Preguntas y Respuestas
Miscelánea
Disculpas y razones de mi amigo Andrés
Versión: 09-02- 2012
Andrés
Estimado Carlos:
Ante todo quiero pedirte disculpas por las palabras con las que he descalificado tu trabajo, ya que han sido inapropiadas y he sido injusto con tu labor y contigo, de corazón lo digo. Pues una cosa es lo que uno piensa o cree, y eso se puede discutir, y otra cosa es la ofensa de la persona, que es grave. Acepta entonces, por favor, mis disculpas.
Quiero hacer unos comentarios respecto de tu último escrito.
Lo primero que quiero hacer es aclararte que yo no voy por libre. Nací en el seno de una familia católica, me crié en ella, recibí el bautismo, la primera comunión, la confirmación y me casé a través de ella. Voy los domingos a misa y dirijo un grupo de confirmación desde hace tres años, además de formar parte del coro de la parroquia. E intento tener una relación cordial y cercana con los sacerdotes y diáconos de la parroquia y de todo lugar a donde voy. Es decir, soy católico apostólico romano. Pero por sobre todo, confío a Dios todo lo que hago, todo lo que soy; creo en Él y en sus designios y providencia y siento sus pasos en el camino de mi vida. Los dogmas que no termino de asimilar son los referidos al Papa y a la Virgen María. No los niego, pero pienso diferente, y lo digo abiertamente. Hay otros dogmas que si no los asimilara, no podría llamarme católico. Con esos dogmas me siento en perfecta sintonía.
Y el título de “progresista” me lo puse yo mismo. Y es porque no me quedé con lo que me enseñaron en catequesis de comunión, como ha hecho, lamentablemente, una alarmante proporción de los que se dicen católicos. Yo me interesé por conocer la Biblia (la leí completa, con todas sus notas, dos veces), leí mucho sobre ella para aclarar temas, para entenderlos, y fui formándome una idea respecto de su significado, su sentido, para qué se escribió cada libro, en qué circunstancias, qué quería decir cada autor a sus inmediatos lectores, y qué me dice a mí, hoy. Esta idea difiere con la de otros muchos católicos porque ellos se quedaron con lo mínimo. Si a ellos les sirve, bien. Está claro que a mí no.
En la iglesia católica, a mi entender, se fue dando un proceso con la Biblia que ha pasado por varias etapas. En un principio y por muchos años, todo lo que estaba escrito era tal cual estaba escrito, es decir, se la entendía literalmente. Por ello y porque el cristianismo se oficializó como religión, la jerarquía de la iglesia se codeó con la autoridad política y quiso mandar. Nada más lejos de Jesús y sus enseñanzas. Pero hete aquí que apareció gente que, a partir de la ciencia, comenzó a discutir con la Biblia. Galileo por ejemplo, y con razón: El sol no se detuvo en Gabaón. ¿Que hizo la iglesia católica para evitar todas las discusiones?: prohibió la lectura de la Biblia. Esto causó que haya habido unos 400 años en que los católicos crecieron leyendo comentarios, reflexiones, oraciones, devocionarios, etc, pero de la Biblia nada. Mientras tanto, comenzó a mantenerse que la Biblia y la ciencia no pueden contradecirse porque vienen ambas de Dios. Por ello hubo muchos intentos fallidos de concordancia, que terminaron mal, porque se le hacía decir a la Biblia cualquier cosa. En estos tiempos también es cuando los papas deciden no soltar ese poder que habían logrado y emiten dogmas papistas y marianos que no revisten ningún progreso para la fe católica.
En este estado de cosas, un Papa, León XIII, escribe la carta encíclica PROVIDENTISSIMUS DEUS (18/11/1893) en la que abre la Biblia a la lectura y al estudio de las diversas ciencias, entendiendo que esto es fundamental para su conocimiento y comprensión. Cincuenta años más tarde, esto se certifica con otra carta encíclica, DIVINO AFFLANTE SPIRITU (30/09/1943), escrita por el Papa Pio XII, lo que da nuevo ímpetu a esta inspirada decisión de crecer en el estudio y conocimiento de la Biblia, y aparece ya aquí bosquejada la idea que en la Biblia hay géneros literarios que habrá que dilucidar para comprender los textos. Esto significa que, desde la fe católica, se da un paso importantísimo hacia la comprensión de la Palabra de Dios: no toda la Verdad de la Biblia se concreta en forma de relatos históricos. Entre los años 1962 y 1965 se celebra uno de los concilios más importantes de la iglesia católica, con participación de obispos, teólogos, laicos, observadores, periodistas y consultores de iglesias ortodoxas y protestantes. El 18/11/1965, el Papa Pablo VI presenta la constitución DEI VERBUM que establece los principios para una lectura provechosa de la Biblia, y a la vez para solucionar los supuestos errores de la Biblia. Estos principios son los siguientes:
- Las verdades que la Biblia enseña son las referidas a nuestra salvación. (Dei Verbum 11b). Esto significa que los autores bíblicos son catequistas y teólogos y no astrónomos, ni matemáticos, ni geólogos, ni naturalistas, etc, y todo lo que se refiera a estas u otras disciplinas no afectan a la verdad de la Biblia.
- Para entender correctamente un texto bíblico hay que tener en cuenta la intención del autor. (Dei Verbum 12a). Esto significa que cuando una frase bíblica tiene varias interpretaciones, la correcta no es la más bonita, la que más me parece ni la más profunda sino la que quiso darle el autor.
- Para descubrir la intención del autor hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios. (Dei verbum 12b). Esto significa que la verdad de la Biblia se propone y expresa de modo diverso en obras de índole histórica, en libros proféticos o poéticos o en otros géneros literarios.
- Para descubrir el sentido exacto de los textos sagrados hay que tener en cuenta toda la Biblia. (Dei Verbum 12c). Esto significa que para saber lo que enseña la Biblia sobre un determinado tema, no basta con leer un versículo, o un párrafo, ni siquiera un libro, ya que un libro puede aclarar lo dicho en uno anterior, puede completarlo o puede corregirlo.
Cincuenta años más tarde, con motivo del centenario de la Providentissimus Deus y el cincuentenario de la Divino Afflante Spiritu, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe bajo el papado de Juan Pablo II, presenta un documento, “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”, escrito por la Pontificia Comisión Bíblica (23/04/1993) en el que se dice que los católicos no deben hacer una lectura literal de la Biblia, pues esto conduciría a errores de todo tipo; para entenderla, propone toda una serie de métodos entre los que destaca el histórico-crítico, pero siempre complementado con otros.
He hecho este largo y pesado resumen para que veas de donde saco mis ideas: de la profundización y el compromiso con toda la apertura que ha hecho mi iglesia católica respecto de la Biblia en los últimos casi 120 años. Estos son mis argumentos, y los tengo precisamente porque para los católicos hay dos canales de Palabra de Dios: La Biblia, y la Tradición que es quien nos dijo que la Biblia es Palabra de Dios. Parece algo nimio pero no lo es. Y con mucho respeto, te digo que a Martín Lutero si le llegó la Biblia por la Tradición. Pero Él le cortó la Tradición a todos los evangelistas que, a partir de él, repiten que la Biblia es Palabra de Dios aunque no se preguntan ni se fundamentan el por qué. Y por eso la analizan como haces tú y sacan sus propias conclusiones, como haces tú.
Así se explica por qué creyendo en el mismo Cristo, nuestras conclusiones son muy diferentes pues partimos de fundamentos muy distintos. Pero aun así, lo maravilloso es que yo soy feliz así, y tú también a tu manera.
No tengo ningún problema en que publiques esto: es más, me agradaría que me comentes que te dicen tus lectores al respecto.
Un abrazo en Cristo.
Andrés
Si deseas hacer algún comentario a este correo, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com
Referencias bibliográficas
*Las que se citan en el cuerpo del artículo.
<Anterior><Arriba> <Siguiente>
Usted es el visitante: