Preguntas y Respuestas
Sobre la ley de Dios
¿Cual es la ley que Dios escribe en el corazón?
Versión: 03-07- 2012
Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Estimado George, le agradezco que contactara conmigo y que me hiciera las siguientes interesantes preguntas:
“Tengo una pregunta sobre la ley que se escribe en el corazón del creyente bajo el nuevo pacto. ¿Cual es esa ley que se escribe en el corazón? Sé que el Espíritu Santo escribe esa ley, pero ¿cuál es su cometido? ¿Cual es el propósito de escribir la ley en nuestro corazón y mente?” (George).
Su interesante pregunta se basa en los siguientes pasajes bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento:
En Jeremías 31:31-34 se encuentra la promesa del Nuevo Pacto que Dios hará con las casas de Israel y Judá: “Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón”
Jeremías 31:31-34: He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. (32) No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. (33) Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. (34) Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
Y en Hebreos 8:6-13 se nos anuncia el cumplimiento de la promesa con el Nuevo Pacto en Cristo.
Hebreos 8:6-13: Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. (7) Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. (8) Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; (9) No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. (10) Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; (11) Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. (12) Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. (13) Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.
Nótese que Dios, por medio del profeta Jeremías, anuncia un nuevo pacto con “la casa de Israel y con la casa de Judá”. Pero este nuevo pacto es muy distinto al antiguo: “No como el pacto que hice con sus padres” (Jeremías 31:32pp). El pacto antiguo llamado “primero” en el texto Hebreos 8:13, es el pacto del Sinaí que Dios hizo con Moisés. Es el pacto que está basado en la ley de los Diez mandamientos (las tablas del pacto). Era solo para los israelitas. Sin embargo, el nuevo pacto no es solo para los judíos sino también para los gentiles. Además, éste es un mejor pacto, porque está establecido sobre mejores promesas (Hebreos 8:6), y “ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer” (Hebreos 8:13).
A continuación voy a tratar de responder a sus preguntas con ayuda de Dios.
2. ¿El Nuevo Pacto es solo para “la casa de Israel” y “la casa de Judá”?
Aunque la promesa del nuevo pacto va dirigida solamente para “la casa de Israel” y “la casa de Judá”, y no se nombra a los gentiles, esto es porque la Revelación es progresiva. Es solo mediante la revelación Neotestamentaria que podemos constatar que en el nuevo pacto van incluidos los gentiles, todos los de la fe, y no solo los descendientes según la carne:
Romanos 9:6-8: No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, (7) ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. (8) Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.
El apóstol Pablo explica claramente que la entrada al nuevo pacto no es por obedecer o guardar la ley del antiguo pacto ni por pertenecer al pueblo de Israel, sino que por la sola fe llegamos a ser hijos de Abraham, hijos de la promesa que Dios le hizo, de que en él serían benditas todas las naciones.
Romanos 4:16: Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros.
Gálatas 3:7-10: Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. (8) Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. (9) De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. (10) Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
Efesios 3:4-6: leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, (5) misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: (6) que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio,
El nuevo pacto anunciado por Dios por medio del profeta Jeremías (31:31), sin duda, es el que inauguró Jesús en la última Cena:
Lucas 22:20: De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
3. ¿Cual es la ley que Dios escribe en el corazón del creyente del Nuevo Pacto?
¿Es la ley natural que está escrita en todos los seres humanos? ¿Es la ley de los Diez mandamientos del Sinaí?
Si se tratara de la ley natural de la que habla el apóstol Pablo en Romanos 2:14-16, nada nuevo habría proporcionado Dios en el Nuevo Pacto, puesto que toda la humanidad la lleva escrita en su conciencia sin necesidad de ser israelita o cristiano. Aunque es cierto que las conciencias pueden haberse cauterizado parcial o totalmente, Dios juzgará, a los no cristianos, de acuerdo a las mismas, cuando sabiendo hacer el bien hacen el mal.
Romanos 2:14-16: Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, (15) mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, (16) en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
Por otro lado, los judíos tenían además de la ley natural, toda la Torá, la cual no solo estaba escrita en tablas de piedra sino también escrita, en cierto modo, en sus corazones, debido a su constante memorización. Veamos algunos textos:
Salmos 37:31: La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán.
Salmos 40:8: El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.
Salmos 119:10-11: Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos. (11) En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.
Sin embargo, la ley implantada de tal manera no cambiaba las actitudes del corazón, las cuales son juzgadas por cada uno de los principios morales implicados en la letra de cada mandamiento, y que van mucho más allá de la letra del mismo. Me referiré solo, como ejemplos, al sexto y séptimo mandamientos de la ley de Dios del Antiguo Testamento, citados por Jesús en el Sermón del Monte:
Principio moral implicado en el sexto mandamiento –No matarás:
Mateo 5:21-22: Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. (22) Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
Principio moral implicado en el séptimo mandamiento –No cometerás adulterio:
Mateo 5:27-28: Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. (28) Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
En el Nuevo Pacto, “…la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2). El Espíritu Santo por la fe en Cristo hace renacer al creyente, transformándole en una nueva criatura en Cristo (Juan 3:5; 2ª Corintios 5:17), y habita en él, implantando en su corazón la ley del amor, que es la única capaz de cumplir con los principios morales que van más allá de la letra, haciendo que las actitudes del corazón y de la mente estén siempre en armonía y en coherencia con el Espíritu que mora en el cristiano.
La ley que el Espíritu Santo escribe en el corazón del creyente en Cristo es el amor: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (38) Este es el primero y grande mandamiento. (39) Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (40) De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40).
Juan 13:34-35: Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (35) En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Romanos 13:8-10: No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. (9) Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (10) El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
1 Juan 3:11: Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.
1ª Juan 4:7-8: Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. (8) El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
Gálatas 5:6: porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.
Lo que implanta el Espíritu Santo en nuestro corazón no es una lista de mandamientos donde el cristiano pueda mirar para comprobar si obra bien o mal, sino que Él restaura la naturaleza carnal pecadora, con el nuevo nacimiento, convirtiéndolo en una nueva criatura en Cristo Jesús (2ª Corintios 5:17), dándole una naturaleza espiritual y una conciencia nueva. Desde ese momento ya no vive el yo carnal sino que vive Cristo en él por medio del Espíritu: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Dios convierte el corazón para que todas sus intenciones estén dirigidas al bien. De nada sirve cumplir una ley externa o interna si los deseos del corazón son carnales, porque Dios ve, y tiene en cuenta, las intenciones y deseos del corazón:
Romanos 8:5-9: Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. (6) Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. (7) Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; (8) y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (9) Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
Por tanto, para entrar en el Nuevo Pacto no es requisito cumplir la ley sino aceptar el sacrificio de Cristo, su sangre derramada por nosotros. Ese es el Nuevo Pacto, y ello implica un cambio de corazón de carnal a espiritual (Ezequiel 36:26-28).
El Nuevo Pacto es la sangre de Cristo que se derrama por los pecadores (Lucas 22:20); Por eso la salvación viene cuando nuestros pecados son perdonados por medio de la sangre de Cristo, es decir, somos justificados, cuando aceptamos su muerte, el derramamiento de su sangre, la entrega de su vida en sustitución de la nuestra. Esto es lo que caracteriza este Pacto.
A partir de ese momento se experimenta la conversión y el nuevo nacimiento (Juan 3:5). El Espíritu Santo por medio de Su Palabra nos hace nacer de nuevo y nos transforma, es decir nos da un corazón nuevo, capaz de amar. La ley del amor ya no es más un elemento externo en el cristiano sino es algo que forma parte de la personalidad, porque la ley del amor que es la base de la justicia de Dios ha llegado a ser parte de la nueva naturaleza en Cristo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2ª Corintios 5:17). La promesa de Dios desde la antigüedad es la siguiente:
Ezequiel 36:26-28: Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. (27) Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. (28) Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.
4. Conclusión: ¿Cual es el propósito de Dios al escribir la ley en nuestro corazón y mente?
La ley es espiritual, por lo que no se puede cumplir interna o externamente, mientras la naturaleza sea pecadora. Escribir la ley en el corazón, como hemos visto implica un cambio, una transformación del corazón.
Por eso, es necesario un cambio total, porque el corazón carnal estaba corrompido o depravado, era perverso (Jeremías 17:9) y no era capaz de amar. El propósito es sin duda restaurar la naturaleza pecadora y carnal del ser humano para que sea capaz de amar y llegue a la santidad, no por esfuerzos titánicos de la voluntad, que son imposibles para la naturaleza carnal (Romanos 8:3,7), sino por un fluir interior, un vivir en Cristo, y morir al yo carnal que muere con Cristo en la cruz cuando aceptamos su sacrificio. Por eso la ley ya no tiene poder sobre el cristiano, porque ha sido vencida por la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús.
Romanos 6:3-12: ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? (4) Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.(A) (5) Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; (6) sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. (7) Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. (8) Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; (9) sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. (10) Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. (11) Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. (12) No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
“Ahora, en Cristo Jesús somos liberados de la ley porque la ley puede condenar a la persona a la muerte sólo una vez. Una vez que la ley haya cumplido la ejecución, ¡ya no tiene jurisdicción sobre nosotros! Si hemos sido bautizados en Jesús por medio del Espíritu Santo, entonces Jesús no solamente murió por nosotros, sino también nosotros morimos en Él. Así somos liberados de la ley y del pecado, y desde el momento de liberación, debemos considerarnos muertos al pecado” (1).
Romanos 8:1-2: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (2) Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Romanos 8:3-9: Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; (4) para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (5) Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. (6) Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. (7) Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; (8) y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (9) Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
Romanos 8:10-17: Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. (11) Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. (12) Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; (13) porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (14) Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (16) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (17) Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Quedo a su disposición. Bendiciones
Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com
Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com
Referencias bibliográficas
* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
(1)La ley escrita en el corazón. Dale Ratzlaff (Revista Proclamación julio-agosto 2007)
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