiere a un tipo de adoración que corresponde a la ley de Moisés como es la celebración de las lunas nuevas o novilunios o primero de cada mes (Núm 10:10; 28:11-14; Ezequiel 46:1-3).
Ezequiel 46:3
“3 Asimismo adorará el pueblo de la tierra delante de Jehová, a la entrada de la puerta, en los días de reposo y en las lunas nuevas.”
¿Esas fiestas de obligado cumplimiento en el AT siguen vigentes en el NP?
Con el advenimiento del Nuevo Pacto en Cristo (Hebreos 9:15; 8:13) “queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (Hebreos 7:18). El apóstol Pablo amonesta a los Gálatas porque aún se empeñaban en seguir guardando “los días, los meses, los tiempos y los años” (Gálatas 4:10).
Por tanto, si en el Nuevo Pacto en Cristo la ley mosaica ya está abolida, ¿Cómo puede seguir vigente en la nueva Tierra?
Gálatas 4:9, 10
“9 mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.”
Ahora analizaremos unos textos muy importantes en la carta a los Colosenses en los que Pablo incide en este tema.
Colosenses 2:16, 17 (Biblia de Jerusalén, 1998):
“(16) Por tanto, que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados. (17) Todo esto es sombra de lo venidero; pero la realidad es el cuerpo de Cristo.”
Colosenses 2:16, 17 (Biblia Nacar-Colunga, 1971):
“(16) Que ninguno, pues, os juzgue por la comida o la bebida, por las fiestas, los novilunios o los sábados, (17) sombra de lo futuro, cuya realidad es Cristo.”
¿Las fiestas citadas arriba fueron sombra de la realidad que es Cristo?
Estimado amigo, usted está convencido que el apóstol san Pablo, en los versículos 16 y 17 del capítulo dos a los Colosenses, está animando a los nuevos creyentes en Cristo a que sigan guardando las citadas fiestas, novilunios y sábados que corresponden a la Torá, sin temor a que sean criticados o juzgados por nadie. Más todavía, según usted estas fiestas apuntan a una realidad que hoy en día todavía no se ha cumplido, que tendrá su cumplimiento en un futuro, y que Cristo no es la plenitud de la realidad de la cual estas fiestas son su símbolo, figura o sombra. Usted pasa por alto totalmente la declaración solemne del versículo 17 que establece el futuro, que representaban estas fiestas, como plenamente ya realizado y cumplido en Cristo: “son sombra de lo futuro, cuya realidad es Cristo” (NC,1971), y sólo tiene en cuenta la acción futura del tiempo verbal –“sombra de lo que ha de venir” (versión Reina Valera). Sin embargo, según el sentido del texto en cuestión el guardar dichas fiestas de acuerdo con la Torá era sombra de lo que vendría en el futuro y que tendría su perfecto cumplimiento en Cristo, la realidad a la que apuntaban dichas sombras.
Veamos otro ejemplo en que la ley o Torá, según la Palabra de Dios, también es “sombra de los bienes venideros” (Hebreos 10:1; 12-14; cf. Hebreos 8:5). ¿A qué bienes venideros se refiere? ¿Se cumplieron en Cristo esos bienes o todavía se esperan en el futuro?
Hebreos 10:1: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año hacer perfectos a los que se acercan.”
¿Debemos esperar todavía esos bienes en el futuro? ¿Estamos bajo la ley del AT? ¿Son necesarias ahora las ofrendas y sacrificios de animales si Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo?
Estas preguntas las responde la Palabra de Dios en el libro de Hebreos. Véase especialmente Hebreos 7:18, 19, 22-28; 8:1-13; 9:11-28; 10. A fin de no resultar demasiado exhaustivos no vamos a transcribir todos los textos sino sólo los siguientes:
Hebreos 9:11, 12
“11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.”
Hebreos 10:8-14
“8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), 9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. 10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. 11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; 14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”
¿Guardar estas fiestas es preconizado por el testimonio personal de San Pablo?
Por otra parte, usted apoya su argumento recurriendo al testimonio personal del mismo Pablo que, según se cita en Hechos 18:21, dijo: “Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene;”
Hechos 18:21
“21 sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Éfeso.”
En primer lugar, debemos saber que la frase “Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene;” es una inserción que, al parecer, no existe en el original, sino que se incluyó posteriormente basándose en el relato de Lucas registrado en Hechos 20:16:5
Hechos 20:16
“16 Porque Pablo se había propuesto pasar de largo a Éfeso, para no detenerse en Asia, pues se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén.”
Nuestra aseveración anterior queda probada puesto que la Santa Biblia Nueva Reina-Valera (NRV), 1988-1990 traduce Hechos 18: 21 de la siguiente manera:
Hechos 18:21 (Biblia Nueva Reina-Valera (NRV), 1988-1990)
“(21) Después de esto, Pablo decidió ir a Jerusalén, pasando por Macedonia y Acaya. Decía: “Después de estar allá, debo visitar también a Roma”.”
Casi en los mismos términos que la NRV presenta el texto de Hechos 18:21, lo hace la Santa Biblia Nacar-Colunga, 1971. Y tampoco aparece la susodicha frase de Lucas en la Biblia de Jerusalén:
Hechos 18:21 (Biblia de Jerusalén, 1998):
“Sino que se despidió diciéndoles: “Volveré a vosotros otra vez, si Dios quiere,” Y zarpó de Éfeso.”
En segundo lugar, el hecho que Pablo quisiera celebrar la fiesta de Pentecostés o cualquier otra no tiene nada que ver con que él lo hiciera en cumplimiento de los mandamientos de la Torá. Los cristianos evangélicos celebramos el domingo, la Navidad y la Semana Santa, no porque exista ningún mandamiento en la Biblia para hacerlo sino simplemente por tradición, por costumbre o porque nos gusta y nos atrae todo lo que representan.
Aunque la Palabra de Dios no nos dice cuales eran los motivos de Pablo para estar presente en la celebración del día de Pentecostés, podemos suponer que ese día se reunían todos los cristianos de origen judío de toda Palestina, o tal vez esta fiesta tenía un significado especial para él por haber ocurrido el derramamiento del Espíritu santo en ese día.6 En cualquier caso, dadas las raíces hebreas de San Pablo era muy natural que desease estar en Jerusalén para celebrar esa fiesta tan importante no sólo para el pueblo judío sino también para la cristiandad. Sin embargo, en ningún caso podemos deducir que Pablo estaba cumpliendo la Torá pues eso sería ser inconsecuente con todas sus enseñanzas. Veamos a continuación como Pablo dirigiéndose a los Gálatas, y en Hechos de los apóstoles, cómo los dirigentes de la iglesia cristiana primitiva de Jerusalén resuelven el tema de los judíos cristianos, que trataban que los gentiles convertidos al cristianismo cumplieran la ley de Moisés.
Gálatas 2:11-21
“11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. 14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.”
Hechos 15:5; 10; 24-29
“5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.
10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.
24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, 25 nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26 hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27 Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. 28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.”
Si después de todo lo que sabemos nuestra conciencia nos dice que debemos guardar las fiestas que Dios mandó al pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, hagámoslo así, como dice Pablo, pero no porque sea un mandamiento del Señor, pues no lo es. Los cristianos no tenemos que obedecer más que al evangelio de nuestro Señor Jesús (Gálatas 1:6-9).
Romanos 14: 5, 6
“5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. 6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.”
¿Qué significa “todos” (RV, 1960) o [“todo el mundo” (BJ, 1998), o “toda carne” (NC, 1971)]?
La palabra “todo” en la Biblia casi siempre tiene un valor relativo. En pocos casos es un valor absoluto. Por ejemplo, cuando Pablo dice “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13); o cuando Jesús afirma “Y todo lo que pidieres al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (14) Si algo pidieres en mi nombre, yo lo haré.” (Juan 14:13, 14). Este “todo” se circunscribe y se limita a todo lo que Dios quiera. Luego ese “todo” no es absoluto como tampoco lo es “todo el mundo” o “toda carne”. ¿Han adorado a Dios los incrédulos en cualquier época de la historia de nuestro mundo? El versículo de Isaías 66:23, “vendrán todos a adorar”, se refiere, por tanto, a “todos” los que formaron el restablecido pueblo judío después del cautiverio. “Todos” aquellos que profesan creer en la Palabra de Dios, y obedecen la Torá a la que estaba sujeto el pueblo judío en el Antiguo Pacto. Se refiere exclusivamente al pueblo judío pues solo ellos tenían la obligación de adorar a Dios en los días de reposo y en las lunas nuevas.” (Ezequiel 46:3).
5. Conclusión
El reposo del sábado fue la señal del antiguo pacto (Éxodo 31:13-17), y un recordatorio de la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto (Deut. 5:15).
El Nuevo Pacto sustituyó al Antiguo y éste ya no está vigente (Hebreos 8:13). En el Nuevo Pacto, Cristo establece la Santa cena como señal y memoria de su muerte expiatoria por los pecadores y de su segunda venida en gloria.
Por tanto, el creyente cristiano no contempla a la ley que le condena sino a Cristo que le salva mediante “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8: 2).
Cuando aceptamos a Jesús como nuestro salvador, Dios nos hace nacer de nuevo e implanta en nuestra mente, corazón y conciencia sus leyes (Hebreos 8:10).
Los creyentes en Cristo, pues, somos salvos por la fe y no por las obras de la ley (Romanos 3:28; Gálatas 2:16; 3:11-14). “Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:5,6; Véase además 2ª Corintios 3:2-18).
Como hemos podido comprobar en el cuerpo de este estudio, la mención luna nueva y sábado de Isaías 66:23 corresponden perfectamente a la dispensación del Antiguo Testamento, pues se trata de las fiestas ceremoniales que celebraba el pueblo de Israel, y que eran de obligado cumplimento en la Torá, como el mismo Pablo nos dice en Colosenses 2: 16: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo.”. Esas fiestas eran sombra de la realidad futura que se cumpliría en Cristo. Se proyectaban hacia el futuro hasta que vino Cristo. Él es nuestra esperanza de gloria (Colosenses 1:27). Nuestra esperanza está puesta en Él como único medio para conseguir la vida eterna que nos prometió (Tito 1:2). “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro.” (1ª Juan 3:3).
Los cristianos no estamos bajo las sombras del AT que apuntaban a Cristo, puesto que Él es “sumo sacerdote de los bienes venideros” (Hebreos 9:11, 12). Nuestra salvación está asegurada por nuestra fe en su sacrificio vicario. Sin embargo, es cierto que todavía no tenemos todos los bienes venideros “porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. (1ª Corintios 15:53).
Hebreos 9:11, 12
“11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.”
Tito 2:11-14
“(11) Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación de todos los hombres, (12) enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, (13) aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y salvador Jesucristo, (14) quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
Con la ayuda de Dios, espero haberle contestado adecuadamente a sus preguntas, no obstante, si desea hacer alguna aclaración o comentario a este estudio o a cualquier otro, puede dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico:
carlosortsgmail.com
Carlos Aracil Orts.
www.amistadencristo.com
* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
1 Comentario bíblico Adventista Séptimo día. Tomo 2, pág. 448. Publicaciones Interamericanas, 1984
2 Comentario bíblico Adventista Séptimo día. Tomo 2, pág. 163-164. Publicaciones Interamericanas, 1984
3 Comentario bíblico Adventista Séptimo día. Tomo 3, pág. 93. Publicaciones Interamericanas, 1984
4 Biblia de Jerusalén, 1998; comentario V.18.
5 Comentario Bíblico Adventista tomo 6, págs. 362-363.
6 Comentario Bíblico Adventista tomo 6, págs. 385.
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