Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

El problema del mal y del sufrimiento (Teodicea)

 

¿Por qué existe el mal?

 
Versión 13-03-13
 
 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción.*

El mal o lo malo es una consecuencia o fruto de las equivocadas acciones de criaturas inteligentes que Dios creó con libertad para elegir. Sin duda alguna, Él creó un universo perfecto y a seres que lo habitaran también perfectos: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto” (Génesis 1:31).

Aunque, lo que había sido hecho “bueno en gran manera”, la Biblia lo refiere específicamente a la creación del planeta Tierra y al hombre, – y no a los ángeles, espíritus puros, que tantas veces intervienen en los asuntos humanos y son mencionados en ella, ni a otro tipo de criaturas inteligentes que probablemente existan en otros mundos habitados– es natural, racional y totalmente lógico extenderlo a todos los seres conscientes e inteligentes creados en el Universo. Pues es completamente inadmisible y hasta blasfemo afirmar que Dios creó a unas criaturas perfectas y a otras llevando el “germen” o  estigma del mal desde el principio, con el solo objeto de que las malas tentasen a las buenas, y de esta forma el mal se extendiese y fuese conocido en todo el Universo.

El abordar, con este estudio, el peliagudo problema del mal –lo que no contemplaba entre mis planes inmediatos– se debe a que mi querido hermano y amigo, Ricardo, me “provocó” o estimuló a ello, al enviarme un correo en el que me planteaba sus argumentos, y dos estudios bíblicos adjuntos en los que incidía en lo mismo, de forma más amplia.

A continuación, para no ser exhaustivo y por razones obvias de espacio, haré solo un breve extracto de sus principales argumentos y pruebas bíblicas:

“Si no hay cizaña, no puedes apreciar el trigo verdadero, si no hubiera amargo, no apreciarías lo dulce, si no hay simple no aprecias lo salado, si no hay enfermedad no aprecias la salud, si no hay dolor y tristeza no aprecias la alegría y la felicidad, si no hay ruido, no aprecias el silencio, Y SI NO HAY TINIEBLAS NO APRECIAS LA LUZ.  Esa es la razón por la que Dios lo hizo” (Ricardo).

Otros argumentos que he extraído de los estudios adjuntados:

“Satanás fue sencillamente la herramienta que Dios utilizó para probar la fidelidad de Adán y Eva.

“Si Satanás no hubiera existido, entonces el Dios Padre no habría podido probar la fidelidad de su Hijo, por eso es que Dios creó a Satanás. (Mateo 4:1; Lucas 4:1-2).

“Satanás fue creado como un ser malvado sencillamente para ser la herramienta de Dios en el universo para poder probar la fidelidad del ser humano  al Creador de todas las cosas.”

¿Pueden estos argumentos o razones extraídos del artículo –“Toda la verdad sobre Satanás”– justificar que Dios sea el autor y creador del mal?

¿Unos objetivos supuestamente buenos –como probar la fidelidad de los seres humanos y de Cristo– justificarían usar el mal como medio, como trampolín, para obtener el bien? ¿El fin justifica los medios?

Los defensores de los argumentos citados arriba se sustentan en los textos bíblicos de Isaías 45:5-7, Juan 8:44, 1ª Juan 3:8 y Romanos 9:17-23, que transcribo a continuación:

Isaías  45:5-7: "Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, (6) para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, (7) que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto".

Todo el peso de la prueba bíblica –aportada por mi amigo y hermano–  cae en la interpretación del versículo 7 citado, y más exactamente en las palabras: “[Yo] creo la adversidad”. Las cuales, tomadas literalmente, expresan, supuestamente y según él, que Dios ha creado el mal, bajo la siguiente premisa:

“Aquí, la palabra adversidad, quiere decir maldad, o el mal, en el original hebreo” (Ricardo).

Consecuentemente con la anterior interpretación, él añade los siguientes textos del Nuevo Testamento pretendiendo demostrar que Dios creó el mal, al crear a Satanás, un ser diabólico mentiroso yhomicida desde el principio", que peca desde el principio”, pues así lo deducen de estas frases en cursiva, que fueron expresadas por Jesús y el apóstol Juan, respectivamente. Pero mejor leer los textos completos:

Juan 8:44: Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”.

1 Juan 3:8: El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

Realmente la afirmación de que Dios es el creador del diablo como tal, le hace así mismo directamente “el Autor del mal”, lo que sin duda es una calumnia y una blasfemia a Dios, que es infinito amor y bondad. Esta errónea o incorrecta interpretación se sustenta únicamente en la palabra “principio”, que inflexiblemente se defiende que necesaria e indefectiblemente tiene que referirse al mismo instante en el que ese ser fue creado. Es decir, Dios, maliciosamente, creó un monstruo para que fuera el que, mediante sus supuestas invencibles tentaciones, sembrara el mal y la rebelión en el Universo.

Y para culminar esta sesgada, cruel e inverosímil interpretación, también se apoyan en “nuestro amado hermano Pablo, [que] según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito,  (16)  casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.  (17)  Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3:15-17).

Muy posiblemente el apóstol Pedro en el versículo 16  –“…hay algunas [cosas] difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3:16)– se estaba refiriendo, entre otras cosas a los siguientes textos de Romanos 9:17-23. En este texto, Él, claramente nos advierte del peligro de torcer las palabras del apóstol Pablo:

Romanos 9:17-23: Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. (18) De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. (19)  Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?  (20)  Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? (21) ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? (22) ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, (23) y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,

Y ante “tanta evidencia” mi amigo y hermano, Ricardo, no puede menos que exclamar lo siguiente, y se queda tan tranquilo:

“¡DIOS inventó o creó el mal! Así de sencillo. LA BIBLIA LO DICE y no es que Dios con eso sea malo, es parte de su plan” (Ricardo).

En el cuerpo de este estudio bíblico combatiremos esta forma errónea de interpretación mediante el desarrollo de los siguientes puntos:

2. ¿Dónde y cuándo surgió el mal en primer lugar y cómo se trasladó al planeta Tierra?

La Biblia, tanto AT como NT, se refiere muchas veces a los ángeles como seres espirituales superiores al hombre, al servicio de Dios (Isaías 6:2; Hebreos 1:13; 2:7;) que habitan donde Dios tiene su trono (Ap. 2:13; 4:2; 7:9; etc.), que está en el tercer Cielo (2 Corintios 12:2; Efesios 4:10; Fil. 3:20).

Al respecto, debemos saber que la Biblia nos revela la existencia de distintas clases de ángeles o jerarquías, que reciben los títulos o cargos de “querubines” (Génesis 3:24; Salmo 80:1; Isaías 37:16; Ez. 10:15-20; 28:14; etc.), “serafines” (Isaías 6:2,6) y “arcángeles” (1 Tes. 4:16; Judas 9). La primera referencia a ellos la encontramos tempranamente en el libro de Génesis y capítulo tres:

Génesis 3:24: [Dios] Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.

Más tarde, Dios ordena a Moisés hacer dos querubines de oro (Éxodo 25:18-22), y que los colocase unidos a cada extremo del propiciatorio, que era también de oro, colocado encima del arca de la alianza, y todo ello situado en el Lugar Santísimo del Tabernáculo Terrenal, donde también se manifestaba   Dios y hablaba al sumo sacerdote (Éxodo 25:22), todo ello como símbolo y figura del Santuario Celestial (Hebreos 9:1-8). Leamos los textos citados porque nos pueden aleccionar respecto al rango elevado por su cercanía a Dios que tienen los querubines representados por estas dos figuras o imágenes de oro:

Éxodo 25:16-22: Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré.  (17)  Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio [unos 113 cm], y su anchura de codo y medio [unos 68 cm]. (18)  Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio.  (19)  Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos.  (20)  Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines.  (21)  Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.  (22)  Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel.

También en los siguientes pasajes se alude a los querubines como ocupando una posesión cercana a Dios, puesto que Él mora entre ellos. De lo cual inferimos la gran dignidad que tienen estas criaturas celestiales.

2 Reyes 19:15: Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra.

Salmos 80:1: Súplica por la restauración  Oh Pastor de Israel, escucha;  Tú que pastoreas como a ovejas a José,  Que estás entre querubines, resplandece.

Isaías 37:16: Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, solo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.

Ezequiel 10:19: Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos; cuando ellos salieron, también las ruedas se alzaron al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima sobre ellos.

Cristo cita a los ángeles en muchas ocasiones y circunstancias, por ejemplo: Mateo 4:6,11; 13:39,41,49; 16:27; 18:10; 22:30; 24:31; 25:31,41; 26:53; etc. Sin embargo, Él mismo testifica que unos son ángeles santos, enviados por Dios para servir de ayuda al hombre, y otros, por el contrario, son “los ángeles que pecaron” (2ª Pedro 2:4), “que no guardaron su dignidad” (Judas 6), “son espíritus de demonios, que hacen señales” (Apocalipsis 16:14), y “engaña[n] al mundo entero” (Ap. 12:9). Estos espíritus malos o malignos (Lc. 7:21; Hch. 19:12-16) reciben el nombre de demonios, que no son otra cosa que los ángeles que cayeron de su dignidad, y que fueron arrastrados al mal por el “dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás” (Ap. 20:2).

El texto de Apocalipsis (12:4) –“su cola [la del dragón, es decir, el diablo] arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra”– da a entender de forma simbólica que una tercera parte de los ángeles siguieron a Satanás. Y Jesús dijo que el “fuego eterno [está] preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41; Cf. Ap. 20:10).

Por tanto, de todos estos textos, citados antes, fácilmente podemos inferir que Satanás fue un ángel que tuvo originalmente en el Cielo una mayor dignidad o jerarquía que el resto de los ángeles. No sabemos en qué se diferenciaba con los otros ángeles, pero lo cierto es que el encabezó la rebelión en el Cielo (Apocalipsis 12:7-12), lo que evidencia que pudo ejercer mayor influencia sobre los mismos, puesto que no fueron pocos los que le siguieron en su desobediencia a Dios.

Lucas 10:18: Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

Apocalipsis 12:7-12  Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;  (8)  pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.  (9)  Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.  (10)  Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.  (11)  Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.  (12)  Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.

Como hemos podido comprobar, el mal surge primeramente en el Cielo (Lucas 10:18; Ap. 12:7-9), por la rebelión contra Dios de una criatura celestial, un ángel o espíritu puro que ambicionó ser como Dios, cuestionando Sus leyes y Su justicia. Los textos citados del libro de Apocalipsis son muy explícitos porque, en primer lugar, nos sitúan en el escenario –el Cielo– donde se narra que hubo “un gran batalla en el Cielo”, y, en segundo lugar, identifican a Satanás con la serpiente antigua, es decir, la misma que tentó a Adán y Eva:  “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”  (Apocalipsis 12:9; Cf. Génesis 3:1-5).

¿Cuántos más argumentos y pruebas bíblicas serán necesarios aportar para refutar la torcida creencia de que Dios creó directamente un ser diabólico a fin de que con sus tentaciones sembrara el mal en el Universo?

Los que sostienen esta doctrina afirman que Satanás nunca fue un santo ángel de luz sino que Dios lo creó desde el principio para que fuese mentiroso y homicida. En la introducción de este estudio vimos los textos en los que basan su peregrina y maliciosa doctrina. Más adelante, trataremos de socavar también sus apoyos bíblicos, que no son otra cosa que sesgadas y ciegas interpretaciones.

Hasta aquí hemos querido probar que Satanás, en el principio de su creación, no fue otra cosa que un ángel de luz que se pervirtió porque ambicionó ser como Dios y ocupar su trono. De ninguna manera fue diablo desde el principio, ni un ser de una especie distinta a la de los ángeles, diseñado específicamente por Dios para que hiciera el mal.

Puesto que el diablo lideró la rebelión contra Dios, haciendo que también pecaran una tercera parte de los ángeles, es lógico y razonable deducir que él fue un ser angélico, al igual que sus hermanos a los que arrastró a la rebelión,  pero posiblemente ocupaba una posición de rango superior más cercana al trono de Dios que, como hemos visto arriba, es la de querubín.    

Los siguientes textos se refieren a los ángeles que se rebelaron contra Dios. En ellos no se nombra aparte al diablo, sino que lógicamente queda incluido dentro del grupo de ángeles que pecaron. El hecho de que él fuera el instigador y jefe de la rebelión no le hace de una “especie” distinta diseñada para hacer lo malo:

1 Corintios 6:3: ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?

2 Pedro 2:4: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;

Judas 1:6: Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día;

A Satanás le es fácil disfrazarse de ángel de luz porque él es un ser espiritual como todos los ángeles y tuvo esa naturaleza desde el principio, únicamente que la pervirtió. Él no podría engañar si se mostrara tal y como ha llegado a ser: un mentiroso y homicida. Por eso, él siempre se disfraza de ángel de luz.

2 Corintios 11:14: Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.

Y como último ejemplo cito el siguiente texto en el que Jesús nombra al diablo junto con sus ángeles. Aquí se distingue al ángel que inició la rebelión de los otros, que siguiéndole aceptaron sus mismos cuestionamientos de la justicia y bondad de Dios.

Mateo 25:41: Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

¿Era Satanás, antes de rebelarse contra Dios, un ángel de luz, querubín protector que moraba en Su trono? ¿Por qué, si no es así, se le nombra junto con sus ángeles? ¿Es Satanás una especie de ser espiritual distinta a los ángeles que capitanea? ¿No es acaso también un ser espiritual como ellos, aunque puede que tenga una jerarquía superior?

Solo hay unos pasajes en los libros de los profetas Isaías y Ezequiel que dan una respuesta definitiva a las anteriores cuestiones. En ellos se afirma claramente que Satanás, antes de convertirse en diablo, engañador y homicida,  fue un ángel de luz, querubín protector.  Los textos se encuentran en Isaías 14:4-20 y Ezequiel 28:12-19, pero, a pesar de su claridad, nuestros detractores no admiten que se trate de descripciones del ángel de luz y querubín que fue el diablo antes de su rebelión contra Dios. A continuación analizaremos dichos textos.

3. Análisis de los textos de Isaías (14:4-20) y Ezequiel (28:12-19).

Los pasajes citados de los libros de los profetas Isaías y Ezequiel del AT se refieren literalmente a los reyes de Babilonia y Tiro respectivamente. Pero defendemos la tesis de que esos reyes, que fueron hombres que realmente existieron cada uno en su época correspondiente, simbolizan y esconden además a un personaje celestial, llamado Lucero o Lucifer (Isaías 14:12) o querubín grande, protector (Ezequiel 28:14).

¿Por qué lo creemos así? Porque ambos autores, sin duda, inspirados por el Espíritu Santo, describen detalles y características que van más allá de lo humano y terrenal de los citados reyes. Ambos reyes encarnan y personifican el espíritu soberbio y homicida del diablo. Las vidas de estos reyes fueron controladas por Satanás, y él los manipulaba para controlar a las naciones y apartar a las gentes de Dios (Apocalipsis 16:14; 18:19; 19:19). Por eso el Espíritu Santo escoge a estos reyes para desvelarnos el carácter del ser espiritual que los dirigía, y al que representan. Detrás de todo mal siempre está Satanás. Como revela muy bien san Pablo: “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).

Siguiendo el orden, empezaré con el análisis de los textos del libro de Isaías:

Isaías 14:4-20: pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro!  (5)  Quebrantó Jehová el báculo de los impíos, el cetro de los señores;  (6)  el que hería a los pueblos con furor, con llaga permanente, el que se enseñoreaba de las naciones con ira, y las perseguía con crueldad.  (7)  Toda la tierra está en reposo y en paz; se cantaron alabanzas.  (8)  Aun los cipreses se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano, diciendo: Desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros.  (9)  El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte, hizo levantar de sus sillas a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las naciones.  (10)  Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros?  (11)  Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.  (12)  ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.  (13)  Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;  (14)  sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.  (15)  Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.  (16)  Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos;  (17)  que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel?  (18)  Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada;  (19)  pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado.  (20)  No serás contado con ellos en la sepultura; porque tú destruiste tu tierra, mataste a tu pueblo. No será nombrada para siempre la descendencia de los malignos.

Exégesis de Isaías 14:4-20

Veamos, primeramente el contexto cercano. En el capítulo 13 de su libro, el profeta Isaías, hacia el año 715 a.C., escribe el mensaje que recibió de Dios, de la caída de Babilonia. En el mismo, profetiza que ese imperio, que llegaría a ser el más poderoso de la Tierra –pues no lo era todavía en tiempos de Isaías– sería derrotado por los medos (Isaías 13:17), y que el fin del mismo “será como Sodoma y Gomorra” (Isaías 13:19), es decir, Babilonia será devastada completamente, y “nunca más será habitada” (Isaías 13:20). La primera parte de la profecía se cumple hacia el año 539 a.C. cuando cayó en manos de Ciro, y la segunda parte de la profecía fue paulatina hasta la total desolación hacia el año 117 d.C. (CBA, Tomo 4; pág 206-207). En la citada profecía hay varias alusiones al “día de Jehová”, que “vendrá como asolamiento del Todopoderoso” (Isaías 13:6,9). Esto es el día del juicio de Dios, el cual se produce sobre la Babilonia literal, pero simboliza también el día del fin del mundo,  y lo que Él hará sobre la Babilonia espiritual (1 Pedro 5:13, Ap. 14:8; 17:5-6; 18:4;19:2).

En el capítulo 14, que es el que voy a analizar, se hace una glosa o canto de esperanza al pueblo de Dios, que será librado del imperio babilónico, y que encontrará la paz “en el día que Jehová te dé reposo de tu trabajo y de tu temor, y de la servidumbre en que te hicieron servir” (Isaías 14:3). Esto se consigue parcialmente cuando el rey Ciro decreta la repatriación del pueblo exilado en Babilonia (Esdras 1:1-4). Pero el fin de Babilonia y de su rey no acaba, ni mucho menos, con la peregrinación del pueblo de Dios, que se prolongará hasta el día del juicio de Dios y la Parusía de Cristo en gloria. La lucha no es “contra sangre y carne” (Efesios 6:12), ni contra el rey de Babilonia, sino contra el príncipe o dios de este mundo (Juan 12:31; 2ª Corintios 4:4), que controla los gobiernos del mismo.

Por tanto, aunque el verso 4 se refiere a un proverbio o sentencia que Dios dirige contra el rey de Babilonia, por medio de su profeta Isaías, en realidad se dirige también al dios de este siglo, porque solo cuando él sea destruido habrá verdadera paz y reposo. La crueldad y la soberbia del rey, que se denuncia son las mismas que las de Satanás, personaje celestial que le controla, y que “engaña al mundo entero” (Ap. 12:9). Tanto el rey de Babilonia como el personaje celestial que simboliza terminan en el Seol, lugar o morada de los muertos, simbolizando la muerte eterna, su destrucción definitiva. Cuando él desaparece  todos se regocijan y encuentran la paz, pero esto realmente solo es finalmente cierto cuando se refiere a Satanás, el dios de este siglo.

Los versos 8 hasta el 11 inclusive son claramente figuras del lenguaje, como la prosopopeya; porque en el verso 8, poéticamente, se pone voz a los cipreses y cedros –que obviamente no pueden hablar– a fin de enfatizar el alivio que todos sienten. Se sigue, de forma semejante, haciendo hablar al Seol y a sus muertos para mostrar, en un primer momento, el espanto que sienten por la llegada del poderoso y cruel rey; aunque, por supuesto, los muertos no pueden asustar a nadie, por eso mismo, porque no tienen vida alguna, y por muy poderoso que él fue acaba como los demás: muriendo y siendo comido por los gusanos.

Los versos 15 al 20 continúan describiendo el final del rey del Babilonia en el Seol, que será el mismo que el del diablo (Ap.18:2.8-13,21; 20:10), donde sigue siendo objeto de asombro y perplejidad, cuando los demás muertos contemplan que él, tan poderoso antaño, también ha ido a parar a donde vamos todos.

Sin embargo, los textos del 12 al 14 contrastan claramente con los anteriores y posteriores que ya hemos comentado, sacando a relucir unas características que ya no se corresponden ni cuadran en absoluto con las del rey de Babilonia literal sino que describen al personaje espiritual simbolizado por aquel.

Isaías 14:12-14: ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.  (13)  Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;  (14)  sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

El escritor inspirado ya no menciona su crueldad y maldad, sino que por el contrario se lamenta que aquel ser luminoso –“Lucero”, “hijo de la mañana”– haya caído del Cielo. Aquí está la clave, para entender que la descripción de los citados versos ya no se refieren al rey de Babilonia literal sino al simbólico, al que mueve los hilos de este mundo, a su príncipe, Satanás, al que vio Jesús “caer del cielo como un rayo” (Lucas 10:18). El rey de Babilonia histórico nunca estuvo en el Cielo, pero sí Satanás; por eso solo él pudo caer del Cielo como así lo testifica Jesús y también el apóstol Juan en Apocalipsis 12:7-9.

Apocalipsis 12:7-9: Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;  (8)  pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.  (9)  Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

Si comparemos los textos anteriores con el texto 12 de Isaías 14 –“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones”– sin duda identificaremos a Satanás, el único que cayó del Cielo, que fue arrojado a la tierra, y que engaña o debilita a todas las naciones. Pero este texto, descubre mucho más, pues le describe como habiendo sido un “portador de luz”, alguien que ocupaba una posición en el trono de Dios elevada, antes de su caída,  asemejándose a la del mismo Cristo, pues a éste también se le simboliza como “el lucero de la mañana” (2ª pedro 1:19). Y Jesús se describe a sí mismo “la estrella resplandeciente de la mañana” (Apocalipsis 22:16). De ahí que las palabras del Espíritu Santo expresen tristeza, y se lamenten que siendo un “portador de luz”, semejante a Cristo, ambicionase el trono de Dios, y ser “semejante al Altísimo”, pero no en carácter sino en poder y gloria.

Isaías 14:14: sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

Claramente estos textos no pueden aplicarse al rey de Babilonia literal sino al personaje celestial que simboliza dicho rey. Puesto que él no cayó del Cielo, ni podía levantar su trono junto a las estrellas de Dios, ni pretender ser semejante al Altísimo, pues era humano. Pero encuentran pleno sentido literal cuando se aplican a un ser espiritual que el texto llama Lucero, hijo de la mañana o Lucifer, características y cualidades que tenía antes de su caída, pero que se pierden cuando se convierte, por su propia ambición, en un ser diabólico cuya única misión es engañar y destruir a cuantos pueda.

Exégesis de Ezequiel 28:12-19

Igualmente que los textos anteriores de Isaías 14:4-20, los pasajes de Ezequiel 28:12-19, aunque se dirigen al rey de Tiro histórico, el Espíritu Santo lo emplea como símbolo del diablo, porque, como dijimos antes, es el que domina las naciones paganas, y sus dirigentes imitan al verdadero líder que es Satanás.

Los pasajes de Isaías 14 y Ezequiel 28 son los únicos en toda la Biblia que revelan la posición elevada que ocupaba el ángel de luz, “querubín grande, protector” (Ez. 28:14), que fue Satanás antes de su rebelión, y también nos desvelan los motivos que le impulsaron a realizar tan malvada acción contra Dios. Por tanto, sin estos textos, que algunos se atreven a rechazar, no habríamos conocido que Dios creó un ángel de luz, un ser celestial, enormemente inteligente y hermoso, el cual dice la Palabra: “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”. (Ezequiel 28:15). Esto refuta totalmente la afirmación de que Dios creó un ser diabólico desde el principio, con el único fin de que tentara a la humanidad y al Hijo de Hombre, y de que surgiera el mal en el Universo. De ahí su interés y parcialidad en negar la evidencia, porque se derrumbaría su cruel doctrina.

Sin embargo, la Escritura desveló con todo detalle y claramente, que el ángel de luz, que se convirtió en diablo, es decir, enemigo de Dios, era perfecto hasta que anheló o ambicionó ser como Dios: “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor;” (Ezequiel 28:17).

Ezequiel 28:12-19: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.  (13)  En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.  (14)  Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.  (15)  Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.  (16)  A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.  (17)  Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.  (18)  Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.  (19)  Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser.

¿Cómo podemos estar seguros que, en los textos citados arriba, el rey de Tiro, además de ser un personaje histórico, encarna, personifica y simboliza a Satanás?

Sencillamente, porque el Espíritu Santo, por medio del profeta Ezequiel, nos desvela detalles y características que no pueden corresponder a ningún ser humano sino solo a un ser angélico. Comprobémoslo a continuación:

A. “Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura” (Ezequiel 28:12).

¿Ha habido algún ser humano en este mundo que haya sido el sello de perfección excepto Cristo?

Ningún ser humano es perfecto. Aunque Adán y Eva originalmente lo fueron porque Dios así los creó, al igual que Satanás, cayeron en el pecado, al desobedecer a Dios, y perdieron toda la perfección. En adelante su naturaleza fue siempre pecaminosa e inclinada a hacer lo malo. Solo Jesús, al proceder de Dios, nace santo y perfecto cuando toma carne del seno de la Virgen María (Mateo 1:20,21; Lucas 1:35). El rey de Tiro no podía de ninguna manera ser el sello de la perfección porque era hijo de su padre, el diablo.

B. “En Edén, en el huerto de Dios estuviste” (Ezequiel 28:13).

El rey de Tiro no podía de ninguna manera haber estado en Edén, puesto que nació miles de años más tarde. Pero para que no haya lugar a dudas, el escritor inspirado, añade: “en el huerto de Dios”. "En Edén, en el huerto de Dios" estuvieron la Primera Pareja y la “serpiente antigua”, que se llama diablo y Satanás (Génesis 3:1-5; Ap. 12:9; 20:2,3). ¿Hay alguien todavía que se empecine en creer que fue el rey de Tiro literal el que estuvo allí?

Génesis 3:1-5: Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?  (2)  Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;  (3)  pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.  (4)  Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;  (5)  sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.

Apocalipsis 12:9: Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

C. “Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste(Ezequiel 28:14).

Evidentemente el rey de Tiro fue un ser humano, de carne y hueso, pero simbolizaba a un ser espiritual, que antes de su caída en pecado, moraba “en el santo monte de Dios”, como solo pueden morar los ángeles y querubines que moran con Dios (Véase 2 reyes 19:15; 1ª Crónicas 13:6; Salmo 80:1, etc.).

D.  “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:15).

Versículo clave que hace desmoronar la doctrina de que Dios creó a un ser malvado desde el principio. Este versículo difícilmente lo pueden admitir los que acaricien en su corazón esa tremenda idea, que Dios necesitó una “herramienta” para que surgiese el mal. Por el contrario, este texto muestra contundentemente que Lucifer fue creado perfecto, y así anduvo en ese camino hasta que surgió la maldad en él, porque así decidió en su libertad oponerse a Dios.  Pero Dios no le coaccionó en absoluto sino que actuó en plena libertad.

E. “A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector” (Ezequiel 28:16).

¿Hacen falta más comentarios? ¿No es bastante explicito el texto? ¿A quién se refiere? Claramente se está dirigiendo al “querubín protector”. Y por lo que nos revela el Nuevo Testamento comprendemos que fue arrojado del Cielo, donde moraba con Dios:

Lucas 10:18:  Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

Apocalipsis 12:7-9: Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;  (8)  pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.  (9)  Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

F.  “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor” (Ezequiel 28:17).

El querubín grande, protector, que moraba con Dios se ensoberbeció tanto a causa de su esplendor y poder que quiso ser semejante a Dios pero no en carácter sino en posición y gloria. Esta es la causa de la entrada del mal en el Universo. La decisión libre de una criatura celestial, perfecta en todo pero que se pervirtió, y no que Dios la crease malvada como una herramienta de tentación con el solo objeto de que surgiese el mal para que apreciáramos el bien.

G. “Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.  (19)  Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser” (Ezequiel 28:18-19).

“Fuego te consumió”: este es el fin del diablo y de todos los que le siguen, dejándose engañar por él, como padre de mentira y homicida que es desde el principio, o sea desde que este planeta se creó. Al final serán consumidos por fuego, “y para siempre dejarán de ser”. Como cristianos, debemos acudir siempre al Nuevo Testamento para interpretar el Antiguo. Comprobemos cómo es descrito y ratificado el fin de los malvados y del mismo Satanás:

Apocalipsis 20:9-10: Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.  (10)  Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

Pretender que el rey de Tiro cumple todas esas características es totalmente irreal. Los textos dicen lo que afirman, y son muy claros. Pero los que se aferran a que Dios creó a Satanás no les convienen porque echa por tierra todo su planteamiento.

4. ¿Creó Dios a Satanás “homicida desde el principio” y “padre de mentira” (Juan 8:44) a fin de que se propagase el mal en Su creación?

Toda vuestra argumentación, –es decir, la de los que sostenéis que Dios no creó un ángel de luz bueno en el principio, sino a una criatura celestial, espíritu puro, pero malvado desde su mismo origen, al que llamamos el diablo o Satanás–, se basa en dos palabras: la primera palabra y esencial para vosotros está en el AT, en un único texto, en Isaías 45:7, que se refiere a que Dios ha creado –“ la adversidad”, “la desgracia”, “el mal” o  “los castigos”, etc–, según las distintas versiones de la Biblia que he consultado.

Isaías  45:5-7: "Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, (6) para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, (7) que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto".

 “Aquí, la palabra adversidad, quiere decir maldad, o el mal, en el original hebreo” (Ricardo)

La segunda palabra, en la que os basáis para defender que Dios creó a un ser satánico desde el principio, aparece dos veces en el NT, en relación con el diablo, y es, precisamente, “principio”. Los dos textos son:

Juan 8:44: Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”.

1 Juan 3:8: El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

En primer lugar, y en relación con el texto de Isaías 45:7, deberías saber que la Biblia no se interpreta a partir de textos aislados. Es decir, no se escoge un texto y sobre él se monta una doctrina, sino que por el contrario cualquier texto de la Escritura se debe interpretar a la luz del contexto cercano, lejano, y por fin de toda la Biblia. El sentido y el significado que le demos a un texto será el que esté en armonía con lo que expresa el resto de la Biblia. No pueden haber contradicciones en ella, y la misma Sagrada Escritura deberá ser su propio intérprete.

En segundo lugar, parece que no admites mi explicación sobre ese texto: No tienes en cuenta que esto es un “hebraísmo”, es decir, una forma de pensamiento de los hebreos, que consiste en atribuir como obra de Dios, no solo lo que Él hace directamente sino también lo que permite (compárese, por ejemplo, la contradicción aparente entre 2ª Samuel 24:1 y 1ª Crónicas 21:1. Ver explicación en mi artículo ¿Quién fue el que incitó a David a hacer el censo, Yahvé o Satán?).

Interpretar, como vosotros hacéis, el texto de Isaías 45:7 de forma aislada, al pie de la letra, y sin tener encuentra otros pasajes semejantes, lleva a la incongruencia, y al absurdo total, como el de hacer a Dios responsable de la existencia del mal. Mi explicación no puede ser otra que la que te expresé en el anterior correo: Dios no crea el mal pero sí lo permite. Y este punto de vista que sostengo es el de la mayoría de los comentaristas bíblicos. Por ejemplo, voy a citarte, lo que dice al respecto el tomo IV del Comentario Adventista del Séptimo día, pág. 305, sobre la palabra “adversidad” de Isaías 45:7:

Adversidad. Hebreo: ra, palabra que puede designar el mal moral que proviene de dentro o las dificultades que surgen fuera de la persona. Aquí se emplea con este segundo sentido (ver Isaías 47:11; Amós 3:6). Dios es el autor de la “luz” y la “paz”. Permite la “adversidad”, ya sea moral o material, a fin de que los hombres y los ángeles puedan ver el resultado de apartarse de los principios eternos de la justicia (ver com. Dan. 4:17). En las Escrituras muchas veces se presenta a Dios como el causante de lo que no impide (ver com. 2 Crónicas 18:18). (El subrayado no está en el original) (CBA, tomo IV, pág. 305).

Isaías 47:11: Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti.

Amós 3:6: ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?

En este texto de Amós 3:6, también se dice que todo el mal en la ciudad es hecho por Dios. Pero sabemos que Dios no es el autor del mal sino que lo permite para ejemplaridad y castigo de los malvados, y de todos los que hacen injusticia. Por tanto, ya no tenéis ningún agarradero en el AT, para sostener que Dios ha creado el mal. La doctrina que habías acariciado y considerado como verdad se derrumba como un castillo de naipes.

Ahora voy a desmontar también el otro punto de apoyo que tenéis: los textos de Juan 8:44 y 1ª Juan 3:8. Aunque son dos los textos en que os basáis, pero todo se fundamenta en la interpretación sesgada de la misma palabra “principio” que aparece en ambos, para expresar que el diablo ha sido homicida desde el “principio”, y que el diablo peca desde el “principio”. En mi anterior correo te quise hacer reflexionar con lo siguiente:

¿Cómo pruebas que ese “principio”, que mencionan Jesús y el apóstol Juan, se refiera al de su mismo momento de ser creado, y no a cuando decidió en su corazón rebelarse contra Dios? Ese “principio” puede referirse a cualquier momento a partir de su creación, incluso, el principio de este planeta Tierra, cuando ese Ser luminoso, convertido ya en diablo,–“la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero”(Apocalipsis 12:9; 20:2)– inició la rebelión en el mismo.

Dios creó un ángel de luz, un ser celestial, enormemente inteligente y hermoso, el cual dice la Palabra  “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”. (Ezequiel 28:15). Este ángel de luz, que se convirtió en diablo, es decir, en enemigo de Dios, era perfecto hasta que anheló o ambicionó ser como Dios: “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor;”(Ezequiel 28:17). “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;  (14)  sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14).

Sin embargo, al parecer  sirvió de poco lo que te dije, pues sigues rígidamente aferrado a la idea de que fue Dios el que creó imperfecto a Satanás, incluso que le creó homicida. ¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo puede un ser creado por Dios mismo ser convicto de homicidio sin todavía haber cometido ningún crimen? ¿Cómo algo que sale de las manos de Dios puede ser malvado? ¿No es eso tanto como decir que Dios mismo es malvado puesto que crea a seres malignos para que hagan el mal?

Eres tú el que está torciendo la Escritura, el que hace a Dios asesino por decir que Dios le creó así. El principio de Satanás es cuando dejó de ser ángel fiel al Señor y se convirtió en homicida tentando a sus propios hermanos, y más tarde al hombre para llevarlos a la muerte. El diablo tuvo un principio como ser celestial perfecto cuando salió de las manos de Dios, cuando fue creado perfecto y santo, pero a ese no se refieren Jesús y el apóstol Juan sino que se refieren a su principio como ser engañador, como diablo, ser maligno, enemigo de Dios. Hasta entonces él no era diablo sino ángel de luz. Por tanto, lo que tú dices a continuación no es cierto, y es una perspectiva torcida de Dios y de su Palabra:

“Una cosa más, el principio, en la Escritura, es el principio.  El principio de algo es cuando empieza y el principio de alguien es cuando es creado.  No hay varios principios y SATANÁS NUNCA DECIDIÓ EN SU CORAZÓN REBELARSE CONTRA NADIE, porque nunca ha estado A FAVOR DE DIOS.  La Biblia ni dice, ni enseña eso jamás.  Tienes que soltar esa fábula y te lo estoy diciendo con mucho amor, delante de El Señor.  ESO NO ES CIERTO Y LA BIBLIA NO LO ENSEÑA, son cuentos de hombres.  Si hubiese sido cierto, Jesús, los Apóstoles, Pablo a alguien lo hubiera dicho.  O si no, al menos los judíos serían los primeros en creerlo, mas no es así.  No lo creen, de la misma manera que no creen en el infierno, porque nunca sintieron que Dios les transmitió eso en 4040 años que hay desde Adán hasta los 30 años, edad en que Jesús empezó su ministerio. Juan te dice que Satanás peca desde el principio, ¿acaso vas a torcer la Escritura tratando de establecer DOS PRINCIPIOS?  Eso es ya mucho porfiar para no soltar una cosa errada de la cabeza.  ¿Sabes por qué citó Jesús eso de que era HOMICIDA?  Respóndeme esto y verás cuan crucial es esta afirmación, que puedo estar equivocado, pero me parece que no la has captado". (Ricardo)

Querido hermano Ricardo, tú mismo das la clave de interpretación de los límites de la palabra “principio”. Hay una cosa clarísima nadie es homicida mientras que no haya cometido homicidio. Igualmente, nadie es mentiroso y padre de mentira hasta que no ha mentido por primera vez. Los cielos y la Tierra tienen un principio. Dios no tiene principio. El principio de Satanás como homicida y padre de mentira no puede ser desde el mismo momento de su creación, pues desde que fue creado por Dios hasta que tentó a Adán y Eva, arrastrándolos a la muerte, pasó un tiempo. Aunque la Biblia no revela cuando fueron creados los ángeles, si la rebelión surgió primero en el Cielo, y luego se trasladó a la Tierra, es lógico deducir que Dios creó primeramente las criaturas celestiales, las que servían en Su trono y que moraban con Él (Génesis 3:24; Salmo 80:1; Isaías 37:16; Ez. 10:15-20; 28:14; etc.).

Si Adán y Eva fueron creados perfectos, como prueba la misma declaración  de  Dios  –“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. (Génesis 1:31)– ¿Por qué Él no pudo crear igualmente perfecto y bueno al ser celestial que más tarde se convertiría en diablo a causa de su rebelión contra Dios?

Vosotros alegáis que, en ese caso, no hubiera surgido el mal, al no haber tentador; pues sostenéis con dureza que el mal era imprescindible para que hubiera bien. De ahí, que afirméis que “Satanás fue creado como un ser malvado sencillamente para ser la herramienta de Dios en el universo para poder probar la fidelidad del ser humano” y del Hijo de Dios.

Vuestro argumento es deplorable, pues ¿por qué rechazar que el mal surgió espontáneamente, fruto del libro albedrío con el que Dios dotó a sus criaturas?

¿Puede un Dios infinitamente santo, bondadoso y misericordioso crear un ser espiritual malvado a fin de que este sea Su “herramienta” de destrucción y sufrimiento de tantos millones de criaturas?

Seamos razonables y lógicos. Usemos sensatamente el entendimiento y el raciocinio que Dios nos ha dado a todos. Así como Adán y Eva, eran “buenos en gran manera” hasta que libremente, es decir, haciendo uso del libre albedrío con que fueron creados, decidieron desobedecer a Dios, de la misma manera, fue creado el ángel de luz, “querubín grande, protector”, que se convirtió en el diablo porque así lo decidió él mismo, sin ninguna coacción externa se enorgulleció de sí mismo y ambicionó el poder de Dios. Por tanto, tuvo un principio como ángel de luz, y otro principio como diablo. El principio a que se refieren Jesús y el apóstol Juan no puede ser otro que cuando cae en pecado. Para los seres humanos el principio es el comienzo del tiempo, el principio del mundo. Aún los seres humanos tenemos dos principios, uno cuando nacemos del seno de nuestras madres, y otro cuando nacemos de nuevo (Juan 3:5), o sea, cuando nos convertimos en una nueva criatura en Cristo Jesús. Pero si la sensatez y lógica de los argumentos no fuera suficiente la Palabra de Dios es concluyente cuando afirma lo siguiente:

Ezequiel 28:12-19: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.  (13)  En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.  (14)  Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.  (15)  Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.  (16)  A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.  (17)  Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.  (18)  Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.  (19)  Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser.

Por último, te apoyas en los textos de Romanos 9:18-21, sacándolos de su contexto, para seguir justificando tu idea preconcebida de que Dios es el creador del mal y de Satanás.

Romanos 9:17-23: Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. (18) De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. (19)  Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?  (20)  Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? (21) ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? (22) ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, (23) y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,

Estos textos se refieren a la soberanía de Dios. Que Dios salva al que quiere y como quiera, y no tiene que dar cuentas a nadie. Pero Dios no es arbitrario, ni hace acepción de personas. Él tiene razones, que sus criaturas no conocemos, por los que a unos convierte y salva, y a otros simplemente los deja en su maldad, pero estos últimos son “los que cambiaron la verdad de Dios por la mentira” (Romanos 1:25). Naturalmente que un vaso es para honra, y otro para deshonra, no porque Dios los haya hecho así expresamente sino porque Dios así lo ha querido, permitiendo que unos se pierdan para siempre y otros se salven. Pero esto no es arbitrariedad. Dios no crea malas criaturas para que se pierdan sino que ellas mismas se pierden por sus equivocadas decisiones, tozudez y orgullo, y falta de amor a Dios y a sus semejantes.

Querido hermano, atiende los consejos del apóstol Pedro, y no tuerzas las Escrituras para tu propia perdición:

2 Pedro 3:15-18: Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito,  (16)  casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.  (17)  Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.  (18)  Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

1 Corintios 2:12-16: Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,  (13)  lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.  (14)  Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.  (15)  En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.  (16)  Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.

5. ¿Por qué existe el mal? ¿Es Dios responsable de su existencia?

Primero de todo, aunque obvio, es necesario dejar claro que es inadmisible pensar que pueda ocurrir algo sin que este previsto por la omnisciencia y presciencia de Dios. Por tanto, nada puede sorprender a Dios, porque Él vive fuera del tiempo; porque para Él no hay pasado ni futuro sino un eterno presente. Su conocimiento, bondad y misericordia son infinitos. Con Su presciencia o pre-conocimiento el conoció lo que es el futuro para nosotros, los humanos, lo que está por venir (Isaías 46:9,10; Daniel 2:28,45; 1ª Pedro 1:2,18-20; Romanos 8:29-31; Efesios 1:4-12).

Isaías 46:9-10: Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,  (10)  que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;

Aunque Dios es soberano y Su voluntad es inmutable, no determina el futuro de Sus criaturas sino que respeta su libertad; pero nada se hará u ocurrirá que Él no quiera. Sin embargo, Él no es responsable del mal que permite hagan Sus criaturas en el ejercicio de su libre albedrío.

Por tanto, Dios supo desde el principio –antes de la creación del Universo y de que hubiera alguna criatura en él– que el mal iba surgir; estaba en Su Plan el que surgiera, no iba a ser una sorpresa, algo que le descolocase, o dejara fuera de juego; pues Él lo tenía previsto, y estuvo dispuesto a permitirlo para que sus criaturas lo experimentasen, y libremente optaran por participar en el mismo o rechazarlo, eligiendo el bien que solo puede venir de Dios.

Sin embargo, el que estuviera contemplado en su Plan no implica que Él lo creara en absoluto. Él odia el mal y el pecado y ama al pecador.

¿No es una barbaridad decir que el Dios de amor, que se entregó a sí mismo para sufrir la muerte terrible en la cruz en la persona de Su Hijo para reconciliar al mundo consigo mismo y salvarle (Juan 3:16; Romanos 5:10; 2ª Corintios 5:19; Fil. 2:6-11) sea el autor del mal?

Juan 3:16: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Romanos 5:10: Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

2 Corintios 5:19: que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

El mal es responsabilidad de las criaturas que, siendo originalmente hechas perfectas e inteligentes, al pervertirse, lo cometen. Es fruto y consecuencia del mal, el erróneo uso de la libertad que Dios quiso dar a sus criaturas para que le honrasen y glorificasen. Dios quiso permitir el mal, pero eso no le hace autor del mismo. Él no lo creó. Dios, por su infinito amor, sabiduría y presciencia, eligió crear seres inteligentes libres y perfectos sabiendo, desde el principio, que algunos le traicionarían, se rebelarían contra Él, y darían lugar a que el mal surgiera en un determinado momento de su creación. Dios habría podido crear seres que jamás hubieran decidido rebelarse contra Él. Pero eso hubiera sido restringir su libre albedrío, su capacidad de libertad. Serían una especie de “robots” programados para obrar siempre en el mismo sentido.

Dios, también, podría haber destruido a la primera criatura que osó rebelarse contra Él. Nada más fácil para Dios, que nada le es oculto, y que desde la eternidad sabía que en algún momento surgiría el mal en el Universo. Por tanto, cuando una de sus más excelsas y elevadas criaturas le cuestionó, poniendo en duda la justicia de Sus leyes y de Su gobierno, Dios habría podido hacer un rápido juicio sumarísimo, y condenarle a muerte por su rebelión. Pero no lo hizo, porque era necesario que el mal evidenciara toda su maldad, que diese sus frutos de crueldad e impiedad, que mostrase su verdadera cara. A ese primer ángel de luz que se rebeló, la Biblia le llama diablo y Satanás (Apocalipsis 12:7-9; 20:2-3).

Apocalipsis 12:7-12: Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;  (8)  pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.  (9)  Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.  (10)  Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.  (11)  Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.  (12)  Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.

Si Dios hubiera acabado de raíz con el incipiente mal, terminando con su instigador, el resto de criaturas celestiales, al no conocer los frutos o consecuencias del mal, su obediencia a Dios no sería totalmente libre y por amor, sino que estaría condicionada por el temor a correr la misma suerte que el rebelde. Luego, sus criaturas ya no actuarían en plena libertad sino coaccionadas por el temor. Dios se habría convertido en un dictador al que habría que obedecer por la fuerza, y no por amor.

Pero Dios no permaneció pasivo, limitándose a permitir que entrara el mal, al pecar sus criaturas, sino que desde la eternidad tenía proyectado el antídoto contra el pecado que surgiría en el Universo. Él decretó que el mal y el pecado serían vencidos por el Sumo Bien, que es Él mismo, al hacerse carne en Cristo, la segunda Persona de la Divinidad que se ofrecería y sería destinado antes de la fundación del mundo;  o sea, antes de que apareciese el pecado, ya estaba decidido que entraría en este mundo mediante su encarnación, es decir, tomaría cuerpo humano, y “con su sangre preciosa, como de un cordero sin mancha”, es decir, con su vida perfecta y muerte expiatoria vencería al mal y al maligno, y serían rescatados todos los que creen en Él y le aceptan como su salvador (1ª Pedro 1:18-20).

6. ¿Por qué entró el pecado en el planeta Tierra?

Primero de todo es bueno definir qué es el pecado. El pecado es toda rebelión contra Dios. Es dudar de su infinita bondad, o desconfiar de su infinita misericordia y justicia y sabiduría. Pecado es dudar de la veracidad de Dios, de Su Palabra, del cumplimiento de la misma y de todas sus promesas; y dudar, incluso de Su existencia. Pecado es obrar contra la voluntad conocida de Dios. Pecado es no amar a Dios y a nuestros semejantes.

En segundo lugar, evidentes son las consecuencias del pecado para todos los seres humanos, pero si aún alguien no sabe discernir entre el bien y el mal, o tiene alguna duda al respecto, que lea la espléndida y larga lista de “males y malos” que presenta la Biblia:

Romanos 1:18, 25-32: Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; […]  (25) ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. (26)  Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, (27) y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. (28) Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; (29) estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; (30) murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,  (31)  necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia;  (32)  quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Por si no tenemos bastante con la lista anterior de cosas producto del pecado, el apóstol Pablo añade también la siguiente:

Gálatas 5:18-26: Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.  (19)  Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,  (20)  idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

A la vista de la gran maldad que nos rodea en este mundo, ¿cómo aún algunos se atreven a decir que Dios quiso que existiera el mal para que apreciáramos el bien? O como calumniaban al apóstol Pablo, acusándole que él decía: “hagamos males para que nos vengan bienes” (Romanos 3:8 úp).

El pecado, y, por tanto, el mal, entró en este planeta porque el hombre, libremente, decidió desobedecer a Dios, dudar de la veracidad y amor del Creador, y se rebeló contra Él. Los frutos de mal y sufrimiento que surgieron por  la desobediencia de la Primera Pareja, fueron, son y serán evidentes hasta el fin del mundo. Se perdieron multitud de cosas que acarrearon sufrimiento: la inocencia o santidad, el amor a Dios y al prójimo, el Paraíso, la vida eterna, etc. Y pronto se vieron las terribles consecuencias del pecado: Adán y Eva se volvieron egoístas, y pretendieron autojustificarse. Él echando la culpa a la compañera que Dios creó expresamente para él, y ella a “la serpiente” que la sedujo. Es decir, indirectamente culparon a Dios por lo que había sido su única responsabilidad. Pero no acabaron ahí las demostraciones del pecado sino que el mismo dejó al descubierto pronto toda su crueldad y maldad, cuando Caín mató a su hermano Abel, solo  por envidia. De la primera transgresión procede todo el sufrimiento humano y la muerte.

Es muy interesante saber lo que opinaba el gran Reformador Juan Calvino al respecto. Aunque podemos no estar de acuerdo en la totalidad de sus escritos, siempre se aprende de la profundidad de los mismos. Voy pues a citar unos párrafos extraídos del capítulo XXIII del libro III de la obra la “Institución de la religión cristiana” de Calvino.

8. Tampoco se puede oponer en Dios voluntad y permisión
Algunos se acogen aquí a la distinción entre voluntad y permisión, diciendo que los impíos se pierden porque así lo permite Dios, mas no porque Él lo quiera. Pero, ¿cómo diremos que Él lo permite, sino porque así lo quiere? Pues no es verosímil que el hombre se haya buscado su perdición por la sola permisión de Dios, y no por su ordenación. Como si Dios no hubiera ordenado en qué condición y estado quería que estuviese la más excelente de todas sus criaturas. No dudo, pues, un instante en confesar simplemente con san Agustín,(1) que la voluntad de Dios es la necesidad de todas las cosas, y que necesariamente ha de suceder lo que Él quiera, como también indefectiblemente sucederá cuanto Él ha previsto.

[…]
Cayó el primer hombre porque así lo había Dios ordenado; mas, por qué fue ordenado no lo sabemos. Pero sabemos de cierto que Él lo ordenó así porque veía que con ello su Nombre sería glorificado. Al oir hablar de gloria, pensemos a la vez en su justicia; porque es necesario que sea justo lo que es digno de ser alabado. Cae, pues, el hombre, al ordenarlo así la providencia de Dios; mas cae por su culpa.(2) Poco antes había declarado el Señor, que todo cuanto había hecho era "bueno en gran manera" (Gn. 1,31). ¿De dónde, pues, le vino al hombre aquella maldad por la que se apartó de su Dios? Para que no pensase que le venía de Su creación, el Señor con su propio testimonio había aprobado cuanto había puesto en él. El hombre, pues, es quien por su propia malicia corrompió la buena naturaleza que había recibido de Dios; y con su caída trajo la ruina a toda su posteridad. (Calvino. Pág. 754-755).

(2) Hay, pues, dos causas en la caída del primer hombre: una causa oculta, la voluntad insondable de Dios; y una causa evidente, la falta de Adán adornado de libre albedrio. Dejemos a un lado la causa incomprensible y reconozcamos la causa evidente, la de la responsabilidad del hombre. Hay que buscar la causa de nuestra ruina en nuestras propias faltas y no en los secretos que Dios no ha juzgado oportuno darnos a conocer.(Comentario obra Calvino. Pág. 754-755).

Es necesario que comprendamos bien las anteriores citas de la obra de Calvino. De ninguna manera nadie imparcial inferirá que él está haciendo a Dios responsable del surgimiento del mal en el Universo. Pues él no afirma que el diablo haya sido creado por Dios como tal, como es lógico deducir del hecho de que Él creó al hombre "bueno en gran manera" (Gn. 1,31). Luego, hay que empezar por reconocer la verdad: toda la responsabilidad recae sobre la criatura, que sin coerción externa o interna, libremente, decide desobedecer a Dios. Este acto de desobediencia y rebeldía contra Dios es el pecado y el mal. Dios no es responsable de las acciones libres de criaturas perfectas que Él creó, pero que decidieron hacer lo malo. Cuando Dios pensó en crear criaturas con libre albedrío, Él supo, antes de que tuvieran existencia que algunas de ellas se rebelarían y el mal surgiría.

En mi opinión, cuando Calvino afirma que “Cayó el primer hombre porque así lo había Dios ordenado” no está diciendo que Dios coaccionó o mediatizó de alguna manera al primer hombre para que le desobedeciera. No le ordenó que pecara, en el sentido de mandar hacer algo malo, sino que por el contrario le explicó los límites de su libertad, y de que ciertamente moriría si transgredía su orden. Veamos lo que le dijo:

Génesis 2:15-17: Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. (16) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; (17) mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Calvino utiliza el verbo “ordenar” en su acepción de “1. Colocar de acuerdo con un plan o de modo conveniente” (Diccionario RAE), o bien con la de “3. Encaminar y dirigir a un fin” (Diccionario RAE).

Por otro lado, es indudable, y de pura lógica, que nuestro omnipotente Dios no permitiría que ocurriera nada que no estuviera contemplado en Su voluntad soberana. Aunque Él no creó el mal directamente, estaba en Su voluntad el permitir que surgiera. Pues si Él no hubiera querido no habría surgido. Pero lo consintió para gloria de Su Nombre, porque quiso que hubiera seres libres capaces de elegir por sí mismos a quien amar o a quien odiar. De lo contrario hubieran sido seres anodinos programados para actuar en un solo sentido, a manera de “robots”.

Pero sabemos de cierto que Él lo ordenó así porque veía que con ello su Nombre sería glorificado. Al oír hablar de gloria, pensemos a la vez en su justicia; porque es necesario que sea justo lo que es digno de ser alabado. Cae, pues, el hombre, al ordenarlo así la providencia de Dios; mas cae por su culpa. (Calvino)

Como muy bien dice Calvino, en Dios no hay oposición entre lo que pertenece a Su voluntad y lo que Él permite. El hombre cae por su culpa, al igual que Lucifer. Dios no es responsable de sus malas acciones, pues son fruto del libre albedrío de la criatura, de su malicia, y no de la de Dios que es infinita bondad.

Algunos se acogen aquí a la distinción entre voluntad y permisión, diciendo que los impíos se pierden porque así lo permite Dios, mas no porque Él lo quiera. Pero, ¿cómo diremos que Él lo permite, sino porque así lo quiere?

[…] la voluntad de Dios es la necesidad de todas las cosas, y que necesariamente ha de suceder lo que Él quiera, como también indefectiblemente sucederá cuanto Él ha previsto. (Calvino)

Aunque Dios hace lo que quiere, Él respeta la libertad de Sus criaturas, y nunca es responsable del mal que hacen las mismas.

(2) Hay, pues, dos causas en la caída del primer hombre: una causa oculta, la voluntad insondable de Dios; y una causa evidente, la falta de Adán adornado de libre albedrio. Dejemos a un lado la causa incomprensible y reconozcamos la causa evidente, la de la responsabilidad del hombre. Hay que buscar la causa de nuestra ruina en nuestras propias faltas y no en los secretos que Dios no ha juzgado oportuno darnos a conocer. (Comentario obra de Calvino)

Sin embargo, Dios no es el autor del mal. Dios no creó a criaturas malas con el propósito de que surgiese el mal. Dios no creó al diablo como tal.

7. Conclusión

Así como Adán y Eva, eran “buenos en gran manera” hasta que libremente, es decir, haciendo uso del libre albedrío con que fueron creados, decidieron desobedecer a Dios, de la misma manera, fue creado el ángel de luz, “querubín grande, protector”, que se convirtió en el diablo porque así lo decidió él mismo, y sin ninguna coacción externa se enorgulleció de sí mismo y ambicionó el poder de Dios. Por tanto, tuvo un principio como ángel de luz, y otro principio como diablo. El principio a que se refieren Jesús y el apóstol Juan no puede ser otro que cuando cae en pecado.

El pecado entró en el Universo celestial cuando Lucifer, “el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9; 20:2-3), se rebeló contra Dios, poniendo en tela de juicio su justicia.

¿Por qué no acabó Dios inmediatamente con él, para evitar que la rebelión se extendiese a una tercera parte de sus ángeles, e incluso a los seres humanos del planeta Tierra? Se nos ocurre que este acto, hubiera solucionado el problema momentáneamente, pues, a partir de ahí, las demás criaturas obedecerían a Dios no por amor, sino por temor a correr la misma suerte que el que se rebeló. Sin embargo, Dios en su infinita sabiduría y justicia prefirió que los frutos de la rebelión se hicieran evidentes no solo para los seres celestiales sino para los humanos.

A este respecto, Jesús nos dio la parábola de la cizaña y, también, la explicación de la misma. Lo que nos permite entender algo mejor el porqué de la existencia del mal, y nos da la respuesta a la siguiente pregunta:

¿Por qué Dios ha dejado crecer y extenderse juntos “el trigo y la cizaña”? ¿Por qué no arrancó a ésta tan pronto nació y la quemó?

Mateo 13:25-30: pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.  (26)  Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.  (27)  Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?  (28)  El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?  (29)  El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.  (30)  Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

La respuesta es fácil, y está en la Biblia: “Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?  (29)  Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.  (30)  Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega;” (Mateo 13:28-30).

El trigo y la cizaña deberían crecer juntos, y, al final de sus vidas, se verían cuáles habían sido sus frutos si de trigo o de cizaña, y entonces vendría el juicio (Mateo 10:30-43), y Dios crearía un nuevo mundo sin la existencia del mal, dolor y muerte e inmunizado contra el pecado. Nunca más habría pecado en el Universo, y Cristo, nuestro Salvador, y el que hizo totalmente evidente la injusticia de los hombres y la justicia  de Dios reinará como Rey de reyes y Señor de señores por la eternidad. (Apocalipsis 19:13-16; 21:1-8, 23-27).

Ahora, aunque todo está bajo el control de Dios,  nos encontramos en el tiempo en que ha crecido la cizaña junto con el trigo, es decir, los hijos del diablo y los hijos de Dios, y la tierra pronto será segada (Mt 13.30, 39, Mr 4:29).

Mateo 13:30-43: Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

Jesús explica la parábola de la cizaña

Mateo 13:36-43: Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.  (37)  Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.  (38)  El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.  (39)  El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.  (40)  De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.  (41)  Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,  (42)  y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.  (43)  Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.

Marcos 4:29: y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.

Ya estamos en el tiempo de la siega, el trigo y la cizaña han crecido juntos, pronto veremos al Hijo del Hombre venir en las nubes a recoger a sus santos, “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.” (Mateo 13:43).

Apocalipsis 14:14-20: Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.  (15)  Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.  (16)  Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.  (17)  Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.  (18)  Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras.  (19)  Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.  (20)  Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.

Mientras tanto seamos “irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; (16) asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado” (Filipenses 2:15-16).

Los hijos de Dios y los hijos del diablo se reconocerán por sus frutos. Hasta que no den sus frutos no se distinguirá claramente el trigo de la cizaña, el bien del mal. Cuando todos los seres del Universo contemplaron lo que fue capaz de hacer el diablo y sus ángeles caídos con la Persona de Cristo, cuando vieron como se burlaron, torturaron y crucificaron al Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:13,16), comprendieron hasta donde era capaz de llegar el mal personificado en el diablo, que es homicida desde el principio (Juan 8:44), padre de mentira, y con todos sus hijos, los que le siguen, que le han elegido como dios y príncipe de este mundo.

Apreciado hermano, el sufrimiento es el precio de la libertad con la que Dios nos creó, teniendo en vista en su mente infinita un mundo mejor en el que jamás volverá a reinar el pecado; “y el diablo que los engañaba” (Apocalipsis 20:10), y la bestia, y el falso profeta (Apocalipsis 19:20-21), y todos los hijos del diablo serán destruidos para siempre (Apocalipsis 20:9).

No obstante, reconocemos que el mal es un misterio. ¿Cómo pudo surgir el mal? ¿Cómo unos seres perfectos, como los ángeles, y también Adán y Eva, que fueron creados directamente por Dios pudieron pecar atentando contra su Creador? Humildemente, debemos confesar que no lo sabemos: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios” (Deuteronomio 29:29)

Deuteronomio 29:29: Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.

1 Corintios 4:5-6: Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.  (6)  Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


 

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo que expresamente se indique otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

(1) Sobre el Génesis en sentido literal, lib. IV, cap. xv, 26.

 

 

 

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