Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Sobre la Ley

 

¿Cuáles son los mandamientos de Cristo?
¿Se trata de la misma ley del Sinaí?

 

Versión 08-06-2011

 

Carlos Aracil Orts

1.  Introducción*

Querido amigo, en tu escrito, que transcribo a continuación, expresas tres cuestiones: A) La posible interpretación al versículo diez del capítulo quince del Evangelio de Juan; B) Que no entenderías que los mandamientos de Jesús, Dios Hijo fueran diferentes a los de Dios Padre; y por último, C) te preguntas a qué mandamientos se refiere Jesús en ese texto que son la clave para permanecer en su amor.

Juan 15:10: Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

“Verás, según reza el versículo diez del Evangelio de Juan capítulo quince que expongo arriba parece desprenderse de la lectura del mismo que el mantenerse en el amor de Dios es una CONSECUENCIA directa del hecho de guardar los mandamientos de Jesús. Por otra parte, y a menos que los mandamientos de Jesús (Dios Hijo) difieran de los de Su Padre (Dios Padre), (cosa que yo no puedo todavía entender) me pregunto ¿qué mandamientos (¡ojo! no mandatos) compondrían o componen los que el mismo Jesús detenta como suyos y que además son la clave para mantenerse en el amor de El mismo (Dios Hijo)?”

Por tanto, en el cuerpo de este estudio bíblico, voy a tratar de exponer mi opinión a los asuntos que planteas, especialmente a qué mandamientos se refiere Jesús en Juan 15:10. ¿Se está refiriendo Él a la ley del Sinaí, dada por Dios en tablas de piedra a Moisés, conocidos también como el Decálogo o los Diez Mandamientos de la Ley de Dios o a otros distintos?

2. La ley escrita en tablas de piedra revelada por Dios a Moisés en el Sinaí.

Esta ley fue revelada por Dios a Moisés en el monte Sinaí hace unos tres mil quinientos años, y es la base del Pacto Antiguo que Dios hizo con su pueblo Israel. Sin embargo, este Pacto no fue el único que Dios hizo con la humanidad ni el más importante. Aunque la Biblia lo llama primer Pacto, para distinguirlo del Nuevo Pacto que inauguró Cristo con su muerte expiatoria, y que, obviamente, fue posterior, y al que pertenecemos todos los cristianos (véase Hebreos 8:13; 9:15, 18; 10:9), en realidad no es el primero de todos, pues anteriormente Dios había pactado con Adán, con Noé y Abraham, con su hijo Isaac y nieto Jacob, llamado Israel por Dios.

A los cristianos no nos concierne el Pacto Antiguo, llamado también primer Pacto, el que Dios hizo con Moisés, sino el pacto que Dios hizo con Abraham. En Gálatas 3:16,17 se nos dice que este pacto fue establecido cuatrocientos treinta años antes que el de Moisés.

¿Por qué es más importante para los cristianos el pacto que Dios hizo con Abraham que el que hizo con Moisés? Porque a Abraham y a su descendencia prometió Dios la venida de Jesús, el Mesías redentor, por el cual serían benditas todas las naciones de la tierra (Génesis 12:3; 22:18; Mateo 1:1; Gálatas 3:8,14,16-22).

La salvación o justificación o perdón de todos nuestros pecados se consigue por la fe en Cristo (Gálatas 3:7-14; Romanos 3:24, 27) no por hacer las obras de la ley (Gálatas 2:16; Romanos 3:28).

Gálatas 3:7-14: Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. 10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

Entonces, ¿Qué ley moral tenía la humanidad antes de que Dios la revelara en el Sinaí? ¿Para qué reveló Dios su ley?

Los seres humanos, aunque enturbiadas sus conciencias por el pecado, tienen un sentido innato en las mismas que les hace distinguir el bien y el mal, lo que evidencia que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, e implantó en nuestras conciencias esa ley moral natural. La Biblia nos confirma que no existió revelación de la ley moral hasta Moisés. Pues explícitamente afirma que la ley vino cuatrocientos treinta años después que Dios hiciera la promesa a Abraham de que traería a su Hijo, Cristo, de su descendencia, para rescatar y redimir a la Humanidad perdida (Mateo 1:1; Gálatas 3:17; véase además Romanos 5:13).

Dios escogió un pueblo, y le dio su ley para educarlo en santidad, para que preparase el acogimiento de su Hijo, y para que fuese luz y guía para las demás naciones. Después del periodo esclavitud de los israelitas en Egipto, que sin duda, embruteció sus conciencias, y cuando el resto de la humanidad también había empezado a degradarse y a cauterizar su conciencia moral, es el momento histórico elegido por Dios para revelar su ley moral. Esta ley nos habla del amor que debemos al Creador, y a los demás seres humanos. Se desarrolla en diez mandamientos. La primera tabla, con cuatro mandamientos que se relacionan con nuestro deber a Dios, y la segunda tabla con seis mandamientos que legislan las relaciones entre los humanos. El cuarto mandamiento (Éxodo 20:8-11) se refiere a la obligatoriedad del reposo sabático, que se relaciona con el séptimo día de la Creación para que recordemos que fue Dios quien creó todo, y que la humanidad no emerge como fruto de una evolución azarosa. No obstante, Dios da  este mandamiento a Israel como señal del Pacto Antiguo(Éxodo 31:13-17), y no hay precedentes bíblicos de que existiera antes de Moisés, por lo que creemos que nunca fue preceptivo para la humanidad, puesto que no se corresponde con la leyes morales que Dios infundió en el ser humano. El guardar el reposo sabático es, pues, exclusivo para Israel. Se trata de un mandamiento ritual que tiene su cumplimiento en Cristo, y termina con Él (Colosenses 2:16,17; Gálatas 4:9-11; etc.), puesto que en todo el NT no se confirma su obligatoriedad.

El objetivo de la ley es reavivar las conciencias cauterizadas, y descubrir los pecados no reconocidos como tales para que “todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”:

Romanos 3:19-20: Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; 20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

Romanos 5:20-21: Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

3. La ley en el Nuevo Testamento  

 Cristo no vino a abolir la ley del Sinaí, sino a cumplir toda la ley y los profetas (Mateo 5:17), no la letra de la ley sino el espíritu de la misma, pues con Él se inaugura un nuevo Pacto que no está basado “en el régimen viejo de la letra sino en el régimen nuevo del Espíritu” (Romanos 7:6; ver además 2ª Corintios 3:6-18; Hebreos 8:13). En Mateo 5:21-48, Él nos enseña a ver más allá de la letra de la ley. Por eso Cristo contrasta lo que está escrito en el AT con la interpretación correcta que hay que hacer, por eso dice: “Oísteis que fue dicho….Pero yo os digo”. ¿Qué se salva, pues, del AT, como preceptivo para toda la humanidad? En mi opinión, todos los principios morales de la ley del Sinaí, excepto el de guardar el reposo sabático, que prefiguraba ritualmente el dejar de obrar, símbolo de la salvación en Cristo por la sola fe (Ver Hebreos 3:7-4:1-11).

Cristo vino a cumplir la ley, los salmos y los profetas, es decir todo el AT (Mateo 5:17-18; Lucas 16:16-17), y Él mismo afirma que “la ley y los profetas eran hasta Juan”.

Lucas 16:16 -17: La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.

Jesús explicó a los fariseos de su tiempo los dos principios morales que resumen toda la ley del AT y que nunca pueden ser abolidos porque son la base de la justicia del Dios de amor:

Mateo 22:34-40: Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Lo que hizo Jesucristo no es anular la ley sino amplificarla y darle el sentido espiritual que va mucho más allá de la letra. Por eso, gracias a Él, durante toda nuestra era, la cristiana, los seres humanos caminan hacia una mayor madurez y perfección, siendo el cristianismo la base los modernos derechos humanos que la humanidad ha llegado a reconocer aunque no siempre los respeta, a causa del pecado y la no conversión a Cristo. Él nos proporciona un mayor conocimiento y luz de la verdad y por tanto, también una mayor exigencia y perfección. La ley del AT ya cumplió su misión de traernos a Cristo, pero sus principios morales permanecen, al tiempo que desaparecen todas las demás leyes rituales, de santidad, civiles, alimentarías, humanitarias, de la guerra, etc., que componen el Pentateuco o Torah. 

Mateo 5:38-48: Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; 40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Sin embargo, la ley del Sinaí o de los diez mandamientos o cualquier otra no da poder para vencer al pecado y permanecer así en el amor de Jesús ¿Acaso ha habido alguien alguna vez que haya cumplido toda la ley a la perfección sin el poder de Cristo y su Palabra? Si así fuera en vano hubiera venido Cristo. La ley solo debe servir para que reconozcamos nuestros pecados y a la manera de un ayo o tutor nos lleve “a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:24). Con Cristo se universaliza y espiritualiza la ley y toda la humanidad sin Cristo queda bajo el juicio y la condenación de la ley. A partir de Cristo, las conciencias de los seres humanos son formadas por su Evangelio. Tanto si sus conciencias admiten esos principios morales como si los rechazan serán juzgados de acuerdo a su fidelidad y coherencia interna, de acuerdo a las palabras de San Pablo de Romanos dos:

Romanos 2:11-16: porque no hay acepción de personas para con Dios. 12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

De lo que deduce que todos seremos juzgados de acuerdo a nuestra conciencia, y al conocimiento que tengamos de lo que es bueno y malo. Es decir, “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace le es pecado.” (Santiago 4:17). Pablo declara tajantemente en el siguiente verso: “en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2:16). Observemos que no dice: “que Dios juzgará los secretos de los hombres con la ley de Dios del AT", sino conforme a mi evangelio. Los que crean solo en su conciencia, todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados;

¿En qué grupos estamos los cristianos? ¿Estamos bajo la ley o bajo la gracia?

Todo ser humano tiene en su conciencia una ley moral natural que le permite distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo que está bien y lo que está mal. Esta ley moral natural, para que nadie la olvidara, Dios la reveló a Moisés para que el pueblo de Israel se formara, y aprendiera a obedecer el pacto, y testificara de ella a todas las naciones para que supieran que Él es el verdadero Dios. Está ley exterior (en tablas de piedra), que nadie podía obedecer por sí mismo, pues al ser algo externo al hombre no tiene fuerza para modificar las conductas y el corazón de las personas, tiene como finalidad delatar al pecado, allí donde se encuentre (Romanos 3:20). Con el nuevo pacto en Jesucristo, el pecado es vencido desde dentro de nosotros, desde el interior de nuestro corazón. Dios nos da un corazón nuevo (Ezequiel 36:26-27) “y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:27).

Dios promete a su pueblo, mediante Jeremías, durante el pacto antiguo, que en el nuevo pacto que hará más tarde: “…daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jeremías 31:33;). Compruébese  que el libro de Hebreos afirma que esta promesa se cumple en Cristo para todos los que confían en Él y se adhieren al nuevo pacto (Hebreos 10:12,14, 15-20).

Antes de entregarnos a Cristo, nuestra conciencia es avivada por la ley externa que hemos conocido, hasta hacer que reconozcamos nuestra pecaminosidad y nos alleguemos a Cristo para recibir el perdón y la justificación. De esa manera, la ley moral de nuestra conciencia, o bien la ley externa que hayamos aceptado es “nuestro ayo para llevarnos a CristoPero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe.”(Gálatas 3:24-26).

Sin embargo, mientras el ser humano pretenda cumplir la ley con sus propias fuerzas, independientemente de Cristo estará bajo condenación. Al aceptar que Cristo ha cumplido la ley y que muere en lugar del pecador recibiendo la penalidad o paga del pecado que le corresponde al pecador, el cristiano queda justificado por gracia. Entonces es nacido de nuevo (Juan 3:5), convertido en nueva criatura por la Palabra de Dios (Santiago 1:18):

2ª Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

A partir de ese momento el cristiano, deja de estar bajo la ley “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14). Si alguna vez fueron los diez mandamientos nuestra guía, dejan de serlo, pues ahora nuestra única guía es el Espíritu:

Romanos 8:14: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.”
Gálatas 5:18: Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

¿Tiene la ley algo que ver con el cristiano? En absoluto ¿Por qué? Porque hemos muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo (Romanos 7:4). Al igual que la mujer casada es libre de casarse con otro cuando muere su marido, así el cristiano es libre de la ley por que ha muerto para ella, y ahora es de Cristo, pertenece a Cristo, no a la ley (Romanos 7:1-6).

Romanos 7: 6: Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.

Siendo justificados gratuitamente sin las obras de la ley por la fe en nuestro Señor Jesucristo (Romanos 3:24,25; 5:1), lo que quiere decir que hemos sido declarados justos ante Dios por la sangre de Jesucristo que pagó el precio de nuestra culpa. Él nos ha perdonado todos los pecados, y nos ha dado la salvación y la vida eterna, que ya nadie nos puede quitar. También hemos sido liberados de la esclavitud del pecado, y ahora somos esclavos de Dios y de la justicia para dar frutos de santificación.

Romanos 5:1:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;

Romanos 6:22: Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

Ahora, pues no estamos bajo la ley sino bajo la gracia (Romano 6:14) y nuestra conciencia está regida por la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús [que] me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:2).

Romanos 8:1-7: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

4. ¿Cuáles son los mandamientos de Jesús, Dios Hijo? ¿Son distintos a los de Dios Padre?

El Dios del AT que se revela a Moisés cuando se le aparece en una llama de fuego en medio de una zarza (Éxodo 3:2) es Dios hijo, el que luego se encarnaría mediante la Virgen María tomando el nombre de Jesús (Juan 8:58). El nombre que Dios hijo da a Moisés es “Yo soy el que soy”. “Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros” (Éxodo 3:14). De aquí procede el tetragrama YHWH que al añadirle las vocales se forma el nombre de Yahvé o Jehová según distintas versiones de la Biblia.  También es Dios hijo el que revela su ley al pueblo de Israel. Por tanto, todos los mandamientos revelados proceden de Dios, el Hijo, y todo procede de Dios Padre (Juan 10:30: “Yo y el Padre uno somos”). Por tanto, sus mandamientos no pueden ser distintos. Todo lo del Padre es también del Hijo, y viceversa.

Ahora bien, ¿a qué mandamientos se está refiriendo Jesús en Juan 15:10: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.”?

Jesús no dio una nueva ley moral sino que desarrolló y le dio el auténtico alcance a la ley moral del AT. Ya hemos hablado de Mateo 22:37-39 donde Jesús dice que de dos mandamientos depende o se resume toda la ley del AT: el amor a Dios y al prójimo. Y en Juan 13:34,35 declaró: “Un nuevo mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (35) En esto conocerán que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”. El mandamiento del amor no es nuevo como hemos visto. Su novedad radica, quizá, en la profundidad, entrega y desprendimiento que implica ese amor “como yo os he amado”. Por tanto, debemos seguir su ejemplo y amar como el nos amó. También mandó lo siguiente:

Mateo 28:18 -20:Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Juan 6:27-29: Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. 28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

Juan 5:39: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
Juan 14:1: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

Sin embargo, debemos leer el contexto del capítulo 15 del Evangelio de Juan, para saber  a qué mandamientos se está refiriendo Jesús. Leamos pues desde el verso número cuatro en adelante:

Juan 15:4-11:Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.

Juan 15:12-17: Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.

En mi opinión, los mandamientos a los que se refiere Jesús son su Palabra. Nos manda –es  decir, sus mandamientos son- que permanezcamos unidos a él  y a su Palabra. Esto es lo que da poder para vencer el pecado. Su Palabra que es la verdad (Juan 17:17) nos hace libres:

Juan 8:31: “si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32)

Cuando creemos en Jesús y en su Palabra nacemos de nuevo y somos hechos nuevas criaturas en Cristo, las cosas viejas pasaron (2ª Corintios 5:17), “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” (Santiago 1:18). Y también San Pedro afirma lo mismo con otras palabras:

1ª Pedro 1:22-25: Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 24 Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; 25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.

5. Conclusión

En el Nuevo Testamento se recogen y confirman todos los principios morales de la ley del Antiguo Testamento que son de ley moral natural. Pero el Antiguo Pacto con todas las leyes que conforman el Pentateuco o Torah quedan abolidas como un sistema de legislación ajustado a un solo pueblo, el Israel antiguo, y a una época, la anterior a Cristo. Dicho sistema o conjunto de leyes, que la misma Biblia denomina “la ley”, fue revelado por Dios a Israel, y nunca los gentiles estuvieron bajo esa ley.

El pacto antiguo es sustituido por el nuevo, como claramente declara, el autor de la epístola a los Hebreos (seguramente el apóstol Pablo) cuando escribe en el capítulo 8 y versículo 13: “Al decir: Nuevo Pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.” (Véase además Hebreos 7:18,22; 8:6-12; 2ª Corintios 3:6-17).

El reposo sabático fue ordenado por Dios antes de dar su ley en tablas de piedra en el Sinaí para enseñar a obedecer a un pueblo embrutecido por la esclavitud de Egipto (Éxodo 16:4-5). En el desierto, el pueblo fue enseñado a recoger doble porción de Maná el sexto día: “(3) Mas el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día. (23) Y él les dijo: esto es lo que ha dicho Jehová (o Yahvé): Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana.” (Éxodo 16:3, 22,23). Este mandamiento Dios lo incluyó en las tablas de piedra de su ley del Sinaí, formando el cuarto mandamiento, y, además, Él lo da a Israel como señal del Pacto Antiguo (Éxodo 31:12-17).

Este mandamiento del reposo sabático, lejos de ser confirmado por Jesús y los apóstoles es poco a poco desautorizado.

Jesús aun estando bajo las leyes del Antiguo Pacto, lo que implicaba que seguía vigente todo el reglamento ritual para la observación del sábado, no tuvo reparos, dada su autoridad como Señor del sábado (Marcos 2:28; Lc 6:5), en comenzar a quitar al reposo sabático toda la carga ritual que poseía, pues Él tenía que preparar al pueblo para su gradual desaparición. El reposo sabático, pues, dejaría de tener vigencia a la entrada del Nuevo Pacto, cuando se consumara la muerte expiatoria de Cristo en la cruz. En ese momento, el reposo sabático, al prefigurar el descanso de todas nuestras obras en la salvación sólo por los méritos y obra de Cristo, deja de tener sentido. Y de ahí en adelante, se obtiene el reposo, no observando un día sino depositando nuestra confianza en el Salvador. Por eso Jesús afirma que su “...Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo... (Juan 5:17). En los siguientes versos se acusa al Señor del sábado, Jesús, de quebrantar el día de reposo.

Juan 5: 16-18: “16 Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17 Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. 18 Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.

En cuanto a la no vigencia del reposo sabático para los cristianos, San Pablo no puede ser más claro y contundente en los siguientes textos:

Colosenses 2: 16: Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo.”
Romanos 14:5-6: Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. 6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.
Gálatas 4:8-10: Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; 9 mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.

Estimado amigo, los judaizantes pretendían que los cristianos guardasen toda la ley de Moisés, no solo la ley de la circuncisión que pertenece a la señal del pacto con Abraham, pero que se mantuvo vigente en el pacto antiguo de la ley de Dios con Moisés. La ley de Moisés es la ley del Señor, y así lo muestra la Biblia en muchos textos, lo cual creo haber probado en los numerosos estudios bíblicos que ya he realizado sobre al ley, y que el lector puede examinar en esta misma Web.

Este primer conflicto, que se relata en el libro de los Hechos de los apóstoles entre los cristianos judaizantes que pretendían que los nuevos cristianos gentiles guardasen la ley de Moisés o sea de la ley del AT, provoca una especie de concilio o reunión de los líderes de la iglesia primitiva. Lo fundamental que se relata en Hechos capítulo quince, lo destacamos a continuación:

Hechos 15:10-11,19-20,24, 28-29: Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.

[…] 19 Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, 20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre.

[…] 24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley,

[…] 28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.

Nadie creo negará que este concilio fue una ocasión propicia para que los apóstoles reivindicaran la necesidad de que los cristianos debían guardar la ley de Moisés y especialmente el reposo sabático. Sin embargo, nada de eso ocurrió, sino solo las citadas leyes del AT (que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación) se recomendaron a los cristianos y nada más.

En el NT el sábado, séptimo día de la semana, tras la muerte de Cristo en la cruz, deja de ser un mandamiento. A partir de ese momento, el día en que se reúne la iglesia primitiva es indiferente que sea sábado o domingo, no importa en absoluto. Por supuesto, que deja de ser una “obligación” para convertirse en una “devoción” o celebración. Era lógico, natural y necesario que al principio, la iglesia, formada principalmente por judíos, y durante algún tiempo, se siguiera reuniendo en las sinagogas en el día sábado, puesto que esa era la costumbre de los judíos. Allí y en ese día debían los apóstoles y los nuevos cristianos, ya fueran judíos o gentiles, ir a predicar a Cristo. Pero poco a poco, a medida que los gentiles iban aumentando en la iglesia primitiva, se fue escogiendo como día de reunión el primero de la semana o sea el domingo (Hechos 20:7; 1ª Corintios 16:1-2). Por eso, Hebreos 10:24 y 25 no se refiere a cumplir o guardar ningún tipo de ley sabática sino que simplemente recomienda que “nos consideremos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; (25) no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más como veis que aquel día se acerca”. Nada que ver con el guardar, reposar y adorar en sábado. Cualquier día es bueno para congregarse, estimularse al amor y a las buenas obras. Esa comunión entre los hermanos y con Dios, es lo único que Él requiere de nosotros (Romanos 13:10; Gálatas 5:14). Veamos como en el NT, ya muy temprano,  la Iglesia primitiva se reúne en el primer día de la semana o domingo.

Hechos 20:7: El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.

1ª Corintios 16:1-2: En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. 2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.

Por otro lado, reunirse en sábado a fin de cumplir el cuarto mandamiento de la ley del Sinaí, que mandaba a los israelitas guardar el reposo sabático so pena de muerte (Éxodo 20:8-11; 31:15), es tratar de salvarse haciendo las obras de la ley: es ponerse bajo la ley del Antiguo Pacto y rechazar a Cristo. Así lo manifiesta San Pablo:

Gálatas 3:10-14: Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

La ley del Sinaí o de los Diez Mandamientos, es la base del Antiguo Pacto, y forma parte del sistema de leyes llamado la Torah, que conforma el Pentateuco. Este Pacto está vinculado únicamente con el pueblo del Israel antiguo. Esto quiere decir que jamás los llamados gentiles, y luego los cristianos tuvieron nada que ver con el citado Pacto.

Ahora veamos en cuadro comparativo cómo el NT recoge y confirma los principios morales de la ley de las tablas de piedra del Sinaí que son de ley natural:

ANTIGUO TESTAMENTO                      NUEVO TESTAMENTO

1. No tendrás dioses ajenos delante de mí. Éx. 20: 3

1. Os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra y el mar. Hech. 14: 15, Gál 4:8, Ro. 1:23ss 

2. No te harás imágenes. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás. Éx. 20: 4, 5

2. Hijitos, guardaos de los ídolos. I Juan 5: 21, 1 Cor. 8:4, 10:19

3. No tomarás el nombre de Dios en vano. Éx. 20: 7

3. Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento. Santiago 5: 12 

4. Acuérdate del día de sábado, para santificarlo. Éx. 20: 8

4. No hay mandamiento en todo el Nuevo Testamento para que se guarde el sábado. 

5. Honra a tu padre y a tu madre. Éx. 20: 12

5. Hijitos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Efe. 6: 1

6. No matarás. Éx. 20: 13

6. No matarás. Rom. 13: 9

7. No cometerás adulterio. Éx. 20: 14

7. Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros... heredarán el reino de Dios. I cor. 6: 9-10

8. No hurtarás. Éx. 20: 15

8. El que hurtaba, no hurte más. Efe. 4: 28

9. No hablarás falso testimonio. Éx. 20: 16. 

9. No mintáis. Col. 3: 9

10. No codiciarás. Éx. 20: 17

10. Pero la codicia, ni aún se nombre entre vosotros. Efe. 5: 3 

El objetivo de esta ley es hacer consciente a todos los seres humanos de su pecado y de su incapacidad e impotencia para cumplirla a la perfección en su exigencia espiritual y no solo de la letra, para que se arrepientan, y se alleguen a Cristo (Gálatas 3:24). La ley no pretende ni puede salvar sino solo reavivar las conciencias cauterizadas, y descubrir los pecados no reconocidos como tales para que “todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”:

Romanos 3:19-20: Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; 20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

Romanos 5:20-21: Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Cuando aceptamos a Cristo como nuestro redentor, nacemos de nuevo (Juan 3:5) y nos convertimos en nuevas criaturas en Cristo (2ª Corintios 5:17), y morimos “a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis [seamos] de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.” (Romanos 7:4).“Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.” (Romanos 7:6).

A partir de ese momento el cristiano, deja de estar bajo la ley “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14). Si alguna vez fueron los diez mandamientos nuestra guía, dejan de serlo, pues ahora nuestra única guía es el Espíritu:

Romanos 8:14: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.”
Gálatas 5:18: Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

Ahora, pues no estamos bajo la ley sino bajo la gracia (Romano 6:14) y nuestra conciencia está regida por la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús [que] me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:2).

Romanos 8:1-7: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Sin embargo, la ley moral natural revelada por Dios en el AT y confirmada en el NT sigue teniendo su función de hacernos conscientes del pecado. Aunque en los cristianos, por su conversión a Cristo la ley ya no les afecta y no puede condenarles, actúa especialmente en los inconversos para que se arrepientan y acudan a Cristo para ser sanados. Por eso San Pablo declara  “que la ley es buena, si uno la usa legítimamente” (1ª Timoteo 1:8).

1ª Timoteo 1:8-11: Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; 9 conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, 10 para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, 11 según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado.

Querido amigo, los mandamientos de Cristo consisten en que le creamos a Él como Señor y Dios y en todo lo revelado en su santa Palabra (Juan 6:28; 13:34-35; 15:4,12), y que seamos coherentes con lo que creemos. Si así lo hacemos Él nos dará el poder mediante su Santo Espíritu para que obedezcamos no la letra de la ley moral sino su espíritu que está plasmado en todo el NT. La clave no está, pues, en guardar sus mandamientos para permanecer en su amor (Juan 15:10) sino en ejercer la fe en Él, en depositar toda nuestra confianza en su sacrificio expiatorio y redentor. Nadie podrá guardar sus mandamientos sino confía plenamente en Él y en el cumplimiento de todas sus promesas. Lo primero no es intentar guardar los mandamientos para conseguir el amor de Jesús sino acudir a Él, con la conciencia de ser pecador y la confianza de que él tiene la solución. Y esto se consigue creyendo y obedeciendo el evangelio “porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree;” (Romanos 1:16)

Juan 15:4-11: Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. 12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

Estos son los mandamientos a que Jesús se refiere, permanecer en Él y creer sus palabras: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7).

El apóstol Juan confirma e interpreta lo que dijo Jesús en Juan 15:4:

1ª Juan 3:23-24: Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. 24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
1ª Juan 5:3-5: Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

 

Carlos Aracil Orts.
www.amistadencristo.com

 

Para más documentación sobre el tema de la Ley y el sábado puedes consultar los siguientes enlaces:

la ley en la Biblia
¿Guardar el día sábado es un mandamiento de Dios en el Nuevo Pacto?
¿Será el sábado dia de adoracion en la Tierra nueva? Primera parte
¿Está abolida la ley de Dios? Primera parte
¿Está abolida la ley de Dios? Segunda parte
¿Qué simboliza el reposo de Dios del séptimo día?
¿Será el sábado dia de adoración en la Tierra Nueva? Segunda parte
Pecado, ley y gracia
La ley que fue clavada en la cruz
¿Cuál es la ley del pecado y de la muerte?
¿Cumplir la ley, sin faltar en un punto, para ser salvo?
Respuesta sobre la ley a un amigo Adventista
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¿Cómo se salvaba la gente antes de Cristo?
¿Dictó Dios una ley imposible de cumplir?
¿Es la ley del Sinaí el ayo que nos conduce a Cristo?
¿Bajo que ley está la Humanidad sin Cristo?
¿Es el reposo sabático un símbolo de la salvación en Cristo?
Respuesta a siete argumentos pro vigencia reposo sabático
¿Cuáles son los mandamientos de Cristo?

 

 

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com

 

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*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo que se indique expresamente otra vesión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

 

 

 

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