Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Ciclo: Historia del cristianismo

Segunda parte

Jesucristo: único fundamento de la Iglesia

 
(Conferencia Ámbito Cultural Corte Inglés de 02-03-11)

 

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

Primero de todo, haré un breve resumen de la pasada charla, en la que iniciamos este ciclo sobre la Historia del cristianismo. Dijimos que la palabra “cristianismo” deriva del vocablo cristiano, que proviene del término griego, Cristo, quea su vez es la traducción de la palabra hebrea “Mesías”, que significa “Ungido”. También dijimos que, su fundador, Jesús de Nazaret, fue un judío, nacido en Palestina, en tiempos de Herodes el Grande, hacia el año cuatro o cinco antes de nuestra era, de una virgen llamada María, engendrado del Espíritu Santo según el Evangelio de San Mateo capítulo uno, versículo veinte (1:20), y el Evangelio de San Lucas capítulo uno, versículo treinta y cinco (1:35).

Sin embargo, para entender el origen del cristianismo debemos ir a sus profundas raíces judías, que se retrotraen o remontan a la promesa que Dios hizo a Abraham unos 1900 años a.C. mucho antes (430 años) que el pueblo judío existiera como tal. La citada promesa está registrada en el libro del Génesis en los capítulos 12 y 22.: Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra,...” (Génesis 12:3; 22:18). El apóstol Pablo confirma que dicha “descendencia”, que resulta en bendición para todas las naciones o familias de la tierra, es Cristo. Así lo dice en los textos de Gálatas 3:8,9 y 3:16 (Ver también Hebreos 6:13-14; 11:12). También el apóstol Pedro en Hechos 3:25, habla de esta promesa de bendición. Esa bendición redunda en salvación eterna para los que creen (Juan 6:47).

Juan 6:47: De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

Gálatas 3:16: “Pues bien, las promesas fueron hechas a Abrahán y a su descendencia. No dice: “y a los descendientes”, como si fueran muchos, sino solo, a tu descendencia, es decir, a Cristo.”

También, aportamos pruebas de la historicidad de Jesús de Nazaret, citando algunos historiadores del siglo I d.C. y sus obras, entre las que destaca por su imparcialidad histórica, Antigüedades judías del historiador judío Flavio Josefo, cuyo testimonio, no sospechoso de parcialidad, sin duda, evidencia que Jesús realmente existió. En efecto, hoy día nadie bien documentado pone en duda su historicidad.

Por tanto, la fe cristiana no es un programa ético o una filosofía, sino una religión basada en la existencia del Dios que tomó la naturaleza humana y entró en nuestra historia para rescatarnos de la muerte, el pecado y el diablo.  El Dios-Hombre, Jesucristo efectuó la redención de la Humanidad cuando murió en la cruz en un lugar específico del mundo, Palestina, en un tiempo concreto de la historia, es decir, cuando Pilato era prefecto de Judea. Al respecto es de gran importancia que este hecho histórico se haya recogido en el Credo apostólico, que a muchos se nos ha enseñado desde muy pequeños “…Padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado.. .y al tercer día resucitó de los muertos…”.

En esta sesión, que intentaremos tenga un buen sentido práctico, explicaremos en qué consiste el cristianismo y sus creencias fundamentales. Para ello, procuraré ser lo más imparcial posible, y para conseguirlo, necesariamente tendré que dar frecuentes citas del Nuevo Testamento (NT), la Palabra de Dios, que se aplica directamente a los cristianos. Pues toda doctrina cristiana verdadera debe tener como único fundamento la Santa Biblia. Empezaré siguiendo un orden secuencial o cronológico, exponiendo cómo fue fundada la Iglesia cristiana primitiva por los apóstoles de Jesús, y su rápida y espectacular expansión por todo el mundo conocido. Finalmente, nos detendremos brevemente para enumerar las principales doctrinas, y enseñanzas de la Iglesia de Cristo primitiva.

En la próxima sesión, que se celebrará, DM, el lunes 4 de abril, veremos cómo la Iglesia primitiva pasó, de ser perseguida, primero por los judíos, y poco después, por los emperadores romanos, a convertirse en perseguidora de los paganos, y de todos aquellos que se oponían abiertamente a sus doctrinas. Esto ocurrió al adquirir poder secular y político concedido por Constantino a partir del siglo IV, y pocos años más tarde, por Teodosio, pasando a ser la religión del estado.

En próximas jornadas, continuaremos con su evolución hasta la Edad Moderna, exponiendo los eventos más sobresalientes que ocurrieron en cada siglo y época de la historia, las herejías que surgieron ya desde los primeros siglos, hasta llegar a los cismas de oriente y occidente y el surgimiento en el siglo XVI del Protestantismo, que se fraccionó en diversidad de denominaciones y organizaciones.

2. El cristianismo satisface las necesidades fundamentales del ser humano y da sentido a la vida.

En primer lugar, el ser humano, que tiene un deseo infinito de vivir, pronto toma consciencia de que la muerte es algo inevitable, que más pronto o más tarde le llegará. Su situación ante ella es de total perdición, y la Ciencia no tiene solución para evitarla, es más, desconoce las causas profundas que la ocasionan. Sin embargo, la Biblia que es el “Manual para la vida” revelado por Dios para salvación y preservación de la Humanidad, no solos nos desvela las causas de por qué tenemos que morir (ver Romanos 3:9-10; 5:12), sino que también nos consuela, al afirmar que Jesucristo venció a la muerte (Hebreos 2:11,12) y nos proporciona la esperanza de volver a vivir con un cuerpo glorioso, semejante al que tuvo Cristo cuando resucitó. Los cristianos saben que esta muerte es como un sueño, temporal y pasajera, hasta la segunda venida de Cristo, en el fin del mundo, cuando resucitará a todos los santos (1ª Tesalonicenses 4:13-18). Veamos los textos que confirman esa esperanza de gloriosa, de que la muerte está vencida, y que llegará el día en que “ya no habrá muerte, ni más llanto, ni clamor, ni dolor; […]” y Dios morará con los seres humanos (Apocalipsis 21:1-4).

Causa y origen del sufrimiento y la muerte:

Romanos 3:9-10: ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.  (10)  Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;

Romanos 5:12: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

La solución al problema del pecado y la muerte: Cristo y Su resurrección

1ª Corintios 15: 20-23: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.”

1 Tesalonicenses 4:13-18: Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.  (14)  Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.  (15)  Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.  (16)  Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.  (17)  Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.(A)  (18)  Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

Por eso, el cristiano, por su fe en la resurrección de Cristo, ya no teme más a la muerte, pues su confianza está puesta en Él, quien, no solo venció a la muerte con su muerte vicaria, sino que también nos dio plena esperanza de vida eterna. (Hebreos 2:14-18; Juan 3:36; 5:24-29).

Hebreos 2:14-18: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,  (15)  y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.  (16)  Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.  (17)  Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.  (18)  Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados

Juan 3:36: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

Juan 5:24-29: De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.  (25)  De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.  (26)  Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;  (27)  y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.  (28)  No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;  (29)  y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

En segundo lugar, su vida adquiere pleno sentido, pues, al reconocer su inconsistencia,  levedad y vanidad de vanidades de la misma, se enfoca a hacia el bien común, y a procurar la felicidad de sus semejantes. En tercer lugar, este desprendimiento de sí mismo, soluciona todo los problemas de convivencia humana, al desterrar poco a poco el egoísmo de nuestra vida.

Por último, el cristianismo nos reconcilia con Dios y nos hace sus hijos.

2ª Corintios 5:17-21: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Romanos 8:14-17: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

3. ¿Qué medios posee la religión cristiana para conseguir los fines primordiales de santificación y salvación de las personas?

Como ya hemos dicho la fe en Jesucristo como Hijo de Dios es la virtud esencial de la que dependerá que obtengamos el amor y las demás imprescindibles virtudes de santificación. Como declara el autor de la carta a los Hebreos: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6).

Quizá os preguntéis ¿adónde acudo para obtener la fe? ¿Cómo puedo llegar a creer si no tengo fe?

El apóstol Pablo nos dice en Romanos 10:17 que “...la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”.  Por otro lado, también afirma que “...por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 1:8,9). “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2).

El medio esencial de Gracia que Dios usa para convertir a los pecadores es su Palabra, la Santa Biblia, y específicamente, para los cristianos, el Nuevo Testamento. Por eso es fundamental conocerlo, creerlo y obedecerlo para progresar en el camino cristiano. De esta manera, mediante el alimento diario de su Palabra, nos identificaremos con Cristo día a día, siguiendo el ejemplo de Cristo que nos muestra el apóstol Pablo en:

Filipenses 2:3-8: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz...”

4. Significados de la palabra “Iglesia” (1)

A continuación trataremos de distinguir, entre los distintos usos que se ha dado al término “iglesia”, cuál es el concepto bíblico de Iglesia en armonía con el Nuevo Testamento (NT). Esta variedad de usos ha contribuido al surgimiento de un concepto erróneo de la verdadera naturaleza de la iglesia neotestamentaria. “Es necesario hacer una distinción entre el uso histórico o eclesiástico y el uso gramatical y bíblico del término”. Veamos, pues, los varios significados y usos más frecuentes del vocablo “iglesia” en nuestro idioma español.

No obstante, también existen textos en el Nuevo Testamento , que se refieren al término iglesia con un significado genérico o abstracto, en el que no se alude en particular a ninguna asamblea local concreta (2). Otros pasajes, se refieren a la “iglesia”, mediante símbolos como son “rebaño”, “cuerpo”, o casa” (3) ; cuyo sentido abstracto llega a ser concreto (es decir, local y visible) cuando se refiere a cualquier asamblea específica. Como por ejemplo, lo que expresa San Pablo en 1ª Corintios 1:2: “A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos...’. O bien, con el significado general como en 1ª Corintios 10:32: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios”.

La Iglesia en términos generales, no es más que la comunidad de aquellos que creen en Jesús de Nazaret, como “el cordero de Dios” (Evangelio de Juan 1:29), quien envió Dios el Padre para la redención (Juan 3:16) de la humanidad caída debido al pecado original de Adán.

5. Jesucristo, único fundamento de la Iglesia cristiana

Esta iglesia tiene su fundamento en el mismo Cristo según declaran San Pablo y San Pedro en algunas de sus epístolas: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1ª Corintios 3:11). Además, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, el escritor San Lucas narra que el apóstol San Pedro, cuando estaba preso y fue preguntado, por los dirigentes de Israel, estando presentes, los ancianos, escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás y todos los de su familia (Hechos 4:6), respondió con valentía y rotundidad: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. (12) Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:11,12). Por tanto, la Iglesia cristiana se fundamenta en las palabras, la enseñanza, las obras y la vida del Dios- Hombre, Jesucristo.

El alcance de la famosa frase de Jesús,”... Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”, que se registra en el Evangelio de San Mateo (16:18), se debe discernir a la luz de lo que el mismo San Pedro afirma, y, también, de los textos citados arriba de San Pablo. Puesto que san Pedro y los demás apóstoles y profetas  forman “el fundamento de la Iglesia, pero la principal piedra del ángulo [es] Jesucristo mismo,” (Efesios 3:20).

Cito a continuación los textos mencionados en forma completa:

1ª Corintios 3:10,11: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. 11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”

Efesios 2:20: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

1ª Pedro 2:4-7: Acercándoos a él [Cristo], piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 6 Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. 7 Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; 8 y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

El apóstol Pedro es una piedra más en el edificio que constituye la Iglesia de Cristo, pero, en absoluto, se puede deducir del texto citado, que a san Pedro se le distinga con  autoridad sobre los demás apóstoles de Jesús. De hecho, san Pedro fue el que negó tres veces a Cristo, e hizo acepción de personas entre judíos y gentiles (Hechos 10:28; Gálatas 2:11-15), por lo que fue amonestado por san Pablo. De ninguna manera, san Pedro fue el primer Papa, como proclama la Iglesia católica. La historia demuestra que la figura papal fue creada muy posteriormente, bastante después que acabaron las persecuciones en el siglo IV mediante el emperador Constantino.

Su historia, sus obras y enseñanzas se encuentran en lo que conocemos como Nuevo Testamento o Biblia cristiana. El cual está formado o compuesto por los cuatro Evangelios que tienen por autores a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, el libro de los Hechos de los Apóstoles, las veintiuna epístolas y el libro de la Revelación o Apocalipsis que escribieron y desarrollaron los apóstoles, lo que da un total de veintisiete obras. De las veintiuna epístolas, catorce se atribuyen a Pablo como autor, si incluimos, también, la de Hebreos; el apóstol  Santiago escribió una carta; san Pedro, dos – 1ª y 2ª de Pedro–, el apóstol Juan, tres – 1ª, 2ª y 3ª de Juan;  finalmente la breve epístola de Judas; y culminando el NT  el libro de la Revelación de Jesucristo, conocido como Apocalipsis, cuyo autor, es, sin duda, Juan, el apóstol más longevo, pues, parece ser, que murió, con más de cien años, a primeros del siglo II d.C.

6. Crecimiento y expansión de la Iglesia cristiana primitiva

Jesús, desde el comienzo de su ministerio, anuncia que el reino de los cielos o reino de Dios está próximo, y enseña el camino para entrar en él. Sin embargo, con su crucifixión y muerte, sus discípulos atraviesan momentos de desánimo, desconcierto y miedo, que les hacen dispersarse y huir. El cristianismo parece ser abortado nada más nacer. Sin embargo, la resurrección de Jesús al tercer día, y sus sucesivas apariciones a ellos durante cuarenta días según narra el libro de los Hechos, capítulo uno y la primera Epístola a los Corintios, capítulo quince, les transforma por completo, volviéndoles hombres valientes sin temor a morir y a entregar su vida si fuera necesario, por seguir a su Maestro y predicar el Evangelio del Reino, con denuedo. Como consecuencia de ello, el diácono Esteban de la joven Iglesia de Jerusalén sufre martirio a manos de los judíos quienes lo ejecutan, lapidándolo, convirtiéndolo en el protomártir, al ser muerto tempranamente hacia el año 33 d.C.

Veamos a continuación los testimonios que reanimaron a los primeros cristianos, que son los mismos que, también, a nosotros, los del siglo XXI, nos dan valor, consuelo y esperanza, por esa seguridad en la resurrección futura, que conduce a una vida eterna en la ciudad celestial de Dios.

Hechos 1:3: a quienes [Sus discípulos] también, después de haber padecido [Jesús], se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

1ª Corintios 15:3-8: Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; 5 y que apareció a Cefas, y después a los doce. 6 Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. 7 Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; 8 y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.

El crecimiento de la Iglesia es obra del Espíritu Santo, el cual, Cristo, antes de su ascensión al cielo, prometió que enviaría.

Por eso debemos recordar lo que Jesús dijo a sus discípulos, poco antes de su ascensión al cielo; es decir, que se cumpliría “...todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.” (Lucas 24:44). Aquí, Jesús mismo, confirma que todo el Antiguo Testamento, la Biblia hebrea –“la ley de Moisés, los Profetas y los Salmos– le señalaba a Él, y sería la culminación del mismo con el cumplimiento de las profecías anunciadas por sus profetas:

Lucas 24:44: Y [Jesús] les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

Es decir, toda la Biblia hebrea, porque así se la designaba. Así pues, el propio Jesucristo testifica que todo el AT alude a Él mismo como el Mesías que iba a traer bendición a todas las naciones. San Lucas sigue relatando lo que Jesús les dijo en ese escatológico momento antes de su partida al cielo de Dios.

Lucas 24:45-53: Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; (46) y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese. Y resucitase de los muertos al tercer día; (47) y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. (48) Y vosotros sois testigos de estas cosas. (49) He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros pero quedaos en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. (50) Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo, (51) Y aconteció que bendiciéndoles se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. (52) Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; (53) y estaban siempre en el templo alabando a Dios. Amén.

¿Cuál es esa “promesa” que sería enviada a los discípulos de Jesús?

El escritor San Lucas aclara en Hechos 1:8, en qué consistiría la promesa del Padre: “. . . recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.

La promesa del Padre, que Jesús iba a enviar sobre sus discípulos es el cumplimiento de una profecía del AT, que se encuentra en el libro de Joel (2:28,29); la cual se cumple en el día de Pentecostés, cuando estando todos los discípulos reunidos “se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. (4) Y fueron todos llenos del espíritu, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” (Hechos 2:3,4). Entonces Pedro tomó la palabra, que con la acción poderosa del Espíritu Santo produjo los primeros frutos o resultados: “. . . los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. (41) Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2:41,42).

Como Jesús, los doce apóstoles, los setenta y dos discípulos, y gran parte de los primeros cristianos eran judíos de nacimiento, que, fieles a la ley de Moisés, sólo podían entender el cristianismo como un complemento del judaísmo. Hablaban el arameo, la lengua semítica más extendida por el Próximo Oriente. Seguían llevando una vida de judíos piadosos: rezaban en el templo, respetaban las normas alimenticias y practicaban la circuncisión. Los primeros judíos convertidos al cristianismo aparecen como «grupo» dentro del judaísmo, en el cual hay fariseos, saduceos, y celotes.

Mientras vivió Jesús, la Iglesia sólo estaba formada por los doce apóstoles escogidos por Él, y su grupo de discípulos y seguidores todavía separados de él mismo y de la sinagoga. Sin embargo, en el día de Pentecostés, se añadieron varios millares de convertidos, discípulos, judíos, palestinos y extranjeros presentes en Jerusalén. Debido a las persecuciones y gracias a las misiones de Pablo y de los apóstoles, treinta años más tarde se habían creado asambleas cristianas en Judea, en Samaría, en Siria, en Macedonia, en Grecia, en Egipto y hasta en Roma, donde Pedro fue ejecutado hacia el año 67 (en la persecución de dicho año, dirigida por Nerón). (4)

Poco tiempo después de Pentecostés, la comunidad cristiana de Jerusalén contaba con unas quince mil personas, hecho que sorprende, pues Jerusalén no contaría con más de cincuenta mil almas.

A estos cristianos de cultura judía se añaden pronto otros judíos y paganos de cultura griega, que son llamados helenistas.

7.  Principales doctrinas de la Iglesia cristiana primitiva

Si tuviéramos que explicar con una sola palabra cuál es la característica principal del cristianismo, esa palabra, sin duda, es amor. Así lo afirmó el mismo Jesucristo, su fundador, según se recoge en el Evangelio de San Juan:

Juan 13:35: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”

Según el Evangelio de San Mateo, Jesús también dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (38) Éste es el primero y grande mandamiento. (39) Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (40) De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:37-40).

El apóstol Juan, algunos años más tarde incide en lo mismo, lo fundamental del amor:

1ª Juan 4, 7: “Amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.”

Sin embargo, reconocemos que una gran masa de gente que se consideran cristianos a sí mismos, han dejado mucho que desear en cuanto a ejemplificar en sus vidas el amor preconizado por Jesús y sus apóstoles, creando, en ocasiones, una imagen falsa del cristianismo y desvirtuando su esencia.

Por otra parte, aunque su práctica para la persona de fe no puede ser más sencilla, admitimos que sus doctrinas, que han sido objeto de duras críticas y gran incomprensión, son difíciles de entender para los iniciados y para los que consideran la Biblia como un libro de obra humana sin intervención divina alguna.

El cristianismo es sencillo en su práctica mas quizá no lo sea tanto en su planteamiento doctrinal. De ahí la gran cantidad de discrepancias o herejías, es decir, formas de interpretaciones no ortodoxas que se alejan del espíritu bíblico o de las posiciones oficiales de las Iglesias Católica y protestantes o evangélicas. En próximas charlas hablaremos de las principales herejías que ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia, la mayoría de las cuales han pretendido desvelar el misterio de Cristo Dios y Hombre verdadero, y el del pecado original y la gracia. Al respecto, muy conocidas son las herejías de Arrio (5) y Nestorio (6), y algo menos la del monje Pelagio (7). Este último, negaba la influencia del pecado original sobre la humanidad.

A continuación, concretaremos algunas de las principales doctrinas de la Iglesia de los apóstoles:

Doctrina de la Trinidad

Aunque la palabra “Trinidad” no aparece en la Biblia, en el Nuevo Testamento se presentan tres personas perfectamente diferenciadas e inconfundibles mediante las cuales se manifiesta y revela la Divinidad: Dios, el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. Sin embargo no son tres dioses sino un solo Dios. Citamos sólo dos pasajes para respaldar esta aseveración, aunque existen muchas más pruebas en toda la Biblia.

Mateo 28:19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu santo;”

2ª Corintios 13:14: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.”

La doctrina sobre el pecado

A causa de un hombre, Adán, entró el pecado, y por éste, la muerte (Romanos 5:12). El hombre pecó libremente, y recibió la recompensa que le correspondía: la muerte “porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús” (Romanos 6:23).

En Adán la humanidad cae y a causa de su inclinación al mal, muchos mueren y se pierden para siempre, pero el plan y propósito de Dios, desde la eternidad, es rescatar a su pueblo, a todos aquellos que no se conforman con el espíritu de este mundo (Véase 2 Cor. 4:4). Cristo se entregó a si mismo para redimir a los escogidos, a su iglesia (Hechos 2: 23; Romanos 4:25, 8:29, 32, Efesios 1: 4,5,11; 2:1).

Romanos 5:12: “12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”

Romanos 2: 9,11,12,23: “...ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado, (10) Como está escrito: No hay iusto. ni aun uno: 11 No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay guien haga lo bueno, no hay ni siguiera uno. (23) Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.

1ª Corintios 15:21,22: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. (22) porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.”

Me pregunto ¿Ha abandonado Dios al hombre a su suerte, a una muerte irremisible? De ninguna manera, sino que Él antes de la fundación del mundo había decretado y diseñado el Plan de salvación consistente en que seríamos “rescatados,… no con cosas corruptibles, como oro o plata (19) sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, (20) ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,..” (1ª Pedro 1:18-20). Esta es la doctrina de la redención.

La doctrina de la redención

La cual se anuncia ya en el AT (lsaías 53), el inocente morirá por los culpables. La predicación de Pablo se fundamenta en lo que el AT dice de Jesús, en especial el Canto del Siervo de Isaías 53.

El Mesías sufriente, profetizado por Isaías llevaría sobre sí el castigo por los pecados que todos ellos merecían (Isaías 53:4-5). De hecho, fue el mismo Dios el que cargó sobre el Mesías el pecado (Isaías 53:6).

Jesús se comportó, como dice Isaías, como una oveja camino del matadero. Démonos cuenta que esta profecía de Isaías fue redactada casi ocho siglos antes de Cristo. Jesús se presenta así mismo en Marcos 10:45 como Mesías sufriente.

En 1ª Pedro 1:18 y ss, Pedro habla de los creyentes “que habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, (19) sino “con la preciosa sangre de Cristo, el cordero sin mancilla.»

Dios —que no puede ser justo y, a la vez, declarar justo a alguien que es pecador e injusto- ha enviado a alguien para morir en expiación por las faltas del género humano. Esta obra, llevada a cabo por el Mesías Jesús, no puede ser ni pagada, ni adquirida ni merecida. Lo único que puede hacer el hombre es aceptarla, mediante la fe, o rechazarla (Gál. 2:20-21).

La doctrina de la justificación (salvación) por la fe: el perdón de todos los pecados

Ya en el AT están los precedentes de que la salvación es por fe: Abraham fue justificado por creer a Dios (Génesis 15:6).

De esta manera, al quedar pagada la deuda del pecador mediante la muerte del Mesías inocente, Dios puede ser justo y, al mismo tiempo justificar al que no lo es. De esta forma también queda claro que la salvación es un regalo de Dios, un resultado de su gracia y no de las obras o del esfuerzo humano. (Ro. 3:21-28. 4:1-16. Sal. 32:1-2.)

El perdón de los pecados y la vida eterna son dones de la gracia de Dios:

Romanos 3:24: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,”

Efesios 2:8,9: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe.

Juan 8:31,32: Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Juan 8:33-36: Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

Romanos 6:16-23: ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. 19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. 20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. 23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Prueba concluyente de que Dios no permanece expectante sino continuamente activo es que entró a formar parte de nuestra historia y del mundo por Él creado, haciéndose carne en la persona de Cristo, para recibir, en sustitución de los pecadores, la muerte que sólo a ellos corresponde. La obediencia perfecta de Cristo cumple la ley de Dios, y su muerte vicaria satisface la justicia de Dios (Romanos 5:18). “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (Romanos 8:1).

Por tanto, la solución al pecado del hombre está en Cristo: “... el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”(Juan 1:29 úp.). ¿Cuál es nuestra responsabilidad ante el grave problema del pecado? Primero de todo, debemos asumir que el pecado está no sólo en los demás, sino también en nosotros. Difícilmente acudiremos al Médico (Cristo) si no admitimos que tenemos la enfermedad producida por el virus o el germen del pecado: “Los sanos no tienen necesidad de médico sino los enfermos. (13)... Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.” (Mateo 9:12, 13; Véase también: 1 Juan 1:8). En primer lugar, pues, abandonando toda altivez de espíritu, creeremos que la Biblia es la Palabra de Dios, que la verdad no está en nosotros si contradice la clara enseñanza de la Sagrada Escritura. Ella declara la verdadera condición del ser humano, y de que no hay ni un solo justo.

La salvación no es algo que se pueda adquirir aportando obras o fe, no es fruto del mérito personal, sino es un regalo que inmerecidamente Dios ofrece al ser humano.

Doctrina del Nuevo Nacimiento

Para poder entrar en el reino de Dios, es necesario un cambio profundo de nuestro ser; a lo que Jesús le llamó nacer de nuevo, y afirmó “que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Ver Juan 3:3,5,6).

Convertirse en cristiano no puede ser más sencillo y ello implica salvación y vida eterna, es decir liberación del pecado y de la muerte. Leeremos dos textos importantes que así lo testifican. En ambos habla San Pablo.

El primer texto está en Romanos 10:9, y se dirige a todos nosotros así:

“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado” (Romanos 10:9-11).

El segundo está en el libro de Hechos de los Apóstoles, y es la respuesta de San Pablo a la pregunta del carcelero de Filipos, donde Pablo y Silas fueron azotados y luego encarcelados con acusaciones falsas de causar alboroto. El citado carcelero, por sus testimonios y conductas, percibió que éstos eran enviados de Dios, y no tuvo reparos en formularles la pregunta fundamental, que posiblemente muchos nos hemos planteado alguna vez; como solemos decir, recordando ciertos concursos televisivos, “la pregunta del millón”: “...Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? (Hechos 16:30). La respuesta de Pablo no pudo ser más sencilla ni concreta. No le dijo haz estos y aquellos sacrificios, cumple determinadas penitencias o ritos o haz tales peregrinaciones o adquiere tal bula, sino sencillamente:

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa (32) y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa” (Hechos 16:31,32).

Doctrina de la santificación

1ªCorintios 1:2: “A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos...”

Hebreos 12:14: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”

Hebreos 10:10: “10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. 11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; 14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

Los Sacramentos

El sacramento es un signo externo por medio del cual el Señor representa y nos testifica su buena voluntad hacia nosotros, para sostener nuestra débil fe. De manera más breve y más clara: Sacramento es un testimonio de la gracia de Dios que se manifiesta por medio de un signo exterior.

La Iglesia cristiana primitiva sólo conocía dos Sacramentos: el Bautismo y la Cena, aunque la Iglesia católica practica y enseña además otros cinco: la confirmación, la penitencia, la unción de enfermos, el matrimonio y la ordenación sacerdotal.

A estos dos sacramentos fundamentales, la Iglesia, a lo largo de los siglos, especialmente entre el X y el XIII, sumó otros cinco definidos por el concilio de Trento: la confirmación, el orden, el matrimonio, la penitencia, la unción de los enfermos.

8. Conclusión

En esta segunda parte hemos visto que el cristianismo satisface las necesidades fundamentales del ser humano. En primer lugar, su ansia de vivir para siempre, pues, el cristiano vive con la esperanza de la vida eterna en la Canaán celestial; y por su fe en la resurrección de Cristo, ya no teme más a la muerte, pues su confianza está puesta en Él, quien, venció a la muerte con su muerte vicaria (Hebreos 2:14-18; Juan 3:36; 5:24-29).

En segundo lugar, también es saciada su sed de amor y de paz para con Dios y sus semejantes. Los medios para que todo eso sea una realidad son muy sencillos y fáciles de conseguir, pues están al alcance de todo aquel que quiera beber del agua que Cristo le dará, la cual “será un a fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14). Esto significa nacer del agua y del Espíritu (Juan 3:5), y el Espíritu Santo nos guía  a toda la verdad (Juan 16:13), por medio de la Biblia, la Palabra de Dios. La Biblia está al alcance de todo ser humano, y Dios no pide otra cosa que se crea en Él y en Su Hijo, por medio del cual nos ha hablado en estos postreros tiempos (Hebreos 1:1-3).

Juan 4:14: mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

Juan 7:37-39: En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.  (38)  El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (39)  Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

Desde el momento que el creyente deposita su confianza en Cristo, recibe esa agua de vida, que es el Espíritu Santo morando en su ser. Al recibir a Cristo en su vida se reconcilia con Dios, es adoptado como Su hijo (Romanos; Gálatas 4:6,7), y todas las demás personas son para él sus hermanos.  La vida adquiere pleno sentido, pues, se reconoce su inconsistencia,  levedad y vanidad de vanidades de la misma, y se enfoca a hacia el bien común, y a procurar la felicidad de sus semejantes. Este desprendimiento de sí mismo soluciona todo los problemas de convivencia humana, y va desterrando poco a poco el egoísmo que antes regía su vida.

Gálatas 4:6-7: Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!  (7)  Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

Romanos 8:14-17: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.  (15)  Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!  (16)  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  (17)  Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

 

La tercera parte de este ciclo sobre la Historia del Cristianismo continúa en la próxima sesión titulada:

“3. La Iglesia Cristiana hasta el emperador Constantino”

 

 

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Bibliografía consultada

En este primer apartado me limito a enumerar, a continuación, las principales obras y sus autores que he consultado a fin de asesorarme  para la redacción de este ciclo de conferencias sobre la Historia del cristianismo. Y en el siguiente apartado –“Referencias de la Bibliografía utilizada”– relaciono, mediante numeración entre paréntesis,  los diversos párrafos utilizados en cada conferencia,  con sus autores y obras correspondientes de las que han sido extraídos. En alguna ocasión, puedo haber omitido alguna referencia por  no  haber podido identificar la fuente original, debido a la multiplicidad de obras consultadas.

Alzate Montes, Fray Carlos Mario, O.P. Historia de la Iglesia Moderna
http://www.opcolombia.org/estudio/galicanismo.html

Baker, Robert A. Compendio de la Historia Cristiana. Casa Bautista de Publicaciones
http://ministeriomct.org/Materiales/SegundoSemestre/HistoriadelCristianismoI

/CompediodelahistoriacristianaLibro.pdf

Bentué, Antonio,  Profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Introducción a la Historia de las religiones.

Bosch y Tudela, Juan y Juan Antonio. Culturas y religiones. (Generalitat  Valenciana Conselleria de cultura, educació i ciencia).

Cesarea, Eusebio de.  Historia Eclesiástica.

http://escrituras.tripod.com/Textos/HistEcl00.htm

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Heaster, Duncan. Jesús histórico. http://www.vce.es/especial/secc7/item1.asp

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http://www.iglesiasbautistas.net/era_imperial.htm#cronologia

Historicidad de Jesucristo ¿Existió Jesucristo?

http://www.corazones.org/jesus/historicidad_jesus.htm

Historia de la Iglesia Antigua y Medieval

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Wade, Rick. La pertinencia del cristianismo: Una apologética. www.ministeriosprobe.org

Zahner, R.C. El cristianismo y las grandes religiones de oriente.

Referencias de la Bibliografía utilizada

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

(1) Downing, W. R. La Iglesia Neotestamentaria- Iglesia Bautista de la Gracia. Independiente y particular Calle Álamos, No.351, Colonia Ampliación Vicente Villada CD. Netzahualcóyotl, Estado de México CP 57710. Impreso en México 1995.

(2) Como ejemplos de uso del término “iglesia” de forma genérica o abstracta, –que no se refiere a ninguna asamblea local concreta– se encuentran los siguientes pasajes:  Mateo 16:18; 18:17; 1ª Cor. 10: 32; 12:28; 15:9; Gá.1:13; Ef. 1:22; 3:10,21; 5:23,24,29,32; Fil.3:6; Col. 1:18,24; 1 Timoteo 3:15.

(3) Otros pasajes que se refieren a la “iglesia”, mediante símbolos como son “rebaño”, “cuerpo”, o “casa”, se encuentran en estos textos: Juan 10:16; Ef.3:6; 4:4; Col. 1:18,24; Heb.3:6; 1 Pedro 2:5.

(4) Cid y Riu, Carlos y Manuel. Historia de las religiones (Pág. 369). Editorial Óptima, Barcelona, 2003.

(5) Arrio (+336), sacerdote de Alejandría, quien propugnaba la creencia de un Dios único, eterno e incomunicable y negaba la divinidad del Hijo o Verbo encarnado. El patriarca Alejandro de Alejandría, hacia el 319, escribiera una extensa carta al patriarca Alejandro de Constantinopla poniéndole en guardia sobre tal postura. En esta carta hallamos la mejor definición coetánea del arrianismo. Se expresa así: “Dicen (los arrianos) que hubo un tiempo en que el Hijo de Dios no existía, y que ha empezado a existir, siendo así que no existía antes; y que, cuando nació, fue engendrado de la misma manera que lo son todos los hombres.” (Cid y Riu, Carlos y Manuel. Historia de las religiones (Pág. 382). Editorial Óptima, Barcelona, 2003).

(6) La escuela de Alejandría, idealista, consideraba en primer lugar la divinidad de Cristo, y la definía «un Dios encarnado». La de Antioquía, realista, pensando en su naturaleza humana, le declaraba «un hombre-Dios». La discusión, partiendo de estos puntos divergentes, se centró en las «naturalezas» y «personas» de Cristo. En Antioquía se habló de «dos personas» en Cristo, mientras en Alejandría se le supuso «una sola persona y una sola naturaleza». Terció en la polémica el patriarca de Constantinopla, Nestorio, de formación antioquena, enseñando que en Cristo hay dos personas, y dos naturalezas, divina y humana. Concluía Nestorio que María era sólo «madre del hombre en que se encarnó el Verbo. y con esto negó su maternidad divina. Cid y Riu, Carlos y Manuel. Historia de las religiones (Pág. 388). Editorial Óptima, Barcelona, 2003.

(7) En el año 529, el concilio galo, el II Concilio de Orange, condenaba el error de Pelagio que afirmaba que el pecado de prevaricación de Adán (pecado original) sólo había dejado sujeto a corrupción el cuerpo, quedando ilesa la libertad del alma’. Y el error de que «sólo dañó a Adán su prevaricación, pero no a su descendencia”. Primera fuente: Cid y Riu, Carlos y Manuel. Historia de las religiones (Pág. 389). Editorial Óptima, Barcelona, 2003

Segunda fuente: http ://www.enciclopediacatolica.com/utiles/mail/mail.php

La doctrina de Pelagio y sus seguidores se puede resumir en los siguientes seis puntos:

1.   Aun si Adán no hubiera pecado, habría muerto.
2.   El pecado de Adán lo perjudicó sólo a él, no a la humanidad entera.
3.   Los niños recién nacidos se encuentran en el mismo estado que Adán antes de la caída.
4.   La humanidad entera ni murió a través del pecado o de la muerte de Adán, ni resucitó a través de la resurrección de Cristo.
5.   La ley mosaica es tan buena guía para el cielo como el Evangelio.
6.   Antes de la venida de Cristo hubo hombres que se mantuvieron sin pecado.

 

 

 

 

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