Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Antropogía bíblica

¿Cuál es la naturaleza del ser humano?

 
Versión: 10-09- 2019

 

Capítulo 4

 

Significado del término “carne” en la Biblia

 

 

Carlos Aracil Orts

4. Significado del término “carne” en la Biblia

En la Biblia, “carne” no se refiere solo al “cuerpo”, sino que este término designa el ser humano total, lo que es una prueba adicional de que el hombre es un ser unitario. “Carne” es el hombre natural o carnal, no convertido a Dios. En palabras del sacerdote católico, don Juan Aguirre Rodríguez: “Cuerpo, carne en el lenguaje de Pablo significa simplemente lo humano sin la gracia de Dios”. (25).

Cito a continuación unos aclaratorios párrafos del libro El dualismo en la antropología de la cristiandad, del autor don Enrique Dussel, que vienen a confirmar o corroborar todo lo que antecede:

“[..] "Carne" no significa, de ninguna manera, "cuerpo" (sôma) como para los griegos. En efecto, "cuerpo" en el Nuevo Testamento tiende a indicar el cadáver (que en hebreo se decía gufáh) (Mt.14,12; cf. Mt. 5,29). Tampoco "carne" se opone al "alma" (psyjé) en el sentido griego, porque "alma" en el Nuevo Testamento significa más bien "vida" (Ap. 16,3; cf. Mt. 2:19-20). "Carne" (sárx) que viene del hebreo basar indica la totalidad del hombre.” (26)
 
"El Verbo se hizo carne" [Jn. 1:14] significa entonces que Dios mismo se reveló a sí mismo irrumpiendo en la totalidad de la historia del hombre, como historia de la carne, y transformándola en historia del espíritu o Reino de Dios. [..]

Paralelamente a la dialéctica entre el "Verbo" y la "carne" se establece la de la Imagen de Dios y el hombre terrestre que ha perdido dicha semejanza divina por el pecado. Lo que debe considerarse especialmente es que en ningún momento hay dualismo antropológico, sino que se establece nuevamente una bipolaridad entre dos órdenes o categorías, y la "carne", aunque muerta o caída, puede sin embargo ser resucitada. Además, la Imagen de Dios, Jesucristo, asumirá la totalidad de la condición humana, en su limitación, finitud, sufrimiento y muerte dando así un sentido a la corporalidad, un sentido positivo ya que es mediación de salvación.” (27)

“[..] Es desde ya interesante ver que dicho personaje [el Verbo encarnado] es solidario de la condición humana ya que se llama hijo del "hombre". Jesús se aplicó a sí mismo, con más frecuencia que ningún otro título, el de “Hijo del hombre" (véase, p.e.: Lc. 17:22 ss; Mt. 24:27, ss; Mc. 8:38ss). Pero, y esta diferencia es relevante, Jesús se aplica ese título junto con el de "Siervo de Yahveh". Une entonces el prototipo escatológico con un hombre sufriente y liberador a la vez. "Las dos nociones, de Hijo del hombre y de Ebed Yahveh –nos dice Oscar Cullmann– existían ciertamente en el judaísmo; pero la que significa un hecho nuevo es que Jesús las reunió, es decir, unió los dos títulos expresando en el primero la majestad soberana, mientras que en el segundo indicaba la humillación más absoluta. Admitiendo que el judaísmo conocía la posibilidad de un mesías sufriente, es imposible demostrar que este sufrimiento haya sido asociado a la imagen del hombre celeste. [..]” (28)

La “carne” es enemiga de Dios “y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8).

Romanos 8:7-8: Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;  (8)  y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Puesto que las Sagradas Escrituras se refieren en muchas ocasiones a la “carne”, necesitamos saber qué entienden ellas por este término. Con ese fin en mente, examinemos el versículo 3 de la carta a los Efesios, que vimos anteriormente: “…también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos.” (Ef. 2:3). Esta es la condición del “hombre natural” o carnal antes de su conversión a Dios. No es otra cosa que el cuerpo psíquico humano, pero sin la Imagen de Cristo en él. En esa condición, el ser humano está muerto espiritualmente, al estar separado de Dios. La carne está siempre en oposición al Espíritu de Dios: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gá. 5:17).

La “carne” es egoísta, avariciosa, envidiosa, orgullosa, soberbia, altiva, discutidora o contenciosa, implacable, sin misericordia, no piensa más que en lo que pueda beneficiarla, pero no en lo que puede beneficiar al prójimo. Muchas y abominables son las obras de la carne; como, por ejemplo, la pequeña lista que nos proporciona el apóstol Pablo, y que transcribo, a continuación, para que evitemos caer en ellas:

Gálatas 5:19-21: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Ahora, contrastemos las obras de la carne con los frutos del Espíritu, y comprobaremos cuán despreciables son aquellas y cuán hermosos y deseables son éstos:

Gálatas 5:22: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (24)  Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.  (25) Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. (26) No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

Fijémonos que esta “carne” está animada –es decir, tiene vida física y psíquica, pero sin la guía del Espíritu de Dios (Ro. 8:14)–  porque es capaz no solo de sentir “los deseos” sino también de decidir llevarlos a cabo, mediante “la voluntad de la carne”; y además tiene una mente con sus pensamientos, lo que implica el intelecto, con su entendimiento y raciocinio, etc. Por tanto, no puede referirse solo al cuerpo humano, aunque éste también tenga sus apetitos e instintos, sino que abarca al ser total, a la persona o, lo que es lo mismo, el alma humana. La “carne” tiene todas las funciones psicosomáticas de la totalidad del ser humano, pero mientras no sea transformada en espiritual, no morará el Espíritu de Dios en ella.

¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué Dios dice que el hombre es “carne” (Gn. 6:3)? Veamos cuándo y dónde Él lo expresa así:

Génesis 6:3, 5: Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.  […] (5)  Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.

Verdaderamente, Dios dijo que “ciertamente el hombre es carne”, y “es imposible que Dios mienta” (Heb. 6:18). Pero, ¿por qué dijo Dios que el hombre es carne? ¿Será porque el ser humano, puesto que no es espíritu, está hecho, mayormente, de “carne y huesos” (Lc. 24:39)?

Realmente, el hombre no es llamado así a causa de que su cuerpo sea de carne, sino porque no es espiritual –mientras permanezca en su naturaleza pecaminosa original–, ya que desde que nace hasta que se convierte a Dios está separado de Él, le ignora, y no reconoce Su voluntad; y, además, “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1  Co.2:14). Y, en su rebeldía y desobediencia, puede llegar a un punto de no retorno, como fue en el pasado, en “que todo designio de los pensamientos del corazón [de los hombres]… era de continuo solamente el mal” (Gn. 6:5).

Es necesario aclarar que así como la “carne” es el “ser viviente” o “alma viviente”, que vive gracias al “aliento o espíritu de vida” de Dios, –aunque, por esa causa, tenga vida física y psíquica–, no poseerá, obviamente, vida espiritual, hasta que no sea resucitado o nacido de nuevo el "hombre natural" (Jn. 3:3,6; Ef. 2:6; etc.); y solo entonces, una vez reconciliado con Dios, el Santo Espíritu morará en él.

 

Quedo a su disposición para lo que pueda servirle.

Afectuosamente en Cristo

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 

 

Índice

 

¿Cuál es la naturaleza del ser humano?

2. El ser humano en la antropología bíblica

3. ¿Es el ser humano un compuesto de espíritu-alma-cuerpo?

4. Significado del vocablo "carne" en la Biblia

5. Cómo vivir cristianamente

6. ¿Cuál es la diferencia entre alma y espíritu?

7. ¿Qué es el alma humana?

8. ¿Qué es el espíritu humano?

9. Solo hay vida eterna en Cristo

10. Conclusión


Apéndice 1

11. El insoluble problema filosófico de la unión cuerpo-alma


Apéndice 2

12. El origen del ser humano


Apéndice 3

13. Resurrección versus inmortalidad del alma


Apéndice 4

14. Objeciones a la mortalidad del alma

 

 

 

 

 


Referencias bibliográficas

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

AP = Antiguo Pacto

NP = Nuevo Pacto

Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)

pp, pc, pú referidas a un versículo bíblico representan "parte primera, central o última del mismo ".

Abreviaturas empleadas para diversas traducciones de la Biblia:

NBJ: Nueva Biblia de Jerusalén, 1998.

BTX: Biblia Textual

Jünemann: Sagrada Biblia-Versión de la LXX al español por Guillermo Jüneman

N-C: Sagrada Biblia- Nacar  Colunga-1994

JER 2001: *Biblia de Jerusalén, 3ª Edición 2001

BLA95, BL95: Biblia Latinoamericana, 1995

BNP: La Biblia de Nuestro Pueblo

NVI 1999: Nueva Versión Internacional 1999

Bibliografía citada

(25) Aguirre Rodríguez, Juan, La muerte, ¿tabú del siglo XXI?, p. 37, Ediciones Paulinas, La Florida (Stgo.), Chile, 8/1988,

(26) Dussel, Enrique, El dualismo en la Antropología de la cristiandad, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1974, p. 45. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/otros/20120130111139/ANTROPOLOGIA.pdf

(27) Ibíd. P. 47.

(28) Ibíd. P. 48.

 

 

 

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