Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

¿Está abolida la ley de Dios? (Segunda parte)

 

Versión 14-12-08

 

Carlos Aracil Orts

 

1. Introducción*

Realizamos esta segunda parte del estudio titulado “¿Está la ley de Dios abolida?”, a fin de tratar de clarificar varios aspectos que pudieron no haberse explicado suficientemente en el anterior artículo citado, al tiempo que tratamos de responder las preguntadas y dudas suscitadas por los lectores. En concreto, el autor de este estudio, se ha sentido positivamente estimulado por las siguientes cuestiones que plantea, en este caso, su querido amigo Alfonso:

“Hola otra vez, Carlos. Sabes que estoy perfectamente de acuerdo contigo en que el sábado no está vigente.

Pero, teniendo en cuenta cómo interpretan el asunto los adventistas, en el sentido de que entienden que el sábado fue establecido en la semana de la Creación, y que es, como los demás mandamientos, algo intrínsecamente bueno para la persona y para la colectividad, ¿qué quieres decir exactamente con la expresión "ya está cumplida" cuando la aplicas a la argumentación contra la vigencia del sábado?

“El Antiguo Pacto ya no está vigente para los cristianos, pues Cristo cumplió toda la ley, y estableció el Nuevo Pacto, que es superior al Antiguo pues está basado en la ley del amor:“Un mandamiento nuevo os doy: que os améis, unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a otros.” (Juan 13: 34) . (Extraido del artículo “¿Está la ley de Dios abolida? Primera parte”, párrafo primero del punto 4. Conclusión, www.amistadencristo.com).

Si la ley es buena para mí como persona, si forma parte del "Manual de Instrucciones" que acompaña a cada ser humano creado por Dios, algo que si tenemos todos en cuenta, nos irá mucho mejor, ¿qué sentido tiene decir que Cristo cumplió la ley, más como si fuera una especie de "pena de muerte" que pesaba sobre cada uno de nosotros y que Cristo la ha asumido?. ¿Era la ley del Antiguo Testamento una especie de "crédito hipotecario" que cada uno de nosotros debía ir pagando a lo largo de la vida y que Cristo saldó con su muerte? ¿Crees que debemos entenderlo así?”

Primero de todo, debo aclararte lo que quiero decir con el párrafo que citas extraído de mi último artículo sobre la ley titulado “¿Está la ley de Dios abolida? (Primera parte) ”:

Mi argumentación contenida en esa cita no se refiere especialmente al cuarto mandamiento de la ley de Dios que trata del reposo sabático, sino a toda la ley y los profetas, es decir, todo el Antiguo Testamento prefigura y señala hacia el Mesías venidero, y se cumple con su nacimiento, vida perfecta y muerte expiatoria de nuestros pecados, con lo que se inaugura un Nuevo Pacto, aboliéndose el Antiguo, en el sentido de que ninguna ley contenida en éste, que no se confirme o ratifique en el Nuevo Pacto, es de exigencia para los cristianos que entran en el Nuevo Pacto. Desde la muerte de Cristo en adelante los cristianos sólo tenemos que obedecer las buenas nuevas de salvación, es decir, creer y obedecer todo lo que contiene el Nuevo Testamento.(Juan 13:34,35; Efesios 1:12-14; 1ª Juan 2:3-11;Gálatas 5:14 etc.)

Esto no quiere decir que no consideremos que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para  corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (Véase además 2ª pedro 1:19-21; etc.). Por tanto, el Antiguo Testamento merece todo nuestro respeto porque es igualmente revelación divina y es imprescindible porque sin él no comprenderíamos el Nuevo, no identificaríamos al Mesías, no podríamos creer en Él, etc., etc., pero sólo el Nuevo Testamento es ley para los cristianos.

2. ¿Fue la misión de Jesucristo abolir la ley y los profetas?

La misión de Jesús no era abolir la ley y los profetas (o sea todo el Antiguo Testamento) sino cumplir todas las cosas que estaban predichas que sucederían al Mesías. Veamos lo que declara Jesús mismo:

Mateo 5:17-18 (Versión Reina-Valera, 1960)

“17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.”
(Ver también Mateo 5:19-22).

 Mateo 5:17-18 (Biblia de Jerusalén, 1998)

"No penséis que he venido para abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 18 Os lo aseguro: mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley sin que todo se cumpla.”

Los principios contenidos en la ley del Sinaí, que corresponden a la ley natural o moral, no sólo son ratificados y confirmados por Jesús, sino que profundiza en ellos, enseñándonos que guardar la ley no es sólo atenerse a la letra del precepto antiguo, y no basta con cumplirla aparentemente. La ley es amplificada y llevada también a nuestro interior para que juzgue, no sólo nuestras acciones sino también lo más profundo del ser humano, los pensamientos, intenciones, sentimientos, y deseos del corazón.

Jesús expone una forma nueva y más perfecta de entender los principios morales, contraponiéndolos a los preceptos revelados que formaban parte del Antiguo Pacto y que eran el fundamento del mismo, por ejemplo:

Mateo 5:27, 28

27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” 

Mateo 5:43-48 (ver además: 5:21, 27, 33,34, 38, etc.)

“43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

Jesús trata o coloca al mismo nivel diversos preceptos morales que se encuentran en el Pentateuco, que es el sistema de leyes por el que se regía el pueblo de Israel, y es conocido también como la Torah. Todo ese entramado de leyes, que incluía la ley del Sinaí o de los Diez Mandamientos, está vinculado al Antiguo Pacto, y sirve para preparar a un pueblo para la venida del Mesías. El Nuevo Pacto no se establece sobre las leyes del Antiguo, sino con la sangre derramada de Cristo (Lucas 22:20: “...Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.”). Jesús es, pues, “mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (Hebreos 8:6).

El Nuevo Pacto “no es como el Pacto que hice con sus padres...” (Hebreos 8:9; cf. Jeremías 31:31-34). La ley, en la nueva dispensación, deja de ser un conjunto de normas exteriores, porque Dios convierte nuestro corazón mediante el Espíritu Santo (Efesios 1:13, 14), prometiendo que: “...Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos serán mi pueblo;” (Hebreos 8: 10 úp.; Jeremías 31:33). Y “Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y  lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.” (Hebreos 8:13). Por lo que concluimos, “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia...” (Hebreos 7:18; 2ª Corintios 3:13).

El amor, del que ya dependía toda la ley y los profetas (Mateo 22:37-40), pasa a ser el mandamiento nuevo de Jesús (Juan 13:34) que cumple toda la ley (Romanos 13:8-10; Gálatas 5:14; Colosenses 3:14).

En Antiguo Pacto concierne y se aplica únicamente al pueblo de Israel, aunque sus enseñanzas son para toda la Humanidad. Jamás las otras naciones del mundo, los llamados gentiles, tuvieron algo que ver con el mismo.

3. ¿Bajo que ley serán juzgados los gentiles, o sea, aquellos que no están adheridos o vinculados ni al Antiguo ni al Nuevo Pacto?

Esta pregunta es respondida por San Pablo en los siguientes textos de la Epístola a los Romanos:

Romanos 2: 12-16:
 
“12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.”

Luego, existe una ley escrita en el corazón o conciencia de todo ser humano, que es la ley moral natural, por la que serán juzgados. Seremos responsables también del endurecimiento y cauterización de la conciencia, y de hacer oídos sordos al mensaje de la Palabra de Verdad, el evangelio de salvación.

¿Estamos los cristianos sin ley?

Los cristianos jamás estuvieron bajo el Antiguo Pacto. Nunca, por tanto, fueron vigentes sus leyes para ellos, incluida la ley de los Diez Mandamientos del Sinaí. ¿Equivale esto a estar sin ley? Por supuesto que no, porque también hemos de ser juzgados por la ley de la libertad (Santiago 2:12; véase además, Santiago 1:22-25; 2:8-12). “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos (Santiago 2:10).

Los cristianos estamos bajo la ley de Cristo (1ª Corintios 9:21; 13; Colosenses 3:8-15; especialmente el verso 14).

¿Qué diferencia existe entre los gentiles, que no tienen ley pero son ley para sí mismos (Romanos 2:14), y los cristianos que estamos libres de la ley (Romanos 7:6)?

Hay una diferencia muy importante: mientras que los gentiles, cuya única ley son sus conciencias, son juzgados y condenados de acuerdo a su fidelidad a las mismas, en los cristianos ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (2) porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. (3) porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, condenó al pecado en la carne; (4) para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (Romanos 8:1-4).

Romanos 6: 6-14:

“6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”

Romanos 7: 4-6:

“4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. 6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.

Es imposible explicarlo mejor que San Pablo, en los textos anteriores. La ley es buena, justa y santa (Romanos 7:12; 1ª Timoteo 1:8 ss.). La justicia de Dios se basa en su fiel y perfecto cumplimiento (Santiago 2:10). Dios no puede dejar impunes nuestras transgresiones. Los seres humanos somos incapaces de cumplir a la perfección las exigencias de la ley del amor. Cuando llegamos a reconocer que no podemos hacer nada con nuestras propias fuerzas, que ninguna obra buena que hagamos sirve para compensar nuestros pecados, entonces la ley es nuestro ayo o tutor que nos lleva a Cristo (Gálatas 3:24).

¿Qué ocurre cuando humildemente acudimos a Cristo para que nos perdone de todos nuestros pecados?

“4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.  (Romanos 7:4).

Por la muerte de Cristo recibimos la justificación ante Dios. “La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo...(Romanos 3:22) “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24).Cristo murió por nosotros, paga la deuda de nuestras transgresiones de la ley, nosotros aceptamos su muerte en lugar de la nuestra, y morimos con Él al pecado y a la ley. Pablo lo explica mucho mejor en los siguientes versos de 2ª Corintios 5.

2ª Corintios 5: 14-17

“14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

4. Conclusión

 

¿Es la ley de Dios buena o mala para la humanidad?

Como siempre, debemos dejar que la Biblia hable y se interprete así misma:

Romanos 7: 7-12

“7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8 Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9 Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. 10 Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. 12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.

1ª Timoteo 1: 8-11

“8 Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; 9 conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, 10 para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, 11 según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado.”

¿Para que sirve la ley?

La ley sirve para darnos a conocer que somos pecadores, y hacernos conscientes que no podemos cumplirla con nuestras propias fuerzas, por mucho que nos esforcemos. “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. 21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.” (Romanos 5:20, 21).

Romanos 3: 20

“20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”

También en los siguientes textos, el gran apóstol San Pablo, desarrolla magistralmente para que sirve la ley, concluyendo, que sirve, fundamentalmente, para hacernos conscientes de que somos transgresores de la misma, y para llevarnos a Cristo, y compara la ley a un ayo o tutor o pedagogo, que cuidaba de los que tenía a su cargo para que anduvieran rectamente y no sufrieran las consecuencias de sus errores. Él deja claro que no podemos alcanzar la justicia que requiere la ley, y por eso debemos acogernos, humildemente, a la justicia que obtuvo Cristo cuando cumplió, en nuestro lugar, perfectamente, todo lo que exigía la misma.

Gálatas 3: 19, 20

“19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador. 20 Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.”

La simiente por la que el ser humano consigue la justicia, a que se refiere San Pablo, es Cristo, y fue prometida a Abraham (Véase Gálatas 3:11-18; especialmente la última parte del versículo 16).

Gálatas 3: 21-29

“21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. 22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. 23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa."

Puesto que somos incapaces de cumplir la ley, es decir, de satisfacer la justicia que demanda la ley, ésta nos condena a muerte irremisiblemente, porque si fuese posible que por nuestras propias fuerzas cumpliéramos la ley en vano habría muerto Cristo por nosotros para satisfacer la justicia que demanda: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo. (Gálatas 2:21).

La justicia es por medio de la fe

Por tanto, ahora podemos comprender por qué nadie puede justificarse realizando las obras de la ley, pues la ley exige perfecto amor a Dios y a nuestro prójimo, y nadie puede, con la naturaleza pecaminosa que poseemos, satisfacer esos requerimientos. Debemos, para ser salvos de la condenación de la ley, acogernos a la justicia que Cristo adquirió u obtuvo por nosotros.

Romanos 3: 21-28

“21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.

La justicia que Cristo obtuvo, es el reposo para todo creyente. El sábado de la creación, y el reposo del cuarto mandamiento son figura de la salvación que consiguió Jesucristo en la cruz (Véase Colosenses 2:14, 16, 17; Hebreos 3:7-14; 4:1-11), y a la que todo ser humano puede acogerse si lo desea. Por ese motivo, el reposo del sábado ya no tiene un carácter de ley, obligatorio, puesto que ese mandamiento, es símbolo y figura del descanso que obtenemos cuando reposamos en Él. Y el resto de los nueve principios, muchos de los cuales Jesús amplificó en el sermón del monte (Mateo 5:17-48), dándoles una profundidad espiritual, que no tenía la ley del Sinaí, siguen siendo obligatorios para todo el mundo, pues, como hemos dicho se resumen en amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo.

Los que no aceptan a Cristo, y se justifican a sí mismos, creyendo que cumplen la ley, ésta les condena. Sin embargo, los creyentes en Cristo, quedan cubiertos por la justicia de Cristo. Esto es la justificación por la fe, o sea, nuestros pecados pasados, presentes y futuros son perdonados a causa de la redención efectuada por la sangre derramada de Cristo por nosotros en la cruz. (Véase Romanos 8:3-17; Hebreos 9:22, 26, 28; 10:12, 14, 18, 20, etc.)

 Romanos 8:3,4

 “1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”

Ahora bien, los creyentes no tienen licencia para pecar. Como dice Pablo, ....¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.” (Gálatas 2: 17 úp., véase también 18-21). La justicia de la ley se cumple en nosotros, cuando no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:4). Pablo nos previene del error, de que, puesto que Cristo cumplió la ley por nosotros, ya podemos pecar libremente sin que nos condene la ley, y  nos amonesta cuando dice lo siguiente:

Romanos 6:1-4, 11-14

 “1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”

Romanos 6:23

“23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Romanos 6:23 (Biblia de Jerusalén, 1998)

 “Pues el salario del pecado es la  muerte; pero el don de Dios, la  vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Con la ayuda de Dios, espero haberte contestado adecuadamente a tus preguntas, no obstante, si deseas hacer alguna aclaración o comentario a este estudio o a cualquier otro, puede dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico:

carlosortsgmail.com

 

 

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo que se indique expresamente una versión distinta. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

 

 

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