Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

¿Se tiene vida espiritual antes de la conversión?

 

¿Cuál es la condición del ser humano no convertido a Cristo?

 
Versión 28-01-2010

 

 

Carlos Aracil Orts

 

1. Introducción.*

Estimado hermano en Cristo, agradezco mucho tu comentario sobre mi estudio “Debate Teológico: ¿Es  fácil Salvarse?**. La interpretación de los pasajes bíblicos de la epístola de san Pablo a los Efesios, capítulo dos y versículos, uno y cinco, que me expresas en él, difiere, sustancialmente, de la que yo formulé en el citado estudio bíblico. A fin de que podamos comprobar en que consisten nuestras discrepancias sobre la interpretación de Efesios 2:1,5, a continuación, transcribiremos los citados textos bíblicos, mi interpretación y la tuya.

Efesios 2:1,5: “(1) Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, [...] (5) aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),”

La interpretación que realicé se encuentra en un párrafo situado al final del citado estudio, el cual se transcribe, a continuación:

“A) Que nadie, en su condición pecadora, antes de que haya renacido por la Palabra, es capaz por sí mismo de escoger libremente y de alcanzar la salvación que Dios le ofrece por gracia. Porque esa condición natural implica estar muerto (Efesios 2:1,5), y un muerto espiritual es totalmente incapaz de tomar decisiones de orden espiritual y referentes a su salvación.” (Párrafo extraído del estudio bíblico “Debate Teológico: ¿Es  fácil Salvarse?”; www.amistadencristo.com)

Tu comentario al párrafo anterior muestra una discrepancia fundamental:

“Creo que Efesios 2:1-5 nos enseña que los perdidos están sin esperanza, en camino a la muerte, y si no van a ser salvos, experimentarán la primera muerta y luego la segunda muerta. No es, que no pueden tomar decisiones de orden espiritual como arrepentirse y creer en el evangelio.

Por tanto, el pasaje habla sobre la promesa que los creyentes tienen en el futuro (versículo 7) y también que los nacidos de nuevo, son hijos de Dios.” (Martin Willemoes Hansen)

En el cuerpo de este estudio trataremos de ir al fondo de la cuestión que aquí se plantea ¿es el ser humano no convertido a Cristo totalmente incapaz de querer ser salvo? Para ello, en primer lugar analizaremos cuáles son los efectos del pecado original sobre la naturaleza humana. El estado de completa perdición en que se encuentran la humanidad y la inhabilidad total del ser humano para querer ir a Cristo.

2. Cuáles son los efectos del pecado original sobre la naturaleza humana

Como es lógico debemos remontarnos al origen de la creación del hombre y la mujer. Considero no demostrado por la ciencia que el ser humano sea producto de una larga evolución de millones de años y que derive de especies animales inferiores. Por el contrario, como creyente, no ejerzo fe en lo que diga la ciencia sino en lo que me ha revelado Dios mediante Jesucristo y sus apóstoles. Por tanto, creo firmemente que toda la Humanidad proviene de la primera pareja, Adán y Eva creada directamente por Dios en el principio del mundo. No acudiremos, pues, a ninguna fuente científica ni humana sino a la Revelación de Dios a la Humanidad que es la Santa Biblia. Es, por tanto, en el Génesis, primer libro de las Sagradas Escrituras, donde Dios nos revela cómo surgió el pecado, sus causas y sus consecuencias. 

Génesis 2:17: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; por­que el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Como casi todos sabemos, el hombre, la criatura, desobedeció a su Creador, porque ambicionó ser como Él. No vamos, ahora, a detenernos analizar la gravedad del pecado original porque ya lo hemos hecho en varios artículos publicados en esta web, www.amistadencristo.com, sino en las implicaciones y consecuencias que tuvo este pecado para todos los seres humanos.

El mandamiento de Dios no pudo ser más claro en su enunciado y en las consecuencias que su desobediencia acarrearía a la primera pareja humana, y a todos sus descendientes por extensión del pecado de rebelión. Sucedió, pues, que el hombre pecó y perdió la comunión con Dios. Ello implicó completa separación e independencia de Dios. En ese mismo momento que se realiza el acto de desobediencia, en ese día, como dice la Palabra de Dios en Génesis 2:17, se produce la muerte espiritual de los representantes de la humanidad y, por ende, de todos sus  representados.

¿Por qué decimos que en el día en que se rebelaron contra la voluntad de Dios murieron espiritualmente? Porque, si evidentemente su muerte física no sucedió hasta novecientas treinta años después (Génesis 5:5), ¿qué otra cosa pudo apagarse o morir en ese día sino fue su espíritu de comunión con Dios?. Al romperse su relación con Dios, su dimensión espiritual, es decir, su capacidad de acceder a Dios, y a todo el bien que de Él dimana,  desapareció. Como consecuencia de ello Caín mató a Abel (Génesis 4:8), y pronto la maldad de los hombres imperó en toda la Tierra habitada: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.” (Génesis 6:5). 

Durante miles de años la Humanidad ha estado en rebeldía total a Dios, y todavía sigue manteniendo que es capaz de conocer el bien y el mal y de ser como Dios, pero al contrario que Él, el ser humano elige casi siempre el hacer el mal: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. (12) Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.” (Génesis 6:11,12).

¿Alguien puede negar la evidencia, de lo que observamos diariamente y los testimonios bíblicos y todavía afirmar que no hubo muerte espiritual en todos los hombres a causa del pecado original? Aunque ha llovidomucho después de ese primer pecado, nunca mejor dicho, pues hubo un diluvio que acabó con esa corrupta humanidad, lo cierto es que los seres humanos nunca han dejado de hacer la guerra unos contra otros hasta el día de hoy. Si algo es evidente es que el mundo desde que existe nunca ha gozado de un periodo de paz completa sino que continuamente nacen conflictos y guerras por doquiera.

¿Es posible que con tantas pruebas a nuestro derredor que experimentamos diariamente todavía no creamos en la total depravación del hombre? ¿O quizá a esto le deberíamos llamar inhabilidad del ser humano para alcanzar y perseverar en el bien, y el supremo bien que es Dios?

Muchos dan más verosimilitud a lo que afirma la ciencia respecto al origen del hombre, que a lo que declara la Palabra de Dios. Por eso tampoco creen cuando el apóstol San Pablo dice que: “como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12). Mucha gente cree que no hay que entender nada o casi nada de la Santa Biblia como literal. Para ellos casi todo en ella es simbólico, figurado, metafórico, no dice lo que realmente afirma sino cosas muy distintas que no causen conflicto con nuestras propias ideas o con el pensamiento científico. Por eso, encuentran tantas incongruencias en la Santa Biblia, dudando al final de la autoría divina de la misma, siendo su entendimiento de las cosas espirituales apagado y dejado parte en tinieblas por su falta de fe en la Revelación divina. ¿Qué entienden ellos cuando leen “...que todos están bajo pecado,(10) Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; (11) No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios...(12) [...] No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.”? (Romanos 3:9úp-12)¿También esto es simbólico? ¿Son sólo unos poco lo que pecan o son verdaderamente todos, como afirma la Palabra? ¿Pecan sólo los demás y no yo?

3. El pecado original: Muerte espiritual = Perdición de la Humanidad

¿Dudamos aún de nuestra muerte espiritual y de nuestra condición de perdidos desde que nacemos hasta que somos resucitados espiritualmente en Cristo con el nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu? Dejemos que las Sagradas Escrituras hablen y nos respondan, con permiso de los que consideran que todo hay que entenderlo como un símbolo. Perdónenme la ironía.

1ª Corintios 15: 17-26: “(17) y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. 20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. 24 Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 25 Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26 Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.

Querido amigo o hermano en Cristo, ¿Es simbólico o literal que todos estamos perdidos si no tenemos a Cristo en nuestras vidas? ¿Qué afirma la Palabra? Que todos, tanto los que han muerto como los que mueran hasta el juicio de Dios, no volverían a vivir, es decir perecerían por la eternidad sino fuera porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.” (1ª Corintios 15:21). Como pecadores, que somos todos, nuestra paga y nuestro destino es la muerte (Romanos 6:23), “...mas la dádiva [el regalo, el don] de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

¿Necesitamos más pruebas bíblicas? Véase Romanos 5:15-19

Romanos 5:15-19: 15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. 16 Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. 17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”

Vamos a presentar algunos textos bíblicos como pruebas adicionales de que realmente el ser humano nace en estado de perdición, separado de Dios y en pecado, las cuales no servirán de nada para los incrédulos, y para aquellos que consideran que toda la santa Biblia es una gran metáfora, y que no hay que tomársela muy en serio.

Salmo 51:5: “5 He aquí, en maldad he sido formado,  Y en pecado me concibió mi madre.”

David fue formado en maldad y en pecado por su madre, ¿Acaso nosotros no hemos sido también todos formados en maldad y en pecado, y los padres de nuestros padres, así hasta llegar a Adán y Eva que nos transmitieron su pecado?

El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Lucas 19:10; (Mateo 18:11): “10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

¿Se hubiera necesitado que viniera Cristo a salvarnos, humillándose “a si mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz,” (Filipenses 2:8úp) sino estuviéramos totalmente perdidos en este cruel mundo, “sin esperanza y sin Dios” (Efesios 2:12)?

Efesios 2:12: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.”

Lucas 9:56 “porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.”

Lucas 15:4: “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?”

Lucas 15:4 nos presenta una hermosa metáfora: las noventa y nueve ovejas pueden representar personas y también otros mundos habitados que no han necesitado ser rescatados de la muerte. Lo decimos por los críticos que nos juzgan como que tomamos al pie de la letra todo lo que dice la Santa Biblia. Dios nos ha dado, creemos, suficientemente entendimiento para discernir entre lo literal y lo simbólico.

De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito...

Juan 3:14-21: “14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.”

Normalmente hacemos mucho énfasis en el amor de Dios a toda la humanidad al entregar a su Hijo a esa muerte tan cruenta y terrible, y eso está bien, pero solemos obviar que la consecuencia, que conlleva rechazar el sacrificio de su hijo, es ser condenado a la muerte eterna porque significa que “amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” (Juan 3:19 úp). 22 “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.” (Romanos 11:22)

2ª Tesalonicenses 1: 6-12: “6 Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, 7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, 8 en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9 los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, 10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros). 11 Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, 12 para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Juan 6:39: “39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

4. Inhabilidad total de los seres humanos para alcanzar a Dios.

Hemos comprobado que el pecado original es la causa primera que ha conducido a toda la humanidad a la perdición, y que la única solución a este irresoluble problema es Cristo, el sacrificio por nuestros pecados, nuestra propiciación y redención.

La condición de toda la humanidad, como decíamos, si no se nace de nuevo en Cristo es de muerte espiritual lo que equivale a eterna perdición. Esta muerte espiritual es lo que nos incapacita o no os hace inhábiles para alcanzar la salvación por nosotros mismos. Es necesario que Dios nos dé vida espiritual previa: “aun  estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).” (Efesios 2:5).

Como toda doctrina que se sustenta firmemente en la Palabra de Dios, no se fundamenta en unos pocos versículos aislados de su contexto sino que se ajusta fielmente al Espíritu de la misma, y por esa razón vamos a presentar importantes pruebas bíblicas que así lo avalan, como son las importantes declaraciones de San Pablo y del propio Jesucristo.

Colosenses 2:13: “13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,”

Juan 6:53: “53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.”

La anterior afirmación de Jesús, por sí sola, confirma que nuestra condición humana carnal, que poseemos antes de haber “comido” y asimilado la Palabra de Dios, es de muerte espiritual. De ahí su contundente y clara aseveración Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.”.

¿Qué significa comer la carne y la sangre del Hijo del Hombre?

Ahora me gustaría que me respondiesen todos aquellos que, aseverando que la Santa Biblia es fundamentalmente un libro simbólico, consideran que este texto de Juan 6:53, se debe interpretar literalmente, y también aquellos que critican mi interpretación por considerarla demasiado literal. Pues bien, yo estoy plenamente convencido que “comer la carne y la sangre del Hijo del Hombre tiene un significado totalmente simbólico, metafórico y figurado.

¿Por qué estoy tan seguro de que su significado es simbólico o no literal?

Por el mismo motivo que entiendo que es simbólico cuando Jesús nos dice “...si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo,...[...] y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala...” (Mateo 5:29,30). No sería lógico, sensato, ni humano tomarlo literalmente, Jesús me está diciendo que elimine de mi vida aquello que me puede hacer caer pero no que me mutile físicamente. No obstante, muchos, en el mundo de confusión en que vivimos, han tomado literalmente la aseveración de Jesús, y cuando toman el pan y el vino en la celebración de la santa Misa, están plenamente convencidos y creen sincera y fervientemente que, realmente, están comiendo la carne de Jesucristo y bebiendo su sangre. Respetamos esta creencia pero no podemos compartirla a la luz de la Santa Biblia. Veamos, pues, que dice la Palabra:

Juan 6:63: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.”

Jesús no deja lugar a dudas: “....la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” Él afirma que comerse al Hijo del Hombre es alimentarse de su Palabra (Mateo 4:4 :“..No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”). Alimentarse significa creer firmemente todo lo que predicó Cristo y obedecerlo en todo. Comer su carne y beber su sangre es principalmente aceptar su sacrificio expiatorio por cada uno de nosotros.

Veamos algunos textos más que apoyan la doctrina de la condición de muerte espiritual de todos los que no han nacido de nuevo del agua y del Espíritu. Ellos no tienen vida espiritual en sí mismos.

1ª Juan 5:12: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

Mateo 8:22: 22 Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.

Lucas 9:60: “60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios.”

Juan 5:24, 25: “24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. 25 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.”

Romanos 6:13: “13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.”

¿Cómo sabemos que no estamos muertos espiritualmente? ¿Cómo lo experimentamos en nuestras vidas?

La mayor prueba de que no estamos muertos espiritualmente es que amamos a los demás como a nosotros mismos.

1ª Juan 3:14: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.”

El hijo pródigo de la parábola de Jesús estuvo muerto espiritualmente hablando, cuando vivió alejado y separado del Padre. Así es también nuestra condición humana cuando vivimos, de igual manera, separados de Dios.

Lucas 15:24: “24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.”

Efesios 5:14: 14 “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos,”

Juan 5:39, 40: “(39) Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

Efesios 4:17-23:  “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. 20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, 21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

5. Conclusión

Cuando Adán y Eva se rebelaron contra Dios en el Edén se produjo en ellos una completa separación de Dios. Eso era parte de lo que Él les había advertido que sucedería si no obedecían su mandamiento: “...por­que el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:17 úp). Ellos no sufrieron la muerte física hasta novecientos años más tarde. Por tanto, la muerte que experimentaron en ese día es la muerte espiritual, lo que significa la incapacidad de comunión con el bien supremo que es Dios, y como consecuencia de ello, la inclinación hacia el mal.

La separación de Dios y la inclinación hacia el mal, consecuencia del pecado original, se han ido transmitiendo de padres a hijos a todos los seres humanos de todas las épocas, como lo evidencia nuestra experiencia y los testimonios bíblicos citados al principio de este estudio (Génesis 4:8; 6:5,11,12). Lo confirman el testimonio del rey David: “ He aquí, en maldad he sido formado,  y  en pecado me concibió mi madre.” (Salmo 51:5), y el de San Pablo:“como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12; 15-19; véase también 1ª Corintios 15:21-24).

Romanos 5:16-19 (Véase también: “Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. 17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos

La condición, pues, de la Humanidad es de completa perdición, de muerte espiritual. Por eso tuvo que venir Cristo a dar vida espiritual, rescatarnos, y salvarnos:  

Juan 5:21: “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.”

Lucas 19:10; (Mateo 18:11): “10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

Colosenses 2:13: “13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,”

Juan 6:53: “53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.”

El hombre no convertido está muerto espiritualmente pues no quiere ir a Cristo para recibir la vida. Se encuentra cómodo sin relación alguna con Dios: y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” (Juan 5: 40).

Juan 5:39, 40: “(39) Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

Más textos bíblicos que prueban que el ser humano sin Cristo está muerto en espíritu.

El hijo pródigo de la parábola de Jesús estuvo muerto espiritualmente hablando, cuando vivió alejado y separado del Padre. Así es también nuestra condición humana cuando vivimos, de igual manera, separados de Dios.

Lucas 15:24: “24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.”

2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es.”

La falta de amor a los demás es la prueba más evidente de esa muerte espiritual:

1ª Juan 3:14: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.”

En el ser humano no nacido de nuevo del agua y del Espíritu (Juan 3:5) se produce la paradoja que, aunque su voluntad no está coaccionada exteriormente, él no quiere ir a Cristo y recibir la vida. Es decir, no existe nada externo que coarte su libertad personal para llegar a entregarse a Jesús como la única solución al problema de la muerte física y espiritual, pero es incapaz por sí mismo de desear este bien supremo.

1ª Corintios 1:18-25: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. 25 Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.”

1ª Corintios 2:14-16: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16 Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”

En Dios se aúnan la voluntad humana y la divina:
 
Juan 1:12,13: “ Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Jeremías 13:23: “¿Mudará el etiope la piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?”

Juan 6: 37: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.”

Juan 6: 44: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”

La salvación está asegurada porque pertenece a Dios (Apocalipsis 7:10). Es un don de Dios a la pecadora humanidad que no lo merece. Serán salvos todos los que Dios ha decidido que lo sean (Efesios 1:3-14; Romanos 8:28-31). Nadie que desee ser salvo se perderá. Cristo acoge a todos los que acuden a Él. Los que no quieran salvarse y corresponda a la voluntad de Dios de que se salven, Él pondrá los medios para que, llegado el momento, ellos tomen la decisión correcta, como así lo hizo el buen malhechor presentado en Lucas 23:41-43. Nadie conoce su destino, pero por nuestros frutos sabemos adónde vamos. Si amamos a nuestros prójimos vamos camino de la vida eterna, por el contrario a la muerte eterna.

Todo el que quiera venga y tome del agua de la vida gratuitamente

Apocalipsis 22:17: “17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

Un abrazo

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

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Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 

 

 

 

 

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

**En el menú Soteriología de esta Web, se encuentra también el estudio citado que se relaciona con el tema tratado en el presente artículo.

 

 

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