Preguntas y Respuestas
Soteriología
¿Puede un cristiano ser salvo sin estar bautizado?
¿Habrá superpoblación en la Tierra Nueva?
Versión: 12-02-14
Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Estimado Diego, gracias por formularme otras dos nuevas e interesantes preguntas:
“¿Puedo ser salvo y tener vida eterna sin estar bautizado?
Cuando resucitemos y tengamos vida eterna aquí en la tierra ¿no habrá superpoblación?”
(Diego)
Voy, pues, a tratar de responderlas en el mismo orden en el que las he recibido.
2. ¿Puedo ser salvo y tener vida eterna sin estar bautizado?
Primero de todo, es conveniente dejar claro que el Bautismo –la inmersión total en el agua– no salva en sí mismo, es decir, el agua no tiene ninguna cualidad mágica de limpiar el pecado original, ni ningún otro pecado.
El Bautismo es un mandamiento que Dios da a todo creyente (Mateo 28:19-20; Marcos 16:15-16; Hechos 2:38,39), a fin de proporcionarle a él mismo y al resto de cristianos que lo presencien un signo visible de que ha sido salvado por Dios. Por lo tanto, es un símbolo de la salvación que ya se ha producido en Cristo, una prueba de que esa persona ha nacido de nuevo (Juan 3:3,5), y que ya es una nueva criatura en Cristo Jesús (2ª Corintios 5:17).
El Bautismo simboliza y significa haber muerto al pecado; es decir, ser sepultado en el agua es morir junto con Cristo –o sea, aceptar su muerte en la cruz a cambio de la muerte que nosotros merecíamos por nuestros pecados–; y “como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:1-11). O sea, surgir del agua significa resucitar a una nueva vida en Cristo Jesús. Te recomiendo que leas y medites en todo el citado capítulo seis de la epístola a los Romanos:
Romanos 6:1-11: ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? (2) En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? (3) ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? (4) Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. (5) Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; (6) sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. (7) Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. (8) Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; (9) sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. (10) Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. (11) Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
No obstante, todos tenemos que tener muy claro que la salvación es por gracia por medio de la fe:
Efesios 2:8-9: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe.
Y que no hay ninguna obra en el mundo que pueda realizar el ser humano para merecer la salvación. Absolutamente nada. Pues “al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; (5) mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:4,5; Cf Romanos 10:6).
Dios solo nos pide que reconozcamos que somos pecadores y que deseemos cambiar. Él ha dispuesto un medio sencillo de alcanzar la fe, y por ende la salvación. Es tan sencillo, y está tan al alcance de todo el que quiera, que mucha gente lo desprecia, y no cree que algo tan importante y trascendente se pueda conseguir así, tan fácilmente (Juan 5:39,40; 17:17; Santiago 1:18; 1ª Pedro 1:23). El medio que el Espíritu Santo utiliza para salvarnos, es decir, para hacernos nacer de nuevo es Su Palabra –las Sagradas Escrituras.
Juan 5:39-40: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; (40) y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
Juan 17:17: Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Santiago 1:18-22: Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. (19) Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; (20) porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. (21) Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. (22) Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
1 Pedro 1:23-25: siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. (24) Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; (25) Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.
La Palabra de Dios dice que la fe viene de algo tan sencillo como oír. “Y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17). ¿Qué ocurre en nosotros para que algo tan elemental nos salve? Pues ocurre un hecho trascendente, casi increíble, que cuando aceptamos que esa Palabra es el Pan que descendió del cielo (Juan 6:35,48), y nos alimentamos con ella, Dios, en la persona del Espíritu Santo, nos hace nacer de nuevo, por medio de Su Palabra (Santiago 1:18,21-24; 1ª Pedro 1:23-25). No usa ningún otro medio milagroso, no infunde en nosotros ninguna gracia especial, ni derrama Su Espíritu para que creamos, sino que cuando “la Palabra implantada” nos hace nacer de nuevo, el Espíritu Santo hace morada en nosotros, y llegamos a ser templo del Espíritu Santo (1ª Corintios 3:16; 6:19; 2ª Corintios 6:16). Recibimos el Espíritu santo, no para poder ser hijos de Dios sino porque ya nos hemos convertido, y hemos sido renacidos por la Palabra, “y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas 4:6).
1 Corintios 6:19: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
La condición esencial de la salvación es nacer de nuevo. Aunque alguien haya recibido el Bautismo si no ha nacido de nuevo no es salvo. Porque eso fue lo que Jesús le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3); y un poco después, cuando Nicodemo le pregunta –“¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?,– Jesús le respondió: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:3).
Es decir, Jesús le vuelve a repetir lo mismo, pero de otra forma, pues le explica que nacer de nuevo es “nacer de agua y del Espíritu”. Primero, el Espíritu Santo, por medio de Su Palabra, nos hace nacer de nuevo, y luego, como consecuencia de ello, el creyente, elige obedecer a Dios, naciendo también del agua como una prueba de obediencia y fe a Su Palabra, aceptando de esta manera visible –mediante el Bautismo– la salvación que Dios le ha dado, y da testimonio al mundo al proclamar su fe en Cristo.
Juan 3:1-19: Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. (2) Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. (3) Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. (4) Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? (5) Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. (6) Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,[a] espíritu es. (7) No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. (8) El viento[b] sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. (9) Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? (10) Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? (11) De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. (12) Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? (13) Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. (14) Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, (15) para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. De tal manera amó Dios al mundo (16) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (17) Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. (18) El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. (19) Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Toda persona que ha nacido de nuevo debe ser bautizada porque es un mandato de Dios, y si no obedecemos demostramos que no tenemos suficiente fe en Su Palabra, pues no somos capaces de obedecer a Dios.
Marcos 16:15-18: Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. (16) El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
Mateo 28:18-20: Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. (19) Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; (20) enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Hechos 2:37-42: Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? (38) Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (39) Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. (40) Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. (41) Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. (42) Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
El creyente debe bautizarse no para ser salvo sino porque ya es salvo, y desea agradar a Dios en todo. ¿Cómo agradaremos a Dios y probaremos nuestra fe a nosotros mismos y al mundo que nos rodea sino obedecemos sus mandamientos? Bautizarse es como “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos” (Romanos 10:9).
Romanos 10:8-10: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: (9) que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (10) Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
Ahora bien si alguno no ha tenido la oportunidad de ser bautizado, pero ha nacido de nuevo ya es salvo; pero si puede debe bautizarse, porque de lo contrario demuestra con su vida y obras que no confía en Dios y es rebelde a Su Palabra.
2. “Cuando resucitemos y tengamos vida eterna aquí en la tierra ¿no habrá superpoblación?”
No tenemos que preocuparnos por eso, pues Dios es infinitamente sabio; ¿Crearía Él un mundo nuevo donde no estuviéramos a gusto por la superpoblación o por cualquier otra causa? ¿Qué dios sería ese que no habría sido capaz de prever el futuro desde el principio?
Tengamos en cuenta que los creyentes en el D ía de la Segunda Venida de Cristo (1ª Tesalonicenses 4:13-18) serán no solo resucitados sino también transformados, con cuerpos gloriosos a la semejanza del de Cristo resucitado. Y el mundo que conocemos desaparecerá (Apocalipsis 20:11; 2ª Pedro 3:7-13), porque Dios hará “un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:5). “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5). A seres humanos gloriosos les corresponde un mundo también nuevo y glorioso. El primer mundo, el que vivimos ahora será destruido por fuego, y desparecerá:
2 Pedro 3:7-14: pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. (8) Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. (9) El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. (10) Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. (11) Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, (12) esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! (13) Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. (14) Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.
Apocalipsis 21:1-8, 23-27: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. (2) Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. (3) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. (4) Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (5) Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. (6) Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. (7) El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. (8) Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. […] (23) La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. (24) Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. (25) Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. (26) Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. (27) No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
Espero haberte podido aclarar suficientemente tus preguntas, pero no obstante, si lo deseas puedes seguir estudiando los siguientes artículos de mi web, que te indico a continuación:
¿El Bautismo en agua salva?
La importancia del Bautismo y su relación con la Salvación
¿Es el bautismo la primera resurrección?
¿Qué es la unción del Espíritu Santo?
¿Cuándo recibe un cristiano el Espíritu Santo?
¿Serán simultáneas las resurrecciones de vida y de juicio?
Quedo a tu entera disposición para lo que pueda servirte.
Afectuosamente en Cristo.
Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com
Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com
Referencias bibliográficas
* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
Abreviaturas frecuentemente empleadas:
AT = Antiguo Testamento
NT = Nuevo Testamento
<Anterior><Arriba> <Siguiente>
Usted es el visitante: