Preguntas y Respuestas
Sobre la Ley
¿Bajo que ley está toda la humanidad que no tiene a Cristo?
Versión 16-03-2011
Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Hola hermana Elena, muchas gracias por preguntarme, pues eso significa que confías en que mis respuestas serán acertadas y ajustadas a la Santa Biblia. Aunque yo sé que tú no confías ciegamente en lo que te escribo sino que diligentemente lo cotejas en tu Biblia para comprobar por ti misma si lo que afirmo es correcto o no. Eso es lo que se debe hacer en todos los casos.
Presento a continuación tu correo en el que me formulas tus nuevas cuestiones y reflexiones:
"Hola hermano Carlos, he leído tu estudio, es bueno y estoy de acuerdo contigo, lo único, que ahora tengo otra pregunta. Si decimos que la ley escrita en el corazón también nos lleva a Cristo porque es nuestro ayo, cuando nos deja en las manos del Señor ya no tiene poder sobre nosotros, ¿verdad (según las palabras de Pablo)? Quiere decir esto que la ley en el corazón no tiene validez para el cristiano cuando nos deja en las manos de Cristo, [pero] ¿no sería esto una contradicción de la promesa del nuevo pacto que Dios hizo con la humanidad, o sea escribir su ley en el corazón humano? Creo que se me escapa algo importante... ¿La ley en el corazón estaba escrita aun en el corazón de los judíos, aunque ellos tenían una ley escrita en tablas, entonces cuando Cristo murió quitó la ley de las tablas para escribir su ley de amor, la que ya estaba escrita desde el principio, pero medio borrada por el pecado?
Y a continuación te copio la pregunta de un forista adventista, si tienes un ratito para responderme a esta pregunta también. Gracias previamente Carlos, Dios te bendiga grandemente en tus estudios de su Palabra!" (Elena)
Aunque mi último estudio-respuesta, titulado ¿Es la ley del Sinaí el ayo que nos conduce a Cristo?, aclaró bastante algunas de tus dudas, no obstante, cuando contactaste por Internet con un adventista, al compartir tus ideas sobre la ley del Sinaí, él te hizo la siguiente objeción:
“Según tú la ley fue dada solo a los de Israel y fue clavada en la cruz. Siendo así no tienes porque decir que la ley lleva personas a Cristo y que es nuestro ayo. Te contradices.” (un adventista)
En lo que sigue voy a intentar responderte, a todo lo que me planteas.
2. La ley del Sinaí escrita en tablas de piedra fue dada al pueblo de Israel
En mi último estudio titulado ¿Es la ley del Sinaí el ayo que nos conduce a Cristo?, dejamos claro que la ley de Dios no fue promulgada hasta Moisés. Así lo declara el apóstol Pablo en Romanos cinco:“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. 13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. 14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir”. (Romanos 5:12-14).Hubo pues un “antes” de la ley, en que no existía la ley, y San Pablo añade “pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. (14) No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés,…”.
Luego si hubo pecado es porque había ley. Sin embargo, no fue la ley de los diez mandamientos escritos en tablas de piedra, que no fue dictada por Dios hasta Moisés, sino la ley natural que todo ser humano tiene implantada en la conciencia, aquella que le hace discernir entre el bien y el mal.
También vimos en mi citado estudio anterior, que los seres humanos, debido al pecado original heredado de Adán, no pueden cumplir a la perfección las exigencias de esta ley, que es la base del juicio de Dios. La ley no puede perfeccionar al pecador, solo le señala su pecado (Romanos 3:20). Por nuestra propia voluntad nos es imposible ser justos por las obras de la ley, es decir, no podemos alcanzar la justicia necesaria para ser salvos por nuestras obras, cumpliendo lo que exige la ley (Romanos 3:20, 28; Gálatas 2:16). El problema del pecado es interno, involucra a toda nuestra naturaleza, está en lo profundo de nuestro corazón. “…Pues si por la ley fuera la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21). Fue, pues, necesario, que Cristo muriera por nuestras transgresiones, y pagase la culpa que nos corresponde. Por eso cuando aceptamos a Cristo como nuestro sustituto y salvador, Él, por medio de su Espíritu Santo, transforma nuestra naturaleza pecaminosa, al darnos el nuevo nacimiento (Juan 3:5; Col. 3:9,10; Efesios 4:22-24; 2ª Corintios 5:17). Entonces se produce la muerte del viejo hombre, de la antigua naturaleza, y surge una nueva criatura en Cristo capaz de vencer al pecado. Así pues, el pecado es vencido desde el interior del hombre no desde el exterior con la ley. “Porque la ley del espíritu de vida en cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:2).
Abraham conocía la ley de Dios porque se regía por la ley natural. Sin embargo, no tenía la ley de las tablas de piedra porque fue promulgada por Dios, 430 años después de él. (Gálatas 3:17). En Génesis 26:5, Dios afirma no obstante que, “…Abraham oyó mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.” ¿Qué leyes son esas? No la ley del Sinaí, puesto que no existía todavía, y no hay registro en el libro de Génesis de que Dios la hubiera dictado, sino que únicamente disponía de las leyes morales naturales, y también del único mandamiento que Él le dio, que es el de la circuncisión, como señal del pacto.
Génesis 17:9-13: Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. 10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. 11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. 13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. 14 Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.
Moisés también ratifica que La ley del Sinaí escrita en tablas de piedra fue dada por Dios sólo al pueblo de Israel como base del pacto antiguo:
Deuteronomio 4:13: Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.
Deuteronomio 5: 2-9: Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. 3 No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos. 4 Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego. 5 Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte. Dijo: 6 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 7 No tendrás dioses ajenos delante de mí. 8 No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 9 No te inclinarás a ellas ni las servirás;…”
Moisés deja claro que “No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos.” (Deuteronomio 5: 3). Es decir, la ley nunca existió antes de Moisés. Por tanto, no regía anterior a él. Además la ley que vino 430 años después de Abraham no fue solo el Decálogo sino todo el sistema de leyes morales, ceremoniales, civiles, de alimentación, de la guerra, etc. que conforman la totalidad de la ley o Torah para los judíos. El Antiguo Pacto está vinculado a todo este conjunto de leyes, que tienen reglamentos asociados, los cuales debía cumplir solo el pueblo de Israel, y nadie más.
Por una parte, cuando Dios dicta la ley en el monte Sinaí, en el mismo preámbulo expresa a quien va dirigida: “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: 2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 3 No tendrás dioses ajenos delante de mí. 4 No te harás imagen,…” (Éxodo 20:1-3). La ley es solo para el pueblo de Israel, al que “sacó de Egipto”.
Por otro lado, el cuarto mandamiento, “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. 9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.” (Éxodo 20:8-3), no pertenece a la ley moral natural. Sino que se trata de un mandamiento ceremonial, y que además es la señal del pacto, al igual que lo fue la circuncisión para Abraham.
Éxodo 31:12-16: “Habló además Jehová a Moisés, diciendo: 13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. 14 Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. 15 Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. 16 Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. 17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó.
Querer que los cristianos estén bajo una ley en cuyo corazón está el cuarto mandamiento, que no es otra cosa que la señal del pacto entre Dios y el pueblo de Israel, y que cuya transgresión implicaba sentencia de muerte, es un absurdo. Además el mandamiento del reposo sabático estaba vinculado a un rígido reglamento que indicaba lo que de ninguna manera se podía realizar en sábado, porque estaba terminantemente prohibido, como el hacer cualquier trabajo secular (Éxodo 20:10; Levítico 23:3), viajar (Hechos 1:12), hacer fuego (Éxodo 35:3), compras (Nehemías 10:31; 13:15-17), llevar cargas (Nehemías 13:19; Jeremías 17:21), etc. Realizar cualquier trabajo estaba sancionado con la pena de muerte (Éxodo 35:2,3; Números 15:32-36):
Éxodo 35:2,3: Seis días se trabajará, mas el día séptimo os será santo, día de reposo para Jehová; cualquiera que en él hiciere trabajo alguno, morirá. 3 No encenderéis fuego en ninguna de vuestras moradas en el día de reposo.
3. ¿Bajo que ley está toda la humanidad que no tiene a Cristo?
Como decíamos en el estudio bíblico anterior: Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. (Santiago 4:17).
Todo el mundo está bajo la ley de Dios y bajo su juicio de condenación, hasta que se arrepienta y se allegue a Cristo, y entonces Él le salva, justificándole de todos sus pecados. Tanto si conocemos la ley de Dios como si solo nos guiamos por la ley natural escrita en nuestra conciencia, seremos juzgados por nuestra fidelidad y coherencia de nuestros actos de acuerdo al conocimiento de la voluntad de Dios que cada uno tenga.
Romanos 2:11-16: “porque no hay acepción de personas para con Dios. 12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.”
4. Conclusión
Lo que Dios quiere decirnos a cada uno, es que reconozcamos que somos pecadores, y que no podemos cumplir la ley de nuestras conciencias ni la ley moral externa porque nuestra naturaleza pecaminosa no lo permite. Por eso Cristo tuvo que morir, para que con su resurrección evidenciara su victoria sobre el pecado, la muerte y el diablo. Por tanto, solo podemos obtener la victoria sobre estas tres entidades espirituales mediante Cristo, creyendo en Él y en su obra propiciatoria y que mediante su Espíritu santo nos dará el nuevo nacimiento y nos convertirá en nuevas criaturas, donde Cristo reina.
¿Qué ley fue abrogada en la cruz?
Todo lo que acusaba tanto a judíos como a gentiles. Para los judíos, toda la Torah, toda la ley escrita, pero permanecen los principios morales que regulan nuestra relación con Dios y con el prójimo:
Mateo 22:36-40: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.”
Tanto para gentiles como judíos, como todos estamos bajo pecado (Romanos 3:9,10, 23, 5:12), y como nadie es capaz de cumplir estos dos mandamientos en plenitud y perfección, todos estamos condenados mientras no acudamos a Cristo.
¿Qué ocurre entonces? Que la ley de nuestra conciencia, perfeccionada por las sucesivas revelaciones de Dios en el AP y en el NP, que abundaron nuestro pecado (Romanos 5:20), es nuestro ayo que nos conduce a Cristo, y ya en él, morimos al hombre viejo, y a la ley, ya sea interna o externa. Ya somos libres de la ley, porque no puede condenarnos puesto que hemos muerto a ella (Romanos 7:1-6), y renacemos al nuevo hombre en Cristo, y se nos da la justicia como si fuéramos capaces de cumplir perfectamente la ley del amor. Todas nuestras imperfecciones, que son muchas quedan cubiertas por la sangre de Cristo, y el cristiano vive por la fe en él, y por su poder progresa cada día en el amor a Dios y al prójimo, y no se le imputan sus pecados involuntarios fruto de su naturaleza pecaminosa que no se transforma completamente en este cuerpo mortal.
Romanos 7:6: Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
La ley ahora ya no tiene nada que ver con el cristiano “Porque la ley del espíritu de vida en cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:2). Porque está bajo otra ley superior, la ley del espíritu de vida en cristo Jesús.”
1ª Juan 4:8-10: El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
No hay pues contradicción alguna, la ley nos condena porque es imposible al hombre natural cumplirla; es imposible amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, pero Dios ha dado la solución en Cristo Jesús. Los principios de esta ley coinciden con la ley del Sinaí revelada por Dios a Moisés, excepto en el reposo sabático que es un mandamiento exclusivo para los judíos. Por eso, no se trata de la misma ley sino de la ley universal del amor a Dios y al prójimo. La ley del Sinaí, junto con toda la Torah fue abolida con la muerte de Cristo en la cruz, pero no sus principios que permanecen.
Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Los principios morales de la ley natural ratificados por la Revelación de Dios a Moisés y por Cristo en el Evangelio de San Mateo capítulo cinco son inamovibles, y toda la humanidad los transgrede (Romanos 3:9,10,23), pero los que son redimidos en Cristo son justificados y ninguno tipo de ley les condena:
Romanos 8:1: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús...”
Un fuerte abrazo
Bendiciones
Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com
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*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo que se indique expresamente otra vesión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
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