Preguntas y Respuestas
Sobre la salvación (Soteriología)
¿Por qué destruyó Dios a los antediluvianos?
Carlos Aracil Orts
1. Introducción
Estimado hermano en Cristo, es para mí una gran satisfacción y alegría que un residente en Seattle (USA) haya visitado mi modesta Web www.amistadencristo.com, y me haya contactado. Tu pregunta, que transcribo a continuación, es muy buena, y también muy clara y concisa. Mi respuesta, debería serlo también.
“En el relato de Noé y el diluvio, Dios decide exterminar a todo ser viviente, por causa del pecado que había en la tierra, mi pregunta es, ¿cual fue el propósito de Dios al destruir al hombre? ¿Destruir el pecado? ¿O solo destruir al hombre? En concreto ¿Cual era el propósito que Dios quería con el diluvio?”
2. El pecado no se puede destruir por la fuerza sino sólo con el sacrificio de Cristo
Es indiscutible que el pecado después del diluvio continuó existiendo, y permanecerá hasta el fin del mundo en la Parusía de nuestro Señor Jesús. Por tanto, Dios, sin lugar a dudas no pretendió erradicar el pecado de la Tierra de una vez por todas en el Diluvio. Esto lo hará cuando termine el juicio de las naciones en el fin del mundo (Mateo 25:31-46; Apocalipsis 20:10-15; 21:1-27-22:1-7; 2ª Pedro 3:6-13).
2ª Pedro 3:6-7: “por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; 7 pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.”
El plan de Dios para eliminar el pecado fue la entrega de su Hijo a la muerte en sacrificio por el pecado de todos nosotros (Daniel 9:24; Isaías 53:5,10,12; Juan 1:29; etc..).
Daniel 9:24-26: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. 25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías…”
Juan 1:29: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”
Isaías 53:5,10-12: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. […] 10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
3. ¿Por qué destruyó Dios a los antediluvianos?
Dios no utilizó la destrucción para eliminar el pecado en la Tierra, pues de querer hacerlo así, tendría que haber eliminado a la primera Pareja (Adán y Eva) y creado otra, a continuación; pero no lo hizo, en primer lugar, porque es infinitamente misericordioso; y en segundo lugar, porque quiso mostrar al Universo las consecuencias del pecado y de la rebelión contra Él. Se hacía necesario desenmascarar al pecado que siempre trata de revestirse de una apariencia de justicia; también, evidenciar claramente adónde es capaz de llegar la maldad del pecado, y, además, para que se pudiesen distinguir claramente los hijos de Dios de los hijos del diablo. Era imprescindible que el pecado se mostrase tal cual es, y ello precisaba un tiempo de desarrollo. Un tiempo en que cada alma humana fuese probada a quien quería seguir, si a Dios para salvación, o Satanás para perdición.
La parábola del trigo y la cizaña
La parábola del trigo y la cizaña que se encuentra en Mateo 13:24-30 y la explicación de la misma por el mismo Jesús que se encuentra en Mateo 13:37-43, es muy descriptiva y aleccionadora.
Mateo 13: 24-30: Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28 El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29 El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
Explicación de la parábola de la cizaña por el mismo Jesús.
Mateo 13:36-43: Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37 Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38 El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. 39 El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40 De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. 41 Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, 42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. 43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
No se podía arrancar la cizaña antes de que creciese, pues se podía confundir con el trigo, y arrancarlo también. Es decir, era necesario, que cada cual se realizase como lo que era, trigo o cizaña, y al final, a la cosecha, se recogería primero la cizaña para quemarla, y luego al trigo para llevarlo al granero. Así es el juicio de Dios. Sin embargo, Dios da la solución al pecado, entregando a su único Hijo, mostrando a la vez su misericordia hacia nosotros y su justicia mediante el hijo que muere por nuestra penalidad y culpa: “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a sufijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Dios destruyó a la humanidad antediluviana a causa de “que la maldad de los hombres era mucha en la Tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5; ver también 6:11,12,13).
Sin embargo, no necesito darte mi opinión como respuesta, pues la misma Biblia pone en Boca de Dios la respuesta, y por tanto ya no hay lugar a dudas:
Génesis 6:13: “Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra.”
La Tierra se había llenado de tal cantidad de violencia, como jamás nadie había imaginado que fuese posible suceder. La vida de las personas peligraba constantemente. Aún así Dios les amonestó durante 120 años (Génesis 6:3) por medio de su pregonero de justicia Noé (2ª Pedro 2:5-9; 1ª Pedro 3:20; Hebreos 11:7), y no se arrepintieron. Además, se debe tener en cuenta, que la longevidad media de entones no era como ahora de unos 70-80 años, sino que era muy elevada, del orden de unos 800-900 años. Notemos que Noé vivió 950 años en total; de los cuales 350 años fueron después del diluvio (Génesis 9:28,29). Esto evidentemente hacía que la maldad y la violencia se hicieran insoportables por perpetuarse en el tiempo. Pensemos que Dios nunca se equivoca, y no hace o permite nada que vaya contra sus eternos designios de toda su voluntad inmutable, siempre para bien de la humanidad, pues Dios es un Dios de amor. (1ª Juan 4:8-10).
1ª Juan 4:8-11: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 11 Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.
4. Conclusión
La existencia del Diluvio fue confirmada por el propio Jesús (Mateo 24:37; Lucas 17:26). Las personas vivían ajenas a Dios y a su voluntad: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.” (Génesis 6:5).
Dios es infinitamente misericordioso, y da el tiempo y las oportunidades para que todos se arrepientan, no queriendo que nadie se pierda, pero también es justo y no permitirá que el mal se perpetúe para siempre y que quede sin castigo. Él ha provisto el Plan de salvación mediante Jesucristo, “para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
El juicio de Dios a los antediluvianos es una advertencia y un ejemplo para la humanidad de hoy, de lo que sucederá en el fin del mundo, y del juicio final, cuando el Hijo del Hombre venga por segunda vez a separar el trigo de la cizaña, la cual está destinada a ser quemada al igual que este planeta con todos los inicuos. (Lucas 17:29,30; 2ª Pedro 2:4-9; 3:5-13)
Lucas 17:26-30: “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. 27 Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. 28 Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. 30 Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.”
2ª Pedro 2:4-10: “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; 5 y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; 6 y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, 7 y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados 8 (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), 9 sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; 10 y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío.”
2ª Pedro 3:5-7,10-13: “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, 6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; 7 pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.[...] 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”
Con la ayuda de Dios, espero haber contestado adecuadamente a tus reflexiones, no obstante, si deseas hacer alguna aclaración o comentario a este estudio o a cualquier otro, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico:
carlosortsgmail.com
Bendiciones
Carlos Aracil Orts
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