Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Comentario al Apocalipsis

3. Los mensajes a las siete iglesias (Parte 2)

 
Versión: 01-04- 2022

 

Carlos Aracil Orts

Introducción

El capítulo 2 anterior contiene cuatro de los siete mensajes dirigidos por Jesucristo “a las siete iglesias que están en Asia” (1:11): a Éfeso, Esmirna, Pérgamo y Tiatira; y en este capítulo 3 se registran los tres mensajes restantes: a Sardis, Filadelfia y Laodicea. Como vimos estos mensajes tienen el propósito  de diagnosticar el estado espiritual de cada iglesia citada, a lo que le sigue una exhortación, amonestación o alabanza, según corresponda, y finalmente termina con una promesa o estímulo, y prescripción del remedio que precisan dichas iglesias.

Aunque Juan escribió el Apocalipsis hacia el 95-96 d.C., los mensajes a estas iglesias son útiles para la Iglesia universal de todas las épocas; además, muy probablemente, el Espíritu Santo eligió o seleccionó dichas iglesias, a partir de sus características y estados espirituales específicos, para que representaran a las iglesias que irían apareciendo en distintos periodos de la historia, desde la Iglesia primitiva (siglo I) –Éfeso– hasta la iglesia de los tiempos del fin cercanos a la segunda venida de Cristo (siglo XXI) –Laodicea–.

5. El mensaje a la iglesia de Sardis

“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. (2) Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. (3) Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. (4) Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. (5) El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. (6) El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (3:1-6)

La iglesia de Sardis, que es la que recibe más fuerte y dura reprensión que las otras seis, se corresponde con el periodo de máxima decadencia de la Iglesia católica, cuando estaban en auge las Indulgencias que la Iglesia proclamaba a sus fieles, asegurándoles que mediante donativos a la iglesia, a sus familiares o a ellos mismos, se les acortaría su periodo de estancia en el Purgatorio. Entonces fue cuando surgió la Reforma Protestante, denunciando esa doctrina espuria y, por supuesto no bíblica. El periodo de la iglesia de Sardis empezaría hacia el 1517, y abarcaría hasta el año 1755 d.C., como tiempo de gracia que Dios daría a la citada Iglesia a que se arrepintiera de sus prácticas corruptas; actualmente dicha Iglesia no se ha arrepentido y continúa practicando y defendiendo las mismas doctrinas que antaño.

“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto:” (3:1)

A la iglesia de Sardis, Jesucristo se presenta como “El que tiene los siete espíritus de Dios”, es decir, tiene la plenitud del Espíritu Santo, que se corresponde con la plenitud de cualidades divinas que se describen en el libro de Isaías (11:1-2). Y como en la iglesia de Éfeso, Él también tiene a las siete estrellas, pero esta vez no dice que las tenga en “su diestra” como en aquella ocasión. Como vimos las siete estrellas simbolizan las siete iglesias. Esta iglesia de Sardis parece haberse separado de Su mano, y, por tanto, padecer de escasa vida espiritual, por carencia en ella de la morada del Espíritu Santo. De ahí que Cristo destaque y enfatice que tiene consigo el poder de enviarnos Su Santo Espíritu, si se lo pedimos y obedecemos Su Palabra.

“Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. (2) Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. (3) Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.”(3:1-3)

Lo peor que le puede pasar a una persona creyente es estar espiritualmente muerta. Según el diagnóstico de Jesús, la iglesia de Sardis solo tenía el nombre de que vivía, o la apariencia de vida, pero realmente estaba muerta. No obstante, aún tenía algunas cosas que “están para morir”, y se le insta a que sea vigilante y no permita que mueran también como las otras. Decididamente las obras de esta iglesia no eran “perfectas delante de Dios”. Necesitamos preguntarnos por qué esta iglesia estaba muerta espiritualmente. Una iglesia está muerta cuando no vive Cristo en ella (1 Jn. 5:11-12; cf. Jn. 5:21-27), sino que se alimenta de ritos y tradiciones; es decir, el lugar que debía ocupar Él, –como autor de nuestra salvación (Hch. 4:12; Ef. 1:13; Heb. 12:2-4), y Cabeza de la Iglesia (Ef. 4:15; 5:23; Col. 1:18)–, ha sido sustituido por el sacerdote y su misa, y por representaciones de santos y de la Virgen María, etc. Y hay, además, otra forma de demostrar que estamos vivos espiritualmente: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.” (1 Jn. 3:14).

Juan 5:21-27: Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. (22) Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, (23) para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. (24) De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. (25) De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. (26) Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; (27) y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.

1 Juan 5:11-12: Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. (12) El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

Sin embargo, aún hay una solución para esta iglesia: “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete”  (3:3pp). Y esto significa volver a la fe primigenia en Cristo y en Su Evangelio, “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (17) Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Ro. 1:16-17). Es necesario, pues, regresar a la escucha y práctica del verdadero Evangelio que recibió la Iglesia primitiva de Jesucristo; pero no basta con oír, también se nos exige cumplir todos sus mandamientos, especialmente: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. ” (Jn. 13:34-35), y también arrepentirse del mal que ocasionan nuestras conductas y obras equivocadas, y, si es posible, repararlo.

Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.”(3:3úp).

La alternativa a lo anterior, si no velamos, es decir, si no vivimos y practicamos el verdadero Evangelio, no habrá amor en nosotros hacia los demás, y no estaríamos preparados para recibir con gozo la venida repentina de Cristo; y Él nos traería juicio y no salvación. Por eso, todo cristiano debería vivir cada día y cada momento de su vida como si fuera el último; pues “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb. 9:27).

 “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. (5) El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. (6) El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (3:4-6)

Aunque no muchas aún había “unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras”, es decir, eran puras, porque “han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (7:14); de ahí que “El que venciere será vestido de vestiduras blancas”, que es el premio o galardón de seguir a Cristo apropiándonos de Su justicia, que Él obtuvo para todo creyente en la Cruz del Calvario (Jn. 3:16; Ro. 5:8;1 Co. 1:30; 15:3; 2 Co. 5:21; etc.).  Por eso se nos exhorta a vestirnos con vestiduras blancas, porque son dignas, porque simbolizan la justicia de Dios que es atribuida o imputada al pecador que se arrepiente y acepta el sacrificio vicario de Cristo en la Cruz (Ro. 3:21-27; 5:2-3).

Romanos 3:24-26: siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, (25) a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, (26) con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Romanos 5:1-2: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; (2) por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

2 Corintios 5:21: Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él [Cristo].

1 Pedro 2:21-25: Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; (22) el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; (23) quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; (24) quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. (25) Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

Desde el momento que uno se reviste de la justicia de Cristo ya es salvo, y su nombre es inscrito en el libro de la Vida. “La salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero” (Ap. 7:10); por tanto, la salvación es un don o regalo de Dios, que se adquiere únicamente por la fe, sin las obras de la ley: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe. (10) Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Ef. 2:8-10)

6. El mensaje a la iglesia de Filadelfia

“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: (8) Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. (9) He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. (10) Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. (11) He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. (12) Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. (13) El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (3:7-13)

La iglesia de Filadelfia da la impresión que se corresponde con un periodo histórico que se aproxima o está cercano al fin del mundo, porque Jesucristo dice: “Yo vengo pronto” (3:11), y además, nos hace vislumbrar “la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios” (3:12 úp). En este periodo varias iglesias empezaron a predicar con fuerza el próximo regreso de Cristo en gloria, y se le suele asignar la etapa histórica que se extiende desde el año 1755 al 1900 d.C., aprox.

“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre” (3:7)

En consonancia con la pureza y santidad de esta iglesia de Filadelfia, a la que Jesucristo no hace ni un solo reproche, Él se presenta como “el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre” (3:7úp). La alusión a "la llave de David" se debe a que éste es el antepasado del Mesías, pues Jesús procede de él, pero, además, la Raíz de David (Is. 11:1,10; Ap. 5:5; 22:16; 1 S. 16:1) simboliza a Cristo el Rey Mesías, el cual tiene la llave, es decir, el control sobre el Reino Mesiánico, o Reino de Dios, por lo que lo que Él abre a Su voluntad la entrada en el Reino de gloria a todo el que quiere, y nadie puede cerrar y viceversa. Es el cumplimiento de la promesa mesiánica que Dios hizo sobre el reinado del rey David, que se cumple en Jesucristo, el Mesías Rey (Is. 22:22).

Isaías 22:22: Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.

“Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.” (3:8)

Que la iglesia de Filadelfia tenga “poca fuerza”, posiblemente significa que no disponía de muchas personas en todo el mundo que pudiesen llevar el mensaje misionero del Evangelio a todas las naciones, como es la voluntad de Dios. No obstante, ella tenía “una puerta abierta”, es decir, estaba en la mejor disposición de realizar esta obra misionera, porque había guardado la Palabra de Jesús y testificado Su nombre con valor. Esta es la misión de toda iglesia cristiana, primero guardar, observar, obedecer la Palabra de Dios, para poder a continuación cumplir el mandamiento de nuestro Señor: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. (19) Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; (20) enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mt. 28:18-20). Porque nadie puede predicar aquello que no practica con fidelidad y coherencia. Al parecer, en la iglesia de Filadelfia había verdadero amor fraternal de los unos a los otros, haciendo honor a lo que significa su nombre.

“He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.” (3:9)

 ¿A quiénes se refiere Jesús cuando cita “la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten”? En mi opinión, no debemos entender que se refiera a judíos literales, ni siquiera a judíos convertidos a Cristo. Porque en el NT, los hijos de Abraham son los de la fe en Cristo: “Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. (8) Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. (9) De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. (Gá. 3:7-9; cf. Ro. 4:10-12). Por tanto, judío verdadero en el NT equivale o simboliza al auténtico cristiano, y sinagoga representa a la iglesia.

Ahora, pues, si traducimos los símbolos “la sinagoga de Satanás”,  “los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten”, por lo que representan, reconoceremos que “la sinagoga de Satanás” es una iglesia que se denomina así misma cristiana, pero que no lo es, porque ha desvirtuado y pervertido el Evangelio de Cristo, predicando falsas doctrinas, y arrastrando a la confusión a sus fieles. Ellos mienten cuando se confiesan judíos, es decir, cristianos verdaderos, y no lo son, porque no tienen a Jesucristo y al verdadero Evangelio como únicos fundamentos (1 Co. 3:11; cf. Gá. 1:6-9).

1 Corintios 3:10-11: Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. (11) Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

Gálatas 1:6-9: Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. (7) No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. (8) Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. (9) Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

“La sinagoga de Satanás”,  “los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten”, ellos son los que se apoyan más en la Tradición y en las doctrinas de hombres que en la Sagrada Escritura (Mr. 7:6-9).

Marcos 7:6-9: Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. (7) Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. (8) Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. (9) Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. (11) He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.”(3:10-11).

En cambio, Jesús elogia a la iglesia de Filadelfia, porque ella “[ha] guardado la palabra de mi paciencia”; es decir, ha predicado y practicado el verdadero Evangelio, soportando con paciencia las penalidades por dar el verdadero testimonio de Jesús y de Su Evangelio, y sufriendo el desprecio, las descalificaciones, e incluso las persecuciones y afrentas de la poderosa “sinagoga de Satanás”. Sin embargo, finalmente “los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten” reconocerán que Jesucristo ha amado y ama a la iglesia de Filadelfia, la verdadera iglesia de Cristo del tiempo del fin.

Esta iglesia recibe la promesa de Jesús: yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.” (3:10). Sería casi imposible enumerar todas las pruebas que ha habido en este mundo desde su origen hasta el día de hoy; pero notemos, en primer lugar, que esta prueba es singular porque es destacada y enfatizada por el propio Jesucristo; en segundo lugar, tiene la característica de que afectará al “mundo entero”, es decir, es de proporción universal; en tercer lugar, está en el futuro para la iglesia de Filadelfia, y podría ser futuro para los que vivimos en el siglo XXI, que es el siglo del fin del mundo y de la segunda venida de Cristo; y, en cuarto lugar, su finalidad es “probar a los que moran sobre la tierra”; Dios quiere probar la fidelidad de los que se confiesan cristianos en todas las épocas, pero con más motivo, ahora cuando los acontecimientos finales están a punto de desencadenarse, para lo que es necesario tener una fe fundamentada en el verdadero Evangelio y en la Roca que es Cristo; pues de no ser así seríamos arrastrados por la corriente de este mundo y derribados, como lo están siendo ya los que se han estado apoyando en tradiciones y mandamientos humanos antes que en la Palabra de Dios.

Este texto también insiste en la inminencia del retorno en gloria de Jesucristo, lo que nos avisa de que Su próxima llegada está cerca: “He aquí, yo vengo pronto”, como consecuencia Él se limita a aconsejarnos: “retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”, es decir, no pierdas la fe primigenia, la  que se sustenta exclusivamente en la Sagrada Escritura, y “el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mt. 24:13; Mr. 13:13).

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. (13) El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (3:12-13)

A todos los vencederos de la iglesia de Filadelfia, Jesús les promete dar algo más que la vida eterna, que es el premio más preciado para todo cristiano; ellos serán columna “en el templo de mi Dios”; el templo de Dios es la Iglesia, cada uno de nosotros es templo del Espíritu Santo, si creemos sinceramente, no dudaremos en ningún momento en la verdad de la Palabra que afirma “vosotros sois el templo del Dios viviente” (2 Co. 6:16) ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1 Co. 6:19-20). Por tanto, a los vencedores, que participan de la fe y de las obras de la iglesia de Filadelfia se les promete además de la vida eterna, el ser columna de la iglesia, o sea, ser el elemento estructural más importante del edificio sobre el que se sustenta la iglesia: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, (21) en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; (22) en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:20-22; cf. 1 P. 2:1-8).

 1 Pedro 2:1-9: Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, (2) desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, (3) si es que habéis gustado la benignidad del Señor. (4) Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, (5) vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. (6) Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. (7) Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; (8) y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados. (9) Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.

Si actuamos con la misma fe que los de la iglesia de Filadelfia, Jesús nos promete una experiencia y comunión con Él singular: escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo” (3:12-13). “La ciudad de Dios”, “la nueva Jerusalén” es “la desposada, la esposa del Cordero” (21:9). Tener el nombre de Dios y el de Jesús es la señal de pertenecer a Él, de ser su siervo, y es el símbolo de salvación y de santidad. Todos los que en el futuro vivan en la Nueva Jerusalén “el nombre de Dios y del Cordero “estará en sus frentes.

Apocalipsis 14:1: Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.

Apocalipsis 22:3-4: Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, (4) y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.

7. El mensaje a la iglesia de Laodicea

“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: (15) Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! (16) Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. (17) Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. (18) Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. (19) Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. (20) He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (21) Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. (22) El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (3:14-22)

La iglesia de Laodicea es la actual del siglo XXI, cuyo periodo se inició a medida que el entusiasmo en la predicación del pronto regreso de Cristo se fue perdiendo, hacia finales del siglo XIX y primera década del siglo XX, especialmente por la extensión de la teoría de la evolución promovida por las publicaciones de Darwin, pero también por el fuerte ateísmo influido por el marxismo, el comunismo, el secularismo, y filósofos como Hegel (1770-1831), Feuerbach (1804-1872),  Friedrich Nietzsche (1844-1900), Bertrand Russell  (1872-1970), o personajes como el fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939), etc.

Mateo 24:11-14: Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; (12) y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. (13) Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. (14) Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

Lucas 18:8: Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?

1 Timoteo 4:1: Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;

1 Timoteo 6:20-21: Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, (21) la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén.

1 Timoteo 6:7-10 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. (8) Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. (9) Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; (10) porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto” (3:14)

La iglesia de Laodicea, que no ya no era capaz de mantener la fidelidad, entusiasmo y amor a la Palabra de Dios, se había dejado convencer o influenciar por la teoría de la evolución y otras vanas filosofías, y, por tanto, había descartado que el ser humano y el universo fue la obra de la creación de Dios, por lo que ella creía, en su mayor parte, que todo lo que existe es fruto del azar y de la casualidad, que surgió de la nada, de forma espontánea y sin la intervención de ningún ser inteligente,  hace más de 13.000 millones de años. A esta iglesia le viene como “anillo al dedo”, que Jesucristo se dirija a ella como “el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios” (3:14).

En primer lugar, Jesucristo se presenta como “el testigo fiel y verdadero”, “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues […] El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano” (Jn. 3:34-35); “[…] porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. (37)…el Padre que me envió ha dado testimonio de mí…” (Jn. 5:36-37); también es digno de resaltar la respuesta que Jesús dio a Pilato: “Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. (Juan 18:37). De ahí que el título o nombre con el que Jesús se dirige a Laodicea sea muy adecuado para esta iglesia, que permanecía tibia y quizá se avergonzaba del Evangelio, olvidando que “el Evangelio es poder de Dios para salvación a todo el aquel que cree” (Ro. 1:16).

En segundo lugar, Jesucristo se presenta como “el principio de la creación de Dios”, es decir, el que inicia o da origen a la Creación, o como dice San Pablo: Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. (16) Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (17) Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; (18) y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; (19) por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, (20) y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”. (Col. 1:15-20); “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9).

Este segundo título de Jesucristo, que le identifica como Creador de todo lo que existe, complementa al anterior, a fin de que Laodicea abandone sus creencias evolucionistas sobre el origen del mundo, y vuelva a la única fe que puede salvar.

“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! (16) Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. (17) Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”(3:15-17)

Por su omnisciencia y presciencia, Jesucristo conoce muy bien a todas las iglesias; y sabía que el estado espiritual de los fieles de Laodicea era difícil de corregir porque consistía en una actitud pasiva e indiferente, alejada de las cosas de Dios, se caracterizaba por no serni fría ni caliente”. Incluso Él hubiese preferido que se decantase hacia algunos de los extremos, y que no permaneciera con esa indiferencia, con esa falta de entusiasmo hacia el Evangelio, como poder de Dios para salvación. Pero, además esta iglesia se creía autosuficiente y rica, porque consideraba que “no tenía necesidad de ninguna cosa”; pero lo peor era su ceguera espiritual, que le impedía reconocer su estado “desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” (3:15-17).

La desnudez espiritual significa creer que podemos alcanzar la justicia, que exige Dios, por nosotros mismos; pretender que con nuestras obras se puede obtener la salvación. Creer que el cumplimiento perfecto de la ley moral, la ley de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, es una cuestión de voluntad, de proponérselo. Sin embargo, la Palabra de Dios nos dice que “la justicia de Dios es por medio de la fe en Jesucristo... Justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Ro. 3:21-24); sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.” (Gá. 2:16)

2 Corintios 5:21 Al que no conoció pecado [Cristo], por nosotros [Dios] lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él [Cristo].

Efesios 2:8-9: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe.

Apocalipsis 7:13-14: Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? (14) Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

“Las ropas blancas” representan la justicia de Cristo que el cristiano obtiene solo por medio de la fe en la sangre derramada de Cristo por nosotros; lo que significa que Él sufrió la muerte que nos corresponde a los seres humanos, para que ellos fuesen libres de la condenación de la ley. Comprobémoslo:

Romanos 8:1-4: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (2) Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. (3) Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; (4) para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

“Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. (3:18)

A los fieles de Laodicea aún les queda una oportunidad de arrepentirse, pero para ello deben hacer caso del divino consejo de Jesús.

Primero, debían reconocer su estado de pobreza espiritual y acudir a Dios, el único que les podía proporcionar lo que ellos necesitaban: “de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico”. La riqueza espiritual no se puede adquirir ni con todo el oro del mundo; si esto es verdad, ¿por qué Dios les aconseja que le compren a Él “oro refinado en fuego”? El oro que Dios nos puede vender es lo único que sirve para nuestra salvación: la fe. No hace falta nada más: “cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hch. 16:31); “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.” (1 P. 1:7); “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, (19) sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, (20) ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, (21) y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. (22) Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; (23) siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 P. 1:18-23)

Segundo, otra cosa imprescindible para que los de Laodicea salgan de su apatía e indiferencia espiritual, y que Dios les aconseja, es que le compren, además del oro, unas “vestiduras blancas” especiales: “vestiduras blancas para vestirte, [para] que no se descubra la vergüenza de tu desnudez (3:18). Toda persona está desnuda ante Dios, sino se ha vestido con la justicia de Dios. Y tanto el oro –la fe– como las vestiduras blancas –la justicia– aunque Dios nos pide que se las compremos, no tienen precio alguno, Él nos las regala, son un don de Dios; pero, al menos debemos pedírselas o quererlas. El único procedimiento para adquirir tanto la fe como la justicia consiste solo en creer “que fuisteis rescatados […] con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 P. 1:18-19).

Tercero: “y unge tus ojos con colirio, para que veas. (3:18). Todo discernimiento espiritual es obra del Espíritu Santo. Ungir nuestros ojos con colirio es ser ungido con el Espíritu Santo; “Porque vosotros sois templo del Dios viviente” (2 Co. 6:16); “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1 Co. 6:19-20).

Si “vosotros tenéis la unción del Santo” […] “conocéis todas las cosas.” (1 Jn. 2:20). “Pero la unción que vosotros recibisteis de él [Jesucristo] permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él [Jesucristo].” (1 Juan 2:27)

Romanos 8:14-17: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (16) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (17) Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Gálatas 5:18-26: Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. (19) Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (22) Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (24) Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. (25) Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. (26) No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

“Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. (20) He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (3:19-20)

Así como nuestros padres tienen derecho a reprendernos cuando nos conducimos inadecuadamente a fin de educarnos, así también se relaciona Dios con nosotros: “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? (10) Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. (11) Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” (Heb. 12:9-11; cf. Pr. 3:11-12)

Hebreos 12:1-7: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, (2) puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (3) Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. (4) Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; (5) y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; (6) Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. (7) Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? (8) Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (3:20).

Jesucristo nos invita, por medio de Su Santo Espíritu, a que entremos en comunión con Él; “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; (15) y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (2 Co. 5:14-15).

Él es nuestro amigo, porque “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. (14) Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. (15) Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. (16) No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. (17) Esto os mando: Que os améis unos a otros.” (Juan 15:13-17)

Si aceptamos Su invitación, Jesucristo cenará con nosotros ahora, y en el futuro cuando Él venga en gloria, seremos también “Bienaventurados”, porque seremos “llamados a la cena de las bodas del Cordero. […]” (19:9)

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. (22) El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (3:21-22).

Recordemos que Jesucristo a la iglesia de Filadelfia (periodo final s. XIX) –la iglesia que más predicó el próximo advenimiento en gloria de nuestro Señor– ya le había anunciado: He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.” (3:11). Además, allí Él prometió, que “al que venciere”, “escribiré sobre él” “el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.” (3:12). Sin duda, se trata de otra alusión a la cercanía de Su Reino glorioso. Ahora, a la iglesia de Laodicea, la última iglesia, la del siglo XXI, con más motivo, Jesucristo le promete compartir Su trono con ella: “Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. (29) Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, (30) para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.” (Lc. 22:28-29; Mt. 19: 27-30). O como asegura el apóstol Pablo: “¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? (3) ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” (1 Corintios 6:2-3)

Mateo 19:27-30: Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? (28) Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. (29) Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. (30) Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.

Mateo 26:29: Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

El apóstol Juan vio ese futuro cumplido: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” (Ap. 20:4)

2 Timoteo 2:11-14: Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; (12) Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará. (13) Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo. (14) Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes.

 

Si Dios lo permite y me sigue dando fuerzas, mi próximo estudio bíblico consistirá en comentar el  capítulo cuatro siguiente del libro del Apocalipsis de San Juan: 4. Una visión de Dios y de Su trono en el Cielo

 

Quedo a disposición del lector para lo que pueda servirle.

 

Afectuosamente en Cristo

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 

 

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Referencias bibliográficas

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

AP = Antiguo Pacto

NP = Nuevo Pacto

Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)

pp, pc, úp referidas a un versículo bíblico representan "parte primera, central o última del mismo ".

Abreviaturas empleadas para diversas traducciones de la Biblia:

NBJ: Nueva Biblia de Jerusalén, 1998.

BTX: Biblia Textual

DHHe (D): versión Dios habla hoy con Deuterocanónicos

Jünemann: Sagrada Biblia-Versión de la LXX al español por Guillermo Jüneman

N-C: Sagrada Biblia- Nacar  Colunga-1994

JER 2001: *Biblia de Jerusalén, 3ª Edición 2001

BLA95, BL95: Biblia Latinoamericana, 1995

LBLA: La Biblia de las Américas

BNP: La Biblia de Nuestro Pueblo

NVI 1999: Nueva Versión Internacional 1999

LPD: El Libro del Pueblo de Dios, Levoratti y Trusso

SB-MN: . La Santa Biblia-Martín Nieto

SRV2004: Spanish Reina Valera 2004

 

Bibliografía citada

 

(1) Strong, Diccionario griego español

(2) versión parafraseada del Apocalipsis extraída del Curso anónimo sobre Apocalipsis

(3) Ibíd.

(4) Relación de algunos de los diversos Comentarios bíblicos del Apocalipsis leídos

Shappley de Álamo, Homero,  APOCALIPSIS Análisis de las profecías y visiones, 2007

Taylor,  R. A. Apocalipsis: Un Comentario de Referencia, 20/06/1998

MacArthur, John, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: Apocalipsis, Editorial Portavoz, 2010.

Mounce, Robert H. Comentario al libro del Apocalipsis, Editorial Clie, 2007

Maxwell, C. Mervyn, Dios revela el futuro, el mensaje de Apocalipsis, t.2, Publicaciones Interamericanas, 1989

(5) Barclay, William, p. 5, 0283 Comentarios completos N.T. Apocalipsis C.T.C. 01-02-0283-14. Editorial CLIE, 1991

(6) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 41,  Editorial Clie, 2007

(7) Apocalipsis - Wikipedia, la enciclopedia libre,

(8) Juan el Apóstol - Wikipedia, la enciclopedia libre

(9) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 42,  Editorial Clie, 2007, 

(10) https://es.wikipedia.org/wiki/Apocalipsis

(11) Juan el Apóstol - Wikipedia, la enciclopedia libre

(12) Ibíd.

(13) Ibíd.

(14) Ibíd.

(15) Ibíd.

(16) Ibíd.

(17) Ibíd.

(18) Ibíd.

(19) Ibíd.

(20) Ibíd.

(21) Ibíd.

(22) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 61-62,  Editorial Clie, 2007 

(23) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 42,  Editorial Clie, 2007

(24) Persecución a cristianos en el Imperio romano - Wikipedia, la enciclopedia libre

(25) Ibíd.

(26) Ibíd.

(27) Goena, Fernando y Lasheras, Juan, Historia de la Iglesia - Edad Antigua (gecoas.com)

(28) Juan el Apóstol - Wikipedia, la enciclopedia libre

(29) Ibíd.

(30) Goena, Fernando y Lasheras, Juan, Historia de la Iglesia - Edad Antigua (gecoas.com)

(31) Juan el Apóstol - Wikipedia, la enciclopedia libre

(32) Ibíd.

(33) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 53,  Editorial Clie, 2007

(34) Ibíd. 54-55

(35) Ibíd., p. 57-58

(36) Ibíd., p. 66

(37) Ibíd., p. 67

(38) Ibíd., p. 67

(39) Truman, Cliff, Comentario a Apocalipsis, p.25

(40) Ibíd., p. 25

(41) Ibíd., p. 25-26

(42) Apocalipsis - Wikipedia, la enciclopedia libre

(43) Mounce, H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 69,  Editorial Clie, 2007

(44) Ibíd., p. 69

(45) Truman, Cliff, Comentario a Apocalipsis, p.24

(46) Mounce, H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 83,  Editorial Clie, 2007

(47) Ibíd., p. 84

(48) Apuntes anónimos Curso sobre el libro de Apocalipsis.

(49) Ibíd.

(50) Truman, Cliff, Comentario a Apocalipsis, p.3

(51) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 85,  Editorial Clie, 2007
(52) Emperadores romanos que buscaron destruir el cristianismo y fracasaron (aciprensa.com)Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.
(53) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 84,  Editorial Clie, 2007

(54) Ibíd., p. 87-88

(55) Ibíd., p. 88

(56) Ibíd., p. 89-90

(57) Ibíd., p. 92-93

(58) Ibíd., p. 93

(59) Ibíd., p. 93-94

(60) Ibíd., p. 94-95

(61) Ibíd., p. 95

(62) Ibíd., p. 96

(63) Ibíd., p. 96-98

(64) Ibíd., p. 99-100

(65) Ibíd., p. 100-101

(66) Ibíd., p. 101

(67) Ibíd., p. 102

(68) Ibíd., p. 102

(69) Ibíd., p. 102

(70) Apuntes anónimos Curso sobre el libro de Apocalipsis

(71) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 103,  Editorial Clie, 2007

(72) Ibíd., p. 103

(73) Apuntes Curso sobre el libro de Apocalipsis

(74) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 102,  Editorial Clie, 2007

(75) Ibíd., p. 103

(76) Ibíd., p. 104

(77) Ibíd., p. 105

(78) Ibíd., p. 106

(79) Ibíd., p. 106

(80) Ibíd., p. 106

(81) Ibíd., p. 107

(82) Ibíd., p. 107

(83) Ibíd., p. 108

(84) Ibíd., p. 108-109

(85) Ibíd., p. 109-110

(86) Ibíd., p. 111

(87) Ibíd., p. 112

(88) Apuntes anónimos Curso sobre el libro de Apocalipsis

(89) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 103,  Editorial Clie, 2007

(90) Ibíd., p. 103

(91) Apuntes anónimos Curso sobre el libro de Apocalipsis

(92) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 103,  Editorial Clie, 2007

(93) Ibíd., p. 103

(94) Apuntes anónimos Curso sobre el libro de Apocalipsis

(95) Ibíd.

(96) Diccionario de la iglesia primitiva (p.124).  www. ElCristianismoPrimitivo.com. Compilado por Brian Gray y editado por Anthony Hurtado Este diccionario es obsequiado al dominio público. No tiene derechos reservados www. ElCristianismoPrimitivo.com

(97) García de Cortazar, José ángel y Ruiz de Aguirre, Universidad de Santander, Valdeon Baruque Julio, Universidad de Valladolid; Gran Historia Universal, tomo XI, p. 83, Ediciones Najera (S.A. de Promociones y Ediciones Club Internacional del Libro, Madrid)

(98) Diccionario bíblico (módulo e-Sword)

(99) Ibíd.

(100) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>.  ¿Reinarán Cristo y sus santos un Milenio en la Tierra restaurada?, … p.23-25

(101) Mounce, H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 543,  Editorial Clie, 2007

(102) Apuntes anónimos Curso sobre el libro de Apocalipsis

(103) Ibíd.

(104) Ibíd.

(105) Ibíd.

(106) Ibíd.

(107) Ibíd.

(108) Ibíd.

(109) Ibíd.

(110) Ibíd.

(111) Ibíd.

(112) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>.  El dragón, la bestia, los reinos mundiales y el Reino de Dios,  ¿Es el Arcángel Miguel el que detiene al Anticristo?

(113) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>.  El dragón, la bestia y el falso profeta

(114) Auge y disolución de la Unión Soviética (lavanguardia.com)

(115) http://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_romano

(116) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>.  El dragón, la bestia, los reinos mundiales y el Reino de Dios,  

(117)  Bentué, Antonio,  Profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Introducción a la Historia de las religiones (pág. 191).

(118) Ibíd., ps. 191-192.  (Extraído de  Aracil, Orts, Carlos,  ¿Es el Arcángel Miguel el que detiene al Anticristo?)

(119) Aracil, Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>.  El dragón, la bestia, y el falso profeta,

(120) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 366-367,  Editorial Clie, 2007

(121) Ibíd., p. 369

(122) Ibíd., p. 387-388

(123) Ibíd., p. 410-411

(124) Ibíd., p. 413-414

(125) Ibíd., p. 411-412

(126) Ibíd., p. 411

(127) Ibíd., p. 415

(128) Ibíd., p. 416

(129) Bentué, Antonio,  Profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Introducción a la Historia de las religiones (pág. 191-192).

(130) http://es.wikipedia.org/wiki/Sacro_Imperio_Romano_Germ%C3%A1nico

(131) Bentué, Antonio,  Profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Introducción a la Historia de las religiones (pág. 191-192).

(132)  https://es.wikipedia.org/wiki/Napole%C3%B3n_Bonaparte

(133) https://es.wikipedia.org/wiki/Estados_Pontificios

(134) http://es.wikipedia.org/wiki/Sacro_Imperio_Romano_Germ%C3%A1nico

(135)https://es.wikipedia.org/wiki/Uni%C3%B3n_Sovi%C3%A9tica

(136) Ibíd.

(137) Dominación del mundo - Wikipedia, la enciclopedia libre

(138) https://nanopdf.com/download/los-estados-pontificios_pdf

(139) Biblioteca Nacional de España (bne.es)

(140) https://es.wikipedia.org/wiki/Estados_Pontificios

(141) https://es.wikipedia.org/wiki/Napole%C3%B3n_Bonaparte

(142) https://es.wikipedia.org/wiki/Estados_Pontificios

(143) Ibíd.

(144) Ibíd.

(145) Catecismo de la Iglesia Católica, 2121

(146) Aracil, Orts, Carlos,https://amistadencristo.com. El dragón, la bestia, y el falso profeta

(147) Mounce H. Robert, en su libro Comentario al libro de Apocalipsis, p. 534,  Editorial Clie, 2007

(148) Ibíd., p. 532

(149) Ibíd., p. 534

(150) Ibíd., p. 535

(151) Ibíd., p. 538

(152) Ibíd., p. 540-541

(153) Ibíd., p. 541

(154) Ibíd., p. 541-542

(155) Ibíd., p. 543

(156) Ibíd., p. 544

(157) Ibíd., p. 544

(158) Ibíd., p. 548

 

 

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Carlos Aracil Orts

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